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Un verano caliente. Capítulo 17

Un verano caliente. Capítulo 17

Esta es la historia de Julián, un chico de 23 años que después de pasar el mejor verano de su vida nos cuenta las historias que vivió y nos mantiene calientes en este invierno frío. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…


Capítulo 17: Sentimientos opuestos
El domingo dormí casi todo el día. Entre la resaca y el cansancio por haberme acostado tarde y por haber tenido sexo, de pedo tuve energías para levantarme a las 6 de la tarde y ordenar un poco la casa. Le pregunté a Cele si quería venir a cenar y a quedarse a dormir, pero como al día siguiente se iba de viaje decidió quedarse haciendo la valija. Sin embargo esa noche nos mensajeamos hasta las 3 de la mañana. Al principio hablamos de cómo habíamos superado a Oriana y a Daniel y de lo bueno que había sido su sexo. Obviamente la felicité por su baile y ella me felicitó por mi pose contra la pared. “Creo que nunca sentí tanto placer como en esa pose” me dijo. Pero la conversación fue cambiando y al final no pude evitar un “Te voy a extrañar Cele” al que ella me respondió con un “Yo también”. ¿Me estaba enganchando? Obvio, pero todavía no lo había admitido. Por lo que cuando ella se fue de viaje el lunes 11 decidí volver al ruedo de las chicas del club.
Emanuel, Santiago, Valentín y Fernando me esperaron esa tarde con una cerveza bien helada. El calor volvía a azotar muy heavy la ciudad y la escases de gente hacía que la pileta sea la única manera de disfrutar el día. Las culonas no paraban de tomar sol boca abajo exhibiendo sus nalgas bien paraditas y redonditas. Las tetonas por su parte, solían jugar en la pileta con una pelota de vóley haciendo rebotar sus gomas de arriba hacia abajo. Nosotros no nos decidíamos a cual mirar.
- Chicos, creo que deberíamos quedarnos a comer un asado e invitar a las tetonas.- Les digo a los chicos mirando a Noelia que en ese momento salía del agua con la malla algo entangada.
- Yo no es que quiera joder, pero saben que Tati y las chicas están algo enojadas con Noelia y ese grupo.- Dijo Emanuel.
La historia se había dado después del martes en el que yo me acosté con la amiga de Cecilia. Ella se había ido llorando de la fiesta y las chicas la acompañaron a su casa, pero la cosa no quedó ahí. Los días siguientes Noelia, que era bastante provocativa, cada vez que pasaba en frente de las culonas no perdía la oportunidad de contar en voz bien alta todos los lugares del club donde lo habíamos hecho. Obviamente las culonas, en especial Florencia, había difamado por todos lados que yo y Noe lo habíamos hecho en la pileta, en la cancha de tenis, en la cancha de rugby, en los baños cerca del bar y en cualquier otro lado. Sin embargo a Noelia no pareció importarle y me seguía mandando mensajes y buscándome cada vez con más ganas. Por lo cual yo había decidido seguir apuntando hacia ese lado y dejar a Cecilia sola con su enojo. Pero no iba a poder seguir mucho más.

- ¿Podemos hablas?- Me dijo un rato más a la tarde.
- ¿Qué pasa?- Le pregunté haciéndome el desinteresado.
- No me importa lo que hiciste con ella, es cosa tuya. De hecho no sos mi novio ni nada así que podes hacer lo que vos quieras.- Cecilia hablaba muy rápido y se notaba que tenía las palabras pensadas.- Pero no quiero que me uses para sacarte las ganas cuando ella no te da bola. Así que después de hablar un buen rato con las chicas y de pensarlo, decidí que no quiero nada más con vos. ¡Se feliz! Hacé lo que quieras con quien quieras. Eso sí, te voy a pedir una sola cosa.- Agregó y al ver que me quedaba callado mirándola me dijo:- Decile a la trola de Noelia que por favor no me cuente todo lo que hizo con vos. Porque a pesar de que no quiero nada con vos, me hace mal. Porque yo de verdad te quiero.
Enseguida se largó a llorar y no se me ocurrió otra cosa que abrazarla. Pero ella me rechazó el abrazo y se fue llorando hacia otro lado. Cuando levanté la vista, Noelia y las tetonas me miraban fijo desde lejos, ella con una cara de enojo muy importante.
Así que esa noche decidí dejar las cosas como estaban. A la mañana siguiente me levanté sin ganas de ir al club, me parecía que la situación ameritaba para quedarme en casa, así que le dije a Martín si quería venir a tomar una cerveza y hablar a lo que él aceptó enseguida.
- Esa piba está muy enganchada con vos.- Me dijo cuando le conté la situación.- Ahora, a vos no te importa nada. El sábado te cogiste a Celeste delante de todos y para colmo tenés en reserva a esta Cecilia y Noelia. Increíble lo tuyo.
Después de una charla me aconsejó hablar bien con Cecilia y hacerle entender que no quería lastimarla a ella, pero que no me parecía bien que se enojara conmigo. Intenté hablarlo por whatsapp esa noche pero fue para peor. Así que le dije que lo dejábamos para el día siguiente. Armado de valor, el miércoles 13 me fui al club a eso de las 4 de la tarde y encaré directo al grupo de las culonas. Le pedí a Cecilia de hablar unos segundos y ella se alejó de sus amigas a pesar de que Flor y Tati le dijeron que mejor no lo haga.
- Esta noche quiero que vengas a casa y hablemos.- Le dije directo.- No tengo ninguna intención sexual,- Le aclaré al ver su cara de sorpresa.- solo quiero que hablemos en un lugar privado y que dejemos las cosas en claro.
Una vez que ella aceptó, sin dar muchas vueltas me fui con los chicos. Por enseguida estaba en mi casa, tenía que pensar las cosas. Podía arriesgarme a decirle que no quería dejar de estar con otras chicas en especial con Noelia lo que iba a significar que nunca más me iba a acostar con Celeste. O podía decirle que solo quería estar con ella lo cual era mentira e iba a desembocar en dos opciones: o de verdad estaba solo con ella y me ponía en una relación seria, o le mentía hasta que se enterara la verdad por Noelia o por alguien más. Cuando sonó el timbre no tenía decidido que decirle.

- Bueno. ¿De qué querés hablar?- Me preguntó quedándose parada en la puerta de brazos cruzados.
- Pasá.- Le digo casi rogándole.- Vamos a hablar en serio. Y para eso te pido que te des-enojes un momento.
Obviamente fue difícil. Ella entró y se sentó en una silla y después e rogarle que comiera o tomara algo accedió a un vaso de agua. Empezamos a hablar, al principio no llegamos a ningún acuerdo. Ella solo quería hacerme saber que se había enterado de todos los lugares donde Noe y yo habíamos cogido. Pero eso yo ya lo sabía, por lo que le tuve que rogar que cambiara de planteo. De a poco la conversación fue girando y ya no era cosa de que le molestara lo mío con la chica de vóley, sino que le molestaba que yo estuviera con otras mujeres.
- ¿Entonces vos me querés para vos solo?- Le pregunto.
- ¡Al fin!.- Dijo ella abriendo los brazos y mirando al techo.- Julián no es muy difícil darte cuenta que estoy atrás tuyo hace años.- Los ojos se le volvieron a poner llorosos.- Somos amigos hace un montón y tuve que bancarme dos veranos seguidos enterándome como te cogías a esa trola en todos lados. Cada día me gustás más y no puedo hacer nada. No sé cómo decirte que estoy atrás tuyo hace muchísimo tiempo.
Eso era información nueva para mí. Me lo había imaginado ya que los planteos iban para ese lado, pero nunca lo había escuchado de parte de ella. Por lo que el hecho de que me lo dijera era algo mucho más chocante. No se me ocurrió que decirle, no sabía qué hacer. Solo se me pasó por la cabeza pararme y besarla. Cecilia me devolvió el beso.
Era un momento más bien romántico que otra cosa, y nos besamos por un buen rato. Yo la abracé para darle contención y ella me devolvió el abrazo. “Te quiero” me dijo entre besos a lo que yo solo pude responderle un “Yo también”.
- ¿Qué vamos a hacer?- Me preguntó.
- Te prometo que de ahora en adelante, vas a ser vos y nadie más.- Le mentí yo.
Sabía que le estaba mintiendo y no tenía ni idea como iba a sostener esa mentira, pero en ese momento solo quería terminar con esa discusión y poder pasar a algo más. Y ella me recompensó la mentira. Volvió a besarme, pero esta vez se sentó arriba mío de costado. Me abrazó con fuerza y nuestros labios se encontraron en un entorno más fogoso y húmedo. Enseguida nos estábamos acariciando y manoseando con un solo objetivo: Sexo.
Le dije de ir a la pieza, ya que no podía hacerlo en los sillones después de la otra noche y ella accedió. Cuando llegamos nos tiramos en la cama y de a poco me fui poniendo arriba de ella. Yo quería meterle algo de violencia y calentura, pero ella estaba más enfocada en la pasión y el cariño, así que decidí por esa noche darle lo que ella quería, ya que después de todo acaba de mentirle como el mejor.
Nos fuimos sacando la ropa a medida que nos besamos todo el cuerpo. Ella me hizo una paja mientras nos terminábamos de sacar la ropa, pero no pasó a mayores, ya que yo volví a acostarme encima de ella con el forro puesto y después de tocarla un poquito se la puse. Ceci pegó un suspiro muy fuete de placer y acto seguido me abrazó obligándome a pegar su cuerpo contra el mío y enseguida me besó. La escena se volvió más romántica que caliente y el sexo iba por ese camino. Movía mi cintura para adelante y para atrás de manera suave y ella me suspiraba en el oído.
Seguimos un buen rato cogiendo así, casi como enamorados, entre besos y caricias. Hasta que me cansé y le pedí que fuera arriba un rato, algo que ella sabía hacer muy bien. Ceci se paró en la cama y cuando yo me acosté, se puso de frente hacia mí y se sentó derecho en mi pija. A pesar de que la calentura ya era más fuerte que el romanticismo, seguimos cogiendo suave. Ella puso sus manos sobre mi peche como solía hacerlo y movía su cintura para adelante y para atrás mientras yo la agarraba de las caderas. Nuestras miradas se cruzaban y ella me demostraba con la boca abierta y lanzando suspiros de placer lo bien que la estaba pasando.
Después de un tiempo en esa posición le dije que volviera abajo y cuando se acostó le levanté las piernas y las puse sobre mis hombros. Se la metí sin problemas y ahí si la empecé a coger bien duro. Apoyando mis manos a los costados de su cola, le apretaba los cachetes para poder sentir más placer y a Cecilia parecía fascinarle eso. No tardé en acabar en esa pose, era un de las posiciones claves para mí. Ella también lo hizo, pero de maneara más silenciosa. Cuando temrinó abrió sus piernas y yo volví a caer sobre su cuerpo y nuestras bocas se encontraron otra vez.
- Te quiero.- Me digo agarrándome la cara con las dos manos.
- Yo también…- Le respondí, pero me sentía culpable así que agregué.- Te quiero.
Yo la quería, pero era obvio que no de la misma forma que ella a mi. Por lo que la situación se me complicaba, iba a tener que pensar muy bien como llevar lo que quedaba del verano si quería seguir tiendo sexo como hasta el momento. Pero algo era seguro, no pensaba renunciar a otras mujeres por ella.


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