Hola a todos, soy casada y fui infiel por primera vez debido a mi fetiche desde niña, los penes grandes.
Mi historia es muy comprometedora porque soy casada, asi que este relato no tendrá más nombres que mi amante, al que le llamaré Valentin.
Mi fetiche desde adolescente han sido los penes grandes, siempre desde adolescente me han llamado la atención y me ponen sumamente caliente el solo verlos. A mis enamorados y novios siempre primero, antes de follar les mamaba la verga para verselas erectas y ver su tamaño, si eran pequeñas solo les sacaba la leche a pura mamada y alli los dejaba, si tenían grandes vergas dejaba que me la metieran en mis dos orificios intimos, o sea que antes de casarme no era virgen de nada.
Más tarde conoci a mi futuro esposo, del cual me enamoré perdidamente y aunque su pene es tipo promedio, me casé con él y llevaba cinco maravillosos años de casada y de serle fiel hasta en los sueños. Mi marido colecciona revistas porno y no me importaba, ya que puedo ver las tremendas pollas de los modelos varoniles que alli hay, y me sirven para masturbarme con un dildo grande que guardó desde mi adolescencia.
Fue mi marido quien metió a otro hombre a la casa. Cierto él día me dijo que se había encontrado a un amigo de su juventud, era el hijo de la criada de la casa de sus padres, a quien le decían “caballo”, su nombre era Valentin, con quien mi marido jugaba desde pequeño, asi que le guardaba cierto aprecio, él andaba buscando trabajo y mi marido lo había invitado para que fuera nuestro empleado. Mi familia y la de mi marido pues son bastante solventes economicamente y tenemos una casa algo grande con piscina y todo. Asi que el se encargará de la limpieza de la piscina, en limpiar el jardin, pintar, de todo! dijo mi marido.
Ahora dejenme describirme un poco, soy blanca, no soy delgada, nunca lo he sido, pero tampoco soy gorda, soy llenita y tengo senos grandes y lo mejor es mi trasero con dos nalgas respingonas y paradas, no soy alta, apenas 1.68 mt, mi cara es bonita y redondita.
Valentin era un hombre de unos 30 años, alto 1.85 metros, delgado pero con musculos, su rostro tiene lineas de expresión muy marcadas, tanto que aparenta mucho más edad que la que tiene. Es moreno y habla el castellano con dificultad.
Un día que él estaba sacando la basura de la piscina, tenía puesto un short que le quedaba muy apretado, fue allí cuando me quedé soprendida del enorme paquete que se le dibujaba y que guardaba en ese short, mi fetiche volvió a renacer en mi, me imagine semejante verga erecta, que tamaño tendría.
La supuesta enorme verga de Valentin se me volvió una obsesión, yo quería versela en vivo, hice un plan, Valentin se daba una ducha después de limpiar la piscina, asi que retiré todas las toallas del baño. Asi que cuando el terminó de bañarse y al no ver toallas, me pegó un grito, -Señora, me puede traer una toalla, por favor?- (el no me llamaba por mi nombre solo me decía “señora”), yo tomé una y entre al baño, hice a un lado la cortina para darsela y .. ¡qué tremenda verga!, me dije, estaba flácida y aún asi era mucho más grande que la de mi marido. Valentin al ver que yo me le quedé viendo a su nabo, se quiso tapar, pero yo ya se la había visto bien.
Después de eso, mi obsesión creció. Yo quería poseer esa verga, pero estaba casada y enamorada de mi esposo todavía. Asi que no hice nada. Todo sucedió al azar.
Ese fin de semana, mi esposo viajaría, quería ver como iba la apertura de una agencia de la empresa familiar que el dirige. Me quedé solita con Valentín. El morbo me mataba en la primera noche, estaba sola y Valentín estaba en su habitación, me imaginaba entrar desnuda y que él me hiciera suya con su tremenda verga. Me mojaba pensar en eso. Saqué mi dildo de un cajón, me bajé mis bragas y me puse a pasarmelo sobre mi raja caliente, me imaginé que el dildo era el nabo de Valentin, me lo llevé a los labios y lo chupé con deseos, luego lo metí entre mi labios vaginales y lo inserté en mi vagina.
Cerré los ojos mientras lo movia en mi interior. Estaba tan absorta en mi masturbación, gimiendo, que no oí que Valentín me llamaba (eso contado por él) al no oir contestación, Valentín abrió la puerta y me vio alli con las piernas abiertas sobre la cama, metiendome el consolador y moviendolo en el interior de mi raja. En eso abri los ojos, ya él estaba adentro, estaba paralizado viendome y no sabía que decir. Yo que estaba muy caliente vi la oportunidad, le dije que se acercara, el lo hizo lento, lo acerqué y le bajé los pantaloncillos con los que dormía, frente a mi se desenrollo su verga flácida aún. La tomé y la metí a mi ansiosa boca.
Le comencé a dar una buena mamada de verga, aún flácida me costó meter el glande en mi boca, que es pequeña, le succione su glande varias veces, luego le lamí el largo de su verga, la cual se fue poniendo cada vez más dura y grande, luego la levanté para chuparle sus cojones, eso terminó de poner la verga bien parada, por fin pude ver el tamaño real, si era una vergota, mi mano apenas podía tomar la tercera parte de su dura carne.
-Caballo por favor quíta la calentura de mi raja, cógeme!- le dije, (yo nunca lo llamaba por su apodo). Pero al ver su vergota fue lo primero que se ocurrió.
Valentín se subió a la cama yo lo esperaba con las piernas abiertas, mostrando mi raja sedienta de verga, pero de su verga. La restregó contra mi pepa varias veces y por fin su glande se deslizó entre mi raja y pafff! La dejó ir adentro, Yo pataleé, gemí, grité de placer, por fin me estaba clavando la verga con la cual yo fantaseaba en las ultimas semanas, sentí mi vagina llenarse de su cosota, Valentín llegó a lugares en mi vagina que nadie en mi vida había llegado, y todavía no la tenía completa. El se movió en el clásico mete-saca, cuando intentó meterla hasta el cabo, sentí que mi vagina ya no daba más, que su verga topaba con algo adentro de mi utero. Pero la sensación era muy placentera.
-Asi mi caballito, toda, toda, la quiero toda adentro!- le gritaba yo. Valentín estaba excitadisimo, que creo que gemía más que yo cuando entramos a un rico ritmo de la follada.
-Que buena está señora, que rica tiene la panocha!- me decía él mientras cada vaiven me levantaba de la cama. Yo lo enrollé con mis piernas para que me metiera hasta el último centimetro de su verga. No tardé en venirme en un suculento orgasmo.
-Ayy si, ayy si mi caballito, asi!- grité y me vine en gritos desgarradores. El no dejaba de taladrarme la vagina con su enorme instrumento. De pronto lo oí quejarse más fuerte y sentí en mi vagina un chorro de leche caliente que me inundaba, él estaba corriéndose dentro de mi. Valentín me echó una gran cantidad de esperma, pero su musculo sexual siguió duro como la madera. Yo aproveche para voltearlo y ahora quedar sobre el, lo hicimos tan bien que su verga nunca salió de mi raja.
Me puse a cabalgarle su enorme verga, yo estaba encantada y excitada por tener adentro semejante carne. Era la verga más grande que había entrado en mi cuerpo y quería exprimirla y que se metiera en todos los lados posibles de mi vagina.
Lo tomé de las manos y se la puse en mi tetas, quería que me las acariciara y que apretara los pezones hinchados que yo tenía en ese momento Valentín tenía una cara desarticulada por la pasión que yo le ponía a mi movimientos pelvicos , tenía adentro todas sus pulgadas de verga, solo sus cojones se frotaban contra mis labios vaginales. Yo gemí como desquiciada y de nuevo llegué al climax, lo cabalgué con más intensidad para hacer más grande mi orgasmo, y lo conseguí,
-Caballo que cogida me estas dando!!- le grité mientras por mi vagina bajaba una gran cantidad de jugos íntimos.
El se sentó un poco para que sus labios tomaran mis pezones y los mamó a placer mientras yo me corría como una bestia. Más tarde me tomó las nalgas con sus grandes manos me las apretó y ahora fue el quien movia su pelvis para metermela bien adentro, llegó el momento en que el levantaba su vientre con fuerza, tanto que se levantaba de la cama y su verga me llegaba hasta el estomago, al menos allí la sentía. En minutos volví a tener la sensación de venirme de nuevo, y él daba muestras de quererse correr también.
Los dos llegamos casi juntos a nuestro nuevo orgasmo. Me abrazó fuerte mientras su verga pegaba latigazos dentro de mi vagina, esparciendo su semen en mi interior. Uf que excelente polvo!.
Nos quedamos abrazados de lado un rato. Luego el reaccionó y me dijo que se sentía mal porque yo era la mujer de su amo. Yo lo calmé un poco diciéndole que no tuviera preocupación que yo tenía la culpa.
Al siguiente día, Valentín no quería ni darme la cara. Pero yo había pasado una noche inolvidable, había dormido como un angel, me dolía la cuca por haberla hecho tragar tan enorme verga, pero estaba satisfecha.
En la noche, nuevamente me puse caliente, la lujuria me embargó, no pude evitarlo. Me quité las bragas, me dejé solo un blusón flojo sin nada abajo, me fui a su habitación, abri y me puse de frente a él, Valentín estaba acostado viendo TV, me quité el blusón y le dije que quería pasar la noche con él.
-Es que usted señora es la mujer de mi amo- me dijo
-O es que no te gusto?- le dije para contrariarlo.
-Si me gusta mucho señora, pero..-
-Pero nada..si te sientes mejor, no me lo hagas en la panocha- le dije astutamente.
-Entonces por donde señora?- me preguntó
-Hazmelo por atrás, por mi culito, o no te gusta mi colita- diciendole eso y me voltie para que me viera mis buenas nalgas. Vi como Valentín tragó saliva.
No lo dejé hablar más, me subí a la cama, luego sobre él y le puse mi vulva en su rostro. El comenzó a chuparme la raja y el culito como nadie lo había hecho. Ya excitado me sujetó de los muslos y metió la punta de su lengua en mi vagina y en mi culo varias veces como si estuviera follándomelas. Me vine sobre su boca y el se tomó todo, ya que no dejó de chupar y lamer mi partes intimas.
Luego me colocó abajo, levantó mis piernas y las abrió y poniendome su glande en mi ano me la metió, ayyy grité yo cuando sentí como su verga se introducía en mi recto, le grité que se fuera despacio, lo hizo pero aún asi me sacó varios quejidos de dolor mientras su enorme verga entraba en mi culo y me amoldaba. Después de varios minutos luchando por fin Valentín me la tenía casi toda metida. Mientras se puso a culearme, me chupaba los dedos de los pies, cosa que me puso mucho más cachonda.
-Te gusta mi culito Caballito?- le decía yo al borde del climax.
-Me gusta su culito señora, me gusta mucho- me decía Valentín.
Valentín me siguió clavando por el culo los siguientes quince o veinte minutos, me hizo correrme con su verga metida. Fue un orgasmo brutal. El se corrió dentro de mi culito y me lo dejó abierto como un tubo de dos pulgadas.
-Ahora por delante!- le dije a Valentín.
Ahora no le importó que yo fuera la mujer de su amo, él estaba excitado, se subió sobre mi y me penetró sin misericordia la raja, me folló de lo lindo, me sacó dos veces los jugos y yo le saqué dos veces lechita caliente. La última me echó sobre mis tetas. Fue una noche increible, estabamos cansadisimos, sudados, nos dormimos abrazados. Yo pasé con él toda la noche, durante la cual él se despertaba me abrazaba de ladito y me penetraba con su enorme musculo y me hacía gemir casi dormida. No se cuantas veces me cogió durante toda la noche, su pene se volvió una parte de mi esa noche y amanecimos llenos de leche en las piernas y en las sabanas, de la suya y de la mía.
Los días siguientes me di cuenta que había despertado la bestia que estaba dentro de Valentín, ya que el quería cogerme a todas horas. Mi marido trabaja y no estaba de día. Aveces yo estaba en la cocina preparando el almuerzo o bien haciendo otras cosas y el entraba sin ser notado, me levantaba la falda y me hacía a un lado la braguita y me la metía bein adentro, me hacía gemir de placer y luego de estarme cogiendo se venía dentro de mi raja, luego se iba dejándome goteando de su leche, en otras me enrollaba a su cuerpo y me follaba de pie y yo enrollada en su cintura, se movía metiendo su vergota o me levantaba para dejarme caer y ensartarmela toda. Me daba tremendas cogidas, pero ya eran demasiadas, dos o tres veces al día, y corriamos el riegos de que fueramos encontrados por mi marido, los vecinos o alguna otra persona como la mucama.
Se lo dije a Valentín, vino él y renunció de su trabajo, a mi marido le dio tristeza que se fuera, consiguió trabajo en otro lado y ahora nos vemos una vez a la semana, pero fuera de la casa, me da unas cogidas monumentales por mis dos hoyitos, que me deja agotada por varios días.
Yo amo a mi marido, no quiero separarme de él, y no es por su dinero, yo tengo el mio. Pero amo también las vergas grandes y me vuelve loca sentirla dentro de mi, tengo ese vicio.
Mi historia es muy comprometedora porque soy casada, asi que este relato no tendrá más nombres que mi amante, al que le llamaré Valentin.
Mi fetiche desde adolescente han sido los penes grandes, siempre desde adolescente me han llamado la atención y me ponen sumamente caliente el solo verlos. A mis enamorados y novios siempre primero, antes de follar les mamaba la verga para verselas erectas y ver su tamaño, si eran pequeñas solo les sacaba la leche a pura mamada y alli los dejaba, si tenían grandes vergas dejaba que me la metieran en mis dos orificios intimos, o sea que antes de casarme no era virgen de nada.
Más tarde conoci a mi futuro esposo, del cual me enamoré perdidamente y aunque su pene es tipo promedio, me casé con él y llevaba cinco maravillosos años de casada y de serle fiel hasta en los sueños. Mi marido colecciona revistas porno y no me importaba, ya que puedo ver las tremendas pollas de los modelos varoniles que alli hay, y me sirven para masturbarme con un dildo grande que guardó desde mi adolescencia.
Fue mi marido quien metió a otro hombre a la casa. Cierto él día me dijo que se había encontrado a un amigo de su juventud, era el hijo de la criada de la casa de sus padres, a quien le decían “caballo”, su nombre era Valentin, con quien mi marido jugaba desde pequeño, asi que le guardaba cierto aprecio, él andaba buscando trabajo y mi marido lo había invitado para que fuera nuestro empleado. Mi familia y la de mi marido pues son bastante solventes economicamente y tenemos una casa algo grande con piscina y todo. Asi que el se encargará de la limpieza de la piscina, en limpiar el jardin, pintar, de todo! dijo mi marido.
Ahora dejenme describirme un poco, soy blanca, no soy delgada, nunca lo he sido, pero tampoco soy gorda, soy llenita y tengo senos grandes y lo mejor es mi trasero con dos nalgas respingonas y paradas, no soy alta, apenas 1.68 mt, mi cara es bonita y redondita.
Valentin era un hombre de unos 30 años, alto 1.85 metros, delgado pero con musculos, su rostro tiene lineas de expresión muy marcadas, tanto que aparenta mucho más edad que la que tiene. Es moreno y habla el castellano con dificultad.
Un día que él estaba sacando la basura de la piscina, tenía puesto un short que le quedaba muy apretado, fue allí cuando me quedé soprendida del enorme paquete que se le dibujaba y que guardaba en ese short, mi fetiche volvió a renacer en mi, me imagine semejante verga erecta, que tamaño tendría.
La supuesta enorme verga de Valentin se me volvió una obsesión, yo quería versela en vivo, hice un plan, Valentin se daba una ducha después de limpiar la piscina, asi que retiré todas las toallas del baño. Asi que cuando el terminó de bañarse y al no ver toallas, me pegó un grito, -Señora, me puede traer una toalla, por favor?- (el no me llamaba por mi nombre solo me decía “señora”), yo tomé una y entre al baño, hice a un lado la cortina para darsela y .. ¡qué tremenda verga!, me dije, estaba flácida y aún asi era mucho más grande que la de mi marido. Valentin al ver que yo me le quedé viendo a su nabo, se quiso tapar, pero yo ya se la había visto bien.
Después de eso, mi obsesión creció. Yo quería poseer esa verga, pero estaba casada y enamorada de mi esposo todavía. Asi que no hice nada. Todo sucedió al azar.
Ese fin de semana, mi esposo viajaría, quería ver como iba la apertura de una agencia de la empresa familiar que el dirige. Me quedé solita con Valentín. El morbo me mataba en la primera noche, estaba sola y Valentín estaba en su habitación, me imaginaba entrar desnuda y que él me hiciera suya con su tremenda verga. Me mojaba pensar en eso. Saqué mi dildo de un cajón, me bajé mis bragas y me puse a pasarmelo sobre mi raja caliente, me imaginé que el dildo era el nabo de Valentin, me lo llevé a los labios y lo chupé con deseos, luego lo metí entre mi labios vaginales y lo inserté en mi vagina.
Cerré los ojos mientras lo movia en mi interior. Estaba tan absorta en mi masturbación, gimiendo, que no oí que Valentín me llamaba (eso contado por él) al no oir contestación, Valentín abrió la puerta y me vio alli con las piernas abiertas sobre la cama, metiendome el consolador y moviendolo en el interior de mi raja. En eso abri los ojos, ya él estaba adentro, estaba paralizado viendome y no sabía que decir. Yo que estaba muy caliente vi la oportunidad, le dije que se acercara, el lo hizo lento, lo acerqué y le bajé los pantaloncillos con los que dormía, frente a mi se desenrollo su verga flácida aún. La tomé y la metí a mi ansiosa boca.
Le comencé a dar una buena mamada de verga, aún flácida me costó meter el glande en mi boca, que es pequeña, le succione su glande varias veces, luego le lamí el largo de su verga, la cual se fue poniendo cada vez más dura y grande, luego la levanté para chuparle sus cojones, eso terminó de poner la verga bien parada, por fin pude ver el tamaño real, si era una vergota, mi mano apenas podía tomar la tercera parte de su dura carne.
-Caballo por favor quíta la calentura de mi raja, cógeme!- le dije, (yo nunca lo llamaba por su apodo). Pero al ver su vergota fue lo primero que se ocurrió.
Valentín se subió a la cama yo lo esperaba con las piernas abiertas, mostrando mi raja sedienta de verga, pero de su verga. La restregó contra mi pepa varias veces y por fin su glande se deslizó entre mi raja y pafff! La dejó ir adentro, Yo pataleé, gemí, grité de placer, por fin me estaba clavando la verga con la cual yo fantaseaba en las ultimas semanas, sentí mi vagina llenarse de su cosota, Valentín llegó a lugares en mi vagina que nadie en mi vida había llegado, y todavía no la tenía completa. El se movió en el clásico mete-saca, cuando intentó meterla hasta el cabo, sentí que mi vagina ya no daba más, que su verga topaba con algo adentro de mi utero. Pero la sensación era muy placentera.
-Asi mi caballito, toda, toda, la quiero toda adentro!- le gritaba yo. Valentín estaba excitadisimo, que creo que gemía más que yo cuando entramos a un rico ritmo de la follada.
-Que buena está señora, que rica tiene la panocha!- me decía él mientras cada vaiven me levantaba de la cama. Yo lo enrollé con mis piernas para que me metiera hasta el último centimetro de su verga. No tardé en venirme en un suculento orgasmo.
-Ayy si, ayy si mi caballito, asi!- grité y me vine en gritos desgarradores. El no dejaba de taladrarme la vagina con su enorme instrumento. De pronto lo oí quejarse más fuerte y sentí en mi vagina un chorro de leche caliente que me inundaba, él estaba corriéndose dentro de mi. Valentín me echó una gran cantidad de esperma, pero su musculo sexual siguió duro como la madera. Yo aproveche para voltearlo y ahora quedar sobre el, lo hicimos tan bien que su verga nunca salió de mi raja.
Me puse a cabalgarle su enorme verga, yo estaba encantada y excitada por tener adentro semejante carne. Era la verga más grande que había entrado en mi cuerpo y quería exprimirla y que se metiera en todos los lados posibles de mi vagina.
Lo tomé de las manos y se la puse en mi tetas, quería que me las acariciara y que apretara los pezones hinchados que yo tenía en ese momento Valentín tenía una cara desarticulada por la pasión que yo le ponía a mi movimientos pelvicos , tenía adentro todas sus pulgadas de verga, solo sus cojones se frotaban contra mis labios vaginales. Yo gemí como desquiciada y de nuevo llegué al climax, lo cabalgué con más intensidad para hacer más grande mi orgasmo, y lo conseguí,
-Caballo que cogida me estas dando!!- le grité mientras por mi vagina bajaba una gran cantidad de jugos íntimos.
El se sentó un poco para que sus labios tomaran mis pezones y los mamó a placer mientras yo me corría como una bestia. Más tarde me tomó las nalgas con sus grandes manos me las apretó y ahora fue el quien movia su pelvis para metermela bien adentro, llegó el momento en que el levantaba su vientre con fuerza, tanto que se levantaba de la cama y su verga me llegaba hasta el estomago, al menos allí la sentía. En minutos volví a tener la sensación de venirme de nuevo, y él daba muestras de quererse correr también.
Los dos llegamos casi juntos a nuestro nuevo orgasmo. Me abrazó fuerte mientras su verga pegaba latigazos dentro de mi vagina, esparciendo su semen en mi interior. Uf que excelente polvo!.
Nos quedamos abrazados de lado un rato. Luego el reaccionó y me dijo que se sentía mal porque yo era la mujer de su amo. Yo lo calmé un poco diciéndole que no tuviera preocupación que yo tenía la culpa.
Al siguiente día, Valentín no quería ni darme la cara. Pero yo había pasado una noche inolvidable, había dormido como un angel, me dolía la cuca por haberla hecho tragar tan enorme verga, pero estaba satisfecha.
En la noche, nuevamente me puse caliente, la lujuria me embargó, no pude evitarlo. Me quité las bragas, me dejé solo un blusón flojo sin nada abajo, me fui a su habitación, abri y me puse de frente a él, Valentín estaba acostado viendo TV, me quité el blusón y le dije que quería pasar la noche con él.
-Es que usted señora es la mujer de mi amo- me dijo
-O es que no te gusto?- le dije para contrariarlo.
-Si me gusta mucho señora, pero..-
-Pero nada..si te sientes mejor, no me lo hagas en la panocha- le dije astutamente.
-Entonces por donde señora?- me preguntó
-Hazmelo por atrás, por mi culito, o no te gusta mi colita- diciendole eso y me voltie para que me viera mis buenas nalgas. Vi como Valentín tragó saliva.
No lo dejé hablar más, me subí a la cama, luego sobre él y le puse mi vulva en su rostro. El comenzó a chuparme la raja y el culito como nadie lo había hecho. Ya excitado me sujetó de los muslos y metió la punta de su lengua en mi vagina y en mi culo varias veces como si estuviera follándomelas. Me vine sobre su boca y el se tomó todo, ya que no dejó de chupar y lamer mi partes intimas.
Luego me colocó abajo, levantó mis piernas y las abrió y poniendome su glande en mi ano me la metió, ayyy grité yo cuando sentí como su verga se introducía en mi recto, le grité que se fuera despacio, lo hizo pero aún asi me sacó varios quejidos de dolor mientras su enorme verga entraba en mi culo y me amoldaba. Después de varios minutos luchando por fin Valentín me la tenía casi toda metida. Mientras se puso a culearme, me chupaba los dedos de los pies, cosa que me puso mucho más cachonda.
-Te gusta mi culito Caballito?- le decía yo al borde del climax.
-Me gusta su culito señora, me gusta mucho- me decía Valentín.
Valentín me siguió clavando por el culo los siguientes quince o veinte minutos, me hizo correrme con su verga metida. Fue un orgasmo brutal. El se corrió dentro de mi culito y me lo dejó abierto como un tubo de dos pulgadas.
-Ahora por delante!- le dije a Valentín.
Ahora no le importó que yo fuera la mujer de su amo, él estaba excitado, se subió sobre mi y me penetró sin misericordia la raja, me folló de lo lindo, me sacó dos veces los jugos y yo le saqué dos veces lechita caliente. La última me echó sobre mis tetas. Fue una noche increible, estabamos cansadisimos, sudados, nos dormimos abrazados. Yo pasé con él toda la noche, durante la cual él se despertaba me abrazaba de ladito y me penetraba con su enorme musculo y me hacía gemir casi dormida. No se cuantas veces me cogió durante toda la noche, su pene se volvió una parte de mi esa noche y amanecimos llenos de leche en las piernas y en las sabanas, de la suya y de la mía.
Los días siguientes me di cuenta que había despertado la bestia que estaba dentro de Valentín, ya que el quería cogerme a todas horas. Mi marido trabaja y no estaba de día. Aveces yo estaba en la cocina preparando el almuerzo o bien haciendo otras cosas y el entraba sin ser notado, me levantaba la falda y me hacía a un lado la braguita y me la metía bein adentro, me hacía gemir de placer y luego de estarme cogiendo se venía dentro de mi raja, luego se iba dejándome goteando de su leche, en otras me enrollaba a su cuerpo y me follaba de pie y yo enrollada en su cintura, se movía metiendo su vergota o me levantaba para dejarme caer y ensartarmela toda. Me daba tremendas cogidas, pero ya eran demasiadas, dos o tres veces al día, y corriamos el riegos de que fueramos encontrados por mi marido, los vecinos o alguna otra persona como la mucama.
Se lo dije a Valentín, vino él y renunció de su trabajo, a mi marido le dio tristeza que se fuera, consiguió trabajo en otro lado y ahora nos vemos una vez a la semana, pero fuera de la casa, me da unas cogidas monumentales por mis dos hoyitos, que me deja agotada por varios días.
Yo amo a mi marido, no quiero separarme de él, y no es por su dinero, yo tengo el mio. Pero amo también las vergas grandes y me vuelve loca sentirla dentro de mi, tengo ese vicio.
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