Agustina
Había estado chateando con Daniel, el hermano de Juli, durante varios días. Quería mostrarle mi nueva habilidad. Pero no se podía dar el encuentro, y la situación se ponía cada vez más caliente. Me mojaba de solo sentir el sonido con un mensaje de él.
Una noche, fui de Juli para luego ir juntas a bailar. En esa época (y ahora, más o menos) me vestía muy trolita. Bien como esas pibitas que recién empiezan a salir y quieren mostrar hasta lo que no tienen. Shorcito cortito, remerita cortita, ajustada y escotada. Pelo suelto por encima de uno de mis hombros. Una modelito.
Daniel no me sacó los ojos de encima desde que llegué. Me sentí observada todo el tiempo. Me garchaba con la mirada. Mis piernas temblaban de los nervios pero me encantaba. Y casi me caigo cuando se puso atrás mío y sentí su perfume.
Porque, por más que me sentía la más trola del mundo luego de lo que había hecho con mi vecina, no era más que una pendeja descubriendo, experimentando y aprendiendo.
En mi habitación me imaginaba el garche perfecto, siendo yo la mejor protagonista; pero en la realidad me agarraban miles de miedos. "Lo haré bien?", "le gustará?", "que pasa si hago esto, si no hago aquello?".
Volvamos a esa noche. Daniel parado atrás mío respirándome casi en la nuca. "Volvés a dormir acá esta noche?" me preguntó. Me agarró suavemente de las manos, como para bailar y fue subiendo por los brazos haciéndome correr un escalofrío por toda la espalda. "Si" le contesté entre suspiros.
Justo en ese momento entró Julieta. "Bueno bueno", dijo entre risas. Daniel se fue, mirando fijo a su hermana y riendo. Juli lo miró a él, luego a mi y se empezó a reir también. Ella sabía como venía la mano, aunque sin tantos detalles.
En el boliche me solté del todo. Tomé bastante, aunque no quería quedar doblada para lo que se venía. Solo un poco, para desinhibirme. Y si que lo hice. Me chapé varios pendejos, sin dejar de franelearlos a todos. Aunque ninguno de esos nenes era mi objetivo final. La idea era salir de ahí super caliente lista para lo que se venía.
Volvimos a casa de Juli, ella estaba un poco más borracha que yo. Mejor, pensé, así se duerme rápido. Y eso hizo. La tiré en la cama y le saqué la (poca) ropa para que durmiera más cómoda. Yo hice lo mismo, me puse el pijama que siempre llevaba cuando me quedaba de mis amigas. Un shorcito viejo y una remera vieja.
Minutos más tarde, siento que alguien llegaba a la casa. Me levanté y me puse cerca de la puerta para escuchar. La habitación de él está al lado de la que estaba yo, así que tenía que verlo pasar. Pero no venía. Me aseguré que no hubiera nadie dando vueltas, y salí.
La luz de la cocina estaba prendida. Aparecí en silencio y me apoyé en el marco de la puerta. "Hola", le dije llamando su atención. Se dio vuelta, me miró de arriba a abajo y se me tiró encima. Me abrazó fuerte de la cintura y metió sus manos por debajo de la remera, mientras me comía la boca. Yo lo abracé fuerte y me agarré de sus hombros.
Me fue llevando a los empujones, sin soltarme, hacia la oficina de él (trabajaba en su casa). Entramos y cerró la puerta. Prendió un velador, quedando el lugar solo iluminado con una luz tenue, que apenas permitía ver nuestros cuerpos. Yo retrocedí y me apoyé en el escritorio. Él se fue acercando, sacándose la camisa, tirándola al piso.
Acarició mis piernas, subiendo por mis muslos hasta rozar la entrepierna. Me hizo estremecer. No hacía falta mucho, la verdad. Estaba re caliente. Pensé que me iba a sacar la remera, pero despacio me bajó el shortcito primero.
Me dio vuelta y manoseó mi cola un rato. Luego levantó la remera dejando ver la tanguita que había elegido para él. "Te gusta? me la puse para vos", le dije con mi mejor voz de trola.
Dani se mordió los labios y se agachó. La agarró con los dientes y la soltó haciendo que golpee contra mi cola. Me pegó un par de chirlos, me dio vuelta y me hizo sentar en el escritorio. Abrió mis piernas y corrió la tanga con la lengua para luego empezar a rozar mi clítoris con ella. Me dejé caer conteniendo mis gemidos para no despertar a nadie.
"Qué bien me la chupás, no pares!!" le decía yo, mientras él aceleraba el ritmo. Mi tanga ya estaba en el piso y mis piernas rodeando su cuello para que no escapara. Se apartó un poco y empezó a jugar con sus dedos en la entrada de mi concha. Se reía viendo mi reacción cada vez que la yema de sus dedos rozaban mi vagina. "Metemela!" le suplicaba entre suspiros.
Daniel solo se sonreía. Se levantó y me besó mientras sus manos masajeaban mi concha cada vez más fuerte. De golpe, mis súplicas tuvieron su recompensa y me enterró dos dedos. Largué un suspiro de satisfacción arqueando mi espalda, mientras él revolvía sus dedos dentro mío.
Me había agarrado fuerte de su cuello. Dani no me sacaba los ojos de encima, mirando mi cara de placer cada vez que enterraba los dedos.
Cuando volvió a chuparme la concha, yo ya estaba a punto de explotar. Abrió su boca lo más que pudo y cubrió toda mi concha. En cuestión de segundos exploté en un orgasmo fuertísimo, contenido de varios días. Acabé mordiéndome los dedos para no largar un grito que despertara a todo el barrio.
Había probado lo que era la pija, y me encantaba. Y sentía necesidad de coger y acabar casi todos los días. Y cuando no se me daba, masturbarme solo me hacía tener más ganas. Estaba cada vez más descontrolada.
Cuando Daniel sintió que relajé mi cuerpo después de acabar, me hizo levantar. Me dio vuelta y apoyó mi cuerpo en el escritorio, mirando hacia abajo (con las piernas en el piso). Abrió mi cola, y rozó sus dedos por mis nalgas un rato, llegando hasta la concha.
Después de un rato, sentí como hacía lo mismo pero con la punta de la pija. Cuando la sentí en mi vagina, levanté instintivamente la cola dejándole servido el paso. No dudó un segundo y otra vez, volví a sentir esa pija que tanto me encantaba.
Daniel metía toda su pija y la sacaba, despacio. De a poco, fue subiendo el ritmo hasta terminar dándome una garchada animal que hizo mover el escritorio de lugar. El golpe de su cuerpo contra mi cola era cada vez más intenso y la penetración cada vez más profunda y fuerte.
Me tenía agarrada bien firme de mi cintura. Sus dedos apretaban tan fuerte mi piel que me quedaron marcas por unos días.
Cuando no pudo más, se frenó, sacó su pija y me levantó de los pelos. Mis piernas temblaban y sentía que no podía mantenerme en pie. Él se sentó en una silla e hizo que yo me pusiera arriba de él. Me senté en su pija, mientras él la sostenía.
Me agarré de su cuello y empecé a mover mis caderas, rozando mi clítoris contra su cuerpo. Levanté mi cabeza con los ojos cerrados para disfrutar el momento, cuando sentí como empezaba a comerme el cuello desesperado, para luego tirar un poco mi cuerpo hacia atrás y dedicarse a mis tetas. Con sus dos manos me las amasaba, rozaba los pezones, los chupaba. Yo seguía moviéndome lentamente con la pija totalmente clavada.
Sus manos bajaron lentamente por mi espalda, hasta llegar a mi cola. Abrió mis nalgas y empezó a jugar con sus dedos en mi ano. Mi cara era de excitación, sorpresa, miedo... Quería decirle que frenara, pero las sensaciones que estaba experimentando eran demasiado fuertes.
"Te gusta?", me dijo él dándose cuenta de mi cara. "Ay.. no se... no se..." le decía bajando mi mirada, como con vergüenza, aunque sin parar de moverme cada vez más rápido. "Dale, boluda... mirá la carita que tenés", me dijo agarrándome la cara por mi pera y dándome un beso que me terminó de matar.
Estallé. Exploté. Acabé tanto, que mis piernas se endurecieron un rato largo y era incapaz de moverme. Mientras ahogaba mis gritos en su boca. "Ay...ay... Dios..." no terminé de decir esto, que Daniel se levantó de golpe y me alzó.
Se agarró de mis muslos y empezó a cogerme de parado, con una fuerza que me descontrolaba más. "No parés!!!" le gritaba, pero por como me cogía, lo último que tenía pensado era parar.
Me tiró al suelo y se puso encima mío. Su pija entró con facilidad a mi concha, estaba ya abierta lo suficiente. Sentía como me raspaba la espalda contra el piso, pero no me importaba.
Quería seguir cogiendo. Las penetraciones eran violentas. Mis piernas estaban sobre los hombros de Daniel, que estaba tumbado sobre mi. La sentía en el estómago. Me enloquecía.
"Te gusta putita, te gusta?" me gritaba mientras me seguía garchando cada vez más fuerte. Me dio vuelta y me puso en 4. No había llegado a afirmarme, que ya me estaba metiendo la pija hasta el fondo de nuevo. Me caí de cara contra el piso, pero él ni se inmutó. Siguió taladrándome con fuerza sin parar, dejándome con la cola mirando el techo.
La sacó por completo, me la chupó un rato, y empezó a subir hasta la cola. Las sensaciones que había sentido antes se cuadriplicaron. "Mirá como te ponés cuando te toco la cola..." me decía mientras con el dedo juntaba un chorrito de flujo que caía de mi conchita. Me hizo abrir la boca y lamerlo.
"Esa cola va a ser mía", dijo mientras se acomodaba de nuevo para garcharme. Si alguna vez había tenido dudas, hoy me las había sacado todas. Daniel tenía razón: la cola se la iba a entregar a él. Además de como me calentaba, me encantó que nunca me forzó ni me preguntó nada. Se dio. Y él sabía que ese día no era el momento.
Pero toda la piedad que había tenido con mi cola, no la tenía con mi concha. Me agarró de los pelos, como rienda de caballo y me garchó salvajemente un rato largo. Mis piernas no daban más, y él seguía embistiendome con fuerza. Yo no daba más.
- Te falta para acabar? No doy más!- le grité.
-Tomé bastante hoy, y cuando tomo tardo mucho... si querés paramos
- Si... por favor.
Cuando sacó la pija me dejé caer sobre el piso. Estuve así un rato hasta recuperarme. Me dolían las rodillas, que también iban a quedar con heridas de guerra después de la revolcada. Cuando me levanté, él estaba sentado en la silla mirándome, con la pija super parada.
Mi cara se encendió. Sin sacarle los ojos de encima a su poronga, me fui gateando hasta donde estaba. Me agarré de sus rodillas, para levantarme, igual que los bebés que están empezando a caminar.
Me arrodillé entre sus piernas y agarré su pija. "Me encanta... que bien me cogés", le decía mientras lo pajeaba. Daniel acariciaba mi cabeza. "Le puedo dar un premio?", le dije mirándolo a los ojos. Sin decir nada, él me agarró de los pelos y me llevó la boca a su pija. Abrí grande la boca y me metí la cabeza primero, y fui bajando solo hasta la mitad. No quería mostrar todas las cartas de una.
Cada vez que subía apretaba mis labios y la sacaba del todo, pasándole la lengua por el glande. De a poco, el tronco de su verga iba quedando cada vez más mojado. Me aparté, junté saliva y la dejé caer sobre la puntita. Dejé chorrear un poco para luego pasar mi mano y pajearla toda. Las caras y gemidos me daban el indicio que iba bien.
Ahora si, bien lubricado, me empecé a animar más. Metí la punta de la pija y fui bajando. Cada vez un poco más. Llegué a la mitad y la sentí chocar contra la garganta. Aguanté las arcadas y seguí. Noté como su pija latía en mi boca y se iba poniendo cada vez más dura cuando la metía más adentro. Eso me incitaba a seguir tragando.
La primera vez no pude. Me faltaron unos 3 dedos para tragar todo. Pero tuve que salir a toser. Mientras la sacaba, dejé salir toda la saliva acumulada sobre su cuerpo. "Woooww boluda, terribleee!!" me dijo mientras me besaba. Pero yo no me conformaba. Sabía que podía, porque la pija del amigo de Sofía era más grande y había entrado toda!
Le pedí que se parara. Yo me arrodillé bien abajo de él y agarré la pija de nuevo. Ahora la metí hasta la mitad y la sacaba moviendo la cabeza, como asintiendo. Mientras, mi mano acompañaba el ritmo pajeándolo. De golpe empecé a pegar chupadas más profundas.
En la primera pasé la mitad. En la segunda casi llego al fondo, pero otra vez las arcadas y la tos. Sentía mi boca chorreando de saliva. Tomé aire y le dije "no me dejes salir". Daniel me miró como diciendo "estás segura?", pero vio que sabía lo que decía; y tampoco se iba a poner a hacer muchas preguntas.
Agarré la pija y de nuevo fui hasta el fondo. Cuando sentí la arcada, el instinto me hizo salir, pero esta vez tenía las manos de Dani apretando mi cabeza contra su verga. Empecé a toser con la pija clavada hasta el fondo de mi garganta.
Cerré mis ojos llenos de lagrimas y respiré profundo por la nariz. Cuando me calmé, pegué un empujón más y mi nariz chocó victoriosa contra la panza de Dani.
"Hija de mil putaaaaaaaaaaaa!!!!!!!!!!!!!" fue el grito casi suspirado que sacó mientras yo salí escupiendo y tosiendo. Sonreí saboreando la victoria de haber tragado todo, pero no había terminado aun. Lo hice sentar y seguí chupándole la pija. Estaba como esos nenes que quieren demostrar todo lo que aprendieron en el colegio.
Pasaba mi lengua por el tronco, que ya era un mar de saliva, la tragaba un poco, la mitad, volvía a meterla al fondo. Daniel se había emocionado y me tenía agarrada de la cabeza y me empujaba para abajo. Mi garganta ya no daba más, pero no quería parar.
Le empecé a chupar los huevos, mientras lo pajeaba. Mi mano se resbalaba por el tronco lubricado. Saqué la lengua y fui desde las bolas hasta la punta de la pija, donde abrí la boca y me la metí. Lo peteaba sin manos, tratando de llegar al fondo. Daniel me agarró de la nuca y me la clavó hasta aplastar mi nariz contra su panza.
"Por favor, basta... me molesta" le dije cuando me soltó. Volví a agarrar la pija, cada vez más dura y lo seguí pajeando un rato. Con mi mano toqué suavecito en sus bolas. "No aguanto mucho asi", me dijo. "Te aviso?" me preguntó.
Quería terminar el pete a lo grande y sabía que eso les gustaba o calentaba mucho a los hombres. No estaba muy convencida de hacerlo, pero solo por quedar bien con él moví mi cabeza diciendo "no", sin sacarme la pija de la boca.
Al rato, un chorro espeso y caliente golpeaba contra mi garganta. Dejé de petear y empecé a tragar. Traté de tragar lo más que pude y el resto lo dejé en mi boca. Cuando terminó de soltar leche, saqué la pija de mi boca.
"Todavía tenés la leche en la boca?", me dijo al ver como tenía los labios apretados. Sin hablar, me empecé a reír y moví mi cabeza diciendo que si. "Escupila boluda!" me dijo entre risas. Otra vez, moví mi cabeza diciendo no. Abrí un poco la boca dejando caer un poco por la comisura de mis labios.
Puse mis manos abajo de la boca, para que no chorreara en el piso. Cerré los ojos y tragué el resto que quedaba.
Otra vez, saboreando la victoria abrí mi boca mostrando que no había quedado nada. "Que puta estás!" me dijo dándome un beso.
- Agus, que pedazo de pete te mandaste, te estás convirtiendo en una petera de primera - me dijo mientras nos abrazábamos y nos besábamos, aun desnudos.
Después de quedarnos un rato charlando, nos vestimos y cada uno a su cama. A eso de las 10 de la mañana, siento que alguien me llamaba. Miré a la cama de Juli, pero aún dormía. Era Daniel. "Ey... Agus... no me chupás la pija de nuevo?"
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Había estado chateando con Daniel, el hermano de Juli, durante varios días. Quería mostrarle mi nueva habilidad. Pero no se podía dar el encuentro, y la situación se ponía cada vez más caliente. Me mojaba de solo sentir el sonido con un mensaje de él.
Una noche, fui de Juli para luego ir juntas a bailar. En esa época (y ahora, más o menos) me vestía muy trolita. Bien como esas pibitas que recién empiezan a salir y quieren mostrar hasta lo que no tienen. Shorcito cortito, remerita cortita, ajustada y escotada. Pelo suelto por encima de uno de mis hombros. Una modelito.
Daniel no me sacó los ojos de encima desde que llegué. Me sentí observada todo el tiempo. Me garchaba con la mirada. Mis piernas temblaban de los nervios pero me encantaba. Y casi me caigo cuando se puso atrás mío y sentí su perfume.
Porque, por más que me sentía la más trola del mundo luego de lo que había hecho con mi vecina, no era más que una pendeja descubriendo, experimentando y aprendiendo.
En mi habitación me imaginaba el garche perfecto, siendo yo la mejor protagonista; pero en la realidad me agarraban miles de miedos. "Lo haré bien?", "le gustará?", "que pasa si hago esto, si no hago aquello?".
Volvamos a esa noche. Daniel parado atrás mío respirándome casi en la nuca. "Volvés a dormir acá esta noche?" me preguntó. Me agarró suavemente de las manos, como para bailar y fue subiendo por los brazos haciéndome correr un escalofrío por toda la espalda. "Si" le contesté entre suspiros.
Justo en ese momento entró Julieta. "Bueno bueno", dijo entre risas. Daniel se fue, mirando fijo a su hermana y riendo. Juli lo miró a él, luego a mi y se empezó a reir también. Ella sabía como venía la mano, aunque sin tantos detalles.
En el boliche me solté del todo. Tomé bastante, aunque no quería quedar doblada para lo que se venía. Solo un poco, para desinhibirme. Y si que lo hice. Me chapé varios pendejos, sin dejar de franelearlos a todos. Aunque ninguno de esos nenes era mi objetivo final. La idea era salir de ahí super caliente lista para lo que se venía.
Volvimos a casa de Juli, ella estaba un poco más borracha que yo. Mejor, pensé, así se duerme rápido. Y eso hizo. La tiré en la cama y le saqué la (poca) ropa para que durmiera más cómoda. Yo hice lo mismo, me puse el pijama que siempre llevaba cuando me quedaba de mis amigas. Un shorcito viejo y una remera vieja.
Minutos más tarde, siento que alguien llegaba a la casa. Me levanté y me puse cerca de la puerta para escuchar. La habitación de él está al lado de la que estaba yo, así que tenía que verlo pasar. Pero no venía. Me aseguré que no hubiera nadie dando vueltas, y salí.
La luz de la cocina estaba prendida. Aparecí en silencio y me apoyé en el marco de la puerta. "Hola", le dije llamando su atención. Se dio vuelta, me miró de arriba a abajo y se me tiró encima. Me abrazó fuerte de la cintura y metió sus manos por debajo de la remera, mientras me comía la boca. Yo lo abracé fuerte y me agarré de sus hombros.
Me fue llevando a los empujones, sin soltarme, hacia la oficina de él (trabajaba en su casa). Entramos y cerró la puerta. Prendió un velador, quedando el lugar solo iluminado con una luz tenue, que apenas permitía ver nuestros cuerpos. Yo retrocedí y me apoyé en el escritorio. Él se fue acercando, sacándose la camisa, tirándola al piso.
Acarició mis piernas, subiendo por mis muslos hasta rozar la entrepierna. Me hizo estremecer. No hacía falta mucho, la verdad. Estaba re caliente. Pensé que me iba a sacar la remera, pero despacio me bajó el shortcito primero.
Me dio vuelta y manoseó mi cola un rato. Luego levantó la remera dejando ver la tanguita que había elegido para él. "Te gusta? me la puse para vos", le dije con mi mejor voz de trola.
Dani se mordió los labios y se agachó. La agarró con los dientes y la soltó haciendo que golpee contra mi cola. Me pegó un par de chirlos, me dio vuelta y me hizo sentar en el escritorio. Abrió mis piernas y corrió la tanga con la lengua para luego empezar a rozar mi clítoris con ella. Me dejé caer conteniendo mis gemidos para no despertar a nadie.
"Qué bien me la chupás, no pares!!" le decía yo, mientras él aceleraba el ritmo. Mi tanga ya estaba en el piso y mis piernas rodeando su cuello para que no escapara. Se apartó un poco y empezó a jugar con sus dedos en la entrada de mi concha. Se reía viendo mi reacción cada vez que la yema de sus dedos rozaban mi vagina. "Metemela!" le suplicaba entre suspiros.
Daniel solo se sonreía. Se levantó y me besó mientras sus manos masajeaban mi concha cada vez más fuerte. De golpe, mis súplicas tuvieron su recompensa y me enterró dos dedos. Largué un suspiro de satisfacción arqueando mi espalda, mientras él revolvía sus dedos dentro mío.
Me había agarrado fuerte de su cuello. Dani no me sacaba los ojos de encima, mirando mi cara de placer cada vez que enterraba los dedos.
Cuando volvió a chuparme la concha, yo ya estaba a punto de explotar. Abrió su boca lo más que pudo y cubrió toda mi concha. En cuestión de segundos exploté en un orgasmo fuertísimo, contenido de varios días. Acabé mordiéndome los dedos para no largar un grito que despertara a todo el barrio.
Había probado lo que era la pija, y me encantaba. Y sentía necesidad de coger y acabar casi todos los días. Y cuando no se me daba, masturbarme solo me hacía tener más ganas. Estaba cada vez más descontrolada.
Cuando Daniel sintió que relajé mi cuerpo después de acabar, me hizo levantar. Me dio vuelta y apoyó mi cuerpo en el escritorio, mirando hacia abajo (con las piernas en el piso). Abrió mi cola, y rozó sus dedos por mis nalgas un rato, llegando hasta la concha.
Después de un rato, sentí como hacía lo mismo pero con la punta de la pija. Cuando la sentí en mi vagina, levanté instintivamente la cola dejándole servido el paso. No dudó un segundo y otra vez, volví a sentir esa pija que tanto me encantaba.
Daniel metía toda su pija y la sacaba, despacio. De a poco, fue subiendo el ritmo hasta terminar dándome una garchada animal que hizo mover el escritorio de lugar. El golpe de su cuerpo contra mi cola era cada vez más intenso y la penetración cada vez más profunda y fuerte.
Me tenía agarrada bien firme de mi cintura. Sus dedos apretaban tan fuerte mi piel que me quedaron marcas por unos días.
Cuando no pudo más, se frenó, sacó su pija y me levantó de los pelos. Mis piernas temblaban y sentía que no podía mantenerme en pie. Él se sentó en una silla e hizo que yo me pusiera arriba de él. Me senté en su pija, mientras él la sostenía.
Me agarré de su cuello y empecé a mover mis caderas, rozando mi clítoris contra su cuerpo. Levanté mi cabeza con los ojos cerrados para disfrutar el momento, cuando sentí como empezaba a comerme el cuello desesperado, para luego tirar un poco mi cuerpo hacia atrás y dedicarse a mis tetas. Con sus dos manos me las amasaba, rozaba los pezones, los chupaba. Yo seguía moviéndome lentamente con la pija totalmente clavada.
Sus manos bajaron lentamente por mi espalda, hasta llegar a mi cola. Abrió mis nalgas y empezó a jugar con sus dedos en mi ano. Mi cara era de excitación, sorpresa, miedo... Quería decirle que frenara, pero las sensaciones que estaba experimentando eran demasiado fuertes.
"Te gusta?", me dijo él dándose cuenta de mi cara. "Ay.. no se... no se..." le decía bajando mi mirada, como con vergüenza, aunque sin parar de moverme cada vez más rápido. "Dale, boluda... mirá la carita que tenés", me dijo agarrándome la cara por mi pera y dándome un beso que me terminó de matar.
Estallé. Exploté. Acabé tanto, que mis piernas se endurecieron un rato largo y era incapaz de moverme. Mientras ahogaba mis gritos en su boca. "Ay...ay... Dios..." no terminé de decir esto, que Daniel se levantó de golpe y me alzó.
Se agarró de mis muslos y empezó a cogerme de parado, con una fuerza que me descontrolaba más. "No parés!!!" le gritaba, pero por como me cogía, lo último que tenía pensado era parar.
Me tiró al suelo y se puso encima mío. Su pija entró con facilidad a mi concha, estaba ya abierta lo suficiente. Sentía como me raspaba la espalda contra el piso, pero no me importaba.
Quería seguir cogiendo. Las penetraciones eran violentas. Mis piernas estaban sobre los hombros de Daniel, que estaba tumbado sobre mi. La sentía en el estómago. Me enloquecía.
"Te gusta putita, te gusta?" me gritaba mientras me seguía garchando cada vez más fuerte. Me dio vuelta y me puso en 4. No había llegado a afirmarme, que ya me estaba metiendo la pija hasta el fondo de nuevo. Me caí de cara contra el piso, pero él ni se inmutó. Siguió taladrándome con fuerza sin parar, dejándome con la cola mirando el techo.
La sacó por completo, me la chupó un rato, y empezó a subir hasta la cola. Las sensaciones que había sentido antes se cuadriplicaron. "Mirá como te ponés cuando te toco la cola..." me decía mientras con el dedo juntaba un chorrito de flujo que caía de mi conchita. Me hizo abrir la boca y lamerlo.
"Esa cola va a ser mía", dijo mientras se acomodaba de nuevo para garcharme. Si alguna vez había tenido dudas, hoy me las había sacado todas. Daniel tenía razón: la cola se la iba a entregar a él. Además de como me calentaba, me encantó que nunca me forzó ni me preguntó nada. Se dio. Y él sabía que ese día no era el momento.
Pero toda la piedad que había tenido con mi cola, no la tenía con mi concha. Me agarró de los pelos, como rienda de caballo y me garchó salvajemente un rato largo. Mis piernas no daban más, y él seguía embistiendome con fuerza. Yo no daba más.
- Te falta para acabar? No doy más!- le grité.
-Tomé bastante hoy, y cuando tomo tardo mucho... si querés paramos
- Si... por favor.
Cuando sacó la pija me dejé caer sobre el piso. Estuve así un rato hasta recuperarme. Me dolían las rodillas, que también iban a quedar con heridas de guerra después de la revolcada. Cuando me levanté, él estaba sentado en la silla mirándome, con la pija super parada.
Mi cara se encendió. Sin sacarle los ojos de encima a su poronga, me fui gateando hasta donde estaba. Me agarré de sus rodillas, para levantarme, igual que los bebés que están empezando a caminar.
Me arrodillé entre sus piernas y agarré su pija. "Me encanta... que bien me cogés", le decía mientras lo pajeaba. Daniel acariciaba mi cabeza. "Le puedo dar un premio?", le dije mirándolo a los ojos. Sin decir nada, él me agarró de los pelos y me llevó la boca a su pija. Abrí grande la boca y me metí la cabeza primero, y fui bajando solo hasta la mitad. No quería mostrar todas las cartas de una.
Cada vez que subía apretaba mis labios y la sacaba del todo, pasándole la lengua por el glande. De a poco, el tronco de su verga iba quedando cada vez más mojado. Me aparté, junté saliva y la dejé caer sobre la puntita. Dejé chorrear un poco para luego pasar mi mano y pajearla toda. Las caras y gemidos me daban el indicio que iba bien.
Ahora si, bien lubricado, me empecé a animar más. Metí la punta de la pija y fui bajando. Cada vez un poco más. Llegué a la mitad y la sentí chocar contra la garganta. Aguanté las arcadas y seguí. Noté como su pija latía en mi boca y se iba poniendo cada vez más dura cuando la metía más adentro. Eso me incitaba a seguir tragando.
La primera vez no pude. Me faltaron unos 3 dedos para tragar todo. Pero tuve que salir a toser. Mientras la sacaba, dejé salir toda la saliva acumulada sobre su cuerpo. "Woooww boluda, terribleee!!" me dijo mientras me besaba. Pero yo no me conformaba. Sabía que podía, porque la pija del amigo de Sofía era más grande y había entrado toda!
Le pedí que se parara. Yo me arrodillé bien abajo de él y agarré la pija de nuevo. Ahora la metí hasta la mitad y la sacaba moviendo la cabeza, como asintiendo. Mientras, mi mano acompañaba el ritmo pajeándolo. De golpe empecé a pegar chupadas más profundas.
En la primera pasé la mitad. En la segunda casi llego al fondo, pero otra vez las arcadas y la tos. Sentía mi boca chorreando de saliva. Tomé aire y le dije "no me dejes salir". Daniel me miró como diciendo "estás segura?", pero vio que sabía lo que decía; y tampoco se iba a poner a hacer muchas preguntas.
Agarré la pija y de nuevo fui hasta el fondo. Cuando sentí la arcada, el instinto me hizo salir, pero esta vez tenía las manos de Dani apretando mi cabeza contra su verga. Empecé a toser con la pija clavada hasta el fondo de mi garganta.
Cerré mis ojos llenos de lagrimas y respiré profundo por la nariz. Cuando me calmé, pegué un empujón más y mi nariz chocó victoriosa contra la panza de Dani.
"Hija de mil putaaaaaaaaaaaa!!!!!!!!!!!!!" fue el grito casi suspirado que sacó mientras yo salí escupiendo y tosiendo. Sonreí saboreando la victoria de haber tragado todo, pero no había terminado aun. Lo hice sentar y seguí chupándole la pija. Estaba como esos nenes que quieren demostrar todo lo que aprendieron en el colegio.
Pasaba mi lengua por el tronco, que ya era un mar de saliva, la tragaba un poco, la mitad, volvía a meterla al fondo. Daniel se había emocionado y me tenía agarrada de la cabeza y me empujaba para abajo. Mi garganta ya no daba más, pero no quería parar.
Le empecé a chupar los huevos, mientras lo pajeaba. Mi mano se resbalaba por el tronco lubricado. Saqué la lengua y fui desde las bolas hasta la punta de la pija, donde abrí la boca y me la metí. Lo peteaba sin manos, tratando de llegar al fondo. Daniel me agarró de la nuca y me la clavó hasta aplastar mi nariz contra su panza.
"Por favor, basta... me molesta" le dije cuando me soltó. Volví a agarrar la pija, cada vez más dura y lo seguí pajeando un rato. Con mi mano toqué suavecito en sus bolas. "No aguanto mucho asi", me dijo. "Te aviso?" me preguntó.
Quería terminar el pete a lo grande y sabía que eso les gustaba o calentaba mucho a los hombres. No estaba muy convencida de hacerlo, pero solo por quedar bien con él moví mi cabeza diciendo "no", sin sacarme la pija de la boca.
Al rato, un chorro espeso y caliente golpeaba contra mi garganta. Dejé de petear y empecé a tragar. Traté de tragar lo más que pude y el resto lo dejé en mi boca. Cuando terminó de soltar leche, saqué la pija de mi boca.
"Todavía tenés la leche en la boca?", me dijo al ver como tenía los labios apretados. Sin hablar, me empecé a reír y moví mi cabeza diciendo que si. "Escupila boluda!" me dijo entre risas. Otra vez, moví mi cabeza diciendo no. Abrí un poco la boca dejando caer un poco por la comisura de mis labios.
Puse mis manos abajo de la boca, para que no chorreara en el piso. Cerré los ojos y tragué el resto que quedaba.
Otra vez, saboreando la victoria abrí mi boca mostrando que no había quedado nada. "Que puta estás!" me dijo dándome un beso.
- Agus, que pedazo de pete te mandaste, te estás convirtiendo en una petera de primera - me dijo mientras nos abrazábamos y nos besábamos, aun desnudos.
Después de quedarnos un rato charlando, nos vestimos y cada uno a su cama. A eso de las 10 de la mañana, siento que alguien me llamaba. Miré a la cama de Juli, pero aún dormía. Era Daniel. "Ey... Agus... no me chupás la pija de nuevo?"
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21 comentarios - Mi segundo deep throat
gracias por pasar!
Muy bueno, como siempre. Que trolita agus y que vicioso tu hermano!!! Lo mejor de todo es que ya adelantaste que le va a entregar la cola. Terrible putita!!! Va por todo (?)
"Piña lechera" le mandaste, jajaja. Me mató
Van 10
Empeza a subir mas propios porque el publico ya esta pidiendo mas de ella que tuyos eh jajaja
Muy buen relato, me encanto, van pts 🙂
Nah, mentira, fiel a tus relatos, los mejores de P! 😉
Van puntos
gracias por pasar
gracias por pasar!
gracias por pasar
+10!
gracias por pasar
Un 10 el relato!
Besos
espero que sigas disfrutando los proximos y q te pongas al dia pronto! 🙂