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Helado de arándanos

Andrea se detuvo cuando vio su reflejo en el vidrio de un negocio. Su cabello estaba recogido, y llevaba una crema bonita y vestido que era parte de su uniforme de Freddy la casa de helados en la que trabajaba. Ella sonrió, y luego siguió por las escaleras a su departamento.
Cuando se detuvo para abrir la puerta, la bolsa de plástico que contiene 1kg de helado colgaba de su muñeca y se golpeó la pierna, para avisar que llegaba.
Roberto se puso de pie y sonrió mientras entraba, estirando de su pelo largo en una cola de caballo. Sus ojos estaban clavados en la escritura de lujo de la bolsa.
No le importaba; sólo mirar a Roberto le hacía temblar el clítoris. La gente puede mirar a la par de ellos por la sorpresa, lo que con la facha de él solo faltaba era su Harley. Vestido todo de negro, como de costumbre, con su pelo negro que fluye, le llamó la atención como de costumbre por su belleza. La gente lo veía como un motociclista rudo. Ella lo vio como el amante dulce, sensible que era, como a su bebé dulce.
La besó en la sien, y tomando su muñeca, le preguntó cómo le había ido, como todas las veces que regresaba de la heladería.
-"¿Qué tipo de helado trajiste? '
Andrea sonrió, al tiempo que abría la bolsa. Roberto amaba postres, y amaba las cremas heladas inusuales que hicieron en la fama de la heladería más que nada.
-'helado de arándanos rojos, "sonrió ella, entregándole la bolsa.
Roberto agarro la bolsa, y ella se fue a la cocina para colocar la comida rápida que había comprado. Desde atrás, incluso antes de que la tocara, ella sintió su calor. En el momento en que tocó su parte trasera, que estaba impregnada de él. Su olor y el calor de su piel a través de su ropa. Se inclinó de nuevo en él y sintió la frescura del helado, justo debajo de su uniforme.
‘Decadente... ", murmuró en su pelo.
Andrea asintió, mientras le besaba el cuello y quito de su pelo un pulcro moño. Su cabello cayó a la mitad de la espalda, y pronto fue lo único que la cubría. Se apartó el pelo a un lado, como Roberto puso helado en la parte baja de la espalda. Esa sensación de lamer el helado de arándanos rojos fuera de su espalda era una sensación dulce.
"Delicioso...", dijo.
Lamiendo Roberto helado fuera de ella era su placer. La parte baja de la espalda se sentía congelada, hasta que su lengua lamió en ella. Cada latigazo de lengua era como fuego líquido, y se arqueó en respuesta a sus golpes.
No podía verse a sí misma, pero sabía que estaba a kilómetros de distancia de la imagen de sí misma. Ahora estaban perfectamente juntos, esa sensación era como una reliquia de los años cincuenta, de cuando ella estaba de camino hacia el departamento. De pie, sintió la oscilación del pelo hacia atrás contra sus omóplatos. Roberto apretó contra su espalda, y ella desfalleció cuando sintió la dureza de su pija contra su culo. Ella retrocedió contra él, y se dio una palmada en el trasero
Frotaba fuertemente su clítoris, y ella estaba contenta de que él no lo hubiera hecho porque ella habría explotado. Sabía que la gente probablemente pensaba que era muy ruda al masturbarse, sólo por cómo se veía la vehemencia de sus manos en la vagina. Sus entrepiernas con helado rojo como su sangre el de piel oscura sobre su blancura. Roberto sabía que iba a lamer entre sus piernas esa crema helada de arándanos rojos en la piel de Andrea. Poco a poco, una y otra vez para que no se pierda una sola gota derretida en el calor de la piel.
Andrea cerró los ojos y se tapó la cara con los brazos acodada al mueble de la cocina. Roberto separó sus nalgas como si fuera el Mar Rojo por orden de Moisés. Se lamió su culo, y le dijo todo salado y dulce que era... su anillo anal un capullo apretado. Sentía cada parte de su pulso ya que primero dio un beso, y luego entró en su agujero con su lengua. Sabía que podía hacer Andrea llegara a un orgasmo al besar su culo, y cuando puso su lengua dentro de su... la sintió estallar y gemir profundamente.
Sus muslos temblaron bajo la presión de placer. Roberto los acariciaba como si eso fuera a hacer que se detengan, pero hizo que todo sea más difícil para dejar de hacerlo. Empujó su lengua tan profunda, que vio un destello de luz en sus ojos antes de lograr de ella otro orgasmo. Andrea golpeó el mueble de la concina con sus puños y codos, y golpeó la bolsa desinflada con el nombre de Freddy donde había traído el helado.
"¿Qué me estás trayendo mañana? Roberto pensó distraídamente, mientras trataba de recuperar el aliento.
-'hmm...,' jadeó, parpadeando furiosamente. '... ¿Quieres probar la guayaba?'

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