Esta es la historia de Julián, un chico de 23 años que después de pasar el mejor verano de su vida nos cuenta las historias que vivió y nos mantiene calientes en este invierno frío. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…
Capítulo 11: Solos
El año había arrancado con todo y yo no podía exigir más. El 2 de Enero nos juntamos en el club con todos los chicos y nos pusimos a hablar de nuestras aventuras. Obviamente Ema nos contó de él y Tatiana, que aparentemente iban muy en serio y que no solo era sexo, ya que habían acordado para ir al cine y que ella le había presentado a sus padres. Valentín nos contó que él y Florencia y las cosa también avanzaba pero un poco más lento. Su relación era más sexual que nada, pero ambos se querían y habían acordado en solo estar entre ellos. Fernando no tenía ninguna mina en la mira, de hecho hacía varias semanas que no pescaba a nadie y Santiago, como siempre, se acostaba con la primer mina que se le cruzara, después de todo era el más fachero del grupo.
A pesar de que la gran mayoría del club se enteró que yo me acosté con Cecilia en la fiesta de fin de año, nadie sabía que lo habíamos hecho otra vez y mucho menos que Martina había participado, y no era mi intención contarlo. Por lo que cuando nos encontramos con las culonas para tomar algo tipo 7, ninguno de los dos dijo nada y tratamos de evitar contacto o miradas raras.
Esa noche me volví a mi casa, era la cena despedida con mis viejos. Ellos todos los años se van unos 25 días o más a la costa para descansar y relajarse y ese año no era la excepción. Como lo hacíamos siempre, la noche anterior al día de partida, yo comía con ellos así hablábamos y me contaban todo lo que había que hacer en la casa. Nunca tuve ningún problema, de hecho hacía 3 años que organizaba reuniones con distintos grupos casi todos los sábados y la casa todavía seguía en pie. Pero ese año pensé que podría hacer otra cosa, que podría aprovechar mi casa sola para encuentros con chicas. No es que nunca lo había hecho, para ser sincero el verano pasado Noelia se quedó a dormir en mi casa en más de una ocasión. Pero este verano venía con más pretendientes, Celeste, Cecilia, Martina y obviamente Noe. Por lo que esos casi 30 días, tenía que aprovechar.
Así, el domingo 3 de Enero se subieron al auto y se fueron a Pinamar como solían hacerlo y como yo solía hacerlo lo primero que hice fue mandarle un mensaje a una chica para que esa noche viniera a casa. La primera que se me vino a la mente fue Cecilia. Noelia era la opción más fácil, pero no quería, ya había estado con ella miles de veces. Celeste seguía de viaje, pero cuando volviera quería invitarla. Y Martina era algo muy nuevo y en realidad no sabía a dónde podía llegar esa relación.
“Dale. Me encanta la idea” me respondió Ceci por whatsapp cuando le pregunté si esa noche quería venir a casa a comer algo y ver una peli con el aire. “Me quedo a dormir en tu casa?” me preguntó después de que habláramos un rato. “Era mi idea” le digo yo. “Ok, entonces le digo a Tati que si alguien pregunta estaba durmiendo en su casa”, me respondió después de un rato, “Menos mal que te pregunté así me llevo pijama jajaja” agregó después de un rato. “Igual eso no era un problema para mi” le digo, “puedo prestarte algún short o una remera. O podemos dormir sin nada, con este calor”. “Esa me gusta más” concluyó ella.
Esa mañana ordené la casa, fui al super a comprar algo para hacer una comida rápida y un fernet y unas cocas para tomar en caso de que quisiéramos (además nunca está de mal tener reserva). A la tarde fuimos al club con los chicos y cuando ellos estaban organizando algo para esa noche, les tuve que mentir y decirles que estaba muy cansado y que al otro día me quedaba. Pero como era de esperar no me creyeron.
- Dale boludo, sabemos que tus viejos se fueron. ¿A quien invitaste?- Me pregunto Santiago.
- A nadie.- Le digo haciéndome el enfermo.- No me siento bien.
Pero al final del día les tuve que confesar que Cecilia venía para casa. Después de rogarles que no dijeran nada me fui. Llegué a casa y empecé a cocinar una piza y puse unas cervezas en la heladera (a pesar de que eran de las más conchetas del club, a Ceci y a las culonas les solía gustar el plan de piza con cerveza en un bar berreta). Tipo 9 y media llegó.
- Hola.- Me dijo sonriendo cuando la dejé pasar.- Perdón, pero mi vieja me quiso llevar hasta lo de Tati así que tuve que venirme caminando una vez que se fue. Por suerte sus viejos no estaban, así no se enteraban.
- Y por suerte vive cerca.- Le digo yo riéndome.
La noche fue mucho más agradable de lo que pensaba. Generalmente con Noelia solíamos ir directo a la cama o a los sillones y después de un buen sexo comíamos algo para volver un rato más tarde a la cama. Pero con Cecilia sabía que tenía que hacer las cosas un poco distinto. Comimos mientras mirábamos la tele y hablamos bastante, más que nada de Ema y Tati y Valen y Flor. Después ella eligió una peli y nos fuimos a mi pieza a verla. Nos acostamos en la cama y la pusimos, no me acuerdo que peli era, pero no pasaron ni 20 minutos que ya estábamos a los besos.
Yo la abracé y ella enseguida giró la cara para besarme, fue algo bastante romántico para mi gusto, pero la situación se dio así y no iba a cambiarla. Después de un rato ella se sentó encima de mí y nos empezamos a besar cada vez con más ganas. Ceci era muy fogosa, me agarraba de la nuca y me presionaba fuerte para que no me fuera, mientras que metía su lengua en mi boca y sentía sus labios muy cerca de los míos. Yo le apreté bien fuerte el culo con las dos manos, y ella hizo un ruido de aprobación que me indicó que podía seguir apretándole el orto.
- ¿Me querés hacer la cola?- Me pregunto de repente.
- Me encantaría.- Le digo sin pensarlo.- ¿Tenés ganas?
- Me cogieron por ahí atrás un par de veces.- Me confesó.- Y la verdad es que me gustó mucho.
Así que sin decirnos mucho más volvimos a besarnos, esta vez con la promesa de que su culito iba a ser mío. Nos fuimos sacando la ropa mientras la película seguía su curso, primero su remera, después la mía, enseguida su corpiño y de a poco las partes de abajo. Cuando ya quedamos casi en bolas, ella estaba acostada sobre mis piernas con su cara sobre mi panza y decidió bajar para hacerme un pete. Me sacó el bóxer de un tirón y mi verga que estaba bien dura, salió disparando hacia su boca.
- ¿Cuánto te mide?- Me preguntó después e metérsela bien de lleno en la boca y de sacársela para empezar a pajearme.
- 17 centímetros.- Le contesto entre risas.- ¿Por?
- Nada.- Me dijo volviendo a chuparla con ganas. ¡Qué bien que lo hacía!- Quería saber.
- Lo que pasa es que es bien gordita.- Le digo alagándome a mí mismo.- Por eso le gusta tanto a las chicas.
Dijo algo como “a mí me gustan así” que no llegué a entenderle porque tenía mi verga entre sus labios. Yo cerré los ojos y me dediqué a disfrutar de esa mamada increíble que me estaba dando. Mientras que con sus manos te hacía una buena paja y te manoseaba los huevos, Cecilia se solía concentrar un tiempo solo en la cabeza, pasándole la lengua y dándole besos húmedos, cosa que me volvía loco.
- Ponete en cuatro.- Le dije cuando ya no daba más. Quería metérsela hasta el fondo.
Ella obedeció y yo me agaché atrás suyo, le abrí los cachetes de la cola y le metí la lengua lo más al fondo que pude. Ella pegó un gemido de placer que se escuchó por toda la habitación y se dejó caer sobre el colchón. Con la ayuda de las manos le fui chupando la conchita hasta que quedó bien húmeda y una vez que la dejé lista, fui subiendo hasta su culito. Primero fui suave, mucha lengua y saliva, mientras le metía algún que otro dedo en la concha. Pero enseguida me volví algo loco y decidí meterle la mano en la cola. Con el dedo índice fui haciendo presión hasta que logré tenerlo completamente adentro, pero como sabía que no era suficiente dilatación para mi pija, probé con dos. Ceci no protestó en ningún momento, de hecho se notaba que le gustaba que jueguen con su cola, por que se movía para adelante y para atrás y meneaba la cintura en el aire. El tercer dedo costó en entrar, pero cuando lo hizo se notaba que no iba a haber problema alguno.
Me paré y después de ponerme un forro y algo de lubricante en la mano volví a tocarle la colita un poco más, en especial para desparramarle todo el líquido. Ella se rió. Cuando estuvo todo preparado, apoyé mi verga en su cola y empecé a hacer fuerza para metérsela. Tardó su tiempo en enterar, pero cuando lo hizo pude sentir como a ambos nos invadía el placer. Después empecé a bombear.
Cecilia era más que nada calladita, solía gemir poco. Pero esa noche no pudo evitar suspirar y largar alaridos de placer cada vez que mi verga le llegaba hasta el fondo del culo. La agarré de la cintura y con su hermoso trasero en primer plano me la fui cogiendo por atrás cada vez más violento. De vez en cuando le pegaba algún chirlo y ella respondía con un “¡Sí!” muy de trola o con un gemido bastante fuerte. Le sacaba la verga casi en su totalidad y se la metía hasta el fondo abriéndole el orto para ver como entraba toda.
En una, sin querer, se me escapó la verga y terminó apoyada en su conchita, para no abusarme decidí cogérmela por ahí un rato. Ella estuvo completamente de acuerdo, así que después de ponérsela en la concha (esta vez sin problema) la volví a tomar de la cintura y me la cogí con más ganas todavía. A primer avista tenía su terrible cola, con el agujerito del culo bien abierto.
- ¿Dónde querés que te acabe?- Le pregunté levantándole la cabeza para que quede a pocos centímetros de la mía. Ella no contestó enseguida, se ve que dudó, pero después dijo:
- Si querés acabame en la cola.- Pero lo dijo con un tono medio raro, por lo que supe que no estaba convencida, así que decidí no presionarla.
Le dije que se diera vuelta y la acosté boca arriba contra el borde de la cama. Le abrí las piernas y le metí mi verga nuevamente hasta el fondo de la concha. Ella cerró los ojos y puso una cara de placer absoluto. Sosteniéndole las gambas me la fui cogiendo cada vez más fuerte. Después volví a la cola, sabiendo que no iba a aguantar mucho más. Esta vez, Ceci no tuvo ninguna intención para disimular y empezó a gritar loca de placer. Me volvió loco lo que hacía, me volvía loco su cola. Pude sentir como la leche me empezaba a salir y terminaba en el forro adentro de su culito.
Cuando terminamos, nos acostamos directamente en la cama. Nos habíamos perdido más o menos media hora de la película, pero la seguimos viendo como si nada, hasta quedarnos dormidos, los dos ahí acostados, abrazados, casi como si fuésemos novios.
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2 comentarios - Un verano caliente. Capítulo 11
Gracias por pasar!
Gracias por los puntos y por pasar!