En homenaje a un amigo de estudios (?) les paso una historia, escrita bastante rápido, sepan disculpar, de un episodio que nos pasó hace un par de veranos.
A mediados de enero, el Rubio y yo, preparábamos un final para dar en marzo.
Sin habernos ido de vacaciones lo hacíamos a media máquina, o menos que eso. Una tarde de viernes, hacia las 6 o 7, antes que oscurezca, el pibe me dijo de ir a su casa a ver si había alguien más en capital, para juntarnos, al menos, a escuchar música y tomar unas cervezas.
Más de media hora de llamadas y mensajes y nada. Todos en otra parte.
Fuimos a comprar algo de beber y al regresar me dijo, creo que en joda: “loco, si nos ponemos una porno y nos hacemos una paja juntos, total… ya estamos al pedo”
Le dije si me había visto cara de pajero…
Pedimos unas pizzas, cerveza. Después de comer peló una tuca. Fumamos un poco y cuando ya estaba juntando los apuntes y los libros para irme, sonó el celu del rubio.
Una minita, que apenas registraba, estaba también al pedo en capi. El flaco le dijo que se venga, que estaba con un amigo. Insistió tanto que me quedé.
No había pasado media hora, cuando llega la piba con unas cervezas.
Estuvimos hablando un rato. En verdad, no era muy linda, tenía, eso sí, un culo de exposición y, además, era bastante zarpada.
Cerca de las 12 o 1 de la madrugada ya la cosa empezaba a recaer pero el rubio no estaba interesado en dormir ni en dejarme solo con la piba. Ella tampoco tenía intenciones de irse, aunque la música ya aburría un poco, ella comentó que le gustaba Nirvana, Perl Jam y qué sé yo, aunque fuera viejo, que no le importaba.
El Rubio se levantó del sillón donde estaba, fue a la mesa y trajo la notebook. La acomodó en el sillón para mostrarnos un video de Cobein que tenía guardado.
Miramos un rato y la flaca largó que la calentaba el video, que el chabón con esa onda la mataba. ¿No tenés Internet? Le preguntó la minita. ¿Para? Dije yo mientras el otro me miraba con una cara de “cerrá el pico”. Abrió en el Explorer Youtube y la flaquita le mandó: no… ponete una porno. “Dejá, dejá que busco yo” dijo ella. Y puso una página gay. “Me re calienta ver a los tipos chupársela entre ellos” dijo.
Puso un videíto. El rubio mandó un “Y bue...!” y se acomodó en el sillón mirando el video y tratando de que la pija dura se le notara lo más posible en el pantalón. Y a mí, en verdad, también se me empezó a parar. La piba nos miraba y se frotaba las tetas. Se sacó la remera, se quedó con el corpiño y un pezón al aire. Nosotros, mecánicamente también nos quedamos en cueros.
La flaca mandó: Ahora, nada de coger, la onda viene de paja.
La pendeja se bajó los jeans, se acomodó en el suelo mirando la compu y el rubio peló.
Como un idiota, largué: “Por lo menos pajeanos a nosotros”. Me quiso matar la piba, solamente me dijo: “No les basta con mirar a una mina meterse los dedos”.
La flaca se metía de a tres dedos en la concha mojada, nos mostraba cómo lo hacía y yo soñaba con romper ese orto que me las ingeniaba por ver. El rubio estaba más que al palo, gesticulaba como imitando a los fisiculturistas de la porno y yo me frotaba tratando de contenerme para no acabar.
La piba gemía y se mordía los labios, decía “y…. qué les pasa”. Movía la pelvis cada vez más rápido, se metía y sacaba los dedos, se frotaba la concha con la otra mano.
El rubio me agarró la verga y me empezó a pajear, mientras miraba a la piba.
El chabón acabó un poquito antes que yo. La mina se lamía los labios al vernos y reconozco que jamás tuve una paja tan buena. Nos quedamos en silencio. No quise decir nada, ya había quedado como un boludo.
A mediados de enero, el Rubio y yo, preparábamos un final para dar en marzo.
Sin habernos ido de vacaciones lo hacíamos a media máquina, o menos que eso. Una tarde de viernes, hacia las 6 o 7, antes que oscurezca, el pibe me dijo de ir a su casa a ver si había alguien más en capital, para juntarnos, al menos, a escuchar música y tomar unas cervezas.
Más de media hora de llamadas y mensajes y nada. Todos en otra parte.
Fuimos a comprar algo de beber y al regresar me dijo, creo que en joda: “loco, si nos ponemos una porno y nos hacemos una paja juntos, total… ya estamos al pedo”
Le dije si me había visto cara de pajero…
Pedimos unas pizzas, cerveza. Después de comer peló una tuca. Fumamos un poco y cuando ya estaba juntando los apuntes y los libros para irme, sonó el celu del rubio.
Una minita, que apenas registraba, estaba también al pedo en capi. El flaco le dijo que se venga, que estaba con un amigo. Insistió tanto que me quedé.
No había pasado media hora, cuando llega la piba con unas cervezas.
Estuvimos hablando un rato. En verdad, no era muy linda, tenía, eso sí, un culo de exposición y, además, era bastante zarpada.
Cerca de las 12 o 1 de la madrugada ya la cosa empezaba a recaer pero el rubio no estaba interesado en dormir ni en dejarme solo con la piba. Ella tampoco tenía intenciones de irse, aunque la música ya aburría un poco, ella comentó que le gustaba Nirvana, Perl Jam y qué sé yo, aunque fuera viejo, que no le importaba.
El Rubio se levantó del sillón donde estaba, fue a la mesa y trajo la notebook. La acomodó en el sillón para mostrarnos un video de Cobein que tenía guardado.
Miramos un rato y la flaca largó que la calentaba el video, que el chabón con esa onda la mataba. ¿No tenés Internet? Le preguntó la minita. ¿Para? Dije yo mientras el otro me miraba con una cara de “cerrá el pico”. Abrió en el Explorer Youtube y la flaquita le mandó: no… ponete una porno. “Dejá, dejá que busco yo” dijo ella. Y puso una página gay. “Me re calienta ver a los tipos chupársela entre ellos” dijo.
Puso un videíto. El rubio mandó un “Y bue...!” y se acomodó en el sillón mirando el video y tratando de que la pija dura se le notara lo más posible en el pantalón. Y a mí, en verdad, también se me empezó a parar. La piba nos miraba y se frotaba las tetas. Se sacó la remera, se quedó con el corpiño y un pezón al aire. Nosotros, mecánicamente también nos quedamos en cueros.
La flaca mandó: Ahora, nada de coger, la onda viene de paja.
La pendeja se bajó los jeans, se acomodó en el suelo mirando la compu y el rubio peló.
Como un idiota, largué: “Por lo menos pajeanos a nosotros”. Me quiso matar la piba, solamente me dijo: “No les basta con mirar a una mina meterse los dedos”.
La flaca se metía de a tres dedos en la concha mojada, nos mostraba cómo lo hacía y yo soñaba con romper ese orto que me las ingeniaba por ver. El rubio estaba más que al palo, gesticulaba como imitando a los fisiculturistas de la porno y yo me frotaba tratando de contenerme para no acabar.
La piba gemía y se mordía los labios, decía “y…. qué les pasa”. Movía la pelvis cada vez más rápido, se metía y sacaba los dedos, se frotaba la concha con la otra mano.
El rubio me agarró la verga y me empezó a pajear, mientras miraba a la piba.
El chabón acabó un poquito antes que yo. La mina se lamía los labios al vernos y reconozco que jamás tuve una paja tan buena. Nos quedamos en silencio. No quise decir nada, ya había quedado como un boludo.
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