Mis abuelos cumplían 50 años de casados, y decidieron festejarlo recibiendo el nuevo año en un crucero por Brasil. Cuando me contaron me encantó la idea, para descansar un poco después de un año con bastante trabajo, unos días tomando sol sin hacer nada no lo vi con malos ojos. Además de mis abuelos con sus dos hijos (mi vieja y mi tío) fueron mi viejo, obvio, mi hermano y mis primos que tienen 12 y 9 años. Todo muy tranquilo y light.
Mucha bola a la familia no le di, más alla de cenas o algún que otro momento familiar; me la pasé en la pileta tomando sol, escuchando música y leyendo esas revistas que no dicen nada interesante. Pero, no tardé en encontrar un pasatiempo bastante divertido.
En frente de donde me ponía yo, en el otro borde de la pileta, había una familia. Los padres tendrían unos 40/45 años más o menos. Tenían 2 hijos, una nena de 10/11 años y un pibito que no pasaba los 20 que estaba muy apetecible. El padre, estaba bastante fuerte a pesar de la edad, pero la mina muy descuidada y estaba siempre con cara de amargada y mal humor, cagando a pedos a todos.
Un día, mientras me pasaba protector solar, me sobresaltaron los gritos, de la mina. "Dejá de mirar a la piba esa, al menos hacelo cuando yo no estoy, sos tarado?" y siguió con los insultos. Bajé el volumen de la música (como habrá gritado para que la escuchara) y disimuladamente presté atención a la conversación, viendo como la mina gritaba y me señalaba.
No había mucha gente, así que la situación parecía muy clara. La loca había pescado justo al marido mirándome a mi. Primero me entró la duda, pensaba que no podía ser... pero me quise sacar la duda. A partir de ese día, arranqué un jueguito perverso y hasta peligroso.
Empecé una noche, en la cena, cuando pasé por donde ellos estaban y le clavé la mirada y una sonrisa, que él devolvió con una mueca en su boca. Al otro día en la pileta, cuando llegaron me levanté de la reposera, desfilé la microbikini (que dejaba poco a la imaginación en la parte de atrás principalmente) hasta el borde y me tiré al agua.
Nadé un poco y luego salí, de espaldas a ellos. Cuando me acosté de nuevo, vi como el tipo espiaba por arriba del libro que estaba leyendo. Bajé los anteojos de sol y mirando hacia el tipo le regalé una sonrisita pícara. Rápidamente se escondió atrás del libro, sintiéndose descubierto
Los días que siguieron fui subiendo el tono. Me acostaba boca abajo, boca arriba, me paraba en el borde a ponerme protector, me tiraba al agua y salía dejando mi cola apuntando a él. Todo ante la atenta mirada del chabón este, que no se perdía ni un segundo mi espectáculo.
Empecé a ir más temprano. Él hacía lo mismo, antes que cayera toda su familia, para disfrutar de mirarme. Y yo de mostrarme.
Una vez, estaba sentada poniéndome un poco de crema por el cuerpo, pero muy sugestivamente y se notaba bien porno, hasta hacía caritas y todo. Me había olvidado que estaba mi hermano al lado. "Julieta... que hacés boluda?!" me dijo por lo bajo mientras me pegaba en el hombro. "El tipo de en frente no te saca los ojos de encima, no seas tan trola!". Me decía, medio en serio medio en joda. Lo que no sabía, era que yo lo hacía a propósito y buscaba que me espiara.
La situación se siguió yendo a la mierda, cuando una tarde volviendo hacia mi habitación me lo crucé al hijo del chabón que estaba calentando. "Hola", me dijo tímidamente. Nos empezamos a hacer amigos. Eran uruguayos (no tenía esa banderita aun 😛 ).
El pibito se llamaba Santiago y tenía 19 años (gran ojo el mío) aunque muy bien desarrolladito: todo marcadito y bien trabajado por el gimnasio. Un bombonazo, había heredado eso del padre seguramente. Me confirmó algo que ya me había dado cuenta: la madre era insoportable. A partir de ahi, Santi venía siempre conmigo a la pileta. Eso no detuvo al padre, que seguía mirando todo lo que podía.
El tiempo pasaba, la tensión entre nosotros aumentaba, sin embargo el primer paso lo tuve que dar yo. Era entendible, le llevaba 8 años (yo tengo 27). Una noche, después de cenar en familia, donde tenía el comportamiento de una señorita, dejé salir a la loba a cazar a su presa. Me acerqué a Santi y lo invité a uno de los bares donde se armaban jodas.
Nos pedimos unos tragos y bailamos un rato largo. Yo había activado mi modo trola. Tenía una pollerita bien cortita, que se levantaba si me movía mucho. Y obvio, lo hacía. Le franeleaba la cola por su pija, me daba vuelta, lo abrazaba, perreaba. Hasta que quedamos cara a cara y él solito me comió la boca. Se notaba la excitación que tenía. En el beso, y en la pija que me apretaba contra mi pierna desnuda.
Me fue llevando al rincón, sin soltarme un segundo ni dejar de besarme. Yo estaba que volaba de la calentura. No solo por él, sino por todos los días haciendo calentar al padre. Terminé arrinconada contra la pared, siendo apretada ferozmente por el pendejo. Ahora teníamos otro problema. DONDE íbamos.
Ellos estaban los 4 en una misma habitación, así que era imposible. Yo estaba con mi hermano solamente. Nos fuimos para mi habitación rogando que no hubiera nadie. Por suerte, la habitación estaba vacía, así que nos metimos rápido y yo trabé la puerta, por las dudas.
Nos tiramos en la cama y nos desvestimos casi en simultáneo. Lo acosté y me senté arriba suyo, pasé mis manos arañando su cuerpo sintiendo las curvitas de sus abdominales y brazos marcados. Mientras, movía despacio mi concha en círculos sobre su pija. Podía sentir como latía de lo dura que estaba.
Me tiré encima y lo besé. Fui bajando por su cuello, su pecho, su panza. Ahí me paré y empecé a besar suavemente alrededor de su pija. Despacio, mi boca fue haciendo contacto con su tronco. Lo agarré con mis manos y lo puse mirando al techo mientras le besaba las bolas y subía con mi lengua hasta la cabecita.
Los gemidos de excitación que largaba Santi me decían que lo estaba disfrutando. Yo tenía ya media pija adentro de mi boca, y peteaba cada vez con más ritmo y fuerza; cuando siento que quieren abrir la puerta. "Juliii abrí!!" me gritaba mi hermano desde afuera.
Saltamos los dos de la cama y nos vestimos. Abrí un poco la puerta, asomando mi cabeza solamente. Le pedí que volviera en un rato. Me miró, se rio y se fue.
Santi estaba ya vestido. Nos dimos unos besos y se fue. Se había perdido el clima ese día, pero obviamente no iban a quedar las cosas así. Cuando se fue, aproveché el rato que tardó mi hermano para pajearme. No daba más! Necesitaba explotar de alguna forma.
Al otro día, nos vimos en la pileta de nuevo. Le pedí que nos ubicáramos, porque estaba mi familia y no quería que se dieran cuenta en qué andábamos. Aunque también quería seguir calentándolo al padre. De hecho, la mañana después del medio pete que le había hecho a Santi, me puse en la pileta a tomar sol en frente del padre.
Me paré bien en el borde y me pasé crema por mis brazos, mi panza y el cuello. Luego, me di vuelta y ya sin ningún disimulo con las dos manos me pasé por la cola apretándola y moviéndola.
Al rato, apareció Santiago y nos pusimos a charlar. El padre, en frente no nos sacaba los ojos de encima, leyendo su libro siempre en la misma hoja. Mientras charlaba con su hijo, no dejaba de rozar con mis manos mis muslos o mi panza. Cada tanto, le regalaba una mirada. A esta altura, tanto él como yo sabíamos qué estábamos haciendo.
A la noche, me pegué un susto bárbaro. Estábamos cenando en el restaurante y me levanté para ir al baño. No me di cuenta, pero el padre de Santi me siguió atrás. Cuando salimos del salón para los baños, aceleró el paso y se puso al lado mío. Cuando me di cuenta quién era, no sabía donde meterme. "Hola" me saludó como si nada. Aceleró de nuevo su paso y se metió en el baño.
Cuando salí, estaba él esperando afuera. Lo miré y le sonreí nerviosamente. Se puso a caminar al lado mío. Yo traté de acelerar el paso y me frenó agarrándome del brazo. "Sé muy bien lo que estás haciendo. Mi familia está acá, y no quiero líos. Pero me calentás mucho y si eso estabas buscando, lo conseguiste. Las ganas de cogerte que tengo, pendeja...".
Dicho esto, me soltó, sonrió y seguimos camino. Entramos al restaurante y cada uno se fue para su lado como si nada hubiera pasado. Pero yo no podía sacarme la cara de susto.
Esa noche, otra vez nos encontramos con Santi en el bar. Pero esta vez nos fuimos derecho a franelearnos a un rincón. Yo tenía unas ganas de coger terribles. Y de noche iba a ser imposible, así que quedamos que al otro día después del desayuno nos veíamos en mi habitación. Mi hermano después de desayunar se iba al gimnasio y después a la pileta. Así que teníamos tiempo.
Lo esperé casi desnuda. Tocó la puerta, abrí y lo metí adentro de un empujón. Lo tiré en la cama y lo desvestí. Ya habíamos tenido mucha previa. Corrí mi tanguita y me clavé la pija de Santi. Estaba tan mojada que se enterró muy fácil. El pendejo lanzó una exclamación de satisfacción. Al fin sentía su pija adentro.
Empecé a moverme despacio, y fui subiendo el ritmo. Hasta que terminé saltando arriba de su verga, desesperada. Santi me tenía agarrada de la cola, me la apretaba y acompañaba mi ritmo descontrolado. Con toda la calentura que teníamos, él no tardó en acabar.
Casi no duró nada. "Estoy muy caliente", me dijo justificándose. Yo también lo estaba. Me acosté al lado de él y empezamos a besarnos. Me acosté boca arriba y llevé su mano hasta mi concha, que estaba empapada.
"Tocame", le ordené. Su boca se clavó en mis tetas y su mano empezó a moverse rápido buscando mi clítoris. "Ahiiiiiiiiiiii" grité levantando mis caderas en signo que había dado en la tecla. "Aaahhh siiii" gritaba.
Santi me mordía los pezones y pasaba su mano por toda mi concha. Se mojaba los dedos metiéndolos adentro. Después de un rato, acabé en un convulsionado orgasmo que me relajó todo el cuerpo.
Cuando vuelvo a mirar a Santi, veo que su pija está parada de nuevo. La agarré y ahora era yo la que lo pajeaba. Estaba durísima. Me levanté y me puse en 4 contra la pared. Santi no perdió tiempo y se puso atrás mío. Me clavó la pija de una.
"Cogeme fuerte pendejo dale, haceme mierda" le gritaba mientras el nene me agarraba de los pelos y empujaba mi cuerpo violentamente contra el suyo.
Me pegó una garchada maravillosa. Tenía una fuerza espectacular el pibe, me estaba taladrando con mucha energía. Esta vez si, aguantó mucho más. Cuando se le cansaron las piernas, me dio vuelta y me acostó en la cama.
Se puso encima y levantó mis piernas metiéndome la verga dura hasta el fondo. La sentía en el estómago casi. La sacaba y metía con fuerza, salía casi por completo y se clavaba hasta que nuestros cuerpos chocaban haciendo un ruido que alimentaba más la calentura que teníamos.
Después de un rato largo de estar cogiendo a un ritmo salvaje, Santi sacó su pija y me bañó la panza con 3 chorros espesos de leche caliente. Me limpié con las manos como a mi me gusta, desparramando todo el líquido caliente por mis tetas y la panza.
Me quedé tirada ahí un rato, junto a él. Seguíamos con la respiración entrecortada y agitada. Cuando nos calmamos, nos vestimos y nos fuimos para la pileta.
Allí estaba mi hermano y también su familia. A diferencia de otras veces, lo primero que hice fue tirarme a la pileta y sacarme la leche seca de mi cuerpo. Con Santi seguimos pegándonos unos polvos mañaneros cada vez más salvajes.
Lo empecé a adiestrar en el arte de chupar conchas. El morbo de cogerme al hijo del tipo que estaba calentando me ponía cada vez más caliente.
Otra noche, cenando, veo en la mesa de en frente a Santi y su familia. El padre estaba frente a mi. No me sacaba los ojos de encima, a pesar de estar su esposa al lado. Yo estaba nerviosa. Me levanté y me fui para los baños, como la otra vez. Sin ningún disimulo, el chabón se levantó y me siguió. Yo no sabía si volverme o seguir, pero seguí.
Se me puso al lado, pero esta vez, justo antes de entrar al baño me encerró contra la pared.
- Como te abusas, sabes que no puedo hacerte nada... me encanta este jueguito. Como te llamás?
- Julieta...- le dije con su boca respirando en mi oreja, situación que me calentaba mucho, a pesar de los nervios
- Esta noche vas a pensar que te cojo bien fuerte y te vas a tocar pensando en mi, Julieta? - pocas veces me llaman por mi nombre completo, pero tengo que admitir que de la forma en la que me lo dijo, me calentó un montón.
- Si...- alcancé a decir balbuceando. Me dijo "mañana me cuentas", y desapareció.
Yo me quedé un rato para recuperarme de los nervios y la excitación. Volví otra vez a la mesa, tratando de poner mi mejor cara de "acá no ha pasado nada". No sabía si el tipo estaba al tanto que me lo garchaba al hijo y no decía nada, o de verdad no estaba enterado.
La mañana siguiente volví a garchar con Santi. Lo estaba exprimiendo al pendejo, pero se la re bancaba. Cuando terminamos, volví a la pileta donde estaba el padre. Me tiré a tomar sol, hasta que en un momento me levanté y me senté en la barra de un bar que estaba más alejado.
El tipo se me vino al humo. Se puso atrás mío y casi susurrando me preguntó si había hecho lo que me pidió. "Contame, que pensaste".
Yo no podía creer la excitación que me estaba agarrando, con el tipo atrás mío. Me di vuelta y le dije que no era el lugar. "Esta noche", me dijo y se fue. Yo quedé excitadísima. No sabía que hacer. Volví a la pileta, donde estaba Santi y le dije que se encontrara conmigo en mi habitación.
Cuando llegó, lo metí adentro y lo violé. Estaba re caliente. Lo tiré en la cama y le chupé la pija hasta casi hacerlo acabar. Después, me subí encima y lo cabalgué, controlando el ritmo para hacerlo durar, aunque con todos los polvos que nos habíamos pegado, no hizo mucha falta.
Terminé saltando como loca en su verga. Cuando estuve por acabar, lo agarré fuerte de los hombros y aceleré el ritmo. No pude evitar gritar de placer mientras el orgasmo me estremecía todo el cuerpo.
Me bajé de la pija de Santi y le hice un pete sin mis manos. Cuando sentí que se le ponía bien dura como para acabar, la saqué de mi boca y le hice una paja. Increíble la cantidad de leche que tenía acumulada el pendejo.
Volví a la pileta y seguí con mi jueguito con el padre de Santi. Me sentía más puta que nunca. Estaba totalmente excitada y fuera de control. Esa noche, otra vez, durante la cena, me levanté al baño y el tipo me siguió. Me dijo que después de la cena tenía un rato y me esperaba en el bar de la pileta, que no había nadie a esas horas.
No sabía si ir o no. No sabía que iba a querer. Yo sentía un escalofrío subir por mi espalda. Pero mi concha ardía. Me armé en coraje y fui. Él estaba atrás de unos carteles de promociones. Se acercó y me apretó contra su cuerpo.
Tenía mucha fuerza, me excitaba sentirme tan dominada. "Te tocaste hoy, Julieta?", me preguntó al oído. Cuando sentí mi nombre "Julieta" mi concha se hizo un mar. "Si..." le contesté con la voz entrecortada, mientras me animaba despacio a abrazarlo. "Cuéntame".
- Te acostaba en la cama... te la chupaba y te cogía cabalgándote hasta acabar, después te la chupé hasta que acabaste - Si solo supiera que eso se lo había hecho al hijo todos estos días!
- En la boca?
- Si... me la tragué toda - esto no lo hice, pero sumaba para el morbo del momento- Largaste mucha leche... me atraganté y tuve que escupir bastante.
Mientras le contaba, él me manoseaba toda la cola. Yo me dejaba. Metió sus manos por debajo de mi pollera, levantándola. Llevó su mano hacia adelante y me tocó la concha. Mi suspiro le dio autorización para correr la tanguita y meter uno de sus dedos.
"Estás mojada... te calientas pensando estas cosas, Julieta?", me preguntaba mientras su dedo se revolvía dentro mío. Yo no podía ni decir si, aunque por mis gemidos seguro se había dado cuenta. "Qué lindo cuerpo tienes", me decía mientras me manoseaba la cola. "No puedo dejar de mirarte".
Se había ido todo al carajo. Yo estaba colgada de sus hombros mientras él me pajeaba. Bajé mi mano y la metí adentro del pantalón. Tenía la pija durísima, aunque no era tan ancha como la de Santi. Nos pajeamos mutuamente, hasta que sentí como acabó en sus pantalones y mi mano.
"Basta... basta por favor" le pedí. "Quiero que acabes", me decía mientras seguía tocándome. Le dije que ya acabé, que tenía que volver con mi familia. En realidad, no había acabado, pero me agarró pánico de seguir.
Volví al salón y lo busqué a Santi. Yo estaba que volaba. Le pedí de encontrarnos en el mismo lugar que había pajeado al padre. Cuando llegó, nos escondimos detrás de los mismos carteles. Estaba todo oscuro y no había nadie cerca.
Le bajé el short que tenía puesto y me arrodillé a chuparle la pija. Lo hacía totalmente sacada. La escupía y la pajeaba mientras me metía los dedos en mi conchita. Santi no entendía nada, pero disfrutaba de mi boca.
"Cogeme, pendejo cogeme ya" le grité parándome y poniéndome de espaldas. Así como estábamos, me penetró y se aferró fuerte de mi cintura. Comenzó a garcharme con el ritmo que ya me tenía acostumbrada, como un animal.
No podía soportar las embestidas parada, pero él me sostenía. Yo me pajeaba al ritmo que él me cogía. Terminé apoyada contra la barra del bar, con los pies casi en el aire. Era una bestia. Con cada embestida me levantaba por el aire.
Con mi mano me había hecho acabar como dos veces casi simultáneamente. La misma mano que hacía un rato había pajeado al padre de Santi. Estaba totalmente sacada.
Santi se frenó y me hizo sentar en una silla alta que había por ahí. Abrí mis piernas y él se arrodilló frente a mi. Puso en práctica todo lo que le había enseñado y me pegó una violada con la lengua fenomenal.
Yo lo agarré de los pelos y le aplasté la cara contra mi concha. Me chupó casi hasta llegar a mi cola. Me metió dos dedos, que los movía rápido mientras su lengua me regalaba otro orgasmo. Cuando vio que mi cuerpo se aflojó, se paró, agarró de nuevo su pija que seguía dura como un mástil y volvió a cogerme ferozmente hasta acabar.
Mi estado de puta estaba tan fuera de control, que cuando sacó la pija para terminar, me arrodillé y se la chupé, pajeándolo hasta que acabó con la punta apoyada en mi cachete. Dejé que toda la leche caliente golpeara contra mi cara. Después, me la puse en la boca y la limpié.
Me acomodé la ropa y volví al salón, pero antes pasé por le baño. Tenía la cara con leche, y hasta me había salpicado un poco el pelo y el hombro. Mi familia estaba tomando café en el bar. Me senté un rato con ellos, y antes de irme a dormir fui al bar por un trago. Seguía con la cabeza aceleradísima.
Me senté en la barra. Por suerte Santi no había ido esa noche, necesitaba un descanso. Mientras estaba tomando mi caipirinha, siento al lado mío hablar en inglés. Me doy vuelta y veo dos rubiones partibles charlando.
Me quedé mirándolos hipnotizada por la hermosa forma que hacen los hombros y los bíceps. Se ve que no fui muy disimulada porque se dieron cuenta de lo embobada que quedé y se acercaron a hablarme.
No podía creer que no los haya visto antes. "Necesito practicar inglés para rendir en marzo", les dije y nos pusimos a charlar un rato. Matt y Joshua, eran hermanos australianos. Matt estaba con la novia que se había ido a dormir porque se sentía mal, pero Joshua estaba solo. "Te gustaría contratarme como tu profesor particular? de paso, yo practico mi español", me dijo. La respuesta, creo que ya se la imaginan.
Segunda Parte
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Indice
Mucha bola a la familia no le di, más alla de cenas o algún que otro momento familiar; me la pasé en la pileta tomando sol, escuchando música y leyendo esas revistas que no dicen nada interesante. Pero, no tardé en encontrar un pasatiempo bastante divertido.
En frente de donde me ponía yo, en el otro borde de la pileta, había una familia. Los padres tendrían unos 40/45 años más o menos. Tenían 2 hijos, una nena de 10/11 años y un pibito que no pasaba los 20 que estaba muy apetecible. El padre, estaba bastante fuerte a pesar de la edad, pero la mina muy descuidada y estaba siempre con cara de amargada y mal humor, cagando a pedos a todos.
Un día, mientras me pasaba protector solar, me sobresaltaron los gritos, de la mina. "Dejá de mirar a la piba esa, al menos hacelo cuando yo no estoy, sos tarado?" y siguió con los insultos. Bajé el volumen de la música (como habrá gritado para que la escuchara) y disimuladamente presté atención a la conversación, viendo como la mina gritaba y me señalaba.
No había mucha gente, así que la situación parecía muy clara. La loca había pescado justo al marido mirándome a mi. Primero me entró la duda, pensaba que no podía ser... pero me quise sacar la duda. A partir de ese día, arranqué un jueguito perverso y hasta peligroso.
Empecé una noche, en la cena, cuando pasé por donde ellos estaban y le clavé la mirada y una sonrisa, que él devolvió con una mueca en su boca. Al otro día en la pileta, cuando llegaron me levanté de la reposera, desfilé la microbikini (que dejaba poco a la imaginación en la parte de atrás principalmente) hasta el borde y me tiré al agua.
Nadé un poco y luego salí, de espaldas a ellos. Cuando me acosté de nuevo, vi como el tipo espiaba por arriba del libro que estaba leyendo. Bajé los anteojos de sol y mirando hacia el tipo le regalé una sonrisita pícara. Rápidamente se escondió atrás del libro, sintiéndose descubierto
Los días que siguieron fui subiendo el tono. Me acostaba boca abajo, boca arriba, me paraba en el borde a ponerme protector, me tiraba al agua y salía dejando mi cola apuntando a él. Todo ante la atenta mirada del chabón este, que no se perdía ni un segundo mi espectáculo.
Empecé a ir más temprano. Él hacía lo mismo, antes que cayera toda su familia, para disfrutar de mirarme. Y yo de mostrarme.
Una vez, estaba sentada poniéndome un poco de crema por el cuerpo, pero muy sugestivamente y se notaba bien porno, hasta hacía caritas y todo. Me había olvidado que estaba mi hermano al lado. "Julieta... que hacés boluda?!" me dijo por lo bajo mientras me pegaba en el hombro. "El tipo de en frente no te saca los ojos de encima, no seas tan trola!". Me decía, medio en serio medio en joda. Lo que no sabía, era que yo lo hacía a propósito y buscaba que me espiara.
La situación se siguió yendo a la mierda, cuando una tarde volviendo hacia mi habitación me lo crucé al hijo del chabón que estaba calentando. "Hola", me dijo tímidamente. Nos empezamos a hacer amigos. Eran uruguayos (no tenía esa banderita aun 😛 ).
El pibito se llamaba Santiago y tenía 19 años (gran ojo el mío) aunque muy bien desarrolladito: todo marcadito y bien trabajado por el gimnasio. Un bombonazo, había heredado eso del padre seguramente. Me confirmó algo que ya me había dado cuenta: la madre era insoportable. A partir de ahi, Santi venía siempre conmigo a la pileta. Eso no detuvo al padre, que seguía mirando todo lo que podía.
El tiempo pasaba, la tensión entre nosotros aumentaba, sin embargo el primer paso lo tuve que dar yo. Era entendible, le llevaba 8 años (yo tengo 27). Una noche, después de cenar en familia, donde tenía el comportamiento de una señorita, dejé salir a la loba a cazar a su presa. Me acerqué a Santi y lo invité a uno de los bares donde se armaban jodas.
Nos pedimos unos tragos y bailamos un rato largo. Yo había activado mi modo trola. Tenía una pollerita bien cortita, que se levantaba si me movía mucho. Y obvio, lo hacía. Le franeleaba la cola por su pija, me daba vuelta, lo abrazaba, perreaba. Hasta que quedamos cara a cara y él solito me comió la boca. Se notaba la excitación que tenía. En el beso, y en la pija que me apretaba contra mi pierna desnuda.
Me fue llevando al rincón, sin soltarme un segundo ni dejar de besarme. Yo estaba que volaba de la calentura. No solo por él, sino por todos los días haciendo calentar al padre. Terminé arrinconada contra la pared, siendo apretada ferozmente por el pendejo. Ahora teníamos otro problema. DONDE íbamos.
Ellos estaban los 4 en una misma habitación, así que era imposible. Yo estaba con mi hermano solamente. Nos fuimos para mi habitación rogando que no hubiera nadie. Por suerte, la habitación estaba vacía, así que nos metimos rápido y yo trabé la puerta, por las dudas.
Nos tiramos en la cama y nos desvestimos casi en simultáneo. Lo acosté y me senté arriba suyo, pasé mis manos arañando su cuerpo sintiendo las curvitas de sus abdominales y brazos marcados. Mientras, movía despacio mi concha en círculos sobre su pija. Podía sentir como latía de lo dura que estaba.
Me tiré encima y lo besé. Fui bajando por su cuello, su pecho, su panza. Ahí me paré y empecé a besar suavemente alrededor de su pija. Despacio, mi boca fue haciendo contacto con su tronco. Lo agarré con mis manos y lo puse mirando al techo mientras le besaba las bolas y subía con mi lengua hasta la cabecita.
Los gemidos de excitación que largaba Santi me decían que lo estaba disfrutando. Yo tenía ya media pija adentro de mi boca, y peteaba cada vez con más ritmo y fuerza; cuando siento que quieren abrir la puerta. "Juliii abrí!!" me gritaba mi hermano desde afuera.
Saltamos los dos de la cama y nos vestimos. Abrí un poco la puerta, asomando mi cabeza solamente. Le pedí que volviera en un rato. Me miró, se rio y se fue.
Santi estaba ya vestido. Nos dimos unos besos y se fue. Se había perdido el clima ese día, pero obviamente no iban a quedar las cosas así. Cuando se fue, aproveché el rato que tardó mi hermano para pajearme. No daba más! Necesitaba explotar de alguna forma.
Al otro día, nos vimos en la pileta de nuevo. Le pedí que nos ubicáramos, porque estaba mi familia y no quería que se dieran cuenta en qué andábamos. Aunque también quería seguir calentándolo al padre. De hecho, la mañana después del medio pete que le había hecho a Santi, me puse en la pileta a tomar sol en frente del padre.
Me paré bien en el borde y me pasé crema por mis brazos, mi panza y el cuello. Luego, me di vuelta y ya sin ningún disimulo con las dos manos me pasé por la cola apretándola y moviéndola.
Al rato, apareció Santiago y nos pusimos a charlar. El padre, en frente no nos sacaba los ojos de encima, leyendo su libro siempre en la misma hoja. Mientras charlaba con su hijo, no dejaba de rozar con mis manos mis muslos o mi panza. Cada tanto, le regalaba una mirada. A esta altura, tanto él como yo sabíamos qué estábamos haciendo.
A la noche, me pegué un susto bárbaro. Estábamos cenando en el restaurante y me levanté para ir al baño. No me di cuenta, pero el padre de Santi me siguió atrás. Cuando salimos del salón para los baños, aceleró el paso y se puso al lado mío. Cuando me di cuenta quién era, no sabía donde meterme. "Hola" me saludó como si nada. Aceleró de nuevo su paso y se metió en el baño.
Cuando salí, estaba él esperando afuera. Lo miré y le sonreí nerviosamente. Se puso a caminar al lado mío. Yo traté de acelerar el paso y me frenó agarrándome del brazo. "Sé muy bien lo que estás haciendo. Mi familia está acá, y no quiero líos. Pero me calentás mucho y si eso estabas buscando, lo conseguiste. Las ganas de cogerte que tengo, pendeja...".
Dicho esto, me soltó, sonrió y seguimos camino. Entramos al restaurante y cada uno se fue para su lado como si nada hubiera pasado. Pero yo no podía sacarme la cara de susto.
Esa noche, otra vez nos encontramos con Santi en el bar. Pero esta vez nos fuimos derecho a franelearnos a un rincón. Yo tenía unas ganas de coger terribles. Y de noche iba a ser imposible, así que quedamos que al otro día después del desayuno nos veíamos en mi habitación. Mi hermano después de desayunar se iba al gimnasio y después a la pileta. Así que teníamos tiempo.
Lo esperé casi desnuda. Tocó la puerta, abrí y lo metí adentro de un empujón. Lo tiré en la cama y lo desvestí. Ya habíamos tenido mucha previa. Corrí mi tanguita y me clavé la pija de Santi. Estaba tan mojada que se enterró muy fácil. El pendejo lanzó una exclamación de satisfacción. Al fin sentía su pija adentro.
Empecé a moverme despacio, y fui subiendo el ritmo. Hasta que terminé saltando arriba de su verga, desesperada. Santi me tenía agarrada de la cola, me la apretaba y acompañaba mi ritmo descontrolado. Con toda la calentura que teníamos, él no tardó en acabar.
Casi no duró nada. "Estoy muy caliente", me dijo justificándose. Yo también lo estaba. Me acosté al lado de él y empezamos a besarnos. Me acosté boca arriba y llevé su mano hasta mi concha, que estaba empapada.
"Tocame", le ordené. Su boca se clavó en mis tetas y su mano empezó a moverse rápido buscando mi clítoris. "Ahiiiiiiiiiiii" grité levantando mis caderas en signo que había dado en la tecla. "Aaahhh siiii" gritaba.
Santi me mordía los pezones y pasaba su mano por toda mi concha. Se mojaba los dedos metiéndolos adentro. Después de un rato, acabé en un convulsionado orgasmo que me relajó todo el cuerpo.
Cuando vuelvo a mirar a Santi, veo que su pija está parada de nuevo. La agarré y ahora era yo la que lo pajeaba. Estaba durísima. Me levanté y me puse en 4 contra la pared. Santi no perdió tiempo y se puso atrás mío. Me clavó la pija de una.
"Cogeme fuerte pendejo dale, haceme mierda" le gritaba mientras el nene me agarraba de los pelos y empujaba mi cuerpo violentamente contra el suyo.
Me pegó una garchada maravillosa. Tenía una fuerza espectacular el pibe, me estaba taladrando con mucha energía. Esta vez si, aguantó mucho más. Cuando se le cansaron las piernas, me dio vuelta y me acostó en la cama.
Se puso encima y levantó mis piernas metiéndome la verga dura hasta el fondo. La sentía en el estómago casi. La sacaba y metía con fuerza, salía casi por completo y se clavaba hasta que nuestros cuerpos chocaban haciendo un ruido que alimentaba más la calentura que teníamos.
Después de un rato largo de estar cogiendo a un ritmo salvaje, Santi sacó su pija y me bañó la panza con 3 chorros espesos de leche caliente. Me limpié con las manos como a mi me gusta, desparramando todo el líquido caliente por mis tetas y la panza.
Me quedé tirada ahí un rato, junto a él. Seguíamos con la respiración entrecortada y agitada. Cuando nos calmamos, nos vestimos y nos fuimos para la pileta.
Allí estaba mi hermano y también su familia. A diferencia de otras veces, lo primero que hice fue tirarme a la pileta y sacarme la leche seca de mi cuerpo. Con Santi seguimos pegándonos unos polvos mañaneros cada vez más salvajes.
Lo empecé a adiestrar en el arte de chupar conchas. El morbo de cogerme al hijo del tipo que estaba calentando me ponía cada vez más caliente.
Otra noche, cenando, veo en la mesa de en frente a Santi y su familia. El padre estaba frente a mi. No me sacaba los ojos de encima, a pesar de estar su esposa al lado. Yo estaba nerviosa. Me levanté y me fui para los baños, como la otra vez. Sin ningún disimulo, el chabón se levantó y me siguió. Yo no sabía si volverme o seguir, pero seguí.
Se me puso al lado, pero esta vez, justo antes de entrar al baño me encerró contra la pared.
- Como te abusas, sabes que no puedo hacerte nada... me encanta este jueguito. Como te llamás?
- Julieta...- le dije con su boca respirando en mi oreja, situación que me calentaba mucho, a pesar de los nervios
- Esta noche vas a pensar que te cojo bien fuerte y te vas a tocar pensando en mi, Julieta? - pocas veces me llaman por mi nombre completo, pero tengo que admitir que de la forma en la que me lo dijo, me calentó un montón.
- Si...- alcancé a decir balbuceando. Me dijo "mañana me cuentas", y desapareció.
Yo me quedé un rato para recuperarme de los nervios y la excitación. Volví otra vez a la mesa, tratando de poner mi mejor cara de "acá no ha pasado nada". No sabía si el tipo estaba al tanto que me lo garchaba al hijo y no decía nada, o de verdad no estaba enterado.
La mañana siguiente volví a garchar con Santi. Lo estaba exprimiendo al pendejo, pero se la re bancaba. Cuando terminamos, volví a la pileta donde estaba el padre. Me tiré a tomar sol, hasta que en un momento me levanté y me senté en la barra de un bar que estaba más alejado.
El tipo se me vino al humo. Se puso atrás mío y casi susurrando me preguntó si había hecho lo que me pidió. "Contame, que pensaste".
Yo no podía creer la excitación que me estaba agarrando, con el tipo atrás mío. Me di vuelta y le dije que no era el lugar. "Esta noche", me dijo y se fue. Yo quedé excitadísima. No sabía que hacer. Volví a la pileta, donde estaba Santi y le dije que se encontrara conmigo en mi habitación.
Cuando llegó, lo metí adentro y lo violé. Estaba re caliente. Lo tiré en la cama y le chupé la pija hasta casi hacerlo acabar. Después, me subí encima y lo cabalgué, controlando el ritmo para hacerlo durar, aunque con todos los polvos que nos habíamos pegado, no hizo mucha falta.
Terminé saltando como loca en su verga. Cuando estuve por acabar, lo agarré fuerte de los hombros y aceleré el ritmo. No pude evitar gritar de placer mientras el orgasmo me estremecía todo el cuerpo.
Me bajé de la pija de Santi y le hice un pete sin mis manos. Cuando sentí que se le ponía bien dura como para acabar, la saqué de mi boca y le hice una paja. Increíble la cantidad de leche que tenía acumulada el pendejo.
Volví a la pileta y seguí con mi jueguito con el padre de Santi. Me sentía más puta que nunca. Estaba totalmente excitada y fuera de control. Esa noche, otra vez, durante la cena, me levanté al baño y el tipo me siguió. Me dijo que después de la cena tenía un rato y me esperaba en el bar de la pileta, que no había nadie a esas horas.
No sabía si ir o no. No sabía que iba a querer. Yo sentía un escalofrío subir por mi espalda. Pero mi concha ardía. Me armé en coraje y fui. Él estaba atrás de unos carteles de promociones. Se acercó y me apretó contra su cuerpo.
Tenía mucha fuerza, me excitaba sentirme tan dominada. "Te tocaste hoy, Julieta?", me preguntó al oído. Cuando sentí mi nombre "Julieta" mi concha se hizo un mar. "Si..." le contesté con la voz entrecortada, mientras me animaba despacio a abrazarlo. "Cuéntame".
- Te acostaba en la cama... te la chupaba y te cogía cabalgándote hasta acabar, después te la chupé hasta que acabaste - Si solo supiera que eso se lo había hecho al hijo todos estos días!
- En la boca?
- Si... me la tragué toda - esto no lo hice, pero sumaba para el morbo del momento- Largaste mucha leche... me atraganté y tuve que escupir bastante.
Mientras le contaba, él me manoseaba toda la cola. Yo me dejaba. Metió sus manos por debajo de mi pollera, levantándola. Llevó su mano hacia adelante y me tocó la concha. Mi suspiro le dio autorización para correr la tanguita y meter uno de sus dedos.
"Estás mojada... te calientas pensando estas cosas, Julieta?", me preguntaba mientras su dedo se revolvía dentro mío. Yo no podía ni decir si, aunque por mis gemidos seguro se había dado cuenta. "Qué lindo cuerpo tienes", me decía mientras me manoseaba la cola. "No puedo dejar de mirarte".
Se había ido todo al carajo. Yo estaba colgada de sus hombros mientras él me pajeaba. Bajé mi mano y la metí adentro del pantalón. Tenía la pija durísima, aunque no era tan ancha como la de Santi. Nos pajeamos mutuamente, hasta que sentí como acabó en sus pantalones y mi mano.
"Basta... basta por favor" le pedí. "Quiero que acabes", me decía mientras seguía tocándome. Le dije que ya acabé, que tenía que volver con mi familia. En realidad, no había acabado, pero me agarró pánico de seguir.
Volví al salón y lo busqué a Santi. Yo estaba que volaba. Le pedí de encontrarnos en el mismo lugar que había pajeado al padre. Cuando llegó, nos escondimos detrás de los mismos carteles. Estaba todo oscuro y no había nadie cerca.
Le bajé el short que tenía puesto y me arrodillé a chuparle la pija. Lo hacía totalmente sacada. La escupía y la pajeaba mientras me metía los dedos en mi conchita. Santi no entendía nada, pero disfrutaba de mi boca.
"Cogeme, pendejo cogeme ya" le grité parándome y poniéndome de espaldas. Así como estábamos, me penetró y se aferró fuerte de mi cintura. Comenzó a garcharme con el ritmo que ya me tenía acostumbrada, como un animal.
No podía soportar las embestidas parada, pero él me sostenía. Yo me pajeaba al ritmo que él me cogía. Terminé apoyada contra la barra del bar, con los pies casi en el aire. Era una bestia. Con cada embestida me levantaba por el aire.
Con mi mano me había hecho acabar como dos veces casi simultáneamente. La misma mano que hacía un rato había pajeado al padre de Santi. Estaba totalmente sacada.
Santi se frenó y me hizo sentar en una silla alta que había por ahí. Abrí mis piernas y él se arrodilló frente a mi. Puso en práctica todo lo que le había enseñado y me pegó una violada con la lengua fenomenal.
Yo lo agarré de los pelos y le aplasté la cara contra mi concha. Me chupó casi hasta llegar a mi cola. Me metió dos dedos, que los movía rápido mientras su lengua me regalaba otro orgasmo. Cuando vio que mi cuerpo se aflojó, se paró, agarró de nuevo su pija que seguía dura como un mástil y volvió a cogerme ferozmente hasta acabar.
Mi estado de puta estaba tan fuera de control, que cuando sacó la pija para terminar, me arrodillé y se la chupé, pajeándolo hasta que acabó con la punta apoyada en mi cachete. Dejé que toda la leche caliente golpeara contra mi cara. Después, me la puse en la boca y la limpié.
Me acomodé la ropa y volví al salón, pero antes pasé por le baño. Tenía la cara con leche, y hasta me había salpicado un poco el pelo y el hombro. Mi familia estaba tomando café en el bar. Me senté un rato con ellos, y antes de irme a dormir fui al bar por un trago. Seguía con la cabeza aceleradísima.
Me senté en la barra. Por suerte Santi no había ido esa noche, necesitaba un descanso. Mientras estaba tomando mi caipirinha, siento al lado mío hablar en inglés. Me doy vuelta y veo dos rubiones partibles charlando.
Me quedé mirándolos hipnotizada por la hermosa forma que hacen los hombros y los bíceps. Se ve que no fui muy disimulada porque se dieron cuenta de lo embobada que quedé y se acercaron a hablarme.
No podía creer que no los haya visto antes. "Necesito practicar inglés para rendir en marzo", les dije y nos pusimos a charlar un rato. Matt y Joshua, eran hermanos australianos. Matt estaba con la novia que se había ido a dormir porque se sentía mal, pero Joshua estaba solo. "Te gustaría contratarme como tu profesor particular? de paso, yo practico mi español", me dijo. La respuesta, creo que ya se la imaginan.
Segunda Parte
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Indice
41 comentarios - En el crucero. Parte 1
espero disfrutes los proximos
Van 10pts porque yo si soy bueno.
Espero el desenlace ansioso!
Gracias por pasar
gracias por pasar!
Buen relato van 9 puntos
Yo también tengo la fantasía de hacerlo con una y su hija o su madre jajajajajaaj
gracias por pasar!
gracias por pasar
gracias por pasar 😉
El culito se gana y me parece que el papá tiene todos los números comprados!! jajaja
Ansioso por la segunda parte! 🙂
Besos y puntos!!
gracias por pasar!
Por Diosss
que lindo mendoza para hacer la ruta del vino 🙂
gracias por pasar
cuando quieras venite, estas invitada jaja
me alegro que disfrutes 🙂
Ahora sí... A leer y a dormir bien relajado 😉