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Subiendo la montaña, se cepillaron a mi mujer ( final)

Esa noche llegamos de Fabián, quien nos hizo pasar muy atento, me dio la mano y le dio un beso en la mejilla a mi esposa, que se comportó como si recién lo conociera. La muy puta trataba de disimular.
La noche transcurrió muy amena y tranquila. Élida lo ayudó a servir la cena, y luego a levantar el servicio. Escuchamos música, comimos bien, y antes del postre me quejé de que me dolía un poco el tobillo. Fabián me aconsejó que me recostara un rato y me acompañó al dormitorio que me había descrito. Me dio pena la preocupación de mi mujer y su sugerencia de que volviéramos al hotel. Por nada del mundo.
Allí estaba el balcón cerrado como jardín de invierno que comunicaba ambas habitaciones. Me dejó sobre la mesita de luz unos sedantes y un vaso de agua, y me dijo que esperara a que cesara la música. Que cuando eso ocurriera fuera por el balcón hasta la ventana del otro dormitorio.
Me quedé allí en silencio escuchando la música y haciéndome el dormido por si mi mujer llegaba a venir a verme, cosa que hizo al rato.

* * *
Cuando llegamos a la casa, Fabián nos recibió muy atento, saludó a mi esposo y me dio un casto beso en la mejilla, como si no hubiera estado esa mañana chupándole la verga con ganas.
Nos sentamos en el comedor y me pidió que lo ayudara con la cena. Fuimos a la cocina y allí entre plato y plato nos fajamos de lo lindo. Le acaricié su verga ardiente por encima de la ropa, mientras el me metía los dedos en mi sexo. Estábamos los dos mas que calientes, y soñando con la noche que tendríamos por delante. Eso se repitió cada vez que fuimos a la cocina, mientras Fabián me contaba como se desenvolvería el plan.
Por fin, mi esposo, cumpliendo su parte del trato se quejó del dolor del tobillo. Yo insistí como buena hija de puta, que volviéramos al hotel, pero el se negó , y entonces Fabián lo llevó a acostarse un rato. Al volver al comedor comenzamos a besarnos como desesperados. Luego de un buen rato, y antes de empezar a despelotarnos, me indicó que fuera a ver como estaba mi marido que seguramente iba a simular estar dormido. Eso hice, y efectivamente el cornudo se la daba de dopado por los sedantes. Me acerqué, y le hablé quedo, pero el cabrón no contestó. Era bueno actuando, casi tanto como yo.
Seguimos con lo nuestro cuando volví al comedor. Le abrí la bragueta y me comí su pedazo hasta el fondo. Sentí como me llegaba a la garganta. El me dejó hacer.
- Sigue putita, sigue, hasta el fondo, eso, eso, me decía mientras acariciaba mi cabeza.
- Bueno, es la hora de empezar el show. Haz de cuenta que eres una actriz haciendo un espectáculo para una sola persona. Y no pienses que es tu marido, me dijo mientras me tomaba de la mano y me llevaba al dormitorio.
- Si me perdonas, quiero divertirme. En lo mejor de la previa, voy a ir a ver a mi maridito. Quiero que corra un poco y se canse, dije sonriendo
- Eres mas puta de lo que pareces. Hazlo mi perrita
Apagó la música, que era la señal convenida con el cornudo, y esperamos un momento antes de entrar, para que el se ubicara con comodidad. Y luego comenzamos con la actuación que teníamos programada. Entramos al dormitorio y jugué la modosita tímida que no quiere que se la claven porque es muy fiel a su marido, y que termina cediendo forzada por el macho dominante. En realidad estaba mojada con un lago, y no veía la hora de que me poseyeran.

* * *
Y de pronto, la música cesó.
Yo estaba paralizado. Acababa de entregar a mi fiel mujercita a otro hombre, y para colmo lo disfrutaba. Esa tarde, cuando ella me contó las cosas que los demás le decían creí volverme loco. Tanto me calenté que apenas pude penetrarla y me corrí. No entendí como ella había aguantado tantas insinuaciones sin ceder jamás, y se lo agradecí internamente. Pero ahora estaba a punto de verla tirar con otro hombre y con mi consentimiento, aunque ella no lo supiera. Me levanté con sigilo y abrí tratando de no hacer ruido la puerta balcón. La oscuridad de la noche era total. Me acerqué a la ventana del otro dormitorio, en el cual Fabián había dejado la persiana un poco levantada para que yo pudiera ver por las rendijas lo que pasaba. Las cortinas corridas hacían mas facil la visión. Por otra parte una luz dentro de la habitación y ubicada en el ángulo de la ventana, y alumbrando hacia adentro impedía que se viera mi sombra fuera, pero además destacaba al detalle todo lo que pasaba adentro, aunque era una luz tenue. El muy cabrón había pensado en todo. Me iba a brindar un espectáculo en toda la regla, con mi mujercita como ofrenda.
Entró Fabián, prácticamente arrastrando a mi esposa.
- No Fabián, no me parece bien.
- Vamos zorra, que te pareció bien saltarme encima hoy en la montaña, no?
- No se que me pasó. Nunca fue infiel. Seguramente el lugar, el aire de la montaña, no se, dijo mientras se resistía al empuje del macho, lo que me gustó.
- Yo se que te pasó. Necesitas un poco de sexo salvaje por fuera del matrimonio, vamos, confiesa.
- No Fabián. Soy muy feliz con mi marido, no te equivoques.
- ¿ Cuando fue la última vez que te montó?
- No te interesa, pero fue esta tarde para que lo sepas.
- ¿ Y acabaste?
-Como siempre que tengo sexo con él, mintió, lo que agradecí. En realidad eran escasas las veces que lo conseguía.
- Sin embargo, estás muy caliente, dijo el macho.
- No es verdad
Fabián la abrazó y la beso como un salvaje, mientras su mano se perdía dentro del pantalón con elástico que tenía puesto, hasta llegar a su sexo. Ella intentó retirarse pero la fuerza del macho se lo impidió.
Sacó sus dedos pringosos del pantalón y los chupó delante de ella descaradamente.
- Estás hirviendo zorra. Si hubieras acabado no estarías así. Pero no te preocupes, te voy a dar lo que necesitas. Vamos desvísteme.
Ella se negó y el volvió a someterla con su boca, metiendo su lengua hasta el fondo de su garganta hasta dejarla sin aire. Notoriamente la resistencia de mi mujer estaba cediendo, y era comprensible con el tratamiento que estaba recibiendo.
Cuando se separó, insistió.
- Desnúdame, y mi mujer tímidamente se acercó y comenzó a desabrocharle la camisa. Para ese momento yo ya estaba muy caliente. Y mi mujer, se notaba que a pesar del esfuerzo, era superada por la voluntad del macho. La comprendí perfectamente. No tenía experiencia en lidiar con esta clase de tipos.
Fabián se quedó quieto, dejando que la hembra trabajara. Le quitó la camisa, luego se arrodilló y le sacó los zapatos y las medias, y por fin desabrochó el pantalón y se lo quitó por los pies, dejándolo solo con un slip que estaba a punto de reventar por la presión que ejercía una verga totalmente distendida. En ese punto se levantó y se alejó un paso.
- Todavía te falta, le dijo Fabián dominante.
- Mira, pensemos mejor esto. Mi esposo está ahí al lado. Puede sorprendernos.
- Querida, tu maridito está dormido como un lirón. Le dí unos sedantes para dormir elefantes. Así que no va a despertarse aunque grites como una virgen cuando te clave contra el colchón. Vamos, sigue con tu tarea, dijo poniendo sus brazos en jarra.
Mi mujercita, con cara de asustada, volvió a acercarse, y por un momento tuve deseos de intervenir para evitar que sufriera esa servidumbre, pero me aguanté. Había arreglado esto y quería verlo.
Se colocó frente a él y tomó los laterales del slip. Fabián la detuvo.
- No querida. Me lo quitarás arrodillada frente a mí. Será mas fácil para lo que vendrá después. Mi mujer y yo nos imaginábamos lo que vendría. Ella puso cara de susto y a mi la verga se me estiró un par de centímetros.
Lentamente se arrodilló, y tomó el slip para bajarlo. Cuando lo hizo una verga dura como un hierro saltó como una fiera que deja su jaula y quedo oscilando delante de la cara de mi esposa.
Fabián salió del slip, provocando con sus movimientos que el péndulo siguiera moviéndose.
- A hacer lo que mejor sabes, putita, le dijo volviendo a poner los brazos en jarra y exhibiendo impúdicamente su lanza enhiesta.
Y la escena que sorprendí en la montaña se volvió a repetir, esta vez a escasos dos metros de distancia. Ver como esa verga se perdía en la boca de mi mujercita me enloqueció. Esta tarde me habia hecho lo mismo, pero esta verga era de cuidado. No me imaginé como había para tragarsela toda. Luego de un rato, Fabián tomo su cabeza y comenzó a masturbarse en su boca.
- Eres buena para esto. Me imagino que tu marido lo debe disfrutar. Que placer que me das, zorrona. Te lo voy a compensar no te preocupes. Va a valer la pena.
Evidentemente, desde el momento que mi mujer tocó esa verga, ya no tenía mas control sobre su cuerpo. Se la veía excitada y descontrolada.
- Ahora quiero que te desnudes muy lentamente. Y que valga la pena, dijo mientras la levantaba del suelo y la obligaba a dejar el pirulín. La verdad que mi mujer tenía pocas ganas de dejarlo.
- Primero quiero ver si mi marido está realmente dormido.
Hija de puta!!!!, tuve que apurarme en volver al dormitorio y acostarme. Al rato mi mujercita se asomó por la puerta y me llamó. No respondí. Se acercó y me movió.
- Por favor despierta, y vamos a casa. Hazlo por mí, dijo con una voz que se notaba que estaba asustada. Me dio pena, pero estaba decidido a seguir con el plan. Seguí inconsciente. Lentamente se retiró y cerró la puerta detrás de ella.
Esperé unos segundos y luego me dirigí de prisa hacia mi ubicación anterior.
Cuando llegué, mi mujercita se estaba desnudando lentamente, con mucha sensualidad y con cara de susto, que seguramente no hacía mas que calentar al macho que la iba a cepillar. Y a mi.
Fabián sentado en la cama disfrutaba del espectáculo.
- Eso, eso perra, así me gusta, decía mientras se masturbaba lentamente, como si supiera que eso la ponía a mi mujer. Se volvía loca cuando yo me masturbaba delante de ella, y de hecho, mientras se desnudaba, a pesar del miedo de sus ojos, mordía su labio inferior y no quitaba los ojos de esa verga turgente.
Cuando estuvo completamente desnuda y mostrando todos sus atributos a pleno, Fabián se levantó, la tomó de la mano y la hizo sentarse en el borde, a los pies de la cama. Luego lentamente hizo que apoyara su espalda en el colchón.
- Dime ricura ¿ te gusta que te la coman?
Ella trató de juntar las piernas instintivamente aunque como el macho estaba en el medio no lo consiguió.
- Nunca me lo han hecho, contestó con sinceridad. Era verdad.
Fabián se rió.
- ¿ Me vas a decir que tu marido nunca te metió la lengüita en el coño? Pues no sabe lo que se pierde , ni tu tampoco. Ya verás.
Y uniendo el dicho al hecho, se arrodilló, colocó las piernas de mi mujer sobre sus hombros, la trajo bien hasta el borde, y en esa posición hundió su cara entre sus piernas. Mi mujer se aferró de las sábanas como si fuera a romperlas.
- Uhhhhhhh, fue todo lo que dijo ante las sensaciones que esa lengua le estaba proporcionando.
Cerró los ojos y se quedo inmóvil. Lentamente fue soltando las sábanas y sus manos se aferraron de la nuca del macho, empujándolo para que se metiera mas adentro, si eso era posible.
Siguieron así un largo rato y con asombro vi que mi mujer comenzaba a sacudirse, a temblar y por fin explotó en un orgasmo salvaje. Sus piernas se tensaron levantándose de los hombros del macho. Sus manos se apoyaron en sus propios muslos mientras su cuerpo se elevaba de la cama, para terminar cayendo totalmente entregada sobre el colchón con sus brazos en cruz. El clímax había sido muy profundo. Lentamente saqué mi verga y comencé a masturbarme. El espectáculo era increíble.
Por fin, Fabián se levantó de su posición, y Élida ya recuperada se sentó en la cama.
- Ahora, acuéstate bien porque te voy a bombear un rato, le dijo acariciándole con ternura el cabello.
Mi mujer, obediente, retrocedió hasta apoyar su cabeza en la almohada. Se quedó allí con las piernas flexionadas y abiertas, mostrando que estaba receptiva para lo que quisieran darle.
Lentamente el macho subió a la cama, y se acomodó entre sus piernas, para comenzar a besar su rostro, su cuello y su boca, mientras se apoyaba en sus codos para no aplastarla. También dedicó un tiempo a sobarle los pezones y a chuparlos. Mientras, mi mujer, metiendo una mano entre los dos cuerpos, comenzó a masturbar lentamente su herramienta, enfureciéndola aún mas, si eso era posible. Realmente daba miedo el pedazo de rabo que apuntaba a mi tierna mujercita. Si o fuera porque ya había visto como se lo tragaba, hubiera dudado que pudiera.
- Acomódalo tu, le dijo al oído y ella con una mano abrió su vagina, separando los labios y con la otra descapuchó la verga y la acomodó en la entrada.
Se miraron con deseo. Era evidente la comunión que había entre ellos. Y mientras se miraban Fabián avanzó y la cabeza de su verga se perdió dentro de mi esposa, que en ese momento cerró los ojos por un segundo, para luego abrirlos y tratar de apoderarse de la boca del macho, lo que este permitió. Mientras mi mujer le metía la lengua hasta el fondo, Fabián la iba clavando sin prisa, pero sin pausa, hasta que sus cuerpos se chocaron. Allí mi mujer soltó su boca y gimió de placer, al sentirse llena como nunca antes. Para colmo el orgasmo que había tenido un rato antes la había dejado muy sensible, porque fue sentirla toda adentro y volver a acabar.
- Pero mira que eres una puta calentona. Es complicado satisfacerte perra. No creo que alcance todas las vergas del pueblo, le decía mientras comenzaba a bombearla salvajemente.
- No,no alcanzan, dame mas, dame mas, reviéntame cabrón, partime en cuatro, pedazo de marica, decía mi esposa totalmente sacada.
- ¿ Cómo te arreglas con la de tu esposo solamente?
- Me la aguanto papi, me la aguanto, pero hoy quiero verga, mucha verga, y quiero que me des leche, que me inundes, que me bañes. Quiero irme preñada, decía mientras se movía como una víbora clavada a una estaca, que era mas o menos lo que estaba pasando.
Yo estaba enloquecido. Nunca había visto a mi mujer de esta forma. Y tuve miedo. Después de sentir lo que estaba sintiendo ;¿ Volvería a negarse al carpintero o al muchachón de la esquina? Le estaba tomando el gusto a las vergas ajenas y esto era peligroso. Muy peligroso. Pero por el momento me corrí como un salvaje, a pesar de que habia dejado de masturbarme y para colmo, ni siquiera se me bajó. Tuve que seguir mirando la escena con mi pija dura. Nunca me había pasado.
Fabián se retiró un poco y levantó las piernas de mi mujer calzándolas sobre sus hombros para en esa posición arremeter nuevamente con su ariete, que ahora sí entraba hasta el fondo, como indicaban los gritos de mi esposa. La estaba partiendo realmente. Me asusté hasta que pude entender sus gritos.
¡¡¡¡ Asi cabrón marica!!!! Dame todo lo que tienes que me lo como, vamos empuja, empuja fuerte no seas puto . Muéstrame lo que es un hombre, lo desafiaba y Fabián como respuesta empujaba mas y mas y la bombeaba cada vez mas violentamente. Y de pronto se quedó extático, Gruñó como un animal y se aplastó sobre ella, mientras sus nalgas mostraban como estaba inyectando su semen dentro de mi mujer. Era salvaje.
- Ahí te va perra, y otro, y otro más. Te inundo con mi leche cabrona puta, te voy a preñar, te voy a preñar, decía mientras arremetía y contraía sus nalgas liberando los espesos chorros de semen que mi mujercita deseaba.
Luego de unos minutos, Fabián rodó y quedó a su lado. Mi mujer quedó con las piernas separadas y un verdadero río de grumos blanquecinos comenzó a decantar de su vagina. La acabada había sido impresionante. Si mi mujer no se cuidara, no tengo dudas que la hubiera preñado.
Los dos se pusieron de costado y comenzaron a besarse. Una verdadera ceremonia de amantes, como si existiera amor entre ellos, cosa que yo sabía que no era así, pero sus besos eran tiernos y dulces.
- Ha sido hermoso nena, hermoso. Ahora levántala de vuelta que quiero seguir. La noche es joven, dijo, y mi mujer corriéndose hacia abajo se metió en la boca la verga morcillona, tal como había quedado de la sesión anterior.
Durante un rato solo se oyó el chupeteo de mi esposa. Y por fin, con un rostro victorioso, volvió a colocarse como antes.
-Ahora te vas a dar vuelta, le dijo Fabián y ella obediente giró quedando de frente a la ventana donde yo estaba.
Fabián se ubicó detrás de ella, levantó su pierna, la acomodó sobre su cintura, y en esa posición tomó su verga tan dura como antes, y se la endiñó de una, hasta el fondo. Mi mujercita se ve que estaba dilatada porque esta vez no dijo nada. Apenas si puso una cara de puta para el campeonato.
Una de las manos del macho magreaba sus tetas, mientras la otra la aferraba del cuello, como si quisiera ahorcarla. Mientras yo veía como su verga entraba y salía de mi esposa. Los movimientos sinuosos del macho eran repetidos por el elástico cuerpo de mi mujer. Ahora entendía porque iba a hacer gimnasia. Para moverse como una verdadera puta.
Media hora después, y cuando ya la había hecho pasar por diversas posiciones, desde tenerla en cuatro patas hasta cogérsela de pie contra la pared, haciendo que mi mujer acabara varias veces, abandoné el mirador. Yo mismo había acabado dos veces más. La última fue solo mental porque nada tenía ya para soltar. Destruido volví a mi cama a esperar que Fabián viniera a “ despertarme” para llevarme a casa.
Pasó todavía una media hora mas, y por fin, Fabián correctamente vestido, vino a despertarme para llevarme a casa. Mi mujer aunque simulaba, se notaba que le costaba moverse, y es que seguramente la sesión había sido demasiado para los hábitos sexuales a los que estaba acostumbrada. O eso quise creer.
Me dejaron en el hotel, y mi mujer bajó a pedir que me prepararan un té, dejándome solo con Fabián.
- Te diste el gusto, cabrón, le dije
- La verdad que valió la pena, y espero que hayas disfrutado del espectáculo, dijo sonriendo.
- Ha sido interesante y sinceramente lo disfruté, pero te envidio la presencia de ánimo. Yo no podría cogerme a una mujer con el marido mirando.
- Son años Ricardo. En este trabajo ya he visto de todo. Y ahora te dejo que descanses. Trata con cariño a tu mujer por unos días hasta que se recupere. Suerte.
Se levantó y llegó a la puerta. Se detuvo y me miró.
- Tengo que explicarte que no lo habíamos hablado previamente, ni tampoco lo habías puesto como límite, así que cuando tu mujercita me pidió que la sodomizara, lo hice con mucho placer. De ahora en adelante te será fácil encularla. Se lo abrí bien. Te lo dejo como regalo. Abrió la puerta y salió.
Me quedé helado. El hijo de puta había sodomizado a mi mujer. Con razón no podía caminar. Y yo no lo había visto.
Me quedé pensando cuan complicado sería que el muchachón de la esquina viniera a casa a sodomizar a mi mujer, y así poder disfrutarlo en vivo y en directo. Pero esa será otra historia.

7 comentarios - Subiendo la montaña, se cepillaron a mi mujer ( final)

taypostre
muy bueno! te deje +5 pero esta mal escrito en algunos pasajes.. hiciste un copy paste parece y te quedo desordenado
pulga53
Gracias por el dato. Mientras lo escribo lo voy modificando y a veces ocurre esto. Ya está corregido
falo-preto
muchos copiar y pegar
pulga53 +1
Gracias por el dato. Mientras lo escribo lo voy modificando y a veces ocurre esto. Ya está corregido
kramalo
muy bueno..!! muy caliente. lo que si, fijate que se te repitieron los párrafos...
pulga53
Gracias Kramalo
yonofuimam
re caliente el relato...excelente
Si-Nombre
Gracias por compartir fue delicioso leer como se cogieron a tu preciosa mujer, felicitaciones y espero lo sigas disfrutando al máximo y nos hagas disfrutar a todos!!!!