Queríamos comentarles que estamos empezando un nuevo proyecto de relatos más cortos. La idea es un relato por día, donde la historia de cada uno empiece y termine ese mismo día. Pero para calentar más la cosa, la pagina se basaría únicamente en fantasías. Les dejamos el link para que nos vayan siguiendo ya que en los próximos días empezaremos a subir los primeros relatos.
Muchas gracias por todo!
http://www.poringa.net/FantasiasH
Esta es la historia de Gabriela, una diosa de 25 años que tiene muchas ganas de contarnos su vida repleta de hombres, amigos, engaños y muchas anécdotas sexuales. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…
Capítulo 49: Al límite
Parecía que las cosas iban a terminar de cerrar por una vez en mi vida pero no, siempre pasa algo o aparece alguien que te hace tambalear y dudar de lo que querés. A pesar de mi noche mágica con Gastón yo seguía teniendo ese alguien y era nada más y nada menos que Tomás. Sí, el chico que se me había grabado cogiéndome la cola y lo había compartido con todo el mundo humillándome y ahora estaba de novio con una pendeja a la cual odiaba, seguía siendo mi debilidad. ¿Quién lo iba a pensar?
No fue hasta un mes y medio después, cuando ya estaba saliendo oficialmente con Gastón, que me habló y me invitó a “una fiesta”. De entrada lo ignoré pero después vi que la fiesta era real y no era solamente una excusa para hablarme. Natalia me confirmó de que dicha fiesta que estaban organizando él y Emiliano era real y que ella y las otras chicas iban a ir. “¿Y por qué me invitás a mi?” le pregunté por whatsapp después de que insistiera con la propuesta. “Quiero arreglar las cosas Gabi. Vos y yo terminamos mal y me gustaría que por lo menos nos lleváramos bien” me dijo pero yo no le creí nada. Me había acostado con él hacía unos meses y tenía mis razones para no creerle.
Sin embargo Natalia Silvina e Ingrid insistieron tanto que terminé aceptando solo con la condición de que no me iban a obligar a hablar con él. Francisco y Matías también iban a ir, así como muchos otros ex compañeros míos de la facultad y enseguida volvió la duda. ¿Quería ir yo a un evento donde iban a estar todas las personas que me vieron en el video? ¿Quería pasar una noche con toda esa gente que había visto como me cogían la cola y me acababan en la cara? ¿Me la iba a aguantar? En un momento pensé en decir que sí y “sentirme mal” a último momento, pero cuando Natalia se dio cuenta que estaba dudando, enseguida me dijo que si no iba me iba a buscar a mi casa.
- Y no vayas boluda.- Me dijo Flavia cuando me junté una tarde a hablar con ella.- Si te vas a sentir mal, ni te gastes. ¿O no amor?- Le preguntó a Romina.
- Si, de una.- Contestó ella distraída.
Flavia y Romina venían atravesando un momento difícil. Obviamente mi amiga estaba en su primer relación lésbica y no estaba acostumbrada a eso y la otra ya quería mover las cosas a un nivel más serio. “Me habló de casarnos en unos dos años. No sé, como que va muy rápido” me comentó Fla, cuando Romi se fue al baño. Además Flavia entraba en su primer remolino de dudas si de verdad le gustaban las mujeres o era solo una etapa y estuvo dos meses hasta que por fin comprobó que las pijas no le gustaban para nada. El problema fue que terminó cortando con Romina, que a pesar de la sorpresa, todas entendimos que no daba para más.
Así llegó el 16 de Abril de 2016, el día de la fiesta. Hace tan solo un mes y medio me reencontré con Tomás después de casi medio año evitándolo por todos lados. Lo saludé haciéndome la superada y enseguida me fui a preparar unos tragos con las chicas. Como era de esperar me había vestido bien provocadora. Tenía un jean tiro alto que me marcaba mucho la cola, un top negro que dejaba ver parte de la panza y mucha espalda y el pelo bien planchado para que cayera sobre mis hombros. Además estaba bien maquillada y producida, podría decirse que esa noche levanté varias miradas. Pero la persona que más me vigiló fue Maipi.
La pendeja, la novia de Tomás, la forrita de la facultad, llegó con un séquito de amigas en las que se incluía a Ana Laura y se pusieron en el medio de la casa a bailar como si fuesen unas pendejitas de 17 años. Obviamente muchos chicos se coparon con ellas e intentaron levantárselas, pero las putitas seguían haciéndose las lindas y rechazaban a todo el que se acercaba. Tomás, Emiliano y Francisco fueron los únicos tres que consiguieron sumarse a la ronda de ellas. Nosotras las mirábamos con asco algo alejadas.
- ¡Que pendejas por favor!- Las criticó Silvina y sentí un gran aprecio por mi amiga.
- Sin embargo están re buenas.- Dijo la voz de un hombre y cuando nos dimos vuelta vimos a Matías.
- ¡Ay Matías! ¡Qué baboso que sos!- Lo critiqué y él se rió.
- ¿Qué querés que le haga? Están buenas.- Insistió.- Ustedes también están buenas.- Agregó al ver nuestras caras y todas nos reímos.
- ¿Cuál te gusta más?- Le preguntó Natalia.
- Todas son lindas.- Siguió él, pero al ver que no nos convencía agregó:- Pero me copa más Ana Laura. ¡Sí, sí ya se! Es la más gordita. Pero a mi no me gustan las flacas escuálidas. Aparte Ana tiene unas tetas infernales.- Agregó mirando como las gomas saltaban al ritmo de su cuerpo.
La noche siguió y a medida que pasaban las horas iba pasando el alcohol. La fiesta era en una casa alejada del centro, con un patio enorme, un living gigante, dos baños y una pieza al fondo, ideal para hacer fiestas. El alcohol seguía corriendo y cuando parecía que se iba a acabar los chicos sacaron más del auto y los festejos fueron unánimes. Cerca de las 4 de la mañana muchos estaban en pedo y ya hacían cualquier cosa. Matías se animó a encararse a Ana Laura y a pesar de que ella le dijo que no la primera vez, cuando fue por su segunda oportunidad ella terminó llevándoselo al living para sentarse sobre él en un sillón. Ingrid, siempre zarpada, desapareció a mitad de la noche con un chico que nadie conocía y todos supusimos a donde había ido. Francisco y Natalia, nuevamente se encontraron en una escena amorosa, patética y súper actuada donde ella le reclamaba amor, él la rechazaba, ella lloraba y él le decía que la amaba. A Silvina y a mi solo nos faltaba el pochoclo.
Pero la escena gloriosa de la noche se dio media hora después de las 4 cuando Maipi, en un estado de alcoholemia total, empezó a gritarle a Tomás que era un hijo de puta, que como me había invitado a mí, que seguro que quería hacer un trío con las dos y que lo iba a dejar. Él, tratando de disimular todo se la llevó a la pieza, pero ella no llegó al pasillo que empezó a vomitar todo el alcohol que había tomado. Después de hacerla pasar al baño, logró meterla en la pieza y la puerta se cerró de un golpe.
Me acerqué a ver si estaba todo bien, pero no se escuchaba bien. Decidí dejar pasar unos segundos y me avivé mandándole un mensaje a Tomás. “¿Todo bien?” le pregunté y él me contestó segundos más tarde “Sí, sí todo bien. Estaba en pedo. Perdón. ¿Te fuiste?”. “No” le respondí “Estoy acá afuera” agregué al ver que quedaba muy cortante. “Ah de una. Ahora salgo, Maipi se quedó dormida” me dijo él. Pero yo aproveché la ocasión y abrí la puerta, entré y cerré.
La situación era patética (para ella obvio), estaba acostada sobre un borde de la cama, dormida en un sueño profundo y había vómito en el piso. Caminé un poco más para evitar esa imagen y llegué hacia el otro lado donde estaba él y me senté al lado. “Perdón” me dijo enseguida y empezó a explicar que no era su intención hacerme pasar un mal momento. Yo le dije que no tenía que explicar nada, pero le pregunté si de verdad la quería a ella. “Hay días que no la puedo ni ver” fue su respuesta y eso me dio pie a hacer lo que hice después.
Me abalancé sobre su boca y él aceptó mi beso sin reproches. Fueron segundos, tal vez medio minuto, pero pareció muchísimo más tiempo. Mi mano apoyada sobre su cara y nuestros labios juntos mantuvieron contacto después de casi seis meses, en esa noche mía de cumpleaños. Pero Tomás se alejó y me miró con curiosidad. Se quedó callado y no supo que decir, yo obviamente no iba a hablar.
- Acá no Gabi. Está Maipi.
Su respuesta volvió a ser favorable a mi. “¿Acá no?” o sea que si Maipi no estaba no había problema. ¿El inconveniente para aceptar mi beso era ella?. “No se Gabi. Me confundís. Aparte estoy algo mamado” me dijo cuando le pregunté eso. Pero yo lo tenía decidido, esa noche no dudaba y quería estar con él. Volví a inclinarme sobre su boca y él enseguida se movió. “Tomás” lo reté levantando las cejas y sonriendo. Él no se pudo contener y me besó.
La reacción fue instantánea y en pocos segundos pasó de todo. Acordamos que no podíamos hacer ruido y que iba a tener que ser de parados, así como el hecho de que no podíamos confesarle a nadie lo que estaba a punto de pasar. Me levanté y me saqué las botas mientras él se desabrochaba la camisa se bajaba el jean. Yo me tuve que sacar el pantalón por completo, pero decidí dejarme el top. “De nada sirve si se levanta y nos ve cogiendo contra la pared” le dije señalando a su novia cuando le quise sacar por completo la ropa, pero él insistió en quedarse vestido.
Me arrodillé frente a él y comencé a chupársela. Tenía la pija bastante dura, pero había que ponerla al palo. Así que le di unos buenos besos y una rica lamida mientras de reojo miraba a su novia que estaba acostada a un metro de nosotros. Mientras lo pajeaba con una mano, con la otra le tocaba las bolas y los muslos. Saboreaba cada centímetro de su cuerpo y le lamía la cabeza con pasión. Esa pija de 18 centímetros y bien gorda que tantas alegrías me había dado, estaba a punto de darme placer una vez más.
Tomás no aguantó mucho y cuando estuvo al palo me levantó, me dio vuelta y me obligó a agachar la espalda. Metió su dedo entre mis piernas pero no hacía falta, yo estaba muy mojada. Apoyó su cabeza sobre mi concha y la metió toda de una y tuve que llevarme la mano a la boca para no gritar. Me tomó de la cintura y comenzó a darme bien fuerte. La metía y la sacaba casi por completo y lo hacía bien rápido. Yo sentía que los ojos me iban a saltar en cualquier momento. Me mordía los dedos para no gritar y trataba de no emitir un solo ruido por más que me costara. Miraba como Maipi dormía al lado nuestro y eso me excitaba más.
Tomás decidió cambiar de pose, pero no había muchas posibilidades, decidí acostarme boca arriba sobre la cama y a pesar de que mi cabeza quedó a centímetros del cuerpo de su novia, él me la metió de lleno y me volvió a coger. La cama empezó a rechinar y en un intento por no hacer ruido me levantó de la cola. La penetración era tan profunda que no podía aguantar más. Tenía que acabar, tenía que gritar.
Emití un gemido agudo y sentí el orgasmo llegar. Segundos más tarde le pedí que me llenara de leche y Tomás me volvió a apoyar sobre la cama, me sacó su pija de adentro y se comenzó a pajear encima de mí hasta llenarme la panza y la cintura de leche calentita. Lo miré con una sonrisa y pude ver como su mirada iba desde mi cara hasta la de su novia que seguía dormida.
Me limpié, nos cambiamos y él se acostó al lado de ella y cuando yo terminé de acomodarme ya estaba dormido. Los miré juntos unos segundos y pensé en despertarla y contarle, “sería justo para ella” pensé. Pero tan solo un segundo después sentí algo por Maipi que no había sentido nunca antes. Sentí lástima por ella.
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