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El despertar de Marisa III

Parte III (segunda parte acá)

En las semanas siguientes se fue plasmando el deseo de Marisa, su hijo y su alumna avanzaban hacia lo que sería un noviazgo. Ya no era necesario que ella la invite a cenar para que se vean. Salían al menos una vez por semana, aunque los padres de Anto eran bastante chapados a la antigua y no la dejaban volver muy tarde. Esta situación había sido aceptada inicialmente por Facu; aunque el muchacho necesitaba algo más de tiempo para dar rienda suelta a sus instintos.

Atenta, como siempre, a cada cosa que le pasaba a su hijo preferido, Marisa encaró a Facu y le preguntó si tenía algún problema con Anto. El joven no dudó en contarle cual era el inconveniente, por lo que ella decidió tomar el toro por las astas. Sabiendo que los padres de la chica no iban a permitir que ambos salieran solos durante una noche entera, se ofreció a dialogar con ellos para que la dejen pasar una velada de películas donde juró estaría siempre presente. Con la autorización de los padres, Antonella pudo ir a la casa de Facu el sábado a la noche.

Esa noche, repitieron las rutinas de las primeras épocas. Charlaron, comieron y cuando la sobremesa ya no daba para más, Marisa puso una excusa para dejar a los dos chicos viendo una película. Ni bien pisó el último escalón, sintió como los jóvenes se abalanzaban uno sobre otro. Lo que calentó por demás a Marisa, que sigilosamente volvió sobre sus pasos a espiar. Facu estaba sentando, con Anto sobre él, estaban confundidos en uno solo, con sus bocas pegadas y sus manos explorando torpemente su cuerpo.

La situación calentó por demás a Marisa, que instintivamente acerco su mano a uno de sus pechos, lo apretaba, mordía su labio, mientras fisgoneaba como su hijo y la novia estaban besándose. La situación estaba fuera de sí, Anto se movía sobre Facu como si estuvieran teniendo sexo, pero ambos tenían la ropa puesta. Se sentían pequeños gemidos, y cada tanto la mano de Anto impedían que Facu avanzará aún más por debajo de la ropa.

Marisa estaba excitada por demás, sus manos ya jugaban con su vulva, que despedía todos los jugos posibles. Los dedos resbalaban suavemente producto de su humedad, dándole una sensación placentera en todo su sexo. Cada tanto, se mordía más fuerte sus labios para no gemir y ser descubierta, mientras los chicos seguían en una faena que era inocente, caliente e inexperta. Se vislumbraba la necesidad de llevar el placer un paso más allá, pero al mismo tiempo los miedos de cualquier inexperto. Esta combinación volvía loca a Marisa, que no se contuvo y chorreo su ropa interior en un orgasmo que recorrió su cuerpo.

Se relajó un segundo y, antes que alguno de los dos notara su presencia, subió las escaleras para cambiarse. Ya en su cama, agudizó su oído para adivinar los gemidos provenientes de abajo y volvió a darse placer más tranquila. Un rato después bajó haciendo ruido para que los jóvenes tuviesen tiempo de acomodarse y se ocupó de llamar a los padre de Anto.

Al otro día, Facu le agradeció haber realizado la cena. Marisa se sentía compinche y satisfecha por su tarea. Por ese motivo, le prometió a su hijo que la próxima semana iba a realizar otra cena. Pero a cambio, le exigió que sea muy cuidadoso con lo que hacía con Antonella, le recordó lo celosos que eran sus padres de algunas costumbres y le pidió por favor que si pensaba tener sexo que le avise, así organizaban las cosas con más antelación. Este último pedido irritó a Facu, que esgrimió una breve respuesta, pero terminó aceptando lo que proponía su madre.

La semana siguiente se volvió a repetir el ritual. Como si fuese una obra de teatro, cada uno de los actores decía al dedillo lo que les correspondía para mantener las formas hasta después de la sobremesa. Cuando subió, Marisa se quedó mirando por la escalera nuevamente. Excitada, aunque un poco menos que la vez anterior, su mano ya no tenía pudor en entrar entre sus piernas para jugar con su vulva, mientras observaba a los dos adolescentes besarse y tocarse. Pero una escena terminó por romper la cabeza de señora de la casa.

Anto se quitó el pullover que solía llevar y debajo no tenía nada. Las tetas de joven asomaban firmes, turgentes, redondas coronadas por una areola rosada clara y un pezón perfecto. Las hormonas de Marisa no se contuvieron y comenzó a frotar su clítoris con las ganas que su hijo chupaba y tocaba las tetas de la novia. Los jóvenes estaban cegados por su excitación y los gemidos inundaban la habitación de abajo, Marisa no paraba de masturbarse pese a que su primer orgasmo había ocurrido hace unos minutos.

Para ese entonces, los pantalones de Marisa estaban por sus rodillas, sus tetas afuera de su bluza y corpiño, lo que imposibilitaban cualquier escape. Por un segundo tomó conciencia de su desventaja, pero para su sorpresa Anto estaba sacando la pija de su hijo para empezar a masturbarla. La situación la encendió de vuelta, volvió a arremeter con sus dedos contra su concha, metiendo dos dedos con una velocidad asombrosa, alcanzando en pocos segundos un nuevo orgasmo. Facu tampoco pudo contener la paja que le propinaba su novia, y la corrió rápidamente de arriba para evitar cualquier mancha indeseada. Cuando Anto se paró, Marisa pudo ver sus pechos en toda la dimensión, y quedó marcada por esa figura.

Antes que Facu pueda levantarse del sillón, Marisa se incorporó como pudo y subió a su cuarto sin hacer ruidos. Escuchaba como los dos jóvenes se reían de lo sucedido entre ellos y se alivió por no ser descubierta. Se cambió y volvió a masturbarse con las imágenes que su retina conservaba de esa noche.

Continuará…

Ultima Parte

3 comentarios - El despertar de Marisa III

FreddySab +1
Que buena saga, ya quiero la otra parte
HJTompson
Gracias! Queda la última, cuando la termine la subo
kramalo +1
esta bueno...!! Marisa es puro dedo...jaa!!
HJTompson
jua! Gracias
viciosomdq +1
Buenísimo Master!!! Por error comenté primero en la última parte...