A medida que los días pasaban me sentía más a gusto en mi trabajo. Tal mi primera impresión todos eran muy agradables.
Mi jefe, Patricio, era muy profesional. Pasaba muchas horas en la oficina perdido en su tarea, pero siempre había un momento en el día en el que pedía un par de cafés y quería que yo también descansara un rato. Ese momento lo aprovechábamos para hablar del día laboral, analizar las tareas cumplidas y pendientes, pero también hablábamos de cuestiones extralaborales. Así fue que me enteré que no era casado, que su trabajo le dejaba poco tiempo libre y que lo usaba para hacer deporte y compartir cenas con amigos. Nos pasábamos datos de buenos lugares para ir, algunos pubs con onda, realmente nos llevábamos muy bien.
Debo confesar que siempre me pareció atractivo, pero el trabajo no es lugar de conquistas, tal como se lo dejé en claro a un par de compañeros que quisieron avanzarme. Y mucho menos con mi jefe! La verdad que me sentía cómoda y no iba a perder todo por una calentura. Claro, que al saber que no había Sra. Celaya me fui cambiando un poco mi forma de vestir. Sobre todo para juguetear con todos esos babosos que me cruzaba a diario. Después de todo... a qué mujer no le gusta seducir?
Patricio había notado que me comían con los ojos, solía ser motivo de cargadas y risas en nuestro descanso diario.
- El secretario del Dr. Fernández no sabe qué hacer para ganarte!!
- Jajaja si, lo sé, lo intentó un par de veces pero no tuvo suerte
- Pobre! Habrá algún afortunado alguna vez?
Esa pregunta me sonó rara, el tono de voz, la mirada intensa, la seriedad... Son ideas mías? O mi jefe quiere algo más que una relación laboral?
No sé que me pasó en ese momento, fue como si una nueva puerta se abriera antes mis ojos. Mil pensamientos eróticos que involucraban a mi Patricio se cruzaron por mi cabeza.
Sonrojada, le dije que volvía en un minuto.
No pude evitarlo, mi imaginación me llevó directamente al baño
No podía controlar mi excitación, por mi cabeza pasaban las más diversas escenas...
Mi sexo ardía y chorreaba a la vez, necesitaba imperiosamente satisfacer ese deseo que crecía en mí... Y fue inevitable, encerrada en el baño, empecé a tocar mi clítoris, a rozarlo, amasarlo, hasta acabar entre gritos silenciados...
Recobrada la compostura volví a la oficina... El día terminó como de costumbre, y en los siguientes nada cambió. Sin dudas fue mi cabeza que me jugó una mala pasada.
Un viernes en nuestras conversaciones diarias, me contó que cocinaba muy bien, y como prueba ante mi descreimiento me invitó a cenar, a su casa. Él iba a preparar un menú especial.
No sabía si aceptar la oferta, después de mi sensación aquella vez... pero bueno, una cena no significaba nada, era mi jefe, pero era sólo eso, una cena.
Terminado el día, salimos de la oficina y fuimos directo a su departamento. Muy lindo, muy bien decorado, en el living imperaba un sillón, muy similar al del estudio... Un fetiche quizás? No Lorena! no vayas por ese camino.
Me pidió que lo espere un minuto y volvió sin su traje habitual, vistiendo un simple jean y remera y descalzo. Sugirió que me quitara los tacos (mis pies agradecidos!) y así empezó la noche, con una copa de vino y charla distendida.
Mi jefe, Patricio, era muy profesional. Pasaba muchas horas en la oficina perdido en su tarea, pero siempre había un momento en el día en el que pedía un par de cafés y quería que yo también descansara un rato. Ese momento lo aprovechábamos para hablar del día laboral, analizar las tareas cumplidas y pendientes, pero también hablábamos de cuestiones extralaborales. Así fue que me enteré que no era casado, que su trabajo le dejaba poco tiempo libre y que lo usaba para hacer deporte y compartir cenas con amigos. Nos pasábamos datos de buenos lugares para ir, algunos pubs con onda, realmente nos llevábamos muy bien.
Debo confesar que siempre me pareció atractivo, pero el trabajo no es lugar de conquistas, tal como se lo dejé en claro a un par de compañeros que quisieron avanzarme. Y mucho menos con mi jefe! La verdad que me sentía cómoda y no iba a perder todo por una calentura. Claro, que al saber que no había Sra. Celaya me fui cambiando un poco mi forma de vestir. Sobre todo para juguetear con todos esos babosos que me cruzaba a diario. Después de todo... a qué mujer no le gusta seducir?
Patricio había notado que me comían con los ojos, solía ser motivo de cargadas y risas en nuestro descanso diario.
- El secretario del Dr. Fernández no sabe qué hacer para ganarte!!
- Jajaja si, lo sé, lo intentó un par de veces pero no tuvo suerte
- Pobre! Habrá algún afortunado alguna vez?
Esa pregunta me sonó rara, el tono de voz, la mirada intensa, la seriedad... Son ideas mías? O mi jefe quiere algo más que una relación laboral?
No sé que me pasó en ese momento, fue como si una nueva puerta se abriera antes mis ojos. Mil pensamientos eróticos que involucraban a mi Patricio se cruzaron por mi cabeza.
Sonrojada, le dije que volvía en un minuto.
No pude evitarlo, mi imaginación me llevó directamente al baño
No podía controlar mi excitación, por mi cabeza pasaban las más diversas escenas...
Mi sexo ardía y chorreaba a la vez, necesitaba imperiosamente satisfacer ese deseo que crecía en mí... Y fue inevitable, encerrada en el baño, empecé a tocar mi clítoris, a rozarlo, amasarlo, hasta acabar entre gritos silenciados...
Recobrada la compostura volví a la oficina... El día terminó como de costumbre, y en los siguientes nada cambió. Sin dudas fue mi cabeza que me jugó una mala pasada.
Un viernes en nuestras conversaciones diarias, me contó que cocinaba muy bien, y como prueba ante mi descreimiento me invitó a cenar, a su casa. Él iba a preparar un menú especial.
No sabía si aceptar la oferta, después de mi sensación aquella vez... pero bueno, una cena no significaba nada, era mi jefe, pero era sólo eso, una cena.
Terminado el día, salimos de la oficina y fuimos directo a su departamento. Muy lindo, muy bien decorado, en el living imperaba un sillón, muy similar al del estudio... Un fetiche quizás? No Lorena! no vayas por ese camino.
Me pidió que lo espere un minuto y volvió sin su traje habitual, vistiendo un simple jean y remera y descalzo. Sugirió que me quitara los tacos (mis pies agradecidos!) y así empezó la noche, con una copa de vino y charla distendida.
14 comentarios - Secretaria II
va tomando color y calor
me gusto la foto de la camara de seguridad del baño
saludos Misko
Atronadoras. Así fueron mis carcajadas.
Imagino que esto debe ser parte del "postre" Lorenita...verdad?
Gracias por compartir.
Angie te deja Besos y Lamiditas !!!
La mejor forma de agradecer la buena onda que se recibe es comentando, al menos al que te comenta. Yo comenté tu post, vos comentaste el mío?
Compartamos, comentemos, apoyemos, hagamos cada vez mejor esta maravillosa Comunidad !!!
El jefe siempre seduce por su poder...........
Se pone muuuuy interesante esto...
La cabeza a mil... quién no habrá terminado en el baño de la oficina alguna vez??