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Los días sin ella. 1era. parte.

Acabábamos de cojer. Era martes por la noche, nuestra noche libre.
Acababa de acabar dos veces en el culo de Luciana y chupado con gusto su orto lleno de mi semen.
Ella acababa de acabar tres o cuatro veces (no llevé bien la cuenta) y llena de sudor y leche, se fue a bañar mientras yo me quedaba reponiendo aliento y guardando esa noche para el recuerdo.
Todo eso sucedía cuando sonó su celular y tuve la horrible idea de mirarlo.
Era un mensaje de wassap
"Me encantó cojerte ayer. a ver cdo repetimos" Firmaba Ramiro.
Un escalofrío me corrió por la espalda y en treinta segundos entendí todo.
Ramiro fue uno de nuestros primeros invitados a la cama. Tenía una pija enorme y calentura interminable. Lo habíamos dejado de ver por problemas de agenda supuestamente. Evidentemente entendió Luciana que podia seguir viéndolo y gozándolo sin mi.
La base de confianza en una pareja como la nuestra, es que estamos abiertos a cualquier experiencia sexual con otras personas de afuera, pero siempre con el consentimiento y la presencia del otro. Sin ese consentimiento la mentira o la "metida de cuernos" es igual a cualquier pareja conservadora que anda por ahí.
Sentí en unos minutos que la confianza y el corazón se me partían irremediablemente.
Luciana salió hermosa y desnuda con una toalla en la cabeza. Vió mi cara y su celular en mi mano y también entendió todo.
Esa larga noche terminó a las diez de la mañana con los dos agotados de tanto pelear, rindiéndonos ante la evidencia de que algo habíamos perdido.
Armé un bolso y me fuí a un hotel.
Pasé unos días horribles deambulando por el mundo como zombie. Del trabajo al hotel y del hotel al trabajo. Pajeándome sin parar viendo pornografía por internet. Comiendo cualquier cosa por ahí. Recordando y martirizándome.
Un mes después un compañero de oficina me dijo que había una amiga de su novia a la que quizás me interesara conocer. Tenía unos 38 o 39 años, divorciada como yo y con ganas de conocer a alguien. Le dije que no había nada que perder y acepté la invitación a salir los cuatro.
Esa noche la estaba desvistiendo en su casa. Tenía un montón de preconceptos y barreras a las que me había desacostumbrado. Que primero ésto. Que le tuve que pedir que me la chupe a desgano. Que el culo no, que le dolía. Que arriba no. Que abajo fuera más despacio.
Hasta que terminó enojándose cuando le mentí y le dije que cojía muy bien, porque dijo que la trataba como a una puta y ella no lo era.
De vuelta a casa me hice dos pajas viendo porno gay y extrañando a Luciana.
Por esos días me llamó Federico. Le conté.
Nos encontramos a los días a tomar unas cervezas. Mi cara y semblante dijeron todo.
Nos emborrachamos como adolescentes. Me prometió que me iba a invitar a comer un asado "con sorpresa" a su casa. La sorpresa sabía de qué se trataba y eran las tetas de su mujer.
Fue un domingo al mediodía.
Ellos habían dejado a su hija con la abuela y me agasajaron con una asado especial de esos que solo Federico sabe hacer. Desnudos, después de comer y en la pileta les conté mis desventuras. Sabrina y Federico me alentaban a seguir. Creían que era algo pasajero. Yo aseguraba que no estaba en posición de perdonar. Ni siquiera sabía si Luciana quería ser perdonada, lo que era peor.
El alcohol fue bajando en la misma medida que fue subiendo la calentura de mis anfitriones.
- Y si subimos a mimarnos un poco?- dijo Sabrina con cara de libidinosa.
- Dale Leo, vamos a divertirnos un rato.- agregó Federico.
Sabrina pasó un brazo sobre el hombro y dijo mostrándome las tetas:
- Dale que hay unas melli que te esperan...-
Obviamente se me endureció la pija ante esas tetas que me encantan.
Ella me llevó agarrado de la poronga hasta el primer piso. Federico venía atrás con una jarra llena de cerveza y dos toallas secas.
Ya en el cuarto, Sabrina se arrodilló frente a mi y me empezó a chupar la pija. Lo hacía con ganas, metíendosela todo lo que podía en la boca. Federico, por su parte se me puso al lado, a un costado y empezó a chuparme el pezón derecho. Yo agarré su nuca y empecé a acariciarla.
Sabrina también agarró su pija y las chupaba alternativamente. Federico dejó de chuparme y sin mediar palabra me besó apasionadamente. Sentí su lengua meterse en mi boca, intentando entrar hasta lo más profundo.
Sabrina mientrás tanto se dedicaba a las porongas sin parar. Después de unos minutos Federico acabó chorreando parte en su cara y parte en mi pija. Sabrina se encargó de limpiármela con la lengua.
Me puse un forro y empecé a cojer a Sabrina desde atrás. Ella parada apoyándo las manos en una cómoda. Yo agarrándola fuerte de las caderas y dándole todo lo duro que podía. Acabó ella también en cuestión de pocos minutos.
Federico se pajeaba acostado boca arriba en la cama. Nos acercamos a él y abriéndole las piernas le empecé a pasar la pija por la entrada del culo.
- Querés que te coja Fede?- le dije.
- Dale Fede, abri el orto.- le dijo Sabrina.
Ella buscó un gel y empezó a pasárselo por su culo y mi pija después de un cambio de forro. La guió hasta la puerta y le empezó a chupar la pija.
Fuí metiéndosela de a poco. Se ve que le dolía mientras se abría, pero no quería dejar de gozarla. Sabrina le chupaba la poronga y se tocaba una teta mirándome fijo a los ojos. Estaba muy caliente. La fuí metiendo más y más. Cuando Fede se quejaba paraba y esperaba a que se fuera dilatando el ano. Sabrina se pellizcaba cada vez más fuerte el pezón y suspiraba de calentura con la pija de su marido en la boca.
Cuando entró toda empecé a bombearlo despacio. Sus gemidos de placer eran cada vez más fuertes. Se revolvía de calentura. Luciana no me sacaba los ojos de encima. Veía su cara enrojecida con la pequeña pija depilada de Federico en la boca.
Después de unos bombeos más o menos rápidos Federico empezó casi a gritar gimiendo. Estaba como loco. Apresuré el ritmo. Sentí como acabó dentro de la boca de su mujer en un intenso suspiro final. Sabrina seguía mirándome. Vi un hilo de semen asomarse por sus comisuras. Se levantó y me besó. Sentí su lengua llena de leche de su marido queriendo penetrarme hasta lo más profundo. Ella estaba muy caliente también. Saqué la pija del culo de Federico, cambie nuevamente el forro y la empecé a cojer sobre la cama. Le chupaba las tetas y la cojía con mucha fuerza. Ella gozaba como loca. Acabó nuevamente apretándome fuerte contra sus tetas.
Nos acotamos los tres boca arriba en la cama. Amagaron con chupármela. No acepté. La verdad es que no estaba de humor. No tenía ganas de acabar a pesar de haberlos cojido a ambos.
Creo que ellos entendieron que no estaba bien. Me quedé un rato y los despedí agradeciéndoles la hospitalidad y el aguante.
Me fuí caminando despacio para el hotel siendo ya de noche. Entendí un poco eso de que los domingos por la tarde es el momento preferido de los suicidas.
Cuando llegué al hotel me dieron un sobre que había llegado por correo para mi. No tenía remitente pero había sido enviado por correo.
Lo abrí al entrar a la habitación. Era una hoja en blanco con solo una palabra escrita con una letra conocida.
"Perdon".
Doblé el papel en cuatro, lo guarde en la mesa de luz y me puse a mirar un partido de futbol. Me quedé dormido antes de las 9 de la noche.
En ese entonces empecé a frecuentar un bar de la zona céntrica por las noches. En general iba con algún amigo de toda la vida. Si encontraba a alguien charlaba un rato. Pasaban las horas en compañia, eso ya era suficiente para estar mejor.
Un jueves por la noche fui solo. No había encontrado a nadie para compartir y me fuí igual para no estar solo en la habitación.
El lugar estaba bastante desierto. Solo algunas mesas ocupadas por parejas y no mucho más. Me senté en la barra y pedí una pinta de cerveza negra con maní salado.
Pasó una hora aproximadamente y cuando estaba por irme hubo una aparición. Como una tormenta entrando por la puerta apareció la escultural Naiara, la travesti con la que estuvimos con Luciana un tiempo atrás. Miró a su alrededor entre las miradas de todos los presentes. Me reconoció.
La saludé con la mano y se me acercó.
- Como estás?! Tanto tiempo....- me dijo dándome un beso ruidoso en el cachete.
- Bien, tomando algo. Vos?.
- Es mi día libre y tenía ganas de tomarme un trago. Me invitás?-
- Claro, sentate...-
- Que hacés solo papi?
- Nos separamos.-
Ella se lamentó, me dijo que hacíamos muy buena pareja. Que la vez que estuvimos con ella fue de las mejores que tuvo. Que lo hubiese hecho gratis la proxima, pero que nunca la llamamos.
Le conté lo sucedido. A su manera me dió la razón.
Pidió un negroni y yo otra pinta. Sumamos unos pinchos para compartir y comer juntos.
Me contó un poco de su vida, lo que creyó conveniente que yo sepa. De su familia en Formosa y su vida miserable al principio en la ciudad. Que ahora estaba bien dentro de todo. Con amigos y algún amor en serio de vez en cuando.
Me imaginé lo difícil que sería para ella construir una relación duradera dada su profesión y los prejuicios que pululan por ahí. Mis problemas de pareja parecieron una idiotez al lado de los suyos.
Con otra ronda de negroni y pinta empezó a contarme anécdotas risueñas. Su vida era una especie de desfile de freaks por el departamento. Casados, locos, desesperados, idiotas, inocentes, descerebrados, borrachines, señores serios, curas, señoras con batón, parejas desoladas, Luciana y yo...
Miró la hora, eran las 3 y 20. Me dijo que iba a bailar a un boliche. Me invitó. Me dijo que me iba a divertir.
- Gracias, pero no. Los boliches no son lo mío, aparte mañana tengo que estar despierto a las 10 por laburo. Gracias. Pero si querés te llevo en el auto.- contesté.
- Eso si te lo agradezco, aparte los taxistas siempre me quieren levantar, es un plomazo.-
Pagué la cuenta de los dos y salimos a la cálida noche.
Ella con tacos y su imponente presencia me llevaba una cabeza de altura. Caminaba rápido, tuve que apurar el paso para seguirla.
El boliche en cuestión quedaba bastante lejano, pero la llevé, un poco porque me gustaba charlar con ella y otro poco para no dormirme. Sabía que en el hotel iba a dar vueltas en la cama hasta el amanecer.
Al llegar vimos que había mucha gente amontonándose en la vereda para entrar. Hasta había varios parados en la calle. Estacioné en doble fila donde pude y me quedé mirándola. Ella me agarró con las dos manos de los cachetes cariñosamente y me dió un beso extraordinadinario. Me calentó al instante y por la forma en que su lengua jugueteaba dentro de mi boca, creo que ella también.
Deslicé mi mano por debajo de su minifalda y sentí su verga explotar apretada por las medias de nylon. Ella gimió caliente.
- Salgamos de acá.- dijo.
- Pero a donde?-
- Arrancá, te digo donde podemos cojer en paz.- dijo ella.
Me hizo dar un par de vueltas por el barrio y me hizo estacionar a dos cuadras, sobre una cortada lateral sin movimiento aparente de gente. Apagué el auto, nos sacamos los cinturones de seguridad y nos abrazamos calientes a chapar como dos adolescentes.
Se bajó y sacó las medias de nylon y subiendo la mini dejó la pija afuera, con una tanga roja de costado. Se la agarré y empecé a pajear. Ella a su vez me empezó a desabrochar el pantalón. Mi pijá durísima salió disparada desenado su boca.
- Chupamela- dije caliente.
Tiré el asiento hacia atrás así no le molestaba el volante. Sentí vibrar mi poronga en su boca. Me la chupaba con maestría y calentura al mismo tiempo. Tiré el respaldo lo más horizontal que pude, dedicándome a disfrutar de la chupada del mes.
- Tenés forro?- me preguntó.
- No, vos?
- Si, esperá.- Buscó uno en su cartera y me lo puso. Después hizo una especie de contorsionismo y se sentó sobre mí, con los pies a mis costados, en cuclillas. Se metió la pija en el orto con destreza y empezó a cojerme ahí mismo. Sin querer accionó la bocina con la espalda en medio de la cojida. Nos quedamos congelados unos instantes mirando a todos lados a ver si alguien nos miraba. Todo siguió en calma, así que empezó a cojerme nuevamente. Yo le agarraba la pija y la pajeaba mientras subía y bajaba con la mío metida en el orto. Sentía su culo abierto y apretado alrededor de mi poronga. Después de un rato quise sentir la suya dentro mío.
- Cojeme vos ahora.- le dije.
Pusimos en horizontal el asiento del acompañante y me puse boca abajo con el culo abierto. Ella se puso un forro y me escupió el culo. Sentí la cabeza de su pija apoyándose y abriéndose paso poco a poco adentro mío. Me abrí las nalgas con las manos para facilitar la entrada. Su pija me hacía delirar con la cara contra el cuero del asiento. Quería más y me apretaba contra ella para que entrara más rápido.
Me empezó a bombear fuerte, yo gemía como loco, ella también. Sentía el auto moverse con nosotros en pleno frenesí.
De repente me empezó a doler mucho el culo. Me empecé a sentir mal y le dije que parara, que la estaba pasando mal.
Ella salió al instante.
Nos sentamos a la par y nos empezamos a pajear mutuamente mientras nos besábamos. Ella acabó primero. Yo unos minutos después. Anudamos los dos forros y los tiramos por la ventanilla.
- Si alguien nos ve va a decir de vos que sos un potro. Dos acabadas en el auto.- dijo.
Nos acomodamos lo mejor que pudimos dentro del auto y la llevé hasta la entrada del boliche nuevamente. Me dió un pico cariñoso.
- Llamame, me gustas.-
- Y vos a mi, cuidate.-
- Nunca!- me dijo y bajo con todo su brillo para entrar en el boliche como la reina de la noche.
Antes de arrancar vi un papelito con un número anotado. Sabía que volvería a llamarla.


CONTINUARA.

3 comentarios - Los días sin ella. 1era. parte.

Pervberto
Muy bueno. La descripción y reflexiones de un serio problema existencial no impiden que el erotismo se abra paso.
tfy01 +1
son un genio escribiendo! cada palabra me hace estremecer!
paspadohastalos
Gracias.