Esta es la historia de Gabriela, una diosa de 25 años que tiene muchas ganas de contarnos su vida repleta de hombres, amigos, engaños y muchas anécdotas sexuales. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…
Capítulo 39: Propuesta indecente
Gastón no iba a convertirse en algo de una noche, eso lo tenía bien en claro. No lo quería él y mucho menos yo. Pero tampoco iba a ser como había sido la otra vez que yo nos perdimos tanto el uno en el otro que al final terminó todo en nada. Hablamos en los días siguientes y decidimos ir tranquilos, saliendo a tomar algo de vez en cuando y no acelerar las cosas. A pesar de eso, el fin de semana siguiente nos vimos en un bar y como era de esperar, nuevamente terminamos en su cama. Una segunda dosis de sexo exquisito que me dejó completamente satisfecha.
Pero había alguien más que seguía insistiendo por mi y yo no podía pasar desapercibido, mucho menos después de lo que Emiliano me había dicho. Tomás se estaba enamorando de mi y era cada vez más evidente. Solía buscarme todo el tiempo, quería que estuviésemos juntos más seguido y me proponía de vernos en cada oportunidad que tenía. Al fin y al cabo, no sé de que manera, se terminó enterando que en mi cumpleaños estuve con alguien más y como yo no sabía si se había enterado lo de Hernán o lo de Ignacio me hice la tonta.
- Cualquier Gabi, pensé que era distinta nuestra relación.- Me dijo enojado una tarde.
- ¿Distinta? Pero si nunca hablamos nada.- Le dije yo ofendida por su reacción.
- ¿Cómo que no? ¿Acaso no me pediste vos exclusividad? ¿Acaso no me dijiste que no te gustaba que me acueste con otras chicas?- Era obvio que se refería a Maipi, pero ella era distinta, porque ella lo hacía solo para molestarme a mi.- Desde ese día que hablamos yo no estuve con nadie más que con vos.
Me sentía mal y tenía razón. Me costó entender, pero una tarde de charla con Flavia me hiso darme cuenta de que yo le estaba pidiendo algo y estaba haciendo lo contrario. “Tiene razón boluda” me dijo ella después de que le contara su reacción y a pesar de que no me gustaba admitirlo, yo estaba haciendo cualquiera mientras quería que él se comportara. Le estaba pidiendo exclusividad y por otro lado me acostaba con todos los chicos que quería. Me hizo recapacitar un buen rato esa charla y decidí admitir que estaba equivocada.
- Tenés razón.- Le dije la semana siguiente.- Vos sos más que bueno conmigo y yo te pedí que no estuvieses con otra chica y al final yo si estuve con otro. Te juro que no lo voy a hacer más, a partir de ahora sos vos y nadie más.- Pude ver una leve sonrisa que se dibujaba en su rostro.- Y para comprobarte de que no es mentira el sábado a la noche vamos a salir a comer y después voy a dejar que hagas lo que quieras en tu cama. Sin restricciones.
Una mirada desafiante apareció en su cara y le devolví un guiño que dejaba la puerta abierta. Me costó tomar la decisión, pero iba a ponerme las pilas con Tomás. Él me quería y yo lo quería a él, me hacía bien estar al lado suyo, me ayudaba y además teníamos muy buen sexo. Podría haber sido el comienzo de un nuevo noviazgo de no ser por lo que iba a hacer tan solo una semana después.
El sábado, después de una tarde de estudio teniendo en cuenta que se aproximaban los parciales, me bañé, me puse lencería bien sexy y ropa ajustada, me maquillé y me quedé a esperar que Tomás me pasar a buscar. Minutos más tarde estábamos comiendo en un lindo bar y pasando una linda noche. Después nos pedimos unos tragos y la noche fue pasando entre conversación y alcohol. Una tercer ronda de tragos le siguió a la segunda y teniendo en cuenta de que él estaba en auto decidimos parar e irnos al departamento a seguir la cosa como habíamos acordado.
- ¿Pensaste lo que vas a hacerme ahora?- Le pregunté pasando mi mano sobre su pecho y mirándolo con ojitos de gata.
- Tengo algunas ideas, pero te las voy a contar en el momento- Me respondió él haciéndose el misterioso.
Llegamos a su casa y caminando de la mano nos fuimos hasta la pieza. Me acostó sobre la cama y se tiró encima de mí y comenzamos a besarnos con ganas. No me había dado cuenta, pero venía guardando una calentura increíble en esas horas de sensualidad y juego que exploté en cuestión de segundos con tan solo unos besos en el cuello. Le saqué la camisa ferozmente y él quedó arrodillado sobre el colchón. Comencé a berrarle el pecho y la marca de mis labios le quedó dibujada a lo largo de todo el cuerpo. Tomás me levantó la remera y al ver un corpiño rojo fuego con puntas de encaje pareció volverse loco.
Seguimos besándonos y tocándonos hasta quedar casi desnudos. Mi tanga bordó le provocó una sonrisa y me felicitó por lo sexy que estaba vestida esa noche. Me acostó boca arriba sobre la cama y se metió entre mis piernas para darme placer oral. Comenzó chupándome la conchita con la tanga en el medio y el juego de la tela y su lengua me fascinaban. Al final la terminó corriendo hacia un costado y pude sentir como sus labios pasaban sobre mi clítoris haciendo que me mojara por completo.
Pero Tomás fui bajando de a poquito y me iba levantando cada vez más las piernas hasta que mis rodillas quedaron a la altura de mis tetas. Mi culito quedó bien expuesto y un escalofríos me recorrió todo el cuerpo al sentir como pasaba su lengua por ahí. Me terminó sacando la tanga y volvió a chuparme la zona excitándome cada vez más.
- Lo primero que quiero, es que me entregues la colita.- Me dijo entre lengüetazo y lengüetazo y yo accedí con un “lo que quieras bebé” con tono de puta.
Sus dedos empezaron a jugar un rol, entrando primero uno sobre mi concha y después uno en mi ano. Así, mientras seguía lamiéndome, iba jugando a penetrarme por los dos agujeros con su mano y eso me volvía loca. No pude contener una serie de gemidos que indicaban que me encantaba lo que estaba haciendo. El calor que me invadía era impresionante.
Me senté sobre la cama y él volvió a quedar arrodillado sobre el colchón y bajándole el bóxer con apuro empecé a chuparle la pija que ya estaba bien dura. Durante unos segundos le hice un pete expres pero era tal mi calentura que no tardé en ponerme en cuatro y pedirle que me cogiera cuanto antes. Tomás se acamó detrás de mí y sentí un hilito de saliva que caía sobre mi cola y bajaba hasta mi conchita que estaba bien húmeda. Un nuevo dedo jugó sobre la zona esparciendo el lubricante casero y después noté como apoyaba la cabeza de su pija sobre mi cola.
Segundos más tarde me estaba cogiendo por detrás como loco. Su verga entraba y salía de mi culito bien lento pero a su vez de manera muy intenta y me generaba un placer increíble. Mi boca bien abierta mordía las sábanas para no gritar tanto y mis manos apretaban con fuerza la almohada. Tomás tenía sus dos manos apoyadas sobre mis cachetes y me cogía bien duro por la cola. Me estaba volviendo loca.
Le dije que se acostara y acomodándome de espaldas hacia él me senté sobre su pija. El placer fue instantáneo, tan pronto entró en mi cola sentí un fuego que me recorría todo el cuerpo y comencé a moverme bien rápido hacia arriba y hacia abajo. Él acompañó mis movimientos con sus manos sobre mi cintura y recorría mi espalda con sus dedos. Yo me apretaba bien fuerte las tetas que saltaban como locas con cada movimiento y me mordía la boca. Pero no fue suficiente para aguantar mis gemidos y mis gritos de placer y empezaron a salir. Su pija en mi cola me volvía loca.
- Ponete de nuevo en cuatro.- Me dijo él después de un rato cuando paré un segundo.
Me acomodé contra el borde de la cama y él se levantó y me pegó un buen chirlo en la cola. “Qué linda esta cola” me dijo y pasó su dedo por mi conchita y mi culito generándome un escalofríos que recorrió todo mi cuerpo. Se alejó unos segundos y giré la cabeza y pude ver que volvía con algo en la mano. “Mmm juguetitos” pensé yo, pero enseguida me di cuenta que no.
- Y lo otro que quiero, es que me dejes filmarte como te rompo el culito.- Me dijo y comprobé que lo que tenía era su celular.
El morbo me comió por dentro. Ya me había filmado una vez, hacia unos años y la idea de actuar de puta para la cámara me había gustado (además había aceptado hacer lo que él quería sin oponerme), así que le dije que sí y él empezó a grabar.
- A ver, abrite el culito.- Dijo hablando para la cámara y yo estiré mis brazos hacia atrás para abrirme los cachetes.- ¡Qué lindo ese culito!
Volvió a apoyar su pija sobre mi cuerpo y despacito la fue metiendo. Nuevamente el placer me invadió por completo y las ganas de gemir y gritar me volvieron y esta vez las dejé ser libres. Todo sea por la cámara. Tomás empezó a cogerme bien duro por atrás y yo le pedía a viva voz que siguiera dándome así de fuerte. “Dale cógeme” le pedía entre gritos y alaridos de placer. Sentía su pija entrar bien a fondo de mi cuerpo y me volvía loca. El flash del celular iluminaba la habitación y saber que me estaba grabando me volaba la cabeza.
- ¿Te gusta putita? ¿Te gusta cómo te cojo la cola?- Me preguntaba Tomás y yo respondía que sí, que quería más.
Su mano apoyada bien encima de mi cola presionaba mi cuerpo hacia abajo y hacía que mi culito quede bien expuesto a su pija. Me encontraba completamente a su merced y él me estaba haciendo gozar al máximo. Sentía como me mojaba cada vez más y más y saber que había una cámara filmando me mataba del morbo.
- ¿Sabés que quiero?- Le pregunté y enseguida respondió “¿Qué?”- Quiero que me des la lechita.
Enseguida alejó su cuerpo y yo me arrodillé casi desesperada en frente suyo. Tomó su pija con la mano que quedaba libre y comenzó a pajearse bien rápido en frente de mi cara. El flash no me permitía verle el rostro pero sabía que tenía una sonrisa dibujada. “Dame la lechita” le volví a pedir y él empezó a pajearse más rápido. “La quiero toda” insistí y segundos más tarde empezó a salir.
Un chorro de semen increíble disparó contra mi cara y una buena parte entró en mi boca. La abrí bien grande y saqué la lengua y la leche siguió saliendo hasta llenarme por completo y empezar a rebalsar hasta mi pera y mi pecho. Tragué y seguí recibiendo más y más lechita. ¡Estaba riquísima! Tomás terminó de acabar y yo me limpié lo que pude con la mano.
- ¿Y putita te gustó?- Me preguntó.
- Me encantó.- Le respondí yo.- Me encantó como me hiciste la cola y que me hayas dado tu lechita.- Agregué y Tomás apagó la cámara.
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1 comentarios - Una diosa. Capítulo 39
Gracias por pasar!