SEGUNDA PARTE – Exploraciones
Después de ese fin de semana tan interesante, las cosas siguieron normales, sin que nuestros viejos se enteraran de nuestras salidas y aventuras.
Maca tenía un poco de vergüenza por la forma en la que había llegado a casa pero cuando finalmente hablamos del tema, yo le dije que estaba muy bien que se divirtiera pero que tenía que tener cuidado. Preocupada, me preguntó quién la había cambiado y si bien se tranquilizó cuando le contesté que fui yo (y no un hombre o las amigas), también me miró con timidez porque era obvio que la había visto en lolas.
Si bien a Facu empecé a mirarlo con otros ojos, no dejaba de ser mi hermano, así que nuestra relación siguió con normalidad. Aunque no podía sacarme de la mente la imagen de su pija acabando, tampoco había nuevas oportunidades para espiarlo, con todos en casa, por lo que tenía que contentarme con lo que ya había visto.
La vuelta al colegio el lunes fue rara. Todos hablaban de lo que había pasado en la fiesta, pero traté de no darle importancia. Al final, sólo faltaban dos semanas para que terminaran las clases. En esas semanas Fede me buscó varias veces para tratar de enmendar lo que pasó, pero aunque el desgraciado seguía atrayéndome y yo me calentaba cada vez que pensaba en los manoseos que nos dimos, no le di mas cabida.
Mi curiosidad y deseo de seguir explorando el comportamiento de los chicos respecto a sus pijas seguía mas latente que nunca, pero con la salida de Fede y la imposibilidad de espiar de nuevo a Facu, necesitaba nuevos conejillos de indias.
Ni bien terminaron las clases, papá nos llamó muy serio a todos para conversar en el living. Sin dar vueltas, nos dijo que le habían ofrecido un muy buen trabajo en un club de Mar del Plata (a varias horas de Buenos Aires) y que había decidido aceptarlo. Hasta entonces él trabajaba en la intendencia (sin ser el intendente) de un club de San Isidro (C.A.S.I) y aunque no nos faltaba nada, a veces estábamos un poco justos. Este nuevo trabajo era como intendente y representaba un salto económico importante.
Obviamente esto significaba un cambio enorme para todos. Teníamos que dejar todo lo que conocíamos e ir a un lugar nuevo. No voy a aburrirlos con los detalles de cómo procesamos esta novedad, sólo voy a decir que mientras Facu parecía neutro ante el tema, Maca quedó muy afectada y claramente quería quedarse en San Isidro, donde estaban todas sus amigas. Yo por mi parte, después de una pequeña primera reacción como la de Maca, vi esta mudanza como una oportunidad para reinventarme, empezar una historia nueva y buscar nuevas maneras de continuar mis exploraciones.
Unos meses mas tarde, ya estábamos instalados en nuestra nueva casa en Mar del Plata. La casa era dentro de las instalaciones del club y mas grande que la anterior. Maca y yo teníamos cada una su propio cuarto, lo cual si bien me apenó porque nos llevábamos muy bien, también me gustó porque me daba mas privacidad, sobre todo para ejecutar mis cada vez mas frecuentes masturbaciones nocturnas. La casa compartía el edificio donde había unos vestuarios, al lado de una canchita de futbol en un rincón bastante remoto del club. Por un lado se entraba a nuestra casa y por el otro a los vestuarios. A las pocas semanas nos dimos cuenta que por la ubicación de la cancha, nadie la usaba. El club tenía muchas otras canchas, mas cercanas a los edificios principales y mejor mantenidas. Esto nos dejó mas tranquilos porque nuestra primera impresión cuando vimos la casa fue que todo el tiempo íbamos a estar rodeados de equipos de futbol.
Maca y Facu empezaron las clases en una secundaria cerca del club y yo en una universidad de Mar del Plata. Iba a estudiar Contabilidad, la primera de la familia en hacer una carrera; los viejos estaban super orgullosos. En mi primer día de facultad, fui discreta pero un poco provocadora: unos jeans nuevos que me marcaban muy bien la cola y una camisita blanca que dejaba ver el comienzo de mis lolas, obvio que de casa salí con sweater puesto, que me tapaba tanto abajo como arriba. Una primera y rápida inspección ocular del material de la facultad resultó en varios chicos muy lindos y algunas chicas con las que parecía que podría hacerme buenas amigas. Durante las varias clases y recreítos, noté como los chicos me comían con la mirada, incluso algunos vinieron a hablarme, sin poder evitar mirarme las tetas cada tanto. El jueguito me excitaba.
Durante el primer mes tres chicos me invitaron a salir, pero salí con uno solo, Guido. Todavía tenía que entender las reglas locales antes de abrir el juego; ya había varios grupos pre-armados y varios me veían como una extraña, concheta y recién llegada: “la porteña”. Guido (mas alto que yo, pelo marrón claro, ojos claros, cuerpo tipo rugbier y un culito bien formado) era tímido y se notaba que el par de veces que fuimos a tomar algo estaba nervioso y no sabía cómo proceder. Parecía la personalidad perfecta para explorar mis vicios. Como coincidíamos en un par de materias, fuimos haciéndonos mas amigos y a veces nos sentábamos juntos. Una vez nos juntamos para presentar un trabajo en equipo, lo que requería que nos quedáramos algunas tardes en la biblioteca o en unas salas para reuniones de la Facultad, buscando material y preparando el trabajo. En esos encuentros empecé mis técnicas de tortura y exploración. Me agachaba desde el otro lado de la mesa, señalándole algo en el libro que él estaba estudiando, 100% consiente que Guido tenía una vista sin obstáculos de mis lolas, que se veían claramente a través de mi escote, rebosantes en su corpiño. También me agachaba a buscar cosas que “repentinamente” se caían, para que Guido pudiera disfrutar de mi colita, bien marcada por mis pantalones o asomándose levemente bajo mi pollera. En todas estas ocasiones, Guido discretamente se acomodaba el pantalón debajo de la mesa; lo que yo obviamente notaba porque estaba pendiente del tema. Me encantaba pensar que por mí se le ponía dura y que tenía que cambiarla de posición porque no daba mas. El juego (mi juego) era cruel pero divertido.
Una mañana que fuimos temprano para trabajar en el proyecto, estábamos sentados uno al lado del otro, leyendo del mismo libro, subrayando algunos párrafos y discutiendo su contenido, descaradamente le apoyé mi lola izquierda contra su brazo. Él justo estaba leyendo en voz alta, paró un segundo y después siguió leyendo nervioso pero pretendiendo que no pasaba nada. Durante varios minutos restregué mi teta (que ya tenía el pezón bien duro y marcado) contra él, hablándole del tema que estábamos investigando o escuchándolo. En un momento mientras él leía, bajo la mirada a su pantalón y noto una tremenda carpa. Sonreí perversamente. Después de un rato, Guido no dio mas y me dijo que iba al baño. Se levantó con vergüenza porque era obvio que la tenía super parada y tuvo que atravesar la sala frente a mi atenta mirada y después frente a cualquier otra persona que se cruce camino al baño. Mientras estaba sola, pensé en lo perra que era y cómo me encantaba esta nueva faceta de mi vida. Abrí un poco las piernas bajo la mesa y me llevé un dedo a la concha. Estaba mojadísima. Me corrí a un costado la bombacha y recorrí mi concha con el dedo desde abajo hacia arriba, deteniéndome un momento en el clítoris. Mmmmm. Aunque obviamente no iba a masturbarme ahí, al menos quería sentir mi calentura. Me reacomodé la ropa y cerré las piernas. Vi mi dedo húmedo y por curiosidad lo olí. Tenía olor a perra en celo. Me encantó. Instintivamente me lo llevé a la boca y lo chupé. Nunca lo había hecho, fue un gusto interesante. Raro pero rico. 15 minutos después apareció Guido con cara de relajado. Ya no tenía la carpa ni la tensión con las que se había ido. Era obvio que se había hecho una paja en el baño. Casi me río, me fascinaba volver tan loco a un tipo al punto que mientras estamos estudiando tiene que irse al baño a pajearse. Me preguntaba cómo lo haría (parado en uno de los cuartitos?) y dónde acabaría (tal vez en un pañuelo o en el inodoro?).
Cuando esa tarde llegué a casa, no había nadie; los chicos estaban en el colegio, papá trabajando y mamá se había metido en unos grupos de oración, que junto con compras y trámites, le tomaban gran parte del día. Algo bueno de la facultad vs. el colegio era que, aunque había mucho que estudiar, tenía poco tiempo de cursada; en vez de ir a clase todos los días de 8 a 17hs como en el colegio, tenía pocas clases dispersas por la mañana o la tarde, dependiendo del día. Esto me daba bastante tiempo para mí. Como no había nadie, me cambié a una musculosa larga que a veces usaba para dormir y me quedé en bombacha. Comí algo y me puse a vagar por la casa porque todavía no quería estudiar.
Entré al cuarto de Maca, que reflejaba su descontento con la mudanza a Mar del Plata. No había puesto ninguna decoración y varias de sus cosas seguían en cajas. Después fui al cuarto de Facu, que estaba como si siempre hubiera vivido ahí y muy desordenado, igual que el de San Isidro. Al ver su cama, recordé el espectáculo que me dio sin saberlo, sobre todo su pija acabándose encima como una fuente. Este recuerdo sumado al jueguito con Guido, me puso caliente. Entonces pensé en la revista que Facu estaba leyendo aquella vez. Salvo que la hubiera tirado para que no se la descubran en la mudanza, debería estar en su cuarto. Tratando de no cambiar nada de lugar para que Facu no note la intromisión, empecé a hurgar por sus cosas. Revisé los cajones de su escritorio, el placard y su mesita de luz, sin éxito. Entonces se me ocurrió mirar bajo su colchón, el mismo escondite que yo usaba para mis cosas indiscretas. Al levantar la parte del colchón que estaba bajo su almohada, vi apiladas tres revistas y un CD. Más al fondo había dos bollitos de ropa. Saqué todo para investigarlo. Todas las tapas de las revistas tenían chicas desnudas, dos en topples y bombacha y la otra desnuda completamente, pero con una estrellita impresa que le tapaba la concha, lo que me pareció gracioso. Dejé el CD para otra vez y desenvolví los bollitos de ropa. No lo podía creer: un corpiño blanco y una bombacha celeste con rayitas azules. La bombacha era mía!!! Pensé que se había perdido en la mudanza. Qué hacía Facu con mi bombacha? Pensé que como 2+2 son 4, si mi bombacha está con las cosas que usa para pajearse, entonces esto sólo puede significar que mi bombacha es uno de sus elementos de inspiración. Por un segundo me enojé pero después me gustó mi descubrimiento. Esto significa que Facu me ve como una mujer y que a su manera lo atraigo. Si esto era así con mi propio hermano, quería decir que también debería atraer a otros hombres. Traté de imaginar cómo usaba mi bombacha en sus pajas; la ponía en la cama y la miraba? La tocaba? La inspeccioné mas de cerca y parecía manchada y con un olor intenso. Acababa en mi bombacha?? Esto era demasiado cochino, incluso para él, pero la evidencia era contundente. El corpiño sólo podía ser de Maca porque era demasiado grande para mí. Que atrevido y pajero resultó ser mi hermanito!
Me acosté en su cama junto a las prendas y abrí una de las revistas de las minas en topples. Todas las páginas tenían fotos de mujeres un poco veteranas que iban desvistiéndose mirando a la cámara. Me pareció un poco torpe por la obviedad de algunas de las situaciones: secretarias, enfermeras, mujeres policías y estudiantes que en las primeras fotos tenían toda su ropa y de a poco iban sacándosela, hasta que en las ultimas fotos estaban en bolas. Después abrí la de la estrellita, que en el medio tenía una página que se desplegaba en tres, con una concha en primerísimo plano y tremendo zoom. Me encantó verla porque la verdad era que hasta ese momento no había visto ninguna de cerca, salvo por la mía, en un ángulo que no permitía apreciar detalles. Estaba toda depilada. Vi sus labios abiertos y rosaditos y sin pensarlo, llevé mi mano derecha a los míos, sacándome la bombacha. Advertí su humedad y los recorrí despacio. Luego me concentré en el centro de esa concha que se abría para mí y cómo se extendía hasta un clítoris bien salido y excitado. Mis dedos recorrían mi propia concha de la misma manera, calentándome cada vez mas. La revista rozaba contra mis tetas erguidas, que agradecían el contacto con mis pezones. Sin dejar de tocarme, pasé de página. Encontré la misma concha, con menor zoom y una tremenda pija dura penetrándola. Di un respingo. Era la primera penetración que veía en detalle porque las revistas que había visto con amigas en el colegio sólo las miraba de reojo y rápido mientras circulaban en el grupo, y siempre con el miedo de que nos descubrieran. Me fascinó cómo esa pija abría los labios y entraba. En las fotos que seguían podía verse a la pareja, cada vez con menos zoom, que seguía en lo suyo. Era una lástima que todo estaba centrado en ver a la mujer y no aparecía el hombre solo o de cuerpo entero, para poder apreciarlo mejor; tampoco aparecía su pija entera, sino siempre adentro de la mina.
A medida que veía las fotos, iba intensificando los movimientos de mi mano en mi concha, con las piernas totalmente abiertas. Mis tetas pedían caricias pero no tenía mas manos, así que tenían que contentarse con el roce de la revista. Cuando doy vuelta la última página, veo a la mujer arrodillada junto a las piernas del hombre (la foto llegaba sólo hasta su cintura), con la cara y las tetas llenas de semen, la punta de la pija en su lengua y una mano agarrándola de la base. La foto estaba manchada por lo que no podía ser otra cosa que semen seco del pajero de Facu. Ya no pude mas y soltando la revista, me llevé las dos manos a la concha y acabé en un orgasmo intenso y divino. Me quedé unos minutos acostada en la cama, jadeando y tratando de recuperar la respiración. Estaba transpirada, casi desnuda y con la concha y las manos empapadas de mis jugos en la cama de mi hermano, donde él también se pajeaba. Nunca me había sentido tan puta. De a poco me incorporé y fui devolviendo todo a su lugar. Me miré la concha y las piernas, que tenían jugos que bajaban por mi piel. Agarré mi bombacha robada por Facu y me limpié con ella. Quedó completamente húmeda y un fuerte olor a concha. Pensé que era un buen regalo para las pajas de mi hermanito, en devolución por la inspiración que me había dado. Me puse mi bombacha limpia y dejé todo como estaba, antes de irme a mi cuarto y cambiarme.
Estudié por un par de horas, en las que fue llegando el resto de la familia, pasando por mi cuarto para saludar. La imagen de una estudiante responsable leyendo sus libros no hacía pensar a nadie en la viciosa compulsiva en la que estaba convirtiéndome.
Claramente, ya era tiempo de pasar a los siguientes pasos de mis exploraciones…
FIN DE LA SEGUNDA PARTE
Después de ese fin de semana tan interesante, las cosas siguieron normales, sin que nuestros viejos se enteraran de nuestras salidas y aventuras.
Maca tenía un poco de vergüenza por la forma en la que había llegado a casa pero cuando finalmente hablamos del tema, yo le dije que estaba muy bien que se divirtiera pero que tenía que tener cuidado. Preocupada, me preguntó quién la había cambiado y si bien se tranquilizó cuando le contesté que fui yo (y no un hombre o las amigas), también me miró con timidez porque era obvio que la había visto en lolas.
Si bien a Facu empecé a mirarlo con otros ojos, no dejaba de ser mi hermano, así que nuestra relación siguió con normalidad. Aunque no podía sacarme de la mente la imagen de su pija acabando, tampoco había nuevas oportunidades para espiarlo, con todos en casa, por lo que tenía que contentarme con lo que ya había visto.
La vuelta al colegio el lunes fue rara. Todos hablaban de lo que había pasado en la fiesta, pero traté de no darle importancia. Al final, sólo faltaban dos semanas para que terminaran las clases. En esas semanas Fede me buscó varias veces para tratar de enmendar lo que pasó, pero aunque el desgraciado seguía atrayéndome y yo me calentaba cada vez que pensaba en los manoseos que nos dimos, no le di mas cabida.
Mi curiosidad y deseo de seguir explorando el comportamiento de los chicos respecto a sus pijas seguía mas latente que nunca, pero con la salida de Fede y la imposibilidad de espiar de nuevo a Facu, necesitaba nuevos conejillos de indias.
Ni bien terminaron las clases, papá nos llamó muy serio a todos para conversar en el living. Sin dar vueltas, nos dijo que le habían ofrecido un muy buen trabajo en un club de Mar del Plata (a varias horas de Buenos Aires) y que había decidido aceptarlo. Hasta entonces él trabajaba en la intendencia (sin ser el intendente) de un club de San Isidro (C.A.S.I) y aunque no nos faltaba nada, a veces estábamos un poco justos. Este nuevo trabajo era como intendente y representaba un salto económico importante.
Obviamente esto significaba un cambio enorme para todos. Teníamos que dejar todo lo que conocíamos e ir a un lugar nuevo. No voy a aburrirlos con los detalles de cómo procesamos esta novedad, sólo voy a decir que mientras Facu parecía neutro ante el tema, Maca quedó muy afectada y claramente quería quedarse en San Isidro, donde estaban todas sus amigas. Yo por mi parte, después de una pequeña primera reacción como la de Maca, vi esta mudanza como una oportunidad para reinventarme, empezar una historia nueva y buscar nuevas maneras de continuar mis exploraciones.
Unos meses mas tarde, ya estábamos instalados en nuestra nueva casa en Mar del Plata. La casa era dentro de las instalaciones del club y mas grande que la anterior. Maca y yo teníamos cada una su propio cuarto, lo cual si bien me apenó porque nos llevábamos muy bien, también me gustó porque me daba mas privacidad, sobre todo para ejecutar mis cada vez mas frecuentes masturbaciones nocturnas. La casa compartía el edificio donde había unos vestuarios, al lado de una canchita de futbol en un rincón bastante remoto del club. Por un lado se entraba a nuestra casa y por el otro a los vestuarios. A las pocas semanas nos dimos cuenta que por la ubicación de la cancha, nadie la usaba. El club tenía muchas otras canchas, mas cercanas a los edificios principales y mejor mantenidas. Esto nos dejó mas tranquilos porque nuestra primera impresión cuando vimos la casa fue que todo el tiempo íbamos a estar rodeados de equipos de futbol.
Maca y Facu empezaron las clases en una secundaria cerca del club y yo en una universidad de Mar del Plata. Iba a estudiar Contabilidad, la primera de la familia en hacer una carrera; los viejos estaban super orgullosos. En mi primer día de facultad, fui discreta pero un poco provocadora: unos jeans nuevos que me marcaban muy bien la cola y una camisita blanca que dejaba ver el comienzo de mis lolas, obvio que de casa salí con sweater puesto, que me tapaba tanto abajo como arriba. Una primera y rápida inspección ocular del material de la facultad resultó en varios chicos muy lindos y algunas chicas con las que parecía que podría hacerme buenas amigas. Durante las varias clases y recreítos, noté como los chicos me comían con la mirada, incluso algunos vinieron a hablarme, sin poder evitar mirarme las tetas cada tanto. El jueguito me excitaba.
Durante el primer mes tres chicos me invitaron a salir, pero salí con uno solo, Guido. Todavía tenía que entender las reglas locales antes de abrir el juego; ya había varios grupos pre-armados y varios me veían como una extraña, concheta y recién llegada: “la porteña”. Guido (mas alto que yo, pelo marrón claro, ojos claros, cuerpo tipo rugbier y un culito bien formado) era tímido y se notaba que el par de veces que fuimos a tomar algo estaba nervioso y no sabía cómo proceder. Parecía la personalidad perfecta para explorar mis vicios. Como coincidíamos en un par de materias, fuimos haciéndonos mas amigos y a veces nos sentábamos juntos. Una vez nos juntamos para presentar un trabajo en equipo, lo que requería que nos quedáramos algunas tardes en la biblioteca o en unas salas para reuniones de la Facultad, buscando material y preparando el trabajo. En esos encuentros empecé mis técnicas de tortura y exploración. Me agachaba desde el otro lado de la mesa, señalándole algo en el libro que él estaba estudiando, 100% consiente que Guido tenía una vista sin obstáculos de mis lolas, que se veían claramente a través de mi escote, rebosantes en su corpiño. También me agachaba a buscar cosas que “repentinamente” se caían, para que Guido pudiera disfrutar de mi colita, bien marcada por mis pantalones o asomándose levemente bajo mi pollera. En todas estas ocasiones, Guido discretamente se acomodaba el pantalón debajo de la mesa; lo que yo obviamente notaba porque estaba pendiente del tema. Me encantaba pensar que por mí se le ponía dura y que tenía que cambiarla de posición porque no daba mas. El juego (mi juego) era cruel pero divertido.
Una mañana que fuimos temprano para trabajar en el proyecto, estábamos sentados uno al lado del otro, leyendo del mismo libro, subrayando algunos párrafos y discutiendo su contenido, descaradamente le apoyé mi lola izquierda contra su brazo. Él justo estaba leyendo en voz alta, paró un segundo y después siguió leyendo nervioso pero pretendiendo que no pasaba nada. Durante varios minutos restregué mi teta (que ya tenía el pezón bien duro y marcado) contra él, hablándole del tema que estábamos investigando o escuchándolo. En un momento mientras él leía, bajo la mirada a su pantalón y noto una tremenda carpa. Sonreí perversamente. Después de un rato, Guido no dio mas y me dijo que iba al baño. Se levantó con vergüenza porque era obvio que la tenía super parada y tuvo que atravesar la sala frente a mi atenta mirada y después frente a cualquier otra persona que se cruce camino al baño. Mientras estaba sola, pensé en lo perra que era y cómo me encantaba esta nueva faceta de mi vida. Abrí un poco las piernas bajo la mesa y me llevé un dedo a la concha. Estaba mojadísima. Me corrí a un costado la bombacha y recorrí mi concha con el dedo desde abajo hacia arriba, deteniéndome un momento en el clítoris. Mmmmm. Aunque obviamente no iba a masturbarme ahí, al menos quería sentir mi calentura. Me reacomodé la ropa y cerré las piernas. Vi mi dedo húmedo y por curiosidad lo olí. Tenía olor a perra en celo. Me encantó. Instintivamente me lo llevé a la boca y lo chupé. Nunca lo había hecho, fue un gusto interesante. Raro pero rico. 15 minutos después apareció Guido con cara de relajado. Ya no tenía la carpa ni la tensión con las que se había ido. Era obvio que se había hecho una paja en el baño. Casi me río, me fascinaba volver tan loco a un tipo al punto que mientras estamos estudiando tiene que irse al baño a pajearse. Me preguntaba cómo lo haría (parado en uno de los cuartitos?) y dónde acabaría (tal vez en un pañuelo o en el inodoro?).
Cuando esa tarde llegué a casa, no había nadie; los chicos estaban en el colegio, papá trabajando y mamá se había metido en unos grupos de oración, que junto con compras y trámites, le tomaban gran parte del día. Algo bueno de la facultad vs. el colegio era que, aunque había mucho que estudiar, tenía poco tiempo de cursada; en vez de ir a clase todos los días de 8 a 17hs como en el colegio, tenía pocas clases dispersas por la mañana o la tarde, dependiendo del día. Esto me daba bastante tiempo para mí. Como no había nadie, me cambié a una musculosa larga que a veces usaba para dormir y me quedé en bombacha. Comí algo y me puse a vagar por la casa porque todavía no quería estudiar.
Entré al cuarto de Maca, que reflejaba su descontento con la mudanza a Mar del Plata. No había puesto ninguna decoración y varias de sus cosas seguían en cajas. Después fui al cuarto de Facu, que estaba como si siempre hubiera vivido ahí y muy desordenado, igual que el de San Isidro. Al ver su cama, recordé el espectáculo que me dio sin saberlo, sobre todo su pija acabándose encima como una fuente. Este recuerdo sumado al jueguito con Guido, me puso caliente. Entonces pensé en la revista que Facu estaba leyendo aquella vez. Salvo que la hubiera tirado para que no se la descubran en la mudanza, debería estar en su cuarto. Tratando de no cambiar nada de lugar para que Facu no note la intromisión, empecé a hurgar por sus cosas. Revisé los cajones de su escritorio, el placard y su mesita de luz, sin éxito. Entonces se me ocurrió mirar bajo su colchón, el mismo escondite que yo usaba para mis cosas indiscretas. Al levantar la parte del colchón que estaba bajo su almohada, vi apiladas tres revistas y un CD. Más al fondo había dos bollitos de ropa. Saqué todo para investigarlo. Todas las tapas de las revistas tenían chicas desnudas, dos en topples y bombacha y la otra desnuda completamente, pero con una estrellita impresa que le tapaba la concha, lo que me pareció gracioso. Dejé el CD para otra vez y desenvolví los bollitos de ropa. No lo podía creer: un corpiño blanco y una bombacha celeste con rayitas azules. La bombacha era mía!!! Pensé que se había perdido en la mudanza. Qué hacía Facu con mi bombacha? Pensé que como 2+2 son 4, si mi bombacha está con las cosas que usa para pajearse, entonces esto sólo puede significar que mi bombacha es uno de sus elementos de inspiración. Por un segundo me enojé pero después me gustó mi descubrimiento. Esto significa que Facu me ve como una mujer y que a su manera lo atraigo. Si esto era así con mi propio hermano, quería decir que también debería atraer a otros hombres. Traté de imaginar cómo usaba mi bombacha en sus pajas; la ponía en la cama y la miraba? La tocaba? La inspeccioné mas de cerca y parecía manchada y con un olor intenso. Acababa en mi bombacha?? Esto era demasiado cochino, incluso para él, pero la evidencia era contundente. El corpiño sólo podía ser de Maca porque era demasiado grande para mí. Que atrevido y pajero resultó ser mi hermanito!
Me acosté en su cama junto a las prendas y abrí una de las revistas de las minas en topples. Todas las páginas tenían fotos de mujeres un poco veteranas que iban desvistiéndose mirando a la cámara. Me pareció un poco torpe por la obviedad de algunas de las situaciones: secretarias, enfermeras, mujeres policías y estudiantes que en las primeras fotos tenían toda su ropa y de a poco iban sacándosela, hasta que en las ultimas fotos estaban en bolas. Después abrí la de la estrellita, que en el medio tenía una página que se desplegaba en tres, con una concha en primerísimo plano y tremendo zoom. Me encantó verla porque la verdad era que hasta ese momento no había visto ninguna de cerca, salvo por la mía, en un ángulo que no permitía apreciar detalles. Estaba toda depilada. Vi sus labios abiertos y rosaditos y sin pensarlo, llevé mi mano derecha a los míos, sacándome la bombacha. Advertí su humedad y los recorrí despacio. Luego me concentré en el centro de esa concha que se abría para mí y cómo se extendía hasta un clítoris bien salido y excitado. Mis dedos recorrían mi propia concha de la misma manera, calentándome cada vez mas. La revista rozaba contra mis tetas erguidas, que agradecían el contacto con mis pezones. Sin dejar de tocarme, pasé de página. Encontré la misma concha, con menor zoom y una tremenda pija dura penetrándola. Di un respingo. Era la primera penetración que veía en detalle porque las revistas que había visto con amigas en el colegio sólo las miraba de reojo y rápido mientras circulaban en el grupo, y siempre con el miedo de que nos descubrieran. Me fascinó cómo esa pija abría los labios y entraba. En las fotos que seguían podía verse a la pareja, cada vez con menos zoom, que seguía en lo suyo. Era una lástima que todo estaba centrado en ver a la mujer y no aparecía el hombre solo o de cuerpo entero, para poder apreciarlo mejor; tampoco aparecía su pija entera, sino siempre adentro de la mina.
A medida que veía las fotos, iba intensificando los movimientos de mi mano en mi concha, con las piernas totalmente abiertas. Mis tetas pedían caricias pero no tenía mas manos, así que tenían que contentarse con el roce de la revista. Cuando doy vuelta la última página, veo a la mujer arrodillada junto a las piernas del hombre (la foto llegaba sólo hasta su cintura), con la cara y las tetas llenas de semen, la punta de la pija en su lengua y una mano agarrándola de la base. La foto estaba manchada por lo que no podía ser otra cosa que semen seco del pajero de Facu. Ya no pude mas y soltando la revista, me llevé las dos manos a la concha y acabé en un orgasmo intenso y divino. Me quedé unos minutos acostada en la cama, jadeando y tratando de recuperar la respiración. Estaba transpirada, casi desnuda y con la concha y las manos empapadas de mis jugos en la cama de mi hermano, donde él también se pajeaba. Nunca me había sentido tan puta. De a poco me incorporé y fui devolviendo todo a su lugar. Me miré la concha y las piernas, que tenían jugos que bajaban por mi piel. Agarré mi bombacha robada por Facu y me limpié con ella. Quedó completamente húmeda y un fuerte olor a concha. Pensé que era un buen regalo para las pajas de mi hermanito, en devolución por la inspiración que me había dado. Me puse mi bombacha limpia y dejé todo como estaba, antes de irme a mi cuarto y cambiarme.
Estudié por un par de horas, en las que fue llegando el resto de la familia, pasando por mi cuarto para saludar. La imagen de una estudiante responsable leyendo sus libros no hacía pensar a nadie en la viciosa compulsiva en la que estaba convirtiéndome.
Claramente, ya era tiempo de pasar a los siguientes pasos de mis exploraciones…
FIN DE LA SEGUNDA PARTE
17 comentarios - Vicios Profundos - segunda parte
Ojala pronto en una foto nos muestres "Cuando estudias" 😛
segui escribiendo que esta buenisimo.