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Una diosa. Capítulo 34

Una diosa. Capítulo 34

Esta es la historia de Gabriela, una diosa de 25 años que tiene muchas ganas de contarnos su vida repleta de hombres, amigos, engaños y muchas anécdotas sexuales. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…


Capítulo 34: Feliz cumpleaños hermoso
Después de mi aventura con Ignacio y de que el enojo del momento se pasara, me empecé a sentir mal. Sentía que tenía que contarle a Paola lo que había pasado, ella había estado con Hernán y se habían filmado. Pero no estaba segura si quería hacerlo, después de todo Hernán era solo el chico que me gustaba e Ignacio era su novio. Decidí empezar por contárselo a Flavia y después de su reacción de sorpresa, confirmó lo que yo suponía.
- No le digas ni “A” boluda.- Me dijo segurísima de sus palabras.- Están medio mal con el novio, pero no sé si tanto como para bancarse que una amiga se lo garche en el auto.
Así que decidí callarme y jugar a la niña buena, la que no sabía nada del video y la que no había estado con nadie. Pero la relación entre ella e Ignacio empezó a hacerse más evidente a medida que pasaban los días y tan solo una semana después de esa noche, salimos a bailar algunas de las chicas y en frente de todas se comió a un morocho de ojos claros que pasaba por ahí. Era obvio que no le importaba su novio.
Pero no quedó ahí, ya que unos días después de esa noche de locura y celos, Ignacio me mandó un mensaje diciendo que la había pasado muy bien conmigo y que quería volver a verme. Obviamente me llamó la atención lo que hizo, pero no puedo negar que no me excitó un poco que el novio de mi amiga pensara en mi cuando tenía ganas de ponerla. Así que le dije que en esos días estaba complicada, pero que me mande un mensaje la semana siguiente.

Sin embargo mi amor principal era Tomás. Maipi había desaparecido del mapa y él ahora solo tenía ojos para mi, cosa que me encantaba. Sin embargo la amiga de ella, Ana Laura, se ocupaba de aparecer todos los días frente a nosotros. Iba al baño y estaba ella, me tomaba un colectivo y ella se subía al mismo, entraba a una clase de consulta y ella entraba después, todo el tiempo atrás mío. Me cansó tanto que un día en la parada del colectivo la frené de lleno y le dije que si me seguía una vez más le iba a estampar la cara contra la pared. Puede que haya exagerado un poco, pero desde esa tarde dejó de aparecer tan seguido en mi vida.
A pesar de eso Maipi seguía revoloteando sobre Tomás y a él le gustaba. Silvina y Natalia estaban indignadas con la actitud de esa pendeja de seguir molestando a pesar de que había quedado en claro que Tomás era mío. Pero ella no se rendía y seguía buscándolo cada vez que podía.
Una tarde de estudio en la casa de Tomás, decidí dejar los apuntes de lado y tirarme encima de él para darle una de las mejores mamadas que di en mi vida. Sorprendido él, se dejó llevar por mis labios que no paraban de subir y bajar por su pija que pasó de estar blandita a parecer que explotaba de la calentura. Después de recibir toda su leche calentita en mi boca y de tragármela como nena buena, le dejé bien en claro que si volvía a tener algo con esa pelotudita de Maipi se cortaba todo.
- Gabi, no tengo nada con ella. Y se lo dejé bien en claro, pero me sigue hablando. ¿Qué querés que le haga?- Me preguntó como eximiéndose de cualquier culpa.
Tenía que hacer algo para dejarle en claro que no me gustaba ella. “Me tengo que poner de novia con él” pensé en un principio, pero no iba a caer tan bajo de preguntarle yo si quería ser mi novio. “¿La tendré que agarrar de los pelos?” me pregunté, pero tampoco parecía la solución más racional aunque me moría de ganas de encajarle una buena trompada en la cara. “¿Cómo hice para ganarme a los otros hombres que me gané?” me seguí preguntando toda la noche. ¿Cómo había hecho que me diera bola Hernán, o Eloy, o Nicolás? La respuesta era obvia, siendo bien puta, como a ellos les gusta. ¿Pero qué podía darle Maipi a Tomás que yo no le daba?
Al día siguiente me las crucé a las dos sentadas en una mesa del bar de en frente de la facultad. Estaban leyendo unos apuntes y ni se dieron cuenta que yo estaba a unos metros de donde estaban ellas, pero mis ojos se sorprendieron al ver que en un momento dejaron de leer y pusieron a conversarse cara a cara y parecían a punto de darse un beso. Segundos más tarde Tomás pasó en frente de ellas y las dos, con carita de nenita buena, lo saludaron y noté en su expresión un inmenso deseo. Enseguida supe lo que tenía que hacer…

- Dale Flor, ya lo hicimos dos beses. Necesito tu ayuda.- Le rogué el sábado a la noche mientras hacíamos la previa en la casa de Andrea.
- Ni loca Gabi.- Me negó ella.- Cuando lo hicimos la primera vez vos estabas soltera, y la segunda fue solo para devolverte el favor. Ahora con Guille estamos bien y no quiero cagarlo.
Necesitaba a una amiga para tan solo unas horas más tarde y no sabía que iba a hacer. Era el cumpleaños de Tomás y quería darle el mejor regalo que un hombre podía recibir. Las chicas habían aceptado en ir a bailar al mismo lugar que él iba a ir con sus amigos, pero necesitaba que una de ellas lo seduzca y se lo gané como habíamos hecho en un pasado con Guillermo y después con Eloy. Flor era la mejor alternativa, era de las más lindas y siempre iba de frente. Pero su noviazgo me cerró la puerta.
La siguiente que pensé fue en Paola, todos los hombres le alagaron el culo toda su vida y su actitud de trola en los últimos años se había intensificado, mucho más ahora que engañaba a su novio sin problemas. Pero no estaba en la mejor sintonía con ella desde que me enteré que se había acostado con Hernán. Acto seguido miré a Ailín, la más buenita del grupo, la que siempre hacía la tarea en la escuela y la que era el orgullo de mamá y papá. Todas sabíamos sus aventuras sexuales con Santiago y lo puta que era cuando estaba en la cama con él, pero era obvio que no lo iba a engañar. Así que…
- ¿En serio no te molesta?- Le pregunté a Flavia minutos más tarde.
- Boluda no hay problema.- Me dijo contenta.- Lo único voy a tener que ponerme bien en pedo.

Y eso hicimos. Volvimos a la previa con las chicas y seguimos tomando, pero esta vez como si fuese el último día de nuestras vidas. Cuando llegamos al boliche fuimos directo a la barra para no romper nuestra costumbre y después de pedir unos tragos empezamos a pasear por el lugar en busca de Tomás y sus amigos. Primero vimos a Emiliano, Matías y Francisco que estaban esperando a que Silvina y Natalia salgan del baño y nos quedamos hablando un rato con ellos. Después seguimos dando vueltas, pero como no los encontramos volvimos a la barra en busca de otro trago (ya el quinto o sexto de la noche) y empezaban a hacerse notar.
Nos pusimos a bailar como locas en el medio de la pista y ahí fue cuando lo vi un poco alejado. Casi desesperada tomé a Flavia de la mano y salí disparada hacia él. Pero un baldazo de agua fría me cayó encima cuando vi que estaba hablando con la pendeja trola de Maipi y su amiga estaba al lado. ¡Estaban ahí! No lo podía creer. Me pasé bien atrás de él y lo abracé con fuerza haciendo que se diera vuelta.
- ¡Gabi!- Me saludó contento.- Que bueno que viniste.
- ¡Obvio que viene!- Le dije tratando de alejarlo de ellas dos.- Y vine con mis amigas así hacemos la mejor fiesta.- Agregué señalando a Flavia.
- Hola.- La saludó él con un beso.
- Hola.- Le dijo ella, pero fue más allá y le dio un abrazo bien fuerte y agregó:- Feliz cumpleaños hermoso.- Y después se rió.
Tomás la miró sorprendido pero alagado por el piropo y se quedó hablando unos segundos con nosotras. Al ver que ya no les daba bola, las otras dos chicas dijeron que se iban al baño y desaparecieron. “Salgan de acá pendejas” pensé yo y seguí hablando con él. Nos dio unos tickets de bebidas y juntos fuimos a cambiarlos a la barra, pidiendo un trago más (ya olvidándonos de la cuenta).
Una vez listas volvimos a la pista con él y nos presentó a sus amigos, algunos muy lindos, pero nosotras solo teníamos ojos para él y Flavia estaba haciendo muy bien su trabajo. Lo sacaba a bailar, le hablaba, lo empujaba con el cuerpo y meneaba en frente de sus ojos y él sorprendido no paraba de mirar (¡Dios, son todos igual de pajeros!).
Seguimos así hasta que conseguimos que sus amigos quedaran un poco alejados y entramos en juego. Fla le tiró la boca y él logró corrérsela segundos antes de besarse y me miró a mi con cara de preocupado. Pero yo le sonreí y seguí bailando como si nada y Flavia volvió a acercar sus labios a los de él y esta vez hicieron contacto por unos segundos. Tomás volvió a alejarse.
- ¿Qué onda tu amiga?- Me preguntó al oído.- ¿No sabe que yo estuve con vos?
- Sí.- Le respondo yo bailando.- Sabe. Pero a ella le gusta jugar al límite.- Le dije después guiñándole un ojo y su sonrisa fue muy evidente.
Seguimos bailando y él se soltó un poco más. Flavia estaba mucho más trola que nunca, movía el cuerpo como loca y le pegaba la cola a la cintura de Tomás que ya no le importaba nada. Yo me mantenía un poco más al margen, pero de vez en cuando lo acariciaba, le tocaba el pecho o la espalda. Sin emabrgo no fue hasta que me pegué a mi amiga y empezamos a bailar pecho a pecho que él entendió que el juego era calentarlo al máximo.
Se puso detrás de mi y apoyó sus manos en mi cintura y empezó a menear hasta abajo con su cuerpo casi pegado al mío. Y ahí fue cuando yo aproveché y sacando cola sentí su bulto sobre mi cuerpo y la excitación nos empezó a invadir. Giré mi cabeza hacia un costado y me encontré con su rostro y enseguida sus labios se pegaron a los míos. Me di media vuelta y pasé mis brazos por sus hombros y nos sumergimos en un beso bien apasionado. Él fue moviendo sus manos desde mi cintura hasta la parte baja de mi espalda y por último hacia mi cola y la apretó con ganas. Me alejé y lo miré unos segundos con una sonrisa pícara. Giré la cabeza y tomé a Flavia de la mano y la acerqué hacia nosotros.
- Te tenemos una sorpresa preparada con Fla.- Le digo a Tomás acercándome a mi amiga y abrazándola.- Pero no te la podemos dar acá.
- Es re linda nuestra sorpresa.- Le dijo ella con tono de trola y pasando su mano por el pecho de Tomás y llegando hasta su cintura.
- ¿Quieren que vayamos a mi depto?- Nos preguntó él y ambas contestamos “Dale” emocionadas.
Fuimos con paso decidido hacia la puerta y mi alegría fue inmensa cuando pude ver como Maipi y Ana Laura nos miraban con cara de odio mientras yo las saludaba con una sonrisa. Nos subimos a su auto y fuimos hasta su casa cantando canciones y tocándolo de manera bien sensual. Llegamos y riéndonos por culpa del alcohol subimos al ascensor mientras hacíamos chistes de tríos y nos tocábamos en lugares bien estratégicos. Cuando estábamos a punto de llegar al piso donde vive, Fla me apoyó contra la pared del ascensor y tomándome por sorpresa me besó con ganas. Yo le devolví el beso y después de unos segundos nos separamos y nos entramos a reír mientras mirábamos la cara de sorpresa de Tomás.
Llegamos a su casa y nosotras empezamos a bailar al ritmo de una canción que cantábamos y contentas nos fuimos hasta su pieza, mientras él nos seguía tentado de lo que hacíamos. Entramos a la habitación y saltamos a la cama y nos seguimos riendo de lo tentadas que estábamos. Pero había que ponerse un poco más serías y las dos nos miramos fijos y nos acercamos para seguir con ese beso que habíamos empezado en el ascensor.
No era la primera mujer que besaba, de hecho lo había hecho muchas veces para calentar a chicos en el boliche o con Florencia para calentar a nuestros novios, pero esa situación con Flavia me encendió más que nunca. Su mano empezó a recorrer mi cuerpo a medida que me levantaba la remera y acariciaba mi piel de manera bien suave. Mi cuerpo iba sintiendo el calor que me invadía de solo pensar en que dentro de pocos minutos las dos íbamos a saborear una hermosa pija.
Pero mi amiga comenzó a bajar por mi cuerpo y pasé a ser yo el centro de sus besos. Recorría mi cuello, mis hombros, mis brazos, mi pecho, mis tetas y de a poquito me iba sacando la ropa y encendiendo cada vez más y más. Llegó hasta mi cintura y me desabrochó el pantalón y bien suavecito me lo fue sacando. “Mirá la tanguita que te pusiste trola” me dijo al ver mi tanga negra, una de mis favoritas. Pero me duró pocos segundos ya que me la sacó y haciéndose la graciosa se la tiró a Tomás que miraba desde lejos la situación.
Flavia metió su cabeza entre mis piernas y comenzó a chupar. Lo hacía de una manera espectacular, muy excitante, con delicadeza y a su vez de manera violenta. Su lengua iba desde mi conchita hasta mi clítoris mojando cada centímetro de mi cuerpo y subiéndome la temperatura al máximo. Sus besos húmedos me hacían estremecer del placer que solo podía contener apretando bien fuerte las sábanas. Segundos más tarde veo que ella empieza a gemir y al levantar unos segundos la cabeza compruebo que Tomás que había bajado el pantalón y le estaba chupando la conchita.
Aproveché un segundo que separó su cabeza de mi cuerpo para levantarme y gateando acercarme hasta donde estaba él. Me bajé de la cama y como pude comencé a desvestirlo mientras él seguía ocupado dándole placer oral a mi amiga. Sus gemidos empezaron a invadir la habitación cuando subió su lengua hasta su cola y comenzó a chupársela como loco. Yo me agaché y le desabroché el pantalón y se lo bajé para dejarlo con un bóxer que escondía un bulto impresionante.
Las dos nos arrodillamos en frente de él segundos más tarde y bajándole el bóxer blanco de manera apresurada comenzamos a chuparle la pija bien rápido. Primero yo, después mi amiga y por último las dos juntas. Mientras una se entretenía con la cabeza, la otra disfrutaba del tronco y de los huevos. Tomás ya no se aguantaba sus gemidos de placer y sus manos se apoyaron en nuestras nucas acompañando cada uno de los movimientos que alguna de las dos hacia.
Llegó el momento de coger y él se acostó en la cama y yo sin dudarlo me senté sobre su pija mirándolo a él. Flavia se acostó al lado suyo y mientras lo acariciaba le comía la boca desesperada. Poder ver a los dos besando y tocándose en frente mío me excitó muchísimo y que después ella se lo montara y él me besara a mi mientras gemía de placer me voló la mente.
Probamos en cuatro, primero una y después la otra y él nos cogía con ganas. Cuando le tocó a Flavia me pidió que me acueste en frente de ella y mientras Tomás le cogía la conchita, ella me chupaba la mía y su lengua hacia magia. Cuando me tocó a mi, tuve que devolverle el favor y entre gritos y gemidos iba saboreando su concha que estaba totalmente cogida.
Para el gran fina, nos arrodillamos nuevamente en frente suyo y después de chuparle todo el cuerpo un buen rato, empezamos a pajearlo bien fuerte hasta que su lechita empezó a salir y terminó en su gran mayoría sobre mi pecho. Flavia se pegó a mi cuerpo y fue desparramando con el suyo todo el semen que tenía a medida que nos besábamos y Tomás sorprendido miraba totalmente eufórico.
Al final las dos nos acostamos en su cama y de lo borrachas que estábamos nos terminamos quedando dormidas. Al día siguiente él nos despertó y no sabíamos dónde meternos. Nos cambiamos y nos fuimos casi a las apuradas y antes de salir le di un beso diciéndole nuevamente feliz cumpleaños. En el taxi de vuelta no hablamos nada con Fla, solo nos mirábamos y nos reíamos de lo tentadas que estábamos. Habíamos pasado una noche increíble y ella me había provocado un placer que nunca antes había sentido con una mujer. Lo que yo no sabía y que se iba a revelar unos meses más tarde, es que Flavia era lesbiana.

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1 comentarios - Una diosa. Capítulo 34

suaveplatense +1
Q lindo cumplir años siendo amigo de gaby jajja
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