Antes de comenzar todos ya me conocen, como TuTuPadre, ahora bien se que mi relato de mi madre paso a ser mi mujer les ha gustado y el relato me folle a mi padre, ahora comparto este relato como bonus antes de proseguir con las entregar de las ahora dos sagas que ustedes están siguiendo en mi canal de Poringa.
Mi nombre es Enrique y tengo dieciocho años. Nací con una maldición, aunque les pueda parecer una estupidez lo que digo para mí lo es. Mi madre me tuvo con veinticuatro años, ahora tiene cuarenta y dos, y está buenísima. Les puede parecer gracioso o excitante pero les juro que me ha hecho sufrir mucho esta circunstancia. Las bromas de los amigos, los comentarios sexuales, las miradas por la calle, absolutamente todo. Es de esas personas que es imposible que te deje indiferente. A mis dieciocho años, mido 1.80 y me considero bastante atractivo, tengo éxito con las chicas y hace ya años perdí la virginidad, pero siempre he pensado que el tema de mi madre no me ha dejado disfrutar de la sexualidad de manera sana.
Mi padre es un empresario de mucho éxito de cincuenta años recién cumplido, no les hablo mucho de él porque en esta historia no tiene la mayor relevancia. Vayamos a lo interesante, mi madre. A sus cuarenta y dos años creo que tiene todo lo bueno de una jovencita y a la vez de una mujer madura, les doy mi palabra que no exageraré nada en la descripción. Mide 1.70 y es muy guapa de cara. Ojos grandes marrones, nariz fina, labios carnosos y muy sensuales, bastante blanquita de piel. Lleva una melenita por los hombros, rubia teñida o castaña clara depende de la época del año. Tiene una cintura bastante delgada, recordemos siempre que ya no tiene 20 años, un culo muy duro y bien puesto para su edad, más grande que el de una jovencita y unas tetas absolutamente impresionantes. Son grandes, carnosas, muy poco caídas y naturales. Por temas del gimnasio donde se pasa media vida sé que sus medidas son 120-65-100. Es una mujer muy voluptuosa, un auténtico pecado.
Gracias a la buena situación de mi padre, sus únicas funciones en la vida han sido cuidarme y cuidarse ella. Casi adicta al ejercicio y la vida saludable. Mi función sin embargo han sido dos, estudiar y fantasear con ella sin parar. Reconozco que tengo un complejo de Edipo de manual, y los comentarios de la gente nunca me han ayudado. Su espectacular físico me ha obligado a innumerables peleas con mis amigos, algunas incluso serias. A nadie le gusta que su madre sea una “MILF. Las pajas y sueños eróticos que he tenido con ella son innumerables, incluso he llegado a espiar a mis padres follando. Sólo con mirarla un par de minutos en según que circunstancias me provoca una erección incontrolable, es algo que nunca he sentido por ninguna novia ni “folla miga”. Yo creo que casi tres cuartas partes de las veces que he tenido relaciones con una chica fantaseaba con mi madre. Sé que es una enfermedad, pero ¿qué puedo hacer?
El problema es que de los 16 años hasta ahora se ha incrementado la obsesión. Ya no me conformo con encerrarme en el cuarto a masturbarme salvajemente, he ido a más…Como les comentaba he espiado a mis padres follando, he entrado en el baño cuando ella estaba duchándose con cualquier pretexto para repasarle el cuerpazo de reojo e incluso últimamente me ha dado por robarle ropa interior y masturbarme en ella. Hasta aquí no ha habido ningún problema, el tema fue a partir del verano pasado, cuando perdí el control totalmente…
Vivimos en una casa con piscina en un barrio residencial y acomodado a las afueras de Barcelona. Este verano ha sido terrible, cualquier español como yo sabrá que la ola de calor ha sido algo nunca vivido en nuestro país. Yo ya estaba de vacaciones después de haber terminado el último curso de bachillerato, con tres meses por delante de vacaciones antes de empezar la carrera. Mi padre estaba todo el día en el trabajo y mi madre y yo la mayor parte del tiempo en la piscina. Recuerdo que era un martes y llevaba media mañana ya en la piscina cuando apareció mi madre por el jardín. Iba vestida toda de blanco, venía de jugar el tenis, y aquella blusa que ni siquiera era escotada pero la faldita que si era más bien corta la hacían parecer salida de una peli porno.
-Hola cariño, vengo agotada, me pongo el biquini y vengo contigo a la piscina
—. Dicho y hecho, a los 10 minutos volvió vestida con un biquini diseñado, seguro, para provocar. La braguita era fina pero no tanga, pero la parte de arriba eran dos minúsculos triangulitos que apenas podían cubrir tanta carne, la carne de las mejores tetas que jamás he visto.
Se duchó en la piscina del jardín, se dio un baño y se puso a tomar el sol de espaldas, circunstancia que yo aproveché para pensar en cualquier otra cosa y bajar mi comienzo de erección. Al rato vino el lío.
Me dijo: — ¿Mi amor me pones un poco de protección solar?
Evidentemente no tuve más remedio y le dije que
-sí, ya voy.
Estando ella boca abajo se desabrochó la parte de arriba para dejar al descubierto su trabajada espalda, y yo me senté encima de su culo con cuidado para comenzar a extenderle la crema por los hombros. No había terminado con estos cuando una de las mayores erecciones de mi vida hizo presencia. ¡Claro! ¡Estaba puesto de tal manera que mi polla se apretaba sobre su semidesnudo culo! Era imposible que no la notara, pero obviamente no dijo nada, y yo me sentí descubierto, descubierto después de tantos años, así que lejos de disimular o irme con cualquier pretexto me quedé allí disfrutando de su cuerpo. Le pasé la crema por la espalda y mi polla ya estaba a punto de reventar, pero no conforme con esto empecé a ponerle crema por los laterales aprovechando casi descaradamente por acariciar los lados de sus enormes tetas. Estaba tan excitado que hasta mi respiración se estaba poniendo más profunda. Seguí manoseándola hasta que le dije:
—mamá debería ponerte crema también por delante —. Mientras mi polla seguía apretujada contra su culo, solo separados por su fino bikini y mi bañador, movía ligeramente mi cintura haciendo un pequeño balanceo como si la cabalgase. Entonces conseguí meter mis manos llenas de crema entre sus tetas y el suelo, y allí apretujadas empezaron a acariciarle los pechos con el pezón descubierto.
La respiración de mi madre también había cambiado, pero no era excitación sino incomodidad extrema.
Ella ya no pudo más con todo aquello, consiguió levantarse sacándoseme de encima ágilmente me dijo: —Ya está Enrique gracias—
y se fue dentro de la casa para no volver.
Yo no pude ni llegar a mi habitación, indiferente a si me podían ver tanto mi madre como la asistenta que teníamos de lunes a sábado me saqué el miembro allí mismo y me hice la paja más corta de mi triste existencia.
Los días siguientes fueron extraños como era de esperar, mi madre estaba esquiva y me hablaba lo estrictamente necesario, y yo sorprendentemente no me sentía avergonzado sino más bien liberado. Creo que los siguientes tres días hice un nuevo record personal de masturbación, siempre con esa escena metida en la cabeza.
Creí que había vuelto a recuperar el control hasta que llegó el domingo. Oí desde mi cuarto que mi madre se había levantado la primera como cada domingo. Al no tener asistenta le gustaba levantarse y prepararnos un buen desayuno, era de los pocos días de la semana que desayunábamos todos juntos. Oí ruido de agua, era mi padre en la ducha, y me fui a la cocina. Me dio los buenos días como si nada, ya había pasado toda aquella escena, había quedado atrás, y me sonrió como siempre hacía.
Yo estaba sentado en una de las sillas de la mesa de la cocina y mi perspectiva era más que excitante. Iba vestido solo con un calzoncillo, ni siquiera camiseta. Por la noche a mis padres no les gustaba poner el aire acondicionado y el calor era muy fuerte. Y mi madre llevaba un pequeño pantalón de pijama y una ancha camiseta. Al estar de espaldas a mí preparando unas tostadas, mi visión de su culo era espectacular. Treinta segundos después la erección no me cabía en el calzoncillo. Me fui directo a ella con el pretexto de ayudarla, pero lo que hice fue ponerme detrás suyo y pegarme como una lapa.
La abracé por detrás apretándole el culo con mi brutal erección mientras que colé mis manos por dentro de su camiseta y le agarré con fuerza las tetas.
—Mmmmmmm, oh sí mamá, ¿en que puedo ayudarte?— le dije casi con ironía.
Ella respiraba profundísimamente, no sabía queh hacer, y yo seguí así tan solo un minuto hasta que me bajé el calzoncillo y comencé a restregarle mi polla por encima de su pantalón.
—Joder mamá que buena estás— no pude evitar decirle, dejé de sobarle las tetas y le bajé el pantaloncito hasta las rodillas en un rápido movimiento, dejando su culo desnudo delante de mi polla. Ella se giró rápidamente enseñándome su cuidadito coño, con una cara de enfado que pocas veces le recordaba.
¡Plas!, me dio un bofetón con ganas mientras me dijo
—¿Pero es que te has vuelto loco? ¡Vete a tu cuarto ahora mismo! Me subí el calzoncillo raudo y veloz y me fui echando chispas a mi cuarto, eso sí, ni el bofetón ni su enfado evitaron que me la cascase pensando en ella.
Después de eso el ambiente se enrareció de verdad, ella prácticamente ni me hablaba ni me miraba, e incluso mi padre preguntó en un par de ocasiones si nos habíamos enfadado por algo, a lo que ella siempre contestaba chorradas del estilo que estaba muy contestón o cosas así.
Así pasamos un mes, sin que el ambiente mejorara.
Estábamos ya a las puertas de agosto, mi padre trabajando y mi madre la oí entrar en la ducha.
Me convencí a mí mismo que las cosas no podían ir a peor, así que mi acoso fue a más.
Me desnudé completamente y ya con una visible erección entre en el baño. Vi a mi madre llena de jabón a través de la mampara y no me lo pensé dos vece, me metí con ella.
—¿¡Enrique qué coño haces!?—. Se quedó mirándome de frente, ambos desnudos, con sus enormes tetas apuntando hacia mí.
La agarré por el culo con fuerza y me abalancé sobre ella, dejándola entre la pared de la ducha y yo mimo.
—No puedo más mamá, de verdad que no puedo más—.
Ella forcejeó conmigo para separarme pero la tenía cogida con mucha fuerza. La besaba en el cuello y frotaba mi polla contra su coño, su clítoris, mientras ella seguía intentando salir de la situación mientras me reñía entre dientes…
—Te lo juro mamá no aguanto más, solo pienso en ti, estoy harto de que la gente me diga cosas de ti, delo buena que estás de lo que te harían, te necesito.
—Le decía cosas sin parar y sin mucho sentido mientras le sobaba todo lo que podía e intentaba meter mi polla en su ansiada raja. Ella intensificó el forcejeó y consiguió alejarme unos centímetros.
Me la quedé mirando.
—¡¡¡Enrique para!!!!—. Yo la miré a los ojos, me volví a abalanzar sobre ella y le dije que no podía parar, le suplicaba incluso.
Mi excitación era brutal, incontrolada, después de un minuto más intentando que mi madre se abriera de piernas ella consiguió meter su mano entre su coño y mi polla, me agarró el miembro y empezó a movérmelo de arriba abajo.
—¡¡¡Ohhhhhhhh, ohhhhhhh, ohhhhhhhhh, ohhhhhh, ahhhhhhhhhhhhhhhhh, ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh, oh sí mamá, oh síiiii!!!!
—. Mi madre me estaba haciendo la paja más excitante de mi vida, su cara era de profunda resignación pero a mí me daba igual.
—¡¡¡Síiiiii, síiiiiiiii, síiiiii, mamáaaaaa, ohhhhhhhhhhhhhhhh, ohhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh, ohhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh¡¡¡
—. Como era de esperar aguanté unos tres minutos y tuve la corrida más intensa de mi vida que fue a parar al vientre de mi madre mientras mis gemidos se iban acortando y haciéndose espasmódicos.
Mi madre me dio dos o tres sacudidas más, y aprovechando que me había quedado hecho polvo salió rápido de la ducha sin mediar palabra y sin ni siquiera secarse. Huyó de allí.
Aquello fue la mejor experiencia de mi vida, mejor que cualquier polvo, que cualquier chica de dieciocho años. La paja de mi madre, casi forzada, con desgana, por desesperación, fue la corrida más intensa que jamás haya tenido. Solo sabía que necesitaba más, y que esta vez no iba a poder esperar un mes.
La mala noticia es que había visto que mi madre jamás accedería por si sola a estar conmigo, y tampoco la podía forzar físicamente como es obvio, necesitaba un plan más psicológico.
Pasaron pocos días hasta que llegó el sábado.
Vestido con una camiseta y en calzoncillos me acerqué a la habitación de mis padres. En efecto mi presentimiento era cierto, mis padres habían decidido celebrar la llegada del fin de semana con un polvo matutino. Creo que era el momento de la semana que más les gustaba. Los oía gemir, a los dos, mi madre casi como loca, se decían cosas, “te quiero”, “me encanta”, “como me pones”, “nunca me cansare de follar contigo”, especialmente mi padre que se lo pasaba en grande aunque los gemidos de mi madre eran de puro placer.
Al rato y entre grandes gritos se corrieron , yo ya tenía la oreja directamente pegada a la puerta. Se quedaron unos minutos estirados sollozando en la cama, oí como mi padre se encendía un cigarrillo, el único vicio que tenía.
Al poco rato mi padre dijo que se iba a duchar y se metió en el baño que tienen en su cuarto. Notaba que mi madre seguía estirada en la cama y pensé que ahora o nunca.
Me desnudé en el pasillo y entré rápidamente en el cuarto. Oía el agua de la ducha de mi padre y vi a mi madre con los pechos al aire y con el diminuto pantalón del pijama solo puesto.
Descansaba después de esa sesión sexual, relajada, hasta que me vio claro. Su cara era sobre todo de asombro, de ver que ya no tenía límites. Desnudo y ya empalmado me tiré encima suyo y empecé a sobárselo todo, las tetas, el culo, el coño por encima del pantalón, ¡todo! Ella volvió a forcejear conmigo y apenas susurraba algo pero yo seguía cegado por el deseo.
Me decía algo así como que parase, que estaba loco, que estaba papá en el baño. Ella no sabía que papá era parte de mi plan…Seguí sobándola un rato mientras le decía alguna que otra obscenidad, intentaba bajarle el pantaloncito pero ella se resistía.
Le dije:—Yo también quiero follarte mamá, no pararé hasta logarlo. También tengo derecho a follarte, si haces ruido se enterará papá, ¿es eso lo que quieres?
—Mi plan estaba resultando, estaba seguro que el que mi padre se pudiera enterar de todo aquello lejos de ser la salvación de mamá la vergüenza le iba a hacer ocultarlo.
El desconcierto era mi mejor baja. Cuando oyó mi argumento siguió resistiéndose pero menos intensamente mientras me llamaba loco y cosas por el estilo.
—Necesito follarte mamá solo una vez, lo necesito, quiero ser como papá, quiero follarte—. Una de mis manos se ponía las botas con sus enormes tetas mientras que la otra no paraba de frotarle su coño ahora por dentro del escaso pantalón.
Entre gemidos de placer míos y gemidos de resistencia suyos conseguí bajarle el pantalón hasta las rodillas y en esta nueva situación seguí sobándola sin parar, restregando mi polla por su rajita mientras que con las dos manos le apretaba por el culo hacia mí.
—Oh si mamá que buena que estás, oh sí mamá—. Su resistencia ya casi era inexistente, pero yo no conseguía meterle la polla, así que le bajé el pantalón hasta los tobillos y conseguí quitárselo de una vez. Le abrí las piernas y me puse entre ellas, busqué con mi polla la entrada de su coño y por fin se la metí hasta el fondo.
–Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh, ahhhhhhhhhhhhhhhhhh, ahhhhhhhhhhhhhhhhhhh, ohhhhhhhhhhhhhhhh, mamáaaaaaaaaaaaaaaa, ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh
—. Gemí lo más flojo posible para que mi padre no nos oyese y ella gimió también aunque no de excitación.
—Ahhhhhhhhhhhh, ahhhhhhhhhhhhm, ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhh, ohhhhhhhhhhhhhhh— Me lo estaba pasando en grande, era mi sueño hecho realidad, disfrutaba del increíble cuerpo de mi madre ya sin nada de resistencia, la embestía una y otra vez. Mi miembro se deslizaba perfecto por dentro suyo ya que además ella venía de follarse a mi padre. Mientras me movía no perdía ni un momento en acariciarla y besarla por donde podía. Finalmente hice una embestida más hasta el fondo, y cogiéndola por el culo descargué toda mi leche dentro suyo mientras tenía unos espasmos increíbles y gemía muy bajito.
—Ohhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh
—. Mamá eres increíble. Estuve como dos minutos estirado encima de ella con mi polla dentro, hasta que el tamaño fue disminuyendo y me dejé caer a su lado.
Aquello fue realmente maravilloso. En ese preciso instante oí como el sonido de la ducha paraba, y aproveché para irme sigilosamente de allí, dejando a mi madre estirada, con cara aun de asombro y resignación.
Como os podéis imaginar, aquello cambió nuestra relación para siempre, al contrario de lo que puedan pensar tomo mucho mas tiempo os digo a ustedes pero continue con mi idea, al final de todo resulto mas de lo que espere, pero sinceramente no me arrepiento de nada de lo que pasó.
Mi nombre es Enrique y tengo dieciocho años. Nací con una maldición, aunque les pueda parecer una estupidez lo que digo para mí lo es. Mi madre me tuvo con veinticuatro años, ahora tiene cuarenta y dos, y está buenísima. Les puede parecer gracioso o excitante pero les juro que me ha hecho sufrir mucho esta circunstancia. Las bromas de los amigos, los comentarios sexuales, las miradas por la calle, absolutamente todo. Es de esas personas que es imposible que te deje indiferente. A mis dieciocho años, mido 1.80 y me considero bastante atractivo, tengo éxito con las chicas y hace ya años perdí la virginidad, pero siempre he pensado que el tema de mi madre no me ha dejado disfrutar de la sexualidad de manera sana.
Mi padre es un empresario de mucho éxito de cincuenta años recién cumplido, no les hablo mucho de él porque en esta historia no tiene la mayor relevancia. Vayamos a lo interesante, mi madre. A sus cuarenta y dos años creo que tiene todo lo bueno de una jovencita y a la vez de una mujer madura, les doy mi palabra que no exageraré nada en la descripción. Mide 1.70 y es muy guapa de cara. Ojos grandes marrones, nariz fina, labios carnosos y muy sensuales, bastante blanquita de piel. Lleva una melenita por los hombros, rubia teñida o castaña clara depende de la época del año. Tiene una cintura bastante delgada, recordemos siempre que ya no tiene 20 años, un culo muy duro y bien puesto para su edad, más grande que el de una jovencita y unas tetas absolutamente impresionantes. Son grandes, carnosas, muy poco caídas y naturales. Por temas del gimnasio donde se pasa media vida sé que sus medidas son 120-65-100. Es una mujer muy voluptuosa, un auténtico pecado.
Gracias a la buena situación de mi padre, sus únicas funciones en la vida han sido cuidarme y cuidarse ella. Casi adicta al ejercicio y la vida saludable. Mi función sin embargo han sido dos, estudiar y fantasear con ella sin parar. Reconozco que tengo un complejo de Edipo de manual, y los comentarios de la gente nunca me han ayudado. Su espectacular físico me ha obligado a innumerables peleas con mis amigos, algunas incluso serias. A nadie le gusta que su madre sea una “MILF. Las pajas y sueños eróticos que he tenido con ella son innumerables, incluso he llegado a espiar a mis padres follando. Sólo con mirarla un par de minutos en según que circunstancias me provoca una erección incontrolable, es algo que nunca he sentido por ninguna novia ni “folla miga”. Yo creo que casi tres cuartas partes de las veces que he tenido relaciones con una chica fantaseaba con mi madre. Sé que es una enfermedad, pero ¿qué puedo hacer?
El problema es que de los 16 años hasta ahora se ha incrementado la obsesión. Ya no me conformo con encerrarme en el cuarto a masturbarme salvajemente, he ido a más…Como les comentaba he espiado a mis padres follando, he entrado en el baño cuando ella estaba duchándose con cualquier pretexto para repasarle el cuerpazo de reojo e incluso últimamente me ha dado por robarle ropa interior y masturbarme en ella. Hasta aquí no ha habido ningún problema, el tema fue a partir del verano pasado, cuando perdí el control totalmente…
Vivimos en una casa con piscina en un barrio residencial y acomodado a las afueras de Barcelona. Este verano ha sido terrible, cualquier español como yo sabrá que la ola de calor ha sido algo nunca vivido en nuestro país. Yo ya estaba de vacaciones después de haber terminado el último curso de bachillerato, con tres meses por delante de vacaciones antes de empezar la carrera. Mi padre estaba todo el día en el trabajo y mi madre y yo la mayor parte del tiempo en la piscina. Recuerdo que era un martes y llevaba media mañana ya en la piscina cuando apareció mi madre por el jardín. Iba vestida toda de blanco, venía de jugar el tenis, y aquella blusa que ni siquiera era escotada pero la faldita que si era más bien corta la hacían parecer salida de una peli porno.
-Hola cariño, vengo agotada, me pongo el biquini y vengo contigo a la piscina
—. Dicho y hecho, a los 10 minutos volvió vestida con un biquini diseñado, seguro, para provocar. La braguita era fina pero no tanga, pero la parte de arriba eran dos minúsculos triangulitos que apenas podían cubrir tanta carne, la carne de las mejores tetas que jamás he visto.
Se duchó en la piscina del jardín, se dio un baño y se puso a tomar el sol de espaldas, circunstancia que yo aproveché para pensar en cualquier otra cosa y bajar mi comienzo de erección. Al rato vino el lío.
Me dijo: — ¿Mi amor me pones un poco de protección solar?
Evidentemente no tuve más remedio y le dije que
-sí, ya voy.
Estando ella boca abajo se desabrochó la parte de arriba para dejar al descubierto su trabajada espalda, y yo me senté encima de su culo con cuidado para comenzar a extenderle la crema por los hombros. No había terminado con estos cuando una de las mayores erecciones de mi vida hizo presencia. ¡Claro! ¡Estaba puesto de tal manera que mi polla se apretaba sobre su semidesnudo culo! Era imposible que no la notara, pero obviamente no dijo nada, y yo me sentí descubierto, descubierto después de tantos años, así que lejos de disimular o irme con cualquier pretexto me quedé allí disfrutando de su cuerpo. Le pasé la crema por la espalda y mi polla ya estaba a punto de reventar, pero no conforme con esto empecé a ponerle crema por los laterales aprovechando casi descaradamente por acariciar los lados de sus enormes tetas. Estaba tan excitado que hasta mi respiración se estaba poniendo más profunda. Seguí manoseándola hasta que le dije:
—mamá debería ponerte crema también por delante —. Mientras mi polla seguía apretujada contra su culo, solo separados por su fino bikini y mi bañador, movía ligeramente mi cintura haciendo un pequeño balanceo como si la cabalgase. Entonces conseguí meter mis manos llenas de crema entre sus tetas y el suelo, y allí apretujadas empezaron a acariciarle los pechos con el pezón descubierto.
La respiración de mi madre también había cambiado, pero no era excitación sino incomodidad extrema.
Ella ya no pudo más con todo aquello, consiguió levantarse sacándoseme de encima ágilmente me dijo: —Ya está Enrique gracias—
y se fue dentro de la casa para no volver.
Yo no pude ni llegar a mi habitación, indiferente a si me podían ver tanto mi madre como la asistenta que teníamos de lunes a sábado me saqué el miembro allí mismo y me hice la paja más corta de mi triste existencia.
Los días siguientes fueron extraños como era de esperar, mi madre estaba esquiva y me hablaba lo estrictamente necesario, y yo sorprendentemente no me sentía avergonzado sino más bien liberado. Creo que los siguientes tres días hice un nuevo record personal de masturbación, siempre con esa escena metida en la cabeza.
Creí que había vuelto a recuperar el control hasta que llegó el domingo. Oí desde mi cuarto que mi madre se había levantado la primera como cada domingo. Al no tener asistenta le gustaba levantarse y prepararnos un buen desayuno, era de los pocos días de la semana que desayunábamos todos juntos. Oí ruido de agua, era mi padre en la ducha, y me fui a la cocina. Me dio los buenos días como si nada, ya había pasado toda aquella escena, había quedado atrás, y me sonrió como siempre hacía.
Yo estaba sentado en una de las sillas de la mesa de la cocina y mi perspectiva era más que excitante. Iba vestido solo con un calzoncillo, ni siquiera camiseta. Por la noche a mis padres no les gustaba poner el aire acondicionado y el calor era muy fuerte. Y mi madre llevaba un pequeño pantalón de pijama y una ancha camiseta. Al estar de espaldas a mí preparando unas tostadas, mi visión de su culo era espectacular. Treinta segundos después la erección no me cabía en el calzoncillo. Me fui directo a ella con el pretexto de ayudarla, pero lo que hice fue ponerme detrás suyo y pegarme como una lapa.
La abracé por detrás apretándole el culo con mi brutal erección mientras que colé mis manos por dentro de su camiseta y le agarré con fuerza las tetas.
—Mmmmmmm, oh sí mamá, ¿en que puedo ayudarte?— le dije casi con ironía.
Ella respiraba profundísimamente, no sabía queh hacer, y yo seguí así tan solo un minuto hasta que me bajé el calzoncillo y comencé a restregarle mi polla por encima de su pantalón.
—Joder mamá que buena estás— no pude evitar decirle, dejé de sobarle las tetas y le bajé el pantaloncito hasta las rodillas en un rápido movimiento, dejando su culo desnudo delante de mi polla. Ella se giró rápidamente enseñándome su cuidadito coño, con una cara de enfado que pocas veces le recordaba.
¡Plas!, me dio un bofetón con ganas mientras me dijo
—¿Pero es que te has vuelto loco? ¡Vete a tu cuarto ahora mismo! Me subí el calzoncillo raudo y veloz y me fui echando chispas a mi cuarto, eso sí, ni el bofetón ni su enfado evitaron que me la cascase pensando en ella.
Después de eso el ambiente se enrareció de verdad, ella prácticamente ni me hablaba ni me miraba, e incluso mi padre preguntó en un par de ocasiones si nos habíamos enfadado por algo, a lo que ella siempre contestaba chorradas del estilo que estaba muy contestón o cosas así.
Así pasamos un mes, sin que el ambiente mejorara.
Estábamos ya a las puertas de agosto, mi padre trabajando y mi madre la oí entrar en la ducha.
Me convencí a mí mismo que las cosas no podían ir a peor, así que mi acoso fue a más.
Me desnudé completamente y ya con una visible erección entre en el baño. Vi a mi madre llena de jabón a través de la mampara y no me lo pensé dos vece, me metí con ella.
—¿¡Enrique qué coño haces!?—. Se quedó mirándome de frente, ambos desnudos, con sus enormes tetas apuntando hacia mí.
La agarré por el culo con fuerza y me abalancé sobre ella, dejándola entre la pared de la ducha y yo mimo.
—No puedo más mamá, de verdad que no puedo más—.
Ella forcejeó conmigo para separarme pero la tenía cogida con mucha fuerza. La besaba en el cuello y frotaba mi polla contra su coño, su clítoris, mientras ella seguía intentando salir de la situación mientras me reñía entre dientes…
—Te lo juro mamá no aguanto más, solo pienso en ti, estoy harto de que la gente me diga cosas de ti, delo buena que estás de lo que te harían, te necesito.
—Le decía cosas sin parar y sin mucho sentido mientras le sobaba todo lo que podía e intentaba meter mi polla en su ansiada raja. Ella intensificó el forcejeó y consiguió alejarme unos centímetros.
Me la quedé mirando.
—¡¡¡Enrique para!!!!—. Yo la miré a los ojos, me volví a abalanzar sobre ella y le dije que no podía parar, le suplicaba incluso.
Mi excitación era brutal, incontrolada, después de un minuto más intentando que mi madre se abriera de piernas ella consiguió meter su mano entre su coño y mi polla, me agarró el miembro y empezó a movérmelo de arriba abajo.
—¡¡¡Ohhhhhhhh, ohhhhhhh, ohhhhhhhhh, ohhhhhh, ahhhhhhhhhhhhhhhhh, ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh, oh sí mamá, oh síiiii!!!!
—. Mi madre me estaba haciendo la paja más excitante de mi vida, su cara era de profunda resignación pero a mí me daba igual.
—¡¡¡Síiiiii, síiiiiiiii, síiiiii, mamáaaaaa, ohhhhhhhhhhhhhhhh, ohhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh, ohhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh¡¡¡
—. Como era de esperar aguanté unos tres minutos y tuve la corrida más intensa de mi vida que fue a parar al vientre de mi madre mientras mis gemidos se iban acortando y haciéndose espasmódicos.
Mi madre me dio dos o tres sacudidas más, y aprovechando que me había quedado hecho polvo salió rápido de la ducha sin mediar palabra y sin ni siquiera secarse. Huyó de allí.
Aquello fue la mejor experiencia de mi vida, mejor que cualquier polvo, que cualquier chica de dieciocho años. La paja de mi madre, casi forzada, con desgana, por desesperación, fue la corrida más intensa que jamás haya tenido. Solo sabía que necesitaba más, y que esta vez no iba a poder esperar un mes.
La mala noticia es que había visto que mi madre jamás accedería por si sola a estar conmigo, y tampoco la podía forzar físicamente como es obvio, necesitaba un plan más psicológico.
Pasaron pocos días hasta que llegó el sábado.
Vestido con una camiseta y en calzoncillos me acerqué a la habitación de mis padres. En efecto mi presentimiento era cierto, mis padres habían decidido celebrar la llegada del fin de semana con un polvo matutino. Creo que era el momento de la semana que más les gustaba. Los oía gemir, a los dos, mi madre casi como loca, se decían cosas, “te quiero”, “me encanta”, “como me pones”, “nunca me cansare de follar contigo”, especialmente mi padre que se lo pasaba en grande aunque los gemidos de mi madre eran de puro placer.
Al rato y entre grandes gritos se corrieron , yo ya tenía la oreja directamente pegada a la puerta. Se quedaron unos minutos estirados sollozando en la cama, oí como mi padre se encendía un cigarrillo, el único vicio que tenía.
Al poco rato mi padre dijo que se iba a duchar y se metió en el baño que tienen en su cuarto. Notaba que mi madre seguía estirada en la cama y pensé que ahora o nunca.
Me desnudé en el pasillo y entré rápidamente en el cuarto. Oía el agua de la ducha de mi padre y vi a mi madre con los pechos al aire y con el diminuto pantalón del pijama solo puesto.
Descansaba después de esa sesión sexual, relajada, hasta que me vio claro. Su cara era sobre todo de asombro, de ver que ya no tenía límites. Desnudo y ya empalmado me tiré encima suyo y empecé a sobárselo todo, las tetas, el culo, el coño por encima del pantalón, ¡todo! Ella volvió a forcejear conmigo y apenas susurraba algo pero yo seguía cegado por el deseo.
Me decía algo así como que parase, que estaba loco, que estaba papá en el baño. Ella no sabía que papá era parte de mi plan…Seguí sobándola un rato mientras le decía alguna que otra obscenidad, intentaba bajarle el pantaloncito pero ella se resistía.
Le dije:—Yo también quiero follarte mamá, no pararé hasta logarlo. También tengo derecho a follarte, si haces ruido se enterará papá, ¿es eso lo que quieres?
—Mi plan estaba resultando, estaba seguro que el que mi padre se pudiera enterar de todo aquello lejos de ser la salvación de mamá la vergüenza le iba a hacer ocultarlo.
El desconcierto era mi mejor baja. Cuando oyó mi argumento siguió resistiéndose pero menos intensamente mientras me llamaba loco y cosas por el estilo.
—Necesito follarte mamá solo una vez, lo necesito, quiero ser como papá, quiero follarte—. Una de mis manos se ponía las botas con sus enormes tetas mientras que la otra no paraba de frotarle su coño ahora por dentro del escaso pantalón.
Entre gemidos de placer míos y gemidos de resistencia suyos conseguí bajarle el pantalón hasta las rodillas y en esta nueva situación seguí sobándola sin parar, restregando mi polla por su rajita mientras que con las dos manos le apretaba por el culo hacia mí.
—Oh si mamá que buena que estás, oh sí mamá—. Su resistencia ya casi era inexistente, pero yo no conseguía meterle la polla, así que le bajé el pantalón hasta los tobillos y conseguí quitárselo de una vez. Le abrí las piernas y me puse entre ellas, busqué con mi polla la entrada de su coño y por fin se la metí hasta el fondo.
–Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh, ahhhhhhhhhhhhhhhhhh, ahhhhhhhhhhhhhhhhhhh, ohhhhhhhhhhhhhhhh, mamáaaaaaaaaaaaaaaa, ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh
—. Gemí lo más flojo posible para que mi padre no nos oyese y ella gimió también aunque no de excitación.
—Ahhhhhhhhhhhh, ahhhhhhhhhhhhm, ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhh, ohhhhhhhhhhhhhhh— Me lo estaba pasando en grande, era mi sueño hecho realidad, disfrutaba del increíble cuerpo de mi madre ya sin nada de resistencia, la embestía una y otra vez. Mi miembro se deslizaba perfecto por dentro suyo ya que además ella venía de follarse a mi padre. Mientras me movía no perdía ni un momento en acariciarla y besarla por donde podía. Finalmente hice una embestida más hasta el fondo, y cogiéndola por el culo descargué toda mi leche dentro suyo mientras tenía unos espasmos increíbles y gemía muy bajito.
—Ohhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh
—. Mamá eres increíble. Estuve como dos minutos estirado encima de ella con mi polla dentro, hasta que el tamaño fue disminuyendo y me dejé caer a su lado.
Aquello fue realmente maravilloso. En ese preciso instante oí como el sonido de la ducha paraba, y aproveché para irme sigilosamente de allí, dejando a mi madre estirada, con cara aun de asombro y resignación.
Como os podéis imaginar, aquello cambió nuestra relación para siempre, al contrario de lo que puedan pensar tomo mucho mas tiempo os digo a ustedes pero continue con mi idea, al final de todo resulto mas de lo que espere, pero sinceramente no me arrepiento de nada de lo que pasó.
3 comentarios - acosando a una bella madre (mi madre)