HOLA CHICOS, ACA LES TRAIGO ALGO QUE VENGO PROMETIENDO, PERO ANTES LES QUIERO VOLVER A AGRADECER POR TODOS LOS MENSAJES QUE ME MANDAN, ESTOS ULTIMOS DIAS QUE ESTUVE MEDIO TRISTE LA VERDAD ME SORPRENDIERON POR LOS MENSJAES DE ALIENTO Y BUENOS CONSEJOS QUE ME DIERON.
BUENO, QUE LES PUEDO DECIR, LA VERDAD ES QUE ESTE RELATO NUEVO ES LEJOS EL MENOS EROTICO DE TODOS, NO ES XXX, Y ES TODO UN RIESGO QUE ASUMI, QUIZAS NO LES GUSTE, PERO SERIA MUY IMPORTANTE PARA MI QUE LO LEAN.
OJALA LES GUSTE!!!!
Mi amiga se llama Luz.
Nos conocemos desde los doce años que coincidimos en el colegio. Unos años después, en la secundaria nos sentábamos juntas, y de a poco se fue generando una muy bonita amistad.
De Luz conozco todo, es de esas relaciones que ya no se pueden repetir, sé qué cosas le molestan, sé por qué llora cuando llora, a qué le tiene miedo, estuve ahí cuando le rompieron el corazón. Ella sabe de mi lo mismo, sabe mis secretos porque estuvo a mi lado cuando me sucedieron algunas cosas, sabe dónde, cómo y cuándo me desvirgué, sabe mis fantasías y traumas.
Nos celamos mucho. Si la veo hablando con otra le hago una escena sobreactuada diciéndole que cómo puede ser que esté con otra, nos terminamos riendo, pero el reclamo en el fondo es de verdad. Ella hace lo mismo, si yo hablo con otra ella se acerca y en clave de humor dice que “la chica está conmigo”.
Nuestra amistad es muy íntima, no íntima a nivela sexual, íntima a nivel de conocimientos. Nos hemos visto desnudas miles de veces, hemos dormido juntas en la misma cama, nos hemos bañado juntas alguna vez que de vacaciones el agua del hotel no funcionaba bien, e inclusive hasta nos hemos escuchado teniendo sexo.
Cuando yo estaba con Martín muchas veces ella me prestaba su casa cuando sus padres salían, yo hacía el amor en su cama mientras ella miraba tele en la habitación de al lado, luego me decía que se notaba que la había pasado bien, o me preguntaba que me había hecho el chico para que yo gritara tanto. Yo a ella la escuché al menos con dos chicos. Es lindo escucharla gemir. Después cuando quedábamos solas nos contábamos todos los detalles.
De Luz me gusta su voz y la forma lenta que tiene de hablar. Es suave, dice frases largas de manera pausada, suena segura. Siempre le brillan los ojos y está con una sonrisa, aunque la vi llorar muchas veces. La primea vez que la vi llorar coincidió con la primera vez que la besé, fue en el último año de la secundaria, ella había cortado con algún chico y se quedó a dormir conmigo para apaciguar el dolor, pero no pudo soportarlo y se quebró. Yo la abracé, le dije que era hermosa, que ese chico no se la merecía, y que ya encontraría a alguien mejor, acaricié su pelo, la tomé de la mano y sin pensarlo acerqué mi boca a la suya y le di un pico. Ella lo devolvió. Nos besamos de esa manera unos segundos, pequeños y sutiles piquitos con nuestros ojos entre cerrados. Ella se durmió en mi pecho.
Físicamente es una leona. Tiene piernas fuertes, muslos lindos, su mejor atributo es la cola, su cintura es delgada y de pechos es igual a mí, no hay demasiado. La virtud es que es todo natural en ella, no hace gimnasia, no sale a caminar ni ningún deporte, y siempre está espléndida, a diferencia mía que me mato en los gimnasios, con las sentadillas o corriendo kilómetros y kilómetros. Ella siempre me dice que para qué me esfuerzo tanto si tengo un lomazo, y yo le digo que tengo un lomazo justamente porque me esfuerzo mucho. Yo soy insegura, necesito de mi buen físico para sentirme segura, necesito que me miren el culo y me digan que es lindo. Ella no, ella come chocolates y facturas sin culpa, cuando se siente gorda hace dieta, y le da igual si la miran o no.
Yo muchas veces la miro y observo también como los hombres la miran. En la playa por ejemplo todas sabemos en nuestro grupo que el culo más mirado es el de ella, si ella toma sol boca abajo y viene un grupo de hombres caminando yo los miro, veo como sus ojos se posan sobre sus nalgas y quedan fijas allí mientras avanzan, deben inclusive girar la cabeza para poder seguir mirando. En los boliches es lejos la que más levante tiene. Luz tiene eso que se dice “ángel”, todos quieren conquistarla, o al menos, acostarse con ella.
La primera vez que tuve una fantasía con ella fue luego de verla besarse apasionadamente con su chico de turno contra la pared de alguna avenida, habíamos salido, y de regreso ella se estaba despidiendo de su amante. Yo solo esperaba unos metros más adelante, y miraba como ese hombre tocaba sus piernas, la apoyaba, la traía hacia su cuerpo desde la cintura, ella entrelazaba sus dedos en los pelos de la nuca de él mientras abría y cerraba la boca y movía su cabeza para que los besos se disfrutaran más. Si se separaban un poco se podía ver sus lenguas pegadas acariciarse, ella la movía de tal forma que quedaba finita, y la punta se movía rápido. Él tocaba su cola y ella se pegaba más a su cuerpo. Yo me pregunté si estaría excitada, y que yo por menos que eso ya me habría mojado. Pensé que en ese momento yo era un estorbo, si no fuese por mí ella ya estaría en una cama con ese tipo, pero es tan amiga que si sale conmigo regresa conmigo. Luego de varios minutos se separaron, se despidieron y fuimos a mi casa.
-Estoy empapada boluda – me reconoció apenas doblamos la esquina.
Le dije que se vaya con él, que no había problemas. Me miró muy mal y me dijo que no.
Que yo haya empezado a convivir con mi novio no fue motivo para que ella se quede a dormir en casa, nuestras salidas comenzaron a ser más cortas y tranquilas, y por ende regresábamos mucho más temprano. Ella vive muy lejos de la zona de boliches, y los colectivos en la ciudad comienzan a funcionar desde las 7 am los domingos, entonces se quedaba en mi casa, dormía en la otra pieza, claro que yo dormía con ella, me daba “cosa” dejarla sola en una casa donde había un hombre, que si bien era mi novio, yo lo hacía más que nada para que ella no se sintiera incómoda.
En esa pieza fue donde comenzaron a suceder algunas “cositas”, por empezar la cama era de solo una plaza, por lo tanto para dormir debíamos o abrazarnos o que alguna apoyara su cabeza en el pecho de la otra, generalmente yo era la que usaba sus senos como almohada. Por una cuestión de espacio nuestros muslos se tocaban, y de pronto nos encontramos jugando con nuestros dedos del pie, o acariciando el muslo de la otra por toda su longitud. Todo en silencio, a oscuras. Nos acariciábamos las mejillas o el pelo. Yo cada tanto humedecía mis labios por si llegaba el beso, y me preguntaba si ella estaría haciendo lo mismo. Finalmente, luego de un largo coqueteo llegaba el momento de besarnos. A veces era yo quien la besaba con todo el miedo del mundo de ser rechazada, otras era ella quien se inclinaba sobre mí para besarme. La que quedaba abajo la pasaba un poco mejor, porque tenía campo libre para acariciar los glúteos de la otra, no era una tocada de culo más, como tocan los hombres, eran caricias, era recorrer las nalgas por todo su ser, en círculos, acompañando la forma, disfrutándolas, sintiendo lo suave de la piel.
Mi forma de besarla es muy distinta a como beso a un hombre, no sé, es como que con ella tengo que ser mucho más suave, y me di cuenta que ella también me besaba distinto a como había besado a ese hombre contra la pared. Nos éramos salvajes, no nos estábamos comiendo la boca, nos estábamos disfrutando, nuestros labios se acariciaban con ternura, se tanteaban, jugaban entre ellos reconociéndose, sintiendo las texturas, lisas, húmedas, tibias, dulces. Nuestras lenguas a diferencia de cuando lo hacemos con un hombre, no eran serpientes sedientas que debían moverse frenéticamente para excitar al otro, eran tan solo una extensión de nuestro cuerpo que exploraban el cuerpo de la otra. La lengua de Luz es áspera en el centro, y muy rica debajo del frenillo, mucho más suave, es lisa y me generaba cosquillas besársela a los costados. Poco a poco comenzábamos a perder la razón, y no solo nuestra respiración se aceleraba sino también que el deseo. Cuando nos dábamos cuenta que nuestras manos estaban tocando más de la cuenta, más por miedo a que nos guste que por otra cosa, nos deteníamos, nos reíamos como locas, con complicidad y mucha confianza, y sin decirnos nada nos volvíamos a abrazar hasta quedarnos dormidas.
Eso se convirtió en una rutina. Cada vez que salíamos terminábamos en la cama de la otra pieza besándonos. Algunas veces volvíamos muy temprano para tener más tiempo, o porque simplemente ya era como una regla tácita, algo implícito, si salimos es para terminar en la cama haciendo eso. Un par de noches, de clima feo, ni siquiera salimos. Besarse con una persona durante horas es hermoso, y te conecta a un nivel emocional inexplicable, sobre todo porque no eran besos de connotación sexual, yo no la besaba para que ella se excitara y tuviese deseos de hacer el amor conmigo, la besaba para que disfrute, para que se relaje, para que sienta ternura, para pasa un momento agradable. Nos acariciábamos mucho. Las piernas, la cola, la cadera, el abdomen, los brazos, me gusta cuando ella recorre con la yema de sus dedos desde mi hombro hasta la punta de mi dedo anular, y desde allí vuelve a subir hasta mi hombro, me genera escalofríos, se me pone la piel de gallina, y ella se sonríe, victoriosa, orgullosa, como si ese efecto fuese lo que estaba buscando. Yo en cambio acaricio la parte de su cuello debajo del mentón, sé que le gusta porque cuando llego ahí ella inclina la cabeza hacia atrás y la mueve en pequeños círculos, luego utilizo mi boca y beso ese lugar que sé que la enloquece.
Con el correr de los encuentros nos fuimos animando a demostrar o no ocultar el placer que sentimos. Ya no reprimimos el gemido o el jadeo, y si tenemos la necesidad física de suspirar, suspiramos. Cuando yo beso su cuello ella suspira con la letra “A”, respira profundo mientras sus dedos acarician mi nuca y exhala el aire muy sensual con un suspiro.
Al día siguiente, siempre, yo estoy nerviosa e incómoda. Ella está como si nada hubiese ocurrido. Nunca hablamos del tema, nunca nos comunicamos o expresamos verbalmente de lo que nos estaba ocurriendo, hasta que una tarde mientras tomábamos un helado en el centro yo le dije si podíamos hablar de “eso que nos está pasando”.
-¿Y qué nos está pasando? – preguntó Luz de manera cortante, sabiendo bien de que se trataba todo.
-Nada, eso que nos pasa en la cama…
-Mirá – me dijo – Me gustaría que lo que nos pasa en la cama se quede en la cama, o en todo caso que sea un tema que se hable en la cama, no ahora en medio de una salida social.
Sentí mucha vergüenza. Me puse colorada. A Luz no le gustó ni medio que yo haya intentado hablar del tema. Tuve miedo de que nuestros encuentros ya no volvieran a ocurrir, pero un par de semanas después ella me llamó para preguntarme si quería salir a tomar algo.
Ella llegó a mi casa cuando yo todavía me estaba bañando, así que la recibió mi novio, con quien nunca se llevó bien pero siempre tuve un respeto por la relación, jamás me dijo nada malo de él, no es de esas amigas que te llenan la cabeza o te dicen que la relación no te conviene. Aun así siempre fue de tirarle “chicanas” a mi chico, él se las responde claro, no se queda sumiso ante las críticas de una mujer. Algunas veces tuve que decirles que la corten porque las ironías y sarcasmos van subiendo de nivel y pueden ponerse agresivos y ofenderse.
Esa noche nos pusimos a hablar los tres, y el tema derivó en que mi novio finalmente dijera “si se quieren tanto por qué no se cogen”, lo dijo de mala gana, con cierto grado de enfado, yo lo conozco, además me sorprendió que usara esa palabra delante de Luz, él no es así, siempre digo lo mismo, será un pelotudo por otras cuestiones pero no es irrespetuoso con las mujeres. La cara de Luz se transformó y traté de mediar para que nada pasara a mayores.
-¿Y vos como sabés que no nos cogemos en la otra pieza? – atacó mi amiga.
-Luz… - dije.
Demasiado tarde. El silencio que se generó fue uno de los más incómodos que viví. Mi nerviosismo se manifestó porque comencé a acariciarme el pelo. Luego de algunos instantes de no hablar, intercambiamos algunas palabras insignificantes, y él se fue a acostar.
Yo, enojada, me fui a la otra pieza sola. Luz corrió detrás de mí y me pidió perdón. Dijo que seguro él no pensaba que sea algo que pasaba de verdad, pero que le dio mucha bronca la situación.
-¿Me vas a coger entonces? – le pregunté con todo el odio del mundo.
-Mica…
-Pensé que teníamos algo distinto.
-¿Me estás haciendo una escena?
Sí, la respuesta era sí. Estaba furiosa con mi amiga, y sabía que mis siguientes palabras iban a ser peligrosas.
-Yo pensaba que hacíamos el amor, no que cogíamos.
Apagué la luz y me acosté. Claramente esa noche no saldríamos.
Lo de hacer el amor fue una forma de decir, porque hasta el momento nunca llegamos a concretar nada más que no sean besos y caricias, ni siquiera nos besamos los pechos ni tocamos entre las piernas, y nunca desde que empezamos a acostarnos estuvimos desnudas en la misma cama.
Luz se recostó a mi lado. Comenzó a acariciarme el pelo, e hizo eso que tanto me gusta sobre mi brazo. Me besó el hombro con besitos ruidosos.
-A lo mejor estoy celosa de tu novio – me susurró al oído – Perdoname…
Me volteé y perdonándola súbitamente la besé.
Esa noche no salimos. Tampoco hicimos el amor.
Pero estoy segura que algún día lo vamos a hacer.
DE CORAZON ESPERO QUE LO HAYAN DISFRUTADO.
LOS INVITO A COMENTAR, COMPARTIR, PUNTUARM ETC.
GRACIAS POR PASAR.
BUENO, QUE LES PUEDO DECIR, LA VERDAD ES QUE ESTE RELATO NUEVO ES LEJOS EL MENOS EROTICO DE TODOS, NO ES XXX, Y ES TODO UN RIESGO QUE ASUMI, QUIZAS NO LES GUSTE, PERO SERIA MUY IMPORTANTE PARA MI QUE LO LEAN.
OJALA LES GUSTE!!!!
Mi amiga se llama Luz.
Nos conocemos desde los doce años que coincidimos en el colegio. Unos años después, en la secundaria nos sentábamos juntas, y de a poco se fue generando una muy bonita amistad.
De Luz conozco todo, es de esas relaciones que ya no se pueden repetir, sé qué cosas le molestan, sé por qué llora cuando llora, a qué le tiene miedo, estuve ahí cuando le rompieron el corazón. Ella sabe de mi lo mismo, sabe mis secretos porque estuvo a mi lado cuando me sucedieron algunas cosas, sabe dónde, cómo y cuándo me desvirgué, sabe mis fantasías y traumas.
Nos celamos mucho. Si la veo hablando con otra le hago una escena sobreactuada diciéndole que cómo puede ser que esté con otra, nos terminamos riendo, pero el reclamo en el fondo es de verdad. Ella hace lo mismo, si yo hablo con otra ella se acerca y en clave de humor dice que “la chica está conmigo”.
Nuestra amistad es muy íntima, no íntima a nivela sexual, íntima a nivel de conocimientos. Nos hemos visto desnudas miles de veces, hemos dormido juntas en la misma cama, nos hemos bañado juntas alguna vez que de vacaciones el agua del hotel no funcionaba bien, e inclusive hasta nos hemos escuchado teniendo sexo.
Cuando yo estaba con Martín muchas veces ella me prestaba su casa cuando sus padres salían, yo hacía el amor en su cama mientras ella miraba tele en la habitación de al lado, luego me decía que se notaba que la había pasado bien, o me preguntaba que me había hecho el chico para que yo gritara tanto. Yo a ella la escuché al menos con dos chicos. Es lindo escucharla gemir. Después cuando quedábamos solas nos contábamos todos los detalles.
De Luz me gusta su voz y la forma lenta que tiene de hablar. Es suave, dice frases largas de manera pausada, suena segura. Siempre le brillan los ojos y está con una sonrisa, aunque la vi llorar muchas veces. La primea vez que la vi llorar coincidió con la primera vez que la besé, fue en el último año de la secundaria, ella había cortado con algún chico y se quedó a dormir conmigo para apaciguar el dolor, pero no pudo soportarlo y se quebró. Yo la abracé, le dije que era hermosa, que ese chico no se la merecía, y que ya encontraría a alguien mejor, acaricié su pelo, la tomé de la mano y sin pensarlo acerqué mi boca a la suya y le di un pico. Ella lo devolvió. Nos besamos de esa manera unos segundos, pequeños y sutiles piquitos con nuestros ojos entre cerrados. Ella se durmió en mi pecho.
Físicamente es una leona. Tiene piernas fuertes, muslos lindos, su mejor atributo es la cola, su cintura es delgada y de pechos es igual a mí, no hay demasiado. La virtud es que es todo natural en ella, no hace gimnasia, no sale a caminar ni ningún deporte, y siempre está espléndida, a diferencia mía que me mato en los gimnasios, con las sentadillas o corriendo kilómetros y kilómetros. Ella siempre me dice que para qué me esfuerzo tanto si tengo un lomazo, y yo le digo que tengo un lomazo justamente porque me esfuerzo mucho. Yo soy insegura, necesito de mi buen físico para sentirme segura, necesito que me miren el culo y me digan que es lindo. Ella no, ella come chocolates y facturas sin culpa, cuando se siente gorda hace dieta, y le da igual si la miran o no.
Yo muchas veces la miro y observo también como los hombres la miran. En la playa por ejemplo todas sabemos en nuestro grupo que el culo más mirado es el de ella, si ella toma sol boca abajo y viene un grupo de hombres caminando yo los miro, veo como sus ojos se posan sobre sus nalgas y quedan fijas allí mientras avanzan, deben inclusive girar la cabeza para poder seguir mirando. En los boliches es lejos la que más levante tiene. Luz tiene eso que se dice “ángel”, todos quieren conquistarla, o al menos, acostarse con ella.
La primera vez que tuve una fantasía con ella fue luego de verla besarse apasionadamente con su chico de turno contra la pared de alguna avenida, habíamos salido, y de regreso ella se estaba despidiendo de su amante. Yo solo esperaba unos metros más adelante, y miraba como ese hombre tocaba sus piernas, la apoyaba, la traía hacia su cuerpo desde la cintura, ella entrelazaba sus dedos en los pelos de la nuca de él mientras abría y cerraba la boca y movía su cabeza para que los besos se disfrutaran más. Si se separaban un poco se podía ver sus lenguas pegadas acariciarse, ella la movía de tal forma que quedaba finita, y la punta se movía rápido. Él tocaba su cola y ella se pegaba más a su cuerpo. Yo me pregunté si estaría excitada, y que yo por menos que eso ya me habría mojado. Pensé que en ese momento yo era un estorbo, si no fuese por mí ella ya estaría en una cama con ese tipo, pero es tan amiga que si sale conmigo regresa conmigo. Luego de varios minutos se separaron, se despidieron y fuimos a mi casa.
-Estoy empapada boluda – me reconoció apenas doblamos la esquina.
Le dije que se vaya con él, que no había problemas. Me miró muy mal y me dijo que no.
Que yo haya empezado a convivir con mi novio no fue motivo para que ella se quede a dormir en casa, nuestras salidas comenzaron a ser más cortas y tranquilas, y por ende regresábamos mucho más temprano. Ella vive muy lejos de la zona de boliches, y los colectivos en la ciudad comienzan a funcionar desde las 7 am los domingos, entonces se quedaba en mi casa, dormía en la otra pieza, claro que yo dormía con ella, me daba “cosa” dejarla sola en una casa donde había un hombre, que si bien era mi novio, yo lo hacía más que nada para que ella no se sintiera incómoda.
En esa pieza fue donde comenzaron a suceder algunas “cositas”, por empezar la cama era de solo una plaza, por lo tanto para dormir debíamos o abrazarnos o que alguna apoyara su cabeza en el pecho de la otra, generalmente yo era la que usaba sus senos como almohada. Por una cuestión de espacio nuestros muslos se tocaban, y de pronto nos encontramos jugando con nuestros dedos del pie, o acariciando el muslo de la otra por toda su longitud. Todo en silencio, a oscuras. Nos acariciábamos las mejillas o el pelo. Yo cada tanto humedecía mis labios por si llegaba el beso, y me preguntaba si ella estaría haciendo lo mismo. Finalmente, luego de un largo coqueteo llegaba el momento de besarnos. A veces era yo quien la besaba con todo el miedo del mundo de ser rechazada, otras era ella quien se inclinaba sobre mí para besarme. La que quedaba abajo la pasaba un poco mejor, porque tenía campo libre para acariciar los glúteos de la otra, no era una tocada de culo más, como tocan los hombres, eran caricias, era recorrer las nalgas por todo su ser, en círculos, acompañando la forma, disfrutándolas, sintiendo lo suave de la piel.
Mi forma de besarla es muy distinta a como beso a un hombre, no sé, es como que con ella tengo que ser mucho más suave, y me di cuenta que ella también me besaba distinto a como había besado a ese hombre contra la pared. Nos éramos salvajes, no nos estábamos comiendo la boca, nos estábamos disfrutando, nuestros labios se acariciaban con ternura, se tanteaban, jugaban entre ellos reconociéndose, sintiendo las texturas, lisas, húmedas, tibias, dulces. Nuestras lenguas a diferencia de cuando lo hacemos con un hombre, no eran serpientes sedientas que debían moverse frenéticamente para excitar al otro, eran tan solo una extensión de nuestro cuerpo que exploraban el cuerpo de la otra. La lengua de Luz es áspera en el centro, y muy rica debajo del frenillo, mucho más suave, es lisa y me generaba cosquillas besársela a los costados. Poco a poco comenzábamos a perder la razón, y no solo nuestra respiración se aceleraba sino también que el deseo. Cuando nos dábamos cuenta que nuestras manos estaban tocando más de la cuenta, más por miedo a que nos guste que por otra cosa, nos deteníamos, nos reíamos como locas, con complicidad y mucha confianza, y sin decirnos nada nos volvíamos a abrazar hasta quedarnos dormidas.
Eso se convirtió en una rutina. Cada vez que salíamos terminábamos en la cama de la otra pieza besándonos. Algunas veces volvíamos muy temprano para tener más tiempo, o porque simplemente ya era como una regla tácita, algo implícito, si salimos es para terminar en la cama haciendo eso. Un par de noches, de clima feo, ni siquiera salimos. Besarse con una persona durante horas es hermoso, y te conecta a un nivel emocional inexplicable, sobre todo porque no eran besos de connotación sexual, yo no la besaba para que ella se excitara y tuviese deseos de hacer el amor conmigo, la besaba para que disfrute, para que se relaje, para que sienta ternura, para pasa un momento agradable. Nos acariciábamos mucho. Las piernas, la cola, la cadera, el abdomen, los brazos, me gusta cuando ella recorre con la yema de sus dedos desde mi hombro hasta la punta de mi dedo anular, y desde allí vuelve a subir hasta mi hombro, me genera escalofríos, se me pone la piel de gallina, y ella se sonríe, victoriosa, orgullosa, como si ese efecto fuese lo que estaba buscando. Yo en cambio acaricio la parte de su cuello debajo del mentón, sé que le gusta porque cuando llego ahí ella inclina la cabeza hacia atrás y la mueve en pequeños círculos, luego utilizo mi boca y beso ese lugar que sé que la enloquece.
Con el correr de los encuentros nos fuimos animando a demostrar o no ocultar el placer que sentimos. Ya no reprimimos el gemido o el jadeo, y si tenemos la necesidad física de suspirar, suspiramos. Cuando yo beso su cuello ella suspira con la letra “A”, respira profundo mientras sus dedos acarician mi nuca y exhala el aire muy sensual con un suspiro.
Al día siguiente, siempre, yo estoy nerviosa e incómoda. Ella está como si nada hubiese ocurrido. Nunca hablamos del tema, nunca nos comunicamos o expresamos verbalmente de lo que nos estaba ocurriendo, hasta que una tarde mientras tomábamos un helado en el centro yo le dije si podíamos hablar de “eso que nos está pasando”.
-¿Y qué nos está pasando? – preguntó Luz de manera cortante, sabiendo bien de que se trataba todo.
-Nada, eso que nos pasa en la cama…
-Mirá – me dijo – Me gustaría que lo que nos pasa en la cama se quede en la cama, o en todo caso que sea un tema que se hable en la cama, no ahora en medio de una salida social.
Sentí mucha vergüenza. Me puse colorada. A Luz no le gustó ni medio que yo haya intentado hablar del tema. Tuve miedo de que nuestros encuentros ya no volvieran a ocurrir, pero un par de semanas después ella me llamó para preguntarme si quería salir a tomar algo.
Ella llegó a mi casa cuando yo todavía me estaba bañando, así que la recibió mi novio, con quien nunca se llevó bien pero siempre tuve un respeto por la relación, jamás me dijo nada malo de él, no es de esas amigas que te llenan la cabeza o te dicen que la relación no te conviene. Aun así siempre fue de tirarle “chicanas” a mi chico, él se las responde claro, no se queda sumiso ante las críticas de una mujer. Algunas veces tuve que decirles que la corten porque las ironías y sarcasmos van subiendo de nivel y pueden ponerse agresivos y ofenderse.
Esa noche nos pusimos a hablar los tres, y el tema derivó en que mi novio finalmente dijera “si se quieren tanto por qué no se cogen”, lo dijo de mala gana, con cierto grado de enfado, yo lo conozco, además me sorprendió que usara esa palabra delante de Luz, él no es así, siempre digo lo mismo, será un pelotudo por otras cuestiones pero no es irrespetuoso con las mujeres. La cara de Luz se transformó y traté de mediar para que nada pasara a mayores.
-¿Y vos como sabés que no nos cogemos en la otra pieza? – atacó mi amiga.
-Luz… - dije.
Demasiado tarde. El silencio que se generó fue uno de los más incómodos que viví. Mi nerviosismo se manifestó porque comencé a acariciarme el pelo. Luego de algunos instantes de no hablar, intercambiamos algunas palabras insignificantes, y él se fue a acostar.
Yo, enojada, me fui a la otra pieza sola. Luz corrió detrás de mí y me pidió perdón. Dijo que seguro él no pensaba que sea algo que pasaba de verdad, pero que le dio mucha bronca la situación.
-¿Me vas a coger entonces? – le pregunté con todo el odio del mundo.
-Mica…
-Pensé que teníamos algo distinto.
-¿Me estás haciendo una escena?
Sí, la respuesta era sí. Estaba furiosa con mi amiga, y sabía que mis siguientes palabras iban a ser peligrosas.
-Yo pensaba que hacíamos el amor, no que cogíamos.
Apagué la luz y me acosté. Claramente esa noche no saldríamos.
Lo de hacer el amor fue una forma de decir, porque hasta el momento nunca llegamos a concretar nada más que no sean besos y caricias, ni siquiera nos besamos los pechos ni tocamos entre las piernas, y nunca desde que empezamos a acostarnos estuvimos desnudas en la misma cama.
Luz se recostó a mi lado. Comenzó a acariciarme el pelo, e hizo eso que tanto me gusta sobre mi brazo. Me besó el hombro con besitos ruidosos.
-A lo mejor estoy celosa de tu novio – me susurró al oído – Perdoname…
Me volteé y perdonándola súbitamente la besé.
Esa noche no salimos. Tampoco hicimos el amor.
Pero estoy segura que algún día lo vamos a hacer.
DE CORAZON ESPERO QUE LO HAYAN DISFRUTADO.
LOS INVITO A COMENTAR, COMPARTIR, PUNTUARM ETC.
GRACIAS POR PASAR.
50 comentarios - Mi Amiga Luz
aguante CJS!!!!
beso
Besitos
Si bien es algo diferente a lo que estoy acostumbrado, me gusto ya que lo que intentaste mostrar es el otro lado, un lado de sentimientos íntimos y no sólo una calentura de aventura.
Gracias por compartirlo
claro, quise mostrar q no todo es garche
y q a veces llegar al sexo es consecuencia de....
Me gustaría que lo que nos pasa en la cama se quede en la cama.
Van puntitos, felicitaciones.
es q ella es asi
no se como hace para separar las cosas
me alegra que les haya gustado aunque es algo distinto a los demas
entiendo
yo pensaba q con luz era amor pk nos conocemos de toda la vida, nos queremos, etc.
y ella salio con la palabra coger... igual ya lo aclaramos
¡Muchas gracias! Me encantaría leer el próximo.
Lee los relatos más viejos que subí
Besos
creo que tanto vos como ella lo estan esperando ...
y si, de parte mia es amor y ganas de hacerlo
y me parece q de parte de ella tambien
ya veremos...
😃
lo vuestro no es sexo es entregarse al otro/a
Con detalles como para imaginarce bien a la otra persona
"Físicamente es una leona..."
Y buen punto de giro con la idea de celos.
+10