En la ciudad de La Plata existen dos equipos importantes: Gimnasia y Estudiantes. El Lobo y el León. Triperos y Pinchas. Como todo derby local, despierta amor por los propios y odio por los ajenos.
Agustina es una morocha que por poco supera el 1,60mts. Su contextura flaquita la privó de tener un par de globos como tetas, pero lo compensa con una cintura increíble, unas piernas marcadas y un culo que la convierte en blanco de los piropos más desubicados, camine por donde camine.
Desde chiquita Agus va a la cancha a ver al Lobo y la última vez que se jugó el clásico regional, con su equipo jugando de local, no quería que fuese la excepción. Es por eso que le pidió a su novio Nico (hincha del mismo equipo) que la acompañe a sacar la entrada.
Algunos conoceran el estadio de Gimnasia; a los que no, les cuento que se encuentran en medio del "bosque platense" (por eso el apodo de Lobo) y que muy cerca también se encuentra el de Estudiantes.
En esa cercanía entre una y otra cancha no pensaron justamente Agus y Nico cuando fueron a la boletería, a comprar las entradas, cuando llegaron casi sin darse cuenta a una esquina con cinco hinchas de Estudiantes, que destapaban una cerveza y, por el estado en que estaban, se veía que no era la primera.
Él iba sin ninguna prenda que lo identificara como rival. Pero Agus.. ¡Ay, Agus! Llevaba un shortcito diminuto (que con ese culazo, de por sí, ya era llamativo) y arriba... arriba... la camiseta del Lobo.
De inmediato, la manada se quedó en silencio y clavó sus ojos en ellos dos. En los colores que llevaban, en la tranquilidad que querían aparentar, en el orto de ella.
El más grandote, les cortó el paso parándose adelante.
-Cómo me gusta romperles el culo a los triperos en los clásicos -dijo el más bajito, mirándolo a Nico.
-Y a mí me gusta rompérselo a las triperas- dijo otro, mirando a Agus mientras se agarraba la pija
De inmediato se encontraron rodeados.
-Vamos para allá- dijo el Grandote, señalando un rinconcito formado por dos paredes casi venidas abajo, fuera de la vista de la gente que pasaba a lo lejos.
-¿A qué? -llegó a soltar Nico, con un hilito de voz
-A charlar de fútbol -le retrucó el Grandote, con una serenidad escalofriante
Sin resistencia, Agus y Nico caminaron a la par de los cinco hombres, que murmuraban mirando el culo a ella, riéndose y hasta tocándoselo con el mínimo de disimulo.
Al llegar, voló una primera trompada a la cara de Nico, que no despertó ninguna reacción en él.
-¡Dale, amigo! -soltó uno bastante negro- ¿No ves que te vamos a garchar a tu mina? ¡Defendela!
Pero Nico no levantaba la vista.
El Grandote tomó la palabra y soltó: -Y bueno, el pibe sabe que si sale a mostrarla con ese shortcito, alguna pija va a saltar. ¿No es cierto, cornudo?
Nico estaba inmovilizado.
-Nicolás, ¡hace algo! - suplicó Agus, desesperada, intentando hacerlo reaccionar
Eso le tocó alguna fibra de valor, al parecer, porque intentó un leve ataque, revoleando los puños al aire, pero recibió trompadas de todos lados que lo hicieron caer al piso ante la risa de los otros.
El Grandote y otro más se quedaron controlándolo, mientras los otros tres empezaron a manosear a Agustina.. Apoyándola contra la pared, empezaron a besarle el cuello, tocarle las piernas, agarrarle el culo con fuerza, llevar las manos de ella a sus bultos. Recién cuando intentaron desabotonarle el short Agus notó realmente la gravedad del asunto e intentó forcejear.
-¡Quedate quieta! No te hagas la loquita y ni se te ocurra gritar -ordenó el Grandote a la distancia, mientras jugaba con una navaja que sacó de su bolsillo trasero.
Y eso fue suficientemente intimidante para Agus. El shortcito fue prácticamente arrancado y las revoluciones de todos subieron cuando descubrieron que, abajo, llevaba una diminuta tanguita con los colores de Gimnasia.
-¡¡Dejale la bombachita del Lobo puesta!! - dijo entre risas el que ayudaba al Grandote a sostener a Nico -¡¡Y la camiseta!! Me la quiero coger con la camiseta puesta. agregó.
Dos de los que estaban metiéndole mano pelaron la pija casi de inmediato y empezaron a pajearse, saboreando lo que se venía. El más negrito de todos le hizo poner la manos contra la pared, le corrió la tanguita y empezó a chuparle el pequeño orificio de su culito. Los gemidos de ella no permitían distinguir si sufría por la humillación o gozaba por la lamida.
-Burro sostené con el Chiqui al cuerno, que vea que ahora viene lo mejor - les gritó a los otros dos el bajito. Corrió al negrito que estaba concentrado en la cola y obligó a Agus a chupar las porongas que la rodeaban. Conciente del peligro o quizás un poco caliente, no opuso mucha resistencia y empezó a tragar de un lado y del otro cada pedazo de carne que le acercaban a la boca. Ninguna era fuera de lo normal, así que su experiencia (que era bastante..) hizo que pudiera arreglárselas para hacerlos acabar en pocos minutos, recibiendo tres escopetazos de semen en la cara, que al instante se limpió con la camiseta.
-Bueno, cornudo.. preparate porque vas a ver la garchada que le pegamos a la putita de tu novia -advirtió el Grandote, claramente el líder del grupo. -Vengan a tenerlo ustedes tres que con el Burro nos vamos a divertir
Nico vio sentado con resignación como el Grandote al que irónicamente llamaban "Chiqui" y el otro al que sin ninguna ironía llamaban "Burro" enfilaban para donde estaba Agus, arrodillada y bañada en leche.
Chiqui sacó la pija más grande que había visto Agus (aunque todas eran grandes comparada con la de Nico) y casi sin esperar la orden, se abalanzó sobre esa barra de carne cabezona y venosa. Apenas le entraba en la boca, pero estaba dejando todo para comérsela entera. Cuando había agarrado ritmo, algo la frenó: el Burro había dejado a la vista una verga todavía más grande. Era ¡¡un matafuego!!. Agus estaba con la pija de Chiqui en la mano y los ojos clavados en el pedazo del otro.
-Ey, Burro.. Mira que el trolo este te la está mirando con ganas - dijo el Bajito, en referencia a Nico. Ante la risa de todos, el Burro se acercó hasta él y con el puño cerrado, en tono amenazante le dijo: -Chupamela, cornudo. Lubricala bien porque va a ir al culo de tu mujer. Tentado o asustado, Nico obedeció. A diferencia de su novia, él no tenía experiencia, pero como ella, estaba dejando todo en esa chupada.
La escena calentó mucho a Agustina, que retomó el pete a Chiqui con más ganas que nunca. Éste la cortó casi de inmediato, porque no quería acabar sin metérsela un poco. La levantó, la giró, le corrió la tanguita ya estirada y, sin mediar palabra, le metió la pija en la conchita, que a esta altura ya estaba empapada. Cada bombeo era una verdadera puñalada de carne para Agus, que no paraba de gozar, de gemir, de acabar, una y otra vez..
-Sí.. sí.. Ay.. sí.. Así.. -gritaba Agus, marcándole el ritmo del bombeo al grandote con los movimientos de su culo
-Que putita que sos, lobita. Tu novio está siendo humillado, obligado a chupar una pija del tamaño de un termo y a vos sólo te importa gozar - le susurraba al oído
El Burro no se quiso quedar afuera. Se la sacó de la boca a Nico, que se puso a llorar de la vergüenza y se acercó justo a Agus en el momento en que Chiqui le vaciaba su pija llena de leche en los duros cachetes del culo.
-¿Ves como me brilla la pija, trolita? Es la saliva del cornudo de tu novio. Me la lubricó bien para que te entre en el orto - dijo
Agustina, asustada por el tamaño intentó negarse, pero ya de poco servía a esta altura. Sintió cómo su tanga era arrancada por completo, cómo con una mano el Burro le arrugaba la camiseta del club de sus amores por la espalda y cómo con la otra dirigía esos casi 30cms de vergón al agujerito de su culo. Con mucho esfuerzo entró la cabeza y con movimientos lentos pero constantes su perfecto ojete iba devorando centímetro a centímetro de ese falo, hasta que pudo meterse casi todo adentro.
Los gemidos de dolor se fueron convirtiendo en respiraciones profundas, intensas y, finalmente, en gemidos de placer. Nunca había sido tan humillada, pero jamás se había sentido tan satisfecha. Un macho, un verdadero macho pijudo la estaba clavando como nunca. Y su novio mirando. El Burro acabó adentro de su culito y esto le regaló a Agus un último orgasmo que le hizo temblar las piernas.
Los cinco hombres se arreglaron y se perdieron en la penumbra que ya caía sobre el bosque platense. Nico había logrado ponerse de pie y Agus, sin bombacha y con la camiseta guasqueada, se puso el shortcito para volver a donde la gente transitaba y tomarse el bondi cuanto antes.
El fin de semana Gimnasia terminó perdiendo con Estudiantes. Pero Agus ya se sentía con el culo roto desde unos días antes...
Agustina es una morocha que por poco supera el 1,60mts. Su contextura flaquita la privó de tener un par de globos como tetas, pero lo compensa con una cintura increíble, unas piernas marcadas y un culo que la convierte en blanco de los piropos más desubicados, camine por donde camine.
Desde chiquita Agus va a la cancha a ver al Lobo y la última vez que se jugó el clásico regional, con su equipo jugando de local, no quería que fuese la excepción. Es por eso que le pidió a su novio Nico (hincha del mismo equipo) que la acompañe a sacar la entrada.
Algunos conoceran el estadio de Gimnasia; a los que no, les cuento que se encuentran en medio del "bosque platense" (por eso el apodo de Lobo) y que muy cerca también se encuentra el de Estudiantes.
En esa cercanía entre una y otra cancha no pensaron justamente Agus y Nico cuando fueron a la boletería, a comprar las entradas, cuando llegaron casi sin darse cuenta a una esquina con cinco hinchas de Estudiantes, que destapaban una cerveza y, por el estado en que estaban, se veía que no era la primera.
Él iba sin ninguna prenda que lo identificara como rival. Pero Agus.. ¡Ay, Agus! Llevaba un shortcito diminuto (que con ese culazo, de por sí, ya era llamativo) y arriba... arriba... la camiseta del Lobo.
De inmediato, la manada se quedó en silencio y clavó sus ojos en ellos dos. En los colores que llevaban, en la tranquilidad que querían aparentar, en el orto de ella.
El más grandote, les cortó el paso parándose adelante.
-Cómo me gusta romperles el culo a los triperos en los clásicos -dijo el más bajito, mirándolo a Nico.
-Y a mí me gusta rompérselo a las triperas- dijo otro, mirando a Agus mientras se agarraba la pija
De inmediato se encontraron rodeados.
-Vamos para allá- dijo el Grandote, señalando un rinconcito formado por dos paredes casi venidas abajo, fuera de la vista de la gente que pasaba a lo lejos.
-¿A qué? -llegó a soltar Nico, con un hilito de voz
-A charlar de fútbol -le retrucó el Grandote, con una serenidad escalofriante
Sin resistencia, Agus y Nico caminaron a la par de los cinco hombres, que murmuraban mirando el culo a ella, riéndose y hasta tocándoselo con el mínimo de disimulo.
Al llegar, voló una primera trompada a la cara de Nico, que no despertó ninguna reacción en él.
-¡Dale, amigo! -soltó uno bastante negro- ¿No ves que te vamos a garchar a tu mina? ¡Defendela!
Pero Nico no levantaba la vista.
El Grandote tomó la palabra y soltó: -Y bueno, el pibe sabe que si sale a mostrarla con ese shortcito, alguna pija va a saltar. ¿No es cierto, cornudo?
Nico estaba inmovilizado.
-Nicolás, ¡hace algo! - suplicó Agus, desesperada, intentando hacerlo reaccionar
Eso le tocó alguna fibra de valor, al parecer, porque intentó un leve ataque, revoleando los puños al aire, pero recibió trompadas de todos lados que lo hicieron caer al piso ante la risa de los otros.
El Grandote y otro más se quedaron controlándolo, mientras los otros tres empezaron a manosear a Agustina.. Apoyándola contra la pared, empezaron a besarle el cuello, tocarle las piernas, agarrarle el culo con fuerza, llevar las manos de ella a sus bultos. Recién cuando intentaron desabotonarle el short Agus notó realmente la gravedad del asunto e intentó forcejear.
-¡Quedate quieta! No te hagas la loquita y ni se te ocurra gritar -ordenó el Grandote a la distancia, mientras jugaba con una navaja que sacó de su bolsillo trasero.
Y eso fue suficientemente intimidante para Agus. El shortcito fue prácticamente arrancado y las revoluciones de todos subieron cuando descubrieron que, abajo, llevaba una diminuta tanguita con los colores de Gimnasia.
-¡¡Dejale la bombachita del Lobo puesta!! - dijo entre risas el que ayudaba al Grandote a sostener a Nico -¡¡Y la camiseta!! Me la quiero coger con la camiseta puesta. agregó.
Dos de los que estaban metiéndole mano pelaron la pija casi de inmediato y empezaron a pajearse, saboreando lo que se venía. El más negrito de todos le hizo poner la manos contra la pared, le corrió la tanguita y empezó a chuparle el pequeño orificio de su culito. Los gemidos de ella no permitían distinguir si sufría por la humillación o gozaba por la lamida.
-Burro sostené con el Chiqui al cuerno, que vea que ahora viene lo mejor - les gritó a los otros dos el bajito. Corrió al negrito que estaba concentrado en la cola y obligó a Agus a chupar las porongas que la rodeaban. Conciente del peligro o quizás un poco caliente, no opuso mucha resistencia y empezó a tragar de un lado y del otro cada pedazo de carne que le acercaban a la boca. Ninguna era fuera de lo normal, así que su experiencia (que era bastante..) hizo que pudiera arreglárselas para hacerlos acabar en pocos minutos, recibiendo tres escopetazos de semen en la cara, que al instante se limpió con la camiseta.
-Bueno, cornudo.. preparate porque vas a ver la garchada que le pegamos a la putita de tu novia -advirtió el Grandote, claramente el líder del grupo. -Vengan a tenerlo ustedes tres que con el Burro nos vamos a divertir
Nico vio sentado con resignación como el Grandote al que irónicamente llamaban "Chiqui" y el otro al que sin ninguna ironía llamaban "Burro" enfilaban para donde estaba Agus, arrodillada y bañada en leche.
Chiqui sacó la pija más grande que había visto Agus (aunque todas eran grandes comparada con la de Nico) y casi sin esperar la orden, se abalanzó sobre esa barra de carne cabezona y venosa. Apenas le entraba en la boca, pero estaba dejando todo para comérsela entera. Cuando había agarrado ritmo, algo la frenó: el Burro había dejado a la vista una verga todavía más grande. Era ¡¡un matafuego!!. Agus estaba con la pija de Chiqui en la mano y los ojos clavados en el pedazo del otro.
-Ey, Burro.. Mira que el trolo este te la está mirando con ganas - dijo el Bajito, en referencia a Nico. Ante la risa de todos, el Burro se acercó hasta él y con el puño cerrado, en tono amenazante le dijo: -Chupamela, cornudo. Lubricala bien porque va a ir al culo de tu mujer. Tentado o asustado, Nico obedeció. A diferencia de su novia, él no tenía experiencia, pero como ella, estaba dejando todo en esa chupada.
La escena calentó mucho a Agustina, que retomó el pete a Chiqui con más ganas que nunca. Éste la cortó casi de inmediato, porque no quería acabar sin metérsela un poco. La levantó, la giró, le corrió la tanguita ya estirada y, sin mediar palabra, le metió la pija en la conchita, que a esta altura ya estaba empapada. Cada bombeo era una verdadera puñalada de carne para Agus, que no paraba de gozar, de gemir, de acabar, una y otra vez..
-Sí.. sí.. Ay.. sí.. Así.. -gritaba Agus, marcándole el ritmo del bombeo al grandote con los movimientos de su culo
-Que putita que sos, lobita. Tu novio está siendo humillado, obligado a chupar una pija del tamaño de un termo y a vos sólo te importa gozar - le susurraba al oído
El Burro no se quiso quedar afuera. Se la sacó de la boca a Nico, que se puso a llorar de la vergüenza y se acercó justo a Agus en el momento en que Chiqui le vaciaba su pija llena de leche en los duros cachetes del culo.
-¿Ves como me brilla la pija, trolita? Es la saliva del cornudo de tu novio. Me la lubricó bien para que te entre en el orto - dijo
Agustina, asustada por el tamaño intentó negarse, pero ya de poco servía a esta altura. Sintió cómo su tanga era arrancada por completo, cómo con una mano el Burro le arrugaba la camiseta del club de sus amores por la espalda y cómo con la otra dirigía esos casi 30cms de vergón al agujerito de su culo. Con mucho esfuerzo entró la cabeza y con movimientos lentos pero constantes su perfecto ojete iba devorando centímetro a centímetro de ese falo, hasta que pudo meterse casi todo adentro.
Los gemidos de dolor se fueron convirtiendo en respiraciones profundas, intensas y, finalmente, en gemidos de placer. Nunca había sido tan humillada, pero jamás se había sentido tan satisfecha. Un macho, un verdadero macho pijudo la estaba clavando como nunca. Y su novio mirando. El Burro acabó adentro de su culito y esto le regaló a Agus un último orgasmo que le hizo temblar las piernas.
Los cinco hombres se arreglaron y se perdieron en la penumbra que ya caía sobre el bosque platense. Nico había logrado ponerse de pie y Agus, sin bombacha y con la camiseta guasqueada, se puso el shortcito para volver a donde la gente transitaba y tomarse el bondi cuanto antes.
El fin de semana Gimnasia terminó perdiendo con Estudiantes. Pero Agus ya se sentía con el culo roto desde unos días antes...
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