A nadie le gustó mucho mi relato anterior de los inicios de la inocente MArcela 😞
No se bancan una poquito de inocencia, forrros:p
Lo cerraré rapidito porque tengo que hacer cosas esta noche y debo estar bien depiladita (:
Relato anterior
Pasaron los días y los nervios y ansiedad de Marcelita crecieron muchísimo, al igual que su ansiedad y lo lejos que llegaban sus deditos en su ojete y concha.
“Diosito, mandame verga para llenar mi concha y ojete” rezaba una solitaria Marcelita.
Y jugaba yo ya con sus muñecas y castillos, sino con su hambriento ano juvenil.
Llegó el día en el que su principe azul la había invitado a desayunar… a desayunar verga en la vieja estación de servicio, debenida taller de camiones.
Marcelita,se bidetéo, se duchó, se perfumó y encremó sus agujeros ardientes, se puso su uniforme de colegiala; salió de su habitación, comió una galleta, le dió un beso a papi y salió corriendo a “clases”. Ah, si su papá hubiese sabido de qué iban a ser esas clases…
— Viniste, Marce, qué bueno, hace rato que tenía ganas de verte…
— jeje, hola, señor, sí… podemos desayubar si quiere — dijo una torpe e inocente Marce.
— Sí, Marcelita, te desayunaré, jaja… — dijo el señor López pensando en que lo que le desayubaría era el orto, y ella a él, verga y leche.
— Pasá, Marce, dejá tu mochila acá, arrodillate sobre el almohadón.
Marcelita, súper caliente y nerviosa aceptó la orden y luego la galleta que el Sr. López le ofrecía.
— Qué rica, señor.
— Tragá rápido, Marce, que quiero convidarte de la verga que te prometí — dijo el señor mientras se tomaba la tiesa verga debajo de su pantalón.
— Quiero verga, ya tragué todo — dijo una sonrojada Marcelita mientras abría grande la boca para mostrarle que ya no le quedaba ni una miguita.
— Jaja, muy bien princesa, te ganaste el premio que buscabas. — dijo un tierno López mientras le acariciaba el pelo a su inocente mascota que le sonreía mirandolo a la cara.
De repente la verga recién liberada del pantalón del Señor, golpearía las mejillas de Marcelita y ella sorprendida y ansiosa la empezaría a mamar sin dudar, torpemente e inexpertamente lamió esa tiesa verga gruesa y saboréo cada centímetro de esa delicia, mientras tanto el señor López le acariciaba su pelo y mejilla.
— Metetela todo lo que puedas, puta hermosa — le dijo un severo pero amoroso Sr. a Marcelita, y ella hizo todo lo que pudo, pero era mucha verga y gruesa para ella, que no dejaba de mamar, demasiado hambrienta y puta.
— Jaja, lo hacés muy bien, puta de mierda y hermosa — le dijo un cariñoso Sr. a Marcelita que feliz, mamó la verga de su principe azul con mayor ahínco.
— Dla.. glup glup.. Ziassz .. glup.. — intento decir una atragantada Marce mientras su dueño se le reía y le decía.
— Ponete en la mesa, puta de mierda, dejame disfrutarte el ojete apretadito que debés tener.
Y así fue como el principe azul de MArcelita le empezó a disfrutar el marroncito pajeándole el ano con dureza y lubricante, para deleite y dolorcito de la virginal puta Marce.
— Jajaja, este ojete le encantará a los otros, sssí.
— ¿Qué otros, sr. López?— dijo una extrañada Marce a su dueño.
— shhh, nadie, mejor sentí la verga en tu ojete que te va a encantar ← dijo López a una desvirgada Marce mientras le rellenaba el recto de pija.
— Tomá puta, la verga que pedías...
— Ayyy, papi, qué rico, sssí….
Continuará
5 comentarios - Los inocentes inicios de Marce, puta - II