Era un día de semana como cualquier otro para Andrés. Había salido de su trabajo de medio tiempo y le quedaban algunas horas para entrar a la facultad, por lo que decidio quedarse por el centro haciendo tiempo y adelantando algunos trabajos.
Caminó algunas cuadras por el ajetreado centro porteño en busca de algún lugar tranquilo en donde pudiese sentarse a tomar algo y estudiar. Entró en el lugar mas barato que encontró, un McDonalds ubicado en una de las peatonales. Sabia que allí podría quedarse mucho tiempo sin que nadie lo molestase. El simple hecho de entrar y sentir la frescura del aire acondicionado, lo puso de buen humor. No había mucha gente y el lugar parecía tranquilo para sentarse un par de horas. Comenzó a caminar hacia la linea de cajas y notó como un grupo de colegialas sentadas en una de las mesas lo miraban pícaramente y susurraban entre si. No pudo evitar imaginarse teniendo sexo con alguna de ellas, pensó en sus tetitas paradas y sus colitas apretadas dispuestas a satisfacerlo. Esto lo calento bastante y llego a causarle una leve erección.
- Bienvenido a McDonalds! En que te puedo ayudar? - con esta mecánica frase, la
empleada del local lo saco de sus fantasías eróticas.
- Hola... si... quisiera un Combo Merienda 1. - contesto duditativamente
Andres, le daba lo mismo cualquier menú, estaba ahí para hacer tiempo simplemente.
Recién cuando la cajera comenzó a preparar la bandeja con el pedido, se dedico a
observarla mejor. Era una pelirroja hermosa. Tenia el pelo atado con una cola de
caballo, lo que dejaba apreciar totalmente su hermosa carita pecosa y angelical. Sus ojos
eran verdes oscuros capaces de enamorar a cualquiera con una mirada. Su cuerpo era tan sensual que a pesar de estar usando el poco-erotico uniforme de la empresa, se podian apreciar
todas sus formas. Este hecho no era ajeno a Andres que no lograba despegar la mirada del tremendo par de tetas que se ocultaban debajo de esa típica camisa a rayas rojas. Un identificador
con el nombre "Agustina" colgando de su teta izquierda se movía acompañando cada movimiento de la chica. Cuando la cajera se dio vuelta para buscar las ultimas cosas del pedido, Andrés pudo apreciar su perfecta cola. Era grande pero bien parada y trabajada, sin lugar a dudas una de sus mejores características.
-Son veintitrés con cincuenta. - dijo Agustina, mirándolo con una hermosa
sonrisa.
-Acá tenes. - contesto Andrés dándole un billete de cincuenta.
Mientras le cobraba, Andrés comenzó a imaginarla arrodillada en frente suyo mamándole
la pija con esos carnosos labios mientras él le guiaba la cabeza agarrándola de
la colita de caballo. Probablemente la joven noto lo que estaba generando en Andrés ya que al
darle el vuelto, le regalo una sonrisa cómplice que lo dejo atónito.
Confundido y muy excitado, se dirigió al segundo piso, donde había menos
gente y podía sentarse tranquilo. Pensaba tanto en la cajera que ni siquiera volvió a notar a las
colegialas que un rato antes había visto.
Se instalo en unas mesas del fondo, cerca de los baños, y desplegó todos sus libros y apuntes de la facultad que leía mientras tomaba su merienda. Aunque la imagen de la cajera siguió dándole vueltas por la cabeza todo ese tiempo.
Paso una hora, ya no tenia mucho mas para hacer. Estaba dibujando garabatos en los margenes de las hojas cuando noto una figura que se movía en frente suyo. Levanto la mirada y vio que era la cajera de antes. Ahora estaba limpiando el piso con un lampazo. Andrés sintió que tenia que decir algo, cualquier cosa, esta era su oportunidad.
-Agustina!, no?.. Ahora te toca limpiar? - le salio decir. No podía creer lo estúpido que sonaba diciendo eso. Pero fue lo primero que le paso por la cabeza.
-Ayyyyy si... Ahora me toca la parte sucia. Limpiar los desastres que dejan los chiquitos en el piso. Vos todavía seguís acá? Hace rato te atendi! - contesto Agustina. Al principio tímida, pero aflojándose cuando reconoció a Andrés.
-Si. Todavía acá. Por que lo decís? Te parece que estoy desvirtuando el termino “comida rápida”? - agregó Andrés en un intento de chiste.
-Por mi quedate todo lo que quieras lindo. Pero no te aburre estar solito, acá, sin nada que hacer? - dijo Agustina, con un tono entre picaresco e irónico.
Luego de tirar esta frase, que descoloco a Andrés, Agustina se agacho para recoger unos papeles tirados debajo de una mesa. Se inclino dándole la espalda y casi sin flexionar las rodillas; por lo que Andrés quedó alucinado con un primer plano de esa hermosa cola que tanto estuvo imaginando. Como si la imagen de esa colita parada y durita fuese poco, además podía verse una tanguita negra que escapaba unos centímetros por encima del pantalón.
Este acto puso a nuestro amigo Andrés totalmente excitado y en plan de hacer algo. Ya era evidente que las cosas sobrepasaban el terreno de las fantasías y que existía la posibilidad de llegar a algo con esta chica. Por lo que contesto, con un tono sugerente:
-Bueno. Lo que estoy viendo ahora, no tienen nada de aburrido. Podría quedarme a vivir acá con este paisaje.-
-ah si? … Sabes que alguna vez me dijeron que hay dos tipos de persona, las que admiran un paisaje y las que lo exploran. Que tipo sos vos?
Termino de decir esto ultimo alejándose y clavando una sugerente mirada en Andrés. Con un andar felino, luego de caminar unos metros, se metió en lo que parecía un cuarto de servicio o deposito en donde se guardan artículos de limpieza.
La invitación era tan obvia como inusitada para lo que era la cotidiana vida de Andrés. Esto lo hizo dudar un poco, pero ya la calentura era demasiada y no necesito demasiado debate interno para tomar coraje y meterse en el cuartito de servicio tras la chica.
Entró, cerro la puerta y ahí estaba ella, sentada en un pequeño escritorio que apenas entraba en aquel cuartito. Tenia la camisa abierta, exhibiendo ese hermoso y exuberante par de tetas aprisionadas por un corpiño negro que hacia juego con la tanga. Con una voz que casi imploraba que la cojan, dijo:
-Veo que sos del tipo que explora. Que esperas?-
Andrés, sin decir palabra, avanzo y la abrazo clavándole un apasionado beso en esos sensuales labios. Con sus manos, termino de sacarle la camisa y desabrochar el corpiño. Sus perfectas tetas quedaron liberadas, eran aun mas hermosas de lo que se imaginó. Comenzó a besarlas, chuparlas, jugaba con cada uno de sus pequeños y delicados pezones color rosa cobre. Agustina gemía y miraba hacia el techo ofreciéndose para que él la disfrute en su totalidad.
Luego de un rato, Andrés paró y Agustina entendió que ahora le tocaba a ella. Tal como se lo había imaginado, la chica se arrodillo en frente suyo. Siempre mirándolo con esos ojos verdes, le bajo el cierre del pantalón y saco el erecto miembro que pedía ayuda de esa boquita. Comenzó besándolo delicadamente por toda su extensión. Lo lamia desde la base, hasta la punta reiteradas veces, para luego jugar con el glande dentro de su boquita. Finalmente la trago toda, era increíble ver esos 25 cms de carne entrar en esa delicada boquita sin problemas. Asi continuo por un largo rato. Hilos de saliva con liquido preseminal chorreaban por la barbilla de cajera. Andrés disfrutaba ver como su pija desaparecía entre los labios de la chica acompañada de sonidos viscosos y lascivos.
Como no quería acabar sin antes llevarse “el combo completo”, Andrés le dijo:
-Levantate bombón, quiero esa conchita pelirroja.
-Queres esto ahora? Veni buscarlo – contestaba Agustina subida a la mesa con las piernas abiertas y tocándose por encima de la tanguita negra.
Como un animal en celo, Andrés se tiro sobre la chica, le saco la tanga y comenzó a lamer la conchita mas dulce que jamas haya probado. Estaba totalmente depilada excepto por una tiria de pelo pelirrojo que la hacia aun mas apetecible. Luego de un rato de saborear la almejita pelirroja, la hizo darse vuelta de modo que quedo con los codos apoyados en la mesa dándole la colita a Andrés. Sin mucho preámbulo, nuestro héroe enterró su pija en la mojada caverna de la chica y comenzó a bombearla por un largo rato.
La imagen de la cola de la chica en esa posición era perfecta y Andrés tenia una tentadora visión de su anito, rosado y apretado, que pedía ser penetrado a gritos. Comenzó a jugar con él, primero un dedo, luego dos y finalmente tres. Agustina comenzaba a emitir algunos quejidos pero parecia desearlo mas que nada. Fue entonces, que Andrés colocó la cabeza de su pija en el ya bastante dilatado anito de la chica, y, sin más, la enterró hasta el fondo. Agustina emitió un grito apagado, era claro que se cuidaba de no llamar la atención de alguien en el local. Andrés comenzó el mete y saca, el anito de la cajera se ajustaba con dificultad al grosor pija. Asi estuvieron unos minutos. De vez en cuando, Andrés le agarraba las tetas y clavaba su pija hasta el fondo haciendo que la joven se estremezca y emita mas gemidos mezclados con quejidos.
-Dame la lechita lindo. La quiero toda!. - dijo Agustina entre gemidos.
Andrés ya estaba a punto. La hizo arrodillarse y tragarse todo su miembro. Prácticamente le cogía la cara. La boca de la cajera era como una aspiradora, succionaba como una ventosa. Cuando estaba por acabar, Andrés sujetó a Agustina de la colita de caballo y con la otra mano apunto su pija a la carita de la chica que abría la boca pidiendo la leche. El primer chorro, espeso y blanco, cruzó desde la frente hasta la parte superior de sus labios. Lo demás cayo en la mejilla y parte en la barbilla. Era hermoso ver esa carita angelical prostituida con abundantes chorros de semen. Una sonrisa de satisfacción se dibujaba en la cara de la chica al ver el buen trabajo que realizó.
Andrés se vistió y salio caminando con una sonrisa en la cara y la ultima imagen de la chica: arrodillidata y enlechada
Caminó algunas cuadras por el ajetreado centro porteño en busca de algún lugar tranquilo en donde pudiese sentarse a tomar algo y estudiar. Entró en el lugar mas barato que encontró, un McDonalds ubicado en una de las peatonales. Sabia que allí podría quedarse mucho tiempo sin que nadie lo molestase. El simple hecho de entrar y sentir la frescura del aire acondicionado, lo puso de buen humor. No había mucha gente y el lugar parecía tranquilo para sentarse un par de horas. Comenzó a caminar hacia la linea de cajas y notó como un grupo de colegialas sentadas en una de las mesas lo miraban pícaramente y susurraban entre si. No pudo evitar imaginarse teniendo sexo con alguna de ellas, pensó en sus tetitas paradas y sus colitas apretadas dispuestas a satisfacerlo. Esto lo calento bastante y llego a causarle una leve erección.
- Bienvenido a McDonalds! En que te puedo ayudar? - con esta mecánica frase, la
empleada del local lo saco de sus fantasías eróticas.
- Hola... si... quisiera un Combo Merienda 1. - contesto duditativamente
Andres, le daba lo mismo cualquier menú, estaba ahí para hacer tiempo simplemente.
Recién cuando la cajera comenzó a preparar la bandeja con el pedido, se dedico a
observarla mejor. Era una pelirroja hermosa. Tenia el pelo atado con una cola de
caballo, lo que dejaba apreciar totalmente su hermosa carita pecosa y angelical. Sus ojos
eran verdes oscuros capaces de enamorar a cualquiera con una mirada. Su cuerpo era tan sensual que a pesar de estar usando el poco-erotico uniforme de la empresa, se podian apreciar
todas sus formas. Este hecho no era ajeno a Andres que no lograba despegar la mirada del tremendo par de tetas que se ocultaban debajo de esa típica camisa a rayas rojas. Un identificador
con el nombre "Agustina" colgando de su teta izquierda se movía acompañando cada movimiento de la chica. Cuando la cajera se dio vuelta para buscar las ultimas cosas del pedido, Andrés pudo apreciar su perfecta cola. Era grande pero bien parada y trabajada, sin lugar a dudas una de sus mejores características.
-Son veintitrés con cincuenta. - dijo Agustina, mirándolo con una hermosa
sonrisa.
-Acá tenes. - contesto Andrés dándole un billete de cincuenta.
Mientras le cobraba, Andrés comenzó a imaginarla arrodillada en frente suyo mamándole
la pija con esos carnosos labios mientras él le guiaba la cabeza agarrándola de
la colita de caballo. Probablemente la joven noto lo que estaba generando en Andrés ya que al
darle el vuelto, le regalo una sonrisa cómplice que lo dejo atónito.
Confundido y muy excitado, se dirigió al segundo piso, donde había menos
gente y podía sentarse tranquilo. Pensaba tanto en la cajera que ni siquiera volvió a notar a las
colegialas que un rato antes había visto.
Se instalo en unas mesas del fondo, cerca de los baños, y desplegó todos sus libros y apuntes de la facultad que leía mientras tomaba su merienda. Aunque la imagen de la cajera siguió dándole vueltas por la cabeza todo ese tiempo.
Paso una hora, ya no tenia mucho mas para hacer. Estaba dibujando garabatos en los margenes de las hojas cuando noto una figura que se movía en frente suyo. Levanto la mirada y vio que era la cajera de antes. Ahora estaba limpiando el piso con un lampazo. Andrés sintió que tenia que decir algo, cualquier cosa, esta era su oportunidad.
-Agustina!, no?.. Ahora te toca limpiar? - le salio decir. No podía creer lo estúpido que sonaba diciendo eso. Pero fue lo primero que le paso por la cabeza.
-Ayyyyy si... Ahora me toca la parte sucia. Limpiar los desastres que dejan los chiquitos en el piso. Vos todavía seguís acá? Hace rato te atendi! - contesto Agustina. Al principio tímida, pero aflojándose cuando reconoció a Andrés.
-Si. Todavía acá. Por que lo decís? Te parece que estoy desvirtuando el termino “comida rápida”? - agregó Andrés en un intento de chiste.
-Por mi quedate todo lo que quieras lindo. Pero no te aburre estar solito, acá, sin nada que hacer? - dijo Agustina, con un tono entre picaresco e irónico.
Luego de tirar esta frase, que descoloco a Andrés, Agustina se agacho para recoger unos papeles tirados debajo de una mesa. Se inclino dándole la espalda y casi sin flexionar las rodillas; por lo que Andrés quedó alucinado con un primer plano de esa hermosa cola que tanto estuvo imaginando. Como si la imagen de esa colita parada y durita fuese poco, además podía verse una tanguita negra que escapaba unos centímetros por encima del pantalón.
Este acto puso a nuestro amigo Andrés totalmente excitado y en plan de hacer algo. Ya era evidente que las cosas sobrepasaban el terreno de las fantasías y que existía la posibilidad de llegar a algo con esta chica. Por lo que contesto, con un tono sugerente:
-Bueno. Lo que estoy viendo ahora, no tienen nada de aburrido. Podría quedarme a vivir acá con este paisaje.-
-ah si? … Sabes que alguna vez me dijeron que hay dos tipos de persona, las que admiran un paisaje y las que lo exploran. Que tipo sos vos?
Termino de decir esto ultimo alejándose y clavando una sugerente mirada en Andrés. Con un andar felino, luego de caminar unos metros, se metió en lo que parecía un cuarto de servicio o deposito en donde se guardan artículos de limpieza.
La invitación era tan obvia como inusitada para lo que era la cotidiana vida de Andrés. Esto lo hizo dudar un poco, pero ya la calentura era demasiada y no necesito demasiado debate interno para tomar coraje y meterse en el cuartito de servicio tras la chica.
Entró, cerro la puerta y ahí estaba ella, sentada en un pequeño escritorio que apenas entraba en aquel cuartito. Tenia la camisa abierta, exhibiendo ese hermoso y exuberante par de tetas aprisionadas por un corpiño negro que hacia juego con la tanga. Con una voz que casi imploraba que la cojan, dijo:
-Veo que sos del tipo que explora. Que esperas?-
Andrés, sin decir palabra, avanzo y la abrazo clavándole un apasionado beso en esos sensuales labios. Con sus manos, termino de sacarle la camisa y desabrochar el corpiño. Sus perfectas tetas quedaron liberadas, eran aun mas hermosas de lo que se imaginó. Comenzó a besarlas, chuparlas, jugaba con cada uno de sus pequeños y delicados pezones color rosa cobre. Agustina gemía y miraba hacia el techo ofreciéndose para que él la disfrute en su totalidad.
Luego de un rato, Andrés paró y Agustina entendió que ahora le tocaba a ella. Tal como se lo había imaginado, la chica se arrodillo en frente suyo. Siempre mirándolo con esos ojos verdes, le bajo el cierre del pantalón y saco el erecto miembro que pedía ayuda de esa boquita. Comenzó besándolo delicadamente por toda su extensión. Lo lamia desde la base, hasta la punta reiteradas veces, para luego jugar con el glande dentro de su boquita. Finalmente la trago toda, era increíble ver esos 25 cms de carne entrar en esa delicada boquita sin problemas. Asi continuo por un largo rato. Hilos de saliva con liquido preseminal chorreaban por la barbilla de cajera. Andrés disfrutaba ver como su pija desaparecía entre los labios de la chica acompañada de sonidos viscosos y lascivos.
Como no quería acabar sin antes llevarse “el combo completo”, Andrés le dijo:
-Levantate bombón, quiero esa conchita pelirroja.
-Queres esto ahora? Veni buscarlo – contestaba Agustina subida a la mesa con las piernas abiertas y tocándose por encima de la tanguita negra.
Como un animal en celo, Andrés se tiro sobre la chica, le saco la tanga y comenzó a lamer la conchita mas dulce que jamas haya probado. Estaba totalmente depilada excepto por una tiria de pelo pelirrojo que la hacia aun mas apetecible. Luego de un rato de saborear la almejita pelirroja, la hizo darse vuelta de modo que quedo con los codos apoyados en la mesa dándole la colita a Andrés. Sin mucho preámbulo, nuestro héroe enterró su pija en la mojada caverna de la chica y comenzó a bombearla por un largo rato.
La imagen de la cola de la chica en esa posición era perfecta y Andrés tenia una tentadora visión de su anito, rosado y apretado, que pedía ser penetrado a gritos. Comenzó a jugar con él, primero un dedo, luego dos y finalmente tres. Agustina comenzaba a emitir algunos quejidos pero parecia desearlo mas que nada. Fue entonces, que Andrés colocó la cabeza de su pija en el ya bastante dilatado anito de la chica, y, sin más, la enterró hasta el fondo. Agustina emitió un grito apagado, era claro que se cuidaba de no llamar la atención de alguien en el local. Andrés comenzó el mete y saca, el anito de la cajera se ajustaba con dificultad al grosor pija. Asi estuvieron unos minutos. De vez en cuando, Andrés le agarraba las tetas y clavaba su pija hasta el fondo haciendo que la joven se estremezca y emita mas gemidos mezclados con quejidos.
-Dame la lechita lindo. La quiero toda!. - dijo Agustina entre gemidos.
Andrés ya estaba a punto. La hizo arrodillarse y tragarse todo su miembro. Prácticamente le cogía la cara. La boca de la cajera era como una aspiradora, succionaba como una ventosa. Cuando estaba por acabar, Andrés sujetó a Agustina de la colita de caballo y con la otra mano apunto su pija a la carita de la chica que abría la boca pidiendo la leche. El primer chorro, espeso y blanco, cruzó desde la frente hasta la parte superior de sus labios. Lo demás cayo en la mejilla y parte en la barbilla. Era hermoso ver esa carita angelical prostituida con abundantes chorros de semen. Una sonrisa de satisfacción se dibujaba en la cara de la chica al ver el buen trabajo que realizó.
Andrés se vistió y salio caminando con una sonrisa en la cara y la ultima imagen de la chica: arrodillidata y enlechada
4 comentarios - Sexo con la Cajera del Mc....