Esta es la historia de Gabriela, una diosa de 25 años que tiene muchas ganas de contarnos su vida repleta de hombres, amigos, engaños y muchas anécdotas sexuales. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…
Capítulo 29: Otra noche loca
A la semana siguiente Hernán volvió a mandarme un mensaje diciéndome que tenía ganas de volver a verme, pero como yo estaba complicada con los exámenes acordamos de encontrarnos recién el fin de semana siguiente. Así después de dos semanas de espera, nos matamos nuevamente en un telo. El sábado a la noche me pasó a buscar a unas cuadras de mi casa y después de tomar unos tragos en otro bar nos fuimos hasta una habitación alejada y pasados los besos y el toqueteo su pija entró nuevamente en mi cuerpo para llenarme de placer. Él arriba, él abajo, yo en cuatro, por adelante, por atrás y otras poses pasaron en casi 3 horas de sexo salvaje que terminaron conmigo arrodillada delante de él y mi boca repleta de su leche bien calentita.
Nos cambiamos, nos vestimos y cuando estábamos a punto de salir su novia Clara (la cornuda) lo llama para preguntarle cuando iba a llegar. Él trastabilló un segundo y ella enseguida sospechó que estaba con una mina y no con sus amigos. Él le respondió que estaba yendo y trató de apurarme para que me cambiara. Salimos y nos subimos al auto para que me dejara en mi casa. Lo que no sabía es que iba a pasar casi un año hasta que me volviera acostar con él.
Noviembre llegó y los exámenes se aproximaban y como era mi primer año de Administración de Empresas tenía que lucirme. Silvina, que era la única de las chicas que me hablaba después de mi cumpleaños era mi gran compañera de estudios. A ella se le sumaban Tomás y Matías, quien se había unido al grupo hacia unas semanas para la entrega de algunos trabajos. Casi en la otra punta del salón estaban Natalia e Ingrid y Emiliano y Francisco, los otros dos chicos con los que me había acostado en la noche que cumplí 23 años.
A medida que los días avanzaban parecía que Emiliano y Francisco tenían cada vez más ganas de unir al grupo, sobre todo porque ellos se seguían viendo con Tomás y ahora también con Matías. El problema éramos las chicas, Natalia y yo principalmente. Pero no fue hasta el cumpleaños de ella que decidimos tratar de dejar las diferencias de lado.
- Feliz cumple.- Le dije y di un paquete que tenía una remerita que habíamos comprado con los chicos.
- Gracias.- Me respondió ella y no puedo evitar una pequeña sonrisa.
Me di media vuelta para irme de nuevo a mi banco ya que el profesor había llegado cuando ella me dijo:
- El sábado a la noche vienen los chicos a casa.- Volví a mirarla.- La idea es hacer una previa y después salir. Tomás y Sil ya saben. Si querés decile a Matías también. ¿Venís?
- Dale.- Le respondí yo con una sonrisa y ella me la devolvió.- Organizo con los chicos y voy.
Ese sábado 23 me levanté y cuando fui a comprar una bebida al quiosco de en frente vi que había algunos muebles y cajas con cosas adentro en el palier. Cuando salgo del edificio veo a Nicolás y a Gian Luca subiendo las cosas a una camioneta que estaba estacionada en la esquina. “Hola” me saludó él desde lejos y yo le respondí el saludo con la mano. Sin embargo antes de entrar al quisco vi como su hermano se quedaba mirándome el culo y como él le pegaba en el brazo para que dejara de hacerlo y le decía que vaya a buscar otra caja.
- ¿El que viste desnudo la otra vez?- Me preguntó Silvina cuando le conté la situación que había vivido esa misma tarde.
- Sí, sí. El hermano de Nicolás.- Le respondí yo cuando le mostraba una foto de su perfil de whatsapp a las chicas.
- ¡Está buenísimo!- Dijo Ingrid agarrando el celular para ver bien.- ¿El de al lado es el hermano? ¡También está re bueno!- Agregó al ver una foto de los dos.
Parecía que las enemistades empezaban a dejarse de lado, pero Natalia todavía estaba molesta porque a raíz de la situación que había pasado en mi cumpleaños ella y Fran se terminaron peleando y ya no estaban más juntos a pesar de que era obvio que los dos se morían de ganas. El problema es que empezaba a jugar Matías en el grupo, que apenas vio a Natalia en sus ojos se notó una leve mirada de deseo que se acentuó cuando le preguntó a Sil si entre ella y Francisco había pasado algo.
- Le dije que sí, que por las dudas no se metiera.- Me contó a mi por separado una vez en el boliche.- Pero no creo que lo haga.
La noche iba avanzando y como había pasado hacia un mes el alcohol giraba rapidísimo. En este caso la que estaba más borracha era Natalia, que para celebrar su cumpleaños se había abusado de la generalidad de uno de los chicos de la barra y le robaba tragos cada 15 minutos. Cerca de las 4 de la mañana, su estado era muy parecido al mío en mi cumpleaños y repitiendo mi escena con Hernán, ella se tiró encima de Francisco con intenciones de comerle la boca. Pero él la terminó rechazando, lo que hizo enojar mucho a Natalia que por “venganza” terminó estando con Matías a unos metros de donde estábamos nosotras.
- Que kilombo.- Me dijo Tomás al oído al ver que Fran se iba del boliche con cara de enojo.
- Esta vez yo no hice nada.- Le dije riéndome y se notó en mi forma de hacerlo que estaba un poco borracha.
- ¡Apa! ¿Estás en pedo Gabi?- Me preguntó el parándose bien en frente mío y apoyando con suavidad sus manos sobre mi cintura.
- Un poco.- Le respondí yo riéndome y colocando mis brazos sobre sus hombros.
El beso fue inevitable, era obvio que ambos queríamos. Pero se nos empezó a ir de las manos con el correr de los minutos y cuando nos dimos cuenta yo estaba contra la pared y la remera a medio levantar a punto de exhibir el corpiño. “¿Y si nos vamos a casa?” preguntó él al ver que unas chicas que estaban al lado nuestro nos miraban y yo coincidí con que iba a ser lo mejor. Nos subimos a su auto y a los pocos minutos estábamos en su pieza.
Empezamos con unos besos suaves, él acostado boca arriba contra el respaldar de la cama y yo de costado con parte de mi cuerpo sobre el suyo. Parecía que iba a ser una noche de sexo bastante común, después de todo nuestra primera vez juntos los dos solos y ninguno quería decepcionar al otro a pesar de lo bien que lo habíamos pasado la otra vez. Pero algo pasó que cambió el rumbo de la noche.
- Mu gusta mucho como bailas.- Me dijo él y pasó su mano desde mi hombro hasta mi cintura. Yo me quedé callada y seguí acariciándole el pecho.- Te movés muy bien. Y aparte tu cola es irresistible.- Agregó e intentó agarrármela.- ¿No me bailás un ratito?- Me preguntó por último.
Yo me sonrojé un poco, pero no me molestó su pregunta de hecho me calentó un poco que eso lo excitara y sin problema le dije que sí y me paré. Él agarró su celular y un parlante portátil que tenía y puso algunos temas de cumbia que estaban de moda en ese entonces como Nene Malo o Tu papá! y yo empecé a bailar. Al principio lo hacía algo tímida, era raro que él estuviera acostado en su cama y yo meneando mi cuerpo en frente de él. Pero con el correr de los minutos me fui soltando. Para el segundo tema ya me había levantado la remera hasta transformarla en un top y después sacármela para quedarme en corpiño. Me di vuelta cuando comenzó la tercer canción y empecé a mover la cola en forma de círculos y escuchó un “Ufff” de él denotando que le gustaba lo que estaba viendo.
Tomás se terminó parando detrás de mí y colocó sus manos en mi cintura y yo apoyé mi cola contra su cuerpo para seguir meneando. No me había dado cuenta, pero el baile me había motivado muchísimo y ahora estaba muy caliente. Él me desabrochó el jean y metió su mano por delante para encontrarse con una tanguita negra bien finita. Yo me di vuelta y le saqué la remera y mientras seguía moviendo mi cintura con sus manos apoyadas sobre mi cola, le fui besando el pecho y los brazos. Su sonrisa era hermosa y su cuerpo perfectamente trabajado me calentaba muchísimo.
Fui meneando hacia abajo hasta encontrarme frente a su pantalón que desabroché y se lo bajé junto con el bóxer. Su pija, ya completamente dura, salí disparada contra mi cara. La tomé con mi mano derecha y después de pajearlo unos segundos al compás de la 5 canción que comenzaba a sonar, me la metí en la boca para chupársela. Tomás enseguida recogió mi pelo con sus manos detrás de mi cabeza y fue acompañando mis movimientos mientras yo chupaba su hermosa y bien gorda pija de unos 18 centímetros.
Me paré y a continuación de unos besos y un poco más de baile él e bajó el pantalón y me acostó boca arriba sobre el borde de la cama. Abrió mis piernas y escupió en su mano para pasármela después por la concha, que ya estaba bien mojadita. “Mmmm” expresó el con ganas al meter un dedito en mi cuerpo. Después introdujo su pija y mi cara de placer debió ser tan obvia que él sonrió contento por la alegría que acababa de darme. Comenzó a mover su cuerpo hacia adelante y hacia atrás bien rápido y sentía como su verga me penetraba por completo causándome oleadas de placer. Sus manos sostenían mis piernas que estaban alzadas en el aire y su cadera golpeaba contra mi cintura.
Pero Tomás es de esos que le gusta cambiar de pose cada dos por tres. Me hizo poner en cuatro, después se acostó él y yo lo monté primero boca arriba y después boca atrás, a eso le siguió el clásico misionero y para terminar yo levanté mis piernas hasta apoyarlas en sus hombros y me penetró buena fondo causándome dos orgasmos bien seguidos que celebré con gritos de placer extremo.
Para el gran final, viendo que él no acababa, le dije que se volviera a parar y me arrodillé frente a él y tomando nuevamente su pija con mi mano comencé a pajearlo bien rápido. Su cara de placer fue instantánea, pero no llegaba, así que decidí meterme una vez más en la boca para chupársela. Fueron unos cuantos minutos hasta que denoté que estaba por acabar y rápidamente apunté hacia mi pecho e hice que mis tetas se llenaran de su semen calentito mientras él lanzaba un gemido de placer.
Una vez limpios nos acostamos nuevamente en la cama como estábamos antes de empezar y entre besos y caricias me fui quedando dormida. Mientras mis ojos se cerraban y mi mente iba entre la lucidez y el mundo de los sueños pensaba en que iba a pasar con Tomás, en quién podía llegar a terminar siendo ese chico. No tenía idea lo mucho que me iba a obsesionar con él.
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