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Solamente por el culo, dijo (1era. parte)

Era un domingo al mediodía. Comìamos un rico pescado a la vera del río. Tomábamos un vino blanco que estaba a su temperatura justa. Estábamos comentando la fijación de Luciana por chuparme el culo.
- Es que me vuelve loca. Me encanta. No tanto chuparte la pija. Eso lo hago para vos. Te veo calentarte y me gusta ponerte como loco. Es un poco incòmodo y a veces me arcadas. Pero el culo.... Me gusta lamértelo y de a poco meterte la lengua. Cogerte con la lengua es maravilloso para mi. Me mojo instantáneamente. Aparte tenés unas nalgas preciosas. Eso lo hago para mi. Para calentarme yo.
- Al principio no me gustaba demasiado. Sentìa que me cagaba cuando me mandabas los dedos.
- Siempre pasa eso. Es hasta que se te abra bien. Después disfrutas como loco. A mi cuando me la metes me pasa. Siempre te pido que me la dejes adentro un rato sin mover. Ahí siento que me cago encima, pero no. Se acostumbra y después está listo para darle matraca sin parar.
- Me vas a tener que seguir entrenando.
- Como si no te gustara. El otro día sali de bañarme y estabas ya preparadito en cuatro con el culo para arriba...
- Me había dado un antojo.
Se rió con ganas y tomó un poco de vino blanco. El sol le daba en el escote de una manera especial. El bambolear de las tetas con la risa me hizo calentar.
-A los demás no se los chupas. Nunca te pregunté por que.
- Porque no se me da. Eso es muy mío y tuyo. Los otros tipos nos sirven para calentarnos. Que se yo. Tampoco dormiría abrazada a ellos. Esas cosas son solamente nuestras.
- Esta bien. Pero creo que me calentaría verte chuparle el culo a Ramiro.
- Y a mi verte cogido por él. No te animaste la otra vez....
- No viste la matraca que tiene?
- La vi y la sentí en el orto y la concha.
- Si ya se, pero es otra cosa.
- Que otra cosa? Que diferencia hay entre tu ojete y el mio? A ver...
- Que vos sos mujer.
- Y vos sos un machote que te gusta chupar pijas. Porque en la boca te la metiste entera.
- No tenía ganas. Me gustó más cogerte.
- Esta bien. Pero por el culo todos somos iguales. Vos, yo. Todos tenemos un ojete y si metes cosas ahí,vamos a gozar igual.
- Si, pero mi clítoris esta un poco hinchado...
- No te hagas el boludo. Sabés bien lo que digo. Vos podés gozar por el culo igual que yo, y en eso somos iguales. Después cada uno tiene su aparato adelante. Pero por atrás la carne entra igual para todos.
- La frase más fina de la semana.- Le dije riéndome a carcajadas.
Me acercó la copa para brindar.
- Por el ojete igualitario!
- Salud.
En eso me doy cuenta que el hombre de la mesa de al lado nos está mirando. Era un tipo de unos 60 años, vestido medio a la antigua, canoso y muy quemado por el sol. Le dije a Luciana que teníamos oyentes y se dió vuelta para mirarlo. El le sonrió y se puso incómodo, como nervioso.
En voz más baja me preguntó si habría oido la conversación. Yo estaba seguro que sí por la cara de libidinoso. No somos de avergonzarnos, pero el tenor de la conversación era un poco ríspido, así que nos quedamos callados unos minutos.
El hombre de al lado se estiró un poco hacia nosotros y nos dijo:
- Discúlpenme, no debería haber escuchado. Fui un mal educado. Mil perdones. Un caballero no tiene que meterse en la vida de los demás. Si me permiten les pago sus consumiciones y me retiro en éste instante.
Se levantó y llamó al mozo. Pidió la cuenta de las dos mesas.Nos saludó con un ademán desde la puerta y se fue.
- Que tipo loco. - Dijo Luciana.
- Le dio vergüenza También, nosotros hablando de chuparnos el culo en medio de un bar...
- Bueno, tampoco era para que se vuelva loco, qué, el no coge?
- Parece que no.
Como teníamos la comida paga, nos pedimos un champan y brindamos por el caballero de los rizos plateados, como le empezamos a decir.
Mas adelante en casa me dediqué toda la tarde a explorar el orto de mi mujer en diferentes posiciones y variables. Como me habré copado que en un momento me pidió por favor que la cogiese por la concha, que tenía el orto como una flor y le empezaba a doler. Efectivamente cuando la saqué estaba abierto como un cráter y latía abriéndose y cerrándose. Le saqué una foto que después le mande por mensajito.
Ella estuvo recatada y solamente se dedicó a agarrarme las nalgas cuando la cogí por la concha. Esa tarde se dedicó a recibir nada más. Y recibió un par de acabadas en la boca que después compartimos en besos profundos. Si no conté mal, creo que acabó cuatro veces.
Una linda tarde de domingo.
Esa semana estuvimos muy ocupados con el trabajo. Apenas si nos vimos de noche, bastante tarde para comer. el tema del Caballero de los Rizos Plateados surgía siempre. Que si era gay. Que si era un ermitaño. Si tenía mucha o poca plata. Si se habría calentado escuchando. Si era un mirón. Si solamente se copó con la charla y listo.
Luciana me preguntaba si me gustaria verla cojer con el . Me parecía que no difería mucho de los demás hombres con la que la vi cojer.
- Es que éste es mayor que nosotros. Es medio viejo. Nunca estuve con un viejo. Se le parará igual? Me da intriga.
- Es cierto que tenía su onda, pero en serio te cojerías al Caballero de los Rizos Plateados?
- Si, me calentó que fuera tan caballero.
- No se, me pareció medio raro.
Después de comer ella se metió en la ducha. Dijo que estaba cansada. Yo no pude con la calentura y me le colé en la bañera. Agarré una esponja y la enjabone entera. Me encanta lavarle los pies. Después fui subiendo por sus piernas y muslos. Me detuve un rato en el culo. Segui por la espalda. Mientras se la lavaba le empecé a apoyar la pija en el culo. Ella lo movía suave. Desde atrás le empecé a enjabonar las tetas. Ella me sacó la esponja de las manos y me hizo que se las agarrara con las manos. Manoseando sus tetas metí la pija entre las nalgas. Se movia y empezó a gemir. Se inclinó un poco hacia adelante para agarrármela y metérsela en la concha. Estiró los brazos contra la pared y se entregó para que la coja. Yo bombeaba fuerte agarrado de sus senos. Es agua caía entre nosotros. Sus gemidos llenaban el espacio con ese eco que se produce en el baño. Pedía más y me empujaba la pija dentro suyo con fuerza.
Acabamos juntos.
Secándonos fue que me dijo.
- El domingo quiero volver a ver si encontramos a Rizos Plateados.
- Estás segura?
- Si quiero una verga de viejo.
Estuvimos viendo algunas películas porno de gente mayor. La verdad es que no me calentaban para nada, pero a Luciana la volvían loca. Me cogió un par de veces enloquecida después de ver videos de parejas mayores. El que más la calentó era uno amateur de una pareja española que cojían a un tipo. Trío bisexual. Primero le daban entre los dos a la señora bastante entrada en kilos. Después uno de ellos le empieza a chupar el culo al otro mientras la señora mira. Lo coje y la señora gime de placer viéndolos.
Esa noche me pidió el culo. Primero me lo chupó hasta quedar agotada y sin aliento. Después se dedicó a meterme dedos. Llegó a tres y paró porque se lo pedí. Me hizo acabar sobre las sábanas. Después lamió el semen y se lo tragó con gusto. Cuando pudo ponermela dura nuevamente se monto sobre mí y acabó un par de veces seguidas.
Hasta que finalmente llegó el domingo. Luciana quería impresionarlo. Estaba segura de que lo encontraríamos. Yo no tanto. Se puso un vestido bastante corto y escotado. Sin ropa interior. Yo me puso una chomba bastante formal y zapatos. También quería quedar como caballero. Luciana tenía puestas unas sandalias altas y las uñas pintadas de negro. Como me calientan sus pies!
Llegamos al lugar y no había mucha gente. El Caballero de los Rizos Plateados no estaba. Elegimos la misma mesa que el domingo anterior y nos sentamos a esperar.
Comimos la entrada y el plato principal y nada. Ya estábamos pidiendo los postres cuando la cara de Luciana se iluminó.
- Ahi viene! Dijo sonrojándose un poco. Me extrañó ésto porque no suele ser tímida con la gente.
Yo me dí vuelta y lo ví caminando seguro entre las mesas. Vestía pantalón blanco, chomba azul y zapatos blancos. Todo impecable. Muy quemado por el sol. Yo le hice una seña saludándolo. Pensó primero hasta que nos recordó. Saludó con la mano en alto y sonriendo. Luciana le hizo una seña llamándolo. El se acercó.
- Como le va? Dijo Luciana. - Le queríamos agradecer por la comida del otro día. No hacía falta y tampoco hizo nada malo.
- Me vuelvo a disculpal. Es que me enerva cuando incomodo a la gente en su intimidad. Me salió y fui pescado cometiendo una infidencia. Me sentí bastante mal toda la semana por el incidente. Perdón nuevamente.
- Por favor hombre, no se haga problemas. Dije yo. Soy Leonardo y ella Luciana.
- Reymundo. Se presento y besó primero la mano de Luciana y después me dió un buen apretón de manos a mi.
- Nosotros ya comimos, pero nos gustaría invitarlo una copa aunque sea.
- Están seguros? No quiero invadir su intimidad.
- Para nada!. Dijo Luciana un poco exaltada. La miré con cara de que apacigüe su calentura. Después ella me dijo que el beso en la mano la hizo mojar instantáneamente.
- Yo ya comí, venía a tomar una copa al lado del río. Esta hora es la mejor para ver pasar el agua. En serio no les incomodo?
- Por favor. Va a ser un honor. Le dije.
Así fue como el Caballero de los Rizos de Plata, don Reymundo se sentó a nuestra mesa y pidió un Don Pedro.
Contó que venía de otra ciudad y que estaba con unos negocios que no especificó. Que se sentía un poco solo pero que la estaba pasando bastante bien. La charla derivó en el paisaje, el río, los peces, la comida del lugar, las diferencias con su ciudad y la gente. Lo bueno y lo malo de cada uno.
Luciana lo miraba como extasiada. Reymundo se daba cuenta de la situacion y exageraba a veces para complacerla, pero no demasiado porque no sabía que pasaba conmigo.
Dos horas de charla muy interesante.
- Tan simpaticos resultaron. La verdad es que no me gustó para nada, pero el incidente del otro día dió como resultado su compañia. Que bueno.
- Un poco es culpa nuestra. Dijo Luciana. - Ciertos temas no habría que tratarlos tan a los gritos.
- No estaban gritando, al contrario. Respondió. - Es que me llamó la atención la libertad con que hablaban sobre su sexualidad. Es muy raro eso en muchas parejas.
- Le parece? Dije.
- Si, me parece que muchas parejas tendrían muchísimos menos problemas si pudieran llegar como ustedes a brindar alguna vez por el orto igualitario.
Luciana se sonrojó y se calentó a la vez. Se le veía que el Señor de los Rizos le encantaba.
- Nosotros vivimos nuestra sexualidad con mucha libertad. Replicó Luciana. - No tenemos tabúes entre nosotros y ultimamente estamos experimentando con otras personas.
Reymmundo me miró como pidiendo aprobación.
- Es cierto Reymundo, cuando alguien nos cae bien, enseguida nos empezamos a imaginar como sería estar en la cama con él.
El hombre sintió un poco el impacto de sentirse casi acosado por nosotros. Pero se repuso y redobló la apuesta.
- Yo estuve imaginandolos bastante durante la semana. Me impactaron para bien. Y ahora mucho más. Yo fui así en mi juventud. Era muy libre, andaba de culo en culo por la vida. Despues me casé y tuve hijos y eso quedó como un gratísimo recuerdo. Hoy viudo puedo decir que confieso que he vivido.
- A Luciana le impresionó mucho. Dije. - De hecho insistió para venir aqui a intentar encontrarlo.
- Es cierto. dijo Luciana. - Usted tiene una elegancia que realmente me excita.
Reymundo se rió con ganas.
- Sos directa Luciana. Me gustas mucho. Y por favor dejen de tratarme de usted si lo que quieren es cojerme.

9 comentarios - Solamente por el culo, dijo (1era. parte)

KaluraCD +1
Solamente por el culo, dijo (1era. parte)


Excelente historia y excelentemente relatada.

Gracias por compartir 👍
Yo comenté tu post, la mejor manera de agradecer es comentando alguno de los míos...
kramalo +1
jaaa...!! ligerita...la lucy......ésta se coje un avestruz al trote...ja!
Pabloxx69 +1
Me mató la última frase. Que viejo canchero!!! jajajajaja

Buen relato
rob14
me recalento...... ojala me pasara lo mismo
Pervberto
Entre muchos otros placeres que me promueve este texto, no puedo evitar alegrarme en nombre de todos los añosos que todavía tenemos interés en el sexo.