DECIMOQUINTA PARTE: Las hermanas Villamizar
Luego de coger con Jenny la calentura no se fue, de hecho tenía muchas más ganas de hacerlo de nuevo. En la noche, ya con Majo en la cama, quise ser cariñoso, la besé por un rato largo y luego le insinué querer hacerlo. Pero de nuevo ella insistió en que me olvidara de ello, que teníamos que comportarnos. Pensé entonces en que al día siguiente iba a darle una sorpresa a Majo que la haría cambiar de parecer definitivamente.
A siguiente día me sentía aún exhausto por lo ocurrido con Jenny. No fui capaz de dar a Majo la sorpresa que planeaba y decidí aplazarla para la noche vieja..
El 31 de diciembre llegó, me sentía bastante nervioso por lo que iba a hacer. Nos reunimos con toda la familia de Majo a conversar y beber en la noche, a esperar que terminara el año. Contaban anécdotas, discutían sobre política, en fin; lo habitual en estas reuniones.
La medianoche se acercaba y las manos me empezaban a sudar un poco por los nervios.
Iba a esperar que el reloj marcara las doce, abrazaría y besaría; luego le pediría que se casara conmigo en frente a toda su familia. Era algo que quizás no pensé bien, no lo medité por mucho tiempo. De hecho fue una decisión impulsiva que tuve, y justo en este momento, faltando solo minutos, empecé a pensar de verdad en todo lo que implicaba eso. Reflexionaba un poco y concluía que solo era una idea que había tenido en un momento de calentura y que ahora estaba a punto de hacerla realidad Me parecía una completa estupidez estar a punto de proponerle compromiso a Majo nada más para echar un polvo ¡Era absurdo!
Y luego venía a mi mente la idea de que de cualquier manera no me jugaba mucho, al fin y al cabo ¿No es eso lo que quiero desde hace tiempo?
La verdad, no creo en el matrimonio; una tontería en cualquiera de sus presentaciones. De hecho accedía a hacer parte de este ritual ridículo porque Majo deseaba regir su vida por eso.
Como la mayoría de las mujeres, Majo era de las que han soñado ese día desde que ha sido muy niña. Y yo no podía enterrar ese sueño. Si era lo que ella anhelaba. yo estaba dispuesto a hacerlo.
La besé tiernamente mientras todos los demás se daban abrazos entre Separé mis labios de los de Majo y por un par de segundos me quedé mirándola sin decirle nada, saqué un anillo y a continuación le pedí que fuera la mujer que me acompañara de por vida.
Majo quedó estupefacta, tardó varios segundos en reaccionar; luego me besó mientras los demás familiares observaban la escena. Sus padres se quedaron viendo sorprendidos en absoluto silencio. Estuvieron así por varios minutos. Luego decidieron acercarse a nosotros, felicitaron a Majo y nos dijeron que nos brindarían su apoyo de cualquier cosa que necesitáramos.
La familia entera permaneció allí por un largo rato, bebiendo y charlando. Poco a poco se iban despidiendo, algunos que se iban de juerga y otros a dormir. Majo y yo seguimos allí bebiendo hasta que no quedó nadie más sino nosotros. Sabía que mi momento estaba a punto de llegar, pero quise ser precavido y decidí no insinuarme allí; no apresurar a Majo. El efecto del alcohol se fue haciendo notar, los dos estábamos ya un poco ebrios; le propuse a Majo ir a dormir de una vez. Nos costó bastante subir la escalera, nos tambaleábamos de lado a lado.
Apenas encendí la luz de la habitación, Majo me dijo que quería agua, que iría a la cocina por un vaso pero que necesitaba de mi compañía ya que le daba miedo bajar la escalera en el estado en que estaba.
Sabía que el momento de coger iba a ser justo cuando nos acostáramos, y de nuevo, ella lo postergaba. Llevaba casi una semana sin sentir la ajustada concha de Majo, eso me volvía loco. No quería esperar más para coger con ella de nuevo. Menos con lo caliente que venía desde hace días; calentándome continuamente al ver el culo de Denis, esas caderas macizas; soñaba con empujarla contra una pared; agarrarla fuertemente de sus caderas y penetrarla con violencia.
Las tetas de Helena tampoco me habían dejado descansar tranquilo por esos días, era imposible negarme a ver sus escotes. Me preocupaba que el día del polvo con Jenny había olvidado el espejo con el que la espiaba, seguramente lo había encontrado.
Y qué decir de ver a Jenny, todas las mañanas, recién levantada; verle esos hermosos senos y aún tener vivo el recuerdo de cuando me aferré a ellos. Le trataba como si nada hubiese ocurrido y ella hacía lo mismo.
Llegamos a la cocina y Majo sirvió el vaso. Bebió un sorbo, se acercó a mí y empezó a besarme. Fue un beso larguísimo. Puse una mano alrededor de la cadera de Majo mientras la besaba, la fui deslizando hacia abajo por sus piernas. Esa noche Majo llevaba una pollerita corta, un trozo de tela que dejaba ver lo suficiente de sus piernas como para calentarme. El beso siguió mientras yo acariciaba suavemente sus piernas. Fui subiendo lentamente hacia su coño, anhelaba sentirlo en mis manos; pero me detuve. No quise apresurarme; quería acariciar todo su cuerpo, deslizar mis dedos por toda zona erógena. Deseaba hacer de esta ocasión algo inolvidable.
La tome de la cintura con ambas manos, Acaricia lentamente su abdomen; tengo una debilidad con esa zona, en especialmente con el de Majo. Luego tomé su camisa y la fui subiendo hasta quitársela; esa noche Majo no llevaba sostén. Sus senos quedaron expuestos mientras mis manos subían, lentamente por su abdomen, acechando sus pequeñas pero hermosas tetas. Deslicé mis pulgares por la parte inferior de sus senos, los masajeaba con solo estos dos dedos. Majo seguía besándome sin si quiera dar tiempo para respirar.
Después bajé mis manos y las afirmé en su culo, empecé a acariciarlo; más bien agarrarlo con algo de desesperación. Levante su pollera y empecé a acariciar sus nalgas. No soporte la idea de que tuviera los senos al aire y no tocarlos o besarlos. Así que no aguanté más y empecé a besárselos. Ella quería seguir comiéndome la boca, así que tomó mi rostro entre sus manos, lo levantó y volvió a besarme.
Dimos unos cuantos pasos hasta quedar recostados contra el mesón. Teniendo a Majo apoyada allí, continué besándola mientras terminaba de subir su pollera. Mis dedos empezaron a acariciarla por sobre la tanga. Para ese momento ya se sentía lo suficientemente húmeda como para desquiciarme. Corrí su tanguita hacia un costado y empecé a meter mi dedo índice en ella. Lo hacía con cierto apuro, con intensidad,
Majo fue desapuntando mi pantalón mientras yo le besaba el cuello y le acariciaba el coño. Lo hizo con cierta rapidez, en menos de nada ya tenía mi pene erecto señalándola. Pasaron segundos nada más para que ella se agachara y lo pusiera frente a su cara. Posteriormente lo introdujo en su boca y empezó a hacerme una tremenda mamada.
Me encanta ver a Majo mientras me la chupa, siempre me hace gestitos provocadores; unos gestos de puta que me invitan a correrme en su boca.
Se levantó, cruzó un brazo alrededor de mi cuello; s otra mano se apoyaba en el mesón. Elevó una pierna hasta que yo la entrelacé con mi brazo. Seguimos besándonos mientras conducía mi pene entre su concha.
Tan apretadita como siempre, mojada a más no poder. Desde el comienzo mis movimientos fueron fuertes, concisos y constantes. Con el pasar de los minutos fui acelerando; escuchaba nuestros cuerpos chocar y los constantes, aunque leves, gemidos de Majo. Ella buscaba ser silenciosa pero por momentos soltaba unos fuertes gemidos. Se apoyaba de mi cuello firmemente, me miraba fijamente a la cara. Acercaba lentamente su boca a la mía y luego la retiraba para dejar escapar un gemido. Luego me besaba para mantener el silencio. Pero para ese momento era absurdo pensar que estábamos siendo discretos.
Majo levantó su otra pierna y la enrolló en mi cintura, Ahora la penetraba mientras la sostenía entre mis manos. La agarraba fuertemente del culo mientras ella jugaba al sube y baja con mi pene entre su concha. Me agarraba del cuello con ambas manos. Por ratos me miraba a los ojos y en otros inclinaba su cabeza hacia atrás, mirando hacia el techo mientras emitía unos sonoros gemidos.
Por supuesto que hacerlo en esa posición era agotador. Majo lo entendió y al rato volvió a apoyar los pies en el suelo. Me besó y luego se agachó para regalarme la segunda felación de la noche.
Metió la punta de mi pene en su boca, el resto permanecía afuera sintiendo su mano agitarse fuertemente. Era delicioso lo que hacía, pero yo deseaba estar nuevamente dentro de ella. La tomé del rostro y suavemente la subí, la besé, y luego le di vuelta, de modo que apoyaba sus manos en el mesón y su culo quedaba en frente a mí. Le penetré ese jugoso coño mientras apoyaba una mano en sus caderas y con la otra agarraba uno de sus pechos. Los empujones empezaron a hacerse violentos desde el momento en que agarré fuertemente ambos senos. Para esa altura los gemidos de Majo eran descaradamente fuertes; no creo que hubiese persona alguna en esa casa que no los haya escuchado. Majo puso su manito en mis bolas mientras yo la penetraba con demencia. Las acarició por unos instantes y luego, con esa misma mano agarró mi culo; me enterraba sus uñas en la piel.
De repente escuchamos pasos. Alguien venía hacia acá. Nos separamos y yo corrí a ocultarme en el cuarto de basuras. Majo bajó su camisa y su pollera rápidamente; empezó a reír apenas me vio correr. Ernesto, su tío, entró en la cocina mientras ella aún reía. Le pregunto el motivo de su risa, pero ella siguió riendo. Sin entender nada, Ernesto buscó el sacacorchos, lo tomó y se fue. Apenas salió de la cocina, me acerque a Majo por detrás y la agarré de los senos, se los apretaba fuertemente. Sin dar tiempo a nada, subí su camisa, le di vuelta y empecé a besarlos.
Con bastante apuro subí su pollera y bajé mi pantalón. Me senté en una silla que había allí y a continuación Majo se subió sobre mí. Su coño seguía mojadísimo lo que facilitó que mi pene se deslizara con facilidad en esa estrecha conchita. Su forma de moverse de arriba abajo y de abajo a arriba era brutal. Yo la agarraba de la cintura y ayudaba a que sus movimientos fueran más contundentes. Nuestros cuerpos hacían un escándalo terrible cada vez que chocaban. No soportaba más, y ver el rostro sumiso de Majo en ese momento, me hizo desear correrme en él. Rápidamente la levanté y la hice agachar para que quedara cara a cara con mi pene. Pasaron solo segundos para que el estallido de placer fuera a dar en su rostro; precisamente alrededor de sus labios y un poco en su mejilla. Una vez que me había corrido, Majo volvió a introducir mi pene en su boca mientras lo movía lentamente en ella. Lo limpiaba con su lengua.
Tardamos un par de minutos en recuperar el aliento. Nos vestimos rápidamente y subimos para por fin descansar. Uno junto al otro, sintiendo el calor de nuestros cuerpos que, por cierto, estaban bastante relajados. Majo fue la primera en caer en un sueño profundo. Verla así; feliz, tranquila y relajada; era mi mayor satisfacción.
Pero poco fue lo que pude descansar. Estando allí, mientras abrazaba a Majo y trataba de conciliar el sueño, sonó mi celular Un mensaje de Whatsapp de Jenny…
Tenía el propósito de pasar el resto de la noche junto a Majo mientras abrazaba su cuerpo desnudo. Pero saber que el mensaje era de Jenny, me provocaba mucha curiosidad. No lo soporté y tuve que leer el jodido mensaje.
- Pásate por mi cuarto – Decía el mensaje de Jenny
- ¿Ahora?
- Si sí, apurate
Sospechaba en qué terminaría esa invitación. Me sentiría miserable si algo pasaba con Jenny, la noche en que le había propuesto matrimonio a Majo. Además acababa de hacer realidad mis deseos y no veía necesario ir a donde Jenny. Cerré los ojos y permanecí abrazando a Majo.
Mi mente me torturaba, me hacía desear ir a encontrarme con ella, me apetecía sentir de nuevo su cuerpo entre mis manos. Y a la larga no pude aguantar. Me levanté sigilosamente, me vestí y salí en silencio de la habitación rumbo a un nuevo encuentro con los pechos de la precoz Jenny.
Crucé el pasillo en silencio, llamé a la puerta pero nadie contestó. Insistí, toqué otra vez, y nada.
Llegué a pensar que, quizás, se había tratado de una broma. Pensé en regresar a mi habitación. Pero no, finalmente probé una vez más. Volví a golpear la puerta. Y pasaron los segundos y nadie contestó, nadie salió.
Se me metió en la cabeza que estaba prohibido desistir ¿Pero qué otra cosa podría hacer?
Me había olvidado el celular en el cuarto y no pensaba regresar por este.
Gire la perilla, abrí la puerta y entré. La luz estaba apagada, cerré la puerta silenciosamente y encendí la luz. Apenas me di vuelta, quedó grabada en mi memoria una escena de esas que seguramente van a pasar por mi mente en el momento de mi muerte.
Helena estaba desnuda frente a mí; desde atrás Jenny le cubría los senos con las manos, Jenny también estaba desnuda. El cuerpo de Helena era increíble; delgadita, unas curvas bien definidas, una sonrisa pícara, esa mirada que en un comienzo se clavó en mí pero que luego empezó a señalarme el suelo. Tenía el espejo de Majo allí.
No pude apreciar bien a Jenny porque, al ser más pequeña que su hermana, quedaba totalmente cubierta. Lo único que alcanzaba a notar es que estaba muy pegada a Helena. Me imaginaba sus enormes senos recargados contra la espalda de su hermana.
“Mirá, te vamos a dar tu regalo de matrimonio por adelantado…”, dijo Jenny sin dejar de ocultarse detrás de su hermana. Permanecí en silencio; estaba totalmente incrédulo, No duró mucho.
“Es joda” y empezó a reír. “Le conté a Helena de lo nuestro, y como ella jura que es la mejor cogiendo, decidimos hacer una apuesta. Vos vas a hacer de jurado. Vas a coger con ella y, al final nos vas a decir, cuál de las dos es mejor”.
Jenny destapó los senos de Helena. La recién descubierta empezó a caminar hacia la cama. Se tumbó allí. Abrió completamente las piernas, puso una de sus manos sobre su concha y empezó a tocarse. Su otra mano se pasaba por su pelo mientras empezaba a sentir sus primeros momentos de placer.
Sin dudarlo me acerqué a ella. Empecé a lamerle la concha y a acariciar el interior de sus piernas. Ella mantenía su manito frotando su coño. Lentamente fui deslizando mi lengua por su abdomen, por entre sus pechos, por su cuello, hasta que llegué a esa boca carnudita. Me calenté tanto en ese momento que tuve que detenerme para desvestirme y ponerme un condón. El calentón que tenía me hizo lucir un poco torpe mientras lo hacía.
Volví a situarme sobre ella y sin dar espera a nada, la penetré profundamente Me agarraba de sus senos mientras mi pene se deslizaba completamente en su interior. De verdad su cuerpo era hermoso, observar su vientre era un deleite; sus hombros desnudos que la hacían lucir sensual e inocente; su cuello que terminó siendo irresistible no besarlo; y esos senos de buen tamaño y buena forma.
Claro que si entro a comparar, los senos de Jenny son por lejos más lindos y provocativos. A propósito, ella se encontraba allí, observándonos coger. Nos miraba fijamente sin desviar por un instante su mirada. Verla allí desnuda mientras cogía con su hermana, me provocaba un tremendo morbo.
Helena era bastante silenciosa mientras tenía sexo. Apenas dejaba escapar unos leves suspiros. Se contenía bastante, cuando su excitación crecía y el gemido era inminente, tapaba su boca con una mano.
Me detuve. Me acosté en la cama mirando hacia el techo; con mis manos la tomé de la cintura y la conduje a que se hiciera sobre mí. Introdujo mi pene ella con bastante apuro. Empezó a sacudirse fuertemente, sus senos saltaban sensualmente ante mis ojos. Fue inevitable agarrarlos.
Me dio por mirar nuevamente a Jenny. Ella continuaba al lado nuestro viéndonos coger. Su mirada ahora era provocativa, era una mirada llena de lujuria. Caminó lentamente y se situó a la espalda de Jenny. Mantuvo la distancia, seguía en pie alejada de la cama, pero ahora mirándome frente a frente mientras cogía con su hermana.
Me resulta imposible no ser insistente; esas tetas son un espectáculo. Solo verlas allí inmóviles me hacía excitar al punto más álgido. Eran enormes, redondas, firmes, naturales, eran perfectas. De hecho tenía la certeza de que por lo menos el 70% de los hombres que se cruzan a diario por la calle llegan a sus casas a dedicar una paja en nombre de los senos de Jenny. Estaba tan caliente que agarré a Helena del culo, empecé a sacudirla fuertemente sobre mí. De nuevo ella cubría su boca con su mano.
Jenny empezó a acariciarse los senos y a tocarse la concha. Su hermana brincaba sobre mí sin darse cuenta de lo que hacía su pequeña hermana.
No pude soportar la provocación de Jenny y terminé corriéndome. Helena siguió moviéndose hasta que notó que mi erección iba desapareciendo paulatinamente. Se levantó y fue a vestirse de inmediato.
Yo me levanté y me acerqué a Jenny. Mi objetivo era sentirla nuevamente. Me acerqué a besarla. Le comí los labios mientas mis manos se perdían entre sus pechos. Mi pene fue recuperando la erección mientras ella lo tomaba entre su mano y lo acariciaba. Ella lo acero a su concha, lo deslizaba sobre ella, sin que hubiera penetración. Dejó de besarme y preguntó:
- ¿Y, entonces, cuál de las dos es la mejor?
- Vos – contesté sin vacilar
Se giró y miró desafiantemente a su hermana. Luego me dijo ”vestite rápido que te estás arriesgando bastante; otro día la terminamos”.
Tenía razón; por más caliente que estuviese, sabía que lo mejor era dejarlo para otro día y volver inmediatamente junto a Majo. Me vestí y en silencio me marché del cuarto de estas desquisiadas y competitivas hermanas. Antes de acostarme junto a Majo, borré la conversación que había tenido con Jenny por Whatsapp.
Este relato es 99% real. Los nombres de los personajes y algunas situaciones fueron modificadas para proteger la identidad de las personas.
Los que quieran imágenes de la protagonista de este relato me avisa
DÉCIMO SEXTA PARTE: Convivencia inimaginable
Pasaron un par de días y el momento de despedirnos de la familia llegó. Nos fuimos en medio de abrazos y de buenos deseos por el año que comenzaba y por lo que se nos vendría de aquí en adelante conviviendo y organizando nuestro matrimonio. A último momento apareció Helena para despedirse. “Creo que esto es tuyo”, fue lo último que dijo a Majo mientras sostenía su espejo en una mano…
Twitter: @felodel2016
Luego de coger con Jenny la calentura no se fue, de hecho tenía muchas más ganas de hacerlo de nuevo. En la noche, ya con Majo en la cama, quise ser cariñoso, la besé por un rato largo y luego le insinué querer hacerlo. Pero de nuevo ella insistió en que me olvidara de ello, que teníamos que comportarnos. Pensé entonces en que al día siguiente iba a darle una sorpresa a Majo que la haría cambiar de parecer definitivamente.
A siguiente día me sentía aún exhausto por lo ocurrido con Jenny. No fui capaz de dar a Majo la sorpresa que planeaba y decidí aplazarla para la noche vieja..
El 31 de diciembre llegó, me sentía bastante nervioso por lo que iba a hacer. Nos reunimos con toda la familia de Majo a conversar y beber en la noche, a esperar que terminara el año. Contaban anécdotas, discutían sobre política, en fin; lo habitual en estas reuniones.
La medianoche se acercaba y las manos me empezaban a sudar un poco por los nervios.
Iba a esperar que el reloj marcara las doce, abrazaría y besaría; luego le pediría que se casara conmigo en frente a toda su familia. Era algo que quizás no pensé bien, no lo medité por mucho tiempo. De hecho fue una decisión impulsiva que tuve, y justo en este momento, faltando solo minutos, empecé a pensar de verdad en todo lo que implicaba eso. Reflexionaba un poco y concluía que solo era una idea que había tenido en un momento de calentura y que ahora estaba a punto de hacerla realidad Me parecía una completa estupidez estar a punto de proponerle compromiso a Majo nada más para echar un polvo ¡Era absurdo!
Y luego venía a mi mente la idea de que de cualquier manera no me jugaba mucho, al fin y al cabo ¿No es eso lo que quiero desde hace tiempo?
La verdad, no creo en el matrimonio; una tontería en cualquiera de sus presentaciones. De hecho accedía a hacer parte de este ritual ridículo porque Majo deseaba regir su vida por eso.
Como la mayoría de las mujeres, Majo era de las que han soñado ese día desde que ha sido muy niña. Y yo no podía enterrar ese sueño. Si era lo que ella anhelaba. yo estaba dispuesto a hacerlo.
La besé tiernamente mientras todos los demás se daban abrazos entre Separé mis labios de los de Majo y por un par de segundos me quedé mirándola sin decirle nada, saqué un anillo y a continuación le pedí que fuera la mujer que me acompañara de por vida.
Majo quedó estupefacta, tardó varios segundos en reaccionar; luego me besó mientras los demás familiares observaban la escena. Sus padres se quedaron viendo sorprendidos en absoluto silencio. Estuvieron así por varios minutos. Luego decidieron acercarse a nosotros, felicitaron a Majo y nos dijeron que nos brindarían su apoyo de cualquier cosa que necesitáramos.
La familia entera permaneció allí por un largo rato, bebiendo y charlando. Poco a poco se iban despidiendo, algunos que se iban de juerga y otros a dormir. Majo y yo seguimos allí bebiendo hasta que no quedó nadie más sino nosotros. Sabía que mi momento estaba a punto de llegar, pero quise ser precavido y decidí no insinuarme allí; no apresurar a Majo. El efecto del alcohol se fue haciendo notar, los dos estábamos ya un poco ebrios; le propuse a Majo ir a dormir de una vez. Nos costó bastante subir la escalera, nos tambaleábamos de lado a lado.
Apenas encendí la luz de la habitación, Majo me dijo que quería agua, que iría a la cocina por un vaso pero que necesitaba de mi compañía ya que le daba miedo bajar la escalera en el estado en que estaba.
Sabía que el momento de coger iba a ser justo cuando nos acostáramos, y de nuevo, ella lo postergaba. Llevaba casi una semana sin sentir la ajustada concha de Majo, eso me volvía loco. No quería esperar más para coger con ella de nuevo. Menos con lo caliente que venía desde hace días; calentándome continuamente al ver el culo de Denis, esas caderas macizas; soñaba con empujarla contra una pared; agarrarla fuertemente de sus caderas y penetrarla con violencia.
Las tetas de Helena tampoco me habían dejado descansar tranquilo por esos días, era imposible negarme a ver sus escotes. Me preocupaba que el día del polvo con Jenny había olvidado el espejo con el que la espiaba, seguramente lo había encontrado.
Y qué decir de ver a Jenny, todas las mañanas, recién levantada; verle esos hermosos senos y aún tener vivo el recuerdo de cuando me aferré a ellos. Le trataba como si nada hubiese ocurrido y ella hacía lo mismo.
Llegamos a la cocina y Majo sirvió el vaso. Bebió un sorbo, se acercó a mí y empezó a besarme. Fue un beso larguísimo. Puse una mano alrededor de la cadera de Majo mientras la besaba, la fui deslizando hacia abajo por sus piernas. Esa noche Majo llevaba una pollerita corta, un trozo de tela que dejaba ver lo suficiente de sus piernas como para calentarme. El beso siguió mientras yo acariciaba suavemente sus piernas. Fui subiendo lentamente hacia su coño, anhelaba sentirlo en mis manos; pero me detuve. No quise apresurarme; quería acariciar todo su cuerpo, deslizar mis dedos por toda zona erógena. Deseaba hacer de esta ocasión algo inolvidable.
La tome de la cintura con ambas manos, Acaricia lentamente su abdomen; tengo una debilidad con esa zona, en especialmente con el de Majo. Luego tomé su camisa y la fui subiendo hasta quitársela; esa noche Majo no llevaba sostén. Sus senos quedaron expuestos mientras mis manos subían, lentamente por su abdomen, acechando sus pequeñas pero hermosas tetas. Deslicé mis pulgares por la parte inferior de sus senos, los masajeaba con solo estos dos dedos. Majo seguía besándome sin si quiera dar tiempo para respirar.
Después bajé mis manos y las afirmé en su culo, empecé a acariciarlo; más bien agarrarlo con algo de desesperación. Levante su pollera y empecé a acariciar sus nalgas. No soporte la idea de que tuviera los senos al aire y no tocarlos o besarlos. Así que no aguanté más y empecé a besárselos. Ella quería seguir comiéndome la boca, así que tomó mi rostro entre sus manos, lo levantó y volvió a besarme.
Dimos unos cuantos pasos hasta quedar recostados contra el mesón. Teniendo a Majo apoyada allí, continué besándola mientras terminaba de subir su pollera. Mis dedos empezaron a acariciarla por sobre la tanga. Para ese momento ya se sentía lo suficientemente húmeda como para desquiciarme. Corrí su tanguita hacia un costado y empecé a meter mi dedo índice en ella. Lo hacía con cierto apuro, con intensidad,
Majo fue desapuntando mi pantalón mientras yo le besaba el cuello y le acariciaba el coño. Lo hizo con cierta rapidez, en menos de nada ya tenía mi pene erecto señalándola. Pasaron segundos nada más para que ella se agachara y lo pusiera frente a su cara. Posteriormente lo introdujo en su boca y empezó a hacerme una tremenda mamada.
Me encanta ver a Majo mientras me la chupa, siempre me hace gestitos provocadores; unos gestos de puta que me invitan a correrme en su boca.
Se levantó, cruzó un brazo alrededor de mi cuello; s otra mano se apoyaba en el mesón. Elevó una pierna hasta que yo la entrelacé con mi brazo. Seguimos besándonos mientras conducía mi pene entre su concha.
Tan apretadita como siempre, mojada a más no poder. Desde el comienzo mis movimientos fueron fuertes, concisos y constantes. Con el pasar de los minutos fui acelerando; escuchaba nuestros cuerpos chocar y los constantes, aunque leves, gemidos de Majo. Ella buscaba ser silenciosa pero por momentos soltaba unos fuertes gemidos. Se apoyaba de mi cuello firmemente, me miraba fijamente a la cara. Acercaba lentamente su boca a la mía y luego la retiraba para dejar escapar un gemido. Luego me besaba para mantener el silencio. Pero para ese momento era absurdo pensar que estábamos siendo discretos.
Majo levantó su otra pierna y la enrolló en mi cintura, Ahora la penetraba mientras la sostenía entre mis manos. La agarraba fuertemente del culo mientras ella jugaba al sube y baja con mi pene entre su concha. Me agarraba del cuello con ambas manos. Por ratos me miraba a los ojos y en otros inclinaba su cabeza hacia atrás, mirando hacia el techo mientras emitía unos sonoros gemidos.
Por supuesto que hacerlo en esa posición era agotador. Majo lo entendió y al rato volvió a apoyar los pies en el suelo. Me besó y luego se agachó para regalarme la segunda felación de la noche.
Metió la punta de mi pene en su boca, el resto permanecía afuera sintiendo su mano agitarse fuertemente. Era delicioso lo que hacía, pero yo deseaba estar nuevamente dentro de ella. La tomé del rostro y suavemente la subí, la besé, y luego le di vuelta, de modo que apoyaba sus manos en el mesón y su culo quedaba en frente a mí. Le penetré ese jugoso coño mientras apoyaba una mano en sus caderas y con la otra agarraba uno de sus pechos. Los empujones empezaron a hacerse violentos desde el momento en que agarré fuertemente ambos senos. Para esa altura los gemidos de Majo eran descaradamente fuertes; no creo que hubiese persona alguna en esa casa que no los haya escuchado. Majo puso su manito en mis bolas mientras yo la penetraba con demencia. Las acarició por unos instantes y luego, con esa misma mano agarró mi culo; me enterraba sus uñas en la piel.
De repente escuchamos pasos. Alguien venía hacia acá. Nos separamos y yo corrí a ocultarme en el cuarto de basuras. Majo bajó su camisa y su pollera rápidamente; empezó a reír apenas me vio correr. Ernesto, su tío, entró en la cocina mientras ella aún reía. Le pregunto el motivo de su risa, pero ella siguió riendo. Sin entender nada, Ernesto buscó el sacacorchos, lo tomó y se fue. Apenas salió de la cocina, me acerque a Majo por detrás y la agarré de los senos, se los apretaba fuertemente. Sin dar tiempo a nada, subí su camisa, le di vuelta y empecé a besarlos.
Con bastante apuro subí su pollera y bajé mi pantalón. Me senté en una silla que había allí y a continuación Majo se subió sobre mí. Su coño seguía mojadísimo lo que facilitó que mi pene se deslizara con facilidad en esa estrecha conchita. Su forma de moverse de arriba abajo y de abajo a arriba era brutal. Yo la agarraba de la cintura y ayudaba a que sus movimientos fueran más contundentes. Nuestros cuerpos hacían un escándalo terrible cada vez que chocaban. No soportaba más, y ver el rostro sumiso de Majo en ese momento, me hizo desear correrme en él. Rápidamente la levanté y la hice agachar para que quedara cara a cara con mi pene. Pasaron solo segundos para que el estallido de placer fuera a dar en su rostro; precisamente alrededor de sus labios y un poco en su mejilla. Una vez que me había corrido, Majo volvió a introducir mi pene en su boca mientras lo movía lentamente en ella. Lo limpiaba con su lengua.
Tardamos un par de minutos en recuperar el aliento. Nos vestimos rápidamente y subimos para por fin descansar. Uno junto al otro, sintiendo el calor de nuestros cuerpos que, por cierto, estaban bastante relajados. Majo fue la primera en caer en un sueño profundo. Verla así; feliz, tranquila y relajada; era mi mayor satisfacción.
Pero poco fue lo que pude descansar. Estando allí, mientras abrazaba a Majo y trataba de conciliar el sueño, sonó mi celular Un mensaje de Whatsapp de Jenny…
Tenía el propósito de pasar el resto de la noche junto a Majo mientras abrazaba su cuerpo desnudo. Pero saber que el mensaje era de Jenny, me provocaba mucha curiosidad. No lo soporté y tuve que leer el jodido mensaje.
- Pásate por mi cuarto – Decía el mensaje de Jenny
- ¿Ahora?
- Si sí, apurate
Sospechaba en qué terminaría esa invitación. Me sentiría miserable si algo pasaba con Jenny, la noche en que le había propuesto matrimonio a Majo. Además acababa de hacer realidad mis deseos y no veía necesario ir a donde Jenny. Cerré los ojos y permanecí abrazando a Majo.
Mi mente me torturaba, me hacía desear ir a encontrarme con ella, me apetecía sentir de nuevo su cuerpo entre mis manos. Y a la larga no pude aguantar. Me levanté sigilosamente, me vestí y salí en silencio de la habitación rumbo a un nuevo encuentro con los pechos de la precoz Jenny.
Crucé el pasillo en silencio, llamé a la puerta pero nadie contestó. Insistí, toqué otra vez, y nada.
Llegué a pensar que, quizás, se había tratado de una broma. Pensé en regresar a mi habitación. Pero no, finalmente probé una vez más. Volví a golpear la puerta. Y pasaron los segundos y nadie contestó, nadie salió.
Se me metió en la cabeza que estaba prohibido desistir ¿Pero qué otra cosa podría hacer?
Me había olvidado el celular en el cuarto y no pensaba regresar por este.
Gire la perilla, abrí la puerta y entré. La luz estaba apagada, cerré la puerta silenciosamente y encendí la luz. Apenas me di vuelta, quedó grabada en mi memoria una escena de esas que seguramente van a pasar por mi mente en el momento de mi muerte.
Helena estaba desnuda frente a mí; desde atrás Jenny le cubría los senos con las manos, Jenny también estaba desnuda. El cuerpo de Helena era increíble; delgadita, unas curvas bien definidas, una sonrisa pícara, esa mirada que en un comienzo se clavó en mí pero que luego empezó a señalarme el suelo. Tenía el espejo de Majo allí.
No pude apreciar bien a Jenny porque, al ser más pequeña que su hermana, quedaba totalmente cubierta. Lo único que alcanzaba a notar es que estaba muy pegada a Helena. Me imaginaba sus enormes senos recargados contra la espalda de su hermana.
“Mirá, te vamos a dar tu regalo de matrimonio por adelantado…”, dijo Jenny sin dejar de ocultarse detrás de su hermana. Permanecí en silencio; estaba totalmente incrédulo, No duró mucho.
“Es joda” y empezó a reír. “Le conté a Helena de lo nuestro, y como ella jura que es la mejor cogiendo, decidimos hacer una apuesta. Vos vas a hacer de jurado. Vas a coger con ella y, al final nos vas a decir, cuál de las dos es mejor”.
Jenny destapó los senos de Helena. La recién descubierta empezó a caminar hacia la cama. Se tumbó allí. Abrió completamente las piernas, puso una de sus manos sobre su concha y empezó a tocarse. Su otra mano se pasaba por su pelo mientras empezaba a sentir sus primeros momentos de placer.
Sin dudarlo me acerqué a ella. Empecé a lamerle la concha y a acariciar el interior de sus piernas. Ella mantenía su manito frotando su coño. Lentamente fui deslizando mi lengua por su abdomen, por entre sus pechos, por su cuello, hasta que llegué a esa boca carnudita. Me calenté tanto en ese momento que tuve que detenerme para desvestirme y ponerme un condón. El calentón que tenía me hizo lucir un poco torpe mientras lo hacía.
Volví a situarme sobre ella y sin dar espera a nada, la penetré profundamente Me agarraba de sus senos mientras mi pene se deslizaba completamente en su interior. De verdad su cuerpo era hermoso, observar su vientre era un deleite; sus hombros desnudos que la hacían lucir sensual e inocente; su cuello que terminó siendo irresistible no besarlo; y esos senos de buen tamaño y buena forma.
Claro que si entro a comparar, los senos de Jenny son por lejos más lindos y provocativos. A propósito, ella se encontraba allí, observándonos coger. Nos miraba fijamente sin desviar por un instante su mirada. Verla allí desnuda mientras cogía con su hermana, me provocaba un tremendo morbo.
Helena era bastante silenciosa mientras tenía sexo. Apenas dejaba escapar unos leves suspiros. Se contenía bastante, cuando su excitación crecía y el gemido era inminente, tapaba su boca con una mano.
Me detuve. Me acosté en la cama mirando hacia el techo; con mis manos la tomé de la cintura y la conduje a que se hiciera sobre mí. Introdujo mi pene ella con bastante apuro. Empezó a sacudirse fuertemente, sus senos saltaban sensualmente ante mis ojos. Fue inevitable agarrarlos.
Me dio por mirar nuevamente a Jenny. Ella continuaba al lado nuestro viéndonos coger. Su mirada ahora era provocativa, era una mirada llena de lujuria. Caminó lentamente y se situó a la espalda de Jenny. Mantuvo la distancia, seguía en pie alejada de la cama, pero ahora mirándome frente a frente mientras cogía con su hermana.
Me resulta imposible no ser insistente; esas tetas son un espectáculo. Solo verlas allí inmóviles me hacía excitar al punto más álgido. Eran enormes, redondas, firmes, naturales, eran perfectas. De hecho tenía la certeza de que por lo menos el 70% de los hombres que se cruzan a diario por la calle llegan a sus casas a dedicar una paja en nombre de los senos de Jenny. Estaba tan caliente que agarré a Helena del culo, empecé a sacudirla fuertemente sobre mí. De nuevo ella cubría su boca con su mano.
Jenny empezó a acariciarse los senos y a tocarse la concha. Su hermana brincaba sobre mí sin darse cuenta de lo que hacía su pequeña hermana.
No pude soportar la provocación de Jenny y terminé corriéndome. Helena siguió moviéndose hasta que notó que mi erección iba desapareciendo paulatinamente. Se levantó y fue a vestirse de inmediato.
Yo me levanté y me acerqué a Jenny. Mi objetivo era sentirla nuevamente. Me acerqué a besarla. Le comí los labios mientas mis manos se perdían entre sus pechos. Mi pene fue recuperando la erección mientras ella lo tomaba entre su mano y lo acariciaba. Ella lo acero a su concha, lo deslizaba sobre ella, sin que hubiera penetración. Dejó de besarme y preguntó:
- ¿Y, entonces, cuál de las dos es la mejor?
- Vos – contesté sin vacilar
Se giró y miró desafiantemente a su hermana. Luego me dijo ”vestite rápido que te estás arriesgando bastante; otro día la terminamos”.
Tenía razón; por más caliente que estuviese, sabía que lo mejor era dejarlo para otro día y volver inmediatamente junto a Majo. Me vestí y en silencio me marché del cuarto de estas desquisiadas y competitivas hermanas. Antes de acostarme junto a Majo, borré la conversación que había tenido con Jenny por Whatsapp.
Este relato es 99% real. Los nombres de los personajes y algunas situaciones fueron modificadas para proteger la identidad de las personas.
Los que quieran imágenes de la protagonista de este relato me avisa
DÉCIMO SEXTA PARTE: Convivencia inimaginable
Pasaron un par de días y el momento de despedirnos de la familia llegó. Nos fuimos en medio de abrazos y de buenos deseos por el año que comenzaba y por lo que se nos vendría de aquí en adelante conviviendo y organizando nuestro matrimonio. A último momento apareció Helena para despedirse. “Creo que esto es tuyo”, fue lo último que dijo a Majo mientras sostenía su espejo en una mano…
Twitter: @felodel2016
24 comentarios - Cogí con mi novia, su madre y sus hermanas (Capítulo 15)
nene.caprichoso@hotmail.com
muy buena saga!! 🙂
dea2mejor@hotmail.com
saludos
Suaz0097_@hotmail.com
Si me mandas las foto seria genial
Suaz0097_@hotmail.com
Me mandas las fotos...... cristian240675@hotmail.com
Van puntos
Saludos
Buen relato muchas gracias