You are now viewing Poringa in Spanish.
Switch to English

Una diosa. Capítulo 23

Una diosa. Capítulo 23

Esta es la historia de Gabriela, una diosa de 25 años que tiene muchas ganas de contarnos su vida repleta de hombres, amigos, engaños y muchas anécdotas sexuales. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…


Capítulo 23: Una noche retro
- ¿Qué te pasó ahí?- Me preguntó Nicolás el martes a la tarde después de habernos cruzado en el ascensor y haber terminado en su cama. Apoyó su mano en mi espalda y vio que a la altura de los hombros tenía un moretón de cada lado.
- Nada.- Le digo, pero no iba a ser suficiente.- El otro día iba caminando por la calle con una mochila y me intentaron robar y tiraron fuerte de la mochila y me hicieron esos moretones.- Le mentí pegándome bien a su cuerpo.- No pasa nada.
A pesar de eso no logré convencerlo, el problema es que no le podía decir que a mi y a mi novio nos gustaba el sadomasoquismo y que me había atado al techo con una soga. No era el momento para confesarle eso. Al final de ese día me volví a casa antes de que llegara su familia y comprobé que tenía varios mensajes de Eloy recordando esa noche de verano que habíamos disfrutado juntos para cerrar el 2012. El año en el que mi noviazgo había cambiado, al igual que mi casa, mi carrera y algunos de mis amigos. Había sido un año raro, pero se venía el 2013 y traía más cambios.

La primera semana de Enero me encontré con una sorpresa. Un jueves a la tarde que me encontraba sola en casa suena el timbre y voy a abrir la puerta. Pensé que podía ser Eloy de sorpresa o Nicolás, pero para mi asombro me encontré con Patricia, la administradora del edificio. La hice pasar y después de preguntarme qué tal estaba y de hablar un rato de mi se puso seria y me dijo que tenía algo para darme. Puso sobre la mesa un pen drive y me dijo que se había asegurado de borrarlo de los registros y que solo quedaba esa copia, que hiciera lo que me pareciera mejor, pero que tuviese más cuidado la próxima. Le pregunté de que me hablaba, pero me dijo que mejor mirara lo que había adentro del pen drive.
Lo primero que hice fue poner el pen en la compu y me llevé una gran sorpresa al ver que era el video de la cámara de seguridad del ascensor del día que me quedé encerrada con Nicolás. Al principio se veía a él y a mi desesperados por intentar salir, pero a medida que avanzaban los minutos se veía todo lo que había pasado después: los besos, las caricias, las manos que se iban de lugar y todo lo demás. Mi asombro no se iba de mi. ¿Lo había borrado de verdad de los registros? ¿O se lo había quedado? Mi desesperación fue en aumento y al no poder contarle a nadie lo que me pasaba no me quedó otra alternativa que largarme a llorar. Minutos más tarde borré el video del pen, rogando de que ese haya sido el último registro de esa tarde.

Enero se avecinaba como un verano aburrido. Eloy se volvió al pueblo por los primero 15 días y yo iba a ir a visitarlo recién el último fin de semana. Dado que todavía no había comenzado la facultad no tenía nada que estudiar, por lo que me pasaba las mañanas y las tardes leyendo o escuchando música en la pileta del edificio. A veces aparecía Nicolás o su hermano Gian Luca que a pesar de tener 17 años estaba más que fuerte. Con un cuerpo hermoso y una carita de nene divina.
A mediados del mes llegó el segundo baldazo de agua fría. El miércoles antes de irme a visitar a Eloy y a su familia él me pidió que vaya a su casa y que buscara en su computadora las fotos de Navidad que habíamos pasado juntos así se las mostraba a sus padres. Obviamente me fui hasta su departamento y empecé a buscar, pero me llevé una sorpresa al ver una carpeta en el escritorio que se llamaba “Videos T”. De curiosa entré y me encontré con lo peor que uno se puede encontrar, videos de su novio cogiéndose a su ex. Algunos eran viejos, de hacía de más de 3 años, pero otros eran más recientes un año, 6 meses, 3 meses… El más actual tenía fecha 19/10/2012.
- ¡Hijo de puta!- Grité al aire apenas lo vi.- ¡Era mi cumpleaños sorete!
¡No lo podía creer! El muy bastardo se había cogido a su ex el mismo día que yo cumplía 22 años. La bronca me hizo abrir el video, lo cual fue peor ya que lo que habían hecho era exactamente lo mismo que me había hecho a mi la última vez. Ató a Tamara al techo con el mismo traje que me había hecho usar a mi y se la cogía como me había cogido a mi. La bronca y la desesperación casi me hacen romper la computadora y me terminé yendo de la casa a los golpes.

- Amor perdóname.- Me dejo él cuando lo vi el lunes.
Como era de esperar cancelé el viaje al pueblo y me quedé en Rosario llorando y sufriendo. Pero no fui tan idiota de quedarme de brazos cruzados. Esa misma noche después de ver los videos volví a casa y me vengué en mi cama con Nicolás y como no me fue suficiente me volví a vengar el fin de semana en varias ocasiones. Pero cuando él volvió se excusó detrás de la cortina de “es que ella me da lo que a mi me gusta”. “Que pelotudo que sos” pensaba yo por dentro mientras enojada le gritaba cualquier cosa. Me terminé yendo de su casa y durante la semana omití sus llamadas y sus mensajes. No quería saber nada que tenía que ver con Eloy.
La semana siguiente fue peor, ya que mi hermano se enteró de que algo andaba mal cuando cayó Eloy a casa y yo le dije que no lo dejara pasar. Terminó entrando y tuvimos nuevamente una discusión. Por suerte cuando se fue después de varios minutos de gritos, Julián entró a mi pieza y sin decir nada me abrazó hasta que me calmé.
Para tratar de salir un poco de la situación le conté a Paola y a Flavia (las únicas dos que estaban en la ciudad para ese momento) lo que había pasado y su respuesta me pareció la mas estúpida en ese momento: “Tenemos que salir a divertirnos así te distraes”. Como no quería llevarle la contra a nadie les dije que no tenía problema y decidimos salir el sábado a divertirnos. Mi novio, nuevamente arrepentido por lo que había pasado quiso reunirse conmigo ese mismo sábado, lo que me terminó de convencer por salir a bailar con mis amigas.

- Vamos a una fiesta retro.- Me dijo Flavia cuando nos juntamos en casa para tomar algo.- La organizan unos amigos y entramos gratis. Lo que sí, hay que ir vestidas con ropa de los ’80.
Nos cambiamos y nos fuimos a festejar un rato. Los amigos de Fla se encargaron de mantenernos con un trago en la mano toda la noche. El lugar no era muy grande, pero como estaba yendo de gente se nos complicaba un poco movernos. En un momento de la noche me escapé de las chicas y se sus amigos para ir al baño y ahí fue cuando me lo crucé. Lo vi de entrada y no reaccioné, pero cuando él me miró y me dijo “¿Gabi?” me di cuenta que era conocido.
- ¿Qué haces?- Me saludó.- Soy Javier.
Enseguida me acordé. ¿Cómo olvidarse de la primera vez de una? Javier había sido el chico con el que había debutado y me había acostado mis primeras veces. Con el tiempo nos habíamos distanciado y a pesar de que siempre me acordaba de él, nunca me había ocupado de averiguar algo de su vida. La idea se me vino a la mente apenas lo vi y me terminó de cerrar cuando me invitó unos tragos y se quedó hablando conmigo un buen rato. Esa noche no me iba a volver a casa con las manos vacías.
El beso inicial lo di yo, ya que él parecía mucho más reservado. Pero no tardó en soltarse y arrinconarme contra la pared para comerme la boca de forma desaforada. “Vamonos” le ordené cuando su mano bajó por mi cintura y sus dedos entraron en mi short. Sin mirar atrás fuimos directo a la puerta y nos subimos a su auto. El camino fue algo incómodo, yo quería calentarlo pero él ponía algo de distancia. Sin embargo cuando llegamos a su casa se volvió todo un león.
Me llevó hasta su pieza y me tiró en la cama de manera algo violenta para acostarse encima de mí y comerme la boca de un buen beso. El descontrol fue instantáneo y las manos se movían por todos lados. La ropa volaba por los aires a medida que nos íbamos moviendo por toda la cama. Él encima de mí, yo encima suyo, uno al lado del otro, nos íbamos trasladando por toda la cama entre beso y beso. “Que linda que te pusiste Gabi” me dijo al oído una vez que me subí entre sus piernas.
Bajé hasta el piso y él entendió enseguida y se paré en frente de mi cuerpo. Comencé a chuparle la pija con muchas ganas. Me había olvidado de lo enorme que la tenía, de unos 20 centímetros y bien venosa. Lo hacía como una puta, moviendo mis manos alrededor de todo su cuerpo y pasándole la lengua por todo el tronco y la cabeza. Javier me levantó y me acostó boca abajo sobre la cama y me abrió los cachetes de la cola para comenzar a chuparme él a mi. Lo hacía de una manera increíble, movía su lengua hacia todos lados y sus manos apretaban bien fuerte mis cachetes dándome un placer inmenso. Iba desde mi conchita hasta mi cola mojándome por completo y me pegaba chirlos de vez en cuando haciéndome gritar como loca. Me dominaba un fuego que solo podía ser apagado por su pija.
- Cogeme.- Le pedí como rogándole.- Come toda.
Él se paró y apoyó la punta de su pija en mi cuerpo y para mi sorpresa lo hiso sobre mi cola, pero yo estaba tan caliente que no me importó. “¿Querés que te haga la cola?” me preguntó y yo le respondí que me moría de ganas. Javier comenzó a empujar su pija sobre mi cuerpo hasta que por fin la metió toda adentro mío y comenzó a moverse.
Mis gritos eran de una puta completamente caliente. Él se movía hacia adelante y hacia atrás metiendo y sacando todo lo suyo de mi cuerpo a una gran velocidad y con mucha fuerza. Sentía su cintura chocar contra mis nalgas que se calentaban más y más cada vez que lo hacía. Mis manos apretaban bien fuerte las sábanas y mis dientes mordían el colchón para no gritar tanto. Pero no podía me encantaba como sus 20 centímetros entraban y salían de mi cuerpo. Pensaba en Eloy, en como se había cogido a Tamara y eso me daba más y más ganas de que me cogiera.
No se cuanto tiempo estuvimos ahí pero cuando acabé por primera vez no pude parar. Javier me hizo apoyarme en cuatro contra el piso y él se paro encima de mí para volver a cogerme la cola con ganas. Los orgasmos llegaban uno atrás del otro y cuando él sacó su verga y comenzó a acabar sobre mi espalda volví a acabar. Terminé acostada en el piso mientras el se cambiaba y se encendía un cigarrillo acostado en la cama.
Lo miré fijo y vi su cara de satisfacción pura. No hacía falta tener telequinesis ya que podía leer su mente “que buena putita que me cogí” pensaba. Me dolía la cola de lo duro que me había dado, pero me sentía completamente satisfecha. Javier había logrado complacerme y había eliminado de mi, toda la bronca que sentía en ese momento. Me había dado una nueva razón para nunca olvidarme de él.

ANTERIOR

SIGUIENTE

2 comentarios - Una diosa. Capítulo 23

inksane +1
muy bueno!! es el primero que leo, ahora busco los otros!!
HistoriasDe
Muchas gracias! Espero que te gusten los relatos. Tenes para entretenerte.