Hola querido lectores, mi nombre es Rocío y tengo 19 años. Es el primer relato q escribo así que espero que me perdonen mis errores, no se me da muy bien escribir pero tengo muchas ganas de compartir mi historia así q hice un esfuerzo. Soy un poquito chiquita pues tengo 1.62, bien flaquita y bonita de cara. Tengo el cabello negro largo y lacio, pero suelo llevarlo en coleta. Mis amigas siempre dicen que tengo unas buenas tetas pero que mi fuerte es mi culito respingón.
Una bonita tarde en mi ciudad volví a mi casa tras practicar tenis con mi instructor. Fue un poco incómodo porque el entrenador personal, que es un viejo verde al fin y al cabo, se la pasó admirando mis piernas y mi culito, que con la faldita deportiva que llevaba imagino que le ponía loco porque se la pasaba poniéndose detrás de mí, restregando su bulto contra mi culo para explicarme cómo debía golpear la bola. A mí me incomodaba y la única bola que quería pegar eran las suyas. Ya les había comentado a mis amigas sobre él y me dijeron que si yo me lo proponía, podía ligar con ese madurito y así conseguir clases gratis. Pero yo que soy un poquito tímida solo me reía de sus ocurrencias, además lo último que yo haría sería acostarme con un degenerado para conseguir favores.
Los que si me parecían atractivos eran esos dos enormes negros que solían terminar de entrenar cada vez que yo entraba en el recinto. Eran dos hermanos que por lo general tenían cara de poco amigos, pero conmigo siempre fueron correctos y amables, siempre me saludaban y alguna que otra vez se quedaron para mirar mi entrenamiento para hacerse comentarios entre ellos.
Cuando volví a casa yo estaba con mucho sudor y fui directo al baño. Saludé rápido a mi padre, que no me hizo mucho caso pues estaba hablando por teléfono de manera muy nerviosa. Por último, para llegar al baño, pasé por la sala y vi a mi hermano mirando un partido de su equipo de fútbol así que le di un zurrón con mucho cariño. Tiene 18, 1.82 y es bastante atractivo, yo no soy nada celosa pero últimamente me molesta ver a tantas chiquillas ir y venir a nuestra casa cuando papá no está. En más de una ocasión he tenido que escuchar sus gritos de placer pues su cuarto está pegado al mío. Yo tengo novio pero jamás se me ha ocurrido traerlo en casa.
Mientras me duchaba me toqué un poquito, pasé mis dedos por mis pepita, jugué un poquito con mi puntito, la verdad es que era un placer inmenso con el agua tibia corriéndome por el cuerpecito, tuve que morderme la boquita porque me estaba calentando más, imaginando como el madurito profesor de tenis me montaba en las graderías con los dos negros esperando su turno. Hummm, restregué mis piernitas y me masturbé rápido y rico. Fue raro porque jamás veía a mi entrenador personal de esa manera, pero es que con tanto toqueteo el muy infeliz consiguió que mi cuerpo se antojara por él.
Al día siguiente volví a entrenar. Esa vez el entrenador estaba demasiado juguetón, me rozaba mucho y la verdad es que normalmente yo debería mostrarle con gestos físicos mi desaprobación, incluso alguna vez estuve a punto de gritarle que dejara. Me tocaba la cinturita para decirme como debía colocarme para recibir la pelota, me hacía inclinar hacia adelante levemente. En fin, pero esa tarde yo estaba algo caliente, tal vez porque mi cuerpo le gustaba la idea de ser cogida por ese madurito como solía fantasear en la ducha.
- Observa siempre la bola, Rocío
- Lo sé, “profe”, siempre me lo dice… -sus fuertes manos me sujetaban de la cinturita-
- Para lograr un swing perfecto necesitas poner atención a la bola, y con la pose adecuada, podrás conseguirlo. Relájate, necesitas coordinar mejor tus movimientos.-
Fue cuando mi cuerpo empezó a reclamarme por ese madurito. Me gustó un poco la idea loca de calentarlo, así que empecé a menar más y más mi cintura, sintiendo su bulto entre mis nalgas. Él se sorprendió un poco, al principio cuando yo le ponía mi trasero contra su entrepierna, él se retiraba un poquito, pues parece que era más de lo que él esperaba. Pero seguía sus clases:
- Presiona con mucha fuerza el mango de la raqueta, Rocío.
- Sí, profe, ¿así?
- Perfecto, Rocío.
Fingí un golpe cuando golpeé una pelota, y me tiré al suelo. El instructor vino y le dije que mi tobillo me dolía demasiado porque no puse una postura adecuada, así que me ayudó a reponerme y, llevándome por un brazo, me llevó hasta el banquillo para aplicarle hielo y un spray. Aproveché para gemir muy sexi a cada tacto.
Esa noche por suerte mi novio aplacó mis ansias. Se llama Christian, pero no pensé en él mientras cogíamos, sino en mi instructor. Que era él quien me metía mano para jugar con mi clítoris, que era él; el que me decía obscenidades mientras me metía lengua. Que mi culo y mis tetas eran sobadas por ese hombre maduro.
Al día siguiente más de lo mismo. Tengo una faldita deportiva cuando era más joven, y me la puse para calentar más al instructor, pues apenas me cubría. Los dos negros esa tarde se quedaron para verme entrenar, y de hecho creo que se fueron muy complacidos tanto con la vista como con mi comportamiento, pues a cada rato me apoyaba por mi instructor para decirle que mi tobillo me molestaba un poquito.
- No vamos a forzar más, Rocío, hoy ve a descansar.
- Pero “profe”, quiero un poquito de mimitos que ya verá cómo repongo.
- Ahh!... pero si eso es lo que quieres. Venga, vamos, ponte seria Rocío.
Me gustaba mucho el jueguito erótico que comencé. Y desde luego a los negros también, porque sonreían y me saludaban cada vez que cruzábamos la mirada.
- Mantén la cabeza quieta. Los hombros siempre paralelos al suelo.
- Mucho hablar y poco mostrarme, profe – le recriminaba yo para que viniese a mí y me tocara un poco más.
Cuando terminó la clase fui directo al vestidor. La verdad es que el cabrón me dejó muy caliente con tanto toqueteo. No iba aguantar la caminata hasta mi casa, así que en las duchas del lugar me empecé a tocar con un par de deditos.
Rápidamente dejé de hacerlo cuando escuché abrirse la puerta del lugar. Era raro que otra mujer entrara, normalmente a esa hora soy la única chica que entrena. De todos modos me dediqué a ducharme para salir rápido de allí. Cuando me dejé llevar por el agua tibia, cerrando mis ojos y abriendo la boquita, sentí las manos gruesas y duras de alguien, tomándome de la cintura. Yo supe casi instantáneamente que esa persona era mi instructor, por la forma en que sus manos fuertes se posaban delicadamente en mí.
- Profe?...
Me llevó contra la pared y sin darme tregua puso su mano en mi boca sorprendida. No podía verle, pero estaba segura que era él.
- Es usted, profe?
- Así que te estabas tocando, putita, ¿te ha gustado la clase? Podemos continuar aquí.
Era la voz del instructor que empezó a lamer mi lóbulo. Me quedé en shock. ¿Cómo sabía que yo me estaba tocando? ¿Acaso tenía una cámara que grababa el vestidor de las chicas? Cerró la llave de la ducha y empezó a tocar mi mojado culito con una mano mientras la otra me seguía sujetando contra la pared.
- Realmente es una preciosa chiquilla –dijo otra voz. ¿Quién era? ¿Había más gente?
- Hace rato que no montaba a alguien tan bonita, hermano – dijo otro. ¿Eran acaso los dos negros también?
A la fuerza conseguí darme la vuelta, me cubrí las tetas con una mano y mi coñito con la otra, muy aterrorizada ante esos tres hombres que me comían con la mirada. Me arrinconé en una esquina sin saber muy bien qué hacer.
- Si no haces lo que te decimos, vamos a publicar el vídeo en internet.
- ¿Qué video?
- Eres una tonta del culo por lo que se ve. Te hemos grabado toda, cuando te estabas metiendo deditos y gemías como una putita caliente.
Me quise morir, esa gente lo vio todo.
- Los voy a denunciar!...
- Si quieres. Cuando el vídeo se propague, serás muy conocida y no podrás salir ni de tu casa.
- Entonces qué es lo que quieren de mí?...
- Que seas nuestra puta particular.
No me dejaron responder. Me agarraron del brazo y me lanzaron al suelo. Me quedé así, de cuatro patas, muy mareada por la situación, cuando sentí la mano del negro en mi colita, bajando y bajando hasta mi monte de venus para tocarlo con poco cariño. Como yo estaba algo caliente por la sesión de tenis, no pude evitar un gemido:
- Uuughhhhhh!…
- Parece que a la putita le gusta.
- No me gusta, suéltenme!..., suéltenme!... – dije revolviéndome-
Logré apartarme y quedé acostada sobre el suelo, llorando, pero ellos no se apiadaron. Me pusieron boca arriba. Mi profesor empezó a chupar una de mis tetas, el negro la otra teta mientras su hermano me metía dedo. Eran tan denigrante, yo trataba de salirme de encima pero ellos eran muy fuertes.
- Vas a ser nuestra putita, Rocío? – preguntó mi profesor, y mordió mi pezón rosadito-
- Ooohhhh diosssssss… nooooo… jamássss…
- Por qué no, nena? –preguntó el negro, mientras su boca subía y subía hasta mi boquita para poder besarme y meterme lengua como ninguno de mis ex lo hizo-
Quise protestar pero su lengua casi acaparaba toda mi boca y no me permitía hablar con mucha nitidez.
- Hummgg!... uffff!...
Cuando dejó de besarme, muchos hilos de saliva se quedaron colgando entre mi boca y la de él, que me miraba sonriente. Mis ojos apenas se podían mantener abiertos porque su hermano ya había puesto su lengua entre mis labios vaginales, recorriéndolos fuertemente, aquello me iba a volver loca, con lo calentita que ya estaba.
Mi profesor imprevistamente puso sus rodillas entre mi sorprendida cara, y con fuerza me tomó de la quijada. Su verga erecta y asquerosa estaba apuntándome la boca.
Abre la boca, puta.
- Ohhhggg… diosss, no, por favoooor… noooo!... – el negro era un cabrón experto en comer pepa por lo que se podía sentir-
Era lo único que evitaba que yo pudiera hablar con fluidez. Por suerte dejó la lamida por un momento y por fin pude armar frases con sentido:
- Por favor, basta, levántese instructor, no voy a hacer lo que me pide jamás.
- Eso ya lo veremos –dijo el negro, poniendo la punta de su verga entre mis hinchadísimos labios vaginales.
- Noooo!, ¡Por favor nooooo!
- Pero qué dices, nena? Si estás mojadisima.
Me tomó de la cintura e hizo presión, amagó meter su enorme verga dentro de mí para partirme en dos. El instructor me calló con un vergazo, fue asqueroso sobre todo porque sus pelillos púbicos se iban contra mi nariz, ese asqueroso olor que me daba arcadas y la verga que me llenaba toda mi pequeña boca que apenas daba abasto.
El negro por su parte no tuvo mucha compasión y me la metió muy duramente. Sentí algo eléctrico y muy fuerte, relampagueante, entre el dolor y el placer me revolví como loca sin poder protestar. Su hermano por otro lado no dudo en besar y chupar mi pancita, que era lo único que estaba “libre” de tormentos.
Yo estaba a punto de reventar, mi coñito estaba realmente muy caliente pero yo no lo iba a admitir jamás. Lastimosamente el negro sabía muy bien que mi cuerpecito quería guerra, todo estaba a tope, y vaya que sabía follarme. Empecé a gemir como marrana mientras sentía como su leche se derramaba en mí.
- Vas a tener un bonito hijo negro, putita –se empezó a reír luego de venirse-
El hermano tomó su lugar y empezó el mismo vaivén sin darme tregua. El cabrón también sabía dar placer, así que me rendí, mientras la verga de mi instructor chorreaba leche en mi garganta, dejándome llevar por el placer.
- Ahhhgmmmm!... uummmmppppp!….
- Vas a ser nuestra putita, sí o no? – dijo el negro que me montaba, mientras su hermano ya se limpiaba en la ducha-
- Nmmm… noooo… jamáss… ughh diossss… dueleeeee…
- Ya sabrás olvidar el dolor que luego vas a disfrutar marrana.
Se derramo, pude sentir su leche espesa y caliente recorrerme la pepita, dentro y fuera. A mí me dolía todo pero en el fondo también me sentía muy excitada. Solo que no lo iba a reconocer ante esos degenerados.
- Eres una calienta vergas, vienes a estas horas en donde solo yo y mi hermano estamos. Nos saludas muy coqueta, meneando ese culito respingón que tienes, putita… vamos, que es obvio que te gusta.
- No es verdad, no es verdad –dije desde el suelo, tratando de reponerme-
- Ahora vas a poner en práctica mis consejos, Rocío.
- Qué quieres decir?...
- Coge del mango con mucha fuerza, con tus dos manos – dijo mostrando su verga erecta. Los negros se rieron de la ocurrencia-
Con mucha indignación puse mis dos manos en su verga. Le miré a los ojos con carita de puchero pero no se apiadó de mí. Tomó de mi cabello y empujó mi cara para que pudiera tragar ese pedazo enorme de carne venosa.
Su tranca iba y venía con mucha velocidad, tocaba la campanilla de mi garganta y me daban arcadas. El instructor se corrió en mi boca de nuevo, corriéndose directamente en mi garganta. Cuando sacó su vergon, se corrió un poquito más en mis labios y mejillas.
Cuando terminó, quedé con pelillos en la boca, con semen asqueroso pegándose por mis mejillas y mis labios, con ganas de escupirlo todo o vomitarlo también, pues había tragado mucho.
- Me llevaron hacia la ducha y me hicieron apoyarme contra la pared. Yo estaba demasiado débil como para poner resistencia. El negro empezó a meterme sus dedos en mi culo, y yo grité del susto:
- Qué vas a hacer?...
- Voy a darte por el culo, marrana. Se nota que eso es lo que quieres.
- Noooo, por favor, nunca lo hice por ahí… estás locooo!...
- A callar! – metió dos dedos de manera muy violenta y me hizo sacudirme del dolor, apenas me podía sostener-
Los dedos entraban y salían, lenta y duramente. Yo al principio chillaba del dolor, pero poco a poco logré controlarlo, hacer que mi culo se relajara y pudiera recibir las embestidas de sus dedos. Y así estuvo follándome el culo con sus dos dedos, teniéndome a mí muy caliente y gimiendo ante la situación.
Puso su enorme verga entre mis nalgas y me sujetó de mi cintura.
- Voy a follarte de dos formas, o duro o gentil. Elige.
- Ufff… por favor, no lo hagas… ¡Aghhhhmmm diosssss!
- Duro será – dijo mientras los otros dos se reían.
Fue demasiado doloroso. Lloré desconsolada mientras el negro me partía literalmente en dos pedazos y me aplastaba contra la pared. Besaba mi cuello mientras su enorme falo poco a poco entraba y era engullido por mi culito. No entró mucho, y al poco rato se salió de mí.
- Hice un buen trabajo al meter mis dedos, pero aun así va a doler cuando lo meta toda.
- ¿TODA?
Puso otra vez su enorme glande en mi esfinter, y empezó a hacerme una rica chaqueta con sus manos en mi clítoris hinchadísimo. Yo me mordía los labios con tal de no gemir, pero la verdad es que el hijo de puta sí sabía cómo hacer gozar a una chica.
- Agghggggg… CABRÓN, suéltameee… uffffff….
- Vas a ser nuestra putita?
Yo estaba muy caliente, me pedí perdón a mí misma y grité:
- Carajo, síiiii, cabrón por favor continúaaaa… continúaaaa…
- Me lo repites, Rocío?
- Seré su putitaaaa… carajooo…. Continúaaa y no hables tanto hijo de putaaa…
- Jaja! ¿Quieres que te la meta en el culo?
- Hmmm… síiii, por favor sé gentil, que es mi primera vezzzz…
- Te jodes marrana, no te vamos a follar aún por aquí.
Me soltó, me dejó caer en el suelo con semen goteando entre mis piernas. Fue vergonzoso haberme corrido por la paja que me hizo el cabrón, pero así fue. Y para colmo el negro no tenía intención aún de follarme por ahí. Pero ya habría tiempo para ello.
- Veo que has aceptado ser nuestra puta –dijo mi entrenador.
- Sí, lo que sea con tal de que no publiquen mi video – mentí, la verdad es que quería carne.
- Bien, a partir de mañana vendrás a entrenar con ropita más ajustada, y sin ropa interior.
- Sí, señor Gonzáles.
Vístete. Y vamos a mi oficina que vamos a disfrutar un ratito contigo, putita.
Me dejaron para que me vistiera. Realmente fue una locura. Yo aún estaba muy caliente y, pese a que todo fue denigrante, me excitó cómo me trataron duro. Mientras me ponía de vuelta de mis ropitas, no pude evitar morderme la boca pensando en las guarrerías que me harían en la oficina, y en los días siguientes también. Me habían ganado, me convirtieron en su esclava sexual. De solo pensar en las obscenidades que me harían se me mojó de nuevo el chochito.
Cuando cogí mi móvil, vi que mi novio me había dejado un mensaje. Dijo que me estaría esperando esa noche para salir a un bar. Si no fuera por ese mensaje, me habría olvidado que tengo novio. Me puse a cien solo de pensar que le estaba poniendo los cuernos con dos negros y un viejo verde.
Le escribí: “Christian mi amor, hoy no voy a poder que estoy adolorida de tanto entrenar. El instructor estuvo un poquito cabrón hoy”.
Continuará, si así lo quieren. Perdón nuevamente por escribir tan maaaal. Espero que le haya gustado a alguien, me ha costado mucho porque no es una fantasía que se la pueda contar a alguien con normalidad.
Besitos.
Roció…
Una bonita tarde en mi ciudad volví a mi casa tras practicar tenis con mi instructor. Fue un poco incómodo porque el entrenador personal, que es un viejo verde al fin y al cabo, se la pasó admirando mis piernas y mi culito, que con la faldita deportiva que llevaba imagino que le ponía loco porque se la pasaba poniéndose detrás de mí, restregando su bulto contra mi culo para explicarme cómo debía golpear la bola. A mí me incomodaba y la única bola que quería pegar eran las suyas. Ya les había comentado a mis amigas sobre él y me dijeron que si yo me lo proponía, podía ligar con ese madurito y así conseguir clases gratis. Pero yo que soy un poquito tímida solo me reía de sus ocurrencias, además lo último que yo haría sería acostarme con un degenerado para conseguir favores.
Los que si me parecían atractivos eran esos dos enormes negros que solían terminar de entrenar cada vez que yo entraba en el recinto. Eran dos hermanos que por lo general tenían cara de poco amigos, pero conmigo siempre fueron correctos y amables, siempre me saludaban y alguna que otra vez se quedaron para mirar mi entrenamiento para hacerse comentarios entre ellos.
Cuando volví a casa yo estaba con mucho sudor y fui directo al baño. Saludé rápido a mi padre, que no me hizo mucho caso pues estaba hablando por teléfono de manera muy nerviosa. Por último, para llegar al baño, pasé por la sala y vi a mi hermano mirando un partido de su equipo de fútbol así que le di un zurrón con mucho cariño. Tiene 18, 1.82 y es bastante atractivo, yo no soy nada celosa pero últimamente me molesta ver a tantas chiquillas ir y venir a nuestra casa cuando papá no está. En más de una ocasión he tenido que escuchar sus gritos de placer pues su cuarto está pegado al mío. Yo tengo novio pero jamás se me ha ocurrido traerlo en casa.
Mientras me duchaba me toqué un poquito, pasé mis dedos por mis pepita, jugué un poquito con mi puntito, la verdad es que era un placer inmenso con el agua tibia corriéndome por el cuerpecito, tuve que morderme la boquita porque me estaba calentando más, imaginando como el madurito profesor de tenis me montaba en las graderías con los dos negros esperando su turno. Hummm, restregué mis piernitas y me masturbé rápido y rico. Fue raro porque jamás veía a mi entrenador personal de esa manera, pero es que con tanto toqueteo el muy infeliz consiguió que mi cuerpo se antojara por él.
Al día siguiente volví a entrenar. Esa vez el entrenador estaba demasiado juguetón, me rozaba mucho y la verdad es que normalmente yo debería mostrarle con gestos físicos mi desaprobación, incluso alguna vez estuve a punto de gritarle que dejara. Me tocaba la cinturita para decirme como debía colocarme para recibir la pelota, me hacía inclinar hacia adelante levemente. En fin, pero esa tarde yo estaba algo caliente, tal vez porque mi cuerpo le gustaba la idea de ser cogida por ese madurito como solía fantasear en la ducha.
- Observa siempre la bola, Rocío
- Lo sé, “profe”, siempre me lo dice… -sus fuertes manos me sujetaban de la cinturita-
- Para lograr un swing perfecto necesitas poner atención a la bola, y con la pose adecuada, podrás conseguirlo. Relájate, necesitas coordinar mejor tus movimientos.-
Fue cuando mi cuerpo empezó a reclamarme por ese madurito. Me gustó un poco la idea loca de calentarlo, así que empecé a menar más y más mi cintura, sintiendo su bulto entre mis nalgas. Él se sorprendió un poco, al principio cuando yo le ponía mi trasero contra su entrepierna, él se retiraba un poquito, pues parece que era más de lo que él esperaba. Pero seguía sus clases:
- Presiona con mucha fuerza el mango de la raqueta, Rocío.
- Sí, profe, ¿así?
- Perfecto, Rocío.
Fingí un golpe cuando golpeé una pelota, y me tiré al suelo. El instructor vino y le dije que mi tobillo me dolía demasiado porque no puse una postura adecuada, así que me ayudó a reponerme y, llevándome por un brazo, me llevó hasta el banquillo para aplicarle hielo y un spray. Aproveché para gemir muy sexi a cada tacto.
Esa noche por suerte mi novio aplacó mis ansias. Se llama Christian, pero no pensé en él mientras cogíamos, sino en mi instructor. Que era él quien me metía mano para jugar con mi clítoris, que era él; el que me decía obscenidades mientras me metía lengua. Que mi culo y mis tetas eran sobadas por ese hombre maduro.
Al día siguiente más de lo mismo. Tengo una faldita deportiva cuando era más joven, y me la puse para calentar más al instructor, pues apenas me cubría. Los dos negros esa tarde se quedaron para verme entrenar, y de hecho creo que se fueron muy complacidos tanto con la vista como con mi comportamiento, pues a cada rato me apoyaba por mi instructor para decirle que mi tobillo me molestaba un poquito.
- No vamos a forzar más, Rocío, hoy ve a descansar.
- Pero “profe”, quiero un poquito de mimitos que ya verá cómo repongo.
- Ahh!... pero si eso es lo que quieres. Venga, vamos, ponte seria Rocío.
Me gustaba mucho el jueguito erótico que comencé. Y desde luego a los negros también, porque sonreían y me saludaban cada vez que cruzábamos la mirada.
- Mantén la cabeza quieta. Los hombros siempre paralelos al suelo.
- Mucho hablar y poco mostrarme, profe – le recriminaba yo para que viniese a mí y me tocara un poco más.
Cuando terminó la clase fui directo al vestidor. La verdad es que el cabrón me dejó muy caliente con tanto toqueteo. No iba aguantar la caminata hasta mi casa, así que en las duchas del lugar me empecé a tocar con un par de deditos.
Rápidamente dejé de hacerlo cuando escuché abrirse la puerta del lugar. Era raro que otra mujer entrara, normalmente a esa hora soy la única chica que entrena. De todos modos me dediqué a ducharme para salir rápido de allí. Cuando me dejé llevar por el agua tibia, cerrando mis ojos y abriendo la boquita, sentí las manos gruesas y duras de alguien, tomándome de la cintura. Yo supe casi instantáneamente que esa persona era mi instructor, por la forma en que sus manos fuertes se posaban delicadamente en mí.
- Profe?...
Me llevó contra la pared y sin darme tregua puso su mano en mi boca sorprendida. No podía verle, pero estaba segura que era él.
- Es usted, profe?
- Así que te estabas tocando, putita, ¿te ha gustado la clase? Podemos continuar aquí.
Era la voz del instructor que empezó a lamer mi lóbulo. Me quedé en shock. ¿Cómo sabía que yo me estaba tocando? ¿Acaso tenía una cámara que grababa el vestidor de las chicas? Cerró la llave de la ducha y empezó a tocar mi mojado culito con una mano mientras la otra me seguía sujetando contra la pared.
- Realmente es una preciosa chiquilla –dijo otra voz. ¿Quién era? ¿Había más gente?
- Hace rato que no montaba a alguien tan bonita, hermano – dijo otro. ¿Eran acaso los dos negros también?
A la fuerza conseguí darme la vuelta, me cubrí las tetas con una mano y mi coñito con la otra, muy aterrorizada ante esos tres hombres que me comían con la mirada. Me arrinconé en una esquina sin saber muy bien qué hacer.
- Si no haces lo que te decimos, vamos a publicar el vídeo en internet.
- ¿Qué video?
- Eres una tonta del culo por lo que se ve. Te hemos grabado toda, cuando te estabas metiendo deditos y gemías como una putita caliente.
Me quise morir, esa gente lo vio todo.
- Los voy a denunciar!...
- Si quieres. Cuando el vídeo se propague, serás muy conocida y no podrás salir ni de tu casa.
- Entonces qué es lo que quieren de mí?...
- Que seas nuestra puta particular.
No me dejaron responder. Me agarraron del brazo y me lanzaron al suelo. Me quedé así, de cuatro patas, muy mareada por la situación, cuando sentí la mano del negro en mi colita, bajando y bajando hasta mi monte de venus para tocarlo con poco cariño. Como yo estaba algo caliente por la sesión de tenis, no pude evitar un gemido:
- Uuughhhhhh!…
- Parece que a la putita le gusta.
- No me gusta, suéltenme!..., suéltenme!... – dije revolviéndome-
Logré apartarme y quedé acostada sobre el suelo, llorando, pero ellos no se apiadaron. Me pusieron boca arriba. Mi profesor empezó a chupar una de mis tetas, el negro la otra teta mientras su hermano me metía dedo. Eran tan denigrante, yo trataba de salirme de encima pero ellos eran muy fuertes.
- Vas a ser nuestra putita, Rocío? – preguntó mi profesor, y mordió mi pezón rosadito-
- Ooohhhh diosssssss… nooooo… jamássss…
- Por qué no, nena? –preguntó el negro, mientras su boca subía y subía hasta mi boquita para poder besarme y meterme lengua como ninguno de mis ex lo hizo-
Quise protestar pero su lengua casi acaparaba toda mi boca y no me permitía hablar con mucha nitidez.
- Hummgg!... uffff!...
Cuando dejó de besarme, muchos hilos de saliva se quedaron colgando entre mi boca y la de él, que me miraba sonriente. Mis ojos apenas se podían mantener abiertos porque su hermano ya había puesto su lengua entre mis labios vaginales, recorriéndolos fuertemente, aquello me iba a volver loca, con lo calentita que ya estaba.
Mi profesor imprevistamente puso sus rodillas entre mi sorprendida cara, y con fuerza me tomó de la quijada. Su verga erecta y asquerosa estaba apuntándome la boca.
Abre la boca, puta.
- Ohhhggg… diosss, no, por favoooor… noooo!... – el negro era un cabrón experto en comer pepa por lo que se podía sentir-
Era lo único que evitaba que yo pudiera hablar con fluidez. Por suerte dejó la lamida por un momento y por fin pude armar frases con sentido:
- Por favor, basta, levántese instructor, no voy a hacer lo que me pide jamás.
- Eso ya lo veremos –dijo el negro, poniendo la punta de su verga entre mis hinchadísimos labios vaginales.
- Noooo!, ¡Por favor nooooo!
- Pero qué dices, nena? Si estás mojadisima.
Me tomó de la cintura e hizo presión, amagó meter su enorme verga dentro de mí para partirme en dos. El instructor me calló con un vergazo, fue asqueroso sobre todo porque sus pelillos púbicos se iban contra mi nariz, ese asqueroso olor que me daba arcadas y la verga que me llenaba toda mi pequeña boca que apenas daba abasto.
El negro por su parte no tuvo mucha compasión y me la metió muy duramente. Sentí algo eléctrico y muy fuerte, relampagueante, entre el dolor y el placer me revolví como loca sin poder protestar. Su hermano por otro lado no dudo en besar y chupar mi pancita, que era lo único que estaba “libre” de tormentos.
Yo estaba a punto de reventar, mi coñito estaba realmente muy caliente pero yo no lo iba a admitir jamás. Lastimosamente el negro sabía muy bien que mi cuerpecito quería guerra, todo estaba a tope, y vaya que sabía follarme. Empecé a gemir como marrana mientras sentía como su leche se derramaba en mí.
- Vas a tener un bonito hijo negro, putita –se empezó a reír luego de venirse-
El hermano tomó su lugar y empezó el mismo vaivén sin darme tregua. El cabrón también sabía dar placer, así que me rendí, mientras la verga de mi instructor chorreaba leche en mi garganta, dejándome llevar por el placer.
- Ahhhgmmmm!... uummmmppppp!….
- Vas a ser nuestra putita, sí o no? – dijo el negro que me montaba, mientras su hermano ya se limpiaba en la ducha-
- Nmmm… noooo… jamáss… ughh diossss… dueleeeee…
- Ya sabrás olvidar el dolor que luego vas a disfrutar marrana.
Se derramo, pude sentir su leche espesa y caliente recorrerme la pepita, dentro y fuera. A mí me dolía todo pero en el fondo también me sentía muy excitada. Solo que no lo iba a reconocer ante esos degenerados.
- Eres una calienta vergas, vienes a estas horas en donde solo yo y mi hermano estamos. Nos saludas muy coqueta, meneando ese culito respingón que tienes, putita… vamos, que es obvio que te gusta.
- No es verdad, no es verdad –dije desde el suelo, tratando de reponerme-
- Ahora vas a poner en práctica mis consejos, Rocío.
- Qué quieres decir?...
- Coge del mango con mucha fuerza, con tus dos manos – dijo mostrando su verga erecta. Los negros se rieron de la ocurrencia-
Con mucha indignación puse mis dos manos en su verga. Le miré a los ojos con carita de puchero pero no se apiadó de mí. Tomó de mi cabello y empujó mi cara para que pudiera tragar ese pedazo enorme de carne venosa.
Su tranca iba y venía con mucha velocidad, tocaba la campanilla de mi garganta y me daban arcadas. El instructor se corrió en mi boca de nuevo, corriéndose directamente en mi garganta. Cuando sacó su vergon, se corrió un poquito más en mis labios y mejillas.
Cuando terminó, quedé con pelillos en la boca, con semen asqueroso pegándose por mis mejillas y mis labios, con ganas de escupirlo todo o vomitarlo también, pues había tragado mucho.
- Me llevaron hacia la ducha y me hicieron apoyarme contra la pared. Yo estaba demasiado débil como para poner resistencia. El negro empezó a meterme sus dedos en mi culo, y yo grité del susto:
- Qué vas a hacer?...
- Voy a darte por el culo, marrana. Se nota que eso es lo que quieres.
- Noooo, por favor, nunca lo hice por ahí… estás locooo!...
- A callar! – metió dos dedos de manera muy violenta y me hizo sacudirme del dolor, apenas me podía sostener-
Los dedos entraban y salían, lenta y duramente. Yo al principio chillaba del dolor, pero poco a poco logré controlarlo, hacer que mi culo se relajara y pudiera recibir las embestidas de sus dedos. Y así estuvo follándome el culo con sus dos dedos, teniéndome a mí muy caliente y gimiendo ante la situación.
Puso su enorme verga entre mis nalgas y me sujetó de mi cintura.
- Voy a follarte de dos formas, o duro o gentil. Elige.
- Ufff… por favor, no lo hagas… ¡Aghhhhmmm diosssss!
- Duro será – dijo mientras los otros dos se reían.
Fue demasiado doloroso. Lloré desconsolada mientras el negro me partía literalmente en dos pedazos y me aplastaba contra la pared. Besaba mi cuello mientras su enorme falo poco a poco entraba y era engullido por mi culito. No entró mucho, y al poco rato se salió de mí.
- Hice un buen trabajo al meter mis dedos, pero aun así va a doler cuando lo meta toda.
- ¿TODA?
Puso otra vez su enorme glande en mi esfinter, y empezó a hacerme una rica chaqueta con sus manos en mi clítoris hinchadísimo. Yo me mordía los labios con tal de no gemir, pero la verdad es que el hijo de puta sí sabía cómo hacer gozar a una chica.
- Agghggggg… CABRÓN, suéltameee… uffffff….
- Vas a ser nuestra putita?
Yo estaba muy caliente, me pedí perdón a mí misma y grité:
- Carajo, síiiii, cabrón por favor continúaaaa… continúaaaa…
- Me lo repites, Rocío?
- Seré su putitaaaa… carajooo…. Continúaaa y no hables tanto hijo de putaaa…
- Jaja! ¿Quieres que te la meta en el culo?
- Hmmm… síiii, por favor sé gentil, que es mi primera vezzzz…
- Te jodes marrana, no te vamos a follar aún por aquí.
Me soltó, me dejó caer en el suelo con semen goteando entre mis piernas. Fue vergonzoso haberme corrido por la paja que me hizo el cabrón, pero así fue. Y para colmo el negro no tenía intención aún de follarme por ahí. Pero ya habría tiempo para ello.
- Veo que has aceptado ser nuestra puta –dijo mi entrenador.
- Sí, lo que sea con tal de que no publiquen mi video – mentí, la verdad es que quería carne.
- Bien, a partir de mañana vendrás a entrenar con ropita más ajustada, y sin ropa interior.
- Sí, señor Gonzáles.
Vístete. Y vamos a mi oficina que vamos a disfrutar un ratito contigo, putita.
Me dejaron para que me vistiera. Realmente fue una locura. Yo aún estaba muy caliente y, pese a que todo fue denigrante, me excitó cómo me trataron duro. Mientras me ponía de vuelta de mis ropitas, no pude evitar morderme la boca pensando en las guarrerías que me harían en la oficina, y en los días siguientes también. Me habían ganado, me convirtieron en su esclava sexual. De solo pensar en las obscenidades que me harían se me mojó de nuevo el chochito.
Cuando cogí mi móvil, vi que mi novio me había dejado un mensaje. Dijo que me estaría esperando esa noche para salir a un bar. Si no fuera por ese mensaje, me habría olvidado que tengo novio. Me puse a cien solo de pensar que le estaba poniendo los cuernos con dos negros y un viejo verde.
Le escribí: “Christian mi amor, hoy no voy a poder que estoy adolorida de tanto entrenar. El instructor estuvo un poquito cabrón hoy”.
Continuará, si así lo quieren. Perdón nuevamente por escribir tan maaaal. Espero que le haya gustado a alguien, me ha costado mucho porque no es una fantasía que se la pueda contar a alguien con normalidad.
Besitos.
Roció…
3 comentarios - Mi instructor me hizo su putita.