Con María estuvimos mucho tiempo mandándonos mensajitos muy, muy calientes, comenzó como un histeriqueo virtual, pero se veía a lo lejos, que cada vez había más necesidad de sacarnos las ganas. Estuvimos esperando la oportunidad varios meses, hasta que por cuestiones de laburo me mandaron a Mendoza, a ver a un cliente de una importante bodega. Tendría que estar en esa provincia una semana, tenía el hospedaje, los viáticos y el transporte arreglado. Sin demorarme, le mandé un sms:
Yo – BB te tengo noticias, ¿querés pasar una semana en Mendoza?
Maria - ¿Qué?
Yo – Voy por laburo solito, solito ¿si querés te mando un pasaje de avión y nos encontramos allá? ¿te animás?
María – mmmmmm, no sé, tengo que ver que le digo a mi novio para que no sospeche.
Yo – Avisame antes del jueves, el sábado viajo a la mañana temprano, así que fijate, sino invito a alguna otra amiguita.
Por los mensajes que nos seguimos mandando con María, estaba tratando por todos los medios de poder viajar. El miércoles a la noche, ya había perdido las esperanzas y no había otra amiguita para invitar; cuando me llega un sms:
María – Si, voy
Yo – ya creía que te habías olvidado de mi invitación.
Maria – una semana en Mendoza, ni loca me lo pierdo
Yo – ¿que le dijiste a tu novio?
María – que una tía me había invitado a Mendoza unos días, y ya tenía todo listo para viajar las dos.
Yo – no le querés mentir tanto ¿no?
María – no, me matan las ganas de ir con vos, pero en el fondo me siento algo culpable.
Yo – también dejo a alguien, pero esta es nuestra gran oportunidad de pasar unos días juntos.
María – si, una oportunidad que hemos estado esperando.
Me metí en la pagina de LAN y saque los pasajes de ida y vuelta, a nombre de ella, solo se tenía que presentar en el aeropuerto y subir al avion. El resto de la semana estuve como león enjaulado, el jueves ya tenía toda la ropa lista, y compre algo especial para el tiempo que pasemos juntos, el viernes me depile la pija y los huevos; porque como a los hombres nos gustan las mujeres depiladas a ellas también.
El sábado viajé y llegue a Mendoza, casi dos horas antes que María, le pague a una persona para que se quedara esperando y la llevara al hotel en donde estaríamos esa única noche, para los días posteriores había alquilado una cabaña en la montaña muy cerca de la bodega.
Legué al hotel, pedí la habitación, deje todo en uno de los placares, deje también una nota, y un pañuelo de seda en la barra del desayunador con una nota “cuando llegues, no voy a estar, ponete este pañuelo tapandote los ojos y esperame”. Puse mi notebook, con la camara web encendida, conectada al wi fi del hotel, desde mi tablet podía ver casi toda la habitación.
Me fui a la recepción a esperar, agarré una revista mas para jugar al espia que para leer. A María no la conocía personalmente, por lo que esto era una gran aventura, en una de esas te encontrás con una persona que nada que ver con la que se describió en los mensajes, por el lado de ella podía pasar lo mismo.
Pasó una hora y media y una mina que rajaba la tierra se para en la recepción, con calzas negras que resaltaban el tremendo culo que tiene, botas con un taco discreto, una camperita corta blanca, el pelo oscuro enrulado; realmente un bombazo. Cuando se fue a los ascensores, fui a recepción y pregunté si era la persona que esperaba, me contestaron afirmativamente. Saque la tablet del bolsillo y la encendí, puse el código para ver lo que registraba la cámara del notebook.
Al principio, no pasaba nada, hasta que se abre la puerta, entra María y dejando la valija, se dio una vuelta por toda la habitación, hasta que encontró la nota y el pañuelo. Leyó y sonriendo, se sacó la camperita y dejó a la vista una remerita apretada que dibujaba toda la silueta. Con la campera, se notaba que era un minon, pero con esa remerita de lycra, era infernal. Se puso el pañuelo y se lo ató atrás de la cabeza, yo me encaminé a la habitación.
El ascensor iba lento, cada piso era una eternidad, por que no decirlo, estaba algo nervioso, pero tenía muy claro lo que iba a hacer. Dí una última mirada al tablet para ver a Maria y estaba sentada en uno de los banquitos del desayunador, se la veía nerviosa. Puse la tarjeta en la puerta y abrí, María se sobresaltó.
María – juan?
Yo – shhhhh
Me acerque a ella, tenía las manos sobre las piernas, se las apretaba una contra otra de los nervios, me acerqué y cerca de su oido, solté el aire de mis pulmones, ella lo sintió y se estremeció. Sin decir palabra, me ubique a su espalda, con los dedos, corrí su pelo, clavando los dedos y recorriendo su cabeza, María soltó un suave gemido, seguí jugando hasta que apoye mis labios en el cuello, justo debajo de la nuca.
Por primera ves podía sentir la tersura de su piel, el perfume de esa mujer me trastornaba, estuve dándole besos y lamidas al cuello, apoyaba mi nariz en la nuca y allí respiraba. Se le puso la piel de gallina.
María por fin movió una de sus manos y me agarró del cuello, para que no me separara, apoyé todo mi cuerpo sobre la espalda de ella, y la abracé. Mis manos volaron a las tetas, se sentían los pezones endurecidos debajo de la ropa. Con mis dedos pulgar e índice, los apreté suave, María no paraba de gemir, mi boca ya viajaba a su cuello.
María se sacó el pañuelo que le cubría los ojos y por primera vez nuestras miradas se cruzaron, me examinó de arriba abajo, se colgó de mi cuello y me besó profundamente en los labios, lo hacía con mucha ansia, me violaba la boca con la lengua.
Me soltó y sin decirme nada se agachó y me desprendió el cinturón y los pantalones, me los bajó a los tobillos, se me notaba la pija parada abajo del boxer, me miró a los ojos y me la mordió suavemente sobre la fina tela. Yo estaba que me volaba de calentura.
María me bajó despacio los boxers, haciéndome desear sus labios y boca en la pija, tiro del boxer y la pija quedó apuntándole a la cara, la miró y le dio suaves besos por todo el tronco, con los labios juntos la recorrió desde la base a la punta. Se metió la punta en la boca, con el prepucio cubriendo la cabeza, sentía el calor de la boca de Maria, solo con la boca le corrió el pellejo que recubre el glande y ahí si fue la locura, su lengua se enroscaba en mi pija como una serpiente constrictora, se la metía muy profundo, a los pocos minutos estaba por soltarle toda la leche; quise separarla, me tensaba cada vez más, ella sin dudas sabía lo que se venía, pero agarrándome las piernas me impidió salirme.
Acabé como caballo, Maria no dejó de chuparme hasta que la pija ya no latía, Agachada como estaba, abre la boca y me muestra una mezcla de saliva y leche, la cerro y vi que tragaba.
María es increible en el arte de la seducción, fue hasta la cama y se puso en cuatro patas mostrándome el culo, que con las calzas, se notaba la parte superior del hilito que estaba usando, como pude y a las patadas me saque la ropa que tenía enrollada en los tobillos. Me saque la campera y la camisa, todo junto; quedándome en bolas.
María desde la cama me miraba, parando la cola; me acerque y le mordí la cola varias veces, solo deslizando los dientes por la tela, cuando le bajé la calza, apareció uno de los motivos de mis desvelos, el culo hermoso de María. Le pasaba la lengua y terminaba con un beso, le terminé de sacar las calzas y las botas, ella se sacó la remerita, se ubicó en la cama; tratando de que la bestia en mi no salga, me acomodé entre sus piernas y fui besándole desde el estomago hasta llegar a los labios.
Nos besamos largamente, mas que besarnos nos chupábamos los labios, María me daba su lengua, yo la absorbía con mi boca, hilos de saliva nos unían cuando nuestros labios se separaban. Volví a su cuello, María se dio vuelta y quedó boca abajo conmigo arriba, Le besé la nuca, bajé por los hombros, dejando mi huella en cada beso, seguí bajando por la espalda hasta que llegue al broche del sutien, lo desprendí haciendo uso de una sola mano (cosa que no todos pueden hacer).
María ronroneaba como gatita, con cada beso que le daba en la espalda, a veces pasaba la lengua y soplaba, me encanta ver como se le encrespa la piel; llegué al hilito que hacía una T la parte de abajo se perdía entre las nalgas ahora sí mas cómodo, me puse a besar y chupar, las abría con mis manos para acceder a lo más íntimo de su cuerpo.
No se que tiempo estuve así, el tiempo se congeló solo estaba el mutuo disfrute de ambos, aproveché que María se dio vuelta para dejarla completamente desnuda, su concha mojada quedó al alcance de mi lengua. Creo que nunca me voy a olvidar del sabor exquisito de mujer, estuve sorbiendo los jugos, esparciéndolos por todo el largo de la hendidura, me entretenía con el botoncito que estaba durísimo.
Llevé a María al límite del orgasmo varias veces, cuando se retorcía, dejaba de chupar y lamer, hasta que en un arranque de locura, me agarró del pelo y no me dejó separarme de la concha, moviendo la cadera tuvo un orgasmo fuertísimo, como venganza, no me moví y seguí chupando, hasta que no pudo aguantar más, me apretó la cabeza con las piernas y en vez de tenerme retenido, me empujaba.
Apenas saque la boca, puse sus piernas en mis brazos, y agarrándome la pija por la base se la metí toda, con lo lubricada que estaba entro fácil, me cruzó las piernas en la espalda y ella me empujaba para que se la clavara a fondo en cada embestida.
Con la velocidad y lo que me apretaban las paredes de la concha de María, sentí que mi acabada se acercaba. Le saque la pija y la puse en cuatro patas; ella doblo la cintura y sus dos agujeros; una visión de ensueño, con la pija apuntando a la concha, le metí varias veces solo la cabeza y la sacaba.
María – ahhhhh, dale papi, clavámela toda.
Yo – estas sedienta de mi pija putita?, la queres toda adentro?
María – siiiii, quiero sentirte adentro mío, o querés que te ruegue?
Yo – rogame putita, rogame para que te meta la pija bien hasta el fondo
María – mmmmmm, papi por favor metémela toda, mirame como me tenés.
Yo – te la voy a meter toda perrita – dije
Sin esperar, se la metí suave pero hasta la base, la agarré de las caderas, y empecé un mete y saca a un ritmo vertiginoso, Maria, se agarraba de donde podía, a estas alturas las sabanas de la cama estaban hechas un bulto entre los brazos de mi amante.
Aflojé un poco el ritmo, para no acabar tan pronto, quería disfrutar de ese increíble cuerpo lo más posible, pero María empezó a gemir mas fuerte y su concha a apretarme la pija, no pude contener más a la bestia en mí; y le empecé a dar con todo, no solamente a mucha velocidad, sino haciendo que el recorrido de la pija en la concha fuera el máximo, un par de veces casi se sale, pero la gran cantidad de jugos, la guió para que siguiera adentro.
Maria había apoyado la cabeza en la cama, los brazos ya no la sostenían, con los ojos cerrados y la boca abierta gritaba el orgasmo. No me pude aguantar mucho más y sin pensarlo mucho, dejé la pija al fondo y me vacié en lo más profundo de esa cálida caverna.
María relajó las piernas y quedó acostada, yo me ubique a su lado, recuperando el aliento. Miré el reloj eran las tres de la tarde; llamé que me mandaran el almuerzo, pero a esa hora ya estaba el comedor cerrado.
Yo – démonos una ducha y vamos a comer algo y conocer? Te gusta la idea?
María – si dale, la verdad que tengo bastante hambre.
Nos duchamos y nos enjabonamos mutuamente, mi pija, pese a haber tenido dos acabadas al hilo, quiso dar síntomas de revivir, pero preferí reponer energía para la noche, en la que seguramente iba a haber más acción.
Ver a María secarse era una experiencia aparte, lo hacía de manera muy sensual, nada fingido ni improvisado, es una mujer terriblemente sensual, se pasaba la toalla por el cuerpo cono si estuviera acariciandose, me quedé embobado mirándola. Cuando me vió se sonrió.
Maria – te estas babeando, jajajajajajajaja –
Yo – como para no hacerlo BB, sos un minon. –
María – te espero, así me ves vestirme ¿si?
Yo – ya salgo – cerré el agua y muy rápido salí del baño secándome –
María estaba frente a su valija, estaba buscando ropa interior, me mostraba las micro tangas que había llevado, cuando sacó una negra con puntillas, se me iluminó la cara.
Se sentó en la cama mirándome, separó las piernas mostrandome la conchita rosadita, primero una pierna y después la otra, se paró y se la subió, mi pija ya estaba como para otro asalto, pero preferí guardarme. Me vestí y salimos del hotel como pareja de años.
Caminamos buscando un buen lugar para comer y a esa hora en Mendoza, no hay mucho para elegir. Terminamos en un restaurant que atendía hasta tarde, comimos intercambiando sonrisas; cuando salimos, fuimos a alquilar el auto, paseamos hasta que se hizo casi de noche.
Volvimos al hotel y le dije a Maria que se vistiera que íbamos a salir ahora si a un buen lugar.
María – me harías un favor?
Yo – lo que quieras.-
María – anda a dar una vueltita por ahí, quiero sorprenderte –
Yo – bueno, me gusta la idea, voy a estar en el lobby, llamame cuando estes. –
Dejé a María, cambiándose, mientras con la tablet me ponía al día con los mails y novedades.
Pasó un rato y una de las recepcionistas me hace señas, que atendiera el teléfono.
Yo – hola
María – podes subir cuando quieras –
Yo – ok voy.
Subí y entre a la habitación, estaba a oscuras, cuando prendo la luz, veo a María parada en el medio de la habitación, se había puesto un vestidito bastante corto, pero muy entallado, le marcaba las curvas de una manera, parecía pintado, con la espalda descubierta, por lo que supuse que no llevaba corpiño, medías finas negras y zapatos de taco alto, como un perro atrás de un hueso, me acerque y la agarré de la cintura, no me aguante y la besé. María con los zapatos de taco alto, quedaba mejor a mi altura, por lo que el beso fue largo y húmedo.
Yo – me cambio en un minuto y salimos –
Me puse algo para no desentonar con María y nos fuimos al un buen restaurant, buena cena acompañada con vino.
Yo – que tenés ganas de hacer? Querés que vayamos a algún lado?
María – con vos solamente a la cama, quiero que me volvas loca de nuevo.
Yo – mmmmmm, que buen plan –
Estábamos en medio de esa charla caliente, cuando siento por debajo de la mesa el pie de María contra mi entrepierna, cuando me repuse de la sorpresa, la miré y la vi sonriendo como una nena que ha hecho una travesura. Justamente esas niñadas son las que más me calientan.
Llamé al mozo y pague la cuenta, nos encaminamos al hotel, María en el ascensor, se agachó y bajándome el cierre del pantalón me sacó la pija y se la metió en la boca, en medió de tanta calentura, rogaba que nadie llamara al ascensor. Cuando estábamos llegando a nuestro piso, la separé, cuando las puertas se abrieron miró a los lados y me llevó agarrado de la pija hasta la habitación.
Apenas entramos, me sacó la camisa por la cabeza, yo me preocupe porque el resto de mi ropa volara por los aires, ella, metió las manos abajo del vestido y se saco la tanguita y le la largó a la cara, la olí y noté que estaba mojada; poniendo mi lengua como un gancho, me puse a chupar los jugos impregnados en la tela.
María me besó y me empujó sobre la cama, ella se subió gateando y quedando con sus piernas por afuera de las mías, hasta que sentí el calor de su concha; mi pija estaba al máximo, ya me dolía el nervio que esta entre los huevos y el culo, pero María me llevaba al cielo; sin demora se acomodó y se metió mi pija y en dos movimientos llego al fondo, como bailando la danza del vientre me estuvo cabalgando, cuando se acercaba el primer orgasmo, pude ver que se había puesto un portaligas haciendo juego con la tanguita; le levanté el vestidito y se lo saque por la cabeza.
Ver a María vestida solamente con el portaligas y los zapatos, es lo más erótico que he visto en mi vida; esto sumado al calor que sentía en mi pija, mi acabada se acercó peligrosamente.
Moví a María y la coloqué sobre mi cara, y empecé a darle lengua, sus jugos empapaban mi cara, y corrían por mi cuello, María se agarraba el pelo, seguía moviendo la cadera, en su interior se estaba gestando un gran orgasmo, y así me lo hizo sentir. Cuando acabó dejó todo el peso de su cuerpo sobre mi boca, con la concha sobre mi boca y mi nariz presionándole el clítoris. Sorbí los jugos mientras el aire en mis pulmones me lo permitieron, la empujé para poder tomas aire; el orgasmo que tuvo fue de monumental, los estertores me lo decían.
María sin pensarlo se dio vuelta y fue por mi pija que todavía en su máximo esplendor, la esperaba, sin importarle los jugos su propia concha, se la metió en la boca, estuvo moviendose, metiendo un poco mas en cada bajada, hasta que no dí más y acabé llenándole una vez más la boquita de leche caliente. Mi pija había tenido suficiente por ese día, ya no daba más; nos acomodamos en la cama y desnudos nos dormimos abrazados.
El domingo nos encaminamos a la cabaña que tenía alquilada en la montaña
Yo – BB te tengo noticias, ¿querés pasar una semana en Mendoza?
Maria - ¿Qué?
Yo – Voy por laburo solito, solito ¿si querés te mando un pasaje de avión y nos encontramos allá? ¿te animás?
María – mmmmmm, no sé, tengo que ver que le digo a mi novio para que no sospeche.
Yo – Avisame antes del jueves, el sábado viajo a la mañana temprano, así que fijate, sino invito a alguna otra amiguita.
Por los mensajes que nos seguimos mandando con María, estaba tratando por todos los medios de poder viajar. El miércoles a la noche, ya había perdido las esperanzas y no había otra amiguita para invitar; cuando me llega un sms:
María – Si, voy
Yo – ya creía que te habías olvidado de mi invitación.
Maria – una semana en Mendoza, ni loca me lo pierdo
Yo – ¿que le dijiste a tu novio?
María – que una tía me había invitado a Mendoza unos días, y ya tenía todo listo para viajar las dos.
Yo – no le querés mentir tanto ¿no?
María – no, me matan las ganas de ir con vos, pero en el fondo me siento algo culpable.
Yo – también dejo a alguien, pero esta es nuestra gran oportunidad de pasar unos días juntos.
María – si, una oportunidad que hemos estado esperando.
Me metí en la pagina de LAN y saque los pasajes de ida y vuelta, a nombre de ella, solo se tenía que presentar en el aeropuerto y subir al avion. El resto de la semana estuve como león enjaulado, el jueves ya tenía toda la ropa lista, y compre algo especial para el tiempo que pasemos juntos, el viernes me depile la pija y los huevos; porque como a los hombres nos gustan las mujeres depiladas a ellas también.
El sábado viajé y llegue a Mendoza, casi dos horas antes que María, le pague a una persona para que se quedara esperando y la llevara al hotel en donde estaríamos esa única noche, para los días posteriores había alquilado una cabaña en la montaña muy cerca de la bodega.
Legué al hotel, pedí la habitación, deje todo en uno de los placares, deje también una nota, y un pañuelo de seda en la barra del desayunador con una nota “cuando llegues, no voy a estar, ponete este pañuelo tapandote los ojos y esperame”. Puse mi notebook, con la camara web encendida, conectada al wi fi del hotel, desde mi tablet podía ver casi toda la habitación.
Me fui a la recepción a esperar, agarré una revista mas para jugar al espia que para leer. A María no la conocía personalmente, por lo que esto era una gran aventura, en una de esas te encontrás con una persona que nada que ver con la que se describió en los mensajes, por el lado de ella podía pasar lo mismo.
Pasó una hora y media y una mina que rajaba la tierra se para en la recepción, con calzas negras que resaltaban el tremendo culo que tiene, botas con un taco discreto, una camperita corta blanca, el pelo oscuro enrulado; realmente un bombazo. Cuando se fue a los ascensores, fui a recepción y pregunté si era la persona que esperaba, me contestaron afirmativamente. Saque la tablet del bolsillo y la encendí, puse el código para ver lo que registraba la cámara del notebook.
Al principio, no pasaba nada, hasta que se abre la puerta, entra María y dejando la valija, se dio una vuelta por toda la habitación, hasta que encontró la nota y el pañuelo. Leyó y sonriendo, se sacó la camperita y dejó a la vista una remerita apretada que dibujaba toda la silueta. Con la campera, se notaba que era un minon, pero con esa remerita de lycra, era infernal. Se puso el pañuelo y se lo ató atrás de la cabeza, yo me encaminé a la habitación.
El ascensor iba lento, cada piso era una eternidad, por que no decirlo, estaba algo nervioso, pero tenía muy claro lo que iba a hacer. Dí una última mirada al tablet para ver a Maria y estaba sentada en uno de los banquitos del desayunador, se la veía nerviosa. Puse la tarjeta en la puerta y abrí, María se sobresaltó.
María – juan?
Yo – shhhhh
Me acerque a ella, tenía las manos sobre las piernas, se las apretaba una contra otra de los nervios, me acerqué y cerca de su oido, solté el aire de mis pulmones, ella lo sintió y se estremeció. Sin decir palabra, me ubique a su espalda, con los dedos, corrí su pelo, clavando los dedos y recorriendo su cabeza, María soltó un suave gemido, seguí jugando hasta que apoye mis labios en el cuello, justo debajo de la nuca.
Por primera ves podía sentir la tersura de su piel, el perfume de esa mujer me trastornaba, estuve dándole besos y lamidas al cuello, apoyaba mi nariz en la nuca y allí respiraba. Se le puso la piel de gallina.
María por fin movió una de sus manos y me agarró del cuello, para que no me separara, apoyé todo mi cuerpo sobre la espalda de ella, y la abracé. Mis manos volaron a las tetas, se sentían los pezones endurecidos debajo de la ropa. Con mis dedos pulgar e índice, los apreté suave, María no paraba de gemir, mi boca ya viajaba a su cuello.
María se sacó el pañuelo que le cubría los ojos y por primera vez nuestras miradas se cruzaron, me examinó de arriba abajo, se colgó de mi cuello y me besó profundamente en los labios, lo hacía con mucha ansia, me violaba la boca con la lengua.
Me soltó y sin decirme nada se agachó y me desprendió el cinturón y los pantalones, me los bajó a los tobillos, se me notaba la pija parada abajo del boxer, me miró a los ojos y me la mordió suavemente sobre la fina tela. Yo estaba que me volaba de calentura.
María me bajó despacio los boxers, haciéndome desear sus labios y boca en la pija, tiro del boxer y la pija quedó apuntándole a la cara, la miró y le dio suaves besos por todo el tronco, con los labios juntos la recorrió desde la base a la punta. Se metió la punta en la boca, con el prepucio cubriendo la cabeza, sentía el calor de la boca de Maria, solo con la boca le corrió el pellejo que recubre el glande y ahí si fue la locura, su lengua se enroscaba en mi pija como una serpiente constrictora, se la metía muy profundo, a los pocos minutos estaba por soltarle toda la leche; quise separarla, me tensaba cada vez más, ella sin dudas sabía lo que se venía, pero agarrándome las piernas me impidió salirme.
Acabé como caballo, Maria no dejó de chuparme hasta que la pija ya no latía, Agachada como estaba, abre la boca y me muestra una mezcla de saliva y leche, la cerro y vi que tragaba.
María es increible en el arte de la seducción, fue hasta la cama y se puso en cuatro patas mostrándome el culo, que con las calzas, se notaba la parte superior del hilito que estaba usando, como pude y a las patadas me saque la ropa que tenía enrollada en los tobillos. Me saque la campera y la camisa, todo junto; quedándome en bolas.
María desde la cama me miraba, parando la cola; me acerque y le mordí la cola varias veces, solo deslizando los dientes por la tela, cuando le bajé la calza, apareció uno de los motivos de mis desvelos, el culo hermoso de María. Le pasaba la lengua y terminaba con un beso, le terminé de sacar las calzas y las botas, ella se sacó la remerita, se ubicó en la cama; tratando de que la bestia en mi no salga, me acomodé entre sus piernas y fui besándole desde el estomago hasta llegar a los labios.
Nos besamos largamente, mas que besarnos nos chupábamos los labios, María me daba su lengua, yo la absorbía con mi boca, hilos de saliva nos unían cuando nuestros labios se separaban. Volví a su cuello, María se dio vuelta y quedó boca abajo conmigo arriba, Le besé la nuca, bajé por los hombros, dejando mi huella en cada beso, seguí bajando por la espalda hasta que llegue al broche del sutien, lo desprendí haciendo uso de una sola mano (cosa que no todos pueden hacer).
María ronroneaba como gatita, con cada beso que le daba en la espalda, a veces pasaba la lengua y soplaba, me encanta ver como se le encrespa la piel; llegué al hilito que hacía una T la parte de abajo se perdía entre las nalgas ahora sí mas cómodo, me puse a besar y chupar, las abría con mis manos para acceder a lo más íntimo de su cuerpo.
No se que tiempo estuve así, el tiempo se congeló solo estaba el mutuo disfrute de ambos, aproveché que María se dio vuelta para dejarla completamente desnuda, su concha mojada quedó al alcance de mi lengua. Creo que nunca me voy a olvidar del sabor exquisito de mujer, estuve sorbiendo los jugos, esparciéndolos por todo el largo de la hendidura, me entretenía con el botoncito que estaba durísimo.
Llevé a María al límite del orgasmo varias veces, cuando se retorcía, dejaba de chupar y lamer, hasta que en un arranque de locura, me agarró del pelo y no me dejó separarme de la concha, moviendo la cadera tuvo un orgasmo fuertísimo, como venganza, no me moví y seguí chupando, hasta que no pudo aguantar más, me apretó la cabeza con las piernas y en vez de tenerme retenido, me empujaba.
Apenas saque la boca, puse sus piernas en mis brazos, y agarrándome la pija por la base se la metí toda, con lo lubricada que estaba entro fácil, me cruzó las piernas en la espalda y ella me empujaba para que se la clavara a fondo en cada embestida.
Con la velocidad y lo que me apretaban las paredes de la concha de María, sentí que mi acabada se acercaba. Le saque la pija y la puse en cuatro patas; ella doblo la cintura y sus dos agujeros; una visión de ensueño, con la pija apuntando a la concha, le metí varias veces solo la cabeza y la sacaba.
María – ahhhhh, dale papi, clavámela toda.
Yo – estas sedienta de mi pija putita?, la queres toda adentro?
María – siiiii, quiero sentirte adentro mío, o querés que te ruegue?
Yo – rogame putita, rogame para que te meta la pija bien hasta el fondo
María – mmmmmm, papi por favor metémela toda, mirame como me tenés.
Yo – te la voy a meter toda perrita – dije
Sin esperar, se la metí suave pero hasta la base, la agarré de las caderas, y empecé un mete y saca a un ritmo vertiginoso, Maria, se agarraba de donde podía, a estas alturas las sabanas de la cama estaban hechas un bulto entre los brazos de mi amante.
Aflojé un poco el ritmo, para no acabar tan pronto, quería disfrutar de ese increíble cuerpo lo más posible, pero María empezó a gemir mas fuerte y su concha a apretarme la pija, no pude contener más a la bestia en mí; y le empecé a dar con todo, no solamente a mucha velocidad, sino haciendo que el recorrido de la pija en la concha fuera el máximo, un par de veces casi se sale, pero la gran cantidad de jugos, la guió para que siguiera adentro.
Maria había apoyado la cabeza en la cama, los brazos ya no la sostenían, con los ojos cerrados y la boca abierta gritaba el orgasmo. No me pude aguantar mucho más y sin pensarlo mucho, dejé la pija al fondo y me vacié en lo más profundo de esa cálida caverna.
María relajó las piernas y quedó acostada, yo me ubique a su lado, recuperando el aliento. Miré el reloj eran las tres de la tarde; llamé que me mandaran el almuerzo, pero a esa hora ya estaba el comedor cerrado.
Yo – démonos una ducha y vamos a comer algo y conocer? Te gusta la idea?
María – si dale, la verdad que tengo bastante hambre.
Nos duchamos y nos enjabonamos mutuamente, mi pija, pese a haber tenido dos acabadas al hilo, quiso dar síntomas de revivir, pero preferí reponer energía para la noche, en la que seguramente iba a haber más acción.
Ver a María secarse era una experiencia aparte, lo hacía de manera muy sensual, nada fingido ni improvisado, es una mujer terriblemente sensual, se pasaba la toalla por el cuerpo cono si estuviera acariciandose, me quedé embobado mirándola. Cuando me vió se sonrió.
Maria – te estas babeando, jajajajajajajaja –
Yo – como para no hacerlo BB, sos un minon. –
María – te espero, así me ves vestirme ¿si?
Yo – ya salgo – cerré el agua y muy rápido salí del baño secándome –
María estaba frente a su valija, estaba buscando ropa interior, me mostraba las micro tangas que había llevado, cuando sacó una negra con puntillas, se me iluminó la cara.
Se sentó en la cama mirándome, separó las piernas mostrandome la conchita rosadita, primero una pierna y después la otra, se paró y se la subió, mi pija ya estaba como para otro asalto, pero preferí guardarme. Me vestí y salimos del hotel como pareja de años.
Caminamos buscando un buen lugar para comer y a esa hora en Mendoza, no hay mucho para elegir. Terminamos en un restaurant que atendía hasta tarde, comimos intercambiando sonrisas; cuando salimos, fuimos a alquilar el auto, paseamos hasta que se hizo casi de noche.
Volvimos al hotel y le dije a Maria que se vistiera que íbamos a salir ahora si a un buen lugar.
María – me harías un favor?
Yo – lo que quieras.-
María – anda a dar una vueltita por ahí, quiero sorprenderte –
Yo – bueno, me gusta la idea, voy a estar en el lobby, llamame cuando estes. –
Dejé a María, cambiándose, mientras con la tablet me ponía al día con los mails y novedades.
Pasó un rato y una de las recepcionistas me hace señas, que atendiera el teléfono.
Yo – hola
María – podes subir cuando quieras –
Yo – ok voy.
Subí y entre a la habitación, estaba a oscuras, cuando prendo la luz, veo a María parada en el medio de la habitación, se había puesto un vestidito bastante corto, pero muy entallado, le marcaba las curvas de una manera, parecía pintado, con la espalda descubierta, por lo que supuse que no llevaba corpiño, medías finas negras y zapatos de taco alto, como un perro atrás de un hueso, me acerque y la agarré de la cintura, no me aguante y la besé. María con los zapatos de taco alto, quedaba mejor a mi altura, por lo que el beso fue largo y húmedo.
Yo – me cambio en un minuto y salimos –
Me puse algo para no desentonar con María y nos fuimos al un buen restaurant, buena cena acompañada con vino.
Yo – que tenés ganas de hacer? Querés que vayamos a algún lado?
María – con vos solamente a la cama, quiero que me volvas loca de nuevo.
Yo – mmmmmm, que buen plan –
Estábamos en medio de esa charla caliente, cuando siento por debajo de la mesa el pie de María contra mi entrepierna, cuando me repuse de la sorpresa, la miré y la vi sonriendo como una nena que ha hecho una travesura. Justamente esas niñadas son las que más me calientan.
Llamé al mozo y pague la cuenta, nos encaminamos al hotel, María en el ascensor, se agachó y bajándome el cierre del pantalón me sacó la pija y se la metió en la boca, en medió de tanta calentura, rogaba que nadie llamara al ascensor. Cuando estábamos llegando a nuestro piso, la separé, cuando las puertas se abrieron miró a los lados y me llevó agarrado de la pija hasta la habitación.
Apenas entramos, me sacó la camisa por la cabeza, yo me preocupe porque el resto de mi ropa volara por los aires, ella, metió las manos abajo del vestido y se saco la tanguita y le la largó a la cara, la olí y noté que estaba mojada; poniendo mi lengua como un gancho, me puse a chupar los jugos impregnados en la tela.
María me besó y me empujó sobre la cama, ella se subió gateando y quedando con sus piernas por afuera de las mías, hasta que sentí el calor de su concha; mi pija estaba al máximo, ya me dolía el nervio que esta entre los huevos y el culo, pero María me llevaba al cielo; sin demora se acomodó y se metió mi pija y en dos movimientos llego al fondo, como bailando la danza del vientre me estuvo cabalgando, cuando se acercaba el primer orgasmo, pude ver que se había puesto un portaligas haciendo juego con la tanguita; le levanté el vestidito y se lo saque por la cabeza.
Ver a María vestida solamente con el portaligas y los zapatos, es lo más erótico que he visto en mi vida; esto sumado al calor que sentía en mi pija, mi acabada se acercó peligrosamente.
Moví a María y la coloqué sobre mi cara, y empecé a darle lengua, sus jugos empapaban mi cara, y corrían por mi cuello, María se agarraba el pelo, seguía moviendo la cadera, en su interior se estaba gestando un gran orgasmo, y así me lo hizo sentir. Cuando acabó dejó todo el peso de su cuerpo sobre mi boca, con la concha sobre mi boca y mi nariz presionándole el clítoris. Sorbí los jugos mientras el aire en mis pulmones me lo permitieron, la empujé para poder tomas aire; el orgasmo que tuvo fue de monumental, los estertores me lo decían.
María sin pensarlo se dio vuelta y fue por mi pija que todavía en su máximo esplendor, la esperaba, sin importarle los jugos su propia concha, se la metió en la boca, estuvo moviendose, metiendo un poco mas en cada bajada, hasta que no dí más y acabé llenándole una vez más la boquita de leche caliente. Mi pija había tenido suficiente por ese día, ya no daba más; nos acomodamos en la cama y desnudos nos dormimos abrazados.
El domingo nos encaminamos a la cabaña que tenía alquilada en la montaña
3 comentarios - Encuentro con María (dia 1)