Mi nombre es Leonardo. Tengo 44 años y estoy casado hace diez con Luciana de 42, mi mujer. Venimos ambos de relaciones que terminaron mas o menos mal para comenzar ésta que va muy bien. Nos queremos, respetamos y acompañamos bárbaro. Tiene mucho que ver el buen sexo que tenemos. Cogemos casi a diario a pesar de los años juntos. Nos gustamos y complementamos. Me gusta penetrarla, chuparla, tocarla. Me encantan sus manos y su boca en mi pija. Nos fascina cuando hay ganas y le rompo el culo con paciencia y lascivia. Sobre todo me encanta chuparle el culo mientras le meto cuatro dedos en la concha.
De vez en cuando nos hacemos una escapada a algún telo para no caer en la rutina. Suele ser en horas de la tarde, cuando no hay nadie. Nos tiramos la tarde entera a coger solamente. Es del todo relajante. De esas escapadas nos nació el gusto por el porno. Por comentarios con amigos no es muy común que a las mujeres les guste. Pero a Luciana le encantó. Todo empezó una tarde que se nos dio por prender el tele, cosa que no hacíamos nunca y apareció una rubia chupando una pija negra enorme. Nos reimos un poco por el tamaño y la comparación con mi pija, después siguió un rato de silencio un poco tenso. Me dijo:” me estoy calentando, sabés?” Mi poronga al palo decía lo mismo. “Tocate entonces”, le dije. Me miró con cara un poco extrañada y sin dudarlo mucho, empezó a acariciarse el clítoris sin despegar la vista de la pantalla. Yo a la vez empecé a pajearme mirándola a ella y sin tocarla. Movía las caderas muy caliente y se tocaba la teta derecha con la mano izquierda. Estaba como loca. La pija negra hizo salir una calentura nueva, hermosa, de adentro suyo. Para cuando el negro estaba metiendo el mamotreto suyo en el orto de la rubia, Luciana se había mandado tres dedos dentro de la concha y gemía con la boca abierta sin dejar de mirar la pantalla. Estaba como hipnotizada. Yo mientras me había arrodillado en la cama de manera que la pija quedara a la altura de su cara, pero sin siquiera rozarla. Ella se pajeaba mirando la porno, yo me pajeaba mirándola pajearse. Cuando vino la obvia acabada en la cara de la rubia, Luciana pronunció las únicas tres palabras que dijo en toda la faena: “Acabame en la cara”. Obvio que entre la calentura de ver a mi mujer así y la situación, no tardé en derramarme en su boca y cachetes en chorros gruesos y fuertes. Ella con la cara llena de semen, llegó al clímax, mientras pasaba la lengua por la leche que quedaba sobre sus labios. Acabando de manera brusca y muy prolongada con los ojos cerrados y levantando el culo de la cama. Despues de unos largos segundos abrió los ojos con una sonrisa y dijo: “ me encanta el porno, como nunca vimos antes?”. Me acarició la cara con la mano llena de flujos vaginales. Me metí dos dedos en la boca sintiéndolos todavía calientes y le eché un polvo memorable de cuarenta minutos. Después de eso nos dormimos como angelitos abrazados.
Fue así como a partir de esa tarde ampliamos a los canales codificados el abono del cable y empezaron a ser habituales sitios de internet como xvideos o redtube. Era común que cuando llegaba de trabajar, ella me invitara a chuparle la concha frente a la computadora. Con las piernas abiertas en el sillón y yo arrodillado dando la espalda a la pantalla. También era habitual que en la cama, interrumpieramos alguna película normal para poner venus y yo recibir una rica chupada y después seguir desde donde estábamos. De alguna manera se nos convirtió en una adicción. Casi que no había sexo sin pantalla y porno. De a poco nos fuimos especializando. Nos empezaron a gustar las filmaciones caseras. Nos daba más morbo. Probablemente porque nos sentíamos más cerca de eso.
Un día nos empezamos a grabar. Con una camarita de fotos con video que apoyábamos en la mesa de luz. Despues veíamos las filmaciones y nos pajeábamos como si se tratara de otros. Por ahí nos preparábamos videos cada uno solo y después lo veíamos juntos. Recuerdo uno que hizo ella. Estaba en el jardín de nuestra casa, que está separada con un muro de dos metros del vecino. Estaba desnuda en una reposera y abriéndose los labios de la concha y tocándose el clítoris. Tenía música en un grabador. En un momento, el vecino, Jorge, la llama desde el otro lado de la pared. Ella le responde sin dejar de tocarse y mirar fijo a la cámara. El le hace una pregunta sobre si es normal el suministro de agua en casa, porque a él no le subía al tanque. Ella evidentemente se empieza a calentar mas y le dice que en casa no hay problema y Jorge agradece mandándome saludos. Ella retribuye el saludo y dice mirando fija a la cámara que me los va a dar. En ese momento cierra los ojos y acaba.
Ese video lo vimos muchísimas veces. Nos calentaba ver la parte en que Jorge hace su pregunta más que banal y ella evidentemente se calienta más porque apura el ritmo de la mano sobre el clítoris.
A partir de esa grabación se disparó la pregunta obvia. Nos gustaría sumar a alguien a nuestra cama? Hombre o mujer? O pareja? Charlamos sobre muchas cosas y siempre terminábamos cogiendo de la calentura que nos provocaba la fantasía. Una vez en un restaurante pedimos la entrada y nos empezamos a imaginar como sería hacerle una doble penetración. Ella decía que lo mejor era estando boca arriba, sentada con una pija en el culo, yo decía que sería mas práctico con ella boca abajo. La cuestión es que pedimos la cuenta sin consumir casi nada y nos fuimos directo al parque en el auto a cogernos como adolescentes.
Asumido que queríamos otro cuerpo con nosotros empezaron los devaneos. Las cuestiones de seguridad empezaron a rondar. Y si se pone violenta la situación. Y si no nos gusta y queremos cortar? Despues de meses de dar vueltas encontramos una salida intermedia. El chat. Buscamos algún sitio acorde, nos pusimos nuestras máscaras de león yo y de oveja ella y desnudos nos enfrentamos a la webcam.
No fue de lo mejor que hicimos, casi siempre aparecieron hombres desnudos con la pija dura. Algunas parejas nos calentaron, pero no era lo que más nos gustaba. Necesitábamos la presencia física.
Hubo una noche que se destacó. Eran como las tres de la mañana de un viernes que no habíamos salido. Nos habíamos tomado ya como dos botellas de vino y estábamos un poco borrachos. No encontrábamos parejas para intercambio visual hasta que aparecieron dos jovencitos. Pareja gay. Al principio mucho no me gustó la idea, pero Luciana insistió tanto y era tan tarde que acepté. Eran flaquitos y lampiños ambos. Aparecieron desnudos en un sillón color verde claro en una casa que parecía muy colorida. Ambos tenían agarrada la pija del otro. Luciana se puso como loca tocándose. Se me sentó delante y dijo que la masajeara las tetas mientras se tocaba. Los miraba extasiada, yo la subí y la ensarté sentada dándome la espalda, por lo que perdí algo de la visión de los lampiños, que a esa altura hacían una 69. Me cabalgaba como loca. Yo le pellizcaba los pezones fuerte. Pedía más. Acabó muy rápido. Los pibes se reían. Uno empezó a coger al otro en cuatro patas. Luciana me miró con esos ojos locos que se le ponen cuando se calienta y dijo: te quiero chupar el culo. Nunca lo habíamos probado.
Fui al baño a lavarme. Sentado en el videt, pasándome el jabón por el orto sentí que la pija me explotaba de la calentura. Cuando volví, Luciana les mostraba el culo a los lampiños, puesta en cuatro patas y tocándose la concha con una mano. Me senté delante de su cara y así como estaba empezó a lamerme la cabeza de la pija. Subía y bajaba desde los huevos a la punta. Los morochitos miraban ya sin tocarse. Algo decían, pero yo no escuchaba nada. Luego Luciana empezó a chuparme los huevos. Se metía de a uno en la boca y dentro de ella les pasaba despacio la lengua. Me miró y me dijo: “ponete en cuatro vos”. No era lo que imaginaba, pero lo hice de caliente. Me hizo poner en el lugar donde estaba ella, cosa de que los muchachos me vean el culo. Me empezó a acariciar las nalgas primero y los huevos después . Sentí su lengua despacio en la zona que queda entra los genitales y el culo. Estallaba de calentura. Me agarró la pija con la mano y empezó a pajearme lentamente. Mientras pasaba la punta de la lengua por esa zona y rozaba el ano de vez en cuando. Me hacia volver loco. Quería sin dudar esa lengua metida en el culo. Ella lo empezó a hacer. Sentí como se abría paso y me empecé a mover bien caliente. La sacó y dijo: “te gusta?”. Si respondí, no pares nunca. Y no paró. Al principio despacio y después más rápido me fue penetrando con la lengua, como si me cogiera y yo gozando como loco. Paró a tomar un poco de aire y me empezó a meter despacio un dedo. Nunca habíamos hecho esto, pero parecía del todo natural y yo gozaba como loco. Uno primero y dos después. Hasta ahí llegué porque acabé estrepitosamente sobre las sábanas y caí agotado boca abajo. Ella se me subió a la espalda y me susurró al oído: quiero dos pijas en ésta cama.
Mientras tanto seguían los videos. Uno muy cómico es de Luciana desnuda en la cocina haciendo un pedido de supermercado con una zanahoria con forro dentro de la concha. Excitada pidiendo leche en polvo es imperdible. Otro es uno mío pajeándome en el baño del trabajo. Ella lo quería ver una y otra vez. En su trabajo, había otro de una tarde que se quedó sin bombacha y se filmaba la entrepierna desnuda mientras hablaba de la novela con su compañera.
Se me dio por calentarme con sus pies, así que casi todos los días aparecía con colores diferentes en las uñas. Podía estar un rato largo chupándole los dedos. Alguna vez hasta me hizo acabar con los pies. Estaba hermosa ese día.
Al final nos decidimos a sumar a otro hombre a la cama. Nos sacamos una foto desnudos, abrimos un perfil en un sitio de citas y esperamos las respuestas. Llovieron mensajes de hombres de todas las edades colores y tamaños. Casados, solteros, maduros, jóvenes. Había para elegir. Se nos ocurrió que alguien de nuestra edad estaría mejor y que si no fuera de la ciudad muchísimo mejor. Queríamos evitar cualquier inconveniente que pudiera entorpecer nuestra vida laboral. Así que después de unos diez días cayó un mail con foto que resultó el ganador.
Emanuel tenía 40 años. No era un sex simbol ni intentaba parecerlo. Enviaba una foto desnudo en el que era evidente su panza prominente. Decía ser viajante y que visitaba la ciudad una vez cada quince días. Decía ser casado con dos hijos. Que estaba bien así, pero que le daba de vez en cuando por tirarse una canita al aire. Decía que prefería la discreción y la diversión sin importarle ni el pasado ni el futuro y que la fantasía de participar en un trío con una pareja establecida le estaba dando vueltas por la cabeza hacía unos meses.
Luciana parecía entusiasmada. Yo acepté porque me pareció la situación ideal, sin compromiso ni problemas. Además que fuera un “hombre real” me tranquilizaba en relación a mis kilos de más.
Quedamos en vernos el fin de semana que venía a la ciudad en un bar céntrico. Era un viernes y el se iba al otro día. La cita era a las 23. Llegamos diez minutos tarde y él ya estaba. Dijo que la puntualidad era uno de sus defectos. Era un hombre simpático y entrador. Hablaba bastante pero no de más. Hizo un par de referencias a su familia. Nos gustaba que no intentara ocultar nada. Era todo franco y sincero como queríamos.
Después de un silencio tenso, empecé a contarle de nuestras fantasías. El aclaró que era muy tranqui, que no quería rollos con ataduras, fetiches extraños ni drogas. Que lo único que quería era tener una experiencia de éste tipo para no morirse con la duda. Luciana le contó que le calentaba mucho la idea de acostarse con dos hombres, pero que no teníamos ningún tipo de fetichismo, salvo mi nueva pasión por los pies, pero que aparte de eso nada más. De hecho no comprábamos ni ropa erótica, ni juguetes sexuales. Era un chiste común que yo le dijera lo mucho que me calentaban sus bombachas descosidas… Emanuel dijo que fantástico, que prefería una mujer completamente desnuda a cualquier tipo de corsetería o cosa parecida. Dijo que hasta a veces le calentaban los zoquetes que su mujer se dejaba puestos al momento de coger. Le preguntamos si no sentía algún tipo de remordimiento por lo que estábamos haciendo. Dijo que dada su profesión, las infidelidades de ambos eran bastante habituales y aceptadas. Contó que agarró una vez a su mujer casi infraganti con un vecino. Que tuvieron una crisis importante y que salieron de la misma entendiendo que si no se veían en mucho tiempo, era natural que tuviesen deseos y que había que calmarlos. Que mientras no interfiriera en la educación de sus hijos, hacían alguna que otra cosa afuera del matrimonio. Estaba todo bien. Los tragos se habían terminado y Luciana dijo que si le parecía que vayamos yendo. Se le notaba la calentura. Le transpiraban las manos y miraba con ojos fijos a Emanuel y a mi alternativamente. Pero nos cortó en seco. Dijo que tenía que trabajar al otro día temprano y que le había encantado conocernos y que si nos parecía que dejáramos el encuentro sin ropa para dentro de siete días cuando volviera. Pagó la cuenta de los tres, se paro, nos saludó a cada uno con un beso y se perdió en medio del bullicio del sábado a la noche.
Con Luciana nos quedamos mirándonos en la mesa. Nos reíamos. A ambos nos pareció bien y de alguna manera le agradecíamos haber pospuesto el encuentro para más adelante. Teníamos que ir de a poco y la calentura debía incubarse en cada uno de nosotros. Supusimos que de él también.
Decidimos no llevarlo a casa. No nos parecía indicado. Entonces nos hicimos una escapada a nuestro telo habitual. Es uno de esos donde te atiende una persona a la que le ves la cara. Agradecemos eso. A Anibal, el conserje, ya lo conocemos. Nos saluda siempre con una sonrisa y nos tiene preparada la misma habitación cada vez que vamos. Es más, como vamos en horarios no habituales, suele ser bastante laxo con los turnos. Le planteamos lo que planeábamos. Le dijimos que íbamos a ser tres y si había problema. Nos dijo que por una tarifa adecuada nos reservaba nuestra habitación por toda la noche del viernes siguiente. Aceptamos, dejamos la habitación paga y subimos a echarnos un polvo de lunes a la tarde.
Luciana estaba especialmente interesada en mi culo ese dia. Se lo pasó chupando y metiendo la lengua un rato largo. Me pidió que me pusiera en cuatro y después me di vuelta con las piernas levantadas. Se excitaba mucho haciéndolo, la veía tocarse la concha alocada. Le acabé una vez en las tetas y otra en la concha. Ella acabó tres veces. Una de ellas mientras le chupaba la concha. Esa tarde se dejó puestos los zoquetes cortos que solía usar para correr.
Hubo tiempo esa semana para dos video más. En el primero Luciana fue a tomar algo con su compañera de oficina. Otra vez no tenía puesta bombacha bajo la pollera. Fue la tarde del miércoles. El video es de su concha debajo de la pollera. Las piernas se abren y se cierran rítmicamente. Se escucha la voz de Luciana preguntándole si tuvo alguna vez la fantasía de sumar a otra persona a su vida sexual. Ella le responde que no casi indignada. Que con su marido estaba bárbara y aparte no le iba a hacer eso a sus hijas. Luciana le responde que tiene razón, que son degeneraciones que se le ocurren a los hombres pajeros. Mientras, se ve como un pequeño hilo de flujo vaginal va saliendo de su concha. Esa noche cogimos viéndolo. Luciana decía que no aguantaba las ganas de tocarse haciéndose la frígida. En el segundo, yo estoy en un bar comiendo. Voy filmando culos de las transeúntes disimuladamente. Especialmente el de una de las mozas. Segundos después estoy acabando en el baño del bar. Luciana lo agradeció especialmente mientras se la chupaba esa noche.
Para el viernes teníamos todo preparado. Pasábamos a buscar a Emanuel por una esquina céntrica a las 20 horas y de allí nos íbamos directo al telo. Si daba para quedarse podíamos hacerlo, ya que había servicio de cocina. Si todo iba mal, terminábamos rapidito y taza, taza, cada cual a su casa. A las 20:01 estábamos en la esquina indicada y Emanuel ya estaba. Saludó con una mano levantada y subió en el asiento trasero. Traía un maletín con papeles. Al sentarse nos acarició a ambos el hombro cariñosamente. Nos preguntó como había andado la semana. Dijo que no dejó de pensar ni un día en éste encuentro. Que tuvo que pajearse varias veces estando de viaje. Le contamos lo de los videos. Se rió con ganas de la amiga de Luciana.
Finalmente estamos los tres dentro de la habitación del telo. Los tres parados y mirándonos. Son las 20.44, veo la hora en mi celular al apagarlo. Digo que si mejor nos desnudamos primero, así nos salteamos ese primer paso. Emanuel dice que si, pero que primero quiere darse un baño porque anduvo todo el día y se sentía sucio. Acto seguido empezó a desnudarse. . Despacio y preciso va quitándose la ropa y doblándola sobre una silla. Luciana lo sigue y deja todo tirado en un rincón. Yo, intermedio, apoyo mis cosas sobre la mesa de luz.
Así que los tres desnudos y parados en la habitación nos miramos sonriendo.
Emanuel se metió en la ducha. Luciana me agarró de la mano y me lleva dentro del baño. Es de esos que está separado de la ducha por un vidrio, de manera que podemos verlo mientras se baña. Ella se sienta en el videt y lo abra para limpiarse concha y culo. Yo hago lo mismo con mi pija en el lavatorio. Emanuel nos mira mientras se enjabona. La pija se le paró. Se va pajeando de a poco. Me acerco a Luciana con la pija dura y se la meto en la boca mientras sigue sentada en el videt. No cerró el agua y se mueve caliente. Parece que le causa placer el chorro. Me chupa la pija sin quitar la vista de Emanuel. Le agarro las tetas. Tiene los pezones duros y sabrosos. Voy pensando en como se los voy a chupar luego. Siento la ducha cerrarse. Veo a Emanuel parado detrás del vidrio pajeándose y mirando fijamente a Luciana que no le baja la vista. Ella se para y apoya las manos contra el vidrio arqueando la espalda. “Cogeme acá” me dice. La tomo por la cintura y se la pongo hasta el fondo. Gime casi gritando con la vista fija en Emanuel, que del otro lado del vidrio se pajea como loco. La cojo con todas mis fuerzas. Veo a Emanuel con una cara de calentura endemoniada dándole duro a su pija y siento como los huevos se me van empapando con flujos de Luciana que gime y se mueve como loca. Emanuel la mira y le dice “estás disfrutando la pija LU? Te encanta no?” Luciana dice Si varias veces seguidas, muy agitada. “Si, mas. Si más pija” Yo sigo dándole duro agarándola bien fuerte de la cadera. Es para no creer, pero juro que acabamos los tres juntos. Luciana y yo solemos hacerlo porque nos conocemos hace años y nuestros ritmos ya se han acoplado. Pero Emanuel largó un chorro de semen bien voluminoso que se estrelló contra el vidrio que nos separaba al mismo momento que acababa dentro de la concha de mi mujer que acababa en medio de un grito.
“Bueno”, dice Luciana,” finalmente aquí estamos”. Nos reimos con ganas.
Nos fuimos después a la cama, que era redonda. Luciana en medio de los dos, que sin esperar demasiado empezamos a acariciarla. Ella se dejaba completamente. Sus pezones estaban duros nuevamente. Me puse a chupar uno y Emanuel me imitó y lamió a su vez el otro. Luciana nos acariciaba la nuca a ambos mientras se calentaba notoriamente. No tardé mucho en tener la pija dura nuevamente. Bajé la mano para acariciarle la concha y me choqué con la de Emanuel que hacía lo mismo. Le metí el dedo anular despacio en la concha mientras él le tocaba el clítoris de una manera que no conocía. Agarrándoselo entre los dedos pulgar e índice y pajéandola como si fuese una pequeña pija. A Luciana eso la volvía loca y nos apretaba cada vez más fuerte contra sus tetas. “No paren” decía jadeando. Y no paramos. Seguimos varios minutos. Me calentaba mucho sentirla gozar de esa manera. Le chupamos las tetas hasta hacerla acabar por segunda vez.
Descansamos un poco hasta que Luciana nos dice, “ a ver, párense uno al lado del otro… “ Lo hicimos y sin esperar nada nos agarra a cada uno de la pija, acercándonos. Se agacha y con una en cada mano las mira, las escruta. Nos mira a nosotros y nos sonríe. “A ver que se siente tener dos en la boca”, dice. Y así juntándolas, les pasa la lengua alternativamente a una y otra. Siento su lengua caliente en mi glande y el roce del glande de Emanuel a su vez. Luciana hace las cosas despacio, pero intensamente. La veo jadear caliente. Agarra las dos pijas y las ve chocarse. Después se mete una y luego otra en la boca. Finalmente las dos. Siento el cuerpo de Emanuel cerca. Nos pasamos el brazo por detrás de la espalda para juntar más las pijas. El le acaricia la nuca mientras chupa. Yo me voy volviendo loco de la calentura con todo el asunto. Estamos los tres muy calientes. De repente me encuentro con mi mano derecha apoyada en el culo de Emanuel. Lo acaricio y aprieto el cachete de la calentura. El siente la caricia y apoya su cabeza en mi hombro. Me empieza a besar el cuello.
La bisexualidad nunca fue planteada en las charlas previas con Emanuel, al contrario. Siempre entendimos que la cosa era que dos machos cabríos cogieran a la dama. Pero se dio así y nadie planteó objeciones, así que seguimos.
Estaba en extasis. Sentía la lengua de Luciana chupándome la pija y la lengua de Emanuel pasando por mi cuello y oreja. Mientras ya estaba con un dedo dándole tranqui al ano de él. Acariciaba en círculos y él abría las nalgas como pidiendo más. Luciana chupaba y gemía de la calentura. De a poco se fue concentrando solo en la poronga de Emanuel, que se dejó caer en la cama boca arriba. Ella lo chupaba y yo miraba agarrándome la pija. Se me ocurrió chuparle el culo a ella que estaba en cuatro. Metí la lengua en su ano con placer. Despues seguí por su espalda hasta quedar a su lado viéndola chupar. Mi mano había quedado entre su culo y concha que se movían calientes. En eso Luciana me agarra la otra mano y la dirige a los huevos de Emanuel. Quería que lo acariciara mientras ella chupaba. Lo hice con ganas y Emanuel se estremeció. Se me dio por chuparle las tetillas. Despacio le pasé la lengua y se fueron poniendo duras y pequeñas. Algo diferente a cuando le chupo las tetas a Luciana. El me acariciaba la espalda mientras hacía esto.
Al rato Luciana no aguantó más, le puso un forro y se subió con ganas a su pija. Cabalgaba gimiendo muy fuerte. Emanuel le agarraba las tetas. Yo acariciaba a ambos dónde se pudiera. De repente, sin darme cuenta, le metí la pija en la boca a él. Luciana se agachó y compartió mi poronga con el extraño. Algún mordisco ligué. Estaban los dos como locos gimiendo y cogiendo fuerte. Acabó primero Luciana. Emanuel pidió un poco más para llegar él también. Cayeron uno sobre otro y yo acariciándolos. Se cagaron de risa a las carcajadas y mirándome a mi me dijeron que me preparara, que ahora me tocaba a mi.
Y así fue. Primero fue Luciana la que empezó a chuparme con ganas. Yo estallaba de calentura. Despues se sumó Emanuel. Subián y bajaban los dos con sus labios por la poronga. No aguanté más y le acabé en la boca a ambos, que se besaban compartiendo la leche. Ufff!
Ambos se acostaron una a cada lado mío. “Pensé que iban a tardar más en darse entre ustedes chicos” dijo Luciana. “me encanta!”. Yo le digo que me dejé llevar por la calentura y que me parece todo menos complicado de lo que creía antes. Emanuel dice que también se dejó llevar, pero que traía un poco de ganas de probar conmigo también. “Me estabas engañando” le dije. Luciana insistió con que le encantaba y empezó a acariciarme el pecho. “Me encanta que me cojan dos machos bien putos”. Reconozco que me dolió un poco eso de puto, pero a la vez me calentaba todo de la situación. Preferí no hacerme rollos. Habría tiempo al otro día para hacer resúmenes.
“Quiero probar la doble penetración” dijo Luciana. No esperamos demasiado y Emanuel la puso en cuatro. “Vamos a abrir ese orto primero, te parece”. Embadurnándose los dedos con gel la empezó a acariciar en el ano. Lo veía trabajar y lo hacía muy bien. Ella iba calentándose, ese ojete se iba abriendo solo casi, pidiendo ser penetrado por cualquier cosa. Yo a su vez, metí la mano hasta llegar a su concha. Probé lo de agarrar el clítoris. Volvió a funcionar y Luciana empezó a volverse loca otra vez. Veía como entraba primero un dedo y luego dos en ese culo hermoso de mi mujer. Se iba abriendo y su concha se iba mojando. Se movía y me calentaba. Me estaba excitando mucho verla así de caliente. La pija de Emanuel también se iba poniendo dura. Seguimos hasta que Luciana dijo “basta, quiero dos pijas adentro mío ya!”. Volvió la pequeña discusión de la forma de hacerlo. Decidimos que lo más cómodo era que yo estuviese abajo y Luciana arriba mío cabalgándome, entrando Emanuel por atrás. Así lo hicimos. Primero se metió mi pija. La agarré de las tetas. Miraba para atrás diciéndole a Emanuel que si le quedaba bien para metérsela ahí. El dijo que sí. Se acercó y tuvimos un par de intentos fallidos. Le dolía un poco al principio y no podíamos terminar de acomodarnos bien. Hasta que finalmente la pija de Emanuel se hizo lugar en el orto, Luciana se sintió cómo para gozar y empezamos un bombeo de a tres en ritmo pausado al principio. Luciana pedía de a poco un poco más fuerte hasta que tomamos un ritmo bastante fuerte. Yo me volvía loco sintiendo su concha y un poco la pija de Emanuel empujando dentro de su culo. Ella gemía fuerte. Sentía los gemidos de Emanuel detrás de ella también. Acabe primero y pedía salir de debajo de ellos. Me senté a su lado a ver como Emanuel le daba duro en el culo hasta hacerla acabar en un gemido largo e intenso. Emanuel con la pija todavía dura se sacó el forro y me dijo “me ayudas?” no lo dudé y me agaché y me la metí en la boca. Fue rara la primera impresión de chupar una pija. Es distinto. Pero me excitó. El me agarro de la nuca y prácticamente me cogió por la boca hasta derramarse entero dentro mió. El semen me llenó la boca. Subí y lo besé. Luciana se sumó al beso y entre las tres lenguas terminó la leche de Emanuel.
Comimos algo juntos y más tarde lo llevamos hasta su hotel. Cuando lo dejamos le dije a Luciana: “está fantástico esto de los trios, cómo nunca lo habíamos hecho antes?”
De vez en cuando nos hacemos una escapada a algún telo para no caer en la rutina. Suele ser en horas de la tarde, cuando no hay nadie. Nos tiramos la tarde entera a coger solamente. Es del todo relajante. De esas escapadas nos nació el gusto por el porno. Por comentarios con amigos no es muy común que a las mujeres les guste. Pero a Luciana le encantó. Todo empezó una tarde que se nos dio por prender el tele, cosa que no hacíamos nunca y apareció una rubia chupando una pija negra enorme. Nos reimos un poco por el tamaño y la comparación con mi pija, después siguió un rato de silencio un poco tenso. Me dijo:” me estoy calentando, sabés?” Mi poronga al palo decía lo mismo. “Tocate entonces”, le dije. Me miró con cara un poco extrañada y sin dudarlo mucho, empezó a acariciarse el clítoris sin despegar la vista de la pantalla. Yo a la vez empecé a pajearme mirándola a ella y sin tocarla. Movía las caderas muy caliente y se tocaba la teta derecha con la mano izquierda. Estaba como loca. La pija negra hizo salir una calentura nueva, hermosa, de adentro suyo. Para cuando el negro estaba metiendo el mamotreto suyo en el orto de la rubia, Luciana se había mandado tres dedos dentro de la concha y gemía con la boca abierta sin dejar de mirar la pantalla. Estaba como hipnotizada. Yo mientras me había arrodillado en la cama de manera que la pija quedara a la altura de su cara, pero sin siquiera rozarla. Ella se pajeaba mirando la porno, yo me pajeaba mirándola pajearse. Cuando vino la obvia acabada en la cara de la rubia, Luciana pronunció las únicas tres palabras que dijo en toda la faena: “Acabame en la cara”. Obvio que entre la calentura de ver a mi mujer así y la situación, no tardé en derramarme en su boca y cachetes en chorros gruesos y fuertes. Ella con la cara llena de semen, llegó al clímax, mientras pasaba la lengua por la leche que quedaba sobre sus labios. Acabando de manera brusca y muy prolongada con los ojos cerrados y levantando el culo de la cama. Despues de unos largos segundos abrió los ojos con una sonrisa y dijo: “ me encanta el porno, como nunca vimos antes?”. Me acarició la cara con la mano llena de flujos vaginales. Me metí dos dedos en la boca sintiéndolos todavía calientes y le eché un polvo memorable de cuarenta minutos. Después de eso nos dormimos como angelitos abrazados.
Fue así como a partir de esa tarde ampliamos a los canales codificados el abono del cable y empezaron a ser habituales sitios de internet como xvideos o redtube. Era común que cuando llegaba de trabajar, ella me invitara a chuparle la concha frente a la computadora. Con las piernas abiertas en el sillón y yo arrodillado dando la espalda a la pantalla. También era habitual que en la cama, interrumpieramos alguna película normal para poner venus y yo recibir una rica chupada y después seguir desde donde estábamos. De alguna manera se nos convirtió en una adicción. Casi que no había sexo sin pantalla y porno. De a poco nos fuimos especializando. Nos empezaron a gustar las filmaciones caseras. Nos daba más morbo. Probablemente porque nos sentíamos más cerca de eso.
Un día nos empezamos a grabar. Con una camarita de fotos con video que apoyábamos en la mesa de luz. Despues veíamos las filmaciones y nos pajeábamos como si se tratara de otros. Por ahí nos preparábamos videos cada uno solo y después lo veíamos juntos. Recuerdo uno que hizo ella. Estaba en el jardín de nuestra casa, que está separada con un muro de dos metros del vecino. Estaba desnuda en una reposera y abriéndose los labios de la concha y tocándose el clítoris. Tenía música en un grabador. En un momento, el vecino, Jorge, la llama desde el otro lado de la pared. Ella le responde sin dejar de tocarse y mirar fijo a la cámara. El le hace una pregunta sobre si es normal el suministro de agua en casa, porque a él no le subía al tanque. Ella evidentemente se empieza a calentar mas y le dice que en casa no hay problema y Jorge agradece mandándome saludos. Ella retribuye el saludo y dice mirando fija a la cámara que me los va a dar. En ese momento cierra los ojos y acaba.
Ese video lo vimos muchísimas veces. Nos calentaba ver la parte en que Jorge hace su pregunta más que banal y ella evidentemente se calienta más porque apura el ritmo de la mano sobre el clítoris.
A partir de esa grabación se disparó la pregunta obvia. Nos gustaría sumar a alguien a nuestra cama? Hombre o mujer? O pareja? Charlamos sobre muchas cosas y siempre terminábamos cogiendo de la calentura que nos provocaba la fantasía. Una vez en un restaurante pedimos la entrada y nos empezamos a imaginar como sería hacerle una doble penetración. Ella decía que lo mejor era estando boca arriba, sentada con una pija en el culo, yo decía que sería mas práctico con ella boca abajo. La cuestión es que pedimos la cuenta sin consumir casi nada y nos fuimos directo al parque en el auto a cogernos como adolescentes.
Asumido que queríamos otro cuerpo con nosotros empezaron los devaneos. Las cuestiones de seguridad empezaron a rondar. Y si se pone violenta la situación. Y si no nos gusta y queremos cortar? Despues de meses de dar vueltas encontramos una salida intermedia. El chat. Buscamos algún sitio acorde, nos pusimos nuestras máscaras de león yo y de oveja ella y desnudos nos enfrentamos a la webcam.
No fue de lo mejor que hicimos, casi siempre aparecieron hombres desnudos con la pija dura. Algunas parejas nos calentaron, pero no era lo que más nos gustaba. Necesitábamos la presencia física.
Hubo una noche que se destacó. Eran como las tres de la mañana de un viernes que no habíamos salido. Nos habíamos tomado ya como dos botellas de vino y estábamos un poco borrachos. No encontrábamos parejas para intercambio visual hasta que aparecieron dos jovencitos. Pareja gay. Al principio mucho no me gustó la idea, pero Luciana insistió tanto y era tan tarde que acepté. Eran flaquitos y lampiños ambos. Aparecieron desnudos en un sillón color verde claro en una casa que parecía muy colorida. Ambos tenían agarrada la pija del otro. Luciana se puso como loca tocándose. Se me sentó delante y dijo que la masajeara las tetas mientras se tocaba. Los miraba extasiada, yo la subí y la ensarté sentada dándome la espalda, por lo que perdí algo de la visión de los lampiños, que a esa altura hacían una 69. Me cabalgaba como loca. Yo le pellizcaba los pezones fuerte. Pedía más. Acabó muy rápido. Los pibes se reían. Uno empezó a coger al otro en cuatro patas. Luciana me miró con esos ojos locos que se le ponen cuando se calienta y dijo: te quiero chupar el culo. Nunca lo habíamos probado.
Fui al baño a lavarme. Sentado en el videt, pasándome el jabón por el orto sentí que la pija me explotaba de la calentura. Cuando volví, Luciana les mostraba el culo a los lampiños, puesta en cuatro patas y tocándose la concha con una mano. Me senté delante de su cara y así como estaba empezó a lamerme la cabeza de la pija. Subía y bajaba desde los huevos a la punta. Los morochitos miraban ya sin tocarse. Algo decían, pero yo no escuchaba nada. Luego Luciana empezó a chuparme los huevos. Se metía de a uno en la boca y dentro de ella les pasaba despacio la lengua. Me miró y me dijo: “ponete en cuatro vos”. No era lo que imaginaba, pero lo hice de caliente. Me hizo poner en el lugar donde estaba ella, cosa de que los muchachos me vean el culo. Me empezó a acariciar las nalgas primero y los huevos después . Sentí su lengua despacio en la zona que queda entra los genitales y el culo. Estallaba de calentura. Me agarró la pija con la mano y empezó a pajearme lentamente. Mientras pasaba la punta de la lengua por esa zona y rozaba el ano de vez en cuando. Me hacia volver loco. Quería sin dudar esa lengua metida en el culo. Ella lo empezó a hacer. Sentí como se abría paso y me empecé a mover bien caliente. La sacó y dijo: “te gusta?”. Si respondí, no pares nunca. Y no paró. Al principio despacio y después más rápido me fue penetrando con la lengua, como si me cogiera y yo gozando como loco. Paró a tomar un poco de aire y me empezó a meter despacio un dedo. Nunca habíamos hecho esto, pero parecía del todo natural y yo gozaba como loco. Uno primero y dos después. Hasta ahí llegué porque acabé estrepitosamente sobre las sábanas y caí agotado boca abajo. Ella se me subió a la espalda y me susurró al oído: quiero dos pijas en ésta cama.
Mientras tanto seguían los videos. Uno muy cómico es de Luciana desnuda en la cocina haciendo un pedido de supermercado con una zanahoria con forro dentro de la concha. Excitada pidiendo leche en polvo es imperdible. Otro es uno mío pajeándome en el baño del trabajo. Ella lo quería ver una y otra vez. En su trabajo, había otro de una tarde que se quedó sin bombacha y se filmaba la entrepierna desnuda mientras hablaba de la novela con su compañera.
Se me dio por calentarme con sus pies, así que casi todos los días aparecía con colores diferentes en las uñas. Podía estar un rato largo chupándole los dedos. Alguna vez hasta me hizo acabar con los pies. Estaba hermosa ese día.
Al final nos decidimos a sumar a otro hombre a la cama. Nos sacamos una foto desnudos, abrimos un perfil en un sitio de citas y esperamos las respuestas. Llovieron mensajes de hombres de todas las edades colores y tamaños. Casados, solteros, maduros, jóvenes. Había para elegir. Se nos ocurrió que alguien de nuestra edad estaría mejor y que si no fuera de la ciudad muchísimo mejor. Queríamos evitar cualquier inconveniente que pudiera entorpecer nuestra vida laboral. Así que después de unos diez días cayó un mail con foto que resultó el ganador.
Emanuel tenía 40 años. No era un sex simbol ni intentaba parecerlo. Enviaba una foto desnudo en el que era evidente su panza prominente. Decía ser viajante y que visitaba la ciudad una vez cada quince días. Decía ser casado con dos hijos. Que estaba bien así, pero que le daba de vez en cuando por tirarse una canita al aire. Decía que prefería la discreción y la diversión sin importarle ni el pasado ni el futuro y que la fantasía de participar en un trío con una pareja establecida le estaba dando vueltas por la cabeza hacía unos meses.
Luciana parecía entusiasmada. Yo acepté porque me pareció la situación ideal, sin compromiso ni problemas. Además que fuera un “hombre real” me tranquilizaba en relación a mis kilos de más.
Quedamos en vernos el fin de semana que venía a la ciudad en un bar céntrico. Era un viernes y el se iba al otro día. La cita era a las 23. Llegamos diez minutos tarde y él ya estaba. Dijo que la puntualidad era uno de sus defectos. Era un hombre simpático y entrador. Hablaba bastante pero no de más. Hizo un par de referencias a su familia. Nos gustaba que no intentara ocultar nada. Era todo franco y sincero como queríamos.
Después de un silencio tenso, empecé a contarle de nuestras fantasías. El aclaró que era muy tranqui, que no quería rollos con ataduras, fetiches extraños ni drogas. Que lo único que quería era tener una experiencia de éste tipo para no morirse con la duda. Luciana le contó que le calentaba mucho la idea de acostarse con dos hombres, pero que no teníamos ningún tipo de fetichismo, salvo mi nueva pasión por los pies, pero que aparte de eso nada más. De hecho no comprábamos ni ropa erótica, ni juguetes sexuales. Era un chiste común que yo le dijera lo mucho que me calentaban sus bombachas descosidas… Emanuel dijo que fantástico, que prefería una mujer completamente desnuda a cualquier tipo de corsetería o cosa parecida. Dijo que hasta a veces le calentaban los zoquetes que su mujer se dejaba puestos al momento de coger. Le preguntamos si no sentía algún tipo de remordimiento por lo que estábamos haciendo. Dijo que dada su profesión, las infidelidades de ambos eran bastante habituales y aceptadas. Contó que agarró una vez a su mujer casi infraganti con un vecino. Que tuvieron una crisis importante y que salieron de la misma entendiendo que si no se veían en mucho tiempo, era natural que tuviesen deseos y que había que calmarlos. Que mientras no interfiriera en la educación de sus hijos, hacían alguna que otra cosa afuera del matrimonio. Estaba todo bien. Los tragos se habían terminado y Luciana dijo que si le parecía que vayamos yendo. Se le notaba la calentura. Le transpiraban las manos y miraba con ojos fijos a Emanuel y a mi alternativamente. Pero nos cortó en seco. Dijo que tenía que trabajar al otro día temprano y que le había encantado conocernos y que si nos parecía que dejáramos el encuentro sin ropa para dentro de siete días cuando volviera. Pagó la cuenta de los tres, se paro, nos saludó a cada uno con un beso y se perdió en medio del bullicio del sábado a la noche.
Con Luciana nos quedamos mirándonos en la mesa. Nos reíamos. A ambos nos pareció bien y de alguna manera le agradecíamos haber pospuesto el encuentro para más adelante. Teníamos que ir de a poco y la calentura debía incubarse en cada uno de nosotros. Supusimos que de él también.
Decidimos no llevarlo a casa. No nos parecía indicado. Entonces nos hicimos una escapada a nuestro telo habitual. Es uno de esos donde te atiende una persona a la que le ves la cara. Agradecemos eso. A Anibal, el conserje, ya lo conocemos. Nos saluda siempre con una sonrisa y nos tiene preparada la misma habitación cada vez que vamos. Es más, como vamos en horarios no habituales, suele ser bastante laxo con los turnos. Le planteamos lo que planeábamos. Le dijimos que íbamos a ser tres y si había problema. Nos dijo que por una tarifa adecuada nos reservaba nuestra habitación por toda la noche del viernes siguiente. Aceptamos, dejamos la habitación paga y subimos a echarnos un polvo de lunes a la tarde.
Luciana estaba especialmente interesada en mi culo ese dia. Se lo pasó chupando y metiendo la lengua un rato largo. Me pidió que me pusiera en cuatro y después me di vuelta con las piernas levantadas. Se excitaba mucho haciéndolo, la veía tocarse la concha alocada. Le acabé una vez en las tetas y otra en la concha. Ella acabó tres veces. Una de ellas mientras le chupaba la concha. Esa tarde se dejó puestos los zoquetes cortos que solía usar para correr.
Hubo tiempo esa semana para dos video más. En el primero Luciana fue a tomar algo con su compañera de oficina. Otra vez no tenía puesta bombacha bajo la pollera. Fue la tarde del miércoles. El video es de su concha debajo de la pollera. Las piernas se abren y se cierran rítmicamente. Se escucha la voz de Luciana preguntándole si tuvo alguna vez la fantasía de sumar a otra persona a su vida sexual. Ella le responde que no casi indignada. Que con su marido estaba bárbara y aparte no le iba a hacer eso a sus hijas. Luciana le responde que tiene razón, que son degeneraciones que se le ocurren a los hombres pajeros. Mientras, se ve como un pequeño hilo de flujo vaginal va saliendo de su concha. Esa noche cogimos viéndolo. Luciana decía que no aguantaba las ganas de tocarse haciéndose la frígida. En el segundo, yo estoy en un bar comiendo. Voy filmando culos de las transeúntes disimuladamente. Especialmente el de una de las mozas. Segundos después estoy acabando en el baño del bar. Luciana lo agradeció especialmente mientras se la chupaba esa noche.
Para el viernes teníamos todo preparado. Pasábamos a buscar a Emanuel por una esquina céntrica a las 20 horas y de allí nos íbamos directo al telo. Si daba para quedarse podíamos hacerlo, ya que había servicio de cocina. Si todo iba mal, terminábamos rapidito y taza, taza, cada cual a su casa. A las 20:01 estábamos en la esquina indicada y Emanuel ya estaba. Saludó con una mano levantada y subió en el asiento trasero. Traía un maletín con papeles. Al sentarse nos acarició a ambos el hombro cariñosamente. Nos preguntó como había andado la semana. Dijo que no dejó de pensar ni un día en éste encuentro. Que tuvo que pajearse varias veces estando de viaje. Le contamos lo de los videos. Se rió con ganas de la amiga de Luciana.
Finalmente estamos los tres dentro de la habitación del telo. Los tres parados y mirándonos. Son las 20.44, veo la hora en mi celular al apagarlo. Digo que si mejor nos desnudamos primero, así nos salteamos ese primer paso. Emanuel dice que si, pero que primero quiere darse un baño porque anduvo todo el día y se sentía sucio. Acto seguido empezó a desnudarse. . Despacio y preciso va quitándose la ropa y doblándola sobre una silla. Luciana lo sigue y deja todo tirado en un rincón. Yo, intermedio, apoyo mis cosas sobre la mesa de luz.
Así que los tres desnudos y parados en la habitación nos miramos sonriendo.
Emanuel se metió en la ducha. Luciana me agarró de la mano y me lleva dentro del baño. Es de esos que está separado de la ducha por un vidrio, de manera que podemos verlo mientras se baña. Ella se sienta en el videt y lo abra para limpiarse concha y culo. Yo hago lo mismo con mi pija en el lavatorio. Emanuel nos mira mientras se enjabona. La pija se le paró. Se va pajeando de a poco. Me acerco a Luciana con la pija dura y se la meto en la boca mientras sigue sentada en el videt. No cerró el agua y se mueve caliente. Parece que le causa placer el chorro. Me chupa la pija sin quitar la vista de Emanuel. Le agarro las tetas. Tiene los pezones duros y sabrosos. Voy pensando en como se los voy a chupar luego. Siento la ducha cerrarse. Veo a Emanuel parado detrás del vidrio pajeándose y mirando fijamente a Luciana que no le baja la vista. Ella se para y apoya las manos contra el vidrio arqueando la espalda. “Cogeme acá” me dice. La tomo por la cintura y se la pongo hasta el fondo. Gime casi gritando con la vista fija en Emanuel, que del otro lado del vidrio se pajea como loco. La cojo con todas mis fuerzas. Veo a Emanuel con una cara de calentura endemoniada dándole duro a su pija y siento como los huevos se me van empapando con flujos de Luciana que gime y se mueve como loca. Emanuel la mira y le dice “estás disfrutando la pija LU? Te encanta no?” Luciana dice Si varias veces seguidas, muy agitada. “Si, mas. Si más pija” Yo sigo dándole duro agarándola bien fuerte de la cadera. Es para no creer, pero juro que acabamos los tres juntos. Luciana y yo solemos hacerlo porque nos conocemos hace años y nuestros ritmos ya se han acoplado. Pero Emanuel largó un chorro de semen bien voluminoso que se estrelló contra el vidrio que nos separaba al mismo momento que acababa dentro de la concha de mi mujer que acababa en medio de un grito.
“Bueno”, dice Luciana,” finalmente aquí estamos”. Nos reimos con ganas.
Nos fuimos después a la cama, que era redonda. Luciana en medio de los dos, que sin esperar demasiado empezamos a acariciarla. Ella se dejaba completamente. Sus pezones estaban duros nuevamente. Me puse a chupar uno y Emanuel me imitó y lamió a su vez el otro. Luciana nos acariciaba la nuca a ambos mientras se calentaba notoriamente. No tardé mucho en tener la pija dura nuevamente. Bajé la mano para acariciarle la concha y me choqué con la de Emanuel que hacía lo mismo. Le metí el dedo anular despacio en la concha mientras él le tocaba el clítoris de una manera que no conocía. Agarrándoselo entre los dedos pulgar e índice y pajéandola como si fuese una pequeña pija. A Luciana eso la volvía loca y nos apretaba cada vez más fuerte contra sus tetas. “No paren” decía jadeando. Y no paramos. Seguimos varios minutos. Me calentaba mucho sentirla gozar de esa manera. Le chupamos las tetas hasta hacerla acabar por segunda vez.
Descansamos un poco hasta que Luciana nos dice, “ a ver, párense uno al lado del otro… “ Lo hicimos y sin esperar nada nos agarra a cada uno de la pija, acercándonos. Se agacha y con una en cada mano las mira, las escruta. Nos mira a nosotros y nos sonríe. “A ver que se siente tener dos en la boca”, dice. Y así juntándolas, les pasa la lengua alternativamente a una y otra. Siento su lengua caliente en mi glande y el roce del glande de Emanuel a su vez. Luciana hace las cosas despacio, pero intensamente. La veo jadear caliente. Agarra las dos pijas y las ve chocarse. Después se mete una y luego otra en la boca. Finalmente las dos. Siento el cuerpo de Emanuel cerca. Nos pasamos el brazo por detrás de la espalda para juntar más las pijas. El le acaricia la nuca mientras chupa. Yo me voy volviendo loco de la calentura con todo el asunto. Estamos los tres muy calientes. De repente me encuentro con mi mano derecha apoyada en el culo de Emanuel. Lo acaricio y aprieto el cachete de la calentura. El siente la caricia y apoya su cabeza en mi hombro. Me empieza a besar el cuello.
La bisexualidad nunca fue planteada en las charlas previas con Emanuel, al contrario. Siempre entendimos que la cosa era que dos machos cabríos cogieran a la dama. Pero se dio así y nadie planteó objeciones, así que seguimos.
Estaba en extasis. Sentía la lengua de Luciana chupándome la pija y la lengua de Emanuel pasando por mi cuello y oreja. Mientras ya estaba con un dedo dándole tranqui al ano de él. Acariciaba en círculos y él abría las nalgas como pidiendo más. Luciana chupaba y gemía de la calentura. De a poco se fue concentrando solo en la poronga de Emanuel, que se dejó caer en la cama boca arriba. Ella lo chupaba y yo miraba agarrándome la pija. Se me ocurrió chuparle el culo a ella que estaba en cuatro. Metí la lengua en su ano con placer. Despues seguí por su espalda hasta quedar a su lado viéndola chupar. Mi mano había quedado entre su culo y concha que se movían calientes. En eso Luciana me agarra la otra mano y la dirige a los huevos de Emanuel. Quería que lo acariciara mientras ella chupaba. Lo hice con ganas y Emanuel se estremeció. Se me dio por chuparle las tetillas. Despacio le pasé la lengua y se fueron poniendo duras y pequeñas. Algo diferente a cuando le chupo las tetas a Luciana. El me acariciaba la espalda mientras hacía esto.
Al rato Luciana no aguantó más, le puso un forro y se subió con ganas a su pija. Cabalgaba gimiendo muy fuerte. Emanuel le agarraba las tetas. Yo acariciaba a ambos dónde se pudiera. De repente, sin darme cuenta, le metí la pija en la boca a él. Luciana se agachó y compartió mi poronga con el extraño. Algún mordisco ligué. Estaban los dos como locos gimiendo y cogiendo fuerte. Acabó primero Luciana. Emanuel pidió un poco más para llegar él también. Cayeron uno sobre otro y yo acariciándolos. Se cagaron de risa a las carcajadas y mirándome a mi me dijeron que me preparara, que ahora me tocaba a mi.
Y así fue. Primero fue Luciana la que empezó a chuparme con ganas. Yo estallaba de calentura. Despues se sumó Emanuel. Subián y bajaban los dos con sus labios por la poronga. No aguanté más y le acabé en la boca a ambos, que se besaban compartiendo la leche. Ufff!
Ambos se acostaron una a cada lado mío. “Pensé que iban a tardar más en darse entre ustedes chicos” dijo Luciana. “me encanta!”. Yo le digo que me dejé llevar por la calentura y que me parece todo menos complicado de lo que creía antes. Emanuel dice que también se dejó llevar, pero que traía un poco de ganas de probar conmigo también. “Me estabas engañando” le dije. Luciana insistió con que le encantaba y empezó a acariciarme el pecho. “Me encanta que me cojan dos machos bien putos”. Reconozco que me dolió un poco eso de puto, pero a la vez me calentaba todo de la situación. Preferí no hacerme rollos. Habría tiempo al otro día para hacer resúmenes.
“Quiero probar la doble penetración” dijo Luciana. No esperamos demasiado y Emanuel la puso en cuatro. “Vamos a abrir ese orto primero, te parece”. Embadurnándose los dedos con gel la empezó a acariciar en el ano. Lo veía trabajar y lo hacía muy bien. Ella iba calentándose, ese ojete se iba abriendo solo casi, pidiendo ser penetrado por cualquier cosa. Yo a su vez, metí la mano hasta llegar a su concha. Probé lo de agarrar el clítoris. Volvió a funcionar y Luciana empezó a volverse loca otra vez. Veía como entraba primero un dedo y luego dos en ese culo hermoso de mi mujer. Se iba abriendo y su concha se iba mojando. Se movía y me calentaba. Me estaba excitando mucho verla así de caliente. La pija de Emanuel también se iba poniendo dura. Seguimos hasta que Luciana dijo “basta, quiero dos pijas adentro mío ya!”. Volvió la pequeña discusión de la forma de hacerlo. Decidimos que lo más cómodo era que yo estuviese abajo y Luciana arriba mío cabalgándome, entrando Emanuel por atrás. Así lo hicimos. Primero se metió mi pija. La agarré de las tetas. Miraba para atrás diciéndole a Emanuel que si le quedaba bien para metérsela ahí. El dijo que sí. Se acercó y tuvimos un par de intentos fallidos. Le dolía un poco al principio y no podíamos terminar de acomodarnos bien. Hasta que finalmente la pija de Emanuel se hizo lugar en el orto, Luciana se sintió cómo para gozar y empezamos un bombeo de a tres en ritmo pausado al principio. Luciana pedía de a poco un poco más fuerte hasta que tomamos un ritmo bastante fuerte. Yo me volvía loco sintiendo su concha y un poco la pija de Emanuel empujando dentro de su culo. Ella gemía fuerte. Sentía los gemidos de Emanuel detrás de ella también. Acabe primero y pedía salir de debajo de ellos. Me senté a su lado a ver como Emanuel le daba duro en el culo hasta hacerla acabar en un gemido largo e intenso. Emanuel con la pija todavía dura se sacó el forro y me dijo “me ayudas?” no lo dudé y me agaché y me la metí en la boca. Fue rara la primera impresión de chupar una pija. Es distinto. Pero me excitó. El me agarro de la nuca y prácticamente me cogió por la boca hasta derramarse entero dentro mió. El semen me llenó la boca. Subí y lo besé. Luciana se sumó al beso y entre las tres lenguas terminó la leche de Emanuel.
Comimos algo juntos y más tarde lo llevamos hasta su hotel. Cuando lo dejamos le dije a Luciana: “está fantástico esto de los trios, cómo nunca lo habíamos hecho antes?”
8 comentarios - De como terminamos haciendo un trio
Y cada vez que fantaseamos asi, termino yo garchandomela despues que ella me taladra el orto con un consolador.... 😛
Van puntos....