Esta es la historia de Gabriela, una diosa de 25 años que tiene muchas ganas de contarnos su vida repleta de hombres, amigos, engaños y muchas anécdotas sexuales. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…
Capítulo 21: 22 añitos
Esteban y Pamela volvieron al pueblo al día siguiente y el último consejo que ella me dio fue que cumpliera todas mis fantasías sexuales, por más locas que fueran. Cuando nos fuimos a acostar esa noche con Eloy me confesó que la noche que habíamos pasado el día anterior había sido una de las mejores de su vida. Durante los mese siguientes íbamos a tener una seguidilla de noches bien fogosas, con juguetes, juegos de roles, y vestimenta bien sexy que iban a hacer que en nuestro noviazgo nuevamente predominara el sexo ante todo.
Con respecto a las chicas de la secundaria no había muchos cambios. Florencia seguía sola, pero empezaba a disfrutar más de la vida y de las salidas, sobre todo con Paola que ya se había convertido en la soltera nº 1 del grupo. Andrea y Juan Carlos seguían juntos y hablaban de irse a vivir a un departamento cerca del trabajo de él. Daiana y Gerardo también seguían de novios, pero avanzaban mucho más lento ya que ambos se estaban dedicando de lleno al estudio. Flavia y Ailín se convirtieron en el opuesto tan radicalmente que ninguna de las dos se dio cuenta. La primera vivía de fiesta, saliendo con amigas y encamándose con todo hombre que se le pusiera en frente. La otra hablaba de casamiento, de vivir la vida junto a una persona y repudiaba fuertemente a cualquiera que hiciera la contrario. Comenzaba una discusión que iba a terminar con el grupo bastante dividido.
Los problemas comenzaron durante los exámenes de Julio. Hacía tiempo que la facultad me venía costando mucho y llegué a pensar de que no era lo mío la Ingeniería. Eloy, Guillermina y Ramiro trataban de contenerme y de hacerme entrar en razón que simplemente era un etapa. Pero no fue tan fácil, mucho menos cuando llegaron los resultados de los parciales y descubrí que cada vez me iba peor. Me gustaban los números y las ecuaciones, pero la ingeniera no era lo mío. Sin embargo no fue hasta finales de octubre que decidí cambiar mi carrera.
Pero esta historia no tiene nada que ver con eso, sino con mi cumpleaños. Habíamos vuelto al edificio y decidí aprovechar el quincho que había en la planta baja para hacer una pequeña reunión con algunos amigos. El odio me llegó cuando Eloy me dijo que tenía que volver a su porque era el bautismo de un sobrino el sábado y como era a la mañana el viernes a la noche quería dormir en su casa.
- Cuando vuelvo te lo compenso.- Me dijo tratando de calmar mi enojo.- Aparte ese viernes a la tarde te puedo dar un regalito.- Agregó tratando de acercarse a mi para darme un beso, pero enojada me alejé de él y terminamos peleados por el resto del día.
El viernes 19 de Octubre llegó y después de cursar volví a casa para empezar a organizar las cosas. “A las 7 vamos con Romina para darte una mano” me dijo Guillermina cuando me bajaba del colectivo. Llegué al edifico y al entrar al palier me cruzo a Nicolás, mi vecino que estaba entrando. Me saludó con una sonrisa y al contarle que era mi cumpleaños me deseó un feliz cumpleaños. Entré a mi casa y mientras iba poniendo la bebida en la heladera con la ayuda de Julián, le mandé un whatsapp a Eloy para preguntarle a qué hora venía.
“Amor al final me fui a la mañana. Como estabas enojada pensé que no tenías ganas de que te moleste” decía su respuesta. “Pero que tipo idiota” pensé yo y decidí no responderle. Al final terminó llamándome pero fue para peor ya que nos pusimos a discutir y por más que él me pidió perdón y me dijo de volver para estar un rato le dije que no se hiciera problema y quedó en que el lunes lo hablábamos. Pero la bronca que tenía en ese momento no se me iba con nada.
- Voy a comprar las prepizas.- Le dije a mi hermano enojada y salí de casa.
Llamé el ascensor y me subí. Paró en el piso 7 y veo que se sube Nicolás. Me saluda con una sonrisa y un comentario de “otra vez vos” con intención de ser gracioso, pero no le vi la risa en lo más mínimo.
- Perdoname.- Me dijo después de unos segundos de silencio.
- ¿Por?- Le pregunté yo sin entender.
- Por el comentario. No pensé que te iba a joder.
- No, no nada que ver. Lo que pasa que estoy enojada con mi no…
Pero me callé de repente. Las luces del ascensor se pararon y se frenó de golpe. La luz de emergencia se prendió y la cara de él lo dijo todo: estábamos atrapados. Comenzó a apretar los botones e intentó abrir la puerta pero sin resultados. “Voy a ver de llamar a mi hermano” le dije yo y prendí el celular. Me comuniqué con él que bajó a intentar abrir la puerta, pero se había cortado la luz en todo el edifico y no había manera de que pudiéramos salir.
- Llamala a Patricia.- Me dijo Nicolás.- La administradora.- Aclaró al ver mi cara.
Le pedí a mi hermano que se comunicara con ella, pero como no tenía el número me dijo que iba a intentar comunicarse con alguien. Fue tal la indignación que sentí en ese momento que me senté en el piso y comencé a llorar. Al principio Nicolás no se dio cuenta, pero cuando entendió lo que pasaba se sentó al lado mío y empezó a consolarme con un “No te preocupes, ya vamos a salir, no pasa nada”.
- No es eso.- Le dije.- Es que todo me sale mal. El imbécil de mi novio no viene a mi cumpleaños porque tiene el bautismo del hijo de un primo. ¡Un tarado! Y para colmo tengo que organizar miles de cosas y me quedo atrapada acá.
- Bueno Gabi, ya vamos a salir.- Me dijo abrazándome.
Levanté la mirada y lo miré fijo. Era una mirada tierna y romántica, una mirada que necesitaba ver en ese momento. Sin dudarlo me acerqué a él y lo besé esperando una reacción contraria de su parte, pero no. Nicolás me devolvió el beso y demostrando su intención de estar conmigo apoyó su mano sobre mi cara y la llevó hasta mi nuca corriendo mi pelo hacia atrás. El beso siguió mientras la luz de emergencia que se volvía cada vez más tenue era lo único que iluminaba el ascensor. Mis brazos se elevaron y se apoyaron en sus hombros y mis dedos se entrelazaron detrás de su espalda. Me ayudó a levantarme y apenas lo hizo me arrinconó contra una de las esquinas del ascensor. Me miró con una sonrisa provocadora y yo se la devolví. Las cartas estaban echadas.
Nico fue mucho más rápido de lo que yo pensaba. Pasó su mano desde mi cuello hasta mi cintura encargándose de manosear bien mis tetas. Después la llevó a la parte más baja de mi espalda y por último hasta mi cola, que la apretó bien fuerte mientras volvíamos a los besos. Enseguida me dio vuelta y me empujó contra la pared apoyándose bien detrás de mí y colocando sus manos sobre las mías. Pude sentir como algo se iba poniendo duro en sus pantalones.
- ¿Así que hoy es tu cumpleaños?- Me dijo cambiando totalmente el tono amable con el que me había hablado anteriormente.- Entonces te voy a dar el regalito que te mereces.
Comenzó a bajar sus manos desde las mías por mis brazos hasta mis hombros. Después las pasó por debajo de mis axilas hasta mi pecho y apretando bien fuerte sobre mis tetas me apoyó de nuevo su bulto en la cola. Sus dedos siguieron recorriendo mi cuerpo pasando por mi pancita hasta llegar a mi pantalón. Lo desabrochó con una mano y comenzó a bajármelo hasta que quedó a la altura de mis rodillas. “Que linda tanguita” me dijo al ver que tenía puesta una linda lencería ese día. Sus manos volvieron hacia adelante y comenzaron a tocarme de manera muy sensual. Al principio lo hacía por encima de la ropa, pero enseguida se metieron adentro y su piel hizo contacto con la mía.
Mi concha se humedeció enseguida al ver que sus dedos comenzaban a tocarme. Me encantaba como lo hacía, la situación, el entorno, todo me volvía loca. Estaba muy enojada y eso me había calentado más aun. Me acordaba de Eloy, de que estaba en su pueblo en vez de estar ahí en mi cumpleaños y una sonrisa malvada se dibujó en mi cara. Nicolás metió su primer dedo en mi cuerpo y un gemido ahogado salió de mi. “Callate” me dijo al oído casi en un susurro, “que tu hermano puede volver en cualquier momento” agregó, y el morbo del silenció me calentó más y más.
- Pará la colita.- Me dijo alejándose de mi.
Giré un poco la cabeza y vi como se bajaba el pantalón y el bóxer al mismo tiempo que sacaba un preservativo de la billetera y se lo ponía sobre su pija bien dura de unos 16 centímetros. La tomó con una mano y abriéndome la cola con la otra fue buscando mi conchita hasta encontrarla. Apoyó sus manos en mi cintura y me penetró hasta el fondo haciendo que tuviera que ahogar un gemido de satisfacción muy grande. Golpeó sus piernas contra mi cola y apoyó sus labios sobre mi oreja para decirme nuevamente en un susurro: “Que buen culo que tenés Gabi”.
Nicolás comenzó a cogerme bien rápido, penetrándome con su pija hasta el fondo, mientras que sus manos apretaban fuerte mi cintura. El placer fue en aumento a medida que pasaban los minutos. Su respiración al igual que la mía se agitaba cada vez más y más y el calor se hacía notar ahí adentro. Una de sus manos subió por mi cuerpo y se apoyó en mi hombro haciendo presión a medida que me cogía cada vez más fuerte. El ruido de mis cachetes golpeando contra su cintura dominaba la situación.
Mi hermano reapareció del otro lado de la puerta y me dijo que estaban viniendo los de reparación para arreglar el ascensor y entre gemidos y suspiros le contesté como pude que estaba bien y que lo íbamos a esperar. Cuando se fue lancé un grito ahogado de placer ya que Nicolás volvía a cogerme bien fuerte. El placer llegó a su punto máximo minutos más tarde cuando con un golpe seco acabó y después me dio un buen chirlo en la cola. Desesperada y agitada me di media vuelta y le partí la boca de un beso segundos antes de que los de reparación aparecieran.
- Gracias.- Le dije cuando pudimos salir del ascensor y llegar a planta baja.- Sin dudas me alegraste el día.
- Cuando quieras.- Me respondió él.
Esa noche iba a festejar mi cumpleaños con las chicas e iba a salir de fiesta con una sonrisa en la cara. Había una cosa de la que estaba segura y era que Nicolás se moría por convertirse en mi amante. Lo que no sabía en ese momento es que la cámara de seguridad del ascensor había quedado encendida todo el tiempo.
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