You are now viewing Poringa in Spanish.
Switch to English

Cogí con mi novia, su madre y sus hermanas (Capítulo 11)

DÉCIMO PRIMERA PARTE: El culo de la discordia


El paseo quedó atrás. Pasaron meses desde que habíamos vuelto a nuestra ciudad, a reanudar nuestras vidas. Durante todo este tiempo estuve torturándome al pensar que Majo se iba a casar. Sabía que debía evitarlo a cualquier precio, pero hasta el momento no se me ocurría nada para salirme con la mía.

Disfrutaba de mi relación con Esperanza, era una linda chica, muy tierna y entregada a su relación. Pero no me llenaba, no era a quien yo amaba de verdad, y eso me hacía sentir misero. Sabía que, de alguna forma, estaba jugando con ella, pero recuperar a Majo lo valía.

La ciudad en donde vivo es la capital de un país latinoamericano. Como comprenderán no puedo revelar el nombre de la ciudad porque, posiblemente, comprometería a los personajes de este relato. Lo que si les puedo decir es que acá se organiza, anualmente, un festival de rock, de carácter gratuito y, evidentemente, de convocatoria masiva.

En esa ocasión tenía pensado ir con Esperanza. Manu Chao sería la banda que cerraría. Me volvía loco por ir con ella. Tratándose de Manu Chao, no podía estar mezclado entre la multitud, debía darme el lujo de verlos en primera fila. Pero era una tarea compleja. Como mencioné antes, el evento es gratuito, así que no es posible conseguir una boleta VIP. Lo que si podía buscar eran pases de cortesía, de esos que le dan a la prensa y a los de logística.

Tengo un gran amigo, se llama Lucho, trabaja en uno de los principales canales de televisión del país, es periodista pero cubre deportes; así que no tendría en su poder los dichosos pases. Seguramente podría conseguirlos con algún colega suyo, pero sabía que por más amigos que fuésemos me los iba a cobrar. Le conté a Esperanza la idea y gritó emocionada. Apenas se calmó me dijo “Tenés que conseguirlos, sino te vas a quedar por lo menos un mes sin sexo”. Con esa amenaza tan explícita sabía que ya no se trataba de darme un gusto, sino que era una obligación; exagerando un poco, podría decir que se trataba de una amenaza de muerte.

Esa tarde llamé a Lucho, lo invité a tomar un par de cervezas para pedirle dicho favor. Camino a nuestro lugar de encuentro, Esperanza me llamó; contesté usando el manos libres ya que acá está multado manejar y hablar por teléfono a la vez. “¿Gordi, podés conseguir dos entradas más?”
El tono cariñoso y suplicante de Esperanza me obligaba a decirle que sí, que abusaría de la confianza de mi amigo y le pediría cuatro pases de cortesía. Ya no iban a ser un par de cervezas; debía pensar más bien en invitarlo a una botella de Whiskey o de un buen Tequila.

Lucho es de buen corazón, y apenas le conté de la amenaza de Esperanza se comprometió a conseguirme las cuatro entradas.Más fue lo que tardamos en consumir la botella de 'Gran Patrón Burdeos', que él en conseguirlas. No podía ser más grande mi dicha; a dos semanas del recital ya tenía las entradas.

Al siguiente día, luego de salir del trabajo me dirigí al departamento de Esperanza para darle la sorpresa. Pensé en mil maneras de sorprenderla, pero finalmente me decliné por lo clásico sacarlas de la billetera y mostrarlas.
Toque el timbre y fue ella quien me abrió. Prácticamente no la dejé ni saludarme, un besito corto y a continuación le dije “Adivina lo que tengo…”. Saqué las boletas y ella saltó sobre mí, me enrollo con sus brazos y piernas, y empezó a sacudirse, restregándose con mi ingle. Luego, me dio un largo y apasionado beso, volvió al piso, me tomó de la mano y me llevó hacia el balcón. Desapuntó sus pantalones, los bajó de un jalón, apoyo sus manos en la barandilla y me pidió hacerlo allí mismo.

- Vamos a celebrarlo – Dijo mientras esperaba apoyada en la barandilla
- ¿Estás sola? – Respondí mientras trataba de asimilar lo que veía
- Están mis padres, pero ¿qué más da?... tendrán que entender que tenemos derecho a desarrollar libremente nuestra sexualidad
- Claro que lo entienden, pero en circunstancias normales, no aquí. Además…
- ¿Te vas a callar y me vas a coger? ¿O te vas a quedar ahí parado?

Permanecí inmóvil, atónito, por un par de segundos. Luego reaccione, tenía a Esperanza parada en frente a mí esperando a que la penetrara, en el balcón, con sus padres en alguna parte del departamento. Esta situación me generaba morbo y disparaba mis niveles de adrenalina. Me acerqué a ella y sin tiempo para juegos previos la penetré.

Recuerdo que en ese momento pasaba una fuerte brisa que hacía mover nuestro pelo. Yo empujaba a Esperanza desde atrás con el peso de mi cuerpo. Veíamos los transeúntes pasar mientras cogíamos en su balcón. Luego notamos que nos observaban desde la torre de departamentos de en frente; dos hombres de unos 25 años nos miraban fijamente mientras cogíamos recostados en la baranda. Le pedí a Esperanza que fuera un poco más silenciosa ya que sus padres nos iban a descubrir allí y también porque ya no serían solo dos personas las que nos verían sino el edificio entero. Pero Esperanza solo rió cuando se lo dije; me pido guardar silencio y disfrutar el momento.

Poco a poco me fui olvidando de la presencia del par de sujetos que nos observaban, fui incrementando el ritmo del movimiento y, cuando se tornó desenfrenado, tomé a Esperanza del pelo con una sola mano. Jalaba su cabeza hacia atrás mientras nuestros cuerpos chocaban fuertemente. La baranda temblaba pero no estábamos dispuestos a detenernos hasta terminar.
Esperanza soltó sus manos de la baranda y apoyó su cuerpo en ella, sus manos se aferraban a la parte posterior de mis muslos. La abracé por la cintura y le di la vuelta; tenía razones para hacerlo. Primero me daba miedo que la baranda cediera a la fuerza que estábamos ejerciendo sobre ella y, de ese modo, termináramos semidesnudos, estallados contra el suelo después de caer nueve pisos. También lo hice porque no soportaba que ese par de sujetos vieran la cara de Esperanza mientras lo hacíamos. Ahora estábamos de frente a la sala del departamento. Si aparecían los padres de Esperanza nos iban a encontrar de frente mientras nos entregábamos salvajemente. De todas formas no duró mucho; nuestros movimientos vehementes aceleraron el desenlace de este increíble momento.

Esperanza notó que yo estaba a punto de terminar e inmediatamente se dio vuelta y metió mi pene en su boca; empezó a chuparlo y a moverlo rápidamente en su boca hasta que llegó la descarga. Esperanza allí agachada me miraba con inocencia, mientras yo levantaba mi cara, mirando hacia el cielo. Aguardó por unos segundos con mi semen en su boca. Luego lo escupió, dijo que había esperado a que pasara alguien para tirárselo encima y que pensara lo había cagado una paloma. Desafortunadamente, para ella, no tuvo buena puntería.

Pero el momento de placer, desfogue,adrenalina y alegría intensa llegó a su etapa oscurantista cuando Esperanza me dijo que el otro par de entradas eran para Majo y su novio. Quise disimular mi disgusto pero me resultó imposible. Ella me hizo el reclamo

-¿Te importa que sean para ellos?
-No. Claro que no.
-¿Y entonces por qué te pones así?
-No sé.
-Mejor me decís la verdad, si no se las querés dar a Majo se las damos a alguien más
-No, ya no importa. Tomá, se las das y bueno, nos vemos mañana.

Terminé de vestirme y me marché lleno de ira. Trayecto a mi departamento iba envenenado mi cabeza al pensar que todo el esfuerzo había sido para conseguirle entradas exclusivas a Majo y a Javier.

Cuando faltaba solo una semana para el recital las cosas empeoraron. Esperanza me comentó que no podría ir porque al siguiente día tenía un parcial de una materia que, si reprobaba, marcaría el fin de su etapa como universitaria. Era su última oportunidad para aprobar y debía enclaustrarse para estudiar. Tuvimos una ligera discusión por ello, pero finalmente fui comprensivo y entendí las prioridades de Esperanza.

Pero ahora si que estaba en una situación incómoda, tendría que ir al concierto con Majo y su novio a hacerles de violín. Absurdo en todo sentido. Pensé en no ir o en ir solo y desaparecerme con las entradas de ellos. Pero finalmente me llegó una idea iluminadora que podía cambiar el rumbo de las cosas y acercarme a mi gran objetivo. Busqué en mi celular el número de Laura y la llamé.

-Hola, que lindo volver a escucharte
-¿Qué querés?
-Laurita, es que he estado pensando y creo que este mes me vas a pagar de otra manera…
-A ver…
-Tengo en mi poder cuatro entradas de cortesía para ver a Manu Chao el próximo domingo. Pensaba ir con Esperanza, Majo y Javier, pero Esperanza no podrá ir. Quiero que vayas conmigo y en algún momento te pierdas con Javier y cojas con él
-Pues no, no pienso hacer eso
-Bueno Laurita, como quieras, pero cuando estés durmiendo bajo un puente con la niña te vas a arrepentir una y mil veces
-¿Pero cómo pretendes que lo haga con el novio de mi hermana?
-Bueno, esa es tu misión. De todas formas no creo que te resulte tan difícil, ya lo has hecho más de una vez… ah, me olvidaba, quiero que grabes el audio o el video de lo que hagas con él. Confío en ti. Besitos

Esa semana pasó lentamente, por lo menos así lo percibí. Los días en el trabajo se me fueron haciendo infinitos y tediosos. Al levantarme todos los días, para ir a trabajar iba haciendo la resta de los días que faltaban para concretar mi plan.

Hasta que llegó el día. Era una jornada trascendental, uno de esos días importantes que se recordarán por siempre. Iría a ver a Manu Chao y rompería la relación de Majo.

Llegamos relativamente temprano; a pesar de tener entradas exclusivas, sabíamos que habría una multitud y llegar a nuestros lugares de privilegio tomaría un esfuerzo, así que fuimos precavidos. Chao Ortega inició el recital con 'Mi vida' y el público enloqueció. Yo no podía disfrutarlo del todo porque para ese momento de la noche Majo y Javier se besaban como si de ello dependiera sus vidas; compartían como pareja, mientras que yo miraba a Laura de reojo esperando que ella cumpliera con su trabajo.

Fumamos unos cuantos porros durante la primera media hora del recital. Laura dijo tener mucha sed y pidió a Javier que la acompañara a conseguir una botella de agua. Majo y su novio le dijeron que me pidiera a mí que le acompañara, pero ella respondió que prefería ir con Javier ya que yo estaba muy colocado como para saber en dónde estaba parado.
Javier no se opuso luego de escuchar las razones de Laura y se perdieron entre la multitud prometiendo regresar en unos minutos.
Por fin me quedaba a solas con Majo mientras Laura concretaba mi idea. Y los minutos fueron pasando y no volvían; Majo y yo seguíamos disfrutando de la presentación de Manu Chao, olvidándonos por completo de la ausencia de Javier y Laura.
Pero llegó un momento en que Majo se percató de que su hermana y su novio se habían demorado demasiado, así que decidió llamar a Javier para comprobar si algo les había pasado. Él contestó su llamada, pero por el intenso ruido no pudo entenderle nada. Ella quedó un poco más tranquila a pesar de que no había entendido nada de lo que su novio le había dicho, pero teniendo la certeza de que estaba bien porque había contestado su llamada.
Pasaron dos horas y media y Manu Chao agradeció al público y se despidió. Majo y yo habíamos disfrutado muchísimo el espectáculo y camino a la salida del parque solo hablamos de ello. Le propuse pasar por un bar y tomar un par de tragos antes de ir a casa. Ella, asumiendo que sería casi imposible encontrar a Javier entre la multitud, accedió; eso si, advirtiéndome que solo sería un par ya que al otro día tenía que trabajar. Yo también tenía que trabajar al siguiente día, así que le prometí que sería solo por un rato. Pero una vez que nos sentamos en un bar cercano al lugar del recital, la conversación y el buen momento que estábamos pasando nos hizo olvidar de nuestras responsabilidades y terminamos consumiendo más que un par de tragos. Viendo que la situación era inmejorable me animé a proponerle que pasáramos la noche en mi departamento; estaba más cerca y en el estado en el que estábamos no era conveniente separarnos e irnos cada uno para su casa. Majo dudó, pero yo le convencí diciéndole que no me perdonaría si algo le pasara por dejarla ir sola en ese estado.

Apenas entramos en mi departamento Majo se sorprendió y me felicitó por lo ordenado que estaba todo, "ojalá hubieras sido así de ordenado cuando éramos novios”, dijo Majo mientras tambaleaba de lado a lado camino al sofá. Le pregunté si no deseaba ir a acostarse de una vez ya que al otro día tenía que madrugar. Ella se opuso, dijo querer quedarse un rato a charlar y a fumar otro porro. Yo no puse resistencia al plan de Majo, de hecho me alegraba ya que no podía pedir más; estaba todo servido en bandeja de plata.

Estando allí sentados, mientras todo el universo daba vuelta en nuestras cabezas y cuando Majo hablaba de lo feliz que era en su trabajo, me arrojé a besarla. Nuestros labios se unieron por un prolongado rato; tomaba su cabeza entre mis manos mientras ella jugaba con su lengua dentro de mi boca; yo hacía lo mismo en la de ella. Nos detuvimos para tomar aire, por lo menos eso pensé. Ella sonreía mientras fijaba permanentemente su mirada en mi rostro. Luego siguió hablando de su trabajo; yo no entendía nada.

Volví a besarla y ella no se opuso, su boca sabía a licor, específicamente a Vodka; su respiración era fuerte pero lenta; sus manos se paseaban por mi espalda y mi cabeza. De repente ella se detuvo y me pregunto

-¿Aún tenés el dado del Kamasutra?
-Sí ¿Por qué iba a deshacerme de él?
-No sé. Solo es una pregunta...
-Ah, pues lo tengo todavía
-¿Querés jugar?

Sin pensarlo medio segundo respondí que sí. Ella, entre esfuerzos, se levantó del sofá, tomó mi mano y me condujo hacia mi propio cuarto. Entramos y ella se tumbó en la cama inmediatamente.

-Primero quiero que me diviertas, hazme un baile
-¿Un baile?
-Sí, sí. Un baile, como escuchas. Desnúdate bailando

Extrañaba la locura de Majo y ese pedido me hacía recordar un poco cómo había sido nuestra relación antes de dejarlo. Empecé a desnudarme; meciéndome lentamente desapunté mi camisa y la arrojé al suelo. Me quité el cinturón y golpeé con fuerza el colchón mientras gritaba “Gladiator”, Majo reía por lo ridículo de mi espectáculo, pero lo disfrutaba, eso me tranquilizaba. Apenas estuve completamente desnudo ella se levantó y se acercó lentamente hacia mi. Se detuvo apenas quedó frente a mí, allí permaneció estática por unos 40 segundos, mirándome fijamente, apenas nos separaban unos diez centímetros; mi desconcierto era total, no sabía por qué seguía allí inmóvil sin pronunciar palabra. Luego extendió su mano y empezó a deslizar sus dedos lentamente por mi pecho. “No te pongas nervioso” dijo mientras se agachaba.

Tomó mi pene entre sus manos y lo introdujo en su boca sin complejo alguno. Fue volver a sentir el paraíso en vida; de verdad que Majo tenía un Máster en mamadas, solo una mujer la superaba en ese aspecto, solo una que yo conociera, claro está. Ella lo movía circularmente por su boca, alternando movimientos rápidos con movimientos lentos. Se detenía por momentos, dejando que su lengua fuera la única que trabajara. La deslizaba muy despacio por la parte inferior de mi pene; luego volvía a atacar salvajemente. Introducía casi la totalidad en su boca y movía bruscamente su cabeza para ingresar la mayor cantidad posible. Para ese momento, Majo había despertado en mi todo instinto salvaje. No soy mucho de tomar a una mujer por la cabeza para guiar su movimiento mientras me la chupa. Pero en esa ocasión sí, estaba descontrolado con la sensacional felación que me hacía. Luego de ese tremendo trabajo; Majo se sacó mi pene de su boca, se pasó la mano por la boca para limpiarse un poco y se puso en pie. Caminando hacia la cama fue quitándose la ropa y luego dijo, “yo empiezo lanzando el dado”.
Buscó en el cajón de la mesa de noche, lo tomó y, sin dudar ni un solo instante, lo arrojó. El juguetito sexual dio vueltas sobre sus doce caras y con mucho suspenso paró. 'La inclinación lujurosa' llama el dado a esta posición.

Majo se paró sobre el borde de la cama, yo me hice tras de ella pero apoyando mis pies en el suelo. Ella quedaba elevada, de espaldas frente a mi, luego debía agacharse, como haciendo una sentadilla, hasta el punto en que yo la pudiera penetrar. Era perfecto, algo indescriptible. Nuevamente había sentido la tierna y apretada vagina de Majo; se había depilado hace poco, sentía su pelitos nacientes, muy puntudos. Su concha no estaba tan hierviente como yo la recordaba, pero aún así la penetración fue sencilla. Lo complejo fue mantener el ritmo en dicha posición, Majo debía hacer sentadillas y yo debía alternar entre ponerme en punta del pie y volver a poner los talones sobre el suelo. Sentía que los gemelos me iban a estallar, pero lo valía. Yo agarraba a Majo de sus nalgas y la ayudaba a moverse.

Majo era absurdamente estrecha, apretada; su vagina fue calentándose a medida que cogíamos, a tal punto que yo la sentía como una caldera. Por lo delgada que es, yo conseguía manejar los movimientos de su cuerpo con facilidad. Con mis manos la elevaba y la baja rápidamente, para que nuestros movimientos fueran más intensos. Ella tomaba mis antebrazos entre sus manos, y cuando la intensidad del coito crecía; ella enterraba sus uñas dolorosamente en la parte inferior de mis antebrazos. Majo recostó su cabeza sobre mi pecho, la inclinaba un poco, levantando la cara hacia el techo. Sus ojos permanecían cerrados, sus dientes apretados entre sí, de repente habría la boca como si fuera a gritar, pero no lo hacía, solo suspiraba o jadeaba. No duramos mucho en esa posición. La verdad fue agotadora para los dos. Nos separamos y yo me di vuelta para tomar el dado. Cuando me agaché a recogerlo Majo me agarró el culo fuertemente mientras dejaba escapar una escandalosa risa.

Arrojé el dado y esta vez salió la 'flor de loto'. Los dos nos sentamos en el suelo y nos enrollamos mutuamente con las piernas y los brazos; forzabamos un cerrojo mientras nuestros cuerpos se unían. La penetré en esa posición y, en un comienzo fuimos despacio para prolongar el divertido momento, también porque nos costaba un poco coordinar; claro que eso lo fuimos solucionando con el pasar de los segundos. Desde el comienzo estuvimos besándonos y solo separamos nuestros labios cuando fue inevitable; dejar escapar un gemido, o decirnos un “te amo” o un “calla y coge”. Hasta ese momento todo, para mí, había sido tan intenso y tan sorpresivo que me había olvidado asegurarme de usar un condón. Pensé que Majo también lo había pasado por el alto, y de inmediato se lo comenté. “No te preocupes, llevo puesto un DIU”. Eso me tranquilizó completamente.

Yo rodeaba su cintura, agarrándola fuertemente de la parte baja de la espalda; la empujaba hacia mí, como si quisiera quedarme a vivir de por vida dentro de ella. Majo me abrazaba por la espalda, un poco más abajo del cuello, y de nuevo me enterraba sus uñas, esta vez por la espalda. Sus pequeños y hermosos senos se cocaban contra mi pecho; sentía sus firmes pezones golpeándose contra mi a un desenfrenado ritmo. Cogimos tan rápido e intensamente en esa posición que llegó el momento en que me corrí; a pesar de ello seguí moviéndome por un rato; continuamos besándonos y yo suplicaba porque esto no terminara. Ella culminó moviéndose, casi que restregándose, lentamente contra mí. Nos detuvimos, aunque seguíamos besándonos. Los dos estábamos sudando, colorados, agitados y agotados. Sin embargo, mi emoción por conseguir todo esto me hacía pensar en echar un segundo polvo. Pero ambos teníamos que madrugar, estábamos cansados y ebrios. Siendo así, iba ser imposible convencer a Majo de repetir. Pero no me ofusqué por esto. Para mi no estaba mal dormir junto a Majo después de tanto tiempo de haberlo soñado. De hecho, era uno de mis deseos más anhelados.

Pero no todo puede ser felicidad. Al siguiente día mi vida volvió a ser la de siempre.

Me desperté más o menos a las siete de la mañana. Allí estaba, compartiendo cama con Majo, mientras la abrazaba y la veía dormir tan tranquilamente. Era un sosiego disfrutar de esta escena, pero tuve que interrumpirla. Me levanté, tomé mi celular y salí de la habitación.

Llamé a Laura para ver cómo le había ido con mi encargo. Y esa fue la primera decepción del día. Laura me dijo que no había conseguido coger con Javier, que se le había insinuado, que se la había puesto fácilmente, que incluso había tomado ella la iniciativa, le había besado. Pero había sido imposible convencerlo. Me contó que Javier fue siempre firme en su postura, él no estaba dispuesto a traicionar a Majo por más que le resultara tentador hacerlo con su hermana.

Traté de no darle importancia porque al fin y al cabo lo que había ocurrido haría que Majo cambiara su forma de pensar. Volví a la habitación y besé a Majo. Ella aún dormía y entre sueños respondía al beso. Pensé que una buena forma de empezar el día sería cogiendo nuevamente, pero tendría que ser algo rápido o si no los dos llegaríamos tarde a trabajar. Empecé a besar las piernas de Majo, primero por sus talones y fui subiendo hasta sus muslos. Paseaba mi lengua por el interior de ellos, Majo aún dormida se retorcía un poco al sentir pasar mi lengua lentamente por sus piernas. Cuando empecé a comerle la concha ella se despertó.

-¿Qué estás haciendo? – preguntó mientras su rostro marcaba una expresión indescifrable, quizás de miedo, quizás de sorpresa o una mezcla entre las dos
-Ya ves; que pensé que esta sería la mejor forma de empezar el día
-No, pero yo no puedo
-Va a ser rápido, no te preocupes que no se nos hará tarde
-No, no por eso. No le puedo hacer esto a Javi. Quería hablarlo contigo, lo de anoche fue un error. Nos dejamos llevar por la adrenalina que nos despertó el recital y porque no estábamos bien; bebimos y fumamos mucho y creo que eso nos alteró a tal punto que el resto de personas que nos rodean dejó de importarnos. Pero yo no le puedo hacer esto a Javi y vos tampoco le puedes hacerle esto a Esperanza

Permanecí en silencio por unos segundos sin poder creer lo que oía. Majo había sufrido un cambio drástico en su forma de pensar en tan solo unas horas.

-Majo, pero lo de anoche fue una prueba más de que no debimos separarnos nunca ¿Por qué no podemos darnos una nueva oportunidad?
-Porque hay gente de por medio, gente que aprecio y a la que no puedo hacerle esto.

Quise insistir pero ella estaba completamente segura de lo que decía y sabía que insistir sgnificaba perder el tiempo. Aún estando perplejo la vi levantarse y entrar al baño a darse una ducha. Por mi cabeza pasaban varios pensamientos de arrepentimiento. Lamentaba que Laura no hubiera logrado nada, pero lamentaba más haber despertado a Majo, haberla despertado antes de hacernos una selfie allí juntos en la cama. Esa habría sido la prueba perfecta para hacer que rompiera con Javier definitivamente. Pero ya era tarde. Algo tenía que inventarme para evitar perder a Majo para siempre.

Los días fueron pasando y la sensación de amargura no desaparecía de mí. Es más, se incrementó el día en que me enteré de que Majo y Javier se habían comprado un departamento y empezarían a vivir juntos. Esto hacía que mis chances se redujeran cada vez más. Yo no estaba dispuesto a resignarme; por Majo estaba dispuesto a llegar hasta la última consecuencia.

La noticia fue tan fuerte que incluso perjudicó mi relación con Esperanza. Cada vez que iba a visitarla sentía un gran vacío al no encontrar a Majo en ese departamento. La tristeza era inmensa y el tiempo cada vez me arrinconaba más.

A falta de quince días para el matrimonio de Majo lo único que se me ocurrió fue utilizar nuevamente a Laura. Le pedí que le contara a Javier que Majo lo había engañado conmigo.

-Pues siendo así, soy yo quien tiene la sartén por el mango – Dijo Laura mientras dibujaba una sonrisa llena de odio.
-¿Por qué? ¿Cómo vas a utilizar eso en mi contra?
-Fácil, se lo puedo contar a Javi, pero la verdad prefiero contárselo a Esperanza
-Entiendo. Pero bueno, creo que acá la que tiene más que perder sos vos… Yo también le puedo contar cosas. Por ejemplo que primero la engañé contigo, también que has estado siendo mi puta personal solamente con la intención de no perder tu hogar. Y obviamente, que dejaría de ayudarte con el pago de la hipoteca. Creo que perderías por todo lado… ¿Qué dices entonces?
-¿Qué digo?... que sos un hijo de puta, que sepas que lo voy a hacer pero que todo esto se te devolverá algún día.
-Que tierna que sos. Dedícate a cumplir y no pierdas el tiempo como pitonisa, no se te da

La reacción por el trabajo de Laura no tardó en llegar. Al siguiente día manejaba camino a casa luego del trabajo cuando recibí una llamada de Majo. Le contesté de inmediato. Estaba furiosa, iracunda, quería cortarme en pedacitos y luego alimentar unos chanchos con mis restos.

-Hola hermosa ¿Cómo estás?
-Sos un hijo de puta, sos lo peor que me ha pasado en la vida
-Veo que no tenés un buen día ¿Por qué esa manifestación de odio tan grande hacia mi?
-No finjas, no te hagas el estúpido. Le contaste a Javi lo que pasó la noche del recital. Se ha marchado de casa, no quiere verme. ¡Te odio!
-No Majo, no te equivoques, yo no le conté …

Majo colgó en medio del llanto y sin dejarme dar explicación alguna. Decidí entonces que iría hacia su departamento para hablar, para dar la estocada final.

Llamé al timbre, pero Majo no me abría. Sabía que estaba allí, tras la puerta; me había visto por la mirilla, pero seguramente no quería abrirme. Volví a timbrar y al ver que Majo no me abriría le dije que me quedaría allí hasta que lo hiciera; si era necesario quedarme a dormir en frente a su puerta lo haría. Pasó aproximadamente un minuto y Majo abrió la puerta. Entré mientras trataba de explicarle a Majo que yo no había sido quien le había comentado a Javier de lo nuestro, pero ella se abalanzó sobre mi y empezó a golpearme en el pecho desesperadamente. Su envión me hizo retroceder un par de pasos, luego soporté sus golpes y sus insultos hasta que se derrumbó sobre mí llorando.

Ella repetía “fue Laura quien se lo dijo ¿Pero cómo lo sabía ella?... Se lo tuviste que contar porque de mi boca no salió palabra alguna”. Yo insistía en que yo no le había contado nada a nadie. Le planteé que quizás había sido una suposición de su hermana tras habernos dejados solos esa noche, o que quizás su hermana envidiaba que ella no pudiera tener una relación tan estable como la de Majo con Javier. Ella seguía llorando, con su cabeza recostada sobre mi pecho y casi resignada por haber perdido a Javier para siempre.

-¿Ahora yo que voy a hacer?... Compramos este piso entre los dos pero él se ha ido, tendré que estar pagándolo sola por 30 años. Me quedé sin matrimonio, ya envié las invitaciones, la cena está pagada; creo que voy a estar sola para siempre. Mi vida es una mierda.
-Majo no te angusties. Seguro que todo va a mejorar, todo tiene solución. Sos joven y hermosa; eres una persona única. Cualquiera quisiera estar contigo. Si lo de Javi no funcionó no te amargues, pasa página, tenés que ser feliz. A lo mejor consigas arreglarlo, pero en caso de que no, tenés que ser fuerte y seguir adelante.
-Hoy no tengo ganas de luchar por nada, mi vida es 100% miseria.
-Todo va a mejorar Majo, te lo aseguro. Perdona que te cambie el tema, ¿ya comiste?
-No tengo ganas de comer
-Tenés que comer algo, te ves débil y no puedes dejar de comer por siempre, esta tristeza que hoy tienes es algo temporal
-Lo que no entiendo es ¿Còmo se enteró Laura si me dices que no le contaste nada? ¿O por qué lo imaginó? ¿cómo se atreve a contarle algo de lo que no tiene certeza?
-No le des más vueltas, ella se lo dijo por algún motivo pero ante eso no hay marcha atrás. ¿Querés que pida algo al chino?
-Pide lo que quieras

Seguimos charlando por un largo rato, yo trataba de consolarla y de encontrar el momento perfecto para sacar partido de la situación. Majo estaba realmente deprimida, no paraba de llorar; el rompimiento con su novio era el único tema del que estaba dispuesta hablar.

Sentados en el sofá, yo la abrazaba y limpiaba las lágrimas de su rostro mientras trataba de tranquilizarla y darle consuelo. “Eres hermosa incluso cuando lloras”, le dije mientras pasaba mi mano por su rostro.

Luego llegó el pedido, yo comí normalmente pero Majo no quería hacerlo. Prácticamente tuve que cucharearle, como a una niña pequeña. Después de haber comido, Majo estaba un poco más calmada, había dejado de llorar; su rostro aún denotaba la tremenda tristeza por la que estaba pasando. Permanecía en silencio, recostada sobre mi hombro, mientras yo la consentía; acariciaba su cabeza y peinaba su lindo pelo.

Le propuse abrir una botella de vino para ahogar las penas. Majo estuvo de acuerdo, por lo menos con beber un par de copas antes de ir a dormir.

A pesar de que bebíamos y yo trataba de charlar con ella, Majo seguía en silencio, con la mirada pérdida y el rostro inmóvil. Me moví un poco en el sofá y la dejé acostar sobre mis piernas; la consolaba y consentía, mientras ella recostaba su rostro deprimido en mis muslos. En un momento se levantó de repente, de forma brusca, como si se hubiera asustado. Quedo sentada, me miró y me dijo

-¿No habrás planeado todo esto?
-¿Pero cómo crees?... tendría que ser un miserable para hacerte pasar todo esto. Majo, sabes que eres mi vida y pensarás que por eso estoy dispuesto a hacer lo que sea, pero te aclaro; para mí lo primero es que seas feliz, te valoro de verdad y por eso sería incapaz de ser tan canalla contigo, incapaz de hacerte pasar el sufrimiento que tenés en este momento.

Ella tardó unos segundos mirándome fijamente, clavaba su mirada en mis ojos. Yo mantuve un gesto tranquilo, Majo me abrazó y me agradeció por ayudarle a pasar ese momento. Dijo que había pensado en pasar la noche sola y encerrada, pero que aprovechando que yo estaba allí, y que había sido tan comprensivo y cariñoso con ella, quería recostarse en el sofá por un rato y que mientras tanto yo peinara su pelo con mis manos. Así estuvimos por un rato. Ella continuó en silencio, y yo, cansado de insistirle para que hablara, preferí permanecer igual. Fue un rato largo que estuvimos así hasta que fue ella quien lo interrumpió

-¿Por qué me hiciste todo lo que me hiciste?
-Majo, sabes que si me pongo a explicarlo me enredo, me alargo y no termino diciendo nada. Te lo resumo: Porque fui incapaz de valorarte como debía.

Y el silencio volvió a apoderarse del momento. Pero por un par de minutos nada más. Ahora fui yo quién cortó el silencio.

-¿Majo, has dejado de quererme del todo?
-Al principio te odié y me costó superarlo. Luego quise obligarme a pensar que debía dejar de sentir cualquier emoción por vos. Si sentía odio, sentía algo por vos, malo pero porque aún te quería; quería dejar de sentir cualquier emoción por vos, pero nunca lo he logrado. Lo que sí conseguí fue convencerme de que sos una persona que no vale la pena, por lo menos para compartirlo todo, para tener una relación. Así que siempre estuve diciéndome, “podrás quererlo pero el a vos no”. Te asumí como un imposible y me ayudaste a convencerme de ello cuando empezaste a salir con Esperanza. Te volviste algo más imposible.

-¿Y entonces por qué pasó lo que pasó el día del recital?
-Un lapsus mental provocado por la alteración del alcohol y la marihuana
-¿Y qué me dirías si en este momento yo te dijera que volviéramos?
-Pues que no es posible, ya te explique el porqué ¿Además, no ves cómo estoy?
-Y lo entiendo a la perfección, pero te digo es que pienses ¿por qué no darle un giro a tu vida?...para olvidar el dolor por el que pasas. Por ejemplo, si te digo que me voy a vivir con vos y vendemos uno de los dos departamentos, el tuyo, el mio, no importa cuál. Te digo es buscar empezar de cero, como si nada hubiese pasado. No sé, arriesgarnos un poco…
-Te sentó mal el vino parece ¡Qué tonterías dices!

Sin pensarlo dos veces, me recliné y la besé. Su reacción iba a ser determinante para conocer la respuesta que no quiso darme con palabras.

El beso fue largo, más que apasionante fue dado con ternura, por parte y parte. Durante todo el tiempo que duró acariciaba su pelo por encima de la oreja. Apenas terminó, ella quiso hablar pero me apuré y tome la delantera.

-Lo que te digo es de verdad. Intentémoslo. Empecemos de cero
-No puedo confiar en vos.
-Majo, sé que es difícil, que he sido un cabrón. Pero es una oportunidad perfecta. Lo más importante es que nos queremos, lo veo. Y tendremos que respaldarnos en este momento; Esperanza no tardará en dejarme; Laura o Javier tendrán que contárselo y ahí acabará todo. No nos señalarán y cuestionarán solo ellos, vamos a estar en boca de toda tu familia y que mejor manera de decirles que nos dejen paz que arreglando lo nuestro. Los dos tenemos deudas pero podemos salir de ellas juntando esfuerzos, no te digo que nos casemos, solo que nos demos una nueva oportunidad y que si en algún momento ves que no vamos para ningún lado, lo dejamos. Majo, desde que me dejaste mi vida se ha desmonorado. Te necesito.

Ella seguía ahí, en silencio y mirando hacia su alma para encontrar la respuesta. Yo sabía que no debía darle tiempo para reflexionar, así que volví a acercarme a ella y la besé. Este si era un beso apasionado, uno de esos que parecen no tener fin. Durante el beso, siempre estuve tomando su cabeza o su rostro entre mis manos. Notaba como ella reclinaba su cabeza hacia un costado, exponiendo su cuello e invitándome a besarlo. Así lo hice, besaba los alrededores de su cuello mientras ella aprisionaba mi cabeza con sus manos. De a poco fui bajando por su espalda, hasta donde me lo permitió su camisa. En ningun momento ir muy rápido ya que sabía que me estaba poniendo a prueba. Volví a subir por su cuello hasta llegar a su oreja. La besaba y le susurraba que la amaba. Acariciaba su pelo y tomaba su rostro en mi mano, desde la quijada, y la orientaba hacia mí para que nos besáramos.

Majo me interrumpió. Me detuvo y estando allí acostada boca abajo en el sofá subió un poco su camisa y me dijo, “¿Sabés qué extraño de vos?... Esos besitos que me dabas alrededor de la cintura…”

Sonreí y le aseguré que los tendría, pero que no tuviera apuro. Le besé por los hombros por un buen rato, me parecían una de sus partes más sensuales. Ella insistía en que le diera besos en la cintura y no tuve más opción que deslizar mi lengua lentamente por su espalda hasta situarla a la altura de su cintura. Le daba unos besos cortos y secos en esa zona, a la vez acariciaba su espalda y la parte posterior de sus brazos. Su piel era era hermosa y sentirla era un verdadero placer. Como noté que Majo se iba animando, me atreví a bajar un poco su pantalón y su tanga, dejando ligeramente descubiertas sus nalgas. La besé allí lentamente, Para no parecer apurado, volví a besarle el cuello y mientras acariciaba un poco sus nalgas. Pero ella interrumpió, quería que la besara más abajo, que dejara su cuello en paz y que me centrara en su culo.

Por primera vez en la noche sentí que Majo estaba entregada del todo a la situación, y siendo así procedí a bajar por completo su pantalón. Al fin sus nalgas estaban al desnudo. Empecé a besar su culo y fui bajando lentamente para que por fin mi lengua y mis labios tuvieran un reencuentro con su vagina

Ardía; su vagina era un horno. Me encantaba que Majo siempre conservaba esa zona como si llevara un día de haberse depilado; esos folículos nacientes, puntudos y picosos; que para algunos resultan molestos; a mí me generan un delirio.
Mientras yo dejaba todo mi esfuerzo comiéndole la concha, ella aspiraba aire por la boca manteniendo sus dientes apoyados sobe los labios. Resultaba alucinante para los dos a tal punto que Majo no aguanto más, “házmelo”

Me saqué el pantalón rápiamente y conduje mi pene entre sus piernas muy despacito. La penetración fue lenta pero total. Quería que durará, así que empecé mu despacio. Dejaba caer todo el peso de mi cuerpo sobre el suyo, besaba sus hombros mientras me movía lentamente dentro de ella.
Ella me agarraba del pelo. Jaló mi cabeza para que nuestras caras quedaran frente a frente y pudiésemos besarnos. Mordió mi labio inferior con mucha fuerza, no lo soltaba. De hecho llegó a causarme dolor y por ello mis movimientos fueron incrementando la velocidad y la dureza al momento de chocar. El dolor no me permitía concentrarme en moverme lentamente. A medida que la intensidad fue subiendo, sus gemidos aparecieron y con ellos llegó el fin de la tortura que había impuesto a mi boca. La cogía con dureza, como tratando de sacarme la bronca por todo lo que había sufrido por ella.
Estuvimos sacudiendo nuestros cuerpos el uno contra el otro hasta que el cansancio nos venció. Paramos por unos segundos. Luego tomé a Majo por su abdomen, con una sola mano, como invitándola a que levantara su cuerpo. Una vez que estaba en cuatro, saqué mi pene de su concha para comprobar si existía algo más apretado que esa vagina. Lo tome entre mi mano y lo guié hacia su culo.. Apenas ella sintió que yo traté de penetrarla por ahí apretó las nalgas y me hizo el reclamo. Busqué tranqulizarla y de nuevo mentalizarla a que íbamos a empezar de cero y eso implicaba probar nuevas cosas. No parecía del todo convencida, pero accedió. Para ayudar a que tuviera confianza, me levanté, fui a la cocina y busqué Aceite de Oliva. Le dije que eso nos ayudaría como lubricante. Le recordé que la calve estaba en quitarse el miedo, “Si hay miedo, hay dolor”. En mi otra mano tomé mi celular sin que ella lo notara.

Luego de varios intentos logré penetrarla, lo hice muy lentamente y le consultaba, “Me avisas cuando paro”. De a poquito fui penetrando y hasta que ingresó la mitad no hubo problema. Tomé un par de fotos y arrojé el celular hacia atrás..

El recorrido de mi pene fue lento también porque era estrechísimo el culo de Majo. Entró la mitad y ella me pidió detenerme. Empecé a sacarlo y meterlo hasta ese límite con mucha suavidad. Majo cerraba sus ojitos y abría su boquita pero evitaba emitir sonido alguno. Luego la lujuria se apoderó de mi mente. De a poco fui introduciendo más y ella me pedía detenerme, “Para, me vas a hacer cagar”. Pero yo no podía detenerme

No quise pasarme tampoco, así que procuraba no meterla toda; claro que me resultaba tentador hacerlo. Majo enterraba sus uñas en el sofá y gemía levemente mientras la sacudía por detrás. Ella se fue acostumbrando, seguía gimiendo pero su pedido había cesado, no decía palabra alguna, solo gemidos. Al verla así, decidí meter más, de hecho casi todo. Lo hice y ella soltó un grito desgarrador; debió escucharse en todo el edificio.

Nuevamente empezó a pedirme que parara, Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras gritaba. Mis movimientos ahora eran fuertes y la penetración era casi total. Clavé mis manos en sus hombros y la jalonaba hacia mí para escuchar ese potente sonido que hacían nuestros cuerpos al chocar. Su respiración se había agitado, cerraba los ojitos mientras apretaba fuertemente sus dientes. La tomé de la cintura y empecé a metérsela toda. Ponía una mano sobre ella y la otra se aferraba de su abdomen. La jalonaba y la empujaba para hacer más contundente el movimiento. Ella por momentos se apoyaba en una sola mano y con la otra trataba de empujar mi cuerpo hacia atrás. Pero luego se resignaba y volvía apoyarse sobre sus dos manos. Sus gemidos se volvieron incesantes y sonoros. Llegó un momento en que me insultaba y maldecía con demencia. Mi excitación era tanta que para esa altura de la noche no contemplaba parar así hubiese un terremoto.

Majo volvió a insistir en que parara, pero era tarde ya. Deslizó la parte delantera de su cuerpo contra el sofá, de modo que lo mordía para mitigar el dolor. Hasta que por fin llegó el momento cumbre de la noche. Me resultó irresistible detenerme y llegó el momento en que estallé. Me desplome sobre ella. Los dos estábamos completamente agitados.

Lentamente retiré mi pene de su culo. Seguíamos allí tumbados uno sobre el otro, dando la vida por recuperar el aliento. Apenas volví a tomar algo de aire, empecé a darle unos besitos en su cabeza. Aún nos costaba hablar.

Pasados los minutos, la respiración volvió a ser normal, pero ninguno de los dos nos atrevimos a hablar. Nos quedamos acostados allí en el sofá, completamente desnudos, sin pronunciar palabra; solo acariciándonos hasta que el sueño nos venció

Al siguiente día desperté muy temprano. Debía asegurarme de cerrar con broche de oro mi maquiavélico plan. Discretamente me levanté, esculqué el bolso de Majo para buscar su celular. Lo tomé y me fui muy silenciosamente a la cocina. Le envié un mensaje de texto a Javier diciendo lo siguiente: “Javi, sé que estás molesto conmigo, que debes odiarme y lo entiendo. No escribo para suplicarte porque no merezco tu perdón. Quiero que hablemos de lo que vamos a hacer con el departamento. Te espero acá. No olvidas que te amo y si aún queda algo de ese sentimiento en tu corazón por mí, te ruego que me des una oportunidad para hablar las cosas”. Apenas se envió el mensaje, me encargué de borrarlo de la bandeja de salida.

Tomé una cacerola, prendí el fogón y empecé a fritar unos huevos. Fui rápidamente a la sala y busqué mi celular detrás de los cojines del sofá. Aproveché para comprobar que Majo siguiera dormida profundamente. Volví rápidamente a la cocina y llamé a Laura.

-Hola Laurita ¿cómo te trata la vida?
-¿Por qué tan contento? – respondió en un tono medianamente agresivo
-Laurita, porque te has ganado el cielo. Te tengo una muy buena noticia, otra no tan buena y una propuesta… Ha cumplido muy bien tu objetivo y por eso te has ganado una recompensa. Como me has hecho tan feliz, estoy dispuesto a pagarte de una vez tres cuotas de la hipoteca.
-¿De verdad?
-Si Laura, pero te tengo una mala noticia. Esos son las tres últimas cuotas que te voy a pagar. No voy a seguir utilizándote. Claro que esas tres cuotas podrían convertirse en cinco si estás dispuesta a hacerme un último favor.
-Contame, ¿de qué se trata?
-Quiero que le cuentes a Esperanza que me acosté con Majo ¿te le mides?
-Como me repugnas…
-Laurita, es una oportunidad inmejorable. Vas a tener cinco meses para rehacer tu vida a costa mía. Es un tiempo suficiente para reorganizarte y lo único que tienes que hacer es contarle eso a Esperanza.
-Es que voy a aceptar. Con tal de que finalice tu chantaje soy capaz casi de cualquier cosa. Eso sí, tenés que ser serio, tener palabra.
-Tranquila, puedes contar con eso.

Serví el desayuno y lo puse sobre una bandeja. Antes de llevarlo a la sala, busqué en el celular de Majo el número de Javier y después lo dejé en su bolso. Volví a la cocina por el desayuno y se lo llevé a Majo. La desperté tratando de ser suave y tierno con ella. La saludé con un besito y le alcancé la bandeja con el desayuno.

Le pregunté si se había despertado un poco más animada. Parecía estarlo, luego lo confirmó con sus palabras. Luego le consulté si tenía algo qué hacer, si debía salir a hacer algo y si yo podía ayudarle en algo. Pero respondió que no, que prefería quedarse todo el día en casa. Le propuse que tomáramos una ducha juntos y luego ver alguna película. Lo de la película lo aceptó,; ante la propuesta de la ducha me dijo “vamos despacio”.

Ella terminó de desayunar y se fue a darse una ducha. Yo me quedé recostado en el sofá pensando, dándole vueltas a mi plan para ver si algo podía fallar Pero no había cabos sueltos. 


Majo Salió del baño con una toalla rodeando a su cuerpo y otra enrollada en su cabeza. Se encerró en el cuarto para vestirse. En ese momento sonó el citófono (telefonillo). Era Javier, “¿Majo, me abres?”

No respondí nada, solo presioné el botón para abrirle la puerta del edificio. Salí corriendo y tomé mi celular. Rápidamente le envié a Javier las fotos de lo ocurrido la noche anterior con Majo.

El timbre del departamento jamás sonó. Cuando Majo salió del cuarto me preguntó
-¿Quién llegó?
-Una señora, pero estaba equivocada. Preguntó por Juan Luis.
-Ah. ¿Qué peli vamos a ver?
-¿Qué te parece ‘Vértigo’?
-Mmm, vale. ¿Querés comida peruana?
-Sí
-Llama y pedila.

Nos sentamos a ver la película y en medio de eso. Majo recibió un mensaje de Javier que decía lo siguiente: “¿El departamento? El departamento de aquí en adelante es tu problema, te lo quedas pero lo pagas vos. A mí no me vuelvas a buscar en tu puta vida”. Majo recayó en su depresión apenas vio el mensaje. Pasé el resto del día tratando de levantarle el ánimo. 

Este relato es 99% real. Los nombres de los personajes y algunas situaciones fueron modificadas para proteger la identidad de las personas. 

El que quiera imágenes de las protagonistas de este relato me avisa 




DUODÉCIMA PARTE: Majo y el renacer de una ilusión; Susana y una tentación

Completamos seis meses de relación. Atrás había quedado Javier. Del mism modo Esperanza que ahora profesaba un profundo odio hacia mí. Lo importante era que Majo y yo estábamos rehaciendo nuestras vidas apoyándonos el uno en el otro. Su familia jamás lo avaló, pero en estos seis meses no los vimos ni una sola vez...  

Twitter: @felodel2016

9 comentarios - Cogí con mi novia, su madre y sus hermanas (Capítulo 11)

rastatorres +1
Tremendo relato mi hermano. Me unía Poringa solo para seguir esta serie

van puntos
felodel2005
Gracias!
machotemotero +2
Vaya plan....si fue real, que retorcido...pero que forma de coger con todas....
Mauricio15301
Ola amigo fue un gran relatooo amigo fue tremendoo esperare el otro a ver que pasa saludos amigo hay te ban puntos
felodel2005
Gracias, cuando lo tenga casi listo te aviso
matador963
Que buen relato. Me los estuve leyendo todos y la verdad me encantaron, espero ver mas de vos en la parte de relatos.
Ya que insistis con compartir las imagenes sería muy desconsiderado de mi parte no aceptarlas jajaja.
Espero las continuaciones de los relatos y van puntos
felodel2005
Pásame un correo para compartirte las imágenes.
El 12 ya está publicado...
andres52o +1
amigo mandame las fotos, te dejo el correo en un MP
LeDiable1221 +1
Hombre, hermano!! Me hiciste explotar con este capítulo.
felodel2005
Pues qué bueno, me alegra que te haya gustado. Fue una lástima que no lo leyera tanta gente por lo que es tan largo
juanjo1572
Viejo,tengo q felicitarte.dejando de ldo la partesexual q dicho seade pasoesta tremendanebte buna y bien explicada, elrelato tiene hasta ahora una trama con tanta manipulacion que es algo digno del propio maqiavelo, te felicito
KAUSYA
He llegado hasta aqui leyendo todos y cada uno de tus relatos son excelentes y llenos de morbo fantasia suspenso y pensamientos malevolos jajaja excelente me encataria q me mandaras las imagebes les pondrias algo fisico oara imaginar los relatos