¡IMPORTANTE, POR FAVOR LEER!
Bienvenidos a la quinta y última parte de ésta saga.
La verdad estoy contento por la buena onda y por lo que gustó esta saga, lamentablemente estoy sin mucho tiempo como para seguirla un poco más, pero debido a que fue tan bien recibida y que tengo muchas ideas para seguir, voy a continuarla más adelante como una especie de "temporada 2" para todos aquellos interesados en continuar la historia.
De momento, éste es el cierre de la primer parte de la saga, seguramente en breve estaré subiendo otros relatos de mi autoría tal vez más cortos que no requieran de tanto tiempo para hacerlos.
Sin más que decir, espero que les guste como siempre y espero todos sus comentarios, críticas y sugerencias.
Muchas gracias por la buena onda de siempre!
Recordar: Los personajes son FICTICIOS y cuentan con la mayoría de edad.
Bienvenidos a la quinta y última parte de ésta saga.
La verdad estoy contento por la buena onda y por lo que gustó esta saga, lamentablemente estoy sin mucho tiempo como para seguirla un poco más, pero debido a que fue tan bien recibida y que tengo muchas ideas para seguir, voy a continuarla más adelante como una especie de "temporada 2" para todos aquellos interesados en continuar la historia.
De momento, éste es el cierre de la primer parte de la saga, seguramente en breve estaré subiendo otros relatos de mi autoría tal vez más cortos que no requieran de tanto tiempo para hacerlos.
Sin más que decir, espero que les guste como siempre y espero todos sus comentarios, críticas y sugerencias.
Muchas gracias por la buena onda de siempre!
Recordar: Los personajes son FICTICIOS y cuentan con la mayoría de edad.
Partes anteriores del relato:
Primera Parte.
Segunda Parte
Tercera Parte
Cuarta Parte
Despedida.
Tras ese excelente polvo con la flaca, nos encontramos para garchar muchísimas veces más, y cada vez más seguido. Ella a medida que pasaba el tiempo se ponía más linda y liberada, al parecer esta nueva etapa en su vida la favoreció en todo sentido, incluso Martín había notado esos cambios.
Uno de los días en el que estábamos en la universidad surgió una charla acerca de su madre.
— Che boludo, desde que me fui de casa la noto a mi vieja cambiada, no anda más desprolija, siempre que la voy a ver está arreglada, se viste distinto, se maquilla, hace chistes, se la nota feliz...¿vos que estás cerca no viste nada raro? — Su voz tenía un tono extraño, me preocupaba que sospeche algo.
— La verdad que no, igual viste como soy, ahora que te mudaste no ando mucho por ahí— dije mientras en mis adentros pensaba qué pasaría si se enterara que su mamá está feliz por garchar con su mejor amigo.
— Si, pero como estás al toque, capás la cruzas o ves algún movimiento extraño… ¿Tendrá a alguien que la esté “atendiendo”?
— No, bah, no sé, no creo, vos sabés como es tu vieja, no creo que ande en alguna de esas.
— Pero es muy raro, se la nota tan cambiada y no creo que sea por el hecho de que me haya ido de casa… ¿Estás seguro que no sabés nada? — me miraba fijo a los ojos, como tratando de leerme la mente, realmente me ponía nervioso.
— Seguro, quedate tranquilo que tu vieja es como si fuese también la mía, si me entero de algo el primero en saberlo vas a ser vos.
— Si, ya se loco, vos sos de fierro, de eso no dudo ni un poco — De fierro se me pone cuando la veo en tanga a la flaca, pensaba en mis adentros.
— Tranqui, yo vigilo — dije largando una sonrisa falsa para cerrar el tema.
Ese día había rendido uno de los últimos finales difíciles según yo y los que me quedaban no me parecían tan complicados por lo que para mi fortuna y desgracia a la vez, podría tener más tiempo para estar con la flaca.
Nuestra relación se había vuelto muy cercana, pasamos de garchar como locos un par de horas una vez cada tanto, a pasar muchísimas horas juntos, casi todos los días, salvo eventuales visitas de Martín o alguna que otra ocasión.
Si bien la relación en un principio era genial, y en el ámbito del sexo seguía siendo estupenda, ya que la flaca me calentaba cada día más, empezó una etapa en ella que no era nada agradable.
Poco a poco sentí que estaba obsesionándose en la “relación” y empezó a sentirse insegura, comenzó a tirar frases mientras garchábamos tales como:
— ¿Qué pendeja va a cogerte así?
— Jurame que nunca me vas a dejar.
— Si ésta me cambia por otra — en referencia a mi pija — me mato.
— Hoy te salvaste, no tiene olor a concha — mientras olía mi pija antes de garchar.
Esas frases y una cantidad innumerable más, sin contar que habíamos empezado a “chocar”, ya que sus celos estaban volviéndose una locura.
Tenía que poner un freno de alguna forma y no encontraba cómo, la verdad lo que sentía por la flaca era algo único, el sexo era fantástico, pero la situación de a poco me estaba superando.
En ese tiempo como mi carrera ya estaba avanzada, había empezado a buscar trabajo y me había llegado una propuesta muy interesante para trabajar en el exterior durante un período de 6 meses de prueba y con posibilidad luego de eso de quedar efectivo, en caso de quererlo.
La verdad que la plata que me ofrecían por esos meses no me vendría nada mal, pensaba mandar una parte de mi sueldo a mi familia, conocería un país extranjero y sumaría experiencia laboral acorde a mis estudios, así que como no tenía mayores ataduras acepté la oferta y en unas semanas tras rendir todos los exámenes comenzaría con ésta nueva etapa.
Dejé pasar unos días para comunicar las novedades, primero a mi familia, quienes se pusieron muy felices por mi situación y luego, días mas tarde, a exactos 7 días de partir se lo comuniqué a la flaca.
— Che, te tengo que hablar de algo.
— Ya sé, no me digas nada, seguro encontraste a una pendejita y querés cambiarme, yo sabía — sus ojos destilaban furia.
— ¿Otra vez con lo mismo? ¿Cuántas veces voy a tener que explicarte que con una mina como vos ni siquiera se me ocurre garcharme a otra mina? — la verdad mentí, había tenido otros episodios con una compañera, pero a decir verdad, nada que alcance o supere al sexo con la flaca.
— ¿ Y entonces qué?
— Me voy.
— ¿Cómo que te vas?
— Sí, me voy, acepté un trabajo y tengo que irme a Brasil por mínimamente 6 meses.
— Dale Maxi, no me jodas.
— No te estoy jodiendo, me voy en unos días.
— ¿Y yo qué voy a hacer? ¿Me vas a dejar sola tanto tiempo? ¿Tan poco te importo? — Realmente se la notaba triste.
— Sabés muy bien que no es así, pero es un paso importante para mi vida y una excelente oportunidad.
— Pe...pero yo... nosotros… — las lágrimas la invadieron.
— Pero nada, no me voy a morir, en algún tiempo vuelvo.
— Si pero yo voy a estar más vieja y seguro con las brasileras no vas a querer ni verme — lloraba a moco tendido.
— Tranquila, dejá de decir boludeces — Me acerqué a abrazarla.
Esa noche no garchamos, ni siquiera nos hicimos un mimo, realmente ella estaba muy triste, dormimos juntos como ya era costumbre, pero me abrazaba fuerte como si así pudiera evitar mi viaje.
Los siguientes días estuve preparando mis cosas para el viaje, por lo que no pude estar con la flaca.
Los días pasaron volando y antes de que me dé cuenta estaba ya en el último día antes de irme, el vuelo salía al otro día a las 10 de la mañana, por lo cual tenía que aprovechar mi día para ultimar detalles y despedirme.
Martín obviamente estaba enterado de la noticia, así que apareció a la mañana temprano con facturas y tras tomar mates y charlar un rato, me dijo que ese día estaba ocupado, pero que al otro día pasaba a buscarme así me llevaba para el aeropuerto.
Ya eran las 12:30hs, y recién se había ido Martín, así que decidí despedirme de la flaca, no me parecía correcto, a pesar de que en los últimos tiempos no veníamos tan bien, con tantos momentos compartidos y tantos polvos echados, irme sin siquiera saludarla.
Toqué timbre en su casa y entré, yo ya tenía llave desde hace algún tiempo, aunque intentaba cada vez que entraba que no haya nadie viendo, sino simplemente tocaba timbre para no levantar sospechas en el barrio.
Ni bien entré me invadió el olor a comida, la flaca estaba preparando una salsa y fideos, en la mesa había todo servido como para dos personas, ni bien vi eso pensé en Martín, pensé que su “ocupación” iba a ser almorzar con su madre, ante esta idea estaba por salir corriendo antes de que se arme lío, pero la voz de la flaca me frenó.
— ¿A donde vas, tan rápida va a ser tu visita?
— ¿Estás sola? — pregunté lo más bajo posible por miedo a que alguien me escuche.
— Sí. ¿Te pensás que ahora el que tiene otro macho soy yo? — terminó la frase con una risa sarcástica.
— No, pensé que por como estaba hecha la mesa, todo listo para dos personas, estaba Martín.
— Pensaste mal, estaba todo para dos personas porque imaginé que ibas a venir a despedirte antes de salir mañana a la mañana.
— ¿Cómo sabés que viajo mañana? — me desconcertó un poco.
— Martín antes de ir a tu casa pasó por acá a contarme que mañana te iba a llevar al aeropuerto por si quería acompañarlos.
— Ah… no sabía nada.
— Quedate tranquilo, le dije que no voy.
— ¿Por qué?
— Primero que no me gustan las despedidas y segundo que estuve pensando y la verdad es que realmente estuve mal, estaba atacada de los celos de que otra mina me “saque” el puesto e inclusive furiosa por el hecho de que te ibas, puse mi calentura por encima de vos y eso está mal, sea la relación que sea, en pareja, amistad o familia.
— Igual podes venir, no me molesta.
— Ir tienen que ir tu mamá y hermanos, no yo, además si te acordás una de las veces que hicimos el amor, empezó todo por el hecho de querer olvidarte y quedarme con el Maxi que era un chico y jugaba con Tincho, eso evidentemente fue imposible y ese Maxi cambió, y de que manera que cambió, por eso mismo no puedo ser egoísta, al contrario estoy feliz de como hiciste cambiar mi vida.
La verdad que la flaca me había dejado sin palabras, nuevamente parecía haber cambiado de un día para el otro, y ser otra mina, me desconcertaba siempre, siempre algo distinto, algo nuevo, por tal vez por eso me ponía siempre tan caliente.
— Pero, dejame decirte una cosa más, no te la voy a dejar tan fácil antes de irte.
— No me vayas a drogar para que pierda el vuelo — dije y liberé una risa simulada.
— No seas tonto, tengo un par de sorpresitas preparadas, para que al menos te vayas con un lindo recuerdo de acá y si te levantás a una garota, sepas que acá va a haber una conchita bien argentina esperando por vos.
Al decir eso salió de la cocina, como estaba atrás de la barra no había podido verla, estaba envuelta en un delantal de colores y al parecer era su única prenda.
Sus ojos claros eran resaltados por su delineador negro, se había maquillado toda la cara, se aclaró y planchó el pelo, si antes era una mujer increíble, ahora estaba en un nivel superior, era una diosa caminando sobre la tierra, mis ojos no podían creer lo que veían y mi pija mucho menos.
Me adelanté, me iba a tirar sobre ella, quería cogerla en ese mismo instante, no me importaba ni el almuerzo, ni la salsa ni nada, solamente quería demostrarle lo loco que me volvió con ese look, pero ni bien me tiré al ataque ella me frenó en seco.
— Tranquilo, hoy va a ser especial y tenemos mucho tiempo por delante, disfrutá del almuerzo, deleitate con la vista y preparate porque el postre va a ser nuestro plato principal.
— Es imposible, mirá como me la pusiste en un minuto — dije mientras le señalaba mi pija que estaba al palo.
— ¿Tanto te caliento? A ver si será verdad… — tras decir esto tomó mi pija con su mano y la masajeó unos segundos — parece que si, pero hoy va a tener que esperar.
Dió media vuelta y se fue a seguir preparando el almuerzo. Me había equivocado, el delantal no era lo único que la “cubría”, al darse vuelta pude ver una tanga ultra chica, que prácticamente era un hilo, esa cola me volvía loco, demostraba a la perfección lo bien que se mantenía, bien parada, firme, y formando una pequeña montañita en la zona de su concha, realmente era una locura.
No podía aguantar mi calentura, mi pija iba a explotar, así que para igualar las condiciones me saqué el pantalón y la remera quedando así en bóxer, tal vez verme con la carpa entre las piernas la calentaba un poco y adelantaba el postre.
Mi pija parecía cada vez más dura, y no podía aguantar la tentación, esa tanga, esa cola, el delantal, me estaban matando. Me acerqué lentamente hacia ella y la tomé por detrás abrazando la zona de su panza con mi brazo izquierdo.
— Me parece que se está pasando un poco el tuco — dije sin soltarla y trayéndola suavemente hacia mi.
— ¿Te parece, no será que lo que se está pasando es otra cosa? — dijo al mismo tiempo que pegaba su cola en mi pija.
— En estos momentos está a punto, creo vas a tener que apagar un poco el fuego — me restregaba la cola en la pija que ya se había amoldado a la forma de su cola.
— Mmm… ¿estás seguro? — largó un pequeño suspiro.
— Segurísimo, vas a tener que fijarte que podes hacer — mientras me separaba y bajaba un poco mi bóxer — mirá, necesita de tu asistencia.
Tras sentir mi pija libre del bóxer se dio vuelta rápidamente y me llevó contra la barra.
— No te das una idea de lo caliente que me ponés, estoy mojadísima y ni siquiera me tocaste — decía con sus labios pintados de rojo bien cerca de mi boca y me miraba a los ojos y me tomaba por la cintura
— Y vos a mi, sos increíble flaca — y le comí la boca, no podía aguantar más.
— Si me tocaras la concha ahora te darías cuenta que estoy igual o más caliente que vos, pero ya te dije, hoy vas a tener que esperar — y tras separarse volvió sobre sus pasos para seguir en la cocina.
No me quedó más alternativa que resignarme, me quedé con la pija parada como un mástil viendo como cocinaba, tras una corta, pero eterna espera, sirvió la comida. Tras la comida, vino de por medio, charlamos un rato de la vida, de mi viaje, de mi futuro, entre tantas otras cosas hasta que pronunció la frase que tanto estaba esperando… “Bueno, ya almorzamos… ahora viene lo prometido… ¿Estás listo para el postre?”
No había terminado de decir la frase que ya tenía la pija al palo nuevamente, se lo hice notar en menos de un segundo, corriéndome hacia atrás y mostrándole la poronga, ya sin bóxer, a punto de explotar.
Caminó los pasos que nos separaban de una punta a la otra de la pequeña mesa como si fuera una perra en celos, puedo asegurar que la tierra se quebraba en cada paso. Se había quitado el delantal, por lo cual podía ver el movimiento de esas tetas en cada paso que daba, sus pezones ya se notaban duros como piedras, la parte delantera de esa diminuta tanga se perdía por completo adentro de su ya jugosa concha, por lo que sus carnosos y deliciosos labios vaginales salían por los costados dando una vista impresionante. Llegó a mi lado, cruzó su pierna por sobre la mía sentándose completamente arriba de mi poronga, se acomodó un poco quedando de frente a mi, acercó su cara a la mía y me encajó un beso apasionado que me dejó sin aire, su lengua recorría mi boca, chocaba con la mía, me mordía los labios, se separaba y nuevamente me comía la boca, me corría suavemente toda su cola entangada por la pija. Su actitud era distinta realmente, parecía otra mina, estaba volviéndome loco, por primera vez estaba casi al borde de acabar sin ella haberme siquiera tocado.
El comedor estaba en silencio, se escuchaban solamente el sonido de nuestros besos y un leve chillido que hacía la silla con sus movimientos.
Me soltó el cuello, me miró a los ojos, bajó su mano y sin cambiar de posición corrió su tanga y pude sentir como esa concha completamente empapada se comía mi pija hasta el fondo en un segundo.
Comenzó a subir y bajar primero lento, para luego aumentar el ritmo frenéticamente, sus gritos nuevamente comenzaron a invadir todo el espacio.
Mis manos acompañaban su cabalgada, ver el movimiento de esas tetas era mágico, no podía aguantar la tentación, así que me acercaba y en cuanto podía le pasaba la lengua o se las chupaba, las apretaba con mi mano entera o le pellizcaba los pezones, cosas que sabía que a la flaca la hacían delirar.
No disminuía ni un poco su ritmo, el sonido que emitía la silla parecía ser uno solo constante, estaba por romperse y nada parecía importarle a la flaca, yo estaba al borde de explotar, rara vez aguantaba tan poco, pero la flaca con su nuevo look y actitud me puso al palo, pero a diferencia de todas las veces anteriores en las que estaba por acabar, la flaca en vez de salir para recibir la leche en su boca, tetas o su cola, seguía manteniendo el ritmo, ante esto le hice saber que estaba a punto de acabar, pero aceleró aún más por lo que no pude resistir y le llené la concha de leche.
Por primera vez había acabado adentro de ella, llenándole esa hermosa conchita bien llena de leche, eso a ella pareció también calentarla ya que mientras mi pija latía adentro de su concha liberando los últimos chorros, ella largó un grito y se puso tensa mientras que se retorcía, lo que me mostraba que habíamos acabado juntos, al mismo tiempo.
Mi calentura no bajaba, a pesar de haber acabado mi pija no aflojaba ni un poco, me recordaba a aquella primera vez con ella en lo que me pasó lo mismo, la flaca era mejor que el viagra, y tenía que aprovechar eso.
Su cabeza estaba apoyada arriba de mi hombro, siempre que ella acababa quedaba en una especie de relax total durante unos minutos, pero esta vez estaba demasiado caliente como para esperar. La alcé a upa, la llevé contra la barra, la senté al borde, saqué su tanga tan rápido como pude, quedándome su hermosa concha a disposición, apunté mi pija y se la clavé hasta el fondo.
Comencé a bombearle esa concha como loco, no tardó mucho en reaccionar y salir de su estado de relajación para volver a suspirar y agitar su respiración. Me fascinaba ver la cara de placer de la flaca completamente entregada, sentía su concha latir en mi pija, sus juegos nuevamente salían a borbotones y los gritos rompían con el silencio que había en la casa y el barrio.
Nuevamente comenzó a contraerse, su concha parecía succionar mi pija y un grito frenético sentenció que en tan solo minutos ya había robado su segundo orgasmo.
Siendo honesto, era la primera vez que no le daba a tiempo a recuperarse “por completo” tras acabar, por lo que era nuevo el hecho de que terminé tan rápidamente.
Mi pija aún seguía intacta, tras la primer acabada iba a ser un poco más difícil llegar a mi segundo orgasmo.
Me separé de ella, me senté en la silla y me dediqué a observarla unos minutos, cada vez me parecía más irreal tenerla así, desnuda, transpirada, abierta de piernas acostada en la barra regalándome una hermosa visión de esa concha completamente depilada, ya abierta, de labios salidos y gruesos completamente empapada. Era irreal pensar que hace sólo meses nuestra relación era casi de madre a hijo y ahora la tenía así.
Pensaba en mi viaje a Brasil, realmente sentía que iba a extrañar a la flaca, el sexo con ella era algo hasta este punto en mi vida único, donde cada día me sorprendía un poco mas.
Mientras pensaba me perdí en mis adentros y no noté que la flaca estaba mirándome fijo con sus ojos claros, salí de la especie de trance y con su mano me indicó que la siga.
Llegamos a su habitación, una vez adentro me tomó de la mano y me tiró arriba de la cama, se subió arriba mio y me abrazó al tiempo que nuevamente me comía la boca con sus típicos besos profundos y apasionados.
— ¿Me vas a extrañar aunque sea un poquito?
— Yo creo que te voy a extrañar un poquito mucho.
— No sé como voy a hacer para calmar ésto que generás — al tiempo que tocaba suavemente su concha.
— ¿Y yo para calmar esto? — mientras movía mi pija para que sienta lo dura que estaba.
— ¿Valió la pena esperar al postre?
— Yo todavía no probé el postre.
Y tras decir eso la corrí a un costado y bajé lentamente hasta llegar con mi boca a la altura de su concha.
— Ahora voy a probar el postre.
Comencé a chupar esa concha que tanto me gustaba, quería hacerla acabar de nuevo, pero solamente usando mi boca, estirar lo más que pueda su placer para que explote.
Comencé a jugar con mi lengua suavemente pasándola de abajo hacia arriba una y otra vez, me detenía en el centro y la clavaba lo más que podía para volver a salir y repetir la operación.
De vez en cuando seguía de largo y le pasaba la lengua por todo su cuerpo, saboreaba sus tetas, mordía sus pezones que a estas alturas estaban bien duros como piedras y volvía a su concha, sabía que eso la volvía loca y la hacía retorcer de placer.
Chupaba suavemente su botoncito, lo que generaba en ella una electricidad que le recorría todo el cuerpo. Sus suspiros me marcaban el paso y me indicaba que estaba por el camino correcto.
Tras estar unos cuantos minutos así y sentir que comenzaba a levantar la voz y respirar cada vez más fuerte decidí ir por todo.
Agarré una de las almohadas de la cama e hice que se gire para quedar con su hermosa cola hacia arriba, puse la almohada por debajo de su delgada panza dejándome a mi merced tanto su jugosa concha como su culo.
Me pareció notar su asterisco más grande que lo normal, pero no le di mayor importancia y comencé con el ataque, alternaba una y otra vez chupadas entre su culo y su concha sin parar, con mis manos apretaba esos cachetes hermosos que tenía y los abría para poder profundizar con mi lengua en su ano. Su respiración se agitaba cada vez más, metía uno y dos dedos en su concha y mientras los metía y sacaba usaba mi lengua solamente para su culo, ella se retorcía de placer y se movía para todos lados.
Sus gritos volvieron a hacerse escuchar pero se entrecortaban con sus suspiros cuando no aguantaba más de placer.
Estuve así unos cuantos minutos, cuando sentía que estaba por acabar me detenía y hacía que se demore, sabía que eso la volvía loca.
Cuando finalmente decidí terminar con su placer/sufrimiento probé hacer lo que tantas veces me negó, humedecí bien mi dedo índice, y al tiempo que le chupaba su concha se lo metí muy lentamente. Para mi sorpresa no solamente que esta vez no me detuvo para que no le penetre el culo con mi dedo, sino que sentí que entró con mucha facilidad. Ni bien mi dedo se perdió en su culo largó un gran grito y tras jugar un poco metiéndolo y sacándolo, mientras ayudaba con mi lengua jugando en su conchita, no tardó mucho en explotar en otro orgasmo, verla en esa pose, con la almohada levantandole ese hermoso ojete, sus piernas empapadas, el culito un poco abierto, era algo maravilloso.
Cuando salió de su clima de relax total vino giró y me miró a los ojos. Sus ojos tenían un fuego difícil de explicar con palabras, yo me encontraba acostado boca arriba y sin mediar palabra empezó a masajearme la pija que no tardó ni un segundo en responder a sus estímulos.
Una vez que la tenía bien parada nuevamente fue ella quien bajó a “devolverme el favor” y volví a sentir el glorioso placer de su pete.
A estas alturas ya tenía un control más que absoluto, se la tragaba entera de una sin siquiera atragantarse, se la mandaba una y otra vez, el sonido que emitía mi pija al entrar y salir de su boca era algo que va a costar olvidar.
Se la metía y antes de sacarla presionaba sus labios liberándola con un sonido tipo “sopapa” que me volvía loco.
Ayudaba su chupada con sus manos pajeándome al mismo tiempo me ensalivaba bien la pija para ayudar a la paja o la escupía, demostraba cada vez más “profesionalismo” en el arte del pete.
Usaba su lengua pasándola a lo largo y ancho de todo el tronco de mi pija, lo recorría lentamente de punta a punta y deteniéndose siempre más tiempo en la cabeza que a estas alturas brillaba.
Tomaba mis bolas entre sus manos, chupaba uno de mis huevos y lo estiraba, era una máquina de generarme placer, y así como yo le estiraba el orgasmo a ella, ella sabía muy bien que el simple hecho de verla entre mis piernas haciendo aparecer y desaparecer mi pija en su boca mientras me clavaba sus ojos claros en los míos me hacía delirar de placer, y frenaba una y otra vez justo antes de acabar.
Me tuvo así unos cuántos minutos también como venganza por habérselo hecho antes yo a ella, y una vez que no aguanté más sentí que cerró su boca con fuerza casi herméticamente y le largué todos los chorros adentro, acabé como un animal, así que tras algunos chorros noté como se le escapaba un poco de leche por la comisura de sus labios bajando por el tronco de mi pija, cosa que no tardó mucho en limpiar suavemente con su lengua.
La verdad estaba más que satisfecho, mi último día en Buenos Aires estaba siendo mejor de lo que esperaba, habíamos garchado, me hizo un pete excelente como de costumbre, chupe ese papo hermoso que tenía, no podía pedir más.
Nos abrazamos y nos quedamos un rato acostados charlando hasta que recordé que tenía algunas cosas más que terminar para el viaje. Miré el reloj de su mesita de luz, eran las 19:35hs. Como era mi costumbre y tras una buena sesión de sexo como había sido esa me levanté para pegarme una ducha.
Estaba en eso cuando escucho que la puerta del baño se abre y una mano corre la cortina.
La flaca completamente desnuda se mete delicadamente junto a mi. El espacio en la ducha no era muy grande, pero ambos entrábamos cómodamente.
La visión de esa mujer completamente mojada, con su pelo rubio oscurecido por el contacto con el agua, las gotas recorriendo sus tetas, su panza, su concha, sus piernas, era algo increíble.
— Te dije que tenía unas sorpresitas preparadas para que te lleves de recuerdo.
— Sí, pero hoy ya me llevo demasiados.
— ¿Estás seguro? Yo te preparé algo especial que siempre quisiste pero nunca obtuviste.
— No me digas que…
— Sí, me preparé estos días con un juguetito y ahora quiero sentir tu pija adentro y que me rompas el orto — la flaca nunca hablaba de esa forma.
— ¿Enserio me hablas?
— ¿Te queda alguna duda? — al tiempo que con sus manos abría sus cachetes y me mostraba el orto.
Yo había notado como que su culo estaba más abierto de lo normal y me pareció extraño el hecho de que me haya dejado penetrarla con mi dedo y aún más que haya entrado con total libertad.
Mi pija con la imagen de la flaca bajo el agua y tras la pequeña conversación ya imaginarán como estaba.
Aún no podía creerlo, el agua recorría nuestros cuerpos, ella se puso de espaldas y se tomó de la canilla de la ducha entregándome completamente su cola.
Yo no caía en que era verdad, me parecía una fantasía, tantas veces garchamos, tantas veces intenté hacerle el orto y jamás me había dejado.
Mi calentura estaba a mil, mi pija dura como una piedra, conocía a la flaca y sabía que ella también estaba caliente, en un primer momento comencé a penetrarla por su concha que como era costumbre ya estaba bien lubricada, para luego dedicarme a su culo. Estaba en un mete saca a ritmo normal, tranquilo cuando la flaca me dijo “Dale forro, rompeme el orto que estoy esperando eso hace días”. Exploté en calentura, saqué mi pija automáticamente de la concha y la flaca se acomodó un poco más levantando un poco la cola y abriéndose bien, tomé la manzanita que tenía por culo con mis manos y me abrí paso para que entre la pija. Su ano comenzó a ceder lentamente, al parecer no era muy pequeño el “juguetito” con el que practicó ya que había hecho sexo anal con una de mis novias primerizas por el orto y no me había resultado tan fácil.
Poco a poco mi pija ganó terreno y ya estaba completamente adentro. Así mismo se sentía apretado, comencé a jugar con su culo disfrutando cada segundo, se la metía y se la sacaba lentamente sintiendo bien ese culo comerse mi pija.
La flaca estaba caliente, gemía y empezó a pedirme que le rompa el culo más rápido, que quería ella también llevarse el recuerdo.
Sus deseos fueron órdenes y aumenté el ritmo tanto como pude, la embestía con furia, con fuerza, mi pija ya entraba y salía como si nada, el sonido de mi pelvis chocando con su cola mientras el agua nos mojaba resonaba en el baño.
La flaca gritaba cada vez más, y yo no iba a aguantar mucho. Disminuí un poco el ritmo pegándole fuertes embestidas mientras noté que la flaca tenía una mano masajeando su clítoris.
Minutos más tarde no pude aguantar más, exploté llenándole el culo de leche, mientras que la flaca al sentir esto y estar masajeándose su concha acabó junto conmigo.
La tuve que tomar de la cintura porque vi como sus piernas temblaban y parecía que iba a caer.
Nos quedamos un rato bajo la ducha y me ayudó a terminar de bañarme pasándome el jabón por el cuerpo.
Salió ella primero de la ducha y luego yo, nos cambiamos y ya eran casi las 21:30hs, por lo que era momento de despedirse.
Un poco de tristeza y melancolía recorría mi ser, realmente apreciaba mucho a la flaca, pero tenía que dar un paso hacia el futuro.
Conversamos un poco, la calentura había bajado y los ánimos también, nos fundimos en un largo beso de despedida, como si no fuéramos a vernos nunca más.
Me fui a mi casa, un poco triste como dije, pero feliz por el día que había pasado y por el tiempo que había garchado a semejante mujer.
Terminé de armar mis cosas y me fui a dormir.
Al otro día temprano como habíamos acordado Martín estaba con su auto tocando bocina para llevarme al aeropuerto. Llegamos a tiempo y la hora de irme había llegado, tras la típica despedida, alguna que otra lágrima tanto de parte mía como de mis hermanos y madre y tras un abrazo con mi hermano de vida Martín empecé a caminar hacia el lugar para subir finalmente al avión.
En ese instante siento que suena mi celular, lo saco de mi bolsillo y veo que era un mensaje de Whatsapp, abro el mensaje…
Imagen de modo ilustrativo, no es la personal real.
Fin del post, espero que les haya gustado la "primer temporada" de "Me garché a la mamá de mi mejor amigo", próximamente el retorno de Maxi!!.
Recuerden que la imagen es sólo a modo ilustrativo para que no se preste a la confusión.
Saludos y hasta la próxima
15 comentarios - Me garché a la mamá de mi mejor amigo [Parte 5]
Gracias x la buena onda!
Espero con ansias la "segunda temporada"
Gracias por el comentario y la onda! Próximamente algún relato habrá!