Esta es la historia de Gabriela, una diosa de 25 años que tiene muchas ganas de contarnos su vida repleta de hombres, amigos, engaños y muchas anécdotas sexuales. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…
Capítulo 15: Una navidad triple X
Diciembre llegó con los exámenes. Eloy, Guillermina, Ramiro, Manuela, Germán y yo armamos un grupo de estudio bastante sólido y todas las tardes nos juntábamos a practicar ejercicios o leer algo de teoría para poder rendir. A las noches, comíamos casi siempre juntos y después seguíamos practicando hasta que cada uno e volvía a su casa. Casi todas las noches yo terminaba en la casa de mi novio, y casi todas las noches el sexo violento se hacía presente en la cama.
Terminados los exámenes Andrea propuso una reunión entre todas las chicas y los novios de cada una. Fue un encuentro bastante raro. Florencia llegó con Guillermo y Ailín con Santiago, pero Daniela no fue con Gerardo porque esa noche estaba ocupado. Cuando llegué con Eloy, Flavia me miró con odio y enseguida pensé que algo malo iba a pasar. Pero por suerte Juan Carlos, el chico con el que Andrea salía, vino a rescatarlo y se lo llevó con el resto de los hombres. En ese momento Flavia me alejó de las chicas para hablar. Paola al ver esto trató de rescatarme, pero con una señal de los ojos le dije que se quedara ahí. Una vez que estuvimos las dos solas en el comedor empezó a hablar:
- Sigo enojada con vos.- Me dijo directamente.- Te cogiste a mi ex novio y no me importa si él te drogó o si estabas en pedo. Te lo cogiste y punto.- Se quedó callada unos segundos, pero decidí dejarla que termine de hablar.- Pero a pesar de eso viniste y me lo contaste a los dos días. Fermín te ganó de mano, pero vos eso no lo sabías. Y valoro mucho eso.- Las lágrimas empezaron a salir de sus ojos.- No me voy a olvidar de esto así nomás. Pero tampoco me voy a olvidar de cómo vos te hiciste a un lado cuando yo te conté que él me gustaba y como le dejaste de hablar para que él estuviera conmigo.- Yo la miraba fijo, quería hablar pero sabía que ella todavía tenía algo más para decirme.- No me gusta estar peleada con vos…
- Fla, no tengo palabras para pedirte perdón.- La interrumpí ya que ella había empezado a llorar y no pudo seguir hablando.- Y se que no es justificativo lo que te dije en su momento. Y me arrepiento muchísimo de lo que hice.- La abracé.- Sos una de mis mejores amiga y no te quiero perder. Mucho menos por ese pelotudo.
Ella río entre llantos y me devolvió el abrazo. Florencia y Daiana entraron justo y al ver la situación vinieron a abrazarnos. Las dos nos largamos a llorar más fuerte, pero al terminar la noche sabíamos que el tiempo iba a sanar la herida y que lo íbamos a hacer juntas. Ese día volvimos (de a poquito) a estar juntas una con la otra.
Se venían las fiesta y la familia se juntaba. Era casi una tradición ir a comer a lo de mi abuela para Navidad y ese año no iba a ser la excepción. Cintia iba a ir con Emanuel, lo cual generó algo de presión en Julián y en mi, ya que los dos recién empezábamos una relación. Como él no estaba de novio con Luciana y hacia menos de dos meses que se veían, decidió que ella no fuera, pero yo lo invité a Eloy, teniendo en cuenta que él se quedaba solo si no venía conmigo.
El resto de mi familia lo conoció y lo aceptó tan bien como lo habían hecho con el novio de mi hermana. La comida, los regalos y el brindis fueron parte de una noche alegre y divertida en familia. Cuando nos volvimos, a eso de las 3 de la mañana, Eloy me pupuso quedarme en su casa y yo acepté. Lo que no sabía es que arriba, en su departamento, me esperaba una sorpresa. Subimos dándonos unos besos en el ascensor y cuando entramos a la pieza, me dejó sorprendida.
De la cama colgaban las dos esposas que habíamos usado la otra vez, en el medio había un pañuelo negro y al lado un bozal erótico con una pelota negra en el medio y del otro lado un gel lubricante. Lo miré con una sonrisa pícara y después de darle un beso comencé a desvestirme. “¿Vas a usar todo eso conmigo?” le pregunté mientras me sacaba el pantalón de espaldas a él y le mostraba mi colita. “Sí” me respondió desvistiéndose. Me acosté en la cama y estiré los brazos dejando que me los esposara a los bordes de la cama. Después me tapó los ojos con el pañuelo y por último me obligó a abrir la boca para ponerme el bozal. Yo no veía nada, todo quedaba en los otros sentidos.
Esperé unos segundos acostada hasta que sentí su mano sobre mi panza y después su boca en mis tetas. Comenzó pasándole la lengua bien despacito por cada una y besando suavemente los pezones. “Hoy no vas a ser mi esclava” me dijo al oído. “Pero hoy quiero que te concentres en el tacto” agregó pasando su mano suavemente por mi cara, mi cuello y mi pecho. Estaba acostado al lado mío, lo podía sentir. Sus besos en mi pecho y su mano en mi cintura se movían bien despacio, bien suave.
Se alejó por unos segundos, pero volvió entre mis piernas y el placer llegó instantáneamente. Su lengua comenzó a pasar por mi concha, lamiéndola de arriba hacia abajo con fuerza. De a poquito fue metiéndole velocidad y sentía como su lengüita mojaba todo mi cuerpo. La satisfacción de tenerlo ahí me invadió y mis gemidos ahogados por el bozal comenzaron a llegar. Esa noche no había ley de silencio, por lo que no me dijo nada, de hecho parecía emocionado de mis intentos de gritar y comenzó a chuparme más rápido y a meterme un dedito por la concha.
Después de un rato se arrodilló, levantó mis piernas y empezó a cogerme. Su pija entró en mi concha y con mis piernas levantadas fue dándome placer mientras la metía y la sacaba bien rápido. “Mmm mmm” gemía yo con la boca tapada, él me daba cada vez más fuerte. Su pija entraba y salía por completo de mi cuerpo, invadiéndome una satisfacción pura cada vez que lo hacía. Todo el placer se concentraba ahí abajo. Cada penetración era más placentera que la otra.
Eloy me sacó la pija, se sentó sobre mi panza y segundos más tarde sentí como una gran cantidad de leche bien calentita caía sobre mis tetas. Una ola de calor me invadió todo el cuerpo y llegué a un orgasmo divino escupiendo el bozal que terminó alrededor de mi cuello.
- ¡Ay mi amor! No podés hacerme acaba así.- Le dije totalmente satisfecha.
- Tranquila bebota.- Me dijo él levantándose y alejándose de mí.- Recién estamos empezando.
Volvió a la cama y nuevamente se arrodilló entre mis piernas. “Levantalas” me dijo y llevé las rodillas hasta mi pecho. Unos segundos de espera y momentos después sentí un líquido caliente sobre mi cola, era el gel lubricante que había visto antes. Despacito comenzó a esparcirlo por el culito y de a poco fue metiendo los dedos. Cuando me di cuenta tenía tres adentro de mi cola. Eloy me fue cogiendo con la mano hasta que tuve el agujero bien abierto y pudo meter la pija sin problemas.
Apoyé mis piernas en sus hombros y sentí como me penetraba por detrás. Ya lo habíamos hecho muchísimas veces, sin embargo no dejaba de sorprenderme el placer enorme que sentía la primera vez que entraba. Una vez acomodados, comenzó a darme bien duro. Levantaba su cintura casi hasta que estuviese toda afuera y entraba con un golpe fuerte hasta que su pelvis tocaba mi cola. “¡Ay sí!” gritaba yo cada vez que lo hacía. Mis manos atadas, mis ojos vendados, el bozal que ahora estaba en mi cuello, mis tetas y pecho llenos de su semen y su hermosa pija en mi culo eran una combinación tremenda. No podía parar de gritar, me volvía loca cada vez que me hacia la cola, me daba mucho placer.
Un orgasmo inmenso llegó minutos más tarde y un gemido de alivio le siguió. Él se calentó tanto con eso que me sacó la pija del culo, me abrió las piernas y lanzó nuevamente un chorro de leche que terminó sobre mi panza. “¡Ay Eloy sí!” le dije yo sintiendo como caía por mi cintura. “Como me gusta tu lechita” agregué para quedar más como putita. Él volvió a levantarme las piernas y nuevamente sentí su pija sobre mi cola. Parecía que aun había más para mi.
No sé cuánto tiempo estuvo cogiéndome así, pero acabé tantas veces que perdí la cuenta. Cada pijazo que recibía bien a fondo era un orgasmo. Sentía como un líquido caliente salía de mi concha y resbalaba hacia la puerta de mi culito lubricando más y más su pija. Su leche calentita sobre mis tetas y mi panza me volvían loca. No paraba de gritar y de gemir como una desquiciada. “¡Damela toda!” le pedía entre jadeos “¡Cogeme, dale!”. Él no paraba de darme placer, cogiéndome cada vez más y más fuerte.
Por tercera vez me la sacó de adentro y ya sabía lo que se avecinaba. Sentí como se arrodilló al lado de mi cabeza y abrí bien grande la boca y saqué la lengua esperando que él acabara una vez más. Su lechita salió disparada y me llenó la lengua y la cara. Me tragué la que pude y relamí el resto. “Mmm que rica leche” le dije una vez más pasando mi lengua por mis labios.
Eloy se paró y sentí el ruido de una cámara de celular cuando sacan una foto. “Ojo lo que haces con eso” le dije en tono amenazador. “Shhh” me calló él, pero al ver mi cara de enojo agregó “No se las voy a mandar a nadie, solo quiero que veas lo linda que quedaste”. Me levantó las piernas y escuché como le sacaba fotos a mi culito bien abierto. Al final me desató y me mostró las imágenes que había capturado y me sorprendí lo puta que había sido esa noche, toda bañada en su leche, con el culo bien abierto, bien cogido. Me generó un morbo tremendo que me calentó toda.
- Vamos a la ducha.- Le dije estirándole la mano.- Me limpio un poco y después me seguís haciendo lo que quieras. ¿Dale?
El me dio la mano y se dejó llevar.
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