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Una diosa. Capítulo 14

Una diosa. Capítulo 14

Esta es la historia de Gabriela, una diosa de 25 años que tiene muchas ganas de contarnos su vida repleta de hombres, amigos, engaños y muchas anécdotas sexuales. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…


Capítulo 14: Besos que matan
La noticia de mi noviazgo con Eloy se expandió como agua al día siguiente. Cuando fuimos a desayunar le conté a mis viejos los cuales se emocionaron mucho ya que se habían quedado encantados con él. Julián, mi hermano, que era bastante celoso de nosotras, pareció aceptarlo bastante bien en ese momento, lo que no sabíamos en ese entonces era que él estaba saliendo con Luciana, una chica de 18 años, por lo que aceptó mi noviazgo para no tener problemas más adelante. Las chicas de la secundaria también parecían emocionadas, en especial cuando a los dos días Gerardo le propuso a Daiana ser su novia y de repente las dos entrabamos en una relación. La que no estaba para nada contenta era Flavia, que todavía seguía enojada por Fermín, pero se limitó a no decir nada.
En la facultad la noticia también generó algo de revuelo, más que nada sobre Lautaro que definitivamente estaba celoso. “Lo mío con él fue de una noche y porque él lo quiso así” me excusé con Guillermina que estaba totalmente de acuerdo conmigo. La primer salida de parejas no tardó en llegar cuando ella y Ramiro, nos invitaron a tomar algo a los dos un sábado a la noche. La presión cayó sobre Germán y Manuela cuando empezamos a hacer chiste sobre que ellos dos deberían empezar a salir. Lo que no sabíamos es que ella estaba perdidamente enamorada de él. Pero nunca se le iba a dar.

En cuanto al sexo con Eloy, era muy variado. Él me había confesado que le gustaba mucho practicar el sado, atar, dominar, pegar (siempre con límites) e insultar. Para no irnos de tema habíamos puesto algunos límites y dado que a mi de vez en cuando me gustaba tener una noche tranquila de sexo, habíamos acordado que no siempre íbamos a irnos por la rama de lo violento, pero nos era muy difícil controlarlo. Empezábamos tranquilos, sin embargo terminábamos de manera violenta, con alguno de los dos teniendo el poder y el otro siendo una especie de esclavo sexual. Al fin y al cabo me terminaba gustando lo que hacíamos y de a poco empezaba a disfrutarlo cada vez más.

- El otro día me tapó los ojos con uno de mis pañuelos y me cogió como loco.- Le conté a Paola un viernes a la tarde que nos juntamos con alguna de las chicas a tomar algo.
Después de la pelea entre las chicas del grupo la que más se había puesto de mi lado había sido ella, es por eso que se había convertido en mi mejor amiga y mi nueva fuente de confesiones. Ella también se empezaba a abrir cada vez más conmigo y sobre todo con los chicos en general, ya que se encontraba en una disputa por dos compañeros de la facultad con los que no paraba de acostarse. “Estoy con uno y me mando mensajes con el otro para arreglar cuando nos vemos” me contó mientras en la otra punta de la mesa Flavia y Florencia cuchicheaban entre ellas.

Noviembre llegó y para festejar el primer mes con Eloy nos fuimos a un telo a las afueras de la ciudad. Él entró al baño con su mochila y cuando salió tenía una cadena en las manos y un bóxer de cuero con un cierra en el medio. Esa noche fui su esclava al máximo y mientras me cogía como lo había hecho la noche de mi cumpleaños, puso la cadena en mi boca y la tiró hacia atrás haciendo que mi cabeza se levantara. Los trajes, los roles y los accesorios se hacían cada vez más comunes en el sexo.
A mi me costaba un poco más tomar el control en la cama, todavía no había llegado a dominar de la misma manera que él lo había hecho. Me costaba mucho tomar el control al 100% y las pocas veces que empezaba haciéndome la mala, terminaba dándole a elegir pose o donde quería acabarme, arruinando de cierta forma el control. “Ponete más en el papel de dominadora” me aconsejó Pao esa tarde cuando le conté este problema. “Él seguro te va a tener paciencia con ese tema, pero por ahí quiere que vos domines desde principio a fin. De última atalo, cosa de que no pueda hacer nada y vos tengas que hacer todo” me dijo después dándome una excelente idea.

El último fin de semana de Noviembre decidimos tomarnos una noche de relax del estudio y salimos a tomar algo a un bar sobre la costa. Como esa noche yo me quedaba a dormir en su departamento, me llevé una mochila con algo de ropa para cambiarme. Lo que él no sabía es que adentro de la mochila tenía algunas cosas para usar esa noche.
Llegamos a su casa y después de dar algunas vueltas nos acostamos sobre la cama en cucharita. Eloy empezó acariciándome el brazo mientras hablábamos un poco sobre distintos temas que habían surgido durante la cena. Pero de a poco las caricias se fueron convirtiendo en besos. Comenzó detrás de la oreja y despacito fue bajando hasta el cuello. Sus manos pasaron de mis hombros hasta mis dedos y los abrí para que él pudiera entrelazar los suyos. Me encantaba cuando me besaba todo el cuerpo. Su boca pasó a la espalda y me fue levantando la remera para poder seguir bajando de a poquito. Cuando llegó a la cintura, yo ya estaba totalmente caliente.
- ¡Ay amor, como me gustan tus besos!- Le dije disfrutando de sus labios por todo mi cuerpo.
Él subió hasta mi cuello nuevamente y acercándose a mi oído me dijo:
- Que sea lo último que decís. Esta noche vas a ser mi esclava y te quiero bien calladita.
Pero eso no estaba de acuerdo con lo que tenía planeado. Me di vuelta rápido y lo empujé hacia un costado dejándolo boca arriba. Me subí bien rápido encima de su cintura y con las manos atrapé las suyas para que no se pudiera mover. Lo miré con una sonrisa algo diabólica y su cara de sorpresa me volvió loca. Bajé el cuerpo hasta quedar cara a cara con él.
- Esta noche, la esclava se va a revelar ante el dueño.- Le dije y vi como una sonrisa aparecía en su cara.- Y más vale que el dueño se quede bien calladito sino la esclava se va a enojar mucho.- Agregué para dejarle bien claro quién tenía el poder.
Me levanté y fui hasta mi mochila, la abrí y saqué unos pañuelos y unas esposas que había comprado esa misma tarde. Cuando se las mostré el parecía sorprendido, pero su sonrisa se acentuó aún más y estiró los brazos para que pudiera esposarlo a las columnas de la cama. Primero una muñeca y después la otra. Volví a sentarme sobre su cintura y lo miré con deseo. Pasé uno de los pañuelos por todo su cuerpo y le envolví la cara hasta taparle la boca para que no pudiera hablar. Hice lo mismo con el otro pañuelo, pero con este le tapé los ojos. Así estaba, con las manos atadas a cada borde de la cama y con la boca y los ojos tapados por unos pañuelos míos.
- Ahora quiero que te quedes bien quietito y calladito.- Le dije con voz dominante.- Sino…
Y como no se me ocurrió nada que decirle le pegué un cachetazo en la cara. A pesar del pañuelo pude ver una sonrisa en su boca.
Me terminé de desvestir y cuando estuve desnuda subí hasta su pecho y agaché mi cuerpo para apoyarle las tetas sobre el rostro. Las moví suave de un lado a otro y después de arriba hacia abajo. Giré la cabeza y pude ver como su bóxer empezaba a crecer mostrando una linda erección. Mi conchita, que estaba sobre su abdomen, comenzaba a mojarse. Despacito fui bajando por todo su cuerpo, pasándole la lengua por los brazos, los hombros, el cuello, el pecho y por último la panza. Le bajé el bóxer de una y vi como su pija estaba totalmente dura.
- ¿Qué pasa amo? ¿Te pone muy duro lo que hago?- Le pregunté. Pero sabía que no iba a obtener respuesta, él tenía que quedarse callado.
Comencé a pajearlo suavemente y después me metí esa rica pija en la boca. Empecé a chupársela despacito, pasándole los labios suavemente por todo el cuerpo hasta el cuello. Cuando llegaba a la cabeza me detenía sobre el frenillo y le pasaba suavecito la lengua. Él gemía de placer, pero sus suspiros quedaban tapados por el pañuelo. “Calladito” le dije yo tratando de demostrar nuevamente autoridad. Seguí chupándosela, pero esta vez me la metí totalmente en la boca y mientras lo pajeaba se la mamaba con muchas ganas. ¡Como me gusta tener esa pija en mi boca!
Se me ocurrió ir un poco más allá y bajé hasta sus huevos para lamérselos como si fuesen un helado. Pero mi idea era ir más allá y cuando llegué a su culito él levantó las piernas para entregarse por completo. Despacito al principio, rápido después, fui pasándole la lengua por toda la cola, yendo desde su culo hasta sus huevos. Nuevamente Eloy no pudo contener suspiros de placer. “Callate te dije” le ordené una vez más, pero esta vez me animé a meterle un buen chirlo para demostrarle mi autoridad. Como no se lo esperaba pegó un grito de sorpresa, a lo que le vino nuevamente un chirlo el cual aceptó calladito.
Después de seguir jugando con mi boca y mi lengua sobre su cuerpo decidí montarlo. Me senté sobre esa pija divina y gordita, haciendo que entrara toda en mi concha. El placer fue casi inmediato y comencé a moverme bien rápido cabalgando su cuerpo. Tenía el poder absoluto y me encantaba. Eloy estaba con los ojos y la boca tapada, las manos atadas y totalmente entregado a mi. Yo apoyé mis manos sobre su pecho bien fuerte mientras me lo cogía moviendo la cintura lo más rápido que podía hacia adelante y hacia atrás. Él volvió a los gemidos y a pesar de que lo callé dos veces no paraba. Así que tomé el control nuevamente con un buen sopapo que lo dejó en silencio por un rato.
Me di vuelta un tiempo después y mis manos se trasladaron hasta sus tobillos tomando así el control de sus piernas. Movía la cola hacia arriba y hacia abajo, sintiendo como su pija entraba y salía de mi concha provocándome un orgasmo atrás de otro. No se cuantas veces acabé en esos minutos, pero el placer no se iba de mi. En cuestión de segundos me transforme de una novia dominante a una loba caliente que no podía parar de cogerse a su novio.
Al final me levanté y me coloqué como al principio, a la altura de su pija, y empecé a pajearlo bien rápido. La leche no tardó en salir como si fuese una fuente, bañándose él mismo y toda mi cara en semen. Una vez que terminó de acabar, le pasé la lengua por todo el cuerpo lamiendo cada gotita que había quedado.
Me fui a limpiar y cuando volví lo desaté y le saqué los pañuelos. “¡Excelente mi amor!” me dijo él dándome un beso. Estaba muy contento con la forma en la que me había soltado. Volvimos a ponernos en cucharita y nuevamente sus labios se posaron en mi cuello y después en mi espalda.
- Tu amo quedó más que contento con lo que le hiciste.- Me dijo al oído.- Pero está enojado porque no le gusta cuando su esclava no le obedece.- Agregó agarrándome bien fuerte las muñecas.
Después se montó sobre mi cuerpo y sentí como su pija empezaba a ponerse dura sobre mi cola.

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2 comentarios - Una diosa. Capítulo 14

FannyLeonTrejo +1
Excelente relato! Como siempre super caliente. Ademas me diste ideas para usar con mi novio... 😉
HistoriasDe
Me alegra que te haya dado ideas! Espero que se diviertan juntos 😉