Todo comenzó al año
pasado cuando estuvimos contactando algunas parejas para poder hacer algún
intercambio. Conocimos una pareja muy atractiva en la que ambos resultaron
ser muy agradables pero ella decidió no continuar a mayores. Por
diversas circunstancias, él y yo volvimos a coincidir y le platiqué
sobre lo mucho que le excitaba a mi esposa el hacer el amor con dos hombres
a la vez. A él le agradó la idea y me propuso que lo comentara
con ella para que, en caso de que mi esposa aceptara, nos pudiéramos
poner en contacto para vernos y poder estar juntos los tres.
Pasaron varios meses y un día,
mientras hacíamos el amor mi esposa y yo, le comenté que
me gustaría verla hacerle el amor junto con otro hombre ya que quería
que gozara al máximo con dos vergas para ella sola. La sola idea
la puso extraordinariamente cachonda y me regaló un orgasmo delicioso.
Después de esa deliciosa sesión de sexo, al comentar con
ella sobre la posibilidad de un trío, me respondía que tenía
ciertas dudas ya que involucrar a otro hombre en la relación podría
ser arriesgado en caso de que él se involucrara sentimentalmente
con ella.
Pasó el tiempo y comenté
esto con mi amigo llegado a la conclusión de que la mejor manera
era que él mismo platicara con ella y la convenciera de que sus
temores con él eran infundados. Un día, mientras hacíamos
las compras, sonó el celular de ella y era él. Ella inmediatamente
se puso colorada y le cambió el tono de voz. Después de varios
minutos en los que no sé qué tanto hablaron, ella colgó
y me sonrió de una manera muy especial. Le pregunté quien
había sido y me dijo que Manuel. Me platicó someramente que
le comentó sus fantasías así como sus dudas y él,
de manera honesta y galante, le demostró que solamente quería
hacerle pasar un momento muy agradable y ayudar a cumplir su fantasía.
Esa noche hicimos el amor y por
primera vez fantaseamos poniéndole nombre al otro hombre que penetraba
y hacía gozar a mi mujer en nuestras mentes. Ella tuvo no sé
cuantos orgasmos soñando con esa otra verga dentro de ella.
Así pasaron los días
y por fin pudimos hacer posible su fantasía. Nos pusimos de acuerdo
para vernos a comer y llegamos al restorán antes que él.
Al poco rato llegó Manuel vestido con una chamarra de piel y a mi
esposa se le salían los ojos del gusto. Platicamos, comimos, y entramos
en confianza. Comentamos sobre nuestros gustos íntimos y decidimos
irnos a nuestra casa.
Llegamos y le ofrecí una
cerveza y yo tomé otra. Mi esposa estaba completamente excitada
pero muy nerviosa. El le hacía preguntas pero ella sólo sonreía.
Me senté junto a ella y la empecé a acariciar diciéndole
a Manuel que ella es un poco recatada en cuanto al cachondeo verbal se
refiere, pero que una vez desnuda y haciendo el amor, es toda fogosidad
y pasión.
El se sentó del otro lado
de ella y le empecé a acariciar los pechos. Le levanté la
blusa y pasé mis manos sobre sus pezones. Ella solamente suspiraba
y cerraba los ojos. Él le abrió el sostén y empezó
a mamar sus pechos mientras yo desabotonaba su pantalón y le metía
los dedos en el coño. Fue enorme mi sorpresa al encontrar que sus
jugos rebosaban mojando completamente sus bragas y chorreando hasta su
culo. Me agaché y mientras me masturbaba, me metí su pezón
libre en la boca mientras Manuel mamaba deliciosamente su otro pezón;
ella gemía y su cuerpo temblaba como hoja. Le quité la blusa
y ella empezó a masturbarlo sobre el pantalón abriendo el
cierre y sacando una verga dura y parada como a ella le gustan. Al principio
solamente la masturbaba y después de besarla, la empujé ligeramente
para que se animara y se metiera esa rica verga en la boca. Ella me volteó
a ver con una sonrisa indefinida y fue el último vestigio de pudor
que tuvo durante la tarde. Me encantó ver como empezó a devorar
esa verga mientras le acariciaba los huevos. Su boca tragaba la verga de
Manuel casi hasta los huevos y le arrancaba gemidos de placer. La terminé
de desvestir mientras ella lo ayudaba a él y, una vez desnudos,
volvió a tragarse esa enorme verga mientras yo terminaba de desvestirme
y le masturbaba el coño y me lo comía. Le dije a ella que
si quería que se la metiera a lo cual, solamente respondió
sentándose sobre él dándole la espalda y metiéndose
toda esa verga hasta adentro, habiéndose puesto él un preservativo
previamente. Yo me puse delante de ellos (por cierto, estábamos
en la sala de mi casa por lo que ellos permanecieron en el sofá
mientras yo me senté en uno de los sillones) y observaba detenidamente
una de las imágenes más cachondas que he visto en mi vida:
Veía a mi esposa completamente de frente, sentada recargada en el
pecho de él, mientras le acariciaba los pechos; veía las
piernas de ambos completamente abiertas, especialmente las de ella, y su
coño abierto como una flor deliciosa.
Estaba completamente mojado y congestionado
y la verga de Manuel entraba y salía por completo de la intimidad
de mi esposa. Me acerqué aún más y la besé
en los labios sintiendo en su beso cachondo toda su excitación.
Le acariciaba los pechos y empecé a masturbarle el coño.
La jalé hacia mí y se levantaron quedando ella parada con
el cuerpo reclinado y él detrás de ella. Mi esposa empezó
a comerse mi verga mientras él la penetraba con fuerza desde atrás;
podía sentir los empujones de su cadera en la boca de mi esposa
al mamarme. Después de un buen rato así, les dije que se
volvieran a sentar y que ella se metiera su verga por el culo. Así
lo hizo y disfruté mucho viendo cómo ella se guiaba esa enorme
herramienta a su rico ano sentándose en él hasta tenerlo
completamente adentro. Me incliné y le mamé un poco el coño
sintiendo una humedad deliciosa en él después de haber sido
cogida. Me levanté y puse mi verga frente a su coño y traté
de metérsela. Era una posición difícil por lo que
fue muy problemático hacerla durar.
Él se levantó un momento
y fue al baño. Ella aprovechó para sentarse en mi verga y
de un solo empujón se la introdujo toda gritando y gimiendo de placer.
Manuel la había puesto extraordinariamente cachonda y sería
difícil satisfacerla completamente ese día. Mientras ella
subía y bajaba sobre mi verga, empecé a acariciarle las nalgas
y los pechos mientras la besaba y le decía lo mucho que me gustaba
verla así de caliente. Ella sólo gemía y paraba más
sus nalgas para que le metiera los dedos en el culo abierto por la verga
de su amante. Le pregunté qué quería hacer y me pidió
que Manuel le metiera la verga sin condón, ya que quería
sentir todo su semen llenando su coño caliente. En eso él
se acercó a nosotros y ella, sin salirse de mi verga, se metió
todo su pene en la boca dándole una mamada de campeonato a escasos
centímetros de mí. Se fue girando hasta quedar de lado, posición
en la cual le podía meter los dedos en el culo hasta adentro y ella
se fue tragando aún más esa verga hasta llegar casi a sus
huevos. La levanté y vi como se abrazaban tiernamente mientras se
masturbaban mutuamente. Veía claramente como los dedos de cada uno
masturbaban con pasión y ternura el sexo del otro mientras se besaban
cachondamente. Ella empezó a frotarse la verga en el coño
poniéndose nuevamente muy caliente. Intentó metérselo
dentro pero de frente era un poco difícil. Yo me levanté
y la tomé por debajo de las axilas y la apoyé contra mi pecho.
Manuel solamente la levantó de la cadera y su verga entró
en su coño hasta adentro. Ella subió las piernas aún
más y recibió una cogida de antología siendo sostenida
en el aire por su esposo y por su amante al mismo tiempo.
Después de un orgasmo que
brotó de lo profundo de su garganta, les dije que nos fuéramos
a la recámara. Él iba adelante y lo siguió mi esposa.
Ella movía las caderas desnudas cachondamente y al entrar al cuarto
vi cómo ella ya se encontraba entre las piernas de él tragándose
nuevamente su verga. Me puse detrás de ella y empecé a mamar
su coño haciendo una cadena de lenguas y sexos muy rica. Ella se
fue incorporando y se sentó a horcajadas sobre de él viendo
cómo se introducía nuevamente esa verga en su coño.
Inició un movimiento de caderas de locura y sus gemidos eran música
para mis oídos y, me imagino, que para todo su amante. Ella me volteó
a ver y me pidió que le metiera la verga por el culo. Me subí
a la cama y sin mucho esfuerzo le metí mi verga de un solo empujón,
gimiendo ella de placer. Ella se movía como una posesa y sentía
que lo apretado de su esfínter me sacaría la leche en poco
tiempo. Preferí, después de otro orgasmo más de ella,
salirme de su culo y dejarlos gozar hasta que él se chorreara dentro
del coño mojado de mi mujer mientras yo me masturbaba la verga.
Ella gritaba aún más
y él se comía sus pechos y su boca mientras le acariciaba
sus nalgas arrastrándose juntos a un orgasmo de antología.
Ella se arqueó y gritó de placer mientras él se tensaba
y le llenaba el coño de leche. Veía cómo mi esposa
se movía como en espasmos para ordeñar la verga de su amante
hasta la última gota. Poco a poco se fue saliendo de él y
se acostó a su lado poniendo su coño rezumando de leche frente
a mí. Como ya he comentado en otras ocasiones, a ella le encanta
que la masturbe y le mame el coño después de que se la han
cogido por lo que ni tardo ni perezoso me metí entre sus piernas
para degustar su coño empapado. Ella empezó a excitarse nuevamente
y al tenerla al borde del orgasmo, me puso sobre ella y la clavé
la verga de un solo golpe. Su coño estaba muy abierto pero con una
textura deliciosa por toda la lubricación y el semen dentro de ella.
Era como si las paredes de su coño
fueran 10 veces más suaves y calientes que antes. Quise penetrarla
en esta posición porque esto le permitió meterse le verga
flácida de su amante en la boca para dejarla completamente limpia
de semen y de sus jugos mientras me la cogía con pasión.
Duramos así hasta que esa imagen de la verga dentro de su boca,
de sus pezones parados y sus gemidos fue demasiado y me vine dentro de
ella en orgasmo delicioso, mezclando mi semen con los jugos sexuales de
ambos. Mi verga seguía dura a pesar de haberme chorreado por lo
que me la seguí cogiendo llevándola a un último orgasmo
que resultó ser menos violento pero más profundo, después
de tanta carga sexual acumulada.
Al recuperar el aire, comentamos
sobre lo rico que había estado y él nos pidió poder
bañarse mientras nosotros nos acariciábamos en la cama. Lamentablemente
él debía retirarse por lo que no pudimos continuar esa sesión,
pero esperamos que pronto pueda repetirse.
pasado cuando estuvimos contactando algunas parejas para poder hacer algún
intercambio. Conocimos una pareja muy atractiva en la que ambos resultaron
ser muy agradables pero ella decidió no continuar a mayores. Por
diversas circunstancias, él y yo volvimos a coincidir y le platiqué
sobre lo mucho que le excitaba a mi esposa el hacer el amor con dos hombres
a la vez. A él le agradó la idea y me propuso que lo comentara
con ella para que, en caso de que mi esposa aceptara, nos pudiéramos
poner en contacto para vernos y poder estar juntos los tres.
Pasaron varios meses y un día,
mientras hacíamos el amor mi esposa y yo, le comenté que
me gustaría verla hacerle el amor junto con otro hombre ya que quería
que gozara al máximo con dos vergas para ella sola. La sola idea
la puso extraordinariamente cachonda y me regaló un orgasmo delicioso.
Después de esa deliciosa sesión de sexo, al comentar con
ella sobre la posibilidad de un trío, me respondía que tenía
ciertas dudas ya que involucrar a otro hombre en la relación podría
ser arriesgado en caso de que él se involucrara sentimentalmente
con ella.
Pasó el tiempo y comenté
esto con mi amigo llegado a la conclusión de que la mejor manera
era que él mismo platicara con ella y la convenciera de que sus
temores con él eran infundados. Un día, mientras hacíamos
las compras, sonó el celular de ella y era él. Ella inmediatamente
se puso colorada y le cambió el tono de voz. Después de varios
minutos en los que no sé qué tanto hablaron, ella colgó
y me sonrió de una manera muy especial. Le pregunté quien
había sido y me dijo que Manuel. Me platicó someramente que
le comentó sus fantasías así como sus dudas y él,
de manera honesta y galante, le demostró que solamente quería
hacerle pasar un momento muy agradable y ayudar a cumplir su fantasía.
Esa noche hicimos el amor y por
primera vez fantaseamos poniéndole nombre al otro hombre que penetraba
y hacía gozar a mi mujer en nuestras mentes. Ella tuvo no sé
cuantos orgasmos soñando con esa otra verga dentro de ella.
Así pasaron los días
y por fin pudimos hacer posible su fantasía. Nos pusimos de acuerdo
para vernos a comer y llegamos al restorán antes que él.
Al poco rato llegó Manuel vestido con una chamarra de piel y a mi
esposa se le salían los ojos del gusto. Platicamos, comimos, y entramos
en confianza. Comentamos sobre nuestros gustos íntimos y decidimos
irnos a nuestra casa.
Llegamos y le ofrecí una
cerveza y yo tomé otra. Mi esposa estaba completamente excitada
pero muy nerviosa. El le hacía preguntas pero ella sólo sonreía.
Me senté junto a ella y la empecé a acariciar diciéndole
a Manuel que ella es un poco recatada en cuanto al cachondeo verbal se
refiere, pero que una vez desnuda y haciendo el amor, es toda fogosidad
y pasión.
El se sentó del otro lado
de ella y le empecé a acariciar los pechos. Le levanté la
blusa y pasé mis manos sobre sus pezones. Ella solamente suspiraba
y cerraba los ojos. Él le abrió el sostén y empezó
a mamar sus pechos mientras yo desabotonaba su pantalón y le metía
los dedos en el coño. Fue enorme mi sorpresa al encontrar que sus
jugos rebosaban mojando completamente sus bragas y chorreando hasta su
culo. Me agaché y mientras me masturbaba, me metí su pezón
libre en la boca mientras Manuel mamaba deliciosamente su otro pezón;
ella gemía y su cuerpo temblaba como hoja. Le quité la blusa
y ella empezó a masturbarlo sobre el pantalón abriendo el
cierre y sacando una verga dura y parada como a ella le gustan. Al principio
solamente la masturbaba y después de besarla, la empujé ligeramente
para que se animara y se metiera esa rica verga en la boca. Ella me volteó
a ver con una sonrisa indefinida y fue el último vestigio de pudor
que tuvo durante la tarde. Me encantó ver como empezó a devorar
esa verga mientras le acariciaba los huevos. Su boca tragaba la verga de
Manuel casi hasta los huevos y le arrancaba gemidos de placer. La terminé
de desvestir mientras ella lo ayudaba a él y, una vez desnudos,
volvió a tragarse esa enorme verga mientras yo terminaba de desvestirme
y le masturbaba el coño y me lo comía. Le dije a ella que
si quería que se la metiera a lo cual, solamente respondió
sentándose sobre él dándole la espalda y metiéndose
toda esa verga hasta adentro, habiéndose puesto él un preservativo
previamente. Yo me puse delante de ellos (por cierto, estábamos
en la sala de mi casa por lo que ellos permanecieron en el sofá
mientras yo me senté en uno de los sillones) y observaba detenidamente
una de las imágenes más cachondas que he visto en mi vida:
Veía a mi esposa completamente de frente, sentada recargada en el
pecho de él, mientras le acariciaba los pechos; veía las
piernas de ambos completamente abiertas, especialmente las de ella, y su
coño abierto como una flor deliciosa.
Estaba completamente mojado y congestionado
y la verga de Manuel entraba y salía por completo de la intimidad
de mi esposa. Me acerqué aún más y la besé
en los labios sintiendo en su beso cachondo toda su excitación.
Le acariciaba los pechos y empecé a masturbarle el coño.
La jalé hacia mí y se levantaron quedando ella parada con
el cuerpo reclinado y él detrás de ella. Mi esposa empezó
a comerse mi verga mientras él la penetraba con fuerza desde atrás;
podía sentir los empujones de su cadera en la boca de mi esposa
al mamarme. Después de un buen rato así, les dije que se
volvieran a sentar y que ella se metiera su verga por el culo. Así
lo hizo y disfruté mucho viendo cómo ella se guiaba esa enorme
herramienta a su rico ano sentándose en él hasta tenerlo
completamente adentro. Me incliné y le mamé un poco el coño
sintiendo una humedad deliciosa en él después de haber sido
cogida. Me levanté y puse mi verga frente a su coño y traté
de metérsela. Era una posición difícil por lo que
fue muy problemático hacerla durar.
Él se levantó un momento
y fue al baño. Ella aprovechó para sentarse en mi verga y
de un solo empujón se la introdujo toda gritando y gimiendo de placer.
Manuel la había puesto extraordinariamente cachonda y sería
difícil satisfacerla completamente ese día. Mientras ella
subía y bajaba sobre mi verga, empecé a acariciarle las nalgas
y los pechos mientras la besaba y le decía lo mucho que me gustaba
verla así de caliente. Ella sólo gemía y paraba más
sus nalgas para que le metiera los dedos en el culo abierto por la verga
de su amante. Le pregunté qué quería hacer y me pidió
que Manuel le metiera la verga sin condón, ya que quería
sentir todo su semen llenando su coño caliente. En eso él
se acercó a nosotros y ella, sin salirse de mi verga, se metió
todo su pene en la boca dándole una mamada de campeonato a escasos
centímetros de mí. Se fue girando hasta quedar de lado, posición
en la cual le podía meter los dedos en el culo hasta adentro y ella
se fue tragando aún más esa verga hasta llegar casi a sus
huevos. La levanté y vi como se abrazaban tiernamente mientras se
masturbaban mutuamente. Veía claramente como los dedos de cada uno
masturbaban con pasión y ternura el sexo del otro mientras se besaban
cachondamente. Ella empezó a frotarse la verga en el coño
poniéndose nuevamente muy caliente. Intentó metérselo
dentro pero de frente era un poco difícil. Yo me levanté
y la tomé por debajo de las axilas y la apoyé contra mi pecho.
Manuel solamente la levantó de la cadera y su verga entró
en su coño hasta adentro. Ella subió las piernas aún
más y recibió una cogida de antología siendo sostenida
en el aire por su esposo y por su amante al mismo tiempo.
Después de un orgasmo que
brotó de lo profundo de su garganta, les dije que nos fuéramos
a la recámara. Él iba adelante y lo siguió mi esposa.
Ella movía las caderas desnudas cachondamente y al entrar al cuarto
vi cómo ella ya se encontraba entre las piernas de él tragándose
nuevamente su verga. Me puse detrás de ella y empecé a mamar
su coño haciendo una cadena de lenguas y sexos muy rica. Ella se
fue incorporando y se sentó a horcajadas sobre de él viendo
cómo se introducía nuevamente esa verga en su coño.
Inició un movimiento de caderas de locura y sus gemidos eran música
para mis oídos y, me imagino, que para todo su amante. Ella me volteó
a ver y me pidió que le metiera la verga por el culo. Me subí
a la cama y sin mucho esfuerzo le metí mi verga de un solo empujón,
gimiendo ella de placer. Ella se movía como una posesa y sentía
que lo apretado de su esfínter me sacaría la leche en poco
tiempo. Preferí, después de otro orgasmo más de ella,
salirme de su culo y dejarlos gozar hasta que él se chorreara dentro
del coño mojado de mi mujer mientras yo me masturbaba la verga.
Ella gritaba aún más
y él se comía sus pechos y su boca mientras le acariciaba
sus nalgas arrastrándose juntos a un orgasmo de antología.
Ella se arqueó y gritó de placer mientras él se tensaba
y le llenaba el coño de leche. Veía cómo mi esposa
se movía como en espasmos para ordeñar la verga de su amante
hasta la última gota. Poco a poco se fue saliendo de él y
se acostó a su lado poniendo su coño rezumando de leche frente
a mí. Como ya he comentado en otras ocasiones, a ella le encanta
que la masturbe y le mame el coño después de que se la han
cogido por lo que ni tardo ni perezoso me metí entre sus piernas
para degustar su coño empapado. Ella empezó a excitarse nuevamente
y al tenerla al borde del orgasmo, me puso sobre ella y la clavé
la verga de un solo golpe. Su coño estaba muy abierto pero con una
textura deliciosa por toda la lubricación y el semen dentro de ella.
Era como si las paredes de su coño
fueran 10 veces más suaves y calientes que antes. Quise penetrarla
en esta posición porque esto le permitió meterse le verga
flácida de su amante en la boca para dejarla completamente limpia
de semen y de sus jugos mientras me la cogía con pasión.
Duramos así hasta que esa imagen de la verga dentro de su boca,
de sus pezones parados y sus gemidos fue demasiado y me vine dentro de
ella en orgasmo delicioso, mezclando mi semen con los jugos sexuales de
ambos. Mi verga seguía dura a pesar de haberme chorreado por lo
que me la seguí cogiendo llevándola a un último orgasmo
que resultó ser menos violento pero más profundo, después
de tanta carga sexual acumulada.
Al recuperar el aire, comentamos
sobre lo rico que había estado y él nos pidió poder
bañarse mientras nosotros nos acariciábamos en la cama. Lamentablemente
él debía retirarse por lo que no pudimos continuar esa sesión,
pero esperamos que pronto pueda repetirse.
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