Esta es la historia de Gabriela, una diosa de 25 años que tiene muchas ganas de contarnos su vida repleta de hombres, amigos, engaños y muchas anécdotas sexuales. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…
Capítulo 7: 19 añitos
Cuando me di cuenta, me estaba enamorando de Gastón. Sin embargo había un problema. Él era muy cerrado con su vida privada y a medida que pasaban las semanas yo me iba abriendo más. Le conté mucho de mi vida pasada, de mis chicos (darle un poquito de celos me calentaba mucho), de mis amigas y de mis sueños. Él no quería hablar de otra cosa que más de su futuro y eso empezaba a molestarme.
Una tarde Agosto estábamos los dos acostados en la cama y después de preguntarle con quien había sido su primera vez, comenzó con su discurso de “No miremos para atrás. Pensemos de hoy en adelante” y otra sarta de idioteces que decía. Me calenté tanto que nos terminamos peleando y me largué a llorar en el medio de la pieza. Los días siguientes fueron peores. “Ya te voy a contar todo a su debido momento” me decía él cada vez que quería que me diga algo de su vida. No era capaz de nombrarme ni a sus familiares. Los primeros días de Septiembre decidí cortar todo.
- Está bien boluda. Cuando hacen eso es porque no están enganchados.- Me dijo Daiana cuando le conté al día siguiente.- No dejes que te boludeé.
Pero era muy difícil dejar de pensar en Gastón. Me había encariñado mucho con él y me dolía tener que dejar de verlo. Le propuse de juntarnos una última vez en un bar para charlar, pero no tuvo resultado. Esa noche volví a casa, borré su número de teléfono, sus mensajes viejos y lo eliminé del facebook. Gastón tenía que desaparecer de mi vida.
El problema era quién lo iba a reemplazar. Hernan era mi sueño, mi utopía, pero después de que Daiana se enojó de esa manera no había forma de que él y yo pudiéramos estar juntos. Lautaro, uno de los chicos de la facultad me gustaba bastante, tenía un lindo cuerpo y una cara divina, de hecho transamos un par de veces, pero quedó en la nada cuando me enteré que estaba saliendo con otra de las chicas de la facultad. Ramiro, el otro chico de la facu, era de Guillermina. Ella me había dicho que le encantaba, sin embargo él no le daba bola y eso la volvía loca. A mediado de año conocimos a Eloy, que cursaba algunas materias con nosotros y se terminó llevando muy bien con Lau. No era un pibe hermoso, pero tenía un no sé qué, que me llamaba mucho la atención. Sin embargo no lo veía como alguien potable para saciar mis necesidades sexuales (que equivocada que estaba).
En Septiembre volvieron las salidas con las chicas. Para el cumpleaños de Paola metimos una buena previa las 7 y después salimos a bailar para terminar totalmente descontroladas. Pao, que empezaba a agarrarle el gusto al sexo, desapareció a la mitad de la noche con un chico y no supimos más de ella hasta las 8 de la mañana cuando nos confirmó que acababa de llegar a su casa. Pero lo más importante de esa noche pasó en el taxi de vuelta, cuando con Flavia y Andrea llevamos a una Daiana bien borracha a su casa. Como no se podía mantener parada decidí quedarme a dormir con ella por cualquier cosa que llegara a pasar.
Cuando entramos a la casa, vemos que Hernan también acababa de llegar y se estaba comiendo un sándwich en la cocina. Ella lo abrazó y se rió de él en la cara, yo lo saludé un poco más tímida. Dai tomó un vaso de agua y antes de irse a la pieza se dio media vuelta y me miró a mi con una sonrisa y me dijo:
- Si van a coger, que sea en la pieza de él.- Y después se fue.
A los dos nos dio tal ataque de risa que nos estuvimos riendo por un buen rato, sin embargo nos quedamos hablando hasta tarde cuando él me dijo que se iba a acostar porque no daba más del sueño. Antes de que se vaya lo agarré del brazo y le encajé un beso en la boca. Él me miró sorprendido y después me devolvió un beso bien fogoso que me dejó encendida todo el fin de semana. Me acosté en la cama de debajo de Dai y le pregunté si le molestaba que yo estuviera con su hermano. Me dijo que antes le jodía bastante, pero que ahora no tenía problema porque sabía que yo lo quería a él. Eso me generó una sonrisa que también me duró todo el fin de semana.
Octubre llegó y mi cumpleaños se aproximaba. Con las chicas decidimos continuar con la tradición de festejarlo a lo grande y después de una previa en la casa de Andrea, salimos a bailar. Flavia y Ailín se encontraron con sus novios y Florencia con Guillermo, un chico divino con el que estaba saliendo. Pero mi sorpresa mayor fue cuando lo vi llegar a él con dos amigos. Hernan entró con una camisita celeste cubriendo su hermoso pecho y una sonrisa hermosa en la cara. Lo saludé emocionada con un abrazo y enseguida nos enganchamos hablando algo alejados del grupo.
Cuando me dijo que le había gusto que lo sorprendiera con ese beso aquella noche, no pude hacer otra cosa que volver a besarlo. Pero él me ganó de mano y tomándome de la cintura me acercó hacia su cuerpo y me comió la boca de un beso bien apasionado. Terminamos apretando fuerte contra una pared a unos metros de la puerta del lugar. Cuando veo que las chicas me miraban de reojo y sobre todo a Daiana que se reía hablando con los amigos de su hermano, comprobé que no había problema si nos íbamos de ahí.
Lo tomé de la mano y lo arrastré hasta la salida a pesar de que él me decía que no, que nos quedáramos. Una vez que estábamos afuera, no le importó nada. Fuimos caminando hasta la esquina y nos subimos a su auto. Me tiré encima de él y colocando mis manos bien estratégicamente empecé a manosearlo con ganas. Él me sentó sobre el asiento mientras sorprendido se reía de mi actitud y puso el auto en marcha. Llegamos a un telo que estaba algo alejado de donde estábamos pero que tenía muy buena pinta. Nos bajamos y pidió la mejor habitación disponible y nos dieron una pieza que parecía la de un hotel de lujo. De entrada fuimos a la bañera.
Abrí la ducha mientras él se sacaba la ropa y yo me metí desnuda a excepción de la tanguita que tenía ese día que me quedaba divina. Hernán llegó segundos más tarde completamente desnudos y con la pija que de a poquito iba tomando forma. Él se sentó contra la parte de atrás de la bañera y yo me acosté sobre su pecho. Automáticamente puso sus manos sobre mis tetas y empezó a masajearlas. “Que linda te queda la tanguita” me dijo comenzando con sus habituales comentarios que tanto me gustaban. Su boca si instaló en mi cuello y cada beso me calentaba más, mis manos acariciaban sus piernas que de a poquito iban quedando tapadas por el agua. En mi espalda sentía su pija que ya estaba bien al palo.
Me senté sobre sus piernas, las cual cerró un poco para que me fuera más cómodo y fui subiendo hasta su cintura. Me levanté y él me corrió la tanguita y despacito me fui sentando hasta tenerla bien adentro. Apoyé nuevamente mi cuerpo contra su pecho y mi cabeza quedó a un costado de la suya. Hernán volvió a apoyar sus manos sobre mis gomas y a medida que me fui moviendo él me las iba masajeando. Nuestros labios se encontraron en un beso bien apasionado y su mano derecha comenzó a bajar por mi cuerpo hasta llegar a mi clítoris. Despacito comenzó a tocarlo con los dedos y eso me volvió loca. Mi cintura cada vez se aceleraba más y eso provocaba que sus manos sigan el mismo camino. Su pija, bien dura y parada, se movía como loca adentro de mi cuerpo y mi cola sentía el calor de su cuerpo.
La calentura se apoderó de los dos y levantándome un poco me lo empecé a coger con ganas. Apoye mis piernas una a cada lado y fui moviendo la cintura hacia adelante y hacia atrás disfrutando de su pija sobre mi conchita. “¡Qué lindo!” dijo él apoyando sus manos sobre mi cola y dándome un buen chirlo. Se había instalado en mi una calentura que hacía que yo me mueva como loca, gimiendo y gritando de placer. Hernan no paraba de tocarme la cola mientras el agua comenzaba a taparnos.
Cerré la canilla, me levanté y le dije que vayamos a la cama. Antes de que pudiera llegar él me levantó sobre sus brazos y cual princesa me acostó a lo largo del colchón contra el borde. Miré al techo y vi que tenía un espejo y pude ver como el reflejo de Hernán le abría las piernas a mi reflejo y arrodillándose un poco contra el costado de la cama volvía a meterle la pija al mismo momento que el verdadero Hernán lo hacía conmigo.
Me tomó de las piernas y me empezó a coger bien rápido. Mi cuerpo se movía sobre el colchón mientras el suyo iba hacia adelante y hacia atrás haciendo que pija entrara y saliera de mí llenándome de placer. Volví a mirar al techo y mi cara era la prefecta descripción de satisfacción. “¿Te gusta?” me preguntó él, “¿Te gusta cómo te cojo la conchita?”. “Sí” le respondí yo. “Me encanta” agregué con vos de trola satisfecha. Eso lo volvió más loco e hizo que me empezara a coger más duro todavía.
Después de un rato me dio vuelta. Apoyando sus manos sobre mi cintura me corrió hacia un costado dejándome boca abajo contra el borde. Juntó mis manos sobre mi espalda haciendo su prisionera y sentí como su hermosa pija me penetraba una vez más. Su otra mano se apoyó sobre mi hombro y me tiraba hacia su cuerpo. Me cogía bien fuerte, bien duro, sentía como entraba y salía sus 16 centímetros de mi. Sentía como su verga bien gorda me partía al medio cada vez que mi cola chocaba contra su cuerpo.
- ¿Querés tragarte la lechita?- Me preguntó de la nada.- ¿Te la querés tragar toda?- Volvió a preguntar mientras me seguía cogiendo bien fuerte.
- Si, quiero.- Le dije yo cómo suplicándole.
Nunca antes lo había hecho por lo que tuve dudas, pero me moría por probar y más si era de Hernan. Se alejó un poco de mí y aproveché para arrodillarme. Él se paró bien en frente mío y su pija quedó en frente de mi cara. Se empezó a pajear pero yo se la arrebaté de las manos y mientras lo pajeaba bien rápido me metí la cabeza en la boca. De repente empezó a latir y sentí como su leche salía disparada hacia mi garganta. Me alejé unos centímetros y sin embargo terminó toda en mi boca. La tragué con algo de dificultas y después le mostré la lengua.
- Que buena nena que sos.- Me dijo con cara de ganador. Yo me metí nuevamente su verga en mi boca y se la seguí chupando hasta sacarle la última gota.
Nos cambiamos y nos fuimos totalmente satisfechos. Me llevó hasta mi casa y lo despedí con un beso. Me acosté sobre la cama y recién ahí pude saborear el gusto a semen que me había quedado en mi boca. Me encantaba. Hernán me había hecho una adicta al sexo hacía un año, y esa noche me acababa de hacer adicta a la leche.
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1 comentarios - Una diosa. Capítulo 7
"Sentía como su verga bien gorda me partía al medio cada vez que mi cola chocaba contra su cuerpo"
Nos encantó Gabi!!! te seguimos también amigo @HistoriasDe 🙂
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