Las cosas no se hicieron fáciles. Abrió las piernas de Alicia y arrimo la cabeza de su poronga a la puerta del orto. Esta grito con un poco de miedo y todavía no había entrado. Apoyando las manos contra el vientre de Alberto. Ni corto ni perezoso escupió sus manos y pasó la saliva por el choto y puerteo de nuevo. Mientras masajeaba el clítoris de Alicia con absoluta suavidad, puso de nuevo la pija en la virola del orto de la muchacha. Cuando ella dio un estertor de placer y acomodo su cadera a la paja que le hacía, el nabo fue hasta el fondo del culo. Alicia casi ni se dio cuenta en ese momento. Siguió pajeandola hasta que en su orgasmo entendió lo irreversible intromisión de la chota en su orto y casi sin pensarlo como con este acariciaba la pija de Alberto.
Cuando quiso reaccionar vio como Alberto tenía como estertores y sintió bien adentro de su culo como la leche la invadía.
No pudo decir nada. Ella puede ahora pensar que no lo permitió o lo consintió. Lo que Alberto sabe es que lo disfruto ella y como le mostraba su orto expandido chorreando semen.
Cuando quiso reaccionar vio como Alberto tenía como estertores y sintió bien adentro de su culo como la leche la invadía.
No pudo decir nada. Ella puede ahora pensar que no lo permitió o lo consintió. Lo que Alberto sabe es que lo disfruto ella y como le mostraba su orto expandido chorreando semen.
3 comentarios - Para el orto