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Una diosa. Capítulo 2

Una diosa. Capítulo 2

Esta es la historia de Gabriela, una diosa de 25 años que tiene muchas ganas de contarnos su vida repleta de hombres, amigos, engaños y muchas anécdotas sexuales. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…


Capítulo 2: 18 añitos
Sé que empecé con un relato un poco largo, pero voy a necesitar tiempo hasta introducir definitivamente a todas las personas importantes de mi vida. Después de mi primera vez con Javier no veía la hora de repetirlo, obviamente yo quería estar con Hernan, el hermano de una de mis mejores amigas Daiana, pero después de que lo dejé plantado él no quiso saber más nada conmigo. Ya iba a caer en mis garras.
Bariloche fue una locura, pero no tanto como todo el mundo te lo vende. Estuve con dos chicos, uno de la otra escuela que ocupó la gran mayoría de mis noches, pero nada sexual, a pesar de que quería no me animaba a hacerlo con cualquiera. La única que conisguió un chico y que le iba a durar por muchos años fue Andrea, que estuvo con un tal Juan Carlos (o Juanca como le decían sus amigos) y que siguieron saliendo cuando volvimos del viaje.

Pero la historia de hoy se trata de mi cumpleaños nº 18. Javier siguió formando parte de mi vida, estuvimos unas veces más, siempre en su casa, siempre él tratándome como una musa, siempre suave siempre tierno, pero no iba más allá de eso. ¿Le agarré cariño? Sí, no me puedo hacer la dura, pero tampoco voy a decir que me enamoré de él ya que siempre lo vi como otra cosa.
Se acercaba mi cumpleaños y eso me encantaba, con las chicas habíamos comenzado una tradición que se basaba en que cuando pasábamos a la adultez definitiva nos juntábamos en una casa a comer y a tomar algo, contratábamos un buen striper para la cumpleañera y después salíamos a bailar en busca de chicos. El cumple de Andrea fue el primero y la pasamos excelente. Después le siguió los 18 de Paola, la más santita del grupo en ese entonces, que a pesar de sus opiniones no se negó al baile y mucho menos a la salida. El tercero era el mío y para organizar todo necesitaba una cómplice: mi hermana.
Cintia siempre fue mucho más que mi hermana, fue (y es) una gran amiga. Es más grande que yo y para ese entonces tenía 22 años y sabía todas mis movidas. Cuando le conté lo de Javier no hiso más que recomendarme algunas cuestiones y cuando le conté la tradición que teníamos con las chicas no pudo evitar reírse y decirme que se sumaba al cumpleaños y que si queríamos ella se encargaba de conseguir que mis viejos y mi hermano se fueran de la casa.

El 19 de Octubre caía domingo ese año, por lo que decidimos hacer los festejos el sábado y recibir mis 18 con una gran fiesta. Florencia y Ailín se encargaron de la comida, ellas eran las cocineras del grupo. Flavia, que se daba maña con las artesanías se ocupó de la decoración, cartelitos de “Feliz cumple” y algunos más zarpados. Paola y Daiana organizaron todo el resto con mi hermana.
Así fue como el sábado a las 10 de la noche ya estábamos todas reunidas en casa, comiendo y tomando a la expectativa de una gran noche. Lucía, una de las mejores amigas de mi hermana, era la que se había encargado de conseguir al striper, un conocido/amigo de ella que según nos contaba “No nos iba a defraudar en ningún sentido”. A las 12, después de soplar las velitas y cantar el feliz cumpleaños, sonó el timbre y todas nos miramos con una sonrisa en la cara.
- ¿Quién es?- Preguntó mi hermana.
- La policía.- Contestó una voz desde afuera.- Me reportaron que hay unas chicas malas a las que hay que castigar.
Todas nos reímos y mi hermana abrió la puerta. El “Oficial Jhon” (así se hacía llamar) estaba buenísimo. Era bien alto, musculoso, con un bronceado divino y una cola que prometía. Pero además de eso tenía una carita divina, pelo marrón clarito, ojos verdes y una sonrisa que me derritió durante todo el baile. Entró y las chicas me sentaron en el medio del comedor y ellas se pusieron alrededor, mi hermana le dijo algo rápido al oficial y él conectó su equipo de música y empezó el baile. Al principio fue lento, a modo de introducción, con una música más bien sensual de fondo. Pero enseguida se cortó todo y arrancó la típica canción de strip-tease (Creo que se llama “You can leave your hat on”) y no tardó en sacarse la ropa. Tenía un cuerpo divino, delicioso, con los músculos perfectamente marcados a su punto y terminó en un slip muy diminuto que resaltaba un bulto impresionante por delante y exhibía la cola por detrás.
Se acercó a Lucía, que era la que estaba en la punta y le puso la cola en la cara y ella le pegó un chirlo. Así fue bailándoles una por una a las chicas y ellas aplaudían y se reían a medida que el pasaba. Al final llegó mi turno y se acercó de frente hacia mi, apoyó sus manos sobre mi cabeza y terminó refregándome el bulto en la cara, mientras mis amigas gritaban y se reían. Lo único que pude escuchar con claridad fue el grito de Florencia, que estaba al lado mío: “¡Chupasela!”
No supe que hacer, ni Andrea ni Paola se habían pasado de la raya, pero ellas no eran yo y yo empezaba a ser una chica zarpada. Sin pensarlo le bajé el slip y los gritos fueron ensordecedores. Una pija bien gorda de unos 18 centímetros de largo apareció en frente de mi cara y se veía muy tentadora. “¡Chupasela!” volvió a gritar Flor y algunas de las chicas siguieron el coro. Miré a mi hermana que me miró como resignada a que se la chupara. Jhon me miraba desde arriba con una sonrisa divina, me encantaba esa carita de nene bueno en esa actitud de nene malo. Sin pensarlo me la metí en la boca.
Las chicas volvieron a gritar y algunas no podían parar sus risas, yo simplemente la chupaba. Si lo hacía bien o mal nunca lo supe ya que era mi primera vez, pero me gustaba. Veía la cara de él y la de mis amigas y la calentura me subía. John seguía con sus manos en mi nuca y acompañaba cada movimiento mío. Su pija no tardó en ponerse bien dura y ya no me entraba en mi boca, sin embargo la seguía chupando hasta donde podía. Las risas y los gritos alrededor no paraban.
Mi hermana se levantó y le dijo algo al oído al striper y este asintió con la cabeza. Se alejó y me estiró la mano, yo se la tomé y me levantó y me llevó hasta mi pieza. No entendía muy que pasaba, pero al ver que mi hermana y Lucía miraban desde el otro lado sonrientes me dejé llevar. Él cerró la puerta y pasamos a estar los dos solos. Me dijo que me desvistiera y mientras lo hice él buscó un preservativo y se lo puso. Después me acosté sobre la cama y él empezó a tocarme. No tardó en dejarme bien mojada y cuando lo hizo se acostó sobre mi y me la metió de lleno en la concha.
A diferencia de Javier, John fue mucho más violento de entrada, más fuerte, más zarpado. Yo me entregué completa a él y dejé que me cogiera como quería, abriéndole las piernas y dedicándome a disfrutar. Él sabía muy bien cómo hacerlo y a mi me volvía loca su hermosa carita. Me miraba fijo a los ojos, serio, disfrutando de cada uno de mis movimientos. Mi cara de placer lo excitaba más y más y hacia que él se moviera cada vez más fuerte.
Después me puso en cuatro sobre el colchón y tomándome de la cintura me fue cogiendo cada vez más fuerte. Me encantaba como lo hacía, me volvía loca sentir su pija entrando y saliendo de mi cuerpo así de rápido, dándome muchísimo placer, no podía contener un gemido agudo con cada penetración y a él parecía encantarlo. Giré la cabeza para mirarlo y me dedicó una sonrisa divina y preciosa que me excitó aun más, haciendo que llegara a un orgasmo que demostré con un grito de placer. Él comenzó a cogerme cada vez más fuerte, cada vez más duro hasta llegar al orgasmo también. Ver su carita de placer me volvió loca, me encantó.
Salimos de la pieza y las chicas no paraban de gritar y hacer comentarios. Yo en vez de hacerme la tímida, no paraba de alardear. El “Oficial John” se fue y nosotras seguimos tomando mientras las chicas no paraban de preguntarme cosas, pero yo no les respondí nada. La tradición se iba a continuar y sacando el caso de Ailín las futuras cumpleañeras iban a imitar mi movida, acostándose con el striper. Pero el oficial John iba a ser siempre mi mejor regalo.

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1 comentarios - Una diosa. Capítulo 2

suaveplatense +1
Muy bueno. Q siga
HistoriasDe
Gracias! Esta noche seguimos con el tercer relato!