Esta es la continuación del día de mi anterior relato, fue todo vertiginoso y excitante. Es increíble que haya pasado todo en un solo día.
Luego de la excitante sesión de sexo con R, la amiga de mi mujer, ella se fue para el banco porque era su horario de regreso. Recuerden que se fue con el sabor de la leche en su boca porque eso era lo que mi mujer le había pedido. También se fue con toda la concha y las piernas mojadas de la cogida que le di contra el escritorio. Cuando llegó al banco, mi mujer la esperaba ansiosa y se fueron para el baño las dos. Ni bien entraron, mi mujer le comió la boca buscando esos sabores y olores que tanto anhelaba. Me contaba después que mientras R estuvo en mi oficina no podía más de la calentura pensando en cómo me estaría chupando la pija. Estaba tan excitada que se había mojado toda la tanga. Así que mientras le comía la boca a R le pidió que le toque la conchita y R no se hizo rogar. Le metió un par de dedos y luego de juguetear un poco, los sacó empapados de flujos y entre las dos chuparon esos dedos en forma desesperada. Estaban las dos como unas perras en celo. Después mi mujer la dejó que se acomodara y se sacara los olores a sexo a su amiga y se vino raudamente para mi oficina.
Yo estaba en mi privado y ella llegó, cerró con llave y se vino a la caza de su macho. Cuando entró a la oficina noté la lujuria en sus ojos, una sonrisa distinta, excitada y excitante, se le dibujaba en esa boca sensual que tiene.
Salí de atrás de mi escritorio y la abracé y le comí la boca apoyándome en el borde del escritorio. Nos besábamos con mucha lujuria y calentura. La agarré de la cola y la apreté contra mí preguntándole: “¿Tenía mucho gustito a leche tu amiguita?” Me contestó con mucha carita de putita: “Mmmmmm, no tanto pero me encantó el olorcito que tenía y me vine a buscar mi lechita. Me vas a dar? –“Toda te la voy a dar mi amor”. Mientras hablábamos me empezó a manosear la pija por encima del pantalón de tela fina. Me puso al palo en segundos. Aclaro que no soy un pendejo pero el morbo de la situación vivida me duraba y la excitación era tal que parecía que tenía 20 años por lo rápido que se me puso al palo de nuevo. Luego, sin dejar de besarme y decirme guarradas, me bajó el cierre y metió la mano buscando la pija. La acarició dentro del bóxer y luego la sacó y me pajeaba despacio tocándome la cabeza que estaba aún mojada de la acabada en la boca de R.
Se arrodilló despacio y empezó a chuparme. Primero lamía suavemente el tronco, la cabeza, se la tragaba. Luego empezó a chupar fuerte y haciendo como una especie de vacío con sus labios, lo cual me encantaba y me ponía cada vez más dura la pija.
Mi mujer es una felatriz excelente, y lo digo no solo por cómo me la chupa a mi sino porque en los encuentros swinger o tríos que hacemos, veo como disfrutan los tipos cuando les chupa la pija y me doy cuenta que es una diosa en eso.
Yo me limitaba a dejarla hacer, le acariciaba el pelo. La agarraba de la nuca y le tiraba el pelo haciéndole tragar la pija lo que a ella le encanta. Nos gusta coger por la boca y que la obligue a tragarse la pija la excita mucho. También le hablaba yo y le decía cosas como: “A R también le hice tragar la pija hasta la garganta y le encantaba”. Ella solo hacía “mmmmm” sin dejar de chupar y asentía con la cabeza. Sacó la pija un instante y me dijo: “Me encanta lo puta que es con vos y que acepte todas mis fantasías”. Yo le dije: “A mí también me encanta lo putas que se ponen las dos para volverme loco”. Ella seguía chupando y de pronto se para y me pide que la coja. Se sacó la pollera y la tanga y se puso en la misma posición que R, apoyada contra el escritorio con su cola levantada. Le levanté la camisa blanca para ver todo su culo y le puse la pija en la concha mojada que no tardó nada en devorarse todo el trozo.
La cogía hasta el fondo pero suaves estocadas. Quería que sienta toda la pija al entrar y al salir. Ella gemía y me decía que le encantaba este trío tan morboso. Que quería seguir cogiendo así de rico conmigo y con ella. De a poco fui aumentando el ritmo porque la excitación era cada vez mayor. Tenía la conchita tan mojada y caliente que se sentía genial cogerla. Seguimos así un par de minutos y le pido la cola. Ella siempre me da la cola. No hay vez que cojamos que no terminemos haciendo anal. Nos fascina a los dos y ella acaba como una loca cuando le hago la cola.
Mojé mis dedos con saliva y lubriqué la entrada de esa cola hermosa que tiene mi negra. Excitada como estaba fue muy fácil la penetración porque dilató mucho su cola y comencé a cogerla mientras la agarraba de la cintura para darle con ritmo. Luego la agarré de los hombros para meterla hasta el fondo y por último de los pelos de la nuca porque sé que eso le encanta, sentirse dominada. Le di una cogida bestial, rápida y fuerte, lo cual hizo que en un rato estaba gimiendo como una perra y acabando en un gemido eterno. Cuando bajó el ritmo de su orgasmo, saqué la pija despacio para no dañarla y me quedé mirando su cola dilatada, roja y abierta. Era un placer ver cómo le había quedado la cola. Se incorporó toda despeinada a pesar de tener pelo corto, acalorada y con una hermosa cara de cogida. Me encanta verla así, plenamente satisfecha. Pero no, ella quería más. Había venido a buscar su leche y no se iba a ir sin ese elixir en su boca.
Me fui a higienizar y cuando volví ella se había sacado la camisa y estaba desnuda sentada en una silla frente al escritorio. Me pidió que me apoye como al principio contra el escritorio y sentada empezó de nuevo a chuparme la pija. Nuevamente me lamía, succionaba, pajeaba. Me encantaba esa sesión de sexo oral hasta que me dijo: “Quiero la leche”. Se agarró las tetas y se mojó el canal entre ellas con saliva y calzó mi pija y empezó a hacerme una turca hermosa. Tiene unas tetas ideales para hacer una paja turca. Grandes pero firmes. Así que mi pija se deslizaba entre sus tetas como si estuviera cogiéndoselas. Dado que hacía menos de una hora que R me había exprimido la lechita, me costaba acabar. Entonces ella la sacó de entre sus tetas y empezó a pajearme cerca de su boca mientras me la escupía y me decía cosas de la amiga que me volaban la cabeza. Me decía: “Me contó R que le diste flores de lechazos en la boca y que le hiciste bien el culito. Como me gusta cuando le rompés la cola mientras yo le chupo la concha”. Me estaba matando con todo lo que me decía mirándome con cara cómplice y pidiéndome la leche. Ahora sí empezaba a sentir que en instantes iba a acabar y ella lo percibió y siguió quemándome la cabeza. “Dame la leche en la cara como a R, dale dámela que ahora vuelvo al banco y le llevo tu lechita. Dale papi, dame la lechita”. Un par de pajas más que me hizo y le exploté en la boca. Experta como es en tomarse toda la lechona, no dejó escapar nada. Apenas unos salpicones en la parte superior de su boca que lamió hábilmente para llevarla adentro con la lengua y luego de saborearla, tragársela como un manjar.
Se levantó de la silla y me besó con ganas, con esa mezcla de saliva y restos mínimos de leche y me dijo: “Así la voy a besar a R para que sienta otra vez el sabor de tu lechita”.
Nos vestimos despacio, ella me contaba que estaba muy caliente y que si no tuviera que volver al banco me pediría más. Le dije: “Paraaaaá, me voy a deshidratar jaajajja” y ella me contestó: “No te encantaría que te agarremos las dos y te deshidratemos torito lechero?”. Me limité a decir: “Obvio. Me encantaría”.
Eso que dije quedó repicando en el cerebrito morboso de mi mujercita. Pero eso es material de otro relato. El del final de un día único y que cuando parecía concluido, daba pie para mucho más …
Continuará.
Luego de la excitante sesión de sexo con R, la amiga de mi mujer, ella se fue para el banco porque era su horario de regreso. Recuerden que se fue con el sabor de la leche en su boca porque eso era lo que mi mujer le había pedido. También se fue con toda la concha y las piernas mojadas de la cogida que le di contra el escritorio. Cuando llegó al banco, mi mujer la esperaba ansiosa y se fueron para el baño las dos. Ni bien entraron, mi mujer le comió la boca buscando esos sabores y olores que tanto anhelaba. Me contaba después que mientras R estuvo en mi oficina no podía más de la calentura pensando en cómo me estaría chupando la pija. Estaba tan excitada que se había mojado toda la tanga. Así que mientras le comía la boca a R le pidió que le toque la conchita y R no se hizo rogar. Le metió un par de dedos y luego de juguetear un poco, los sacó empapados de flujos y entre las dos chuparon esos dedos en forma desesperada. Estaban las dos como unas perras en celo. Después mi mujer la dejó que se acomodara y se sacara los olores a sexo a su amiga y se vino raudamente para mi oficina.
Yo estaba en mi privado y ella llegó, cerró con llave y se vino a la caza de su macho. Cuando entró a la oficina noté la lujuria en sus ojos, una sonrisa distinta, excitada y excitante, se le dibujaba en esa boca sensual que tiene.
Salí de atrás de mi escritorio y la abracé y le comí la boca apoyándome en el borde del escritorio. Nos besábamos con mucha lujuria y calentura. La agarré de la cola y la apreté contra mí preguntándole: “¿Tenía mucho gustito a leche tu amiguita?” Me contestó con mucha carita de putita: “Mmmmmm, no tanto pero me encantó el olorcito que tenía y me vine a buscar mi lechita. Me vas a dar? –“Toda te la voy a dar mi amor”. Mientras hablábamos me empezó a manosear la pija por encima del pantalón de tela fina. Me puso al palo en segundos. Aclaro que no soy un pendejo pero el morbo de la situación vivida me duraba y la excitación era tal que parecía que tenía 20 años por lo rápido que se me puso al palo de nuevo. Luego, sin dejar de besarme y decirme guarradas, me bajó el cierre y metió la mano buscando la pija. La acarició dentro del bóxer y luego la sacó y me pajeaba despacio tocándome la cabeza que estaba aún mojada de la acabada en la boca de R.
Se arrodilló despacio y empezó a chuparme. Primero lamía suavemente el tronco, la cabeza, se la tragaba. Luego empezó a chupar fuerte y haciendo como una especie de vacío con sus labios, lo cual me encantaba y me ponía cada vez más dura la pija.
Mi mujer es una felatriz excelente, y lo digo no solo por cómo me la chupa a mi sino porque en los encuentros swinger o tríos que hacemos, veo como disfrutan los tipos cuando les chupa la pija y me doy cuenta que es una diosa en eso.
Yo me limitaba a dejarla hacer, le acariciaba el pelo. La agarraba de la nuca y le tiraba el pelo haciéndole tragar la pija lo que a ella le encanta. Nos gusta coger por la boca y que la obligue a tragarse la pija la excita mucho. También le hablaba yo y le decía cosas como: “A R también le hice tragar la pija hasta la garganta y le encantaba”. Ella solo hacía “mmmmm” sin dejar de chupar y asentía con la cabeza. Sacó la pija un instante y me dijo: “Me encanta lo puta que es con vos y que acepte todas mis fantasías”. Yo le dije: “A mí también me encanta lo putas que se ponen las dos para volverme loco”. Ella seguía chupando y de pronto se para y me pide que la coja. Se sacó la pollera y la tanga y se puso en la misma posición que R, apoyada contra el escritorio con su cola levantada. Le levanté la camisa blanca para ver todo su culo y le puse la pija en la concha mojada que no tardó nada en devorarse todo el trozo.
La cogía hasta el fondo pero suaves estocadas. Quería que sienta toda la pija al entrar y al salir. Ella gemía y me decía que le encantaba este trío tan morboso. Que quería seguir cogiendo así de rico conmigo y con ella. De a poco fui aumentando el ritmo porque la excitación era cada vez mayor. Tenía la conchita tan mojada y caliente que se sentía genial cogerla. Seguimos así un par de minutos y le pido la cola. Ella siempre me da la cola. No hay vez que cojamos que no terminemos haciendo anal. Nos fascina a los dos y ella acaba como una loca cuando le hago la cola.
Mojé mis dedos con saliva y lubriqué la entrada de esa cola hermosa que tiene mi negra. Excitada como estaba fue muy fácil la penetración porque dilató mucho su cola y comencé a cogerla mientras la agarraba de la cintura para darle con ritmo. Luego la agarré de los hombros para meterla hasta el fondo y por último de los pelos de la nuca porque sé que eso le encanta, sentirse dominada. Le di una cogida bestial, rápida y fuerte, lo cual hizo que en un rato estaba gimiendo como una perra y acabando en un gemido eterno. Cuando bajó el ritmo de su orgasmo, saqué la pija despacio para no dañarla y me quedé mirando su cola dilatada, roja y abierta. Era un placer ver cómo le había quedado la cola. Se incorporó toda despeinada a pesar de tener pelo corto, acalorada y con una hermosa cara de cogida. Me encanta verla así, plenamente satisfecha. Pero no, ella quería más. Había venido a buscar su leche y no se iba a ir sin ese elixir en su boca.
Me fui a higienizar y cuando volví ella se había sacado la camisa y estaba desnuda sentada en una silla frente al escritorio. Me pidió que me apoye como al principio contra el escritorio y sentada empezó de nuevo a chuparme la pija. Nuevamente me lamía, succionaba, pajeaba. Me encantaba esa sesión de sexo oral hasta que me dijo: “Quiero la leche”. Se agarró las tetas y se mojó el canal entre ellas con saliva y calzó mi pija y empezó a hacerme una turca hermosa. Tiene unas tetas ideales para hacer una paja turca. Grandes pero firmes. Así que mi pija se deslizaba entre sus tetas como si estuviera cogiéndoselas. Dado que hacía menos de una hora que R me había exprimido la lechita, me costaba acabar. Entonces ella la sacó de entre sus tetas y empezó a pajearme cerca de su boca mientras me la escupía y me decía cosas de la amiga que me volaban la cabeza. Me decía: “Me contó R que le diste flores de lechazos en la boca y que le hiciste bien el culito. Como me gusta cuando le rompés la cola mientras yo le chupo la concha”. Me estaba matando con todo lo que me decía mirándome con cara cómplice y pidiéndome la leche. Ahora sí empezaba a sentir que en instantes iba a acabar y ella lo percibió y siguió quemándome la cabeza. “Dame la leche en la cara como a R, dale dámela que ahora vuelvo al banco y le llevo tu lechita. Dale papi, dame la lechita”. Un par de pajas más que me hizo y le exploté en la boca. Experta como es en tomarse toda la lechona, no dejó escapar nada. Apenas unos salpicones en la parte superior de su boca que lamió hábilmente para llevarla adentro con la lengua y luego de saborearla, tragársela como un manjar.
Se levantó de la silla y me besó con ganas, con esa mezcla de saliva y restos mínimos de leche y me dijo: “Así la voy a besar a R para que sienta otra vez el sabor de tu lechita”.
Nos vestimos despacio, ella me contaba que estaba muy caliente y que si no tuviera que volver al banco me pediría más. Le dije: “Paraaaaá, me voy a deshidratar jaajajja” y ella me contestó: “No te encantaría que te agarremos las dos y te deshidratemos torito lechero?”. Me limité a decir: “Obvio. Me encantaría”.
Eso que dije quedó repicando en el cerebrito morboso de mi mujercita. Pero eso es material de otro relato. El del final de un día único y que cuando parecía concluido, daba pie para mucho más …
Continuará.
3 comentarios - A mi esposa le gusta compartir la leche con la amiga I
ah!, "cuidá la flauta, que la serenata es larga........." Chau Viejo.