Esta es la historia de Emanuel, un ganador de 24 años que tiene anécdotas muy interesantes para contar, llenas de chicas y amigas y por supuesto con muchas historias sexuales. Esta historia es ficción, sin embargo eso no quiere decir que se basa en algunos hechos reales…
Capítulo 50: Todo o nada
Y se acerca el final. Antes de comenzar con la historia quiero agradecerles a todos por haber llegado hasta acá, sepan que no es fácil abrirse así y relatar todas estas anécdotas, pero después de lo que pasó hoy, supe que este era el fin, supe que ya no iban a haber más anécdotas, no iban a haber más mujeres. Solo ella. A partir de hoy, las cosas cambiaron.
Enero siguió y yo volví a caer en las manos de Cintia. A los dos días, cuando salimos de la oficina me invitó a tomar algo a su departamento y al verla vestida con esa remera tan apretada y esa pollera tan corta no me pude contener. En cuestión de minutos estábamos desnudos en la cama y después de una vuelta por la pieza, nos dimos otra en el comedor y una tercera en el baño cerca de las 4 de la mañana. Al día siguiente ella me propuso hacer algo que en un principio me calentó mucho, pero cuando lo pensé unos minutos, supe que tenía que zafar de esa situación.
- ¿Querés venirte esta noche a casa?- Me preguntó cuando le fui a llevar algo a su escritorio.- ¿Podemos decirle a León y jugar un ratito los tres juntos?
Obviamente me escapé diciéndole que tenía que ir a comer de mis viejos y me fui lo más rápido que pude a mi casa. A pesar de eso, pude ver como ella y León se iban juntos en la dirección hacia su departamento. Volvía a estar en la misma situación que antes y no me emocionaba para nada. Sabía que tenía que salir de ahí, pero no sabía cómo, tenía que encontrar una manera de escapar y de alejarme de Cintia de una vez por todas.
- ¡Ema cuidado!- Me gritó. Miro y veo que era Georgina.- ¿Estabas distraído?
- Si, si.- Le digo saludándola.- Cosas del trabajo.
- ¡Ey! Justo estaba pensando en vos.- Me dice.- Va recién no, pero hoy a la tarde. Tengo una propuesta para hacerte. ¿Tenés unos minutos ahora o querés que nos veamos mañana?
- Venite a casa.- Le digo dándome vuelta para mirar y comprobar que Cintia no estaba cerca (aunque no iba a estar porque su casa estaba para el otro lado).- Tomamos algo tranqui. ¿Te parece?
La propuesta era simple: su jefe, también un contador bastante conocido de la ciudad, necesitaba alguien de confianza. Georgina se había ganado ese puesto y estaban con mucho trabajo y él le dijo de que se buscara alguien que la ayudara, no como asistente, sino como colega. La idea era que ella y esa otra persona, empezaran a manejar la atención a ciertos clientes. Y ella enseguida pensó en mi. Era más trabajo, más esfuerzo, pero mucho mejor pago y sin Cintia dando vueltas. Obviamente le dije que iba a pensarlo, pero en mi cabeza ya lo había aceptado.
Así fue que el lunes me reuní con Roberto y le dije que a partir de la otra semana no iba a trabajar más. Él me felicitó por mi nuevo trabajo y me agradeció por todo lo que hice en esos años y le comunicó a los chicos. La cara de Cintia lo dijo todo. Enojo, rabia. León por su parte, me saludó lo más bien y esas últimas dos semanas lo ayudé a dejar mis cosas en claro. Así fue como el lunes 8 de Febrero arranqué un nuevo trabajo, con Georgina como compañera y Fernando como jefe, un gran tipo, que nos aconseja y nos guía cada vez que puede y nos ayuda a mejorar.
La última noticia de Cintia la tuve una semana más tarde. El sábado a la noche estaba en casa tranquilo y cerca de las 2 de la mañana me llega una foto y un comentario abajo. La imagen era en su pieza, estaba tomada de frente a la cama, en la cual estaba acostado León boca arriba, completamente desnudos, con la pija parada, los ojos tapados y las manos atadas en las puntas. Abajo ella escribió: “Yo también puedo jugar con fuego”. No le contesté. Hasta hoy, no recibí ningún otro mensaje de ella.
Con los chicos de la secundaria nos reunimos apenas arranqué a trabajar en el nuevo lugar. Las noticias y novedades fueron varias. Facundo y Laura declararon su noviazgo en público y nos contaron que estaban queriendo irse a vivir juntos. Juampi y Gise nos dieron la gran noticia de que íbamos a ser tíos por segunda vez y que estaban más que contentos. Cristian y Clara nos confirmaron la fecha de parto de su hijo (va a ser un varón) y que el 20 de agosto se casan. Leandro y Celeste confesaron que estaban saliendo y él nos contó aparte que estaba pensando en pedirle que sea su novia. Marisol nos contó que iba a volver a España para visitar a todos sus amigos y Cami nos contó que la iba a acompañar, después de todo ahora eran las mejores amigas. Flavia y Juan Ignacio nos contaron de sus proyectos que estaban empezando y algunas cosas que querían hacer juntos.
Nos quedamos horas hablando y nos dimos cuenta que ya no éramos un grupo de pibes, sino que empezábamos a hacer algunas cosas de adultos. 4 de nosotros iban a ser padres, otros estaban muy comprometidos, algunos hablaban a futuro lejano. Cuando los chicos me preguntaron a mi cuando iba a caer con pareja, yo les dije que no sabía. Lo que tampoco sabía era que hoy iba a recibir un mensaje que iban a cambiar las cosas.
Nos reunimos nuevamente con el grupo de la facultad, para charlar y hablar después de tanto tiempo, pero la reunión no tuvo tanto éxito. Esteban y Carla llegaron, pero se fueron cerca de las 12 de la noche porque al otro día tenían que viajar al pueblo de ella por el cumpleaños de su madre. Bruno fue pero estaba apagado, estudiando para un examen que rendía a los pocos días y se lo notaba cansado. Paola se había peleado con el chico que estaba saliendo por lo que no estaba de muy buen humor y por más que intentamos levantarle el ánimo, se terminó yendo temprano con los chicos. Diego no pudo reunirse porque ya había acordado con otros amigos. Al final de cuentas, a las 12 y media terminamos con Luz en mi departamento después de que la invitara a tomar algo.
Nos quedamos hablando un buen rato, ella contándome de algunas ideas que tenía para este 2016 y yo comentándole de mi nuevo trabajo y todas las puertas que se me abrían con esta posibilidad. Los temas fueron variando y cuando nos dimos cuenta se hicieron las 3 de la mañana y empezamos a bostezar. De la nada, me acerqué a ella y la besé y ella me devolvió el beso. Minutos más tarde estábamos en mi cama los dos desnudos dándonos placer mutuo. Después de una hora de sexo intento ella se puso de costado y yo la abracé por detrás y nos quedamos así hasta quedarnos dormidos. Pero no pasó de eso y algunos mensajes de “Gracias por la otra noche”.
La siguiente semana fue intensa de trabajo y cuando llegó el finde no quería saber más nada de nada. Solo quería relajarme y disfrutar. Parecía una coincidencia de la vida cuando me crucé a Javier, mi ex amigo del club el que me había hecho conocer “La casa del cielo”, en el medio de la calle. Conversación va, conversación viene, me invitó a comer un día a su casa y propuso reunirnos con los pibes del club.
Así fue que ese sábado terminé en su casa reencontrándome con viejas amistades. Pablo y Damián estaban ahí, los dos con los que mejor yo me llevaba. Ignacio apareció más tarde y aparte de algunos desconocidos también estaba Franco, el actual novio de Natalia, mi ex. A pesar de la relación, supimos mantener una buena charla y me alegró mucho escuchar lo bien que estaban juntos. Salimos y Javier pagó todo, como siempre lo hacía, comprando tragos para cada uno de nosotros y emborrachándonos lo más que podía.
Cerca de las 3 de la mañana viví algo que había vivido meses atrás. A lo lejos, vi a Eliana. Vestida de manera muy sexy, con poca ropa, el cuerpo bronceado y moviendo las caderas, no me pude resistir. Fui, la separé de sus amigas y me la llevé contra la pared para comerle la boca de un beso. Minutos más tarde estábamos desnudos en mi departamento, ella gritando mi nombre y yo dándole duro hasta acabar. Cuando terminamos ella se acostó sobre mi pecho y yo la abracé hasta que nos terminamos quedando dormidos.
El lunes fui a trabajar y algo no me cerraba. El día anterior Eliana me había mandado miles de mensajes y yo le había respondido varios, pero de manera cortante, seco, no quería hablar con ella. Al parecer se terminó dando cuenta y no me habló más. Cuando me levanté ese lunes tenía un mensaje de ella que decía: “Gracias por lo de la otra noche. Fue la mejor manera de cerrar nuestra relación”. Y me dejó pensando en que quería yo. Por suerte el trabajo me despejó la mente y no fue hasta las 7 de la tarde que me di cuenta que no le había respondido.
El martes fue igual de intenso en la oficina. Georgina se había transformado en una chica mucho más responsable, trabajadora y se esforzaba al 100%. Además, era muy entretenido trabajar con ella, porque mientras hacíamos las cosas te contaba sus anécdotas y experiencias y hacía su pequeño aporte de psicóloga analizando tu letra, tus caras o las cosas que le contaras. Fernando hacia su aporte, trayéndonos café y ayudándonos a resolver distintas cuestiones. Nos decía como manejar ciertas cosas y como resolver de manera más eficiente otras. Yo hice mi aporte tecnológico, aplicando todo lo que León me había enseñado a mi hacia unos meses. Se había armado un buen grupo de trabajo y eso me motivaba mucho.
El miércoles Diego nos preguntó si queríamos hacer algo ese fin de semana, tratando de reemplazar el día que él había faltado, pero ninguno de los otros podía, por lo que la reunión quedó en la nada. El jueves, o sea ayer, el día pareció pasar volando y cuando me di cuenta estaba en mi casa, con un sueño terrible y sin ganas de comer.
Hoy me levanté distinto, con ganas de hacer mil cosas, con energías más que positivas. Me preparé un buen desayuno y me fui a trabajar. Resolvimos varias cosas, pasamos un buen día palpitando el fin de semana. Fue pasado el medio día cuando me llegó el mensaje. “Tengo ganas de verte” el mensaje que iba a cambiar el curso del día. “Hoy a la noche si querés te cocino algo rico” le respondí. Así acordamos en que ella iba a venir a mi casa cerca de las 9 y yo la iba a esperar con la comida lista.
Salí de la oficina, me fui al súper y compré las cosas. Llegué a casa, acomodé todo, me bañé y me puse a cocinar. A las 9 en punto sonó el timbre y le bajé a abrir. Me sorprendió ver lo hermosa que estaba. Tenía puestas unas sandalias con taco que la hacían un poco más alta. Un jean celeste subía por sus hermosas piernas hasta su culito precioso que estaba más parado que nunca. Su pancita bien plana, se encendía debajo de una remera blanca y sus tetitas preciosas asomaban por la parte de arriba. Tenía el pelo recogido en una colita, los ojos verdes resaltaban, la nariz chiquita y su boquita preciosa cerraban la cara más hermosa que había visto en mi vida.
- Hola Ema.- Me saludó Luz.
Subimos a casa y comimos tranquilos, con algo de música de fondo y charlando todo el tiempo. Cada vez que decía algo me perdía en su mirada, me quedaba como un tonto viendo esos hermosos ojos, esa boca preciosa y me moría de ganas de besar su cuerpo desde sus pies hasta su cabeza. Ella parecía feliz de la vida y se notaba en mí que sentía lo mismo, que no podía estar mejor en ningún otro lado. Pasamos las cosas al sillón, ella con su copa de vino y yo con mi lata de cerveza para seguir charlando. De a poco nos fuimos acercando y después de un rato yo la abracé con una mano y ella apoyó su cabeza sobre mi hombro. Me miró fijo y yo me morí de amor.
- Ema, sé que cuando nos reencontramos hace unos meses yo te dije que no quería nada serio, que tenía que pensar en otras cosas.- Me dijo mirándome directo a los ojos.- Pero no puedo. Vivo pensando en vos, quiero estar con vos todo el tiempo, quiero verte todos los días, y me muero un poco por dentro cada vez que pasan días y no nos vemos.
Dejé la lata en el piso, la tomé suavemente de la cara y la besé. La miré fijo y le dije “Me pasa exactamente lo mismo”. Volví a besarla y ella me abrazó. Éramos dos personas totalmente distintas a aquellas que éramos la primera vez que nos conocimos, habíamos madurado, habíamos cambiado, pero a pesar de eso nuestros sentimientos por el otro estaban más vivos que nunca. El beso se prolongó por un buen rato, con caricias y sonrisas de por medio. Era algo más que un simple beso, era un gesto que demostraba verdadero amor.
- ¿Vamos a la cama?- Me preguntó ella pasando su mano por mi mejilla.
Nos paramos y de la mano fuimos hasta la pieza y nos acostamos uno al lado del otro para seguir con el beso, que de a poco iba convirtiéndose en algo más caliente. Mis manos le levantaron la remera de la cintura hasta el pecho y ella se la dejó sacar para después repetir el movimiento conmigo. Pasó su mano por mi cuerpo y sonrió. Ella se puso encima de mí, con una pierna a cada lado y volvimos a los besos. Le desabroché el corpiño y se lo saqué sin que nuestros labios se despegaran. Mis manos bajaron desde sus hombros a su cintura y después a la parte de atrás del jean y le apreté bien fuerte el culito. Ella volvió a sonreírme y después pasó a besarme el cuello.
De a poco fue bajando por todo mi cuerpo, besando cada centímetro y cuando llegó al pantalón lo desabrochó y me lo bajó hasta los tobillos junto con el bóxer. Mi pija, que estaba bastante dura fue una tentación para Luz que se la mandó a la boca enseguida. Era algo excelente, muy excitante, la chupaba con ganas, con amor, dándome mucho placer. Veía su cabeza que subía y bajaba, mientras su mirada se clavaba en mis ojos.
Después me tocó el turno a mí, que la acosté sobre la cama, le bajé el jean y el culote de encaje divino que tenía, le abrí las piernas y comencé a darle placer con mi boca. Ella puso sus manos sobre mi nuca mientras yo movía mi lengua sobre su conchita y su clítoris. Al cabo de un rato probé con un dedo y ella lo aceptó con suspiros y una respiración agitada. Le gustaba tanto que no podía contener su cuerpo y una risita de placer que me volvió loco.
Me levanté, le di un beso en la boca que ella aceptó colocando sus manos sobre mi cuello y se la metí. Luz me abrazó con piernas y con brazos y comencé a moverme despacio, suave sobre su concha. Ella cerró los ojos y se dedicó a disfrutar de mi pija con una sonrisa hermosa en la cara. Agaché la cabeza y a medida que se la metía y se la sacaba, la besaba en el cuello y detrás de la oreja. Sentía su respiración agitada sobre mi nuca y eso me encantaba.
Estuvimos cogiendo así un buen rato, aumentaba la velocidad y después la bajaba, haciendo que llegáramos a momentos altos de placer y después relajando un poco la situación. Movía mi cintura hacia adelante, hacia abajo, hacia arriba, en todas direcciones y mi verga en su concha se movía como loca. Cambiamos de posición, Luz se colocó de costado y yo me puse detrás de ella que levantó una pierna permitiendo que mi verga entrara sin problema. Con una mano sostenía su pierna y con la otra la abrazaba bien fuerte mientras le apretaba las tetas. Ahí empecé a darle más duro, moviéndome con más fuerza y haciendo que mi verga entrara y saliera casi por completo. Ella no podía contener sus gemidos, que por más silenciosos que eran, se oían bien claros.
Luz terminó sentándose sobre mi, que apoyé mis manos sobre su cintura y ella comenzó a moverse bien rápido, de manera bien violenta. Me cogía como loca, se movía hacia adelante y hacia atrás con fuerza y su cara de placer era descomunal. Llegó al orgasmo y se desplomó sobre mi cuerpo y yo la abracé. “Ahora te toca a vos” me dijo levantándose de nuevo y comenzando a moverse rápido en cuestión de segundos. “Quiero que me acabes adentro” me dijo apoyando sus manos sobre mi pecho y aumentando la velocidad, “Eso me excita mucho”. Y no pude contenerme, tan solo unos minutos más tarde estaba acabando una cantidad enorme de semen adentro suyo. Ella me miró con una sonrisa y volví a acostarse sobre mi. Yo volví a abrazarla.
- Te amo.- Le dije mirándola fijo. Ella sonrió.
- Yo también te amo Ema.- Me respondió.
Así terminamos, acostados los dos sobre la cama, completamente desnudos, ella sobre durmiendo sobre mi pecho mientras la envolvía con los brazos. Mi felicidad era infinita. Mi felicidad es infinita. Después de tanto tiempo pude conseguir lo que quise desde hace años: Estar con Luz. Estar con la persona que amo de verdad.
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