Esta es la historia de Emanuel, un ganador de 24 años que tiene anécdotas muy interesantes para contar, llenas de chicas y amigas y por supuesto con muchas historias sexuales. Esta historia es ficción, sin embargo eso no quiere decir que se basa en algunos hechos reales…
Capítulo 47: Otra oportunidad
- ¿¡Qué!?- Le preguntó Camila a los gritos a Clara.
- ¡Estoy embarazada!- Le contó ella emocionada.
Nos habíamos juntado a comer todos y nos había sorprendido desde un principio que el organizador del evento haya sido Cristian, pero cuando nos contó que habían vuelto y que encima Clara estaba embarazada, no lo pudimos creer. Obviamente no había sido planeado, a pesar de eso se los veía muy emocionados. Tardamos en caer en la cuenta de lo que estaba pasando, pero cuando lo hicimos nos alegramos y los felicitamos. Se agrandaba la familia.
En cuanto a mis cuestiones personales estaban mucho mejor. Cintia parecía haberse calmado en el trabajo y haber entendido el hecho de que yo no quería estar con ella. Pamela se había convertido en una gran compañera de oficina, pero como entre ellas no se llevaban para nada bien, eso generaba algunas situaciones algo complejas que con el tiempo se iban a poner más complicadas. En cuando a la facultad había tenido un buen año, se acercaba la época de finales y en junio/julio ya había metido dos materias y si en noviembre lograba rendir la que me quedaba, por fin me recibía de contador. Mi casa iba mejor todavía. Después de la noche con Valentina estaba mucho más motivado a salir a buscar relaciones por ahí afuera, pero para llevarlas al departamento tenía que poner las cosas en orden. Así que pasé algunas noches y los fines de semana ordenando todo. Compré la cama con ayuda de mis viejos, instalé un televisor mientras Leandro se reía de mis habilidades para taladrar y organicé una cena de inauguración en la que los chicos de la secundaria y facultad se apretujaron en mi living para comer y tomar algo.
- Quedó re linda la casa Ema.- Me dijo Luz entrando a la cocina con una sonrisa y ayudándome a sacar las pizas del horno.- Se nota que estás re contento y me pone muy feliz verte así.
Esa mirada tan hermosa que tenía, tan directa y tan fija, me volvía loco. Quería besarla ahí mismo, quería que todos se fueran para hacerle el amor por todas las habitaciones. Pero tenía que contenerme, tenía que entender que lo mío con Luz era una utopía y que no se iba a dar. Así que el fin de semana siguiente a la comida en casa, organicé una salida con los mismos de siempre: Lean, Facu, Juampi y Cris.
La idea era salir, divertirnos un rato y ver de conseguir alguna chica. Juampi el casado y Cris el futuro padre, se sumaron a la previa pero no al resto de la salida. Así terminamos siendo 3 en el boliche. La cosa parecía ir bien cuando unas amigas de la facultad de Facu llegaron y empezaron a hablar con nosotros,en especial cuando una morochita no muy linda pero de buen cuerpo se puso a bailar conmigo. Pero ahí fue cuando la vi a ella, a pocos metros de donde estábamos y el corazón me dio un salto.
Empezaba con unos zapatos y un short muy corto que hacía que sus hermosas piernas largas resaltaran y su colita divina captara todas las miradas. La remera ajustada y apretada, le marcaba la cinturita pero sobre todo sus enormes e increíbles tetas. Encima de todo su carita hermosa, divina con el pelo marrón oscuro largo, sus ojos celestes como dos faroles, su nariz chiquita y su boquita con labios bien carnosos. No podía creer que en el mismo boliche que estaba yo, estaba mi ex novia Eliana.
Me vio y me saludó con una sonrisa la cual le devolví algo apresurado. Pero mis piernas me jugaron una mala pasada y empecé a caminar hacia donde estaba ella y cuando me di cuenta la estaba saludando. Sus amigas, las cuales conocía, me miraron bastante feo, por eso le agradecí cuando me dijo de ir a buscar algo a la barra minutos más tarde. Pedimos algo para tomar y nos quedamos unos segundos callados. Ella me preguntó como estaba qué era de mi vida, le conté un poco de mi nuevo departamento, de cómo me iba en la facultad y cuando me preguntó por el trabajo solo le dije que bien. Ella me contó que estaba a mil con la facultad, que se había peleado con sus padres porque el año anterior no había aprobado muchas materias entonces quería que le vaya bien este año.
- ¿Querés que algún día nos juntemos a hablar mejor?- Me dijo de la nada.- Porque tengo que volver con mis amigas sino me matan.
- Dale.- Le dije.- Te mando un mensaje y hablamos.- Agregué volviendo con los chicos.
Así fue que el sábado 16 de Octubre nos juntamos a tomar algo después de una semana bastante agitada de estudio y trabajo. Le comenté que me sorprendió verla esa noche en el boliche y cuando me preguntó por qué, no supe que responderle. Me contó más de sus cuestiones de familia y ella me preguntó nuevamente sobre mi trabajo. Cuando llegamos a la pregunta esperada la situación no se puso tan incómoda como yo esperaba.
- ¿Te estás viendo con alguien?- Me preguntó.
- No.- Le dije sin dudarlo, por más que ni yo sabía la respuesta.- Por ahora nada. ¿Vos?
- Tampoco.- Me dijo.- De hecho me peleé con Tomás.- No entendía por qué me decía eso. No me interesaba.- No sé si te lo tengo que contar, pero bueno… Me peleé porque si quiero estar con alguien no puedo seguir así con él.
- Me parece bien.- Le digo sin saber que más comentar.
Hubo un silencio incómodo al que ella le siguió contándome una anécdota de cuando su primita de 4 años le preguntó por mi y ella se largó a llorar frente a toda la familia. A pesar de lo triste de la historia, no pudimos contener una carcajada seguida de una sonrisa. Estuvimos un rato más tomando algo y después nos fuimos. La llevé hasta la casa y cuando estuvimos en la puerta me preguntó si quería pasar a tomar algo más tranqui. Le dije que por ese día pasaba, pero ella insistió y terminé aceptando. Así que subimos a su departamento, el que por unos meses fue departamento de los dos, y ella preparó unos cafés y empezamos a tomar.
- ¿No tenés más nada interesante para contarme?- Me preguntó después de una media hora.
- Cristian y Clara van a ser padres.- Le digo recordando un poco las primicias de mi vida.
- ¡Ay qué lindo!- Me dice ella alegrándose.- ¡Que bueno! Mandales un beso de mi parte.- Agrega apoyando su mano sobre la mía que estaba arriba de la mesa.
Al principio pensé como salir de ahí, como cortar esa situación sin quedar mal. Pero tan solo 5 segundos más tarde me acordé de una frase que mi abuela siempre usa: “Si estás en el baile, bailá”. Así que acerqué mi boca a la de ella y la besé. Eliana me devolvió el beso enseguida y puso sus manos sobre mi cara y yo apoyé las mías en sus piernas. Ella no tardó en pararse y sentarse sobre mi y envolverme con sus brazos mientras nos seguíamos besando. Mis manos pasaron desde su espalda hasta su cintura y después a sus piernas. Ella me miró sonriendo y me preguntó su quería ir a la cama a lo que yo acepté.
Se paró y me tomó de la mano y bien despacio fuimos caminando hasta su pieza. No pude sacar la mirada de su hermoso culo, ese culo que había roto tantas veces y enseguida me dieron ganas de hacerlo una vez más. Nos acostamos en la cama, yo encima de ella y seguimos con los besos. Eli enseguida me sacó la remera y la tiró al piso para después pasar sus manos por mi espalda y terminar apretándome la cola. Las mías fueron en sentido contrario, desde su cintura hasta sus hombros levantándole la remera para dejar al descubierto un hermoso corpiño negro de encaje. Su remera terminó al lado de la mía y segundos más tarde su corpiño. Bajé mi boca hasta sus tetas y se las fui chupando metiéndole mucha lengua sobre los pezones, algo que sabía que le encantaba. Ella apoyó sus manos sobre mis hombros y después de unos minutos empujó hacia abajo, obligándome a bajar.
Llegué hasta su pantalón y cuando lo hice la miré fijo y ella me sonrió. Le bajé el jean y la bombachita que tenía de un solo saque. Estaba completamente depilada. Empecé con unos besos en las piernas y en la cintura, pero enseguida estaba chupándole la conchita. Eli abrió bien las piernas dejándome entrar sin ningún problema. Fui jugando con mi lengua y mis labios sobre su cuerpo, de a poco iban apareciendo las manos, metiéndole un dedito, después dos, tocándole el clítoris y los muslos. Ella comenzaba a gemir, despacio, suave, con cada movimiento de mi lengua. Me animé a ir un poco más allá y le levanté aun más las piernas acercando sus rodillas hasta su pecho, haciendo que su culito quedara casi en primera plana. Comencé pasándole la lengua hasta su concha, pero enseguida me dediqué a la cola, moviendo la lenguita bien rápido hacia arriba y hacia abajo, mientras que con la mano le acariciaba el clítoris. Eliana respiraba muy agitadamente, gimiendo constantemente.
Me paré, me bajé el jean y el bóxer y antes de que ella pudiera hacer algo le metí la verga en la concha. La tomé de las piernas, haciendo que siguieran apoyadas sobre su cuerpo y comencé a cogérmela bien fuerte. Mi verga entraba y salía de su concha casi en su totalidad, cada penetración era bien profunda. Eli gozaba, gemía con la boca abierta, y las manos apretaba las sábanas para descargar el placer. Me calentaba mucho verla disfrutar así, pero sobre todo me calentaba tener el poder absoluto, tomándola de las piernas y sabiendo que minutos más tarde iba a entrarle por la cola.
Y así fue. Después de un rato le dije que se ponga en cuatro y ella obedeció, levantando la colita. Sin embargo al principio le entré por la concha, sin embargo lo hice para poder abrirle un poco el culito con los dedos, cosa que no me fui muy difícil. Minutos más tarde Eli tenía la cola bien abierta, con dos dedos adentro y gemía y gritaba de placer. “¡Ay si Ema! ¡Haceme la cola!”.
Apoyé mi verga sobre su culito y fui haciendo fuerza hasta que la tuvo totalmente adentro. Entonces me saqué las ganas que me habían quedado de la chica del bar. Me paré sobre el colchón, con mi pija adentro de su colita y comencé a darle bien fuerte. Enseguida empezó a gritar “¡Sí! ¡Sí! ¡Cogeme dale!” gemía mientras mi verga entraba y salía de su culo por completo. Bien fuerte, bien rápido. “¡Dale! ¡Ahí llego! ¡Ahí llego!” gritó y segundos más tarde acabó con un orgasmo increíble.
Después me tocó el turno a mi. Le saqué la verga y comencé a pajearme mirando su colita que estaba bien abierta, que enseguida empezó a recibir toda mi leche que caía como una cascada sobre su culito. Eliana se relamía de placer. Después de eso nos acostamos en la cama y ella apoyó su cabeza sobre mi pecho. Me dio un beso y me miró con una sonrisa.
- La paso tan bien con vos.- Me dijo.- Me hacés muy feliz.
Yo le devolví una sonrisa un poco forzada. No quería quedarme ahí, no era mi intención acurrucarnos y darnos besitos.
- Quiero que volvamos a intentarlo Ema.- Me dijo.- Tenemos que darnos otra oportunidad.
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