Por Wally
Sola en casa, esperando que volviera del gimnasio. Suena el teléfono.
-“Hola?, quién habla?”-
-“Hey!, que hacen?”-
-“Hola, …?”- Raro, no hacía mucho que la conocía, habíamos compartido un par de salidas y reuniones, pero no más. En una de esas reuniones intercambiamos teléfonos, más por compromiso que por interés. Algunos mensajes casuales, llamadas para saber donde era la próxima reunión, pero no mucho más que eso. –“Que hacés?, nada, estoy sola en casa, …ya vuelve del gimnasio, supongo que comeremos en el patio, por el calor, viste?”-
-“Ah, buenísimo. Yo estoy al pedo y sola. Nadie hace nada o lo hace con su pareja/novio/marido… y da más para una cena al aire libre, no?”-
No sabía si hacerlo o no, dudé un segundo y: -“Bueno, venite, compartimos una cena, película o algo, no hay drama…bah, si te parece bien”-.
-“Uy!, buenísimo…dale, voy para tu casa”-.
Media hora después: Timbre.
-“Hola, mirá a quién me encontré. La invitaste a cenar, no?”-. Saludó mi novio.
-“Si, no hay otros planes?...o arreglaste algo con los chicos?”-.
-“No, genial…cena en el patio y charla amena, está bárbaro…me encanta el plan”-.
-“Chicos, espero no incomodarlos, como que me auto invité”- dijo ella.
-“Ningún problema, estás siempre invitada. Cuando quieras. Sólo tenés que avisar”-.
Entraron
-“Bueno, vengo del gimnasio, necesito bañarme, en veinte minutos estoy…no te ofendés, no??”-.
-“No, mejor…de paso la ayudo a tu novia en la cocina”-.
-“Pero si, no vas a comer con todo esa transpiración. Bañate tranqui que nosotras nos encargamos de la comida”-.
-“Ok, las dejo sacarme el cuero mientras no estoy. En veinte minutos estoy listo. Más vale que les quede rico”-.
Su sola presencia me ponía nerviosa, era hermosa, rubia, pelo muy lacio y fino, bellísimos ojos azules, piel blanca y con aspecto muy sedoso, me provocaba cosas que jamás imaginé sentir. Cuando saludaba, la mezcla de su perfume y el olor natural de su piel era embriagador. La suave piel de su mejilla se sentía muy bien y era toda una delicadeza. Su manera de hablar, de moverse…de mirar.
Cuando la conocimos se mostró muy amigable con él y eso me puso muy celosa, era el tipo de mujer que todo hombre buscaría, pero con el correr del tiempo descubrí que era así con todos y su actitud ya no me molestó. Comenzó a mostrarse más interesada en mis cosas, en mi trabajo, en mis momentos libres…en mi, definitivamente en mi. Eso era perturbador, jamás pensé en tocar a una mujer, no estaba en mis planes y no me interesaba experimentarlo; pero su presencia movía cosas dentro mío que no sabía que tenía, insisto: es una bellísima mujer.
Decidimos encargar comida. El delivery llegó mientras perdíamos el tiempo hablando de lo usual: trabajo, amigos, relaciones, lo de siempre.
-“Pongamos la mesa. Así tenemos todo listo cuando termine de bañarse”-.
-“Dale. Que linda que te queda esa falda. Es super fresca, no?”-. dijo ella.
-“Si, es re-contra fresca. Para estos días es ideal”-.
-“Te queda bárbaro. Te marca las piernas, la cintura y las caderas. Tenés un hermoso cuerpo y con esa falda queda super sexy, porque no aprieta, pero marca…hermosa”-.
Algo en esas palabras sonaba sensual, o era su manera de decirlo…o porque era ella quien lo decía. Sin saber que hacer o decir me dí vuelta y busqué los platos o los cubiertos o algo para hacer y no seguir esa charla, perturbadora y encantadora al mismo tiempo.
Ella se acercó, no la vi hasta que me dí vuelta y quedamos nariz con nariz, mi estómago dio un vuelco, entre asustada y …no se qué. Su proximidad era inquietante a la vez que placentera, no podía alejarla porque su cercanía me gustaba, pero no estaba decidida a dejar fluir las cosas.
De todas maneras no me moví, como esperando ver que pasaba, insisto en que su presencia me gustaba, su perfume, lo terso de su piel, ese pelo dorado increíble, todo su ser era sexual. Ella notó mi tensión y como sin quererlo su mano tocó mi brazo, ese contacto fue electrizante. No dijo una sola palabra, se dio cuenta de mi estado de alteración, sus hermosos ojos azules se clavaron en los míos, lentamente fue acercando su boca a la mía, muy lentamente…rozó mis labios con los suyos, eran suaves, cálidos, apenas húmedos; electrizada y sintiendo toda esa suavidad no pude responder, se alejó apenas unos centímetros para dejarme tomar conciencia de su ser, su mano comenzó a acariciar mi brazo y volvió a besarme. Tímidamente respondí a ese beso y todo mi cuerpo se llenó de su ternura, suavemente la besé, sólo nuestros labios se tocaban, suave, muy suave; su mano pasó de mi brazo a mis caderas, me tomó de la cintura y me atrajo hacia ella. Mi cabeza iba en una dirección, pero mi cuerpo y mis latidos no querían separarse de ella, comenzamos a besarnos más apasionadamente, ya no quería reprimirme más, me gustaba, sus labios suaves y sedosos eran encantadores, no quería y no podía separarme.
Su otra mano apoyo el vaso en la mesada y me tomó de la nuca, apretando más ese beso. La suavidad de su piel y su perfume me hechizaban, sólo quería besarla. Acerque mi lengua y se encontró con la suya, comenzaron a tocarse, a sentirse, su humedad me estaba enloqueciendo, era muy buena besando y se notaba que hacía tiempo que quería besarme. Todas mis sensaciones encontradas iban desapareciendo a medida que me abandonaba más a su encanto, sólo quería su beso y ya no pensaba en lo que estaba pasando, sólo sabía que era hermoso, tierno, subyugante. Nuestras respiraciones iban en aumento, cada vez más excitadas, saberla excitada por mi me excitaba más. Nos besamos, la besé con ganas, con muchas ganas.
De pronto, mi novio apareció en la cocina, no lo escuchamos venir, estábamos demasiado concentradas y encantadas con nosotras mismas.
-“Uh!, perdón…no sabía…estemm…bueno, sigo con lo mío”-. Dijo él.
-“No, no pasa nada…vení, tu novia necesita placer”-. dijo ella.
Yo no podía decir palabra. Estaban decidiendo que hacían conmigo y yo muda. Una vocecita en el fondo de mi cabeza decía que no, que estaba mal, pero el resto entero de mi ser pedía a gritos que me amen, ambos, como sea, al mismo tiempo.
-“Ok. Sigan. Yo entro cuando crea necesario”-.respondió él y se apoyó en la puerta de la cocina.
Ella me miró fijamente otra vez, volvió a besarme, esta vez con más intensidad, sus manos comenzaron a recorrer todo mi cuerpo, suavemente al ritmo de su lengua.
Abandoné todo reparo y remordimiento, y me entregué a disfrutar de ese beso. Ella lo notó y comenzó a acariciarme todo el cuerpo, cada centímetro de piel que ella tocaba se erizaba en piel de gallina. Su mano comenzó a levantar la falda, acariciaba mis piernas y sus manos subían lento, muy lento. Nuestras lenguas unidas me volvían loca, sus manos me inundaban de sensaciones. Lentamente fue subiendo hasta mi entrepierna, acarició mis labios por sobre la tanga, suave al principio, su llegada a ese punto me hizo soltar un leve gemido. Abandonó mi boca y comenzó a besarme el cuello, a recorrerlo de arriba hacia abajo con sus labios. Él decidió intervenir, su boca tomó el lugar de ella y sus manos a acariciarme la cara, el cuello, el pelo, sus hermosos labios, que siempre me enloquecían, volvían a hacer de las suyas.
Ambos dedicados a besarme.
Ella continuó bajando por mi pecho, bajó un bretel de la musculosa y besó un seno, lo lamió, lo chupó, lo mordió. Su otra mano seguía tocando mis labios por sobre la tanga, moviéndose en círculos, estimulando mi ansiosa vagina. Corrió la tanga y sus dedos tocaron mi carne trémula, otro gemido escapó de mi garganta, ya no los podía contener, gemía extasiada de placer, la boca y las manos de él; los labios, la lengua y las manos de ella.
Deslicé mi mano por el estómago de él, desabroché su pantalón e intenté tomar su pene.
-“No, no te apures”- me dijo, -“Esto es todo para vos, ya habrá tiempo para mi”-.
Ella continuó bajando por mi estómago. Sus besos eran cálidos, calientes, increíbles. Levantó mi falda y miró mi tanga humedecida.
-“Tenés unas formas hermosas, de verdad hermosas. Ahora quiero ver qué gusto tienen”-.
Me sacó la tanga. Él se entretenía besando toda la parte alta de mi cuerpo: cuello, pechos, boca, me acariciaba y me besaba. Esto sólo hubiese bastado para ponerme a mil, pero a eso se sumaba ella, con sus habilidosas manos haciéndome sentir gran placer.
Ella suavemente empezó a besarme las piernas, subiendo, las ingles, la pelvis, su cálido aliento sobre mi ansioso sexo me estaba enloqueciendo. Primero besó mis labios, ardorosamente, su boca húmeda sabía exquisito, luego con su lengua fue abriéndose camino hacia mi clítoris. Comenzó a lamerlo, suave al principio, trazando círculos, de arriba hacia abajo, sabía lo que hacía. No pude aguantar, no necesité mucho contacto de su lengua y una corriente de placer se lanzó por todo mi cuerpo, un denso orgasmo invadió mi ser, ella siguió lamiendo hasta que la intensiva del clímax fue bajando. Miré hacia abajo y ella me miraba con esos ojos azules tan hermosos. Sonrió.
-“Vengan”- dijo y se encaminó hacia el sofá. -“Que él se siente”-.
La seguimos. Yo todavía sintiendo los reflejos del orgasmo, él acariciaba mi nuca y mi espalda como siempre lo hacía.
Él se sentó desnudo, ella me puso de rodillas y acercó mi cabeza a su pene erecto. Comencé a chuparlo con ganas, masturbándolo con una mano, arriba y abajo, al mismo ritmo que mi cabeza bajaba y subía, mi lengua alrededor de la cabeza. Él peinaba mi pelo con una mano, con la otra me acariciaba la espalda, la nuca, el cuello. Ella se acostó detrás de mí de tal manera que su boca quedaba directamente por debajo de mi concha y continuó con su trabajo lingual, yo no paraba de gemir, mis gemidos se apagaban con el pene dentro de mi boca.
Desde su posición ella dijo: -“Mojame los dedos”-. Levantando una mano hacia mi cara. Chupé sus dedos índice y mayor como si fueran el pene que tenía agarrado y los llené de mi saliva. Ella bajó la mano y muy despacio pero firmemente los fue introduciendo en mi, suave al principio. Comenzó a moverlos dentro y fuera. Ya no podía gemir, necesitaba gritar.
-“Hermoso, escucharte gemir es increíble. Pero necesito entrar. Necesito penetrarte”-.
-“Ok, sentate arriba, pero dándole la espalda”-. Ella comandaba la acción.
Me dí vuelta y tomé su pene, lo guié a la puerta de mi concha y muy despacio, sintiendo cada milímetro de su carne fui bajando hasta sentirme plenamente penetrada. Miré hacia abajo y ella observaba la acción con sus increíbles ojos, me miró y pude ver que todo el placer que me estaba provocando le fascinaba. Acercó su cabeza y comenzó a lamer mi concha, Dios!!, penetrada por el hombre que amaba y. al mismo tiempo, lamida por la mujer más sexy que conocía, era fantástico, genial.
EL ritmo se hizo más intenso, ella no dejaba de lamer y estallé en otro orgasmo. Ella no paraba de lamerme y él seguía penetrando, otro y otro y otro…no sé, perdí la cuenta, todo era sensaciones, placer, era increíble…y a cada orgasmo ella me miraba y notaba su placer al darme placer.
-“No aguanto más”-. Dijo él, al cabo de 15 minutos, en los que perdí la cuenta de la cantidad de orgasmos que me regalaron.
Sin pensarlo, me levanté y comencé a chupar su pito, hasta que descargó su semen en mi boca, nunca lo había hecho, pero la situación era tan fascinante que me dejé llevar. El gemía al ritmo de mi lengua, saboreé todo su jugo, continué chupando mientras ella me besaba la espalda, fue increíble…estaba exhausta, me temblaba todo el cuerpo debido a la cantidad de veces que acabé.
Nos quedamos desnudos, sin hablar por un ratito.
Ella rompió el silencio.
-“Tus jugos saben muy rico y tu manera de gemir es increíble, ahora entiendo lo que me contaba él y porque lo vuelven loco”-.
-“Viste?, yo te dije, no sé que hace con la boca o de donde le sale, pero es genial”-.
-“Me hicieron gemir bastante. Me encantó. Y lo mejor es que lo gemidos no se acaban, tengo muchos más…por si les interesa”-. Dije guiñando un ojo.
Lo que sucedió después fue maravilloso
Pero esa es otra historia…
Continuará…
Sola en casa, esperando que volviera del gimnasio. Suena el teléfono.
-“Hola?, quién habla?”-
-“Hey!, que hacen?”-
-“Hola, …?”- Raro, no hacía mucho que la conocía, habíamos compartido un par de salidas y reuniones, pero no más. En una de esas reuniones intercambiamos teléfonos, más por compromiso que por interés. Algunos mensajes casuales, llamadas para saber donde era la próxima reunión, pero no mucho más que eso. –“Que hacés?, nada, estoy sola en casa, …ya vuelve del gimnasio, supongo que comeremos en el patio, por el calor, viste?”-
-“Ah, buenísimo. Yo estoy al pedo y sola. Nadie hace nada o lo hace con su pareja/novio/marido… y da más para una cena al aire libre, no?”-
No sabía si hacerlo o no, dudé un segundo y: -“Bueno, venite, compartimos una cena, película o algo, no hay drama…bah, si te parece bien”-.
-“Uy!, buenísimo…dale, voy para tu casa”-.
Media hora después: Timbre.
-“Hola, mirá a quién me encontré. La invitaste a cenar, no?”-. Saludó mi novio.
-“Si, no hay otros planes?...o arreglaste algo con los chicos?”-.
-“No, genial…cena en el patio y charla amena, está bárbaro…me encanta el plan”-.
-“Chicos, espero no incomodarlos, como que me auto invité”- dijo ella.
-“Ningún problema, estás siempre invitada. Cuando quieras. Sólo tenés que avisar”-.
Entraron
-“Bueno, vengo del gimnasio, necesito bañarme, en veinte minutos estoy…no te ofendés, no??”-.
-“No, mejor…de paso la ayudo a tu novia en la cocina”-.
-“Pero si, no vas a comer con todo esa transpiración. Bañate tranqui que nosotras nos encargamos de la comida”-.
-“Ok, las dejo sacarme el cuero mientras no estoy. En veinte minutos estoy listo. Más vale que les quede rico”-.
Su sola presencia me ponía nerviosa, era hermosa, rubia, pelo muy lacio y fino, bellísimos ojos azules, piel blanca y con aspecto muy sedoso, me provocaba cosas que jamás imaginé sentir. Cuando saludaba, la mezcla de su perfume y el olor natural de su piel era embriagador. La suave piel de su mejilla se sentía muy bien y era toda una delicadeza. Su manera de hablar, de moverse…de mirar.
Cuando la conocimos se mostró muy amigable con él y eso me puso muy celosa, era el tipo de mujer que todo hombre buscaría, pero con el correr del tiempo descubrí que era así con todos y su actitud ya no me molestó. Comenzó a mostrarse más interesada en mis cosas, en mi trabajo, en mis momentos libres…en mi, definitivamente en mi. Eso era perturbador, jamás pensé en tocar a una mujer, no estaba en mis planes y no me interesaba experimentarlo; pero su presencia movía cosas dentro mío que no sabía que tenía, insisto: es una bellísima mujer.
Decidimos encargar comida. El delivery llegó mientras perdíamos el tiempo hablando de lo usual: trabajo, amigos, relaciones, lo de siempre.
-“Pongamos la mesa. Así tenemos todo listo cuando termine de bañarse”-.
-“Dale. Que linda que te queda esa falda. Es super fresca, no?”-. dijo ella.
-“Si, es re-contra fresca. Para estos días es ideal”-.
-“Te queda bárbaro. Te marca las piernas, la cintura y las caderas. Tenés un hermoso cuerpo y con esa falda queda super sexy, porque no aprieta, pero marca…hermosa”-.
Algo en esas palabras sonaba sensual, o era su manera de decirlo…o porque era ella quien lo decía. Sin saber que hacer o decir me dí vuelta y busqué los platos o los cubiertos o algo para hacer y no seguir esa charla, perturbadora y encantadora al mismo tiempo.
Ella se acercó, no la vi hasta que me dí vuelta y quedamos nariz con nariz, mi estómago dio un vuelco, entre asustada y …no se qué. Su proximidad era inquietante a la vez que placentera, no podía alejarla porque su cercanía me gustaba, pero no estaba decidida a dejar fluir las cosas.
De todas maneras no me moví, como esperando ver que pasaba, insisto en que su presencia me gustaba, su perfume, lo terso de su piel, ese pelo dorado increíble, todo su ser era sexual. Ella notó mi tensión y como sin quererlo su mano tocó mi brazo, ese contacto fue electrizante. No dijo una sola palabra, se dio cuenta de mi estado de alteración, sus hermosos ojos azules se clavaron en los míos, lentamente fue acercando su boca a la mía, muy lentamente…rozó mis labios con los suyos, eran suaves, cálidos, apenas húmedos; electrizada y sintiendo toda esa suavidad no pude responder, se alejó apenas unos centímetros para dejarme tomar conciencia de su ser, su mano comenzó a acariciar mi brazo y volvió a besarme. Tímidamente respondí a ese beso y todo mi cuerpo se llenó de su ternura, suavemente la besé, sólo nuestros labios se tocaban, suave, muy suave; su mano pasó de mi brazo a mis caderas, me tomó de la cintura y me atrajo hacia ella. Mi cabeza iba en una dirección, pero mi cuerpo y mis latidos no querían separarse de ella, comenzamos a besarnos más apasionadamente, ya no quería reprimirme más, me gustaba, sus labios suaves y sedosos eran encantadores, no quería y no podía separarme.
Su otra mano apoyo el vaso en la mesada y me tomó de la nuca, apretando más ese beso. La suavidad de su piel y su perfume me hechizaban, sólo quería besarla. Acerque mi lengua y se encontró con la suya, comenzaron a tocarse, a sentirse, su humedad me estaba enloqueciendo, era muy buena besando y se notaba que hacía tiempo que quería besarme. Todas mis sensaciones encontradas iban desapareciendo a medida que me abandonaba más a su encanto, sólo quería su beso y ya no pensaba en lo que estaba pasando, sólo sabía que era hermoso, tierno, subyugante. Nuestras respiraciones iban en aumento, cada vez más excitadas, saberla excitada por mi me excitaba más. Nos besamos, la besé con ganas, con muchas ganas.
De pronto, mi novio apareció en la cocina, no lo escuchamos venir, estábamos demasiado concentradas y encantadas con nosotras mismas.
-“Uh!, perdón…no sabía…estemm…bueno, sigo con lo mío”-. Dijo él.
-“No, no pasa nada…vení, tu novia necesita placer”-. dijo ella.
Yo no podía decir palabra. Estaban decidiendo que hacían conmigo y yo muda. Una vocecita en el fondo de mi cabeza decía que no, que estaba mal, pero el resto entero de mi ser pedía a gritos que me amen, ambos, como sea, al mismo tiempo.
-“Ok. Sigan. Yo entro cuando crea necesario”-.respondió él y se apoyó en la puerta de la cocina.
Ella me miró fijamente otra vez, volvió a besarme, esta vez con más intensidad, sus manos comenzaron a recorrer todo mi cuerpo, suavemente al ritmo de su lengua.
Abandoné todo reparo y remordimiento, y me entregué a disfrutar de ese beso. Ella lo notó y comenzó a acariciarme todo el cuerpo, cada centímetro de piel que ella tocaba se erizaba en piel de gallina. Su mano comenzó a levantar la falda, acariciaba mis piernas y sus manos subían lento, muy lento. Nuestras lenguas unidas me volvían loca, sus manos me inundaban de sensaciones. Lentamente fue subiendo hasta mi entrepierna, acarició mis labios por sobre la tanga, suave al principio, su llegada a ese punto me hizo soltar un leve gemido. Abandonó mi boca y comenzó a besarme el cuello, a recorrerlo de arriba hacia abajo con sus labios. Él decidió intervenir, su boca tomó el lugar de ella y sus manos a acariciarme la cara, el cuello, el pelo, sus hermosos labios, que siempre me enloquecían, volvían a hacer de las suyas.
Ambos dedicados a besarme.
Ella continuó bajando por mi pecho, bajó un bretel de la musculosa y besó un seno, lo lamió, lo chupó, lo mordió. Su otra mano seguía tocando mis labios por sobre la tanga, moviéndose en círculos, estimulando mi ansiosa vagina. Corrió la tanga y sus dedos tocaron mi carne trémula, otro gemido escapó de mi garganta, ya no los podía contener, gemía extasiada de placer, la boca y las manos de él; los labios, la lengua y las manos de ella.
Deslicé mi mano por el estómago de él, desabroché su pantalón e intenté tomar su pene.
-“No, no te apures”- me dijo, -“Esto es todo para vos, ya habrá tiempo para mi”-.
Ella continuó bajando por mi estómago. Sus besos eran cálidos, calientes, increíbles. Levantó mi falda y miró mi tanga humedecida.
-“Tenés unas formas hermosas, de verdad hermosas. Ahora quiero ver qué gusto tienen”-.
Me sacó la tanga. Él se entretenía besando toda la parte alta de mi cuerpo: cuello, pechos, boca, me acariciaba y me besaba. Esto sólo hubiese bastado para ponerme a mil, pero a eso se sumaba ella, con sus habilidosas manos haciéndome sentir gran placer.
Ella suavemente empezó a besarme las piernas, subiendo, las ingles, la pelvis, su cálido aliento sobre mi ansioso sexo me estaba enloqueciendo. Primero besó mis labios, ardorosamente, su boca húmeda sabía exquisito, luego con su lengua fue abriéndose camino hacia mi clítoris. Comenzó a lamerlo, suave al principio, trazando círculos, de arriba hacia abajo, sabía lo que hacía. No pude aguantar, no necesité mucho contacto de su lengua y una corriente de placer se lanzó por todo mi cuerpo, un denso orgasmo invadió mi ser, ella siguió lamiendo hasta que la intensiva del clímax fue bajando. Miré hacia abajo y ella me miraba con esos ojos azules tan hermosos. Sonrió.
-“Vengan”- dijo y se encaminó hacia el sofá. -“Que él se siente”-.
La seguimos. Yo todavía sintiendo los reflejos del orgasmo, él acariciaba mi nuca y mi espalda como siempre lo hacía.
Él se sentó desnudo, ella me puso de rodillas y acercó mi cabeza a su pene erecto. Comencé a chuparlo con ganas, masturbándolo con una mano, arriba y abajo, al mismo ritmo que mi cabeza bajaba y subía, mi lengua alrededor de la cabeza. Él peinaba mi pelo con una mano, con la otra me acariciaba la espalda, la nuca, el cuello. Ella se acostó detrás de mí de tal manera que su boca quedaba directamente por debajo de mi concha y continuó con su trabajo lingual, yo no paraba de gemir, mis gemidos se apagaban con el pene dentro de mi boca.
Desde su posición ella dijo: -“Mojame los dedos”-. Levantando una mano hacia mi cara. Chupé sus dedos índice y mayor como si fueran el pene que tenía agarrado y los llené de mi saliva. Ella bajó la mano y muy despacio pero firmemente los fue introduciendo en mi, suave al principio. Comenzó a moverlos dentro y fuera. Ya no podía gemir, necesitaba gritar.
-“Hermoso, escucharte gemir es increíble. Pero necesito entrar. Necesito penetrarte”-.
-“Ok, sentate arriba, pero dándole la espalda”-. Ella comandaba la acción.
Me dí vuelta y tomé su pene, lo guié a la puerta de mi concha y muy despacio, sintiendo cada milímetro de su carne fui bajando hasta sentirme plenamente penetrada. Miré hacia abajo y ella observaba la acción con sus increíbles ojos, me miró y pude ver que todo el placer que me estaba provocando le fascinaba. Acercó su cabeza y comenzó a lamer mi concha, Dios!!, penetrada por el hombre que amaba y. al mismo tiempo, lamida por la mujer más sexy que conocía, era fantástico, genial.
EL ritmo se hizo más intenso, ella no dejaba de lamer y estallé en otro orgasmo. Ella no paraba de lamerme y él seguía penetrando, otro y otro y otro…no sé, perdí la cuenta, todo era sensaciones, placer, era increíble…y a cada orgasmo ella me miraba y notaba su placer al darme placer.
-“No aguanto más”-. Dijo él, al cabo de 15 minutos, en los que perdí la cuenta de la cantidad de orgasmos que me regalaron.
Sin pensarlo, me levanté y comencé a chupar su pito, hasta que descargó su semen en mi boca, nunca lo había hecho, pero la situación era tan fascinante que me dejé llevar. El gemía al ritmo de mi lengua, saboreé todo su jugo, continué chupando mientras ella me besaba la espalda, fue increíble…estaba exhausta, me temblaba todo el cuerpo debido a la cantidad de veces que acabé.
Nos quedamos desnudos, sin hablar por un ratito.
Ella rompió el silencio.
-“Tus jugos saben muy rico y tu manera de gemir es increíble, ahora entiendo lo que me contaba él y porque lo vuelven loco”-.
-“Viste?, yo te dije, no sé que hace con la boca o de donde le sale, pero es genial”-.
-“Me hicieron gemir bastante. Me encantó. Y lo mejor es que lo gemidos no se acaban, tengo muchos más…por si les interesa”-. Dije guiñando un ojo.
Lo que sucedió después fue maravilloso
Pero esa es otra historia…
Continuará…
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