Esta es la historia de Emanuel, un ganador de 24 años que tiene anécdotas muy interesantes para contar, llenas de chicas y amigas y por supuesto con muchas historias sexuales. Esta historia es ficción, sin embargo eso no quiere decir que no se basa en algunos hechos reales…
Capítulo 43: Nueva vida
El 2015 arrancó con vacaciones. Pero en vez de viajar, decidí usar la primera quincena que Roberto me había dado para comenzar con la mudanza. Me llevé ropa, el tele, cosas de la facultad y del trabajo, algunos objetos de limpieza, cosas de la casa y también aproveché para ir al super y comprar comida y distintas cosas que yo uso. Así fue que cuando Eliana llegó el domingo 18 de Enero, encontró que ya no estaba sola en la casa.
- ¡Hola compañera de cuarto!- La saludé contento apenas entró.
Ella se alegró tanto que no tuvo palabras para decir y se sentó en el sillón y se largó a llorar de alegría. “¿Qué pasa?” le pregunté yo sentándome al lado. Ella no pudo contestar enseguida, pero después de un rato me confesó que estaba más que emocionada de que nos mudáramos los dos juntos y de que estuviéramos viviendo esta nueva etapa de nuestras vidas.
- Es como si viviéramos una vida nueva.- Me dijo contenta para después darme un beso.
Pero una nueva vida requiere sacrificios y a pesar de que yo pensaba que sí, no sabía de verdad si estaba dispuesto a cumplirlos. Para eso hay que volver unos días más atrás. El 1ro de Enero, después de una noche de travesuras con Tatiana las cosas empezaron a calmarse con ella y a pesar de que nos seguimos hablando durante toda la semana, ella enseguida entendió que yo estaba de novio y que me estaba mudando con Eliana, por lo que dejamos las cosas en claro.
Durante esa primer semana del año, Leandro, Facundo y Cristian me ayudaron a mudarme y solíamos pasar bastante tiempo junto. Cris era la novedad del momento, ya que se estaba viendo con una chica que conoció en la fiesta de Navidad a la que fue con sus primos y la loca además de estar muy buena y tener unas tetas increíbles, era una trola tremenda en la cama.
- Me dijo que lo quería hacer por atrás.- Nos comentó mientras subíamos las cajas con ropa.- La loca vive caliente. Nos vemos, cogemos y después hablamos.- No contaba orgulloso.
Leandro era el que no estaba tan bien. Victoria se había ido de viaje con sus amigas a la costa y no le hablaba casi nunca, lo que a él lo ponía bastante nervioso. “Tengo que empezar hablándole yo, sino ni bola” nos decía. Facundo trató de consolarlo, pero pareció no dar resultados, ya que Lean prefirió cambiar de tema y volvimos a hablar de la nueva chica de Cristian.
En el trabajo tenía vacaciones, lo cual no significaba no tener noticias de Cintia. Ella me escribía todos los días diciéndome lo mucho que me extrañaba en la oficina. “Estoy muy solita” me escribía. “Me aburro” ponía después mandándome alguna foto zarpada de ella en mi escritorio. El viernes de esa semana lo culminó con un videíto de 30 segundos en el que se tocaba las tetas, sentada en mi silla y entre gemidos decía cosas como “Como te extraño papi”. Esa noche no me pude contenes.
Apenas me escribió que estaba en su casa, salí con el auto para llegar en tan solo 10 minutos y tirarnos a la cama a coger como locos. “¡Ay sí papi!” gritaba ella cada vez que mi pija entraba y salía de su concha. Cintia disfrutaba tenerme ahí, en su cama, encima de ella, cogiéndomela con todas mis ganas. Yo sabía que parte del placer que ella sentía era por el simple hecho de saber que yo estaba traicionando a mi novia. Pero en el fondo eso también me encantaba a mí. Así que me la seguí cogiendo bien rápido hasta llenarle la concha de semen. “¡Como me gusta cuando me coges así!” me dijo ella satisfecha.
La segunda semana fue más tranquila, ya que estaba completamente instalado en el nuevo departamento. Es por eso que la cabeza tuvo tiempo de pensar en otras cosas como: ¿A dónde iba mi relación con Eliana? Obviamente la quería y disfrutaba mucho de coger con ella así como también de charlar. Mi familia estaba contento con Eliana (mi madre no tanto, pero eso me enteré después) y mis amigos no tenían problema en que yo estuviera con ella. Pero la cosa estaba en mí y mi necesidad de estar con otras mujeres. Sabía que ahora que iba a vivir con ella no podía seguir con las boludeces. Por lo que decidí que tenía que ponerme las pilas y dejar las cosas en blanco. Ella me había estado engañando con Tomás, su ex compañero de la secundaria, por lo que eso hacía que no me sienta tan mal, pero yo me había abusado de eso y la había engañado en muchísimas ocasiones y había llegado al punto de armarme una orgía con mis amigos. Tenía que cambiar un poco.
Así que esa segunda semana decidí hacer algunos arreglos en la casa, ordenar, limpiar, acomodar todas mis pertenencias, para que cuando ella llegara el domingo viera que yo ya me había instalado por fin. La fui a buscar a la estación de colectivos con la promesa de “mañana arrancamos con la mudanza” y cuando llegó al departamento no pudo contener una cara de sorpresa que casi culmina en un llanto.
- ¡Hola compañera de cuarto!- La saludé contento apenas entró.
- Es como si viviéramos una vida nueva.- Me dijo contenta después de sentarme en sillón.
Acto seguido me besó, con uno de esos besos que demuestran amor. La tomé de la cara y le devolví el beso y después de un rato ella me miró con cara de alegría. “¿Qué vamos a hacer para festejarlo?” me preguntó, pero yo ya tenía todo planeado. Había preparado de entrada un cena tranquila, dado que el calor te sacaba las ganas de comer, pero con un buen vino blanco para desestructurar un poco la cosa. Después le propuse de un baño de inmersión, los dos juntitos en la bañera, con las luces apagadas y unas velas encendidas a lo lejos. Por último el postre se servía en la cama. Compré algunas frutillas, un poco de crema y un champagne para que disfrutáramos entre besos y caricias.
La comida estuvo bien. Nos vaciamos la botella al cabo de una hora y decidimos terminar lo que quedaba, sentados en el sillón entre besos y caricias. La ropita se fue yendo con los minutos, la idea era que la sensualidad perdurara hasta que fuera imposible de contener la calentura. Una vez desnudos nos movimos al baño, que ya nos esperaba con el agua tibia y las velas colocadas. Las encendí mientras ella se acomodaba y nos acostamos adentro de la bañera para charlar sobre esas semanas que habíamos pasado alejados. Mientras ella me contaba algunas anécdotas familiares yo le pasaba un poco de jabón líquido por el cuerpo, deteniéndome en los lugares justos y acariciándola de manera bien suave. Ella se concentraba en mis piernas, tocándolas de forma muy sensual con la punta de los dedos. Los besos en el cuello, las caricias en la nuca y las respiraciones profundas no faltaron en ningún momento.
Casi media hora más tarde nos propusimos pasar a la pieza. Nos secamos un poco, apagamos las velas y entramos a la habitación que tenía ya todo preparado sobre la cama. Nos acostamos uno al lado del otro y ella abrió la bolsita donde se encontraban las frutillas, metió una adentro de la compotera con crema y me dio para que comiera. Después me tocó a mí. Así estuvimos un rato, entre besos, caricias y algo de manoseo, nos comimos todas las frutillas que había. De a poco íbamos experimentando. Ella se puso una en la boca y me dio para que comiera de sus labios, yo le pasé crema por las tetas y se la saqué con la lengua, ella me pasó la frutilla por todo el cuerpo para después comérsela y por último Eli se acostó boca abajo y se puso una frutilla encima de la cola, que le terminé comiendo para dar inicio a algo más.
Le abrí las piernas y comencé besándole los muslos y la cola, para de a poquito ir chupándole todo el culito. Movía la lengua bien lento, pasándola por cada centímetro de su cola y deteniéndome en su conchita y su culito para saborearlo todo. Ella comenzó con los suspiros y los gemidos, esos que tan loco me vuelven y ahí fue cuando la sensualidad pasó a un segundo plano. Tomé algo de crema que había quedado y se lo tiré en la cola y se lo fui chupando a medida que caía. Mis dedos empezaron a formar parte de la escena, apretándole los cachetes de la cola y tocándole los muslos. De a poco iba concentrándome en la conchita y me la empecé a coger con la mano. Eliana seguía gimiendo y suspiraba cada vez más. “Ay sí” susurraba mientras mis dedos la penetraban.
- Ponete en cuatro.- Le dije al oído mientras me arrodillaba sobre la cama.
Ella se puso bien en frente mío y antes de metérsela le pasé la verga bien dura por la cola. Ella me miró con ganas y no pude resistir metérsela bien a fondo. Eliana abrió la boca bien grande y emitió un “¡Ah!” muy cortito. La tomé de la cintura y sin poder contenerme, empecé a cogérmela bien duro. Ella no se la esperaba, es por eso que sus gemidos y gritos de placer me excitaron más todavía. Escucharla gemir así, sintiendo tanto placer de repente me volvió loco e hizo que le diera más fuerte todavía. Ella no podía parar de gritar y yo no podía parar de darle bien duro.
Le pegué un chirlo en la cola y ella me respondió con un gemido. Otro chirlo, pero está vez vino seguido de un agarrón de nalga. Eli parecía disfrutarlo. Al tercero le siguió un dedito pícaro que terminó entrando en el culito segundos más tarde. “¡Sí, sí! ¡Abrime la colita dale!” Me pidió ella y yo obedecí. Mientras me la cogía por la concha, le fui abriendo el culito con los dedos hasta tener dos bien a fondo.
Ella se paró de la nada y me empujó contra la cama quedando yo boca arriba. Se arrodilló mirándome y apoyó sus manos sobre mi pecho y despacito se fue sentando sobre mi verga. Costó unos segundos, pero una vez tuvo la pija bien adentro de la cola empezó a moverse. Al principio despacio, para terminar de dilatarse, pero enseguida tomó ritmo y mi verga disfrutaba de esa cola espectacular. Ella movía su cintura hacia arriba y hacia abajo, haciendo que mi pija entrara y saliera. Que placer me daba ver como ella me cogía con la cola. Su cara de satisfacción era plena, con los ojos cerrados, la boca entreabierta y gemidos que salían de ella. Me volvió loco.
Me cogió durante un buen rato hasta que llegó al orgasmo por la cola, acabando una buena cantidad por la concha. Ahora me tocaba el turno a mi. Eli se paró y volvió a acomodarse boca abajo, como estaba antes de que arrancáramos todo y yo me arrodillé sobre sus piernas. Con las manos se abrió la cola y su culito bien dilatado se hizo notar. Empecé a pajearme lo más rápido que pude, con mi verga por encima de su cola. Acabé minutos más tarde una buena cantidad de leche que fue a parar al agujero de la cola de mi novia. Despacito, largó las manos y la colita se cerró haciendo que el semen empezara a salir y fuera cayendo hasta su conchita. Limpié la punta de mi pija sobre sus cachetes y me acosté al lado de ella que me sonrió totalmente satisfecha.
Miré al techo y me sentí completo. Estaba contento de haber dado ese paso importante y de haberlo celebrado de la mejor manera. Ahora tenía que concentrarme en lo que tenía y dejar de lado los problemas. Ahora tenía una nueva vida.
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