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Un ganador. Capítulo 30

Un ganador. Capítulo 30

Esta es la historia de Emanuel, un ganador de 24 años que tiene anécdotas muy interesantes para contar, llenas de chicas y amigas y por supuesto con muchas historias sexuales. Esta historia es ficción, sin embargo eso no quiere decir que no se basa en algunos hechos reales…

Capítulo 30: Añorando el pasado
   - ¿Vos estas en algo con Cintia verdad?- Me preguntó el lunes a la tarde Georgina cuando nos quedamos los dos solos en la oficina por un momento.
   - ¿Qué?- Le pregunto sin saber que responder.
   - Es muy obvio.- Me dijo ella riéndose.
   Georgina había encajado muy bien en la oficina y obviamente nos había sacado la ficha. Cuando esa noche le comenté a Cintia lo que me había pasado, ella tuvo tal ataque de risa que no pudimos seguir hablando del tema. Pero el martes terminé confirmándole el rumor a mi nueva compañera de trabajo que pareció emocionarse de haber comprobado su teoría. A pesar de eso, no hizo comentario alguno y no abrió la boca sobre el tema.

   El miércoles volvimos a quedarnos solos a las 7, cuando se fue Georgina y la calentura nos invadía después de 1 día entero sin nada y nos pegamos una linda cogida en el escritorio con todo incluido. Esa noche volví a mi casa y recibí un mensaje de Luz: “Necesito hablar ya”. Por lo que cené y agarré el auto y me fui directo a su casa. Obviamente no era un buen augurio.
   - Se que te estás cogiendo a tu compañera de trabajo.- Me dijo enseguida.- Y sé que nosotros no somos nada, pero hace casi 2 años que venimos así y pensé que vos me querías de verdad.
   - Pero Luz yo te…
   - ¡Pero Luz nada!- Me interrumpió alterándose.- ¡Vos no me querés a mi! ¡Solo te interesa coger conmigo! Y ahora que encontraste otra putita para cogerte, te vas con la nueva y a mi me dejás.
   - Luz, fuiste vos la que me dijo que no quería nada serio.- Le dije algo molesto por el escándalo que me estaba haciendo.
   - Eso fue hace dos años Emanuel. ¡Dos años!- Repitió gritando y las lágrimas empezaban a asomar.- ¿No se te ocurrió pensar que en estos dos años yo pude haber cambiado mi forma de ver las cosas?- Soltó de repente.- ¿No se te ocurrió pensar que en estos dos años yo ya no te veo como un simple amigo o como alguien con el que me divierto?- Ya lloraba.- ¿No se te ocurrió pensar que en estos dos años yo me pude haber enamorado de vos?
   No supe que decirle. Obviamente no me lo había puesto a pensar con claridad y había lastimado a Luz al no haberle dejado en claro las cosas. La cosa no siguió mejor y me terminó diciendo que le rompí el corazón y que no quería verme más. Me hecho de la casa a pesar de que intenté hablar las cosas y de solucionarlas aunque sea un poco, no hubo caso.

   Al día siguiente fue peor cuando le mandé un mensaje pidiéndole de hablar de nuevo y ella me contestó que no y que inclusive iba a dejar la facultad para no verme más. Me pareció un poco exagerado, hasta que Carla me mandó un whatsapp diciéndome que estaba con Luz y que no podía parar de llorar. Tenía que darle tiempo al asunto.
   Esa misma tarde cuando fui a la oficina Cintia, Georgina y Roberto me parecían insoportables. Al final del día le contesté mal a Cintia por alguna razón y se terminó yendo enojada por eso. Cuando llegué a mi casa le mandé un whatsapp pidiéndole disculpas y diciéndole que estaba molesto por otra cosa y preguntándole si se lo podía compensar ese fin de semana a lo que ella respondió: “Vemos”, cosa que me puso más molesto todavía.
   El viernes no fue a la oficina. Roberto nos dijo que se sentía enferma y que por eso él tenía que cerrar la oficina antes. A eso de las 6:30, nos dijo que se tenía que ir así que dejamos de trabajar y aproveché para ir a visitarla. Llegué a la casa y la llamé. Como no me atendía le toqué un par de veces el timbre, pero nada, por lo que me terminé yendo. “Perdón estaba durmiendo, me siento bastante mal” me escribió cerca de las 11 de la noche. Le pregunté que le pasaba y me dijo que se estaba con vómitos y dolor de panza, pero cuando le pregunté si necesitaba que me quedara con ella me dijo que no.

   El sábado me levanté raro, me sentía mal por lo que estaba haciendo. Llamé 4 veces a Luz hasta que recién a la quinta me atendió y después de que me gritara un rato conseguí que me dejara ir a su casa esa noche para hablar. Llegué después de comer y ella me recibió con cara de enojada. A pesar de que traté de explicarle que yo a ella la quería de verdad y que como nosotros no teníamos ningún título no pensé que iba a importarle, no fue suficiente para ella y estalló en llanto nuevamente y terminó todo en gritos y en peleas. A pesar de eso, nos quedamos hablando hasta la 1 de la mañana.
   Salí del departamento, arranqué el auto y enojado empecé a manejar. Cuando paré en una esquina empecé a recordar mis primeras noches con Luz, lo bien que la pasábamos juntos, lo mucho que nos divertíamos, no podía creer como había llegado hasta ahí. Pero…
   De repente veo que por la senda peatonal cruza Cintia con un chico unos años más grande que ella, que salían del bar de la esquina hablando y riendo como si nada. Caminan media cuadra y manejando despacito los sigo hasta que se meten en un auto estacionado a mitad de la manzana. Estaciono unos metros más atrás y me quedo ahí dispuesto a seguirlos. Pero no arrancó. Pasaron 10, 15, 20 minutos y nada. Recién a la media hora arrancaron y los seguí desde lejos. Llegaron a la casa de ella y se bajaron y entraron los dos de la mano. No lo podía creer.
   Enojado manejé unas cuadras hasta que paré el auto y empecé a golpear todo. Había desperdiciado todo con Luz por algo con Cintia y ahora comprobaba que no solo ella no quería nada conmigo sino que se estaba cogiendo a otro. Nuevamente mi cabeza empezó a recordar las cosas como eran antes, mis primeras salidas con Luz, las reuniones con el grupo de la facultad en el mini de la esquina, las tardes de estudio. Todo era tan simple antes y ahora estaba metido en un kilombo por dos minas y no sabía como seguir. Levanté la cabeza, puse el auto en marcha y arranqué.
   Manejé directo y sin pensar. Cuando llegué paré el auto y golpeé la puerta. Me abrió un tipo grande y musculoso que me miró de arriba a abajo y me dijo: “Pasá”. Entré y me senté en las sillas que no me sentaba hacía dos años. Se abrió una puerta y entró Mabi, la madam, la dueña de “La casa del cielo”. “Ahora vienen las chicas” me dijo sin darse cuenta de quién era, después de todo si no ibas con Javier ahí, eras uno más. Empezaron a desfilar. Primero una morocha que nunca había visto en mi vida, después una rubia que estaba desde hacía años pero que no me gustaba, después pasó Afrodita una de las grandes ligas de la casa y por ultimo una pendejita nueva muy linda.
   - ¿Trínity no está?- Le pregunté acordándome de la colorada con la que cogí la última vez que estuve ahí. Pregunté por ella porque quería algo en especial. Tras una “No” seco de Mabi agregué.- Quiero sexo duro. Pegarle un poco, tratarla mal, no sé si a alguna de las chicas les va eso.
   - Probá con la nueva.- Me dijo.- ¡Kimi!- Llamó abriendo la puerta.
   La pendejita nueva apareció. Era rubiecita, peticita, divina. Tenía la piel bien tostada y a pesar de que no cargaba con muchas tetas, tenía un culo hermoso. Tenía puesto un corpiño y una tanguita violeta y un pañuelo de varios colores en el cuello.
   Fuimos directo a la pieza y apenas cerró la puerta la empujé contra la pared y le puse una mano en el cuello. Ella apreció preocupada y su cara empeoró cuando le puse la mano en la boca. Le dije que no se alarmara, que no pasaba nada, que solo quería coger bien fuerte. Saqué la plata de mi billetera y se la tiré al piso. “Levantala” le ordené y cuando se agachó para buscarla le metí un buen chirlo en el orto. Seguía con cara de preocupación, después de todo era nuevita en el negocio, no debía tener más de 19 añitos. Volvía empujarla contra la pared y empecé a manosearle las gomas y el orto. Ella se soltó un poco y me preguntó si quería arrancar con un oral.
   - Sí putita.- Le dije.- Pero me la vas a mamar sin forro si queres ganarte otros 100.- Le dije sacando otro billete del pantalón.
   Me bajé el cierre y ella se arrodilló. Me agarró la verga con la mano y la empezó a chupar. Lo hacía muy bien, me gustaba, pero no sentía placer- Quería maltratarla, tenía la necesidad de hacerla sentir mal, por lo mal que me estaban haciendo sentir Luz y Cintia las dos a la vez. Le agarré el pelo de la nuca, la alejé y me agaché para quedar cara a cara.
   - Mamala mejor ¡Puta!- Le dije con cara de enojo.- Para eso te pago.- Agregué tirándole el billete en la cara.
   Volví a pararme y ella siguió chupándomela. No quería tratarla así, pero ella debió pensar que era todo parte del acting a pesar de que yo tenía mucho odio adentro mío. Empecé a disfrutar un poco del pete y la pija se me fue poniendo dura a medida de que pasaba el tiempo. Después de un rato le dije que vayamos a la cama y me acosté para que ella volviera a chuparla previo a un “Dale putita”. Kimi empezó a soltarse un poco y hacerme un pete precioso.
   - Vení pedazo de trola.- Le dije volviendo a agarrarla, esta vez de la cara, y subiéndola hasta que quedara frente a mis ojos.- Ahora te vas a poner en cuatro y te voy a romper la concha a pijazos. ¿Me escuchaste?- Ella asintió.- Y lo voy a hacer todo sin forro para después llenarte toda de leche.
   Trató de decirme que no, pero no le di cabida. Saqué 2 billetes más de 100 (quedándome sin palta) y se los metí algo violentamente en la boca. Ella los escupió pero después sonrió y se acomodó contra el borde sacando la colita. Le pegué un chirlo bien fuerte y ella gritó: “¡Ay!”. Después le pegué en el otro cachete y volvió a gritar. De a poquito se le iban poniendo rojos y un tercer grito le siguió a un tercer chirlo.
   Me paré atrás de ella y de manera violenta le metí la verga en la concha. Puse mis manos en la cintura y empecé a cogérmela bien fuerte. Ella tiró su cuerpo hacia el colchón y giró la cabeza mirándome con cara de trolita satisfecha. “¿Te gusta putita?” Le pregunté y ella respondió un sí de placer. Volví a pegarle un cachetazo y ella se relamió los labios después de gritar.
   No sé cuánto tiempo estuve cogiéndomela así, pero fue bastante. Se la metía y se la sacaba bien fuerte, la insultaba, le preguntaba si le gustaba y le pegaba en la cola y ella sumisa no hacía nada. Cuando estaba por acabar me alejé y ella se arrodilló para recibir en el pecho una buena cantidad de semen.
   - Ves que sos una putita terrible.- Le dije después de cambiarme cuando ella se limpiaba la leche.- Sos igual que todas las minas. ¡Putas!- Agregué y me fui con una sonrisa malvada.


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