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Un ganador. Capítulo 29

Un ganador. Capítulo 29

Esta es la historia de Emanuel, un ganador de 24 años que tiene anécdotas muy interesantes para contar, llenas de chicas y amigas y por supuesto con muchas historias sexuales. Esta historia es ficción, sin embargo eso no quiere decir que no se basa en algunos hechos reales…

Capítulo 29: XXX
   Cintia demostró ser una amante excelente. Las semanas siguientes tuvo casi exclusividad sobre mi pija ya que sabía encontrar y aprovechar cada momento. El sábado siguiente arrancamos con un lindo mañananero, a la noche nos encontramos en un bar y después terminamos en su casa y el domingo a la mañana nuevamente acción. Pero donde más le gustaba buscarme era en la oficina. Solía vestirse muy sexy todos los días y cada vez que su viejo o el socio salían a hacer algo, ella enseguida entraba y me calentaba al palo con tan solo dos palabras. Petes, pajas, rapiditos, todos los días había tiempo para algo y si era al final del día, solíamos alargarlo un poco y ponerle bastante acción. A pesar de eso, aunque no lo crean, trabajaba muchísimo.
   Luz sabía que algo pasaba e intentó desesperadamente llamar mi atención. Cosa que no me gustó para nada. Quería mucho a Luz y me gustaba su forma de ser y como era físicamente. Pero en ese momento estaba idiotizado con Cintia y su adicción al sexo.
   - Yo te quiero Ema.- Me dijo un viernes que decidí irme a su casa para disimular un poco.- Mucho.
   - Yo también te quiero Luz.- Le dije mientras seguía mirando la peli.
   No dijo más nada, pero las mujeres tienen ese poder de intuición de que hay algo distinto. Aparte, uno de los problemas era que se había estancado un poco la pasión. Por más que el sexo muy bueno y cada vez que nos veíamos teníamos acción, yo no podía sacarme de la cabeza a Cintia y su actitud a la hora de coger. Esa noche Luz decidió sorprenderme con un pete mientras yo seguía viendo la película, algo que me gustó bastante, pero cuando empezó a chupármela enseguida pensé: “Cintia lo hace mucho mejor”.
   Leandro y Facundo, mis dos asesores del corazón obviamente pensaban con la cabeza de abajo, como yo, y me decían que me quede con Cintia, que aparte de ser una bomba sexual, era también una mina muy simpática y agradable. Los días que estábamos en la oficina y había gente o ya habíamos terminado con la acción, siempre me ayudaba de manera amable y siempre me preguntaba cómo iban las cosas en mi vida. Es por eso que no podía dejar de pensar en ella cuando me iba de su casa o de la oficina.

   En octubre empezó a trabajar Georgina, una chica de 19 años, que estaba en segundo de la facultad. No era linda, y tampoco estaba buena físicamente, sin embargo era muy simpática y charlatana. Y como estudiaba a la mañana, trabajaba en el mismo horario que yo, por lo que las tardes calientes se tuvieron que dejar de lado. Sin embargo aprovechábamos el after ofice para hacer algo simple y sencillo y en más de una ocasión terminábamos en la casa de Cintia los dos solitos después de trabajar.
   El último viernes de octubre, después de una semana de mucho trabajo nos fuimos los dos para su casa y después de una cena tranquila, nos tiramos en el sillón a ver un poco de tele. La conversación salió cuando pusimos una de esas comedias estúpidas y dos amigos hablaban de hacerlo por atrás.
   - ¿Alguna vez lo hiciste por atrás?- Le pregunté de la nada. Ella me miró sorprendida por la pregunta.
   - Estuve de novia dos años.- Me respondió como si fuera obvio.
   - ¿Y eso que quiere decir?- Le pregunto riéndome.
   - ¡Que sí Emanuel!- Me dijo con tono burlón.
   - ¿Te gustó?- Le seguí preguntando como si nada.
   - Sí.- Me respondió ella.- A mi ex le encantaba y me lo pedía siempre, pero había días en los que no se podía igual.
   - Pero te gustaba ¿sí o no?
   - ¡Sí Emanuel! ¡Me gustaba que me cojan la cola!- Me respondió ella nuevamente con tono burlón para dejarlo bien en claro.- ¿Vos querés probar?
   - Tengo muchas ganas de cogerte la colita.- Le confesé.
   - ¿Vamos?- Me preguntó ella señalando el pasillo que iba a la pieza con los ojos.
   Nos levantamos y fuimos directo a la cama. En cuestión de minutos ya estábamos los dos completamente desnudos y yo tenía la pija adentro de su concha. Obviamente la conversación había calentado un poco el ambiente, pero tenía que excitarla bien para que me pidiera que le hiciera la cola. Despacito me la fui cogiendo, bien suave, tranquilo, le metía y le sacaba la pija de la concha mientras ella me abrazaba fuerte y me suspiraba de placer en el oído.
   Después de eso cambiamos de posición y ella se puso encima de mí. Empezó a cabalgar de la misma manera, sensual, tranquila, hacia adelante y hacia atrás. Mis manos fueron directo a sus gomas y ella apoyó las suyas encima de las mías y las fue moviendo en círculos. Era sexo tranquilo, pero que subía la temperatura de una manera increíble.
   - ¡Ay Ema! ¡Qué lindo!- Me dijo cerrando los ojos y tirando la cabeza hacia atrás.
   Siguió moviéndose, cada vez más rápido, pero siempre de manera sensual y siempre suave y bien sexy. Mi verga se movía en círculos adentro suyo y los dos la estábamos pasando increíblemente bien. Cintia gemía y suspiraba del placer, moviendo suave su cintura hacia todos lados y apretando bien fuerte mis manos sobre sus tetas. Ella había logrado calentarme al máximo en cuestión de segundos.
   Acabé después de unos minutos. No lo pude contener y le llené la concha de semen. Ella sintió cada gota que salió de mi verga y cuando lo hice emitió un gemido de satisfacción que me voló la cabeza. Cuando se levantó le salió un chorro de leche que fue a parar sobre mi cuerpo. Se acostó al lado mío y nos dimos un beso bien fogoso.
   - ¿Estabas caliente papi?- Me preguntó dándome otro beso.- ¿No me vas a hacer la colita?
   Obviamente no me había olvidado de eso, y a pesar de haber acabado de una manera increíble, todavía quería romperle el culito hermoso que tenía. Le propuse de irnos a bañar un poco y nos metimos en la ducha. Ella volvió a hacer el mismo ritual que hacía cada vez que entrabamos a la ducha. Me enjabonaba todo el cuerpo con sus manos, después se llenaba ella de jabón el pecho y por último me refregaba las tetas por todos lados. Se agachó en frente mí y envolviendo mi verga entre sus tetas empezó a hacerme una linda turquita. La cabeza le quedaba a centímetros de su boca y cada vez que esto pasaba, ella sacaba la lengüita y le pegaba una chupada.
   Después vino el pete que nos habíamos salteado por culpa de la calentura previa. Cintia me agarró la pija con la mano y mientras me pajeaba bien rápido, se la iba metiendo en la boca. Le pasaba le lengua hacia arriba y hacia abajo. Se concentraba en la cabeza, que se la metía en la boca y le hacía círculos con la lengua. Era una experta en mamarla.
   Se pasó al cabo de unos minutos de una chupada increíble y me dio la espalda y agachó la colita. Nuevamente el agua le caía sobre la espalda y mis manos fueron a su cintura mientras me lo cogía. Esta vez era rápido y con fuerza, la sensualidad había quedado de lado. Mi verga le entraba y le salía de la concha casi en su totalidad a toda velocidad y Cintia gemía y suspiraba de placer cada vez que lo hacía. La calentura nuevamente era imnensa después de ese pete.
   - ¡Dale! ¡Dale! ¡Dale!- Gritaba ella.- ¡Haceme acabar dale!
   Y yo le hice casó. Me la cogí tan fuerte que terminó acabando con un “¡Sí!” furioso y prolongado. Apenas lo hice le ordené que se arrodillara y ella lo hizo y abrió la boca y se apretó bien fuerte las gomas. Me fui pajeando hasta que acabé por segunda vez, en esta ocasión sobre sus tetas y su pecho.
   - Supongo que te queda algo más de lechita para mi cola.- Me dijo cuando salíamos de la ducha y nos secábamos un poco.
   - Anda a la pieza y esperame en cuatro.- Le dije.- Ahora te voy a romper la colita.
   - ¡Que rico papi!- Me dijo ella yéndose del baño hasta la pieza.
   Tenía la pija todavía dura, la idea de hacerle el culito me volvía loco, tenía muchas ganas de ponerla en cuatro y cogerla bien fuerte. Salí del baño y fui a la pieza y ella estaba en la cama en cuatro, esperándome con la cola en primer plano. Llegué y me acomodé atrás de ella y le pegué un terrible chirlo.
   - ¡Ay papi!- Grito ella.
   Me agaché y le abrí la cola con las manos y le fui chupando desde la conchita hasta el culito. Ella empezó a gemir cuando le metí el primer dedito, pero le encantaba. “¡Ay me encanta!” dijo con vos de trolita. De a poquito me la fui cogiendo con un dedito y cuando ya entraba si problema, probé con el segundo. “¡Ay Ema! ¡Sí dale!” decía ella cada vez que movía la mano hacia adelante y hacia atrás, haciendo que los dos dedos le entraran y le salieran de la cola bien rápido.
   - ¡Metemla dale!- Me pidió.- ¡Cogeme la cola papi!
   Me volvió loco que me lo pidiera así. Me paré y apoyé la punta de mi verga sobre su culito. Fui empujando despacito, mientras la llenaba de saliva. Después de un ratito tenía los 20 centímetros adentro. “¡Ay Ema! ¡Cogeme bien fuerte!” me pedía a medida que iba haciéndole la cola. Que placer que se sentía abrir ese culito y ver como mi pija entraba y salía. Cintia se comportaba como una puta profesional pidiéndome que me la cogiera más y más y gritando y gimiendo como loca.
   Para cambiar un poco me acosté yo sobre la cama y ella se sentó encima de mí, de espaldas y con la verga bien adentro de la cola. Lo disfrutaba completamente. Cintía se movía hacia arriba y abajo y gritaba un “¡Sì!” cada vez que lo hacía. Ese culito me daba mucho placer. Sentía que una tercera tanda de leche se venía y esta estaba muy cargada.
   Rápido la puse en cuatro y yo me arrodillé atrás de ella sobre el colchón. No llegué a metérsela ya que cuando me estaba pajeando sentí que llegaba y salió una buena cantidad de semen que fue a parar a su cola y a su culito bien abierto. Ella se lo esparció por toda la cola con la mano y después se acostó un instante, con una sonrisa de placer absoluto en la cara.
   Cuando se fue a bañar por una segunda vez yo me quedé acostado en la cama mirando al techo. Definitivamente tenía una nueva musa sexual. A Cintia le fascinaba coger y me encantaba como lo hacía, me volvía loco y me ponía bien duro en cuestión de segundos. Con ella todas las noches eran triple X.


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