Hermanita enviciada

Cómo saben, los que siguen mis relatos, mi hermanita, algo reticente en un primer momento, fue dejando paso de manera ambigua a la promiscuidad que se apoderaba de ella, con total frivolidad.

Sus atuendos ligeros, eran comunes, como mencioné con anterioridad, entre las mujeres de mi familia, sin embargo, como también les informé antes, a mi, me gustaba "diseñar" sus prendas, principalmente, las íntimas. Ahora bien, ella comenzó a hacer eso, pero, de manera más eficiente, yo, sólo le enrollaba las bragas, para hacerlas más diminutas e ingresen en sus "rajas", ella en cambio, las recortó y cosió, es decir, creó su propia indumentaria, como una novel modista.

Aquél primer día, de verdad logró sorprenderme con su atuendo. En el mismo lugar de nuestros juegos, se quitó sus pantalones cortos, levantó su remera y me mostró su creación.

¡Sirve para tomar sol! Exclamó y se expuso al astro rey.

¡Te gusta el detalle del "conchero"! Exclamó, abriéndose de piernas y mostrándomelo
Supe aquella vez, que se había inoculado a través mío, esa enfermedad, la había contagiado y transmitido mi perversión, la contaminé, para todo el resto de su existencia.

Pocos días más tarde, la vi con el sindicalista cojiendo. A partir de ese momento, es que no tengo paz. Me recrimino por la enfermedad que le introduje en su organismo, en su ser, y muero de celos por ella.
Aunque bien se, que ellos no tienen importancia para ella, al igual que yo, le gusta, más aún, es adicta al sexo.
Como un gil, me los quedé mirando, sufriendo esas escenas sexuales entre ambos.
Sin reparos, al igual que conmigo, accediendo a todo lo que le hicieran, sin preocupase por testigos indiscretos, con absoluta impunidad. Con los mismos labios que me besaba dulcemente, succionaba el pene del gremialista.

Acabaron en el suelo como animales. Pero eso no terminó allí, ya que de ser así, cualquiera podría decir que estoy exagerando, no, para nada, luego el la llevó en brazos hacia un gazebo, una especie de carpa grande y comenzaron a llegar invitados, funcionarios y dirigentes políticos y sindicales que la poseyeron

Ella no parecía inmutarse, pero lo que sigue aún fue peor, luego de aquellos tipos, que tendrían la edad de nuestro padre. Aparecieron ellos, los de la tercera edad, no daba crédito a lo que veía.

Esos ancianos, fiesteros, que yo estaba convencido que a esa edad ya se dejarían de joder, la enfiestaron, y ella correspondía enviciada de éxtasis.

La dedearon, la manosearon, la besaron, la chuparon y se la garcharon entre todos, una auténtica orgía de veteranos.

Realmente ver aquello me hizo muy mal, ya nada es igual, vomité, tuve arcadas de repulsión por lo que veían mis ojos

Todos viejos crápulas decrépitos, profanaban lo mío, lo que yo consideraba un templo de placer privado, yo que me peleaba con mis amigos que le decían piropos, o galanteaban con ella.
Cualquiera de ellos tenía más derecho que estos extraños desconocidos.

Odio a mi hermana y estoy enamorado de ella, estoy enfermo de lascivia.

Y purgo mi condena a través del sufrimiento y la penitencia.

Hasta la sometieron contra natura esos viejos sátrapas asquerosos, la abusaron de manera ladina