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Un ganador. Capítulo 28

Un ganador. Capítulo 28

Esta es la historia de Emanuel, un ganador de 24 años que tiene anécdotas muy interesantes para contar, llenas de chicas y amigas y por supuesto con muchas historias sexuales. Esta historia es ficción, sin embargo eso no quiere decir que no se basa en algunos hechos reales…

Capítulo 28: Horas extra
   Roberto era un jefe exigente. Las semanas siguientes la oficina se empezó a llenar de papeles y de cosas para hacer y el tiempo parecía pasarse volando, por lo que algunos días teníamos que quedarnos más tiempo de lo común. Generalmente yo solía hacer horario de 3 a 7, pero la primer semana de septiembre terminaba quedándome hasta las 8. Para colmo, días más tarde renunció la chica que iba a la mañana y como Roberto no tenía tiempo para contratar a alguien, casi todo el trabajo cayó sobre mi. Obviamente esto a Luz no le gustó para nada, más cuando vio quien era mi compañera de trabajo en Facebook
   - Tiene pinta de gato.- Me dijo algo ofendida un miércoles en la facultad mientras miraba su Face desde el celular.- Re putita las fotos que sube.
   Yo no le dije nada a pesar de que Carla y Paola la defendían y opinaban igual que ella. Luz se había puesto muy dominante sobre mí y eso ya no me gustaba. Tenía sentido su postura, después de todo hacía más de un año que veníamos saliendo. Pero fue ella que la que postuló las bases de “nada serio” y por más de que yo sabía que ella se había enganchado, nunca se animó a hablarlo conmigo y ahora que aparecía la figura de Cintia, yo no quería hablar nada.

   El jueves 26 de Septiembre, después de una tarde agitadísima de trabajo Roberto se fue a ver a un cliente (que era el que nos estaba volviendo un poco locos) y Cintia y yo nos quedamos solos en la oficina. Ella me preguntó si quería tomar algo así me lo preparaba y yo le dije que no tenía problema de tomar un café. Al cabo de unos minutos vino con dos tasas y apoyó una sobre el escritorio y se quedó parada mirándome.
   - ¿Sí?- Le preguntó revolviendo los papeles. Como no me contestaba la miré fijo y volví a preguntarle.- ¿Pasa algo?
   - Al mío le falta leche.- Me dijo poniendo la misma cara de puta que había puesto esa noche que estuvimos los dos en su casa.
   Era raro ya que con Cintia no se había dado más nada después de ese día. Obviamente hablábamos mucho en la oficina y por whatsapp y ella me tiraba muchos palazos, pero no habíamos concretado más nada. Es por eso que ese comentario me tomó por sorpresa. Me reí y seguí con lo mío, pero al ver que ella no se iba la miré fijo y le pregunté:
   - ¿Es en serio?
   - Sí.- Me dijo haciendo pucherito con los labios.
   - Estamos en la oficina de tu viejo.- Le digo mirando alrededor.- ¿Y si viene?
   - No va a venir papi.- Me dice ella acercándose a mí y quedando a unos centímetros de mi cara.- Ahora, sacala que tengo ganas de tomar la leche.- Agregó agachándose.
   Enseguida corrí la silla hacia atrás y mientras ella se acomodaba entre mis piernas me bajé el cierre, un poco el pantalón y el bóxer y saqué la chota esperando una mamada increíble. Y de hecho lo fue. Cintia me agarró la pija con una mano y mientras me pajeaba, me la chupaba desesperada. Era una loca en celo mal. Movía su cabeza hacia arriba y hacia abajo bien rápido y le pasaba la lengua por todo el tronco con cada movimiento. Enseguida tuve la verga bien dura y a punto de estallar. Habían pasado días desde la última vez que había cogido y como había sido un polvo simple con Luz, las ganas me habían quedado.
   Cintia la chupaba con ganas. El entorno era muy excitante, ella ahí arrodillada en la oficina de su viejo chupándome la pija como loquita, mientras me pajeaba y me manoseaba los huevos. Lo bien que lo hacía el placer que sentía era increíble. No podía aguantar más, la calentura me sobrepasó. “Ahí viene” le dije entre gemidos. Ella abrió bien grande la boca y me siguió pajeando con fuerza y cuando acabé, toda la leche fue a parar directo a su boquita. Ella se tragó hasta la última gota y cuando terminó se paró, agarró el café y le dio un trago.
   - Así está mucho más rico.- Dijo mientras se iba y me dejaba a mi ahí con la pija al aire, completamente satisfecho

   - ¡No puede ser tan puta!- Me dijo Leandro esa misma noche cuando nos juntamos en un bar a comer algo con los chicos.
   - No saben lo bien que la chupa loco- Les decía yo recordando la mamada que me había dado hacía nada más que media hora.- Acabé al toque. Esta mina es increíble.
   - ¡Está buenísima!- Comentó Facu cuando le mostré una foto de ella.
   Cristian y Juan Pablo coincidieron con los chicos: Cintia era una trola divina. Yo no podía creer mi suerte de haber caído al estudio del padre de una mina así. Esa misma noche me mandó una foto antes de irse adormir, acostada en la cama boca arriba con una bombachita roja divina y con el culito que se veía al fondo de la imagen. “Me calentás enseguida” le respondí. “Mañana lo solucionamos” me respondió enseguida.

   Al día siguiente, después de una clase aburrida en la facultad y una pequeña discusión con Luz de por qué esa noche no iba a dormir a su casa, me fui a la oficina. Apenas llegué me di cuenta de que iba a ser una tarde larga. Cintia tenía puestos unos zapatos negros de punta, una pollerita negra bien apretada que le llegaba hasta la rodilla y le marcaba muy bien el culo y una camisita blanca terriblemente apretada en la zona de las lolas que pedían a gritos que las dejaran salir. Me quedé unos segundos mirándola atónito y después pasé a mi escritorio a trabajar.
   La tarde se pasó volando. Primero tuve que contabilizar unas facturas de un cliente, después me encargué de hacer unos trámites afuera de la oficina, a eso le siguió la revisión de unos seguros de otro cliente y por último ordené documentación vieja del escritorio de mi compañera que había renunciado unos días antes. Cerca de las 7:15 ya tenía todo listo.
   - Yo me voy a dejarle unos papeles acá a dos cuadras y después parto.- Me dijo Roberto asomandose por la puerta.- Cuando termines andá nomás. La semana que viene seguimos.
   - Sí, le dije yo haciéndome el que escribía algo en la computadora.- Tengo que terminar de mandar unos mails así el lunes ya me los responden y voy.
   - Perfecto.- Me dijo.- Cintia, vos cerrá todo cuando se vayan. Hasta la semana que viene.- Nos dijo y segundos después se fue.
   Me quedé terminando de acomodar las cosas del escritorio y al cabo de unos minutos escucho como ella pone la traba de la puerta. Acto seguido entra a mi oficina y cierra la puerta. Se acercó caminando muy despacio hasta mi escritorio y se inclinó hacia adelante y apoyó las dos manos dejando el escote de la camisa (que tenía más botones desabrochados de lo común) a plena viste. Enseguida clavé mis ojos en sus tetas y en el corpiño blanco que tenía puesto. Ella me miró fijo.
   - Hoy no traje café.- Me dijo.- Pero igual quiero mi lechita papi.
   - Si bebé.- Le dije yo corriendo nuevamente la silla hacia atrás.
   Cintia enseguida se acercó hacia mi y nuevamente se arrodilló y me bajó el pantalón y el bóxer hasta la rodilla. En cuestión de segundos tenía su mano y su boca ocupadas en mi pija. Me la chupaba como el día anterior, bien rápido, mientras me pajeaba con una mano y con la otra me iba acariciando las abdominales por debajo de la camisa, que yo me iba desabrochando. Ella fue subiendo por mi pancita y por mi pecho y me comió la boca de un beso.
   Me levanté y la tomé por la cintura y la senté sobre el escritorio. Le levanté la pollera y me arrodillé en frente de ella. Tenía puesta una bombachita muy sexy de color negra. Al principio le besé los muslos y le pasé la lengua por encima de la misma, pero enseguida se la corrí hacia un costado y empecé a chuparle la conchita. Le pasaba la lengua hacia arriba y hacia abajo, en círculos, de derecha a izquierda. De a poquito fui jugando con los dedos. Le tocaba el clítoris y se los metía despacito. Cintia suspiraba y gemía de placer con cada movimiento de mi lengua y de mis manos.
   Después de un rato me paré y me acomodé bien en frente a ella y le metí la pija en la concha. Me la fui cogiendo bien rápido enseguida, estaba muy caliente como para arrancar con sensualidad. Ella me abrazó bien fuerte y me encajó un beso apasionado, después empezó a pasarme la lengua por el cuello y a darme besos por todos lados. “¡Sí! ¡Sí!” gemía con cada movimiento de mi cintura.
   Le dije que se parar y ella lo hizo, la di vuelta y le levanté la pierna que la apoyé sobre la silla. Me coloqué atrás de ella y después de pasarle los deditos por la concha, se la volví a meter. Puse mis manos sobre su cintura y volví a cogérmela bien fuerte. Ella tenía sus manos apoyadas bien firme sobre el escritorio. “¡Ay Ema!” me decía cada vez que se la metía a fondo. Le pegaba chirlos en la cola, cosa que ya había comprobado que le gustaba y cada vez que lo hacía pegaba un gritito de placer. Sentía que la pija me iba a explotar en cualquier momento.
   - Arrodillate.- Le ordené alejándome un poco.
   Ella se agachó en frente mío y empezó a chupármela de manera muy violenta. Me pajeaba bien fuerte y se la metía y se la sacaba de la boca pasándole la lengua por todos lados. “Dale, seguí” le dije sintiendo como la leche avanzaba. Segundos más tarde una enorme cantidad de semen salió disparada de mi pija hacia su boca y su cara. Ella se fue tragando todo lo que pudo y se limpió el resto con la mano para después pasarle la lengua a cada uno de sus dedos.
   Cuando terminamos se fue al baño a limpiarse y yo acomodé un poco las cosas. Una vez que estuvimos visto y al ver que ya eran las 8:45 de la noche decidimos cerrar todo e irnos a su casa a comer algo. El lunes iba a tener que ponerme al día con algunas cosas de trabajo, iba a haber tiempo suficiente para eso, por ahora quería aprovechar mi noche libre para estar con Cintia.
   - Te confieso algo.- Me dijo cuando bajábamos por el ascensor de la oficina.
   - ¿Qué?- Le pregunto intrigado
   - Me quedé un poquito caliente. Si querés, hacemos algo apenas lleguemos a casa.- Me dijo acercándose a mi y acariciándome el pecho.
   Yo la miré con ganas y le di un beso.


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