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Un trío con mi amante

Luego de un "after" bastante prolongado con mis compañeros de trabajo, propuse a Tamara escaparnos a un boliche de trampa llamado Veracruz. La idea la entusiasmó de inmediato por lo que nos despedimos del grupo aduciendo que compartíamos taxi camino a nuestras casas.

En el auto no faltaron besos y alguna que otra mano juguetona, aunque Tamara estuvo un poco reticente debido a que ya me había aclarado su intensión de no continuar con esta relación de amantes.

Por fin llegamos al bar y aboné el ingreso. El ambiente era ideal para escapadas clandestinas, mesas en penumbras en la entrada y una pista de baile con luces rojas y violetas a la derecha. Era evidente que el público estaba formado principalmente por hombres mayores aparentemente adinerados acompañados por mujeres jóvenes de vestimenta muy provocativa.

Nos ubicamos en una mesa bastante discreta y ordenamos un vino espumante que terminaría con nuestras inhibiciones luego de una noche que ya había tenido bastante alcohol.

Luego de brindar y charlar un poco nos levantamos para bailar. Si bien la música era movida, en la pista algunas parejas se encontraban abrazadas y, por decirlo de alguna manera, mostrándose románticas.

Bailamos por un buen tiempo hasta que tuve la necesidad de ir al baño, por lo cual le pedí a Tamara que me espere en la zona de la barra. Al salir de los sanitarios vi, entre la gente que bailaba en la pista, a mi compañera hablando muy entretenida con un extraño. Yo conocía esa expresión de su cara. Seguramente él le dijo algo que la estaba excitando. Esperé unos minutos entretenido imaginando las propuestas del desconocido a mi amante y luego interrumpí.

- Lo felicito por la compañía -dijo el hombre alejándose del lugar-.
- Gracias. La verdad que tengo bastante suerte.

Tamara me observó ruborizada, cuestión que disimulé animándola a continuar nuestro baile.

Luego de unos minutos regresamos a nuestra mesa y brindamos nuevamente. En ese momento pude observar como el atrevido seguidor de Tamara no le quitaba los ojos de encima.

- ¿Qué te dijo -pregunté-?
- Nada, me invitó a bailar nada más y le dije que no porque estaba acompañada.
- Mmmmm, por la forma que lo mirabas me dio la sensación que la propuesta había sido más subida de tono.
- Bueno un poco puede ser. Pero le dije que no.
- Pero te tentó.
- La verdad que sí, pero una que estoy con vos y dos que no me animo a aceptar ese tipo de propuestas de extraños.
- Bueno, yo podría acompañarte para que no tengas que dejarme y te sientas más segura, jajajaja.
- Jajaja.
- ¿Alguna vez fantaseaste con un trío -mi cabeza ya volaba-?
- Noooo. ¡Qué vergüenza! ¿Qué haría con dos hombres?
- Para las mujeres es más fácil. La mayoría puede manejar a más de un hombre. Además sólo es cuestión de dejarse llevar por la situación.
- No sé -su rostro mostraba una curiosidad creciente-. ¿Me esperás un segundo? Voy al baño.
- Dale.

En el instante en el que ella se alejaba de la mesa crucé miradas con su admirador y elevé mi copa en señal de convite. Él respondió a lo lejos pero no dudó y se acercó a conversar.

- Perdón, no quisiera ofender, pero la dama me comentó que ustedes no son pareja -me dijo-.
- Así es, y ciertamente le interesó tu propuesta pero no se anima a salir con hombres que no conoce.
- Entonces, ¿no te molesta si le pido su número de teléfono -cambió su tono formal-?
- No, para nada. Pero tal vez yo tenga una propuesta mejor si te interesa...

Cuando Tamara regresó, el ya no tan desconocido se había retirado. Terminamos la botella de espumante y le propuse retirarnos. Al salir, caminamos hasta la esquina y en una zona oscura la abracé fuertemente y busqué su boca con mucha lujuria. Fue quizás un minuto de mucha intensidad hasta que alguien que se acercaba nos interrumpió.

- Tammy, él es Marcos -dije-.

Al verlo mi sensual compañera se sobresaltó, pero más grande fue su sorpresa cuando él directamente le comió la boca. Ella no pudo resistirse, no entendía bien la situación pero comenzaba a disfrutarla. Yo tomé un poco de distancia para observar su comportamiento.

Como había sospechado, ella no demoró en soltarse. Ahora acariciaba el pecho de Marcos y contraatacaba con su lengua a las embestidas de él. Mi miembro estaba totalmente erecto de pensar que en algunos minutos Tamara sería atendida por dos hombres deseosos de darle placer.

La impaciencia me ganó y reclamé nuevamente a mi amiga que enceguecida regresó a besarme a la vez que yo amasaba su culito. Marcos bajó a la calle, ingresó y abrió las puertas de su auto que se encontraba estacionado allí (como él ya me había indicado en nuestra charla secreta).

Subimos al asiento de atrás enredados en caricias y besos. Marcos arrancó el auto y condujo apenas unos minutos hasta su casa.

Al llegar nos invitó a pasar y nos convidó una copa de vino que fue bienvenida con alegría. En ese living no hubo mucha charla. Marcos continuó con lo que había dejado inconcluso en la esquina del boliche. Tomó a Tamara de la cintura y le arrancó varios gemidos al besarle con gran habilidad el cuello y la parte superior de sus pechos. Yo observaba sentado, con mucho morbo y con mi miembro totalmente duro.

Tamara desprendió y quitó la camisa de Marcos, luego hizo lo propio con la suya. Yo sabía que ella quería sentir el contacto de sus cuerpos como otras veces lo hizo conmigo. Era mi momento de actuar. Me acerqué a ellos y desprendí el corpiño de Tammy, dejando sus pequeños y atractivos pechos a la vista del nuevo amante que al apreciar sus respingados pezones se inclinó rápidamente a devorarlos.

Me arrodillé y desde atrás desprendí el pantalón de Tamara para finalmente quitarlo junto a su bombacha de un solo tirón. Al ver su culito frente a mi cara no dudé un segundo y enterré mi lengua en ese apretado ano.

- ¡La puta madre -gimió-!

Dos machos la estaban devorando arriba y abajo, y ella sentía el placer más profundo de su vida. Continué unos segundos y luego me desvestí.

Marcos tomó a Tamara de los hombros y la volteó para ofrecerle mi pija. Ella se inclinó y la tragó casi con desesperación.

El otro hombre se dedicó a quitarse el resto de sus ropas animado por el espectáculo del orto y conchita de Tammy agachada chupándome la verga. Apenas estuvo listo se arrodilló e introdujo su lengua en la vagina de nuestra mujer.

- ¡Ayyyyy! Sí, sí -gritó atragantada con mi pene-.

Al parecer, Marcos sabía comerle con maestría toda la jugosa concha de Tamara que por momentos parecía no poder mantenerse en pie.

Unos minutos después él se apartó para colocarse un preservativo y volvió con seguridad a clavar toda su verga en esa panocha bien lubricada. Tamara no pudo seguir chupando más, sus ojos se iban hacia atrás de tanta excitación que sentía. Me incliné y la besé como pude mientras se movía por el constante bombeo de Marcos.

Al cabo de unos minutos, él se sentó en el centro de un amplio sillón e invitó a Tamara a montarlo. Por supuesto que su oferta no fue rechazada, se colocó suavemente sobre su pija y comenzó a mover sensualmente sus caderas mientras sus pechos eran lamidos y mordidos pecaminosamente.

Mientras disfrutaba esta escena, tomé un sobre de gel y unté un poco en dos dedos que luego apoyé sobre el culito de ella. Exaltada por tantas sensaciones no tardó en dilatarse y dejarlos entrar con facilidad.

Entonces ubique mi verga a la altura de su culito; al sentirla ella se detuvo un instante, el cual aproveché para lograr la tan ansiada doble penetración.

- ¡Ahhhhhh! ¡La puta que lo parió!
- ¿Te gusta sentir dos pijas a la vez -preguntó él-?

Tamara respondió moviéndose furiosamente, su ritmo era enloquecedor. Saltaba, maldecía y gemía descontrolada. El orgasmo era inminente.

- ¡Sí! ¡Estoy pasada! ¡Dos pijas! ¡Sí! ¡Sí! ¡Ahhhhhhhhh!

Sentía sus contracciones que masajeaban mi pija hirviendo. La retiré y me quité el forro. Marcos pareció leerme la mente, dejó a Tamara en el sillón e hizo lo mismo que yo. Nos acercamos a ella todavía jadeante y le ofrecimos nuestras vergas. Las tomó con ambas manos y nos pajeó con gusto alternando su boca entre una y otra, para acabar chupando dos pijas simultáneamente. Fue tal la calentura de esa felación que nos comenzamos a convulsionar al mismo tiempo. Tammy, totalmente encendida tomó esas dos vergas y las succionó juntas recibiendo toda la descarga de una noche de excelente sexo.

Quedamos extenuados, tirados en ese sillón. Marcos se recuperó un poco antes que yo y sujetó a Tamara de la mano para llevarla a su habitación. Ya no era un desconocido, entonces lo dejé disfrutarla a solas. Los gemidos de Tamara retumbaron en toda la casa y yo no pude evitar masturbarme pensando las cosas que estarían haciendo en esa cama.

8 comentarios - Un trío con mi amante

mdqpablo
muy buen relato exelente trio ,toda una perra tamarita , gran aporte
MIGUELFERREZ
Y porque no le chupaste la pija vos? Te perdiste su leche que debía estar barbara, la próxima hacerte coger y la haces completa.
r3n0v4ti0
Rola fotos de Tamara mi buen, saludos y excelente relato !!
luismiguelito78
POST a FAVORITOS...Un trío con mi amante

Tremenda experiencia amigo @mtPuppet!! queremos fotos de ese encuentro por favor 😉

fiesta_PUNTOS para VOS
teteloco
me iso explotar !! +10