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Mi viaje a la mina (1era parte)




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Compendio II


😃
¡Hola a todos!
😂
Han pasado algunas cosas antes que tengo que contarles, sí o sí, así que disculpen un poco las cabezas de pescado.
El día de mi cumpleaños y aniversario de bodas invité a mis amigas, para no pasarla solita.
Vinieron Lara, Jess, Sandy, Vane y los vecinos.
😕
Mi amiga azafata no pudo, porque le tocaba turno, Ann salió de vacaciones y Liz se quedó hasta el almuerzo, porque tenía sus clases de Ikebana.
La pasé bastante bien, salvo por Vane, que me anduvo metiendo cizaña porque mi marido se pierde una semana en la mina, como si me quisiera meter miedo que él me fuera infiel.
Y aunque la vecina y Lara y Jess saben que es cierto, le respondí que no me importaba.
“Lo quiero porque es especial, me cuida mucho y trata de hacernos feliz cuando está conmigo… ¡Y tú no sabes las cosas que él ha hecho por mí!” le respondí, cuando me había colmado mi paciencia.
Ahí, como que se quedó callada y paró de molestar. Y todo ok.
:wink2:
Entonces, después de almorzar, vi que mi gordita juguetona empezaba a subir y bajar los brazos, muy ansiosa.
😳 😳 😳
A mí se me detuvo el corazón cuando vi la camioneta estacionándose en el garaje y sin importarme nada ni nadie, salí desesperada por la puerta.
😍
¡Era él! ¡Era él!
😂 😂 😂
“¿Qué pasó? ¿Qué haces acá?” le pregunté, hecha un atado de nervios.
Él, como siempre, me dio esa sonrisa que me vuelve loca…
“¿Así recibes a tu marido en el aniversario de matrimonio?”
😳 😘 😂
¡Le di un beso súper cariñoso y le abrazaba y le saltaba, porque no podía creer que estuviera conmigo!
😍
Entramos bien abrazados y aunque la torta había estado muy rica, no se comparaba con los besos que me dio él.
Nos contó que se quedó toda la semana, trabajando por la noche (:lpmqtp: ¡Yo sabía que estaba haciendo algo raro!), para poder salir de vacaciones un par de días antes.
Por eso, me costaba creer que no tuviera que volverse (algo que me preocupaba un montón, porque él es capaz de viajar 800 kilómetros en un día, para solamente verme y volver 🤷 ), porque no le gusta dejar cosas pendientes en su trabajo y todos sus compañeros sabían que sería su segundo aniversario de bodas que se perdería.
Pero no. Él llegó y se quedó conmigo todo el fin de semana.
😆
¡Y para qué decirles que cuando Liz volvió, también se lo comió a besos!
Por la noche, la pasamos bárbaro (él y yo, solamente 😏 ), celebrando lo que quedaba de mi cumpleaños, de nuestro aniversario de bodas y del comienzo de sus vacaciones, dejándome toda molida y con una sonrisa enorme.
😍
Y el domingo, lo pasamos más o menos piola, porque después de almorzar, me dormí una siesta y se lo presté un ratito a Liz, que también lo había extrañado.
😅
Y dejando de lado las cabezas de pescado, vuelvo al grano.
El lunes puso el despertador a las 5 de la mañana.
No me gusta madrugar, menos en vacaciones, pero él me prometió un día especial.
Mientras él se metía a la ducha, yo bajé y le hice unos sándwiches y un cafecito, para el viaje.
Cuando volví, él me dio una sonrisa preciosa que me hizo avergonzar, porque estos días me he puesto una de sus poleras enormes, que me alcanza a cubrir media cola.
Me dio un besito apetitoso y sus manitas, muy mañosas, me agarraron suavemente por ahí y ya sentía su cosita vigorosa, pegándose a mi cintura, tentada por hacer otras cosas.
😅
Media lela, me metí a la ducha y ya con su buena calentura.
Escogió para mí unos Jeans que me quedan un poco ajustados; una camiseta blanca manga corta sin cuello, que me dejaba bien parados los pechos (con sostén, por supuesto XD) y un cortaviento verde, para el frio.
Además de labial y un poquito de perfume, para verme presentable.
😊
Él, como siempre cuando se embarca, con unos blue Jeans, una camisa roja a cuadros y su casco y overol a la mano.
Cuando salí, se le iban los ojos a mi cintura y mis pechos.
“Se me olvida lo bonita que te ves…” me dijo, cuando la cara me cambiaba de todos los colores.
Y él tomó sus cosas, como los lunes que le toca trabajar, mientras yo tomaba el bolsito con las cosas para el viaje, muy contenta.
Él ya se había despedido cariñosamente de Liz, dándole un beso tierno mientras despertaba y aunque ella quería meterlo a la cama también, le aceptó sin problemas el comunicador de las peques, por si pasaba algo.
😇
Lo que más me impresionaba era lo oscuro que estaba, porque seguía siendo noche, noche.
Se sorprendió cuando le pasé el mug con café y los sándwiches, porque él no desayuna antes de irse a trabajar y me fue conversando un poco de cómo tenía que portarme en la mina, mientras conducía por la autopista.
😅
Y cuando estábamos saliendo de Adelaide, yo le miraba antojadiza…
“¿Qué?” preguntó.
“Amor, ¿Te puedo dar una chupadita?”
🤤
A mí me gusta chupársela. Siempre tan limpiecita y olorosa.
Pero nunca se la había chupado en el auto.
Y obvio que a él le encanta que se la chupe, por lo que puso esa sonrisa medio nerviosa, para complacerme.
“¡Deja hacerme a la orilla!” dijo él, bajando la velocidad.
“¡No! ¡No! ¡Así no más!” le respondí, desabrochándole el pantalón y apreciando su riquísimo bulto, ya con agua en la boca.
😕
Pero él siempre, muy serio y reflexivo…
“¡No, porque podemos tener un accidente!” me frenó, cuando estaba metiendo la mano dentro de su bóxer y acariciando su linda carnosidad.
Nos hicimos a la orilla, puso las intermitente y empecé a “buscar mi desayuno”…
😈
¡Me encantan sus suspiros cuando pruebo su zanahoria!
Así, como que no puede aguantarse y tiene que afirmarse con todo.
Aunque estaba limpiecita y con olorcito a jabón, igual tenía ese olorcito intenso y entre amargo y dulzón que me vuelve loca.
El sabor, medio salado y amargo, también es único y aunque tengo compañeros y profesores en la universidad que estarían más que contentos para dejarme degustar los suyos, sigo prefiriendo la de mi mejor amigo y esposo.
Además, aunque he visto solamente 3, no me parece despreciable su porte y el rosadito que tiene lo encuentro muy tierno y apetitoso.
Le acariciaba sus bolitas, con mucha ternura, como si le estuviera pidiendo desesperada que me diera la lechecita y él no se paraba de quejar, diciendo lo bien que lo estaba haciendo.
Yo subía y bajaba, lentamente, besando desde la puntita hasta la base, jugueteando con mi lengua como sé que tanto le gusta a él.
Mientras mis labios empezaban a llenarse de esa baba rica y resplandeciente, pensaba que tendría que maquillarme de nuevo y a lo mejor, pedirle una mentita, porque igual me daba vergüenza que cuando me presentara en su trabajo, me saliera el delicioso olor del aparato de mi marido al hablar.
Pero lo más complicado fue sacarla enterita.
😠
¡El tonto pantalón era muy porfiado al no pasarme las bolitas para besarlas!
Y hasta el mismo bóxer parecían conspirar conmigo, sin querer soltarlas…
“¡No, Marisol! ¡No sigas!”
“¡Aguanta un poquito, mi amor! Yo hago todo…” le dije, besuqueándole la puntita, pero luchando desesperada con el cinturón y el botón del pantalón.
Forcejeé un poco con su cintura, le jalé el bóxer y finalmente, apareció ese salchichón enorme, que tanto me gusta.
😋
Me sentía tan contenta, porque parecía incluso más grande y deliciosa.
Con mis dedos, le apretaba la punta de la cabecita, tratando de agarrar lo más que podía.
Con mi boca, le lamía por el costado, como si fuera una harmónica de carne.
Y con mi otra mano, apretaba sus jugositas, tibias e hinchadas bolitas, que parecían a punto de reventar.
Las besé con mucho afecto y le di unos mordiscos chiquititos, que lo hacían tiritar entero.
😃
¡Estaban ardiendo e hinchadísimos!
Parecían un par de albóndigas del porte de mis mejillas y a mí, la calentura me estaba alcanzando a niveles solares.
😍
“¡No! ¡No, Mari! ¡Para, por favor!” me suplicaba él, siempre suspirando.
Pero es que estaba tremendamente motivada: con mi derecha, sobando su tronquito incesantemente; con mi boquita, jugueteando, lamiendo y acariciando suavemente con la lengua sus bolitas hinchaditas y suavecitas, con su olorcito intenso que me emborrachaba y con mi izquierda, acariciando su pancita durita y casi tensa, para que se calmara y disfrutara el cariño que le estaba dando.
Fue tan buena la experiencia para él, que empezó a sacudir muy fuerte la cintura y su vocecita anunciaba la llegada de mi desayuno…
🤤
“¡Marisol, ya no aguanto más!” me dijo y me afirmó con mucha fuerza la cabeza, clavándome su estaca hasta la campanilla de la garganta.
💦 💦 💦 💦
Medio sorprendida y ahogada (Porque pocas veces es así de brusco conmigo… ¡Y me encanta!), hice mi mejor esfuerzo por no soltar una sola gota.
Pero ya tengo mucha práctica y a pesar que me faltó la respiración un poquito, bebí y limpié todo lo que tenía que darme.
Él me miró, con sus ojitos muy mansitos y satisfechos y mi corazón latía bien rico, sabiendo que le había hecho muy feliz.
“¡No es justo que lo hagas siempre!” me dijo, cuando volví a mi asiento y me dio un profundo y tierno beso.
“¡Yo también tengo ganas de ti!” y ¡Zas!, se desabrocha el cinturón, abre la puerta de la camioneta y va trotando alrededor.
💗 💗 💗
Ese palpitar en el corazón, sabiendo que me tocaba de lo bueno…
Me abre las piernas y me desnuda con la misma impaciencia que yo, sacándome un poco el pantalón y el cinturón.
Mis calzoncitos ya están mojados, pero eso a él no le detiene.
Es más, hasta les da un par de besos ruidosos y me lamió como si no hubiera mañana.
Entonces, siento cómo hace el quite a la tela, despejándome la rajita y así, medio turulata, le dejo que meta la lengua en mi cuevita.
😩 😖 😩 😖
Estrellitas de colores empiezan a desfilar y yo le afirmo la cabeza, jadeando desesperada…
Pero la diferencia es que estas estrellitas tienen 2 colores: rojo y azul y no son puntitos, sino que intermitentes…
😅
El ruido de la patrulla y nosotros nos miramos, medio arreglándonos.
“¿Algún problema?” pregunta el oficial, apuntando con la linterna, por el lado del conductor.
Apenas alcancé a subirme el pantalón y medio abrochármelo. Él, en cambio, se medio limpió la cara, pero se quedó igual agachado entre mis piernas.
Era policía de la carretera. Tendría unos 35, 40 años, bigotón y rubio, con ojitos claros y un poquito panzón.
“¡No! ¡Mi esposa perdió el teléfono y lo estaba buscando!” se excusó él, con un tono nervioso y a la velocidad de la luz.
“¡Documentos!” solicita el policía, inflexible y muy serio.
Aprovechando que está a mis piernas, saca de la guantera una carpetita y se la entrega al oficial.
Avanzan a la parte delantera de la camioneta, revisa las luces y la patente, toma algunos apuntes y nosotros, mirándonos con el corazón en la mano…
Finalmente, le devuelve los documentos…
“Hay un área de descanso 2 kilómetros más abajo y un motel a la entrada del próximo pueblo. No hagan más esas cosas a la orilla de la carretera o los llevaran arrestados.” Dijo el oficial muy serio y marchándose con toda naturalidad.
😳
Nosotros quedamos pálidos y asustados…
Pero pasando un rato y cuando ya empezaba a clarear, nos reímos y seguimos con nuestro viaje.
😉


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