Buenos dias a todos, les dejo este post, dejen puntos, comenten y toquense.
Era el primer verano que salía fuera de mi casa, y sólo conseguí permiso para pasarlo con una amiga de mi madre en la ciudad. Fue un viaje con muchas expectativas, yo tenía 18 años y había vivido en un pueblo relativamente pequeño, salvo esporádicas visitas a la casa de esta amiga.
Ella era mucho más joven que mi madre y realmente hermosa: bajita, de pelo ensortijado negro, parecía muy delgada pero tenia unas curvas exquisitamente proporcionadas y un par de nalgas redondas y firmes que nunca se preocupaba de esconder vistiendo falditas cortas y pegadas o vaqueros ajustadísimos. Su esposo era un ejecutivo alto y mas bien grueso, también moreno y de buen porte.
Cuando llegué fui muy bien recibido, me asignaron un dormitorio cómodo muy cerca del de ellos. La casa era cómoda y fresca y estaba en las afueras. Durante la cena bebimos vino, conversamos y finalmente me retiré a descansar… Era de noche cuando unos jadeos me despertaron. No tardé en entender algunas palabras… “Asssi… essso tócame ahí… vamos… oohhh… aahhh… más… vamos… métemela… métemela…”
Yo no podía creerlo pero era evidente que ellos estaban haciendo el amor con la puerta abierta. Como los jadeos continuaban, me acerquá silenciosamente al pasillo pude ver la puerta del otro dormitorio abierta y la luz encendida… mi corazón latía aceleradamente, pero seguí acercándome… Y los vi.
Poly estaba arrodillada en la cama con unos deliciosos calzoncitos rosados transparentes y un babydoll que no ocultaba nada sus pechos. Eran pequeños pero erguidos y redondos. Horacio parecía un gigante a su lado… gordo, peludo… la acariciaba con sus manos ávidas y le lamía el cuello. Como estaba totalmente desnudo pude verle el miembro… ¡Era gigantesco!… oscuro, grueso, debía medir unos dieciséis centímetros… y un diámetro como mi muñeca. Poly se restregaba como una puta. De pronto, se separó y se sacó el calzoncito. “El culo… dámela por el culo… Los ojos de Horacio brillaron. Se untó el enorme pene con una vaselina mientras ella se agachaba en la cama y se abría los cachetes. Sus nalgas se veían pequeñas y blancas, tersas, delicadas, en contraste con la enorme verga de su marido.
Atónito vi como él la tomaba por la cintura y empezaba a empujar aquella monstruosidad en su cuerpo. Los gritos de Poly eran un ronquido animal mientras el miembro se iba enterrando en su ano. Pronto estuvo clavada totalmente. Momentos después acababan entre gemidos.
Yo me retiré en silencio. Una vez en mi cuarto, me masturbé furiosamente.
Al día siguiente, desayuné sólo con Poly, ya que su marido trabajaba desde temprano. Hablamos. Tomamos café. Ella estaba con una bata semitransparente y en un momento que se entreabrió pude ver que era lo único que llevaba.
Después de acomodar las cosas, me invitó a su cuarto a que le ayudara a escoger unas prendas. Casi me desmayo cuando vi que sus prendas eran ropa interior de la más exquisita calidad. Braguitas de encaje, medias caladas, portaligas… Ella hablaba desenfadadamente. “Esto es lo que mas le gusta a mi Horacio. Le pone caliente…” decía… “pero este… este creo que es el mejor. “, dijo mostrándome una braguita pequeña, negra, de algo como satén o lycra. ” ¿Cómo se verá puesto?, me gustaría saberlo…” de pronto volvió la vista hacia mi, “¿Sabes…? Creo que tenemos las mismas medidas, tú también eres menudito… no… no me harías un favor?”
Aunque adivinaba la propuesta vacilé un momento…” ¿Por qué no te lo pones par que yo vea como queda? ¡¡Vamos!!, no tengas vergüenza… si yo te cambiaba los pañales cuando eras en bebé… ¡anda!… ve al baño y póntelo” Obedecí como autómata. Me desnudé y me puse el calzón. Caminé hacia el cuarto tapando la erección de mi pene. Ella no se dió por aludida. Me hizo girar como en un desfile de modas, opinando del ajuste, del corte, luego me hizo sentar a su lado en la cama. “Ven cuéntame, si hasta ayer eras un niño, ¿tienes novia? “No – dije” ¿Nunca… nunca lo has hecho?” Yo me sonrojé y no respondí “¿Te gusta el calzón?” preguntó cambiando de tema… “Si…” “Bueno, te lo regalo. A tu edad, bueno… sabes… aún los gustos sexuales… no están del todo definidos…Tal vez puedas usarlo en la intimidad, mirarte al espejo, imaginarte cosas, en fin… “Con sorpresa noté que tenia la mano en la entrepierna y se masturbaba. Luego me tomó por la nuca y ¡¡¡me dio un beso largo y húmedo en la boca!!! Mi cabeza zumbaba ¡¡¡Ella era la amiga de mi madre!!! Pero seguía acariciándome…
Se quitó la bata, era hermosa, menuda, proporcionada…
- No temas… Horacio viene tarde… esto es entre tu y yo… pero quiero que hagas… todo lo que te diga ¿de acuerdo? – dijo.
Yo asentí. Entonces ella saco mas ropa interior y me vistió de mujer ¡¡Medias, portaligas, corpiño. Me hizo caminar y menearme delante de ella mientras se masturbaba.
- ¿Me obedecerás… en todo? – insistió…
Me echó boca abajo en la cama y me empezó a pegar palmazos en los glúteos, luego me sacó el calzón y me enterró un dedo en el culo. Finalmente me hizo girar y me ordenó masturbarme. Cuando acabé entre grititos, ella tenia tres dedos dentro de su vulva y también había tenido un orgasmo.
Bueno, anda a bajarte a tu cuarto, estare pensando en ti esta noche… – agregó con una sonrisa.
Era el primer verano que salía fuera de mi casa, y sólo conseguí permiso para pasarlo con una amiga de mi madre en la ciudad. Fue un viaje con muchas expectativas, yo tenía 18 años y había vivido en un pueblo relativamente pequeño, salvo esporádicas visitas a la casa de esta amiga.
Ella era mucho más joven que mi madre y realmente hermosa: bajita, de pelo ensortijado negro, parecía muy delgada pero tenia unas curvas exquisitamente proporcionadas y un par de nalgas redondas y firmes que nunca se preocupaba de esconder vistiendo falditas cortas y pegadas o vaqueros ajustadísimos. Su esposo era un ejecutivo alto y mas bien grueso, también moreno y de buen porte.
Cuando llegué fui muy bien recibido, me asignaron un dormitorio cómodo muy cerca del de ellos. La casa era cómoda y fresca y estaba en las afueras. Durante la cena bebimos vino, conversamos y finalmente me retiré a descansar… Era de noche cuando unos jadeos me despertaron. No tardé en entender algunas palabras… “Asssi… essso tócame ahí… vamos… oohhh… aahhh… más… vamos… métemela… métemela…”
Yo no podía creerlo pero era evidente que ellos estaban haciendo el amor con la puerta abierta. Como los jadeos continuaban, me acerquá silenciosamente al pasillo pude ver la puerta del otro dormitorio abierta y la luz encendida… mi corazón latía aceleradamente, pero seguí acercándome… Y los vi.
Poly estaba arrodillada en la cama con unos deliciosos calzoncitos rosados transparentes y un babydoll que no ocultaba nada sus pechos. Eran pequeños pero erguidos y redondos. Horacio parecía un gigante a su lado… gordo, peludo… la acariciaba con sus manos ávidas y le lamía el cuello. Como estaba totalmente desnudo pude verle el miembro… ¡Era gigantesco!… oscuro, grueso, debía medir unos dieciséis centímetros… y un diámetro como mi muñeca. Poly se restregaba como una puta. De pronto, se separó y se sacó el calzoncito. “El culo… dámela por el culo… Los ojos de Horacio brillaron. Se untó el enorme pene con una vaselina mientras ella se agachaba en la cama y se abría los cachetes. Sus nalgas se veían pequeñas y blancas, tersas, delicadas, en contraste con la enorme verga de su marido.
Atónito vi como él la tomaba por la cintura y empezaba a empujar aquella monstruosidad en su cuerpo. Los gritos de Poly eran un ronquido animal mientras el miembro se iba enterrando en su ano. Pronto estuvo clavada totalmente. Momentos después acababan entre gemidos.
Yo me retiré en silencio. Una vez en mi cuarto, me masturbé furiosamente.
Al día siguiente, desayuné sólo con Poly, ya que su marido trabajaba desde temprano. Hablamos. Tomamos café. Ella estaba con una bata semitransparente y en un momento que se entreabrió pude ver que era lo único que llevaba.
Después de acomodar las cosas, me invitó a su cuarto a que le ayudara a escoger unas prendas. Casi me desmayo cuando vi que sus prendas eran ropa interior de la más exquisita calidad. Braguitas de encaje, medias caladas, portaligas… Ella hablaba desenfadadamente. “Esto es lo que mas le gusta a mi Horacio. Le pone caliente…” decía… “pero este… este creo que es el mejor. “, dijo mostrándome una braguita pequeña, negra, de algo como satén o lycra. ” ¿Cómo se verá puesto?, me gustaría saberlo…” de pronto volvió la vista hacia mi, “¿Sabes…? Creo que tenemos las mismas medidas, tú también eres menudito… no… no me harías un favor?”
Aunque adivinaba la propuesta vacilé un momento…” ¿Por qué no te lo pones par que yo vea como queda? ¡¡Vamos!!, no tengas vergüenza… si yo te cambiaba los pañales cuando eras en bebé… ¡anda!… ve al baño y póntelo” Obedecí como autómata. Me desnudé y me puse el calzón. Caminé hacia el cuarto tapando la erección de mi pene. Ella no se dió por aludida. Me hizo girar como en un desfile de modas, opinando del ajuste, del corte, luego me hizo sentar a su lado en la cama. “Ven cuéntame, si hasta ayer eras un niño, ¿tienes novia? “No – dije” ¿Nunca… nunca lo has hecho?” Yo me sonrojé y no respondí “¿Te gusta el calzón?” preguntó cambiando de tema… “Si…” “Bueno, te lo regalo. A tu edad, bueno… sabes… aún los gustos sexuales… no están del todo definidos…Tal vez puedas usarlo en la intimidad, mirarte al espejo, imaginarte cosas, en fin… “Con sorpresa noté que tenia la mano en la entrepierna y se masturbaba. Luego me tomó por la nuca y ¡¡¡me dio un beso largo y húmedo en la boca!!! Mi cabeza zumbaba ¡¡¡Ella era la amiga de mi madre!!! Pero seguía acariciándome…
Se quitó la bata, era hermosa, menuda, proporcionada…
- No temas… Horacio viene tarde… esto es entre tu y yo… pero quiero que hagas… todo lo que te diga ¿de acuerdo? – dijo.
Yo asentí. Entonces ella saco mas ropa interior y me vistió de mujer ¡¡Medias, portaligas, corpiño. Me hizo caminar y menearme delante de ella mientras se masturbaba.
- ¿Me obedecerás… en todo? – insistió…
Me echó boca abajo en la cama y me empezó a pegar palmazos en los glúteos, luego me sacó el calzón y me enterró un dedo en el culo. Finalmente me hizo girar y me ordenó masturbarme. Cuando acabé entre grititos, ella tenia tres dedos dentro de su vulva y también había tenido un orgasmo.
Bueno, anda a bajarte a tu cuarto, estare pensando en ti esta noche… – agregó con una sonrisa.
3 comentarios - Cogiendo con la amiga de mi madre.