Esta es la historia de Emanuel, un ganador de 24 años que tiene anécdotas muy interesante para contar, llenas de chicas y amigas y por supuesto con muchas historias sexuales. Esta historia es ficción, sin embargo eso no quiere decir que no se basa en algunos hechos reales…
Capítulo 23: Reencuentro
Tuve dos noches más con Nati en esas vacaciones, pero estas fueron en la casa que habíamos alquilado. Cuando terminamos la última, a las 7 de la mañana después de un segundo polvo, ella me confesó que se estaba viendo con un chico de la facultad, y que a pesar de que no eran nada, cuando volviéramos a Rosario quería seguir intentándolo con él. Le dije que me parecía lo más lógico y que lo nuestro tenía que quedar ahí en Pinamar. La conversación terminó con algunos besos apasionados y con unas manos pícaras que llevaron a un tercer round que terminó cerca de las 9 de la mañana con Nati llenándose la boca de mi semen.
Pero la noticia de las vacaciones había sido Juan Pablo engañando a Giselle. La noche que yo lo encontré en la habitación con la rubia, se repitió dos días más tarde cuando Lean lo descubrió en su pieza con otra chica, aparentemente una morochita de la facultad. Esto llevó a una charla en la que los dos y Facundo nos dedicamos a cagarlo a pedos y a decirle que tenía que replantearse las cosas.
- Soy un pelotudo, lo sé.- Nos contaba cuando estábamos en la terminal a punto de volver, casi llorando.- Me dejé llevar, yo a Gise la amo, es lo mejor que tengo. No le pueden decir nada chicos. Les juro que voy a dejar de hacer pelotudeces.
Las cosas no quedaron ahí nomás, pero ya va a haber tiempo para eso.
De vuelta en Rosario quedó demostrado que, a pesar de lo que había sido el mes de Diciembre, mi única posibilidad de sexo era Luz, que para colmo estaba en su pueblo pasando el verano. Decidimos organizar una reunión para darle la bienvenida al año con los chicos de la facultad, pero fue un fracaso cuando los únicos que podíamos éramos Bruno, Paola y yo. Sin embargo Luz, Esteban, Carla y Diego prometieron venir la segunda semana de febrero para hacer una reunión antes de arrancar con el estudio.
Pero faltaba para eso, por lo que las dos últimas semanas de enero me dediqué a pasar tiempo con Lean, Cris, Facu y Juan Pablo, así como de vez en cuando se sumaban alguna de las chicas. Camila y Clara eran de las que iban a casi todas las juntadas en la casa de Leandro, aprovechando la pileta. Marisol, Flavia y Celeste aparecieron después de sus vacaciones. Pero la que más controversia generaba era Giselle, que a pesar de que Juanpi no le había dicho nada, se notaba mucha tensión entre ellos dos cada vez que aparecía. No fue hasta el 31 de ese mes, que él le confesó todo lo que había pasado en el verano.
Febrero arrancó y decidí ponerme las pilas con mi vida. Arranqué nuevamente el gimnasio, emprolijé mi pieza y ordené los apuntes, arranqué con el estudio para las materias, pero sobre todas las cosas, empecé a buscar trabajo ya que no podía seguir viviendo de mis viejos (igual no fue hasta agosto que arranqué a trabajar en un estudio). Ese año iba a ser un buen año.
- ¿Y estuviste con muchas chicas en este mes que no nos vimos?- Me preguntó Luz en la cocina de su casa mientras preparábamos la picada mientras que los otros ponían la mesa.
- ¿Te ponés celosa?- Le pregunté riéndome.
- Ay no Ema, nada que ver.- Me dijo era riendo también.- Te estaba jodiendo.
Pero pude notar un leve indicio de celos en su comentario.
Pasamos la noche comiendo una picada y tomando unas cervezas mientras hablábamos y contábamos anécdotas del verano. Bruno y Diego fueron los que más detalles se animaron a dar y yo el que más oculté. Esteban y Carla, que se habían ido juntos al sur de Brasil nos comentaron gran parte de su viaje y Paola que había pasado la primera quincena en el Caribe con sus padres y sus hermanos no paraba de recalcar lo lindo que era viajar a las playas de esa zona. Cuando se hicieron las 2 de la mañana, la pareja fue la primera en irse, después le siguió Bruno que se iba a encontrar con una chica y por último Diego y Paola, que se fueron casi por la presión que sentían de dejarnos solos.
- ¿Vos te quedás?- Me preguntó Luz cuando bajaba a abrirles a los chicos.
Yo la miré con cara de “¿Me estás cargando?” y ella se rió y cerró la puerta dejándome solo por unos segundos en el departamento. Fui directo a la cocina y ordené un poco todo. Levanté lo que quedaba en la mesa del comedor y apagué las luces, dejando solo una del pasillo que conducía al baño y a la pieza, me saqué la remera y volví a la cocina al momento justo que Luz entraba.
- ¿Qué pasa que apagaste todo?- Me dijo al entrar a la cocina.- ¡Apa! ¿Tenés calor?- Agregó al ver que estaba lavando los vasos en cuero.
- Tengo un poquito de calor.- Le digo haciéndome el superado.- Pero quería estar cómodo viste.- Agrego cerrando la canilla y dándome vuelta para mirarla.
Ella se acercó despacio a mi y apoyó sus manos sobre mi pecho. Con delicadeza acercó su cabeza a la mía y nos dimos un beso, pero no de esos de calentón, sino uno bien romántico. La abracé con fuerza y ella se hizo una bolita adelante mío. Nuestros labios no se separaban. Subí una mano y la apoyé suavemente sobre su nuca y ella sonrió a pesar de que sus labios estaban en contacto con los míos.
- Te extrañé.- Me confesó alejándose un poco.
- Yo también.- Le digo volviendo a besarla.
- También extrañé esto.- Me dice ella alejándose un poco nuevamente y tocándome el peche y después las abdominales.- Estuve un poquito necesitada.- Agrega riéndose nuevamente.
Volvimos a besarnos, pero esta vez ya era con otras intenciones. La lengua predominaba el chape y las manos empezaban a descontrolarse. Las fui bajando despacito hasta su cintura y después de un rato las apoyé sobre su cola. Nuevamente noté como sonreía a pesar de estar besándonos. Le apreté el culito ese hermoso que tenía y ella terminó de pegar su cuerpo al mío. La temperatura iba en aumento.
La levanté del culo y ella sorprendida no pudo evitar una risita. Ella me abrazó fuerte y cuando la apoyé sobre la mesada volvimos a los besos. De a poquito le fui sacando la remera y después el corpiño. Una vez que no tuvo nada arriba le chupé un rato las tetas mientras ella me revolvía el pelo con las manos. Pero yo seguí bajando por su cuerpo hasta llegar al short. De lo desabroché y se lo saqué para descubrir una tanguita negra preciosa. La miré sonriente y ella se hizo la tímida mientras que con su mano me seguía revolviendo el pelo. Le saqué la tanguita y me arrodillé poniendo sus piernas sobre mis hombros.
Arranqué con unos besitos suaves sobre los muslos y de a poquito me fui acercando a sus cintura. Con la mano le fui tocando la conchita y acariciando el clítoris. Luz movía su cuerpo al compás de mis dedos que iban en círculos. Le empecé a besar y a chupar la conchita muy suavemente y ella apretó una mano sobre mi nuca y la otra sobre mi espalda. “¡Ay si!” susurraba con cada lamida que le hacía. Me concentré en su clítoris mientras le metía un dedito en la concha y se lo sacaba cada vez más rápido.
- ¡Ay Ema!- Gritó ella.
De a poquito me fui levantando, besándole la panza, las tetas, el cuello y nuevamente en los labios. Ella me abrazó bien fuerte y trató de bajarse de la mesada, pero yo me pegué a ella y se lo impedí. Entre besos y manoseo me fui desabrochando la bermuda y me la bajé junto con el bóxer. Enseguida ella me empezó a pajear con ganas, mientras yo le iba manoseando la colita. La lengua era la protagonista de los besos.
La mesada me quedaba a la altura perfecta, por lo que no hubo problema en meterle la verga en la concha para ir cogiéndomela bien suave. Ella me envolvió con una mano y la otra la apoyó en la pared para hacer fuerza hacia el otro lado. Mis manos en su culito me ayudaban con cada movimiento que daba hacia atrás y hacia adelante. De a poquito ella fue levantando las piernas y cuando no le dio más la postura, se recostó sobre la mesada y yo apoyé sus piernas sobre mis hombros y mis manos sobre sus tetas. Luz estaba completamente desparramada sobre la mesada y mi verga le entraba y le salí de la concha a máxima velocidad. Sus gemidos penetraban mi cerebro. La calentura que tenía no daba más.
Acabé adentro de ella con un golpe seco sobre sus muslos y ella pegó un grito de placer puro y pude sentir como gozaba de mi lechita mojándole la concha. Volvió a sentarse sobre la mesada y me abrazó y me besó con ganas. El calor nos había hecho transpirar, y la leche había manchado sus piernas y las mías.
- ¿Vamos a bañarnos?- Le pregunto después de un rato de besos y caricias.
Ella aceptó y enseguida estábamos bajo la ducha besándonos nuevamente. No pude contener una erección al verla mojada y enjabonándose de manera muy sensual. Ella me sonrió de manera pícara al ver mi pija que iba tomando forma y sin decirme nada me dio un beso y se arrodilló en frente mío. Ahora le tocaba a ella darme una mamada. Luz se había convertido en una experta en ese área. Me pajeaba con una mano y movía bien rápido su cabeza hacia atrás y hacia adelante. Como ella lo había hecho antes, puse mi mano sobre su nuca y de a poquito la fui empujando hasta que mis 20 centímetros de verga estuvieron adentro de su boca. Ella se ahogó y salió hacia afuera para toser, pero después de eso volvió a metérsela en la boca y a chuparla con ganas.
Cuando estuve nuevamente al palo le dije que se levantara y ella se dio vuelta y agachó su pecho parando la colita. Me acomodé bien detrás de ella y se la metí hasta el fondo. Ella emitió un suspiro de placer, mientras yo la tomaba por la cintura y volvía a cogérmela con ganas. Luz apoyó sus manos sobre la pared para hacer fuerza hacia atrás. Yo le daba cada vez más duro y más fuerte. Ella no podía contener gemidos de satisfacción, esos grititos de placer cortitos pero penetrantes que emitía cada vez que mi verga entraba bien a fondo de su conchita.
De a poquito se fue levantando y yo la tomé de las tetas y me la fui cogiendo en esa pose. Luz dio su vuelta su cabeza y yo tomándola de la nuca le di un beso bien apasionado. Ella tiró sus manos hacia atrás y las puso sobre mi cabeza nuevamente. Así estábamos, cogiendo de parados, ella besándome con las manos sobre mi cabeza y yo abrazándola sobre las tetas. Nos soltamos y Luz volvió a inclinarse hacia adelante apoyando otra vez las manos sobre la pared y yo la tomé por la cintura.
- Vení, arrodíllate.- Le dije después de un rato.
Ella obedeció y para mi sorpresa abrió la boca (Hay que recordar que Luz era bastante puritana a la hora del sexo). Me empecé a masturbar viéndola ahí adelante mío, arrodillada, con la boquita abierta y la lengua afuera. No pude aguantar mucho y le llené la cara de semen. Luz escupió lo que le había quedad en la boca y después se limpió el resto.
Salimos de la ducha y nos fuimos a acostar en cucharita. La abracé bien fuerte y ella largó un “Te quiero” seguido de un beso.
- Te quiero mucho Ema.- Me dijo.- Me haces muy feliz. Quiero estar con vos siempre…
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