Pasaron más de diez meses, entre una cosa y otra, hasta que finalmente pude volver a San Nicolás, y no fue por pensar en una noche de sexo el tema que volví. Tomé nuevos clientes para mi consultoría en sistemas, y mi empresa naciente se expandió bastante. Tuve que tomar varios empleados más, capacitarlos y, en fin, dedicarme a full a los nuevos clientes, dejando los establecidos a un empleado a mi cargo.
También mi señora tuvo algunos problemas de salud, entre ellos una infección urinaria que me dejó sin ponerla seis meses. A veces me hacía una paja pensando en la noche que había pasado en San Nicolás, pero muy cada tanto: estaba tan cansado que apenas
llegaba a casa me dormía.
Ese tiempo me sirvió para comprobar que Martín no mentía cuando decía que no iba a utilizar lo de la cámara para chantajearme ni nada: ni un mensaje ni una foto ni un video fuera de lugar me llegó en ese tiempo. Asi que por ese lado me tranquilicé de que no
tendría problemas por ese lado. Yo en lo esencial, me di cuenta, no había cambiado: me seguía gustando hacer el amor con mi señora, me encantaba el olor a concha, y no me atraían los hombres de la calle. Sólo había sido, terminé pensando, una cosa del
momento, un dejarse llevar por la pasión de la situación, por todo el morbo involucrado.
Igual las pajas que me hacía en recuerdo de esto, me hacían largar lechazos interminables que me llegaban a la cara, y que, a veces, llevaba a mis labios para sentir el gusto, intentando recordar cómo era.
Pasó el tiempo, y a los cuatro meses de la noche nicoleña, la empresa que era cliente mío en San Nicolás quebró por problemas financieros (para mí, la fundió el hijo del dueño con Lucrecia, que era una trola de cuidado y gastaba fortunas). Asi que ir de nuevo hasta allá era como mínimo más difícil, ya que los clientes principales quedaban al norte y este de Rosario mas que al sur.
Pero sucedió que unos siete meses después de los sucesos que contara antes, un nuevo cliente apareció en la empresa, y era de San Nicolás. Era una empresa grande exportadora de bio diesel que necesitaba un nuevo software. Asi que tuve que programar varias idas y venidas, muchas pernoctadas y días completos allá, yendo con dos empleados a trabajar mucho en ese sistema, porque tenían un
corto tiempo para hacerlo operativo.
En resumen, no tenía ni media hora libre para ver de llamar a Martín y ver que onda, porque no tenía ni tiempo ni oportunidad.
Pero, después de dos meses de trabajo, pude terminar el sistema, y un mes mas tarde fui a pegarle una revisada, pero sólo, sin empleados. Mi señora esa semana justo tenía vacaciones, y aprovechó para irse con los chicos y sus padres a Iguazú, que no conocía.
Yo no pude por trabajo, claro. No era una falsa excusa, pero bueno...
Terminé de hacer las cosas en la empresa, algo apurado (aunque me llevó mas tiempo del planeado o del querido), y salí tipo cinco de la tarde. Me fui a una plaza, me senté en un banco y saqué, con todo el nerviosismo del mundo, el teléfono. Estaba muy nervioso
y muy caliente, casi que me temblaban las manos al llamar.
Pero fue anticlimático: nadie contestaba por mas que escuchaba el tono de llamada sonar y sonar. Colgué, con un poco de bronca y algo de tristeza y decepción. Me fui caminando, despacio, hasta la Terminal, sin saber si irme directamente, si volver a llamar, o que hacer. Al final, en la terminal, llamé de nuevo antes de comprar pasaje: nada. Tuve que hacer fila para comprar el pasaje, porque era viernes, y estaba lleno el lugar de gente queriendo volver del trabajo hacia Rosario, o irse a Rosario de compras después de una semana de trabajo.
Llegué ante la chica del mostrador, compré pasaje, y me dispuse a esperar, ya que faltaba una hora para sali. Caminaba impaciente por el lugar de espera, mirando el andén, queriendo huir un poco del lugar. Al cabo de una hora, llega el colectivo. Abren las puertas para subir, y justo me suena el teléfono. Miro el número: Martín. Me aparté de la fila, e intentando alejarme del gentío atendí:-Hola! Hola!-dije.
-Hola loco!-siento la voz de Martín por el teléfono. Si tenía alguna duda, mi erección instantánea me las sacó, al menos respecto de ir a verlo.
-Mucho tiempo, che! Podrías haber llamado antes, no?-me reprocha con una risa pícara.
-Sii...pasa que anduve muy ocupado...ehhh...una pregunta..no se si...estoy cerca...-balbuceé, nervioso como quinceañera.
-Dale, veníte y tomamos algo. Estoy con amigos.-me dijo, y medio me paralicé. No estaba seguro de querer volver a estar con desconocidos. Si con Martín, pero no con alguien mas.
-Ehh...no, entonces, mejor, paso otro día...vemos. Mejor me voy ahora.-le digo, nervioso.
Escuché una pausa del otro lado del teléfono, y después la voz de Martín, firme, casi autoritaria, que me dice:-No. Quedáte. Anda viniendo que yo me ocupo de los chicos. Vos vení y charlamos.-
Y fui. No tenía opción después de escucharlo. Fui caminando, a veces despacio porque tenía miedo, y a veces acelerando el paso porque preveía lo que iba a pasar.
Toqué timbre al llegar, y me abrió él la puerta. Sin remera, el pantalón flojo en la cintura, su sonrisa media ladeada, con barba ahora, una barba corta media rubiona. Una cadenita con un símbolo que no reconocí, japonés creo, colgando del cuello, golpeando los
abdominales marcados que aún tenía. La piel bronceada del pecho iba dando paso a una parte sin broncear por encima de los calzoncillos, que cubrían (por ahora), el latido de su erección creciente.
-Pasa. Los eché a la mierda.-me dijo, mientras se hacía a un lado. Al pasar pegado a él por la puerta estrecha, de espaldas, sentí el calor que largaba su cuerpo, y me apoyó la verga contra mi culo. Me acordé de todo de golpe, todo lo que me quería olvidar, y gemí.
-Cómo estás!-me dijo, cerrando la puerta de golpe y llevando una mano hacia mi cuello y otra hacia mi culo, metiendo mano debajo del pantalón, acariciandome las nalgas y deslizando un dedo por la raya, mientras me mantenía inmóvil contra la pared con la otra.
-Uff..está cerradito de nuevo,-me djo, mientras metía un dedo en mi culo,-vamos a tener que laburar un ratito.-agregó. Me soltó de golpe el cuello y me empujó hacia un costado. Se cruzó de brazos mientras yo, algo confuso, lo miraba.
-Desvestite ahora.-me ordenó.-Acá? En el patio?-le solté, sin entender.
-Sí, putito, ahora!-con voz autoritaria.
Empecé a sacarme la camisa, el pantalón, los zapatos y las media. Me quedé ahí en el medio del patio, súbitamente tímido, cortado por la reacción que tuvo, intentando taparme.
-Que hacés?-me gritó.-En bolas, puto!-agregó con la mano levantada como si fuera a pegarme.-Y entrá al baño y limpiate bien. Tenés que hacer méritos hoy, o pensabas que venías nomás y yo te garchaba??
Me saqué rápido los calzoncillos, y me metí al baño, sin cerrar la puerta y mirando a ver que hacía Martín. Estaba ahí parado, con los brazos cruzados, esperando. Impaciente, pude ver.
Me bañé rápido, sin olvidarme de limpiarme bien el sudor del día del cuerpo. Me intimidaba mucho esto, estar desnudo ante alguien que me miraba sin decir o hacer nada, así que me apuré. Apenas salí del agua, Martín, sin decir una palabra, me señaló su
entrepierna.
Me arrodillé, despacio, adelante de él, y con mis manos fui a su cinto, para desprenderlo, para dejar que caiga el pantalón al piso.
Bajo su slip se podía ver claramente la forma de su pija parada, dura, palpitante. Lentamente acerqué mi cara hacia ella, y bajé suavemente sus calzoncillos, para liberar de su presa esa verga, que estaba tan linda como la primera vez que la vi. Casi saltó, liberada de su encierro, y al caer me golpeó la cara. Abrí la boca, saqué la lengua, y como saboreando un helado, la pasé por toda la extensión del tronco, sólo para detenerme unos momentos en la cabeza y con la punta recorrerla entera. Luego seguí, sólo con la
lengua, volviendo a recorrer el camino inverso, una y otra vez. A la cuarta vez, Martín se impacientó y me agarró de los pelos, y me llevó la boca hacia la cabeza de la poronga. Me la tragué entera la cabeza, y empecé a chupar y a saborearla ya dentro de mi boca.
Intenté comerme la pija entera, pero no podía, no me entraba. Igual hice mi mejor esfuerzo, dejándola toda babosa y ensalivada.
Abrí los ojos y lo miré, con media pija dentro de mi boca.
-Que pensás, que con esto sólo basta?-me dice, y agrega, con la mano detrás de mi nuca:-Te portaste mal, Juli, y vas a tener que pagar de alguna manera.-y diciendo esto, empujó mi cabeza hasta su cuerpo, y me hizo atragantar de pija. Intenté respirar, pero no
podía, sólo podía tratar de contener la respiración y no ahogarme mientras me cogía la boca, con un mete y saca poderoso y profundo.
-Dejála bien mojadita, porque de acá, va a tu culito, entendiste?-me dice mientras me sigue metiendo y sacando la verga de la boca.
Seguimos así un rato, mi boca y su pija chorreando saliva, cuando me agarra de los pelos de nuevo y me lleva hasta la cama. Se acuesta, boca arriba, y me tira a mí a los pies.
-Bueno, te salió bien.-me dijo, con una mueca en la cara. -Seguí, pero despacio ahora.
Por diez largos minutos me dediqué a su pija despacio, chupando suavemente ahora, agarrándola con la mano y pajeandola despacito. Cuando empezó a gemir, me la puse en la boca y la solté, sólo con los labios y la lengua tocándola. Sentí sus movimientos
predecir la lluvia de leche que me entró en la boca, y me fui tragando la leche de a poco.
-Bien.-me dice, despues de un ratito, en el cual yo no había soltado de la boca su pija, a pesar de que algo se había aflojado. -Ahora traé tu culito acá, que lo voy a preparar.-
Sin soltar su verga, cambié de posición para dejar mi culo a su alcance. Mientras seguía chupandoselá, él empezó a meterme un dedo, y despues otro y otro mas, dentro de mí. Despacio, con lubricante, me fue abriendo y acostumbrando.
Sacó su pija de mi boca, ya parada de nuevo, cuando vió que estaba listo. Me quise mover, porque había quedado boca abajo y mirando hacia el pie de la cama, pero me agarró firme de las piernas y él se subió sobre mí.
-No te muevas, me gusta así.-me dijo, y sin más palabras, mandó las piernas entre las mías, hizo fuerza y me las separó, para apuntar su verga y mandarla dentro de mi orto, sin demasiada contemplación, rudo, casi salvaje. Gemí de dolor, pero no dije nada
mientras la cabeza de la poronga y después medio tronco entraban dentro mío. Sólo esperó unos instantes para mandarmela entera, y la dejó enterrada dentro mío un minuto, nada mas, antes de empezar el bombeo. Se movia encima mío despacio, pero duro y profundo, como un pistón de motor, con una cadencia lenta pero que no dejaba pausa entre estocada y estocada.
Sentír esa verga de nuevo dentro mío hizo que acabara ahí nomás, manchando las sábanas, pero no se me bajó la calentura, sino que seguí sintiendo el placer de esa cogida.
Al rato, empezó a acelerar el ritmo, todavía sin decir nada. Escuchaba el chirriar de los resortes de la cama mientras nuestros cuerpos subían y bajaban, escuchaba el plas plas plas de su pelvis golpear contra mi cola mientras entraba y salía esa verga. Levanté un poco las piernas pero él me clavó las rodillas y no podía salirme de su presa. Eso se ve que lo hizo calentar aún mas, y aceleró sus embestidas hasta hacerme gemir de placer nuevamente, a pesar del dolor de piernas que sentía. Me aplastó la cabeza contra la cama mientras me daba bomba con mucha fuerza, tanto que me agarró un poco de miedo.
Pero no duró demasiado: a los pocos minutos sentí los lechazos salir de su pija y golpearme por dentro. Sentía que rebalsaba de tanto que me había acabado dentro.
-Uff...mortal.-me dijo, tirado encima mío. Al cabo de un par de minutos, sale, me da vuelta, y al ver que aún estaba caliente, me agarró mi pija y empezó a pajearme, mientras me metía un dedo en el culo. Al ver que salía con leche, recogio lo que chorreaba y
alternaba mandandome dos dedos en el culo, luego sacándolos y llevándolos a mi boca. Yo chupaba con fruición esa leche que era de él, mientras gozaba de la paja. En no mucho tiempo, sentí que iba a acabar y así se lo dije. Sin decir nada, se rió, agarró mi cabeza y la levantó un poco, mientras apuntaba mi pija hacia mi boca. Abrí la boca y recibí un poco del chorro de semen de mi propia acabada en la boca, mientras él se reía.
Al terminar, fuimos los dos al baño para limpiarnos los restos de semen y el sudor, y me dejé enjabonar porque estaba muy cansado.
Casi no me podía mantener de pie, pero tuve que juntar fuerzas cuando su pija (parada una vez mas!) empezó a hacerse lugar detrás mío.
Me cogió suave y lento en el baño, con el agua tibia ya cayendo sobre nosotros. Yo no llegué esta vez, estaba muy cansado, pero igual me gustó, gocé esa cogida lenta y larga que me dió de parado.
Nos acostamos en la cama, y yo me dormí casi al toque (como siempre).
Una vez más soñe con los eventos de esa noche, mezclados un poco con la vergüenza de hacer algo prohibido, y en el sueño sentía la humillación de ser descubierto, sentía que se reían de mi. Me desperté, y había cuatro pibes de la edad de Martín, vestidos y riéndose mientras Martín hacía gestos de que me cogía.
(Continuará...)
También mi señora tuvo algunos problemas de salud, entre ellos una infección urinaria que me dejó sin ponerla seis meses. A veces me hacía una paja pensando en la noche que había pasado en San Nicolás, pero muy cada tanto: estaba tan cansado que apenas
llegaba a casa me dormía.
Ese tiempo me sirvió para comprobar que Martín no mentía cuando decía que no iba a utilizar lo de la cámara para chantajearme ni nada: ni un mensaje ni una foto ni un video fuera de lugar me llegó en ese tiempo. Asi que por ese lado me tranquilicé de que no
tendría problemas por ese lado. Yo en lo esencial, me di cuenta, no había cambiado: me seguía gustando hacer el amor con mi señora, me encantaba el olor a concha, y no me atraían los hombres de la calle. Sólo había sido, terminé pensando, una cosa del
momento, un dejarse llevar por la pasión de la situación, por todo el morbo involucrado.
Igual las pajas que me hacía en recuerdo de esto, me hacían largar lechazos interminables que me llegaban a la cara, y que, a veces, llevaba a mis labios para sentir el gusto, intentando recordar cómo era.
Pasó el tiempo, y a los cuatro meses de la noche nicoleña, la empresa que era cliente mío en San Nicolás quebró por problemas financieros (para mí, la fundió el hijo del dueño con Lucrecia, que era una trola de cuidado y gastaba fortunas). Asi que ir de nuevo hasta allá era como mínimo más difícil, ya que los clientes principales quedaban al norte y este de Rosario mas que al sur.
Pero sucedió que unos siete meses después de los sucesos que contara antes, un nuevo cliente apareció en la empresa, y era de San Nicolás. Era una empresa grande exportadora de bio diesel que necesitaba un nuevo software. Asi que tuve que programar varias idas y venidas, muchas pernoctadas y días completos allá, yendo con dos empleados a trabajar mucho en ese sistema, porque tenían un
corto tiempo para hacerlo operativo.
En resumen, no tenía ni media hora libre para ver de llamar a Martín y ver que onda, porque no tenía ni tiempo ni oportunidad.
Pero, después de dos meses de trabajo, pude terminar el sistema, y un mes mas tarde fui a pegarle una revisada, pero sólo, sin empleados. Mi señora esa semana justo tenía vacaciones, y aprovechó para irse con los chicos y sus padres a Iguazú, que no conocía.
Yo no pude por trabajo, claro. No era una falsa excusa, pero bueno...
Terminé de hacer las cosas en la empresa, algo apurado (aunque me llevó mas tiempo del planeado o del querido), y salí tipo cinco de la tarde. Me fui a una plaza, me senté en un banco y saqué, con todo el nerviosismo del mundo, el teléfono. Estaba muy nervioso
y muy caliente, casi que me temblaban las manos al llamar.
Pero fue anticlimático: nadie contestaba por mas que escuchaba el tono de llamada sonar y sonar. Colgué, con un poco de bronca y algo de tristeza y decepción. Me fui caminando, despacio, hasta la Terminal, sin saber si irme directamente, si volver a llamar, o que hacer. Al final, en la terminal, llamé de nuevo antes de comprar pasaje: nada. Tuve que hacer fila para comprar el pasaje, porque era viernes, y estaba lleno el lugar de gente queriendo volver del trabajo hacia Rosario, o irse a Rosario de compras después de una semana de trabajo.
Llegué ante la chica del mostrador, compré pasaje, y me dispuse a esperar, ya que faltaba una hora para sali. Caminaba impaciente por el lugar de espera, mirando el andén, queriendo huir un poco del lugar. Al cabo de una hora, llega el colectivo. Abren las puertas para subir, y justo me suena el teléfono. Miro el número: Martín. Me aparté de la fila, e intentando alejarme del gentío atendí:-Hola! Hola!-dije.
-Hola loco!-siento la voz de Martín por el teléfono. Si tenía alguna duda, mi erección instantánea me las sacó, al menos respecto de ir a verlo.
-Mucho tiempo, che! Podrías haber llamado antes, no?-me reprocha con una risa pícara.
-Sii...pasa que anduve muy ocupado...ehhh...una pregunta..no se si...estoy cerca...-balbuceé, nervioso como quinceañera.
-Dale, veníte y tomamos algo. Estoy con amigos.-me dijo, y medio me paralicé. No estaba seguro de querer volver a estar con desconocidos. Si con Martín, pero no con alguien mas.
-Ehh...no, entonces, mejor, paso otro día...vemos. Mejor me voy ahora.-le digo, nervioso.
Escuché una pausa del otro lado del teléfono, y después la voz de Martín, firme, casi autoritaria, que me dice:-No. Quedáte. Anda viniendo que yo me ocupo de los chicos. Vos vení y charlamos.-
Y fui. No tenía opción después de escucharlo. Fui caminando, a veces despacio porque tenía miedo, y a veces acelerando el paso porque preveía lo que iba a pasar.
Toqué timbre al llegar, y me abrió él la puerta. Sin remera, el pantalón flojo en la cintura, su sonrisa media ladeada, con barba ahora, una barba corta media rubiona. Una cadenita con un símbolo que no reconocí, japonés creo, colgando del cuello, golpeando los
abdominales marcados que aún tenía. La piel bronceada del pecho iba dando paso a una parte sin broncear por encima de los calzoncillos, que cubrían (por ahora), el latido de su erección creciente.
-Pasa. Los eché a la mierda.-me dijo, mientras se hacía a un lado. Al pasar pegado a él por la puerta estrecha, de espaldas, sentí el calor que largaba su cuerpo, y me apoyó la verga contra mi culo. Me acordé de todo de golpe, todo lo que me quería olvidar, y gemí.
-Cómo estás!-me dijo, cerrando la puerta de golpe y llevando una mano hacia mi cuello y otra hacia mi culo, metiendo mano debajo del pantalón, acariciandome las nalgas y deslizando un dedo por la raya, mientras me mantenía inmóvil contra la pared con la otra.
-Uff..está cerradito de nuevo,-me djo, mientras metía un dedo en mi culo,-vamos a tener que laburar un ratito.-agregó. Me soltó de golpe el cuello y me empujó hacia un costado. Se cruzó de brazos mientras yo, algo confuso, lo miraba.
-Desvestite ahora.-me ordenó.-Acá? En el patio?-le solté, sin entender.
-Sí, putito, ahora!-con voz autoritaria.
Empecé a sacarme la camisa, el pantalón, los zapatos y las media. Me quedé ahí en el medio del patio, súbitamente tímido, cortado por la reacción que tuvo, intentando taparme.
-Que hacés?-me gritó.-En bolas, puto!-agregó con la mano levantada como si fuera a pegarme.-Y entrá al baño y limpiate bien. Tenés que hacer méritos hoy, o pensabas que venías nomás y yo te garchaba??
Me saqué rápido los calzoncillos, y me metí al baño, sin cerrar la puerta y mirando a ver que hacía Martín. Estaba ahí parado, con los brazos cruzados, esperando. Impaciente, pude ver.
Me bañé rápido, sin olvidarme de limpiarme bien el sudor del día del cuerpo. Me intimidaba mucho esto, estar desnudo ante alguien que me miraba sin decir o hacer nada, así que me apuré. Apenas salí del agua, Martín, sin decir una palabra, me señaló su
entrepierna.
Me arrodillé, despacio, adelante de él, y con mis manos fui a su cinto, para desprenderlo, para dejar que caiga el pantalón al piso.
Bajo su slip se podía ver claramente la forma de su pija parada, dura, palpitante. Lentamente acerqué mi cara hacia ella, y bajé suavemente sus calzoncillos, para liberar de su presa esa verga, que estaba tan linda como la primera vez que la vi. Casi saltó, liberada de su encierro, y al caer me golpeó la cara. Abrí la boca, saqué la lengua, y como saboreando un helado, la pasé por toda la extensión del tronco, sólo para detenerme unos momentos en la cabeza y con la punta recorrerla entera. Luego seguí, sólo con la
lengua, volviendo a recorrer el camino inverso, una y otra vez. A la cuarta vez, Martín se impacientó y me agarró de los pelos, y me llevó la boca hacia la cabeza de la poronga. Me la tragué entera la cabeza, y empecé a chupar y a saborearla ya dentro de mi boca.
Intenté comerme la pija entera, pero no podía, no me entraba. Igual hice mi mejor esfuerzo, dejándola toda babosa y ensalivada.
Abrí los ojos y lo miré, con media pija dentro de mi boca.
-Que pensás, que con esto sólo basta?-me dice, y agrega, con la mano detrás de mi nuca:-Te portaste mal, Juli, y vas a tener que pagar de alguna manera.-y diciendo esto, empujó mi cabeza hasta su cuerpo, y me hizo atragantar de pija. Intenté respirar, pero no
podía, sólo podía tratar de contener la respiración y no ahogarme mientras me cogía la boca, con un mete y saca poderoso y profundo.
-Dejála bien mojadita, porque de acá, va a tu culito, entendiste?-me dice mientras me sigue metiendo y sacando la verga de la boca.
Seguimos así un rato, mi boca y su pija chorreando saliva, cuando me agarra de los pelos de nuevo y me lleva hasta la cama. Se acuesta, boca arriba, y me tira a mí a los pies.
-Bueno, te salió bien.-me dijo, con una mueca en la cara. -Seguí, pero despacio ahora.
Por diez largos minutos me dediqué a su pija despacio, chupando suavemente ahora, agarrándola con la mano y pajeandola despacito. Cuando empezó a gemir, me la puse en la boca y la solté, sólo con los labios y la lengua tocándola. Sentí sus movimientos
predecir la lluvia de leche que me entró en la boca, y me fui tragando la leche de a poco.
-Bien.-me dice, despues de un ratito, en el cual yo no había soltado de la boca su pija, a pesar de que algo se había aflojado. -Ahora traé tu culito acá, que lo voy a preparar.-
Sin soltar su verga, cambié de posición para dejar mi culo a su alcance. Mientras seguía chupandoselá, él empezó a meterme un dedo, y despues otro y otro mas, dentro de mí. Despacio, con lubricante, me fue abriendo y acostumbrando.
Sacó su pija de mi boca, ya parada de nuevo, cuando vió que estaba listo. Me quise mover, porque había quedado boca abajo y mirando hacia el pie de la cama, pero me agarró firme de las piernas y él se subió sobre mí.
-No te muevas, me gusta así.-me dijo, y sin más palabras, mandó las piernas entre las mías, hizo fuerza y me las separó, para apuntar su verga y mandarla dentro de mi orto, sin demasiada contemplación, rudo, casi salvaje. Gemí de dolor, pero no dije nada
mientras la cabeza de la poronga y después medio tronco entraban dentro mío. Sólo esperó unos instantes para mandarmela entera, y la dejó enterrada dentro mío un minuto, nada mas, antes de empezar el bombeo. Se movia encima mío despacio, pero duro y profundo, como un pistón de motor, con una cadencia lenta pero que no dejaba pausa entre estocada y estocada.
Sentír esa verga de nuevo dentro mío hizo que acabara ahí nomás, manchando las sábanas, pero no se me bajó la calentura, sino que seguí sintiendo el placer de esa cogida.
Al rato, empezó a acelerar el ritmo, todavía sin decir nada. Escuchaba el chirriar de los resortes de la cama mientras nuestros cuerpos subían y bajaban, escuchaba el plas plas plas de su pelvis golpear contra mi cola mientras entraba y salía esa verga. Levanté un poco las piernas pero él me clavó las rodillas y no podía salirme de su presa. Eso se ve que lo hizo calentar aún mas, y aceleró sus embestidas hasta hacerme gemir de placer nuevamente, a pesar del dolor de piernas que sentía. Me aplastó la cabeza contra la cama mientras me daba bomba con mucha fuerza, tanto que me agarró un poco de miedo.
Pero no duró demasiado: a los pocos minutos sentí los lechazos salir de su pija y golpearme por dentro. Sentía que rebalsaba de tanto que me había acabado dentro.
-Uff...mortal.-me dijo, tirado encima mío. Al cabo de un par de minutos, sale, me da vuelta, y al ver que aún estaba caliente, me agarró mi pija y empezó a pajearme, mientras me metía un dedo en el culo. Al ver que salía con leche, recogio lo que chorreaba y
alternaba mandandome dos dedos en el culo, luego sacándolos y llevándolos a mi boca. Yo chupaba con fruición esa leche que era de él, mientras gozaba de la paja. En no mucho tiempo, sentí que iba a acabar y así se lo dije. Sin decir nada, se rió, agarró mi cabeza y la levantó un poco, mientras apuntaba mi pija hacia mi boca. Abrí la boca y recibí un poco del chorro de semen de mi propia acabada en la boca, mientras él se reía.
Al terminar, fuimos los dos al baño para limpiarnos los restos de semen y el sudor, y me dejé enjabonar porque estaba muy cansado.
Casi no me podía mantener de pie, pero tuve que juntar fuerzas cuando su pija (parada una vez mas!) empezó a hacerse lugar detrás mío.
Me cogió suave y lento en el baño, con el agua tibia ya cayendo sobre nosotros. Yo no llegué esta vez, estaba muy cansado, pero igual me gustó, gocé esa cogida lenta y larga que me dió de parado.
Nos acostamos en la cama, y yo me dormí casi al toque (como siempre).
Una vez más soñe con los eventos de esa noche, mezclados un poco con la vergüenza de hacer algo prohibido, y en el sueño sentía la humillación de ser descubierto, sentía que se reían de mi. Me desperté, y había cuatro pibes de la edad de Martín, vestidos y riéndose mientras Martín hacía gestos de que me cogía.
(Continuará...)
2 comentarios - Otra noche en San Nicolás (I) (Gay)